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viernes, 15 de mayo de 2015

Bienvenidos a Pensamiento


La Habana del ayer: Neptuno y Amistad


¡Qué cantidad de anuncios lumínicos! ¡Cuántos comercios en un pedacito de calle! Carros, gente en ropa sana y limpia, mujeres con tacones ¿1956?

El Cuentista que fue olvidado: Antón Chéjov

Antón Chéjov
tomado de:  Wikipedia
René León
(actualizado ajustes) 

  Antocha Chejonte, pero más conocido por Antón Chéjov (29 de enero de 1860- 15 de
julio de 1904). Escritor primero, médico y dramaturgo ruso. Considerado al pasar los años como un maestro del relato en Rusia,y ser conocida su obra cultural en Europa, que era donde se evaluaba a los escritores extranjeros, fue considerado como uno de los más importantes escritores de la historia de la literatura.
  En Cuba en mi juventud conocí la obra de Tolstói, pero estaba más al corriente de otros escritores. Yo tendría entre 10 y 12 años, mi padre tenía una gran biblioteca en nuestra casa, pero para poder usarlos había que pedir permiso a mi padre, y devolver el libro en pocos días. Yo compraba libros de escritores conocidos del oeste americano, y otros entre ellos de Curzio Malaparte, E. Hemingway, John Dos Pasos, W.Somerset Maugham. Mi corta edad me llevaba de un lado a otro en los gustos. Todo lo que fuera de historia de Cuba,  en especial sobre el Descubrimiento y Colonización.
  Mi primer libro sobre el conocido cuentista me llegó en uno de los viajes de mi padre por Europa. Otros tiempos llegaron y con ellos breves recesos en la lucha por la vida.
  Chéjov no deja  un solo instante de escarbar en la tierra, de buscar en sus viajes por los diferentes lugares historias que luego serán convertidas en cortos cuentos que sus lectores saborean, disfrutan. Donde quiera él palpa las huellas  de un individualismo enérgico, fecundo. Conoce su pueblo, en especial a las personas humildes, que saben reir, pelear y al mismo tiempo le ponen una sonrisa al destino que lo rodea.
Donde nació 
  Guillermo Cabrera Infante, en su ensayo aparecido en El País, lunes, 11 de agosto de 2003, “La vida del joven Chéjov: Dice: “De los grandes escritores rusos (Mogol, Dostoievski y Tolstói), Chéjov componía el cuarteto. Pero era de origen más humilde. Hijo de un tendero y nieto de siervos, nació en Taganrog, y cuando la familia se trasladó a Moscú quedó atrás cuidando los pocos intereses de su padre. Luego, en Moscú, estudió medicina, que ejerció irregularmente.” Se hizo médico en 1884.
  Chéjov es un alma que mueve la vida que lo rodea y de miles de personas que leen sus cuentos, seres que saben reir y luchar, escritor realista que escribe lo que ve, el no exagera en sus descripciones sólo las describe; el arroyuelo que corre, los pájaros que vuelan, y de todo ello salen sus historias exquisitas del agrado de sus lectores. En 1887 se ganó el Premio Pushkin, con su colección  de relatos cortos Al anochecer.
  Sus primeros cuentos fueron  en su mayoría humorísticos, los cuales lo hacía “como canta un pájaro”. El trato de escribir sencilla, y concisamente, logrando un estilo de gran belleza. Tomó de modelo a Maupassant, dicho por él mismo, muchos lectores pensaron que era imposible que lo hubiera dicho. Maupassant trataba de que sus cuentos fueran dramáticos, sacrificando hasta lo verosímil. En una de sus cartas sobre gente corriente que llevaba una vida común. “La gente no viaja al polo Norte para caerse de los iceberg-escribía en una carta- Va a la oficina, pelea con su esposa y toma una sopa de col.”Así era de honesto Chéjov.
Chejov(de pie) y su hermano Nikolai in 1882 
  Muchos se preguntaran Chéjov en su oficio de médico, quienes eran su clientela. Sencillamente, lo puso en contacto con toda clase personas: campesinos, obreros, dueños de fábricas, mercaderes y empleados fiscales de más o menos categoría, pero tenían cierta influencia en la vida del pueblo. Algunos terratenientes que se vieron en la miseria con la liberación de los siervos.   
   Koteliansky dice sobre él: “Chéjov, en su maravillosa objetividad, pasando por encima de dolores y alegrías personales, lo sabía y veía todo; podía ser cariñoso y tierno sin amar, generoso y simpático sin tener afectos, benefactor sin esperar recompensa.” Por eso en sus relatos daba el realismo que otros autores no sabían llevar a las historias, por ser  un buen reportero.
Chéjov familia y amistades en 1890. 
  Ahora donde podemos encontrar su verdadero carácter y su pensar honesto, es en sus cartas que se recolectaron unas 4, 000 de ellas enviadas a sus amigos y familiares, y, que hoy en día podemos ir conociendo su manera de ser con familiares y amigos.
  Sinceridad es el significado más importante en sus historias. El mismo Chéjov decía algo muy simpático sobre como escribirla, pero eso si, siendo sincero: “Todo lo que no se relaciona con él debe ser extirpado sin compasión –escribió-. Si en el primer capítulo se dice que cuelga un arma de la pared, en el segundo o en el tercero ella debe descargarse necesariamente.” Y en realidad es razonable.
Chéjov (izq.) y Máximo Gorki en Yalta en 1900.
  Amigos en el oficio de escritor o periodista, no se tienen amigos, envidiosos, siempre sobran. Sus mismos colegas lo atacaban a diestra y siniestra. Lo criticaban por no atacar a la política, y dedicarse o a sus cuentos y sus otras fases de la literatura. Su respuesta que el escritor cumple su cometido narrando los hechos y que sean los lectores lo que decidan.
  En una de sus cartas a un amigo hizo una comparación a su vida: “La medicina es mi esposa legal; la literatura sólo mi amante.” Carta a Alexéi Suvorin, (11 de septiembre de 1888).
Portada de la primera edición de Las tres hermanas
con los retratos de las actrices del estreno teatral, 1901.
  El escritor estadounidense E. L. Doctorow, dice que Chéjov posee la voz más natural de la ficción, «sus cuentos parecen esparcirse sobre la página sin arte, sin ninguna intención estética detrás de ellos. Y así uno ve la vida a través de sus frases»
  En el título de este artículo digo El cuentista que fue olvidado, lo hice por la razón que antiguamente para ser famoso los escritores rusos tenían que cruzar la frontera del idioma para ser reconocidos internacionalmente. Cuando muere Chéjov La Enciclopedia Británica, en su undécima edición, publicada en 1911, sólo que dijo de Chéjov fue: “A. Chéjov mostró considerables dotes en sus cuentos cortos.” Y se acabo lo que se daba, más nada sobre él. Años más tarde Mrs. Garnett publicó en trece pequeños volúmenes una selección de su extensa obra. Los lectores ingleses se interesaron por conocer la obra del gran cuentista ruso.  David Magarshack, escribió una biografía sobre su obra. Pero en realidad su obra es conocida podemos decir después de la Primera Guerra Mundial y en 1920 las obras de Chéjov se hicieron famosas en Inglaterra y dieron un salto a América donde el leerlas es disfrutar de una naturalidad exquisita.




