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viernes, 15 de enero de 2016

Zilia Laje


Gracias por las colaboraciones que nos manda Zilia Laje 

Escritora cubana, novelista, traductora. Nació en La Habana, febrero de 1941. Vivió en New York en la adolescencia, de diciembre de 1951 a marzo de 1957. Es graduada del Miami-Dade Community College in Arts en Business Administration.
Ha viajado por paises de América y Europa. Su primera novela "La Cortina de Bagazo" 1965, gano el Primer premio del I Concurso Internacional de Biografías Octavio Paz del Club Cultural "Atenea" de Miami, en noviembre de 2005 por su biografía de Antonio Maceo. Gano el 3er premio de fotografía del Writers' Journal en noviembre de 2002.
Libros publicados "La Cortina de Bagazo" , "100 recetas de cocina tradicionales" , "Cartas son Cartas.

Bienvenidos a Pensamiento

Foto de: Barbara González
"Burbuja"
"¿Cuando me van a dar mi comida?"

“Window shopping outside Macy’s, Christmas 1939”



The Bridge at Q’eswachaka




Trasatlántica y la Guerra de Cuba:

Antes del 15 de febrero de 1898, fecha de la voladura del Maine en La Habana el tráfico marítimo con Cuba y Puerto Rico había comenzado a descender. El 22 de febrero hacía escala en Tenerife el Alicante en su viaje desde la capital cubana hacia Cádiz. El 4 de abril habían llegado con tropas los vapores Africa y Hespérides y se reunieron con los cruceros Colón e Infanta María Teresa de la fuerza naval del almirante Cervera. Poco después entró en el puerto el San Francisco, que habilitado como transporte de material y carbón, acompañaba a los buques del almirante. El San Francisco descargó cuatro cañones Krupp y luego zarpó rumbo a Las Palmas, puerto del que luego siguió a San Vicente de Cabo Verde, donde se unió a la escuadra de Cervera. El día 11 realizó pruebas de fuego la batería de Almeida y al día siguiente, el Viera y Clavijo -primero de dicho nombre- zarpó con tropas rumbo a Santa Cruz de La Palma. Poco después llegó de Cádiz el Monserrat que, al mando del capitán Deschamps, realizó operaciones y más tarde zarpó rumbo a La Habana, puerto del que no llegó pues, tras forzar el bloqueo enemigo por primera vez, el 26 recaló en Cienfuegos. El 20 de abril Estados Unidos declara la guerra a España y según González Echegaray,
    El vapor Cataluña parte con tropas para Cuba"puede decirse que la Compañía Trasatlántica fue, al lado de las fuerzas armadas, el principal protagonista de aquellos tristes sucesos que acabaron con el poderío naval y el prestigio de nuestro país como potencia de primer orden en el concierto mundial. El relato de los episodios vividos por la flota de Trasatlántica en aquel año escaso, constituye motivo para una apasionante novela de aventuras y de guerra que no debería quedar inédita."
La guerra había terminado con las líneas regulares de Trasatlántica y pocos días después de suspendidas las hostilidades -el 27 y 28 de agosto respectivamente- de Cádiz y El Ferrol arribaron con tropas los Habana y Buenos Aires y, el 23 de septiembre lo hizo el transporte General Valdés, quizás el último vapor de ruedas que recaló por Santa Cruz de Tenerife. Poco a poco volvió a normalizarse el tráfico, y, el 3 de septiembre, de Barcelona arribó el Puerto Rico, que zarpó rumbo a La Habana, y, el 7, lo hizo el J. Jover Serra, que seguía la misma ruta. Nuevos barcos hacia puertos cubanos-AlicateBerenguer el GrandeManuel L. Villaverde, etc.- y, ya el 9 de octubre, el Cataluña recaló en su primer viaje al Plata después de la guerra.
    Vapor Antonio LópezLa guerra significó para Trasatlántica la pérdida de varias unidades - Alfonso XIIAntonio LópezSanto DomingoIsla de Mindanao", etc. que prestaban servicios a la nación. Trasatlántica aportó su flota para la repatriación de las tropas españolas destacadas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lógicamente, tal decisión repercutió en los servicios regulares, los cuales se regularizaron posteriormente.

Vapor León XIIIReseña del León XIII en la prensa de la época:
La revista Blanco y Negro (nº 213, 1º junio 1895) dedica su portada a la noticia de la muerte de Isaac Peral, y en la página 2, bajo el título de «Otra victoria en Cuba», ofrece la noticia de la muerte de Martí, con una fotografía suya y un dibujo que representa la lucha de los insurgentes por recuperar el cadaver, e información sobre las andanzas de Martí por Zaragoza (por error se dice que llegó a España por Barcelona, siendo así que lo hizo por Cádiz y Santander). Aunque Blanco y Negro mencionaba de pasada a Martí en su nº 201 (9 marzo: «Los sucesos de Cuba... los nombres de Máximo Gómez, Guillermón, Martí y otros conocidos filibusteros no son extraños a los sucesos ocurridos allí...») no volvemos a encontrar su nombre hasta la noticia de la muete. Ni en el nº 202 (16 marzo), en el que se ofrecen fotografías y reseñas de los que se consideran principales asuntos de interés en los sucesos de Cuba: Antonio Maceo, Julio Sanguilí, Manuel Sanguilí, Juan Gualberto Gómez, Máximo Gómez, Guillermón, la bandera separatista y el poblado de Baire; ni en el siguiente número (nº 203, 23 marzo), en un informe sobre los partidos políticos en Cuba, donde tampoco se cita al Partido Revolucionario Cubano (limitándose a ofrecer detalles de la Unión Constitucional, el Partido Autonomista y el Partido Reformista). En este mismo número una fotografía sirve para informar del primer embarque de tropas para Cuba, el realizado en Santander el 10 de marzo, cuando el sexto batallón peninsular partió en el trasatlántico León XIII (tras un desayuno ofrecido por el Club de Regatas, en el café Suizo, y la distribución, a cargo de «varias congregaciones de señoras y señoritas», de 811 escapularios y 500 medallas entre la tropa): cien años después Santander recuerda el centenario de Martí, pero olvida aquella «despedida entusiasta, patriota y cariñosa».

