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viernes, 1 de agosto de 2014

Emile Zola


Por René León

El famoso escritor francés Guy de Maupassant, en la introducción de la edición de 1877 de la novela La Taberna, de Emilio Zola, dice sobre su autor, “Pues la verdad absoluta, la verdad a secas, no existe, ya que nadie puede tener la pretensión de ser un espejo perfecto. Todos tenemos una tendencia de espíritu que nos lleva a ver, ya de una manera, ya de otra, y lo que parece verdad a uno parecerá un error a otro…En fin, para Zola, sólo la verdad puede producir obras de arte. No debe, pues imaginarse; hay que observar y describir, escrupulosamente, lo que se ha visto”.

Emilio Zola siempre escribía la verdad absoluta en todas sus obras. Ese fue su mérito, que lo acreditaría como uno de los grandes escritores del siglo XIX.

Nace en París el 2 de abril de 1840, en el número 10 de la calle Saint-Joseph. En 1852 es matriculado en el octavo año del Colegio Bourbon en Provence. Allí en las aulas se empieza a destacar como joven escritor. En 1858 la situación económica hace trasladar a la familia a París. Se presenta para los exámenes de bachiller, no pudiendo aprobar el examen oral. Empieza a trabajar para poder sostenerse, pero nunca se encuentra satisfecho. Se coloca en la librería “Hachette”, estando allí durante cuatro años. En 1863 empieza sus colaboraciones en el semanario Travail, pasando a ser encargado de la publicidad literaria.

En 1864 da a la publicidad los Cuentos a Ninón, el 24 de septiembre. En 1865 publica su primera novela, La Confesión de Claudio. Su nombre se menciona en los medios literarios. Van apareciendo sus colaboraciones en otras publicaciones.

Pero la vida no había sido generosa con él. Supo lo que era pasar hambre, frío, ser rechazado por muchos que después se quitaban el sombrero ante su presencia. Contaba él a sus amigos íntimos, “que un invierno, vivió algún tiempo de pan mojado en aceite, aceite de Aix que le había enviado la familia”; y decía filosóficamente, “Mientras hay aceite, no se muere uno de hambre”.

En mucho de sus libros podemos encontrar pasajes donde da detalles personales, y de ellos sabemos lo que fue en su vida. En su novela L’Assommoir, la crítica lo recibe mal, por la dureza del vocabulario. Pero lo que él describía era la vida del pueblo, pues ellos eran sus personajes, no había inventado nada nuevo, sólo contaba la vida de los vecinos de los barrios pobres, y usaba su lenguaje popular.

Guy de Maupassant dice: “Zola es, en literatura un revolucionario, es decir, un enemigo feroz de lo que acaba de existir…Zola es, pues, un revolucionario. Pero un revolucionario que se ha formado en la admiración a lo que quiere derrocar, como un sacerdote que deja el altar, como Renán, sosteniendo, al fin y al cabo, la religión, de la que muchos han creído enemigo irreconciliable”.

Se le considera el iniciador de la escuela naturalista. El aplicó a los hechos sociales y humanos un análisis científico y de observación. Describiendo la vida tal y como era, sin ocultar a sus lectores la verdad. Para Zola, describir la verdad era lo importante, alejarse del romanticismo que había tenido gran influencia en la literatura. En definitiva su naturalismo; “La naturaleza vista a través de un temperamento”.

Escribe treinta y cinco novelas, todas de gran fondo social. Dos obras de teatro. Obras críticas, poemas, y artículos. Entre sus novelas, podemos citar: La Confesión de Claudio, Teresa Raquín, La Fortuna de los Roúgon, La Taberna, Nana, La Alegría de Vivir, Germinal, La Tierra, El Doctor Pascal, Madame Sourdis.

Pero el episodio más importante en su vida, sería el caso Dreyfuss. El 13 de enero de 1898 aparece en el periódico parisiense “L’Aurore”, que dirigía el político George Clemenceau, una carta abierta dirigida al presidente de la República Francesa, Felix Faure, a la que pondría como título YO ACUSO, donde acusaba a militares franceses de ser los responsables de pasar documentos secretos a los alemanes. Exoneraba al capitán Dreyfuss, que había sido usado como la persona que pagaría la traición. Un hombre inocente. Su pecado: era judío y esto daría origen a una ola de antisemitismo en Francia. Sería condenado, degradado públicamente y luego deportado a la isla del Diablo, en la Guayana Francesa. La defensa que haría Zola, lo haría exiliarse del país, a causa de la persecución por parte del gobierno. Pero la verdad se impondría. Se ordenaría otro juicio. Dreyfuss sería puesto en libertad en 1899 y rehabilitado en 1906.

El YO ACUSO, es un ejemplo de cómo la intervención en el Proceso Dreyfuss haría que la opinión francesa, dividida por las polémicas de los verídicos hechos, cambiara totalmente.

Zola muere en París el 29 de septiembre de 1902, a causa de una intoxicación por las emanaciones de una chimenea, accidente que hoy se cree de mano criminal, que no le perdonaban lo del caso Dreyfuss y probablemente a consecuencia de su valiente y enérgico YO ACUSO.

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