El féretro con el cuerpo de Antón Chéjov
llega a la Estación Nikoláievski de Moscú. 1904


REGALO DE PRIMAVERA No.2
LEONORA ACUÑA DE MARMOLEJO

El Fracaso de la Expedición del “Pampero” a Cuba

Por:  Rene León

Los Fusilados en el Castillo de Atarés en 1851

   Image result for expedicion del Pampero a Cuba 

Mi amigo Pedro Conde me decía que en una reunión con amigos se conversaba sobre la expedición del vapor “Pampero”, comandada por Narciso López; y notó cuán mal informados estaban. Algunos creían que todos los expedicionarios habían podido escapar a EE.UU. Sobre todo esto no voy a escribir mucho. En una de las conferencias que estoy preparando seré más explicito, por lo que no voy a dar mucha información.
    El fracaso de la primera expedición de Narciso López no hizo aminorar a dicho patriota sus deseos de liberar a Cuba del yugo español. Los cubanos empezaban a rebelarse contra la corona.
    El 4 de julio de 1851, en Puerto Príncipe, Camagüey, se produce el levantamiento encabezado por Joaquín Agüero, pero al faltarle el apoyo de los conspiradores ya que sólo lo secundaron 44, y al ser descubierta la conspiración, son detenidos y fusilados Agüero, José Tomás Betancourt, Fernando de Zayas y Miguel Benavides el 12 de agosto de 1851. Mientras, en Trinidad, un grupo de revolucionarios -al ser delatados- son detenidos y los principales jefes fusilados el 18 de agosto de 1851. Isidoro Armenteros, Femando Hernández Echerri y Rafael Arcis en el lugar llamado “Mano del Negro”.
    Estos fracasos no impiden que Narciso López siga con su idea de llevar otra expedición. El plan era reunir mil cuatrocientos hombres bien equipados y desembarcar en la parte central de la isla, pero al tener noticias de los pronunciamientos de Agüero y Armenteros, decide adelantar la expedición y desembarcar en Pinar del Río. Pensaba él que la presión de las fuerzas españolas sería menor en los revoltosos. No sabía que ya dichos levantamientos habían fracasado. El error más grande fue escoger Pinar del Río, por no tener lugares montañosos donde poder emboscar al enemigo.
    Con unos cuatrocientos hombres o quizás un poco más, desembarca en “Playitas” el 11 de agosto de 1851, cerca del puerto de Bahía Honda. La mayoría de los expedicionarios eran americanos y de otras nacionalidades. El segundo en mando lo era el general húngaro Johan Pragay.


  Narciso López divide la tropa, y deja en la costa al cuidado de los pertrechos y suministros al Coronel William L. Crittenden con 140 expedicionarios, para que recibieran a los otros expedicionarios que esperaba llegaran en el segundo viaje del “Pampero”. Narciso López divide la tropa y se enfrenta a las tropas españolas en varios combates. Su segundo jefe, el general Pragay, muere en combate en Las Pozas. En el transcurso de los días sufren derrotas, así como victorias, pero nunca esperaron que los campesinos fueran a ayudar al gobierno español. Al final López es traicionado por su compadre, José Castañeda, quien lo entrega a las autoridades.
    Sobre el Coronel Crittenden, muchos de sus soldados se entregaron a los españoles y otros lo abandonaron. Con sólo cincuenta hombres, en cuatro botes trataron de alejarse de la playa para esperar por ayuda y volver a Nueva Orleans, pero son avistados los cuatro botes por cañoneras españolas y capturados. Remitidos a La Habana en la fragata “La Esperanza”. Ordena de inmediato el Capitán General Concha, los fusilamientos el 20 de abril de 1851; son fusilados en las faldas del Castillo Atarés. El total de ejecutados por las autoridades fue de 158.  131 muertos en combate y, prisioneros que salvaron sus vidas, 270.
    Estos son los nombres de los hombres que acompañaban al Coronel Crittenden, fusilados:
Coronel W.S.Crittenden , Capitán Frederick S. Serer, Capitán Victor Ken, Capitán  T.R.Veacey, Cirujano John Fisher, Cirujano K.A. Fourniquet, Ayudante R.C.Sanford, Teniente LOBryce, Teniente James 8, Teniente Thomas C. James, Sargento .Whiterend, Sargento Napoleon Colling, Sargento G.M.Green, Sargento J.Salmon, Soldados N.T.Vines, William Chillings, G.A.Cook, S.O.Jones, M.H.Bull, James Bunet, C.C. William Smith, A.Ross, P.Bronrke, John Chrisden, Samuel Milis, William B.Littie, B.J.Wregy, John G.Gaukar, E.T.Collms, Thomas Harnatt, John Stubbe, M.Phi James L.Malville, Edward Rulman, Robert Cautley, James Stauton, Alexander McIler, James Ellis, Chakes A. Robinson, William N.Homes, George W.Arnold, William Nicoman, Anselmo Torres, Samuel Need, William Hogan, Sargento A.M.Cotchett.
    Capturado Narciso López, es conducido a La Habana en el “Pizarro”, llegando a la ciudad a las ocho de la noche del 31 de agosto de 1851. A las once de la noche entra en capilla y a las siete de la mañana es agarrotado, cual si fuese un vulgar criminal, en la explanada frente al Castillo de la Punta, el 1 de septiembre de 1851.
    El traidor y compadre de Narciso López, fue asesinado la noche del doce de octubre de 1854, José Antonio Castañeda estaba sentado en una de las mesas del café “Marte y Belona”, cuando le fue disparado un tiro que le ocasiona la muerte. El patriota que lo hizo fue Nicolás Vignau Asanza, que era natural de Santiago de Cuba.

Mi maestra de primer grado


LOS GAMINES ACEITE SOBRE LIENZO
ACUNA DE MARMOLEJO
&!? por Zilia L. Laje    ?!&

     Yo cursé el primer grado en la escuelita que una maestra, la Srta. Estela Mauri Catalá, operaba en la sala y comedor de una casa, creo que de una sobrina suya, en la calle Correa # 53, e/ Jesús Rabí y San Indalecio, altos, en Santos Suárez, con una escalera pendiente estrecha al lado izquierdo.  Llevábamos nuestra propia sillita, que colocábamos al lado de su sillón.  Recuerdo que ella tenía la misma estatura que yo a los cinco años, y podía verle el pelo escaso, lacio, que llevaba en un moño sobre la nuca.  Era jorobada.
     Me enseñó allí a leer, apoyando el libro de lectura (de Alfredo M. Aguayo) sobre sus piernas, escribir en letra cursiva, hacíamos "planas" sobre una mesa grande, que copiábamos de una pizarra en la pared, los días de la semana, los meses del año, sumar, restar y multiplicar por una cifra.  Instruía en esas dos piezas a varios alumnos de distintas edades y diferentes grados.  Me parece que todos los demás eran un par de años mayores que yo.  Conservo en la memoria a Esther y Graciela, que siempre estaban juntas, la primera mas alta, con vestido a florecitas de talle muy bajo y sayita muy corta, la segunda mas baja, mas trigueña, Humberto, mayor y creo recordar a un Alberto.
      En el baño siempre parecía haber un pañuelito lavado pegado a los azulejos para secarse.  Tengo idea de que había un niño en la casa, Mario, algún sobrino, que no asistía a las clases.