Cap.Manuel Deschamps Martínez, burlador del bloqueoPrimera gesta de Deschamps a bordo del Montserrat. Por J.Cervera:
[...] La Marina Mercante española y sus hombres más destacados fueron eficaces colaboradores en las peripecias de la contienda, suministrando material de guerra, víveres, correos y noticias, forzando bloqueos con extraordinaria pericia, e incluso coadyuvando muy directamente en situaciones críticas, como el caso del capitán del vapor Alicante, de la Compañía Trasatlántica, Antonio Genis, que surto en el puerto de Fort de France, en la Martinica francesa, no sólo proporcionó noticias directas de la situación al jefe de la flotilla de contratorpedos, Fernando Villamil, comisionado por el almirante Cervera, sino que le ayudó a escapar de aquel puerto contraviniendo la prohibición del gobernador, facilitándole luces desde sus propios botes. El gesto de Genis, asumiendo riesgos y la expectativa de quedar internado en Fort de France, fue muy valorado, aunque no sea sino uno de los muchos exponentes de la meritoria actuación de la Marina Mercante española en el conflicto del 98.
Pero son quizás las hazañas del capitán del vapor Montserrat, de la Compañía Trasatlántica, Manuel Deschamps Martínez, las que más hondas huellas ha dejado en los anales de la contienda, hasta el extremo de estarse tramitando el expediente de traslado de sus restos al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, en un más que justo homenaje a la figura de "aquel hombre fuerte, de mirada penetrante y expresión enérgica, que se descubría entre los hilos de su barba larga y suave y su bigote espeso", tal y como ha sido descrito, y tal como fue conocido y admirado a través de las viejas litografías de la Ilustración Española y Americana. El capitán de la Marina Mercante Manuel Deschamps Martínez nació en La Coruña en 1853 y murió en Canet de Mar (Barcelona) en 1923, tras una dilatada hoja de servicios a bordo de los más famosos buques de la época. Poco antes de la declaración de guerra entre Estados Unidos y España, Manuel Deschamps, al mando del vapor Montserrat, salió de Cádiz el 10 de abril de 1898 (dos días más tarde de la salida de Cervera con los cruceros Infanta María Teresa y Cristóbal Colón, con material de guerra, carga general, pasaje y correspondencia con destino inicial a las islas Canarias, para proseguir viaje a Cuba. Llevaba también a bordo 500 soldados y numeroso jefes y oficiales. A pocos se le ocultaba lo arriesgado de aquel viaje, iniciado en vísperas de la guerra y cuando era esperado de un momento a otro la ruptura de hostilidades, por lo que a la llegada a Canarias no pudo conocer nada concreto sobre la actitud de Estados Unidos y se hizo a la mar rumbo a la Martinica. Su misión, por tanto era muy delicada y sus responsabilidades inmensas. La captura del Montserrat por la escuadra norteamericana no hubiese constituido un vulgar apresamiento o un acto de piratería, sino que hubiese significado una pérdida muy importante en los prolegómenos de una guerra que respondía esencialmente a la suma y sigue de los desaciertos políticos. El 22 de abril llegó el Montserrat a la Martinica y allí fue informado Deschamps de la declaración de guerra, por lo que aquella misma tarde salió para Cienfuegos, navegando con tal pericia que burló la línea de bloqueo impuesta por los americanos. Fondeó en Cienfuegos el 26 de abril y a los pocos momentos abrieron fuego sobre la plaza dos cañoneras yanquis, con el fin de impedir el desembarque del material del Montserrat. Deschamps había salvado todos los obstáculos, recorriendo la costa occidental de la isla de Cuba, pasando por frente de Mariel y Bahía Honda y continuando por el norte de la provincia de Pinar del Río, hasta dar la vuelta al cabo de San Antonio, y siguiendo inverso camino por la parte sur de la gran Antilla, dio el ancla en la bahía de Jagua, en la ciudad de Cienfuegos. Llamado a La Habana por el capitán general Ramón Blanco, Deschamps recibió órdenes de regresar a la Península, conduciendo pliegos de importancia para el gobierno, y de nuevo consiguió con habilidad burlar el bloqueo norteamericano. A última hora de la tarde del 6 de mayo salió el buque rumbo sur. Pasó entre los Caimanes y bancos del sur de Jamaica, desde donde se dirigió para pasar entre Guadalupe y Montserrat, poniendo rumbo a La Coruña, donde arribó el 20 de mayo. Por estas meritorias acciones el capitán Deschamps fue condecorado con la Cruz Roja del Mérito Naval, siéndole regalada la condecoración por la Reina Regente, Doña María Cristina, e imponiéndosela con toda solemnidad, en el ministerio de Marina, el jefe del Estado Mayor de la Armada, vicealmirante Butler. Toda la prensa española se hizo también eco de la recompensa marinera. (José Cervera Pery)

De donde crece la palma real (Primera Parte)

Intrínseca a la noción de cubanía, la palma real (Roystonea regia) ejemplifica cómo las identidades colectivas suelen moldearse de acuerdo a circunstancias históricas que pueden estar imbricadas en las experiencias paisajísticas. en el caso cubano, esto significa el protagonismo del entorno campestre como espacio de actuación durante su gesta emancipadora.


Durante las guerras independentistas contra el coloniaje español (1868-1898), el valor utilitario y simbólico de la palma real alcanzó su máxima expresión, pudiéndose establecer una correspondencia entre la significación de ese árbol y el proceso de acrisolamiento de la nación cubana.
 Infografía sobre los ussos de la Palma Real.

La palma real (Roystonea regia) es intrínseca a la noción de cubanía, no solo por su indiscutible belleza o magnificencia como componente distintivo del paisaje insular, sino porque conjuga dos tipos de valores: el utilitario y el simbólico. A su primigenio empleo para satisfacer determinadas necesidades humanas relacionadas con la gestión del hábitat, sucede su asimilación como uno de los referentes visuales que acompañan el proceso de formación y consolidación de la cubanidad. Como resultado, la palma real devino símbolo de identidad, siendo el único componente de la flora y la fauna que integra el escudo nacional, además de ser refrendada como Árbol Nacional por la Ley Forestal de la República de Cuba.1

Los pormenores de este proceso durante el cual un exponente del patrimonio natural (forestal) se convierte también en patrimonio cultural, pudieran ser enfocados de manera evolutiva, teniendo en cuenta que ambos valores, el utilitario y el simbólico, se reforzaron recíprocamente, si bien el uno pudo prevalecer por encima del otro, en dependencia de las necesidades y exigencias de cada momento histórico. Es lo que pretende abordar este trabajo, sobre la base de que la palma real ejemplifica cómo las identidades colectivas suelen moldearse de acuerdo a circunstancias históricas que pueden estar imbricadas en las experiencias paisajísticas. En el caso cubano, esto significa el protagonismo del entorno campestre como espacio de actuación durante su gesta emancipadora: «La lucha por la emancipación individual y nacional, ha tenido en el entorno natural de los campos de Cuba su escenario principal. Los combatientes indios, negros, mambises y guerrilleros tuvieron que adaptarse durante cinco centurias a las condiciones de vida que imponía su naturaleza tropical».2

En su calidad de recurso de subsistencia ancestral, empleado por la población aborigen, la palma real fue retomada por los independentistas cubanos al internarse en los campos («alzarse en la manigua») para satisfacer las necesidades más perentorias de la vida en campaña: vivienda, comida, abrigo… Estos factores de carácter antropológico fueron redimensionados en las condiciones de enfrentamiento bélico contra el colonialismo español, llegando a alcanzar los palmares una fuerte connotación simbólica: al ser elegidos —por ejemplo— para enterrar a los mambises caídos en combate.

Tras lograrse la independencia de España, con el advenimiento de la República en 1902, comienza el proceso de construcción simbólica de la nación cubana a partir del legado de las guerras de independencia, en el que se incluye el significado de la palma real, cuya preeminencia resultará inobjetable sobre los demás «atributos nacionales»: la mariposa, Flor Nacional, y el tocororo, Ave Nacional.

 Infografía sobre el bohío, considerado patrimonio vernáculo.
DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA

La palma real se encuentra raigalmente vinculada a la evolución de los patrones de hábitat en el Caribe insular desde la etapa precolombina. Este árbol endémico era plenamente identificado por los indocubanos y habitantes de otras islas, como demuestran los aportes de la antropología lingüística, la cual nos permite «vislumbrar algunos de los procesos mentales de los aborígenes antillanos a través de las palabras que nos han dejado (…) Y de ese proceso inferir cómo se veían a sí mismos y a sus semejantes, cómo identificaban las islas adonde llegaban y nombraban los accidentes geográficos que en ellas descubrían, cómo se situaban ante su organización social y cómo percibían y caracterizaban la flora y la fauna que les rodeaba».3 Así, entre los topónimos arahuacos que han pervivido hasta nuestros días aparece guano, que en español significa «palmar»,4 y múltiples variantes del mismo: guanabo (palmares), ariguanabo (el río del palmar), guanababo, guanajay, guanamón, guanabacoa, guanahacavives…