Cuatro Historias Interesantes



René León
Comentario

Publicado: Tampa, 2012, Publicaciones Culturales R. León

Tenemos ante nosotros un pequeño libro de ensayos, todos muy interesantes sobre la Historia de Cuba. Cada tema es analizado por el historiador Roberto Soto Santana, con esa precisión a la cual nos tiene acostumbrado. El busca las informaciones y las investiga una por una, para llegar a conclusiones responsables.


Hoy nos aclara con una investigación seria la “Invención del Teléfono”. Fue Bell o Meucci. La propaganda en Cuba, siempre trata de restar valor a todo lo referente a Estados Unidos. Sus investigaciones nunca llegan al fondo de la investigación seria, por el motivo de restar valor a este país.

Soto con suficientes datos encontrados en sus investigaciones nos aclara la verdad. El no trata de restar valor a las investigaciones realizadas por Meucci, sólo dejar bien claro la verdad. Meucci fue un hombre luchador que encontró múltiples escollos en su vida: la enfermedad de su esposa, el idioma, y el dinero para pagar los derechos de patente. Cosas estas que Alexander Graham. Bell no confrontó, o si los encontró no fueron tantos como Meucci.


En ensayo tiene muchas notas para poder encontrar la verdad sobre dicho tema. El Congreso de Estados Unidos, aprobó una moción para honrar Meucci, y así tranquilizar a la colonia italiana en Estados Unidos. Pero no quiere decir que Bell, había mentido cuando presentó los papeles en la Oficina de Patentes de U.S.A.

¿Eran Anexionistas los Constituyentes de Guáimaro? Aquí Soto analiza los dos grupos que en la guerra de los 10 años como fue llamada habían en el campo de la revolución

en su lucha por la independencia de Cuba. En Guáimaro habían quienes deseaban ser libres y otros buscaban en la anexión la mejor manera de salir del yugo español. Carlos Manuel de Céspedes era de los que buscaba la liberación por las armas, sabiendo en el fondo lo difícil que cada día se volvía. Por la parte de los simpatizantes anexionistas, estaba Salvador Cisneros Betancourt, que era opuesto la guerra total, prefería ser parte de Estados Unidos, como tro estado más de la Unión.

José Ignacio Rodríguez en su libro la “Anexión de Cuba”, menciona que la primera propuesta hecha por un cubano al gobierno de Estados Unidos, aparece en The Diary of John Quince Adams (1794-1845), editado en 1928 por Allan Nevins. Según Ramiro Guerra en su libro En el camino de la Independencia, La Habana, 1930. En él "Diario” aparece que el 26 de septiembre de 1822 el presidente Monroe reunido con el gabinete, “para discutir una proposición de anexión de Cuba, que la había sido hecha por Mr. Sánchez”. Según Ramiro Guerra, se cree fue don Bernabé Sánchez, camagüeyano y familia de Gaspar Betancourt Cisneros. Más nada se vuelve a tratar en el gabinete. Sobre la petición de Mr. Sánchez, pero el gabinete se pronunció a favor por parte de Estados Unidos de la anexión de Cuba.

Tomado de: Verdades que ofenden
Al estallar la guerra de independencia, los latifundistas y familias influyentes preferían la anexión a la independencia, para proteger sus intereses. Sobre ello dijo Gaspar Betancourt Cisneros: “El anexionismo es un cálculo, no un sentimiento”. Pero los principales hombres que se lanzaron a la guerra preferían la independencia a la anexión. Habían dos grupos dentro del gobierno , los primero no deseaban una paz deshonrosa, preferían por sus ideales, otros esperaban con la anexión, se eliminaba tanta sangre y pérdida de vidas. Todo esto motivado por la falta de ayuda que llegaba de Estados Unidos, y que cada día los recursos escaseaban. La actitud de Estados Unidos, fue de “Silencio e indiferencia”. Sólo esperando que la “Fruta se madurara”. Del país del norte no se podía esperar nada.

Soto al final de su ensayo dice: “Nuestros héroes de la lucha por la Independencia se perfilan tanto más grandes cuanto más se profundiza en su trayectoria, y se aprecia la evolución que muchos supieron emprender para enriquecer su comprensión del tiempo que les tocó vivir así como su personal aportación a la conformación de nuestra identidad nacional”.
Tomado de: Wikipedia
En El Diario Extraviado del Hombre de La Demajagua, Soto describe como vio la luz dicho diario, gracias a la señora Alice Dana que entrregó a Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, el mencionado diario que había sido encontrado por las tropas españolas en el campamento de San Lorenzo, y nunca se había reportado como encontrado, guardado por años siendo ignorados por todos. 

El “Diario” aporta mucha información sobre la vida de Céspedes, lo mismo que su lucha constante con sus propios compañeros de armas, en especial con Salvador Cisneros Betancourt, que era parte del grupo de camagüeyanos que no perdonaban a Céspedes por haber adelantado el levantamiento y adjudicado el cargo de Capitán General, ignorando a los otros grupos. Su odio lo llevó hasta el final de la vida de Céspedes. De ideas apartes ambos hombres. Céspedes que deseaba la independencia por las armas, y Betancourt Cisneros por la anexión.

Es relevado del cargo de Presidente por la Camara, y se retira a San Lorenzo. L niegan el salvoconducto para salir del país, así como ayudantes para su cuidado. El negro que lo acompañaba que había sido de la dotación de Betancourt, es quien lo delata, cayendo muerto en una emboscada. 

Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, al final del libro del Diario Perdido,, termina con estas sentidas palabras:

“Así terminan los días de quien defendió la libertad con su vida”. Gracias al historiador Soto por traernos la información del “Diario” encontrado del primer presidente Carlos Manuel de Céspedes.

El trabajo sobre la orden de los Padres Jesuitas en Cuba y su expulsión por parte del Rey, nos deja aclarado muchos conceptos equivocados, su estudio aporta información desconocida para los cubanos. Como dice Soto: “Llama la atención que, de los 423 esclavos de los que la Compañía de Jesús era propietaria en Cuba en el momento de su expulsión (1767), apenas 96 eran utilizados como mano de obra en las haciendas ganaderas, las fincas de labor, y el servicio personal de los frailes; los otos 327 trabajaban en la dotación de los tres ingenios azucareros de la Orden”.

Todas las propiedades fueron declaradas bienes nacionales. Todo esto resultó insólito, en un país como España, de gran fervor católico. Éste fue el acontecimiento de más repercusión en él reinado de Carlos III.

LAS CALLES DE LA HABANA


La Calzada de Monte se llama Máximo Gómez, y la de Reina lleva el nombre de Simón Bolívar. Como Finlay se rebautizó la vieja calle de Zanja, y Belascoaín se denomina Padre Varela. Pero ¿cuántos son los habaneros, viejos o jóvenes, que aluden a esas vías por su nomenclatura oficial? Pocos en verdad, aunque los documentos y las tabletas que las identifican insistan en recordarnos que Teniente Rey, Zulueta, Concha y Estrella se llaman Brasil, Agramonte, Ramón Pintó y Enrique Barnet, respectivamente.
¿Se ha puesto usted a pensar en el nombre que lleva su calle y por qué? Algunas se identifican con letras, otras con números. Esa manera tan racional de distinguir las calles comenzó a emplearse aquí a partir de 1858 cuando la estancia El Carmelo se convirtió en barrio residencial. Comprendía 105 manzanas que se ubican entre el río Almendres y la actual calle Paseo y desde la calle 21 hasta la línea de la costa.
Esos terrenos adquirieron mayor importancia un año más tarde, cuando el conde de Pozos Dulces y sus hermanas obtuvieron la autorización para parcelar su finca El Vedado y quedó dividida en las 29 manzanas que se extienden desde las calles G y 9 hasta los límites de El Carmelo. Fue entonces que surgió la manzana como hoy la conocemos, con sus cien metros por cada costado. Por la calle Línea, que fue la primera en trazarse en la zona, circularon tranvías tirados por caballos, vehículos que fueron sustituidos por la “cucaracha”, maquinita de vapor que sobrevivió hasta 1900, cuando entró en servicio el tranvía eléctrico.
A CAPRICHO
El nuevo sistema de los números y las letras no sustituyó del todo el modo antiguo y más pintoresco que se empleó en La Habana Vieja y sus primeras ampliaciones, y en el que las calles recibían su nombre a capricho, bien por el de un vecino, una persona célebre o un suceso que había despertado interés o también por una iglesia, un comercio o un árbol.
Así, la calle de Aguacate tiene ese nombre por un árbol de ese fruto que se plantó en el huerto del antiguo convento de Belén. Águila, por la imagen de ese animal pintada en una taberna que existió en dicha calle. Lealtad, por la cigarrería de ese nombre, y Alcantarilla, por la que se abrió en las inmediaciones del Arsenal. No faltaba la ironía a la hora de las denominaciones. Tal es el caso de Economía. Sucedió que un tal Cándido Rubio, propietario de un taller de madera, fabricó en esa calle, con tablas de desecho y los mayores ahorros, una serie de viviendas destinadas al alquiler.
San Rafael no siempre se llamó así. Se le conoció antes como Del Monserrate porque conducía a la puerta homónima de la Muralla, y se denominó también De los Amigos y Del Presidio por el que existía donde se levantó después el teatro Tacón, hoy Gran Teatro. Neptuno debe su nombre a la fuente de esa deidad emplazada donde la calle hace esquina con Prado; se llamó también De San Antonio y De la Placentera. Suárez, que recibió ese nombre en honor de un cirujano mayor del Hospital Militar, fue la calle del Palomar, por uno que allí había, propiedad del Tío Domínguez. Cervantes fue el nombre original que tuvo la calle Cienfuegos, y no para que sirviera de recuerdo al gran escritor español, sino por el periodista cubano Tomás Agustín Cervantes, director de El Papel Periódico de la Havana.
RÓTULOS Y NÚMEROS
Fue el despótico capitán general Miguel Tacón, gobernador de la Isla, quien acometió la pavimentación y rotulación de las calles habaneras, y también la numeración de los locales.
Lo dice en el documento en el que hizo el resumen de su mandato: “Carecían las calles de la inscripción de sus nombres y muchas casas de número. Hice poner en las esquinas de las primeras tarjetas de bronce y numerar las segundas por el sencillo método de poner los números pares en una acera y los impares en otra”.
Eso ocurrió entre 1834 y 1838. No volvería a rotularse ni a enumerarse en La Habana hasta 1937.
Dice el historiador Emilio Roig de Leuchsenring que tras el cese de la dominación española en Cuba, el Ayuntamiento habanero comenzó a cambiar los nombres de las calles de manera caprichosa e inconsulta, sin obedecer orden, plan ni sistema alguno, sino en respuesta a intereses personales, vanidades, razones políticas y adulonería. A veces, reconoce el historiador, el Ayuntamiento actuó movido por la buena voluntad. Pero siempre cada cambio provocaba la protesta del vecindario.
Fue el propio Roig, en 1935, quien propuso que se les restituyera a las calles habaneras sus nombres antiguos, tradicionales y populares, siempre que no hirieran el sentimiento patriótico cubano. Los nombres de próceres o de celebridades nacionales de la cultura y la ciencia con los que se rebautizaron esas calles, debían reservarse, a juicio de Roig, para calles nuevas o todavía no nombradas. Proponía además que no se diese a ninguna calle, calzada o avenida el nombre de ninguna persona viva o que no tuviese al menos diez años de fallecida, y que no quedara al arbitrio de los dueños de las nuevas urbanizaciones la denominación de sus calles. En buena medida los argumentos de Roig tuvieron aceptación en las autoridades municipales.
En definitiva, nadie llamó Avenida de la República a la Calzada de San Lázaro, ni José Miguel Gómez a la calle Correa, en Santos Suárez. La Avenida de México sigue siendo Cristina, y Neptuno nunca ha sido Zenea, como Palatino no fue Cosme Blanco Herrera ni San Rafael, General Carrillo. O’Reilly siempre fue O’Reilly y no Presidente Zayas, como se leía en sus tarjetas, y no creo que nadie recuerde ya que Trocadero fue alguna vez América Arias. Gerardo Machado hizo bautizar con su nombre la calle 23, en el Vedado, y Línea, en tiempos de Batista, comenzó a ser llamada Doble Vía General Batista, y ya sabemos lo que pasó.
EL MALECON
Algo similar sucede con el Malecón habanero. Recibió en sus orígenes, en los albores del siglo XX, el nombre de Avenida del Golfo en su tramo primitivo, aquel que se extiende entre el Castillo de la Punta y el monumento a Maceo.
Después a ese tramo se le llamó, sucesivamente, Avenida de la República, Avenida del General Antonio Maceo, Avenida Antonio Maceo. Eran los tiempos en que esa vía, la más cosmopolita de la urbe, llegaba justo hasta la estatua del prócer. A partir de 1936 se fue extendiendo hasta la desembocadura del Almendares y los nuevos tramos recibieron los nombres de Avenida de Washington, Avenida Pi y Margall y Avenida Aguilera.
Pero no hay quien los identifique para llamarlos así, si es que aún tienen esos nombres, y todos, habaneros y no, aluden a esa vía por el genérico y popular nombre de Malecón. Así ha sido siempre y así será.

Sources:  CiroBianchiRoss/InternetPhotos/TheCubanHistory.com
Las Calles de la Habana/ The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor

Historas y Leyendas: Pancho Marty

Francisco Marty y Torrens 

Por:  René León

Su nombre era Francisco Marty y Torrens, pero se le conocía por Pancho Marty, de origen catalán. En España fue soldado de artillería, licenciado en 1809, vino para Cuba en la mayor miseria. En 1809 gobernaba en Cuba el marqués de Someruelos, militar de gran reputación. Empezó a trabajar Marty por recomendación de un amigo en el carenero “Frías” en Casablanca. En el tiempo que estuvo en este trabajo, vio como el pueblo de Regla y en el de Casablanca, se comerciaba en gran escala a base de contrabando. Desde ese momento las aventuras en el mar fueron su inspiración.