Por otra parte, las principales fuentes documentales primarias del descubrimiento, conquista y colonización de Cuba (diarios de navegación, cartas de relación, memoriales y ordenanzas…) testimonian el asombro de los españoles ante la abundante presencia de las palmas en el paisaje insular. Según relata en Historia de las Indias el fraile dominico Bartolomé de las Casas, basándose en las descripciones del propio Cristóbal Colón,5 durante su primera exploración por el territorio cubano, este «vio un cabo de tierra lleno de palmas, y púsole Cabo de Palmas».6 Pero será al establecer una comparación de la flora autóctona con los referentes conocidos de España, que el Almirante pudo haber reparado en la Roystonea regia —distinguiéndola de otras palmáceas— al dejar constatado el empleo de ese árbol por los aborígenes en la gestión del hábitat: «Dice el Almirante que nunca tan hermosa cosa vio; todo el río cercado de árboles verdes y graciosísimos, diversos de los nuestros, cubiertos de flores y otros frutos, aves muchas y pajaritos que cantaban con gran dulzura (…) vio verdolagas y muchos bledos de los mismos de Castilla, palmas de otra especie que las nuestras, de cuyas hojas cubren en aquella isla las casas».7

Según la jerarquía de sus habitantes, esas viviendas diferían en su tipología: mientras que los caneyes, de forma redonda, estaban destinados a los caciques, el resto de los miembros de la comunidad vivían en los bohíos, construidos de manera rectangular.8 Esos habitáculos son epítome del uso ancestral de la palma real, cuyas partes más significativas —morfológicamente hablando— eran empleadas también en el resto de las modalidades constructivas aborígenes (barbacoas, cansí, conucos o jubos, baqueques, bajare o bajarete…): «Todas se construían de yagua ó jagua, que entrelazaban por arique (la tira de una yagua), cabuya (cordel delgado) ó bayahe (cuerda fuerte de bejuco), y techadas exteriormente por el bijao (bihao) ó por el guano, resto de hojas, corteza, etc., que se desprendían de las palmas».9

Durante el proceso de conquista y colonización de la Isla, independientemente de cuál fuera su tipo, esas viviendas ya eran reconocidas por los españoles con el nombre genérico de bohío, como se evidencia en el propio testimonio del fraile dominico. En diversos pasajes de su Historia…, De las Casas describe cómo los conquistadores recurrieron a las palmas como materia prima, al arribar por primera vez a un medio geográfico que les resultaba desconocido y, en gran medida hostil, sin tener los medios y recursos necesarios para hacerle frente. Sobre todo en Cuba, donde la escasez de metales preciosos no favoreció un rápido poblamiento europeo, «la primera respuesta edilicia de los españoles asumió las formas precarias de los aborígenes a partir de los materiales naturales de más fácil y directa obtención».10

De mayor estatura que los indios, los nuevos habitantes introdujeron modificaciones en el bohío, como es el aumento en el puntal libre de los espacios y el incremento del moblaje, pero conservaron —entre otros elementos— la cubierta hecha con las hojas secas de la palma, llamada cobija, y las paredes de yagua o tabla. Solo con el paso de los años, y hasta de los siglos, se renunciará a esos materiales al introducirse la técnica de embarrado para construir paredes y tabiques interiores, además de que la teja de barro sustituye a la cobija en las casas de madera.11 Sin embargo, en las zonas rurales más apartadas siguió predominando el bohío en su versión primitiva, intrínsecamente asociada a la predominancia de la Roystonea regia.

Otras utilidades confirman la dimensión antropológica de la palma real, pudiendo afirmarse que ese árbol fue creado por los dioses o la naturaleza para beneficio del hombre (ver infografía en página 15). En dependencia de cuáles sean las propiedades de sus partes (físicas, alimenticias, medicinales…), estas permiten satisfacer importantes necesidades vitales, convertidas en utensilios domésticos o como fuente de subsistencia. Transmitidas de generación en generación por tradición oral, esas prácticas subsistieron luego de que la población indocubana quedara prácticamente exterminada durante el régimen de encomiendas, si bien hubo indígenas que se mezclaron con españoles y africanos, o lograron supervivir en forma aislada y tener descendencia.12 Pudo suceder también que esas prácticas fueran transferidas por los aborígenes fugitivos a los negros esclavos que llegaron a partir del siglo XVI para suplantarlos como mano de obra: «La misma desgracia une en un comienzo al indio y al negro, por esta razón, los primeros cimarrones y palenques iniciales no fueron de negros, sino de indios. Ellos enseñaron a los negros la forma de salir al monte y buscar la libertad».13 

Sin dudas, el hecho de que los negros cimarrones establecieran sus palenques en zonas de dificilísimo acceso, aprovechando los obstáculos naturales para que sus perseguidores no pudieran apresarlos, debió ifluir en que las bondades de la palma real fueran apreciadas en toda su magnitud. A favor de esta hipótesis contribuyen los estudios etnológicos que destacan el significado de la Roystonea regia en los cultos religiosos afrocubanos, tanto en el Palo Monte, denominación desarrollada por los congos de origen bantú, como la Regla de Osha, por los lucumíes de origen yoruba. Así, para estos últimos, «el más popular de los orishas, Changó, “Alafí-Alafí”, rey de Oyó y rey de reyes, Changó, Santa Bárbara, es inseparable del árbol más bello y sugestivo de Cuba. Changó Olúfina, como hemos visto, mora en las ceibas, pero a la incomparable palma real, que imprime al paisaje de “la verdadera casa de Alafí”, su vivienda predilecta».14 

En un sentido semejante debe asumirse el aprovechamiento de la palma real en la llamada «medicina popular», en la cual confluyen los conocimientos de la «herbolaria, santería, curanderismo, y otros elementos que no están suficientemente estudiados».15 Preparadas a modo de infusión, la raíz y corteza del árbol son recetadas para combatir las afecciones renales, así como la arteriosclerosis, el asma, los calambres, el catarro, la mala circulación sanguínea, las hemorragias y la lepra. Aunque no existen evidencias científicas que amparen sólidamente esas propiedades curativas, existe una larga tradición que refrenda también esos aprovechamientos.

De todo lo visto pudiera argüirse que, debido a su dimensión antropológica, la palma real es un recurso natural que devino objeto de contacto cultural, al imbricar —gracias a su utilidad— el componente aborigen con lo africano y lo hispánico. En ese sentido, bastaría reconocer el bohío como «nuestro exponente de arquitectura más relevante del proceso de transculturación».16 Pero se necesitarán otros argumentos y circunstancias para que la Roystonea regia llegue a ser elegida símbolo nacional; en primer lugar, que fuese identificada como un referente visual, lo que se produce a partir de que la naturaleza insular es invocada como eje temático por la poesía romántica de contenido patriótico e independentista.


LA TIMBA Y LA PELUSA EN EL VEDADO

'LA PELUSA EN SUS ORIGENES. VEASE LA DESAPARECIDA "ERMITA DE MONTSERRAT", O DE LOS CATALANES, A LA IZQUIERDA DE LA IMAGEN.'
La Pelusa en su origen
'LA TIMBA EN SUS ORIGENES.'

La Timba en sus orígenes


'EL AMIGO MARIO IGLESIAS ME INFORMA: ES 37 ENTRE PASEO Y 2.'
Casona en La Timba en los años 30

'CASA DE DESCANSO DE ERNESTO LECUONA, EN 35 Y 4. EN LA FOTO, EL PERIODISTA ERNESTO MONTERO ACUNHA Y SU FAMILIA.'
Casa de Ernesto Lecuona en 35 y 2


Jose Antonio Sanchez Avila's photo.

Contemporáneas


LA TIMBA Y LA PELUSA: ¿MATADURAS EN LA TAZA DE ORO DEL VEDADO?
Al transitar por la avenida Paseo desde Boyeros a Zapata se percibe, a derecha y a izquierda, una urbanización bien trazada, pero con contrastes profundos entre opulencia incipiente y extrema pobreza: son los barrios de La Timba y los reductos de lo que era La Pelusa. Barrios marginales muy pobres en sus orígenes, es La Timba el mismo lugar donde nació Chano Pozo el 7 de enero de 1915 y que visitó Albert Einstein el 20 de diciembre de 1930.
La Pelusa, prácticamente desaparecido desde la construcción de la Plaza Cívica (ése es su nombre, pues se terminó de construir en 1958), se extendía entre el Castillo del Príncipe (Avenida de los Presidentes) hasta la Ermita de los Catalanes y Paseo. La Timba se extendía del lado opuesto de Paseo, a partir de Zapata, y se extendió hasta el Cementerio.
Datos de la Fundación reflejan que al barrio se le nombró La Timba debido a que en la actual calle Zapata, su límite norte, (¿y A?), existía una tienda minorista o bodega que expendía pan con queso y dulce de guayaba, cuyas barras provenían, en cajas de madera, de una firma norteamericana nombrada “Timber”, de la cual derivó a Pan con Timba.

Originalmente surgido al oeste de Paseo, en la actual intersección de las calles Zapata y A, Pan con Timba reflejaba ya en los censos de 1864 y 1865 una apreciable expansión poblacional, algo que se acentuó con el Cementerio Cristóbal Colón y la consiguiente mejoría en la comunicación con el centro de La Habana.  (tranvía línea I-4 y ómnibus ruta 19)
El camposanto capitalino, uno de los primeros del mundo en valores patrimoniales y en extensión, fue ideado en 1854 por el gobernador español Marqués Jacobo de la Pezuela, quien dispuso su creación debido a la insuficiente capacidad del anticuado Cementerio de Espada, que se ubicaba en lo que es actualmente el barrio de Cayo Hueso, en Centro Habana.
De este modo se ha conformado la historia del inicial Pan con Timba como un lugar de profunda raigambre cultural, en el cual se integran lo racial y lo popular, hasta conformar una comunidad donde entrelazan “los negros sus manos negras, los blancos sus blancas manos”.
Como hecho cultural, esto condujo a que, en 1940, se originara la comparsa Los Payasos, con sede en las calles 2 y 35, que adquirió notable influencia en el carnaval capitalino, muy en correspondencia con el éxito que alcanzó luego Chano Pozo en el mundo.
A partir de la creación de los cementerios San Antonio Chiquito (1867), Cristóbal Colón (1871-1886), Bautista o de los Protestantes (1887) y el de la comunidad China (1893), se establecieron asentamientos de los cuales surgió, ya en el Siglo XX, el más famoso barrio marginal en esta zona capitalina.
Así, puede admitirse que el nombrado La Pelusa y La Timba originaria llegaron a coexistir entre las proximidades del Castillo del Príncipe y la Ermita de los Catalanes, aunque la construcción de la entonces llamada Plaza Cívica causó la desaparición de la iglesia y mutiló aquella barriada, en la década de los cincuenta.
Con el desalojo de La Pelusa con el objetivo de la construcción de la Plaza Cívica y edificaciones aledanhas (Teatro Nacional, etc ), se extendió Pan con Timba hasta el más selecto reparto de San Antonio Chiquito, con el cual llegó a confluir hacia las calles 23 y 12 del Vedado.
En su aparente modestia, la zona ha sido escenario de hechos notables, como la visita realizada en 1930 por el Premio Nobel de Física Albert Einstein (1879-1955), quien recorrió los barrios típicos de la pobreza Pan con Timba y Llega y Pon, donde penetró, según documentos, en los hogares humildes y en los desordenados patios de los solares y las cuarterías.
Durante dos horas estuvo el famoso fisico Albert Einstein junto con su esposa, en la casa de descanso del destacado compositor cubano Ernesto Lecuona, en la calle 4 esquina a 35, debido a que ambos habían establecido una relación amigable en París, en 1922, cuando el afamado músico cumplía una gira por Europa.
En correspondencia con la cultura popular y las circunstancias de la época, de la Timba emergió Luciano (Chano) Pozo, quien, luego de sus inicios en Cuba, partió hacia Nueva York en 1942, donde se integró a diversas orquestas hasta que su más famoso tema, Manteca, alcanzó amplia difusión en el mundo del jazz entre 1947 y 1948, cuando se grabó.
Sin embargo, ya a partir de los años 30 del siglo pasado empiezan a construirse algunas casonas de clase media alta, en contraste brusco con cuarterías y casas muy humildes a escasos metros de las mismas. Tal es el caso de la casa de descanso de Ernesto Lecuona (1895-1963) en 35 y 4, y otra que me viene a la mente está precisamente en la Calle 2, una mansión de 2 pisos gris, cuya ubicación exacta no recuerdo.
La Timba hoy día es un barrio donde se mezclan, como hace 80 años también, casas confortables, incluso mansiones, con otras muy pobres, y muchas instalaciones y talleres de propiedad gubernamental. A pesar de encontrarse a escasos metros de una Plaza tan importante, si no la más, de La Habana y Cuba, a los ojos del transeúnte sigue siendo un barrio poco menos que marginal, aunque por supuesto, no es ni remotamente lo que era cuando surgió.
Fuentes utilizadas: Wikipedia; artículo "Todas las manos todas", de Ernesto Montero Acuña; Recuento de las obras constructivas de la Plaza Cívica (1958).

FOTOS:
- La Pelusa en sus orígenes.
- La Timba en sus orígenes.
- Casona de los años 30 en La Timba.
- Casa de descanso de Ernesto Lecuona en 35 y 2.
- Contemporáneas.

Mensajero de paz y amor

Escrito por Redacción Opus Habana 
Publicado el 25 Marzo 2013 

Una escultura del filósofo chino Confucio, uno de los más influyentes pensadores de la filosofía asiática, ha sido emplazada en el parque Shangái, del Barrio Chino habanero.

La estatua de Confucio fue donada a Cuba por Tong Yun Kai, presidente de la Academia Mundial que lleva el nombre del sabio, «como símbolo de benevolencia, justicia, inteligencia y fidelidad».