En el año de 1811 se compró un pequeño velero que consiguió en sociedad con otro catalán, para pagárselo con el producto del contrabando. Junto con un viejo piloto marino, que vivía en Regla y cuatro marinos más se hicieron a la mar. Sus lugares de negocios eran el Mercado de Veracruz, Campeche, Charleston, Santo Domingo y Jamaica. En estos años de duro bregar se hizo un gran práctico de las costas de Cuba y el Caribe. Durante estos años disfrazaba el contrabando con la pesca. Se decía que muchas veces compraba a pescadores de Bahía Honda y Mariel toda la pesca, para al llegar a La Habana, cargado, no se hacía sospechoso a las autoridades.


Pasaron los años y con el dinero ahorrado, vendió el velero que se encontraba en malas condiciones y abrió una fonda en el nuevo mercado, construido de madera en la Calzada de San Luis Gonzaga (Reina), en la esquina de Galiano, en el año de 1817. El nombre que le dio al negocio fue de El Vapor, con motivo de la llegada a La Habana en 1819 del vapor Neptuno, primero en su clase, que haría los viajes regulares entre la ciudad de La Habana y Matanzas. Pero los negocios no le iban bien, y a finales de 1820, éste comercio lo vendería, comenzando a trabajar en una compañía de ventas al por mayor, que se encontraba cerca de la calle de Neptuno y Galiano, en el área onde hoy se encuentra la iglesia de Monserrate, conocido también por el Callejón del Tercer Conde del Cañongo. Su esposa e hijos que no hacía mucho tiempo, habían venido de España, fallecieron de fiebre amarilla.

En el trabajo de Venta al por Mayor, no duraría mucho tiempo. Con el dinero ahorrado abrió una bodega en la calle de Consulado, la cuál al poco tiempo de abierta, fue destruida por un fuego, que destruyó varias casas (las malas lenguas y ustedes saben que hay muchas en todas partes a voz baja “LE DIO CANDELA PARA NO PAGAR LAS MERCANCIAS”. Después de estos contratiempos, volvería al mar, que había sido fuente de buenos ingresos para él. Se relacionaría con otros ciudadanos influyentes y conseguiría en el año de 1829 el nombramiento de subdelegado de la Marina de la Chorrera (Los amigos influyentes pero peores que el Marty)


Su trabajo era perseguir el contrabando en el litoral y lugares cercanos. Según se decía (malas lenguas), cundo alguien de antemano le abonaba una buena cantidad, el iba con su balandro a otro sitio. En esta época haría gran amistad con Joaquín Gómez, influyente comerciante, que se dedicaba ala trata de esclavos. (Yo no creo que fue al cielo, donde está mejor no saberlo). En el año de 1830 al mando de su balandro La Esperanza captura la goleta Rosario mandada por el capitán pirata Antonio Moriño, en el cayo Cruz del Padre, dándole muerte a Moriño conocido en el área del Caribe, por sus agresiones y salvajismos contra los barcos españoles. Debido a seta hazaña, recibe como premio el grado de Alférez de Fragata, concedida por el Rey.

Pero pasemos a una de las tantas historias que se contaban en la ciudad de La Habana sobre Marty.

Era una noche oscura y nublada en La Habana. Había pasado tres meses de la oferta que el nuevo gobernador Tacón había hecho, para la captura de los corsarios y contrabandistas. Dos centinelas se paseaban frente a la puerta principal del palacio del gobernador, que estaba en la Plaza de Armas. La banda militar había tocado como siempre esa noche en la Plaza, y se había retirado. El público después de oír la música se había ido para el café La Dominica, a comer duro frío, tomar café, y beber sus licores preferidos, para retirarse a sus casas, unos caminando y otros en sus quitrines.

La plaza estaba tranquila, algún que otro pájaro nocturno que revoloteaba, el maullido de un gato, el ladrido de un perro, el chirriar de cigarras y grillos. De la fuente de la plaza caí el agua, los centinelas caminaban lentamente, tratando de no hacer ruido y despertar la noche. Las estrellas aparecían más brillantes, y miraban a través de las rendijas de las nubes, que tropezaban entre ellas.

Pasada la media noche, una figura envuelta en una capa militar, observaba de detrás de la estatua de mármol de Fernando VII, la marcha de los centinelas. Había comprobado que llevaban el mismo ritmo al caminar, y cuando se encontraban de vuelvo, volvían sobre sus pasos, hasta el otro extremo dejando unos minutos sin vigilancia la entrada de la casa del gobernador. Después de vigilarlo, esperó el momento oportuno y sigilosamente se introdujo dentro del palacio. Lo centinelas no advirtieron la figura del hombre cuando entró. Oculto en el patio interior, esperó la ocasión para subir cautelosa mente las escaleras hacia las oficinas de Tacón. En el momento que ascendía un centinela la bajaba, pero el misterioso hombre asumiendo un aire de autoridad, saludó, recibiendo igual saludo del centinela quién siguió su camino, presentándole armas. El hombre se dirigió a las oficinas y rápidamente entró y cerró la puerta detrás de él. El gobernador leía en ese momento. Al ver el extraño, le dijo:

- ¿Quién diablo es usted, par entrar a mi habitación sin permiso?

El hombre serena mente se quitó la capa y la tiró sobre un sillón que había allí y procedió a limpiarse el sudor de la cara.

El gobernador lo miraba con enojo y sorpresa a la vez, fijando sus penetrantes ojos en el intruso, y al mismo tiempo cogiendo su sable, que se encontraba al lado de la mesa de estudio.

-Vengo a traerle una información muy importante para su gobierno, -le dijo

-Yo no le he dado audiencia ¿quién lo dejó entrar?

- Por razones de seguridad y que el gobernador sabrá seguidamente.

-Pero como pudo pasar los centinelas, sin que nadie lo parara.

-Excelencia, no se preocupe, yo le voy a explicar. 

-Pero yo estoy seriamente preocupado.

-Excelencia, usted ha ofrecido públicamente una recompensa por cualquier información sobre los contrabandista, -le dijo el hombre.

-¡Anjá!, le dijo Tacón, que lo miraba con ojos que le centellaban de rabia. ¿Qué es lo que tiene que decirme sobre los contrabandistas? Habla, hable, inmediatamente.

-Excelencia, no importa mis actos anteriores, seré perdonado, de otra manera yo mismo me puedo condenar al darle a Ud. esta información.

Tacón volvió a mirarlo, y lo observó por unos minutos. Tendría coraje este desgraciado en meterse en su propia habitación.

-Muy bien, sí lo que me dices es verdad. La oferta es incondicional; respecto al perdón, no tiene nada que temer, es mi palabra de caballero.

-También ofrece una cantidad de dinero al informante por la denuncia del jefe de los contrabandistas, el capitán Marty.

-Sé, así es. Entonces hablé ya de una vez que se alarga el tiempo mucho de esta conversación.

-Excelencia, cuento con el perdón, y usted me da su palabra de honor, que me dejará libre, si le revelo todo lo que sé.

-Ya le dije que le doy mi palabra de honor.

-Excelencia. Yo soy el capitán Marty, y vengo a colaborar con su autoridad y entregarle a todos los que se dedican al contrabando en el área de Isla de Pinos y la costa sur.

El gobernador se le quedó mirando, mientras le daba la respuesta. Aquél hombre tenía coraje. El no pensó que fuera el mismo Marty, sino uno de sus lugartenientes. En ese momento miró hacia dos pistolas que estaban cera de una mesa. El capitán Marty al verlo, desenfundó dos pistolas que llevaba en la cintura, y las puso sobre la mesa, diciéndole al gobernador:

-Yo no pienso usarlas. Vengo, y pienso en mi futuro.

Está bien. Yo mantengo mi oferta. Mientras el capitán Marty, mantenga su palabra y ayuda. Aunque la ley ordene su castigo. Pero si es leal conmigo y me ayuda en el mejor mantenimiento de mi gobierno, sus faltas pasadas, serán perdonadas.

Tacón hizo sonar la campanilla, llamando al oficial de guardia. Cuando este llegó, le señaló a Marty, diciéndole que lo llevar al curto de guardia. Al mismo tiempo ordenaba que los centinelas de guardia, los mandara a prender, y recibieran un castigo de dos meses. Mandó después una nota al jefe de la escuadra que estaba en la bahía, que preparara una fragata, para el siguiente día.

Temprano en la mañana, una de las fragatas que estaba en el puerto se hizo a la mar, llevando de piloto al capitán Marty. El viaje duraría duro alrededor de un mes, durante el cual se destruyeron pequeños campamentos de contrabandistas, y se recuperaron dos balandras y mercancías, para ser llevadas a La Habana. La operación fue un gran éxito, si se podía ver. Muchos opinaron que Marty había avisado con tiempo a sus compañeros de fechorías para que se retiraran a tiempo.

Al regreso de Marty, el gobernador Tacón deseaba verlo de inmediato en el palacio de gobierno.

-Tú has cumplido tu parte del acuerdo, al llevar mis hombres donde se hallaban los campamentos. Estoy preparando tus papeles de perdón y la recompensa.

-Excelencia, le doy mi palabra de respetar todo lo prometido. Pero no estoy interesado en el dinero. Bien se que el tesoro es muy pobre. Quédese con el dinero. Lo único que quiero es que me dé el derecho de pesca en la costa, y el permiso para construir una pescadería, pagando yo todos los gastos, y que me é una extensión de veinticinco años, para administrar la empresa de pesca, y cuando ese tiempo transcurra, que l propiedad pase al gobierno.

Tacón miro a Marty. Lo observó y pensó que aquel hombre tenía agallas.

-Bueno, ven mañana y te daré la respuesta.

Al siguiente día, se presentó Marty en el palacio del gobernador. Tacón lo recibió en su despacho, ordenó a su ayudante que saliera. Descorchó una botella de brandy.

-Tienes el permiso. Puedes empezar cuando quieras.

Al cabo del tiempo los contrabandistas amigos de Marty, al terminar la pescadería de El Boquete, que sería como se iba a llamar, empezarían a trabajar con él, pues todos tenían sus barcos de pesca y al mismo tiempo llevaban su contrabando al puerto. En los altos de este edificio vivía Marty, vigilando su negocio y sus amigos. La pescadería tenía ciento cincuenta pies de largo, con una casa de mármol de una punta a otra; el techo estaba sostenido por una serie de arcos apoyados en pilares. Estaba abierta, por un lado hacia la calle, y por el oro, hacia la bahía. Era bien ventilada. Se consideraba por los extranjeros que la visitaban, como el mejor establecimiento de su clase jamás visto en ningún país.

Como esta historia, se contaban otras en la ciudad. Marty era el hombre que todo lo lograba. Si un barco era asaltado en las costas, si un gran contrabando sabía que había llegado a puerto, todos en la ciudad decían que era Marty y sus hombres.

Teatro Tacón 

En 1840 los valores de Marty se cotizaban altos. Amigo del gobernador de turno, y de otros influyentes hombres de negocio en la ciudad. Solicita por conducto del Capitán General, como empresario de los teatros de la ciudad, que se le otorgue permiso para mejorar los edificios donde se encuentran, esperó obtener del Ayuntamiento la autorización, Marty se compromete con el gobernador Tacón, en construir un teatro que fuer digno de la ciudad, pagado con gran parte de su dinero, y el trabajo de los presidiarios alojados en la cárcel de la ciudad. Llevaría por nombre Teatro Tacón.

José M. Andueza, nos da un descripción sobre el Teatro Tacón , y dice: “Entrase al teatro por tres puertas de reja que conducen á un patio espacioso, á cuyos lados hay dos cafés, uno para el despacho de helados y otro para el de los vinos: al extremo de los corredores laterales de este patio y paralelas á las anteriores, se hallan otras tres puertas, por las cuales se penetra al interior del teatro. Todo es lujoso en éste: los palcos presentan una perspectiva elegante, y permiten, por hallarse abiertos, que las hermosas en ellos sentadas hagan alarde de sus ricos trajes y adornos, desde el peinado hasta el breve zapato de raso”. El Teatro Tacón era un espléndido teatro de ópera. Se le comparaba a la Scala, y la Opera Francesa de París. Tenía tres filas de palcos protegidos por balaustres. Al fondo de ellos estaban protegidos por persianas, para que entrara el aire y la luz. Las bellas habaneras asistían a él, adornadas con vestidos de colores, donde el más preferido era el azul y blanco. Adornadas sus cabezas con una flor o una peineta de “Carey”. Otras llevaban en us cabellos, una cinta de seda del mismo color que la seda de sus zapatos. Lo extranjeros que lo visitaban se quedaban asombrados de ver aquellas lindas habaneras, de pies pequeños, ojos negro como el azabache, o azul como el cielo tropical. Con sus largos cabellos negros que adornaban en forma de trenza, o suelto que le llegaba hasta la cintura.


El teatro se encontraba frente a la alameda de Isabel II (que Central). Capacidad para cuatro mil personas. El costo se dice fue de doscientos mil pesos fuertes. Su inauguración lo fur el 28 de febrero de 1838, con un baile de máscaras. Varias semanas después se representó el prime drama intitulado “Don Juan de Austria”. Todos los años se celebraban cuatro bailes de máscaras, que llevaban el nombre de Piñata, La Vieja, La Sardina y Figurín.