Las culturas cubana y china se encuentran estrechamente relacionadas desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando arribaron a Cuba los primeros culíes contratados como mano de obra en diversas producciones, en su mayoría agrícolas.
Finalizado el mecanismo de contratación en la Isla, el arribo de inmigrantes chinos continuó, moti¬vado por diversas causas y a través de diferentes vías. Pero en cualquier época o circunstancia, junto a la añoranza por su tierra amada y el deseo de volver a ella alguna vez, trajeron consigo todo un caudal de costumbres y tradiciones, que ya forma parte de la cultura cubana.
La creación del Barrio Chino de La Habana respondió precisamente a la necesidad de esos grupos poblacionales de protegerse ante un medio que les resultaba hostil, excluyente y marginador, y, a la vez, conservar las tradiciones y valores propios de su idiosincrasia en el contexto ultramarino. Ejemplo de esto último son la celebración del Año Lunar, la creación de la Escuela Cubana de Wushu y la estatua de Confucio, emplazada el 22 de noviembre en el parque Shangái.
La pieza fue donada a Cuba por Tong Yun Kai, presidente de la Academia Mundial que lleva el nombre del sabio, «como símbolo de benevolencia, justicia, inteligencia y fidelidad». Esos preceptos marcaron la vida y el pensamiento de Confucio, quien nació en el año 511 (a.n.e), en el pueblo de Qufu, antiguo país de Lu, en la actual provincia de Shandong. Antes de de¬dicarse a la enseñanza, trabajó para la administración del Estado de Lu, donde llegó a alcanzar el rango de ministro de Justicia.
Al cumplir 50 años de edad decidió que consagraría el resto de su vida a transmitir los conocimientos que había acumulado a aquellos discípulos que quisieran seguir su doctrina, por lo cual comenzó un largo viaje que lo llevaría a recorrer todo el país.
Su fama como hombre de saber y carácter, además de defensor de las costumbres tradicionales, influyó positivamente, primero en el principado de Lu, y posteriormente en toda China. Sus ideas comenzaron a ser tenidas en cuenta por los emperadores a partir de la dinastía Han (206 a.n.e.-220 n.e.), como base sobre la cual ejercer su poder y organizar la sociedad. Desde esa época es considerado uno de los maestros de la sabiduría china.
Quizás su obra más difundida sea Las Analectas, que recoge las máximas y sentencias, pronunciadas durante la trasmisión de sus conocimientos, y reco¬piladas posteriormente por varios discípulos. Aunque este volumen es considerado como «la biblia confuciana», los principales estudiosos del sabio, entre ellos Lin Yutang, recomiendan que, debido a que esos aforismos están desordenados y a menudo no se cita la circunstancia en que dichos comentarios tuvieron lugar, hay que tener cuidado con no intentar traducirlos forzadamente en un contexto erróneo ya que, de esta forma, perderían su vitalidad y espontaneidad original.
Las Analectas es uno de los Cuatro libros, que reúnen las interpretaciones que del pensamiento de Confucio realizaron sus discípulos. Mientras que los Cinco clásicos están integrados por el conjunto de conocimientos históricos redactados, enseñados y transmitidos directamente por el sabio. En ellos Confucio profundiza sobre diversos temas, agrupa¬dos en el Libro de canciones (Shiking), el Libro de la Historia (Shuking) -considerado el más antiguo de los documentos chinos-, el Libro de los Cambios (Yiking), Primavera y Otoño (Ch'unch'iu) y el Libro de los Ritos (Liki).
El método empleado por Confucio en Las Analectas, basado en el estudio de diversas áreas del conocimiento humano desde una perspectiva global -sin diferencias entre política, filosofía, ética o arte-, es uno de los principales rasgos que definen su pensamiento.
El eje central de su filosofía es el vínculo entre el cultivo de la vida personal y el orden mundial, relación que va a estar presente tanto en sus reflexiones sobre la armonía espiritual que deben alcanzar todas las personas, como en sus precisiones sobre las cualidades que necesita poseer todo buen Estado. Sobre estas últimas, destaca como atributo principal el orden moral, que se logra cuando el gobernante es consecuente con sus creencias y valores, y con ellos influye positivamente en su pueblo.
La necesidad de preservar los valores tradicionales, y que las personas e instituciones busquen en sus raíces la esencia del progreso, así como el amor al estudio como único camino para alcanzar la sabidu¬ría, integran también los presupuestos filosóficos de Confucio que más permearon la sociedad china. Hoy forman parte de la idiosincrasia de esa nación, que tiene como atributos universalmente reconocidos: la inteligencia, la persistencia, la paciencia, la discreción y cohesión comunitaria, entre otros.
Cuba no está ajena al influjo de la cultura china, y al pensamiento confuciano en particular. En 2009 se crea el Instituto Confucio, adscripto a la Universidad de La Habana, para el estudio de la lengua, la cultura y las tradiciones chinas. Patrocinado por la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing, esa institución académica forma parte de los 288 institutos de su tipo, establecidos en 82 países, creados para difundir el pensamiento confuciano, y con él la filosofía china.
A este propósito se une la estatua consagrada a Confucio, la cual motivará a más de un visitante a indagar sobre la vida de este sabio, quien, desde su pedestal, predica por siempre en La Habana su mensaje de paz y amor.
Redacción Opus Habana

Imagen izquierda: La estatua de Confucio fue develada por Tong Yun Kai, presidente de la Academia Mundial que lleva el nombre del sabio (al centro); Zhang Tuo, embajador de la República Popular China en Cuba, y Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana. Imagen derecha: La estatua de Confucio está situada en el parque Shangái, en la calle Zanja entre Campanario y Manrique.

Primer Buque de Guerra Hundido por un Submarino

Por René León


  El USS Housatonic (1861), fue construido en los artilleros de la Boston Navy Yard, Charlestown, Massachusetts, y botado al agua, el 20 de noviembre de 1861. Patrulló las costas del Atlántico y el Golfo de México. Era un buque de 200 pies de largo y 40 de ancho.
     La primera acción en la guerra Civil de Estados Unidos, fue en abril de 1863, apoyando un grupo naval que atacaban  al Fort Sumter, y con sus poderosos cañones trataba de rendir a los defensores del fuerte.
  El hundimiento del USS Housatonic, por un submarino de la marina confederada sucede, el 17 de febrero de 1864.  El submarino “H. L. Hunley” de la armada confederada, realizó su único ataque en un buque de la armada del Norte.

El “Housatonic” trataba de  entrar clandestinamente en el puerto de Charleston. El oficial del “H. L. Hunley” había observado la maniobra del buque, y se aproximaron por debajo del buque, evitando ser descubierto. La tripulación del buque  se dio cuenta muy tarde, dando tiempo a detonar con un torpedo “pertiga” justo debajo del buque, hundiéndose rápidamente murieron en la explosión cinco marinos. Ese fue el final del “Housatonic”, pasando a la historia por ser el primer buque hundido por un submarino.

LA CONSPIRACIÓN DE LA ESCALERA:

Todas las Fotos Tomado de: Istopia Historia
EL PRECIO DE UNA TRAICIÓN

María del Carmen Barcia Zequeira, Manuel Barcia Paz
| La Habana
Tomado de: La Jiribilla


En los años cuarenta del siglo XIX la represión hacia los negros esclavos y también libres alcanzó su punto culminante. Por esos años, los forzados constituían en el occidente de la Isla el 43 % de la población en tanto que las plantaciones, cada vez más extensas, disponían de enormes dotaciones que tenían entre doscientos y cuatrocientos esclavos cada una.(1)
Tampoco puede obviarse la notable presencia de los negros libres, sobre todo en las ciudades. Éstos constituían un sector que aspiraba a ascender socialmente, presidido por una élite económica con cierto grado de ilustración, considerada marcadamente peligrosa y subversiva por el poder colonial. Desde 1810 negros y mestizos habían mostrado su vocación sediciosa conspirando contra el poder colonial.


Aunque la resistencia de los siervos había tenido una presencia constante y diversa en la isla de Cuba, sus manifestaciones más significativas habían sido las frecuentes sublevaciones ocurridas en las plantaciones azucareras y cafetaleras desde los años veinte del siglo XIX. A partir de 1843 estas rebeliones comenzaron a caracterizarse por su vastedad y organización. En ese año se alzaron las dotaciones de los ingenios Alcancía, La Luisa, La Trinidad, Las Nieves, La Aurora, el cafetal Moscú y el potrero Ranchuelo; también se amotinaron los forzados que construían el ferrocarril que iba de Cárdenas a Bemba, y por último se sublevaron los esclavos de los ingenios Triunvirato y Ácana. La oleada del movimiento sedicioso se extendió por toda la llanura de Colón cuando los esclavos invadieron los ingenios La Concepción, San Miguel, San Lorenzo y San Rafael.
En el mes de enero de 1844 se "descubrió", gracias a la delación de una esclava, que la revuelta respondía a un complot de gran alcance que ha pasado a la historia como Conspiración de la Escalera, porque este objeto se utilizaba para sujetar a los negros que eran torturados. El procedimiento era usual en la amplia gama de castigos que se aplicaban a los siervos; éstos eran atados por las muñecas y los tobillos a una escalera de mano, de forma tal que no pudiesen eludir los azotes que, con un látigo de cuero, les inflingía el mayoral.(2)
Como puede apreciarse, esa forma de castigo, que podía revestir la forma pública o privada, no sólo se utilizaba como escarmiento o corrección ante una falta cometida, sino también como procedimiento para obtener la confesión de un "delito". De esta manera la declaración pasaba a ser una prueba decisiva, capaz de confirmar el crimen, justificar la sanción y restablecer el precario equilibrio en el micromundo de la plantación.
Todo suplicio está sometido a reglas: se calcula el terror previo, los comentarios en torno al mismo, el número de latigazos que puede darse para que el esclavo no muera, el alcance de la fatiga. A menudo la muerte puede significar para la víctima el cese de la tortura; resulta preferible hablar para descansar, para que todo termine; asentir para confirmar y también delatar para que otros compartan el castigo, quizá así el dolor se difumine. Pero la memoria de los hombres conservará el recuerdo.
Desde la época en que se produjo la cadena de sublevaciones de los años 1843 y 1844, se establecieron dos posiciones fundamentales con respecto a su posible carácter espontáneo o provocado, y a la existencia real o construida de un proyecto conspirador: una respondía a aquellos que consideraban que Inglaterra, a través de sus cónsules en la Isla, había desempeñado un papel promotor; y la otra a los que argüían que todo era una falacia fomentada por las autoridades coloniales para eliminar la disidencia y establecer un control aún más férreo. La historiografía en torno al tema ha heredado esta dicotomía, sin que hasta el momento se hayan brindado los elementos factuales necesarios para llegar a un consenso sobre el problema.
Plácido
Una mayor convergencia entre los estudiosos de la esclavitud existe con respecto a que la represión del movimiento no sólo se dirigió contra los esclavos, sino, incluso con mayor fuerza, contra los libres "de color". En este sentido las cifras son elocuentes, pues de acuerdo con las sentencias 71,09 % de los participantes pertenecían a este sector, en tanto que 25,45 % eran esclavos, y sólo el 10,5 % procedía de las plantaciones. Aquí se refleja el poder ideológico del castigo, el control a partir de su posible aplicación; el "miedo al negro" justificaba la utilización de procederes sobrecogedores y paralizaba la movilidad de una sociedad que pretendía romper viejas ataduras.
La simple confrontación de estas cifras permite percibir que los criterios sobre la existencia de las plantaciones como enclaves cerrados, con esclavos imposibilitados de tener conexiones con el exterior, constituye una construcción histórica que no resiste el análisis científico del problema. El microcosmos social de la plantación -avizorado en múltiples documentos- muestra diversos tipos de relaciones entre amos y esclavos, entre trabajadores forzados y empleados libres, entre siervos y vendedores ambulantes o taberneros, y también entre los miembros de las dotaciones de diferentes ingenios o cafetales. Si estas formas de sociabilidad no hubiesen existido, la rápida dispersión del movimiento sedicioso hubiese sido imposible.(3)
Pero de una u otra forma, estuviesen presentes los intereses de Inglaterra o la necesidad de un control "justificado" por parte del poder colonial, el terror en su más amplia acepción se apoderó de la sociedad cubana. Pánico en los esclavos al castigo físico para que confesaran delitos pensados o realizados, pavor de los negros y mulatos libres a ser condenados a muerte o expatriados, temor en los criollos blancos acusados por sus expresiones liberales ante la esclavitud. Fue entonces cuando el terror brotó, invadió, penetró y caló las esencias más profundas de la sociedad cubana. Poco importa, a estos efectos, si se trataba de conjuras aisladas o de un plan concertado fuera y dentro de la Isla.
Desde luego, el miedo no era nuevo, y aunque hubo amos que se caracterizaron por ejercer el paternalismo sobre sus siervos, muchos más instituyeron la crueldad como un mecanismo de coacción generalizado. Uno de ellos fue Esteban Santa Cruz de Oviedo, quien "según pública voz y fama era un hombre ignorante, de limitadas facultades intelectuales, retraído del roce de la gente sensata, viviendo en su finca en completo aislamiento, entregado a los falaces goces de su harén de esclavas y reputado de cruel en el tratamiento que daba a sus negros".(4) Por estar en amores con una de sus siervas, hizo matar a golpes a un esclavo; a la negra Rufina, que trató de escapar para ver a su marido, del cual la había se parado hacía nueve años, le dio "bocabajo" durante siete días y después la mantuvo en el cepo, con grillos, durante cinco meses; a otros siervos los torturaba con hierros candentes.(5) Tal vez por esa razón la esclava Polonia, de "nación" gangá,(6) se decidiera a traicionar a los suyos. Según su testimonio, las dotaciones de los ingenios Trinidad, La Rosa, Santo Domingo, Jesús María, La Majagua y La Trinidad estaban complotadas para levantarse el primer día de la Pascua de Navidad del año 1844; en ese momento incendiarían los campos y las fábricas de azúcar y darían muerte a los amos.(7)
¿En qué fecha llegó Polonia a Cuba? ¿Quién la capturó? ¿Qué vicisitudes sufrió en la travesía? ¿Cuántos la violaron? Son preguntas sin respuesta; sólo cabe decir que era una esclava de dotación, que trabajaba en el campo y que ni siquiera logró llevar, como otros africanos, el apellido de uno de sus amos; era sólo una gangá más, calificada así por su supuesta "etnia" de origen.
Debió venir niña, pues hablaba el idioma de los amos, que a los africanos les llevaba años aprender, y era aún joven, porque formaba parte del harén de Esteban Santa Cruz. La delación se basó en que los esclavos pretendían dar muerte a los dueños, entre ellos al suyo; pero ¿fue amor o miedo a las consecuencias? Todas las sublevaciones anteriores habían fracasado y muchos esclavos habían muerto en el intento. ¿Pensaba Polonia en ello o simplemente calculó el beneficio que podía recibir? La traición podía llevarla a una libertad más fácil y segura; finalmente ése fue el camino que escogió, individual y artero. La esclava se transformó en libre, mientras sus congéneres pagaron su decisión con la muerte o la cárcel. Se le otorga el derecho a que "trate, contrate, venda, compre, otorgue, escriba testamentos, poderes y cuantos más documentos pueda y deba". También recibió quinientos pesos como premio, cifra notable para la época; con éstos debía iniciar, no sin cargos de conciencia, su nueva vida.
Desconocemos si Polonia tenía hijos; probablemente decidió marcharse del ingenio Trinidad y de Sabanilla del Encomendador para rehacer su vida, pero el recuerdo de la violencia que había contribuido a desatar y los lamentos de los esclavos torturados debieron perseguirla a todas partes.
En las largas jornadas de trabajo en el Archivo Nacional de Cuba a que el oficio de historiador nos obliga, Manuel Barcia Paz encontró la Carta de Libertad, otorgada a Polonia Gangá, que confirma su traición. Fue un hallazgo casual, pero no por ello menos valioso. No estaba entre los papeles de la Conspiración y ni siquiera aparecía registrada como tal. El documento fue localizado en el fondo Gobierno Superior Civil y forma parte de los testimonios de las sentencias sobre la conspiración de varias dotaciones de esclavos en la jurisdicción de Matanzas. Ese día Manuel y yo compartimos la alegría de un pequeño "descubrimiento" que ahora ponemos a la disposición de los estudiosos del tema.
En este documento el Capitán General de la Isla, Leopoldo O'Donnell, declara a Polonia acreedora de la libertad que se ha ganado con la delación; además le otorga, de acuerdo con lo señalado en el párrafo primero del artículo 38 del Reglamento de Esclavos, un premio de quinientos pesos. El gobernador de Matanzas sería el encargado de realizar las gestiones pertinentes.
El 21 junio de 1844 éste último informará al Capitán General que Esteban Santa Cruz de Oviedo había expresado su disposición de otorgar la carta de libertad a la negra Polonia por los servicios que ésta había prestado en la causa de la Conspiración, siempre y cuando el Gobierno le pagase los cuatrocientos pesos en que estaba coartada.
También expresa el Gobernador de Matanzas que no tenía dinero suficiente para entregar los quinientos pesos que, en clase de premio, debía dar el Gobierno a la ex esclava, porque en los fondos de Policía de la provincia sólo había trescientos cuarenta y dos. Ante esta situación, el Capitán General autorizó que se librase la cantidad de dinero que faltaba, tanto para la manumisión como para el premio, de los fondos de la Secretaría de Obras Públicas de la ciudad de La Habana. De esta forma se consumó la traición, y Polonia obtuvo el beneficio que esperaba desde hacía más de un año.