Marty tenía dos barcos careneros en Casablanca, con los que avituallaba los barcos negreros que iban a África. Otro de los grandes negocios en el gobierno de Tacón, fue la venta de negros emancipados en alta mar, por negreros. Eran vendidos por Marty, entre 6 y 10 onzas de oro. Que eran repartidas entre Tacón y algunos hombres de su confianza. También participaba en negocios con otro conocido comerciante español, más sinvergüenza que el. De este hombre ya hablaremos uno de estos días que me sienta bien. Julián Zulueta, que era el responsable de la entrada en Cuba de los “culies chinos” que los traían como obreros contratados, esclavos negros. Zulueta fue el que introdujo los primeros chinos en Cuba. Entró en contacto con altos funcionarios de la disnatía de Fukién, y prometió pagar un buen precio por cada chino que le vendiera bajo contrato. El primer bergantín que llegaría a La Habana, trayendo un cargamento de chinos, sería el El Oquendo. También trajo indios yucatecos, pero a la intervención del Presidente Benito Juárez, se terminó ese tráfico de humanos. El colmo de los colmo es que una de las calles de La Habana, desde tiempo de la colonia lleva su nombre. Vino la revolución sabiendo lo malo y violador de derechos humanos de este hombre, no cambio su nombre

En sus andanzas por el golfo de México, introdujo en Cuba como si fueran obreros contratados, indios yucatecos, que eran comprados a razón de 25 pesos en efectivo, comprometiéndose a mantenerlos y dejarlos en libertad al cabo de cierto tiempo. Todos estos tipos de negocios los mantuvo é con los gobernadores que se prestaban a sus especulaciones. 

Su suerte cambiaría en el año de 1866. Un bergantín fletado por Marty, con quinientos esclavos llegaría a Pinar del Río. Dicha expedición fue denunciada y el 4 de marzo, el gobernador Dulce, ordenó su apresamiento. El vapor de guerra Neptuno al mando del capitán don Pedro Díaz de Herrera, capturó en los uveros de la Caleta del Piojo y la Punta del Holandés, 280 esclavos negros que habían sido desembarcados de un bergantín cerca de la costa. Al regresar a La Habana, el La Matilde, era su patrón Vicente Benet y entre sus pasajeros se encontraba don José Ricardo O’Farrill y Folch, y 100 negros con sus papeles, que procedían del bergantín destruido. El gobernador Dulce, ordenaría una investigación y formación de causa contra los responsables, entre ellos Marty.


Los años pesaban ya sobre Marty. Había sido un hombre de vid agitada. De una aventura a otra. El hombre que llegó sin nada a La Habana, poseía una fortuna. Fallece en 28 de mayo de 1866, su cadáver fue enterado el 29 de mayo, según aparece en los Archivos de la Catedral de La Habana, en el libro de Entierros de Españoles, foja 80 no. 338.
====================================================================================== Nota:  Tuvo 13 hijos. Dos legítimos con Doña Domingo Fontanills con quien se casó en 1810 en Santa Maria del Pino en Barcelona. Con ella tuvo dos hijos; uno murió a los cinco meses, el otro a los ocho meses de nacidos. Con Doña Francisca Oruña: dos varones, Francisco y Juan Valdés Oruña, bautizados en la Real Casa Cuna; con  una señora no nombrada por "delicada privacidad" tuvo cinco hijos: Domingo, Serafina, Francisco, Francisca, Prudencia, y Paula Valdés; y con Doña Gertrudis Gutiérrez(mi antepasada): Francisco, Francisca, y Rosa Ramona Valdés Gutiérrez, vda de Barredo( ésta murió en Veracruz, Méx, en 1914 a los 89 años según su certificado de muerte en México). En Google Images hay dos retratos de este señor. Todo esto lo menciona en su Testamento. También que sus padres eran Francisco Martí y su madre Ana María Torrens, y que era su hijo legítimo. Además aparentemente no puede decidir si sus apellidos son Marty o Marti; Torrens o Torrents; ya que usa ambos. En la partida de matrimonio con Dominga, su mamá es Mariana, no Ana María, como dice en su Testamento. Pancho se casó el 9 noviembre 1810. Padres de Dominga:Juan Fontanills y Teresa Salvado. Todos los hijos ilegítimos fueron bautizados en la Real Casa Cuna con el apellido Valdés, aunque "han solido usar Marty", según escribió en su Testamento. Compartió todos sus bienes entre todos sus hijos, más Doñas Oruña y Gutiérrez, y su sobrina Doña Carmen Marty. Los Oruña recibieron la mayor parte de la herencia. Doñas Prudencia y Paula murieron varios años antes de él haber escrito su Testamento en 1866. Francisco Valdés, su hermano, no se mencionó como haber recibido algo, así que supongo que quizás ya había muerto. Pancho fue muy específico sobre lo que cada cual recibiría, incluso palcos en el Teatro Tacón. 

Es todo. 

Aurora A Mata

He aquí el panteón en la sección catalana en el Cementerio Colón. El hijo del Pirata mudó los huesos de su padre del Cementerio Espada(Campo Santo)  aquí. Una de sus nietas, hija de Francisco Valdés-Marty y Gutiérrez está enterrada aquí al lado de su esposo. Obtuve estas fotos gracias a mi genealoga profesional Mayra F Sánchez. Además del Pirata, supongo que Francisco Valdés-Marty Gutiérrez está enterrado ahí también, pero por ahora, no tengo prueba de ello. Por casualidad, le mandé el Testamento del Pirata? También tengo copia del mismo. 




He aquí el árbol genealógico del Excelentísimo Sr. Don Francisco Marty y Torrens, al cual yo le he dado el apodo de El Pirata por obvias razones, aunque debiera también llamarle Traficante de Esclavos, pues hizo ambos aparentemente. Este árbol proviene del Sr. Ernesto Bustillo, con varios datos que yo le he dado. También tengo fotos de la tumba que se encuentra en el Cementerio Colón de La Habana, comprado por su hijo, Don Francisco Valdés-Marty y Gutiérrez, el hermano de mi tatara-tatara abuela, Francisca Valdés-Marty y Gutiérrez. 


La calzada de las ruinas

el país que desapareció



Antigua casa de José Meglares, en la Calzada del Cerro. (ARQUITECTURAHABANA.ORG)
Fernando Dámaso | La Habana | 7 Sep 2014 - 7:44 am. | 17

Una vez señorial y hasta industrial, la Calzada del Cerro no es ya ni la sombra de lo que fue.


Calzada del Cerro.

El Cerro se formó, a partir del siglo XIX, con las casas fabricadas por los habitantes más acomodados de la ciudad, en forma de mansiones, residencias y casas quintas con jardines y patios arbolados, donde pasaban los meses de mayor calor o las habitaban todo el año, trasladándose a La Habana únicamente para sus ocupaciones y negocios.

En realidad constituía un barrio extramuros, separado por espacios despoblados. Fueron famosas en su tiempo las casas quintas de los condes de Fernandina, Santovenia, Peñalver, Lombillo y Villanueva, la del marqués de Esteban, la de Leopoldo González Carvajal —marqués de Pinar del Río— y la de doña Leonor Herrera. Por lo general eran casas elegantes y construidas con calidad, casi todas de una sola planta.

Con el tiempo el Cerro fue decayó, debido principalmente a la insalubridad de la Zanja Real, que constituía un foco contaminante. Muchas familias pudientes se trasladaron hacia el nuevo barrio del Vedado.

El Cerro pasó entonces a ser un barrio ocupado por comerciantes, hombres de negocio y diplomáticos, encontrándose en el mismo las residencias de los cónsules alemán, inglés y ruso y, ya en el siglo XX, la embajada de Estados Unidos en la antigua quinta de Echarte, en la manzana comprendida entre las calles Falgueras, Domínguez, Santa Catalina y San Pedro, a unos cien metros de la calzada, inmueble del que hoy sólo quedan las ruinas.