CARTA DE LIBERTAD (8)
En la ciudad de Matanzas, a veinte y cinco de julio de mil ochocientos cuarenta y cinco años: ante mi el Esb. Público y testigos que se expresaran compareció, D. Estevan Santa Cruz de Oviedo, vecino y hacendado dela Sabanilla del Encomendador Residente en esta a quien doy fe conozco Dijo: Que a consecuencia de la Conspiración proyectada por la gente de Color, habiéndose faltada la instruida en el citado Partido dela Sabanilla e Ingenio de su propiedad. Según el párrafo primero del articulo treinta y ocho del Reglamento de Esclavos y que se cita en dicho fallo, el Esmo. Sr. Capitan General por su oficio de doce de Enero del año prosimo pasado dirigido al Sor. Brigadier Governador de esta Ciudad, dispuso que a la negra Polonia esclava del compareciente sele otorgase desde luego la Carta de Libertad de toda servidumbre y sele entregasen ademas la suma de quinientos pesos, bajo su correspondiente recibo por haberse hecho acreedora a este premio segun lo dispuesto en aquel artículo, en su consecuencia en obedecimiento de aquel superior precepto: Otorga: Que ahorra y liberta a una negra de su propiedad nombrada Polonia, de nación Ganga que no esta gravada a ninguna reponsabilidad, como al final constara por Certificación de la Oficina de Hipotecas de esta Ciudad, mediante a que para esta le ha exhibido el Sor. Brigadier D. Antonio García Oña, Governador Politico y Militar de esta ciudad la suma de cuatrosientos pesos en esta forma, ciento setenta y ocho pesos dos reales en efectivo y los dosientos veinte y un pesos seis reales restantes, valor de un libramiento jurado por dicho Sor. contra los fondos de obras públicas dela Ciudad de la Habana a donde los cobrara el compareciente, de todo lo cual se da por entregado a su satisfaccion, remita la prueba, leyes dela entrega, esepcion de la non numerata pecunia dolo y demas del caso y otorga formal recibo. Consecuente al cual se aparta del derecho de propiedad que tenia a la Esclava Polonia, todo lo cede renuncia y transfiere en ella para que como persona libre, trate, contrate, venda, compre, otorgue, escriba testamentos, poderes y cuantos mas documentos pueda y deba gozando de su libertad y se obliga aquela presente sedara cierta y segura y a que no se le contradira por persona alguna y si lo tal sucediere siendo requerido saldra a la voz y defensa del litis que se moviere siguiendolo hasta su conclusión abonandole ademas las costas con costos, daños, y perjuicios que se le ocasionaren diferida liquidacion en el simple juramento de la parte que siendo legitima usare de esta escritura a quien releva de prueba, a cuya firmeza obliga sus bienes presentes y futuros prestando poderio y sumision a la justicia de S.M. y clausula cuarentigia que dio por inserta para su cumplimiento. En fe de lo cual asi lo dijo ratifico y firmo siendo testigos D. Francisco Reale, D. José María Güemes y D. Antonio Salinas, vecinos presentes = Estevan Santa Cruz Oviedo = Ante mi Angel Bruzón = Certifico que la negra Polonia Ganga de que dice es dueño Santa Cruz de Obiedo no consta este gravada por este hasta hoy. Fcha. Tu. Supra = Naranjo

(La ortografía del documento corresponde al original.)

Notas:

1 En 1850 los ingenios considerados como grandes productores tenían entre trescientos ochenta y seiscientos esclavos. El ingenio Santa Rosa, de Domingo Aldama, contaba con cuatrocientos. Ver: José García de Arboleya: Manual de la isla de Cuba. Compendio de su historia estadística y administración. Imprenta del Gobierno y la Capitanía General por S.M., La Habana, 1852.
2 Walter Goodman refiere ese tipo de castigo, aplicado en un cafetal, en su libro Un artista en Cuba Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1965, p. 195.
3 Para este aspecto resulta sumamente interesante el trabajo de Gloria García Rodríguez: La esclavitud desde la esclavitud. La visión de los siervos, Centro de Investigación Científica Ingeniero Jorge L. Tamayo, México D. F., 1996.
4 Vidal Morales y Morales: Iniciadores y primeros mártires de la revolución cubana, Colección de Libros Cubanos, vol. XXIV, t. I, Cultural S.A., La Habana, 1931, p. 303.
5 Manuel Barcia Paz: Con el látigo de la ira, Pinos Nuevos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999.
6 Con este término se designaba un conjunto de tribus del interior de Liberia y Sierra Leona que participaban en común de la cultura mandinga. Ver Gonzálo Aguirre Beltrán: La población negra de México. Estudio etnohistórico. F.C.E., México, 1972, p. 122.
7 Hasta este momento toda la información que se tenía sobre Polonia se resume a estos datos, que fueron expuestos por Vidal Morales y Morales ob. cit. (4), p. 299.
8 La ortografía del documento corresponde al original.



Tomado de Catauro, revista de la Fundación Fernando Ortiz.
Año 2, No3 enero-junio de 2001

Hemingway vuelve a tomar daiquiris en su bar favorito de Cuba


LA HABANA (Reuters) -- El escritor estadounidense Ernest Hemingway vuelve a estar sentado de nuevo junto a la barra de su bar favorito en La Habana con un daiquiri delante.

En recuerdo a las muchas horas que el escritor pasó, hasta poco antes de su muerte en 1961, acodado a la barra del bar Floridita, y también como gancho turístico, en este establecimiento se acaba de colocar una estatua en tamaño natural del Nobel de Literatura, un legendario bebedor.

"Queremos que esté aquí siempre, como a él le gustaba, en el lugar donde él se sentaba en la barra del bar", dijo la oficina de relaciones públicas del mítico Floridita, que abrió en 1817 con el nombre de "La piña de plata".

De ahora en adelante todos los días se le servirá un daiquiri a Hemingway, aseguran los camareros del establecimiento.

La estatua en bronce ha sido realizada por el escultor cubano José Villa Soberón basándose en retratos y fotos de Hemingway, quien vivió largas temporadas en Cuba durante más de dos décadas hasta el año antes de suicidarse en 1961 en su casa de Idaho.

El Floridita es uno de los lugares de peregrinaje obligados para los numerosos admiradores de Hemingway, junto con Finca Vigía, su casa a las afueras de La Habana donde escribió "El viejo y el mar" y donde hospedó a amigos como Ava Gardner o Gary Cooper.

Cuando estaba en La Habana, Hemingway iba con frecuencia al Floridita a tomar su cocktail favorito, el daiquiri (a base de ron, limón, marrasquino y azúcar) y el mojito, otra famosa bebida cubana con hierbabuena, al cercano Bodeguita del Medio.

El Teatro Primitivo Africano Yoruba (Tercera Parte y última)


Sonido de un Tambor que va aumentando su
Percusión poco a poco.

Voz Masculina

Al principio, el Tambor no pertenecía al negro.

Voz Femenina

El Tambor era de los Dioses Africanos
pero no pertenecía al negro.

Voz Masculina

(canto yoruba)

Olúo Ma má
Olúo Ma má
Ese Umbó Esé
Ese Umbó Esé
Ese Umbó Esé

Voz Femenina

El Tambor era de los Dioses Africanos,
pero no pertenecía al negro.

Voz Masculina

Siendo Shangó muy niño, su madre le había
prohibido entrar en el bosque de Oúo,
que era el Bosque de los Dioses.
Shangó había nacido en medio de una tormenta,
entre relámpagos y truenos.
Del vientre de un reptil había nacido.

Voz Femenina

Una noche, el niño Shangó oyó un tambor
percutir alegremente. Su sonido contagioso
lo hizo saltar del lecho.

Sonido de Tambor

Shangó

(Voz masculina)

Madre, y ¿quién toca ese Tambor?
preguntó el niño Shangó.

Madre

(voz femenina)

(hablando a través de sus manos ahuecadas)

Hijo mío, son los Dioses Africanos
los que hacen hablar al Dios Tambor.
El Tambor tiene un alma.

Shangó

(voz masculina)

Madre, ¿Y los Tambores tienen nombre?

Madre
(voz femenina)

Si, hijo mío.
El mayor, el más corpulento de todos
se llama : Meta
Y el más pequeño de todos se llama:
Itóntele.