Posteriormente, las principales edificaciones fueron transformadas en comercios, empresas industriales, colegios y casas de salud. El Cerro, en sus momentos de esplendor, llegó a atesorar el conjunto de arquitectura del neoclásico colonial más importante del país.

Para adentrarnos en la Calzada del Cerro, hay que comenzar por el llamado Camino de Guadalupe, que salía del extremo de la calle de la Muralla, después de la Puerta de Tierra, al cual se le denominó así porque pasaba junto a la primitiva ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, que ocupaba la actual esquina de Monte y Águila.

Posteriormente, este primer tramo hasta el Puente de Chávez, que se encontraba a la altura del matadero, recibió el nombre de Calzada de Monte; el segundo, desde este lugar hasta el barrio del Pilar, que entonces se llamaba del Horcón, Calzada del Horcón; el tercero, desde este lugar hasta el Puente de Cotilla, que se encontraba entre la Calzada de Palatino y la calle Zaragoza, Calzada del Cerro. El cuarto tramo, que es una continuación de la Calzada del Cerro, se denominó Calzada de Puentes Grandes. Las cuatro calzadas, después reducidas a tres, poseen una única numeración continua en sus edificaciones. En resumen, la Calzada del Cerro se extiende desde la Esquina de Tejas hasta la Avenida de Rancho Boyeros o de la Independencia, como también se conoce.

En la Esquina de Tejas se hallaba la quinta del conde de Villanueva, ya inexistente, con el número 1217 la del marqués de San Miguel de Bejucal, hoy en estado ruinoso, y con el número 1220 la quinta San José, que aún se mantiene en pie, aunque maltratada. Con el número 1257, aparece la que fuera lujosa residencia de los condes de Fernandina, construida en 1819 y después ampliada, quienes la perdieron por problemas económicos, más tarde utilizada como centro de salud y hoy sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular. El inmueble se encuentra en avanzado estado de deterioro, con apuntalamientos en muchas de sus áreas, en una muestra palpable de la desidia estatal: si así se trata por las autoridades que la ocupan esta casa de valor histórico y patrimonial, qué se puede esperar para las restantes.

En su entorno, la mayoría de las edificaciones se encuentran en igual o peor situación. Avanzando un poco, aparece la quinta del marqués de la Gratitud, también en estado deplorable, y el local, tapiadas sus puertas y ventanas con bloques y repello, de la que fuera la clínica La Bondad, con el número 1263.

Un poco más adelante, con los números 1357-1359, la residencia de Leopoldo González Carvajal —marqués de Pinar del Río—, con sus dos leones de mármol blanco. En el número 1424, la quinta de los condes de Santovenia, la más elegante y lujosa residencia de su tiempo —donde se hospedaron el archiduque Alejo, hijo de Alejandro II, zar de Rusia, y también dos príncipes de la Casa de Orleáns, que luego serían reyes de Francia con los nombres de Luis Felipe y Carlos X—, desde hace años, por suerte, convertida en un asilo para ancianos atendido por las Hermanas de la Caridad, del cual forma parte también la residencia de Leopoldo González Carvajal.
tomado de: NeoKaxtrizmo & Chaos

Unos metros antes de llegar a ella, en aceras opuestas, la vieja casona convertida hace muchos años en la fábrica del ron Bocoy, con sus balaustradas de bronce en forma de cuellos de cisnes pintadas ahora de esmalte blanco, y la instalación que fuera la fábrica del famoso calzado Bulnes.

Después, lo que queda de los magníficos pabellones de la conocida Quinta Covadonga, actualmente denominada Hospital Docente Clínico Quirúrgico "Salvador Allende", que fuera la casa de salud del antiguo Centro Asturiano, ubicada en la quinta que perteneciera a doña Leonor Herrera. Por el área de terreno donde se asentaba, era considerado el mayor centro de salud de Cuba, sólo superado por el Hospital General Calixto García.

Otras ruinas: la quinta del conde de Lombillo, donde residió después José de Armas y Cárdenas, más conocido como Justo de Lara, seudónimo con el que firmaba sus trabajos; el antiguo Centro Benéfico Jurídico de Trabajadores de Cuba en la esquina de la calle Lombillo; la iglesia de San Salvador del Mundo, más conocida como del Corazón de María; una antigua casa con el número 1854, de amplio portal y balaustrada, que se caracteriza por elevarse más allá del nivel de la calle con dos escaleras piramidales de acceso que parten desde la acera; los locales de los cines Maravillas y Edison, ambos en la actualidad cerrados y en estado de abandono.

En la esquina de la calle Zaragoza, lo que queda del edificio con la doble hilera de columnas más numerosa de la calzada, algunos precarios comercios, tanto estatales como particulares, y aún más decadencia.

A continuación, con el número 2202, la magnífica edificación que fuera residencia de José Melgares desde 1858; después, desde 1890, alquilada por los condes de Fernandina, donde en 1893 fue recibida la infanta Eulalia de Borbón, hermana del rey Alfonso XII de España, y su esposo el infante Antonio de Orleáns; a partir de 1914 en poder de los marqueses de la Real Campiña y adquirida en 1924 por la Asociación de Católicas Cubanas para instalar un hospital, conocido entonces como las Católicas del Cerro, hoy denominado Hospital Pediátrico del Cerro.

A continuación, algunas escuelas, la intersección con la calle Primelles, donde existió un importante bodegón español, y la Avenida de Rancho Boyeros o de la Independencia, donde termina la Calzada del Cerro.

Las autoridades, por un lado, haciendo demoliciones, adaptaciones y remodelaciones arbitrarias, sin ningún respeto a las edificaciones ni a sus diseños originales, y la población por otro, con necesidades de viviendas irresueltas y acumuladas durante años, ejecutando por su cuenta modificaciones y agregados, han creado, según algunos importantes urbanistas, una especie de "ar-kitch-tectura", que hoy es notable a todo lo largo de la Calzada y en sus inmediaciones, conviviendo con las numerosas ruinas y los inmuebles en peligro de derrumbe, dándole un aspecto anárquico, con formas, materiales y colores faltos de estética y agresivos a la vista.

En este proceso, muchas residencias se han convertido en ciudadelas, habitadas por decenas de familias en condiciones precarias. Una pérdida sensible ha sido la continuidad de los portales, que permitía transitar por ellos con seguridad, debido a la estrechez de la mayoría de las aceras, además de proteger del sol y de la lluvia. Hoy es imposible, obstaculizados como están por rejas, muros y otras instalaciones que impiden el paso, en un desmedido individualismo ciudadano, donde cada quien se ha hecho dueño de un espacio, aunque sea de un metro cuadrado, y lo defiende con saña.

La Calzada del Cerro, que una vez fue señorial y hasta industrial, ya no es ni lo uno ni lo otro.

Se ha convertido en un triste muestrario de ruinas y de edificaciones a punto de colapsar, peligrosas para quien transite ante ellas a pie o en vehículo. Sus calles aledañas, que también poseían importantes residencias señoriales de valor patrimonial, se encuentran aún en peor situación. Huérfana de planes de rescate, su terrible destino parece estar ya sellado.