Shangó

(voz masculina)

Madre, ¿y para qué los Dioses Africanos
tocan y hacen hablar al Dios Tambor?

Madre

(voz femenina)

Lo tocan para hacer llover, para hacer
salir al Sol, para hacer salir la Luna.
También lo tocan, para que las plantas
crezcan, y para que las aguas del río
corran mansamente.
Y cuando van a la guerra, a luchar contra
los Dioses de los Bantú, también lo tocan.
Los Dioses Africanos hablan por medio
del Tambor.


SONIDO DE UN METAL PERCUTIVO. (cencerro)
 (voz masculina)
(canto yoruba)

Oh Babá mí Babá
Oh Babá mí Babá
Shangó Olufiná Shangó
Shangó Olufiná Shangó
Oh Babá mí Babá
Oh Babá mí Babá
Shangó Olufina Shangó
Shangó Olufiná Shangó

Narrador

En el Bosque de Oúo sonaba el Tambor
SONIDO DEL TAMBOR

NARRADORA

El joven Shangó, se había acercado al
Bosque de Oúo muy a pesar de la probición
de su mamá. El repiqueteo del Tambor
lo atraía peligrosamente.

(Voz Masculina))
(canto yoruba)

Oní Oní Babá mí
Oní Oní Babá mí
Olufina Shangó Oní
Olufina Shangó Oní
Oní Oní Babá mí
Oní Oní Babá mí

NARRADORA
 

El joven Shangó se fue acercando lentamente,
y sin ser visto por los guardianes
penetró en el Bosque de Oúo.
Debajo del mantó de la noche se ocultó
Shangó.

Madre, (voz femenina)

¿Shangó, hijo mío dónde estas?

Narrador

Un roedor que era guardián de Olofi el
Creador, divisó, al joven Shangó que se
Deslizaba entre las ramas bajas de los
Árboles y chilló, dando así el aviso…

Narradora

Descubierto Shangó, fue apresado y llevado
a los pies de Olofi el Creador.

Olofi

(voz masculina)
(con voz colérica)

¿Dime tu mortal? ¿ cómo te has atrevido a
penetrar en nuestro bosque?
¿Sabes tu cuál es el castigo por dicho
délito?

Shangó
(voz masculina)
Soy Shangó, Padre mío, y solo he venido a
escuchar tu Tambor y si me lo permites,
bailar hasta que los tambores se
desmayen de cansancio.

La noche
(voz femenina)

Soy la Noche, Padre mío y pido clemencia
para éste infeliz mortal.

Voz masculina
(canto yoruba)

Olofí Obatá Isá
Olofí Obatá Isá
Olofí Olodumare Obá
Olofí Olodumare Obá
Olofí Obatá Isá
Olofí Obatá Isá

Olofí
(voz masculina)

Soy Olofí Obatá Isá, creador de la piedra,
de la estrella, del r ío,  del mar, de la montaña,
del ciervo, del reptil, de huevo
que dio origen a todo lo creado.

La Noche
(voz femenina)

Señor de la Luna. El Sol s tu lucero, los lagos son
tu copa, el viento tu abanico.

Shangó
(voz masculina)

Oh Padre mío, Soy Shangó, un pobre mortal
que sólo pide bailar en su reino
prohibido.
Bailar un día y otro día, hasta que todos
se duerman con mi danzar. Y si pierdo,
Oh Padre Mío, te entregaré mi vida, que es
todo lo que poseo.

Osá
(voz femenina)

Soy Osá, soy el viento, el que humedece
con mi aliento el mundo de los mortales.
Soy el Viento que derriba los grandes árboles.
Soy Osá, soy el Viento.
Oh Padre mío, a ti pido me concedes tan
Sencilla petición, y permite al joven
 Shangó, bailar al son de tus tambores divinos.

(voz masculina)

(canto yoruba)

Olufiná Shangó
Batá Iyá Olufiná
Batá Metá Olufiná
Batá Itóndale Olufina Alé
Olufina Shangó.
Shangó
Shangó

La Muerte
(voz masculina)

Soy Ikú, soy la muerte. Soy la que al mortal
lleva en brazos hasta el reino del silencio.
Soy Ikú, soy la Muerte.
Soy Ikú, soy la Muerte.
 Soy la que arranca lágrimas de los ojos
del guerrero derrotado.

Soy Ikú, soy la Muerte
Y pido, Oh Señor Oloffí, que si Shangó
pierde, me dejes llevarlo en los brazos
míos hasta el mundo d la oscuridad; hasta
el mundo del silencio eterno, dónde todos
se pudren y de dónde nadie regresa jamás.
Soy Ikú, soy la Muerte.

Oshún

(voz femenina)

Soy Oshún, Diosa del Río.
Soy la que refresca la garganta de los valles.
La que lleva el agua a tus palmeras.
La que canta entre las piedras.
La que refleja en su espejo a la luna nuestra.
Permite Oh Olofí Obá Isá, que Shangó baile
ddelante de nosotros y si gana, entrégale
un Tambor, el más grande de todos, el Tambor
Iyá, para que con él regrese a su sucio mundo.


Sonido del Tambor que gana intensidad.
Narrador

Y por espacio de muchas noches, bailó Shangó
haciendo desmayar uno a uno a los tambores de Olofí.
Victorioso regresó Shangó…
Vencedor de la Muerte, al mundo de los
Mortales regresó Shangó.
Desde entonces el Tambor no ha regresado al reino de Olofí.
Sólo los negros hacen sonar el Tambor.

(Narradora)

Ya el Tambor no es de los Dioses Africanos.

El tambor es el alma de los negros.

Nota:
(enero 2  de 2001)

Simbología:

  El Tambor.- Es el Puente entre los hombres y los dioses
 
  Primer difundidor de noticias entre las tribus. Cada año se le sacrificaba un animal totémico (carnero, toro, ratón). Al tambor de la tribu para que la  “Entidad” que habitaba dentro de el fuera  propicia e hiciera llegar ante los dioses africanos el ruego o petición de sus hijos en la tierra. Entre los yorubas la “Entidad que habita el tambor se llama Aña”. Hay tres tambores sagrados entre los yorubas: El Tambor Madre, el Mediano y el pequeño. Entre todas tribus africanas que llegaron a Cuba, todas le dedicaban un ritual secreto a sus tambores sagrados.
Los abakúas o carabalis (procedentes de la región del Calabar o Río de la Cruz) se le safricaban gallos al tambor “Senseribo” que todos los años sacaban en la procesión de iniciados.
  Los Araras y Bantú igualmente hacían con sus tambores sagrados.
  Hay tambores en forma de barril abultado como simulando una mujer en estado de gestación, entre los yorubas este tambor se le llama “La Madre”.
  Los tambores abakúas tienen forma de caliz estrechos en el medio y anchos en las dos extremidades  relacionándolo con la cosa metafísica de sus ritos de sangre.
  Los tambores Arara son más rectos en sus formas aunque están adornados con una serie de abalorios y cuentas de muchos colores y se le rinde un culto secreto y se le habla como si fuese un ser humano.
  En Cuba los hechiceros africanos utilizaban hasta cajas de cuadradas y barriles abombados, pero tan pronto como pudieron sus tambores los hicieron a imagen y semejanza como los primitivos tambores que habían dejados en las selvas de su continente perdido.

  Los yorubas le rinden al tambor el culto que se le rinde al “Rey del Rayo o sea a Shangó”. Ya que su sonido tiene relación con el trueno. La idea del sacrificio entre los pueblos primitivos se debe a que se sostiene la teoría que “sólo sacrificando el animal totémico se logra modificar una situación y se materializa el deseo perseguido”, o sea es la teoría de que “como nada desaparece sino se transforma”. El sacrificio realizado produzca una transformación favorable. Las palabras rituales son de gran importancia ya que sirven para lograr el conocimiento de los dioses a fin de que accedan al pedido hecho.