Francisco Marty y Torrens
Por: René León
Su nombre era Francisco Marty y Torrens, pero se le conocía por Pancho Marty, de origen catalán. En España fue soldado de artillería, licenciado en 1809, vino para Cuba en la mayor miseria. En 1809 gobernaba en Cuba el marqués de Someruelos, militar de gran reputación. Empezó a trabajar Marty por recomendación de un amigo en el carenero “Frías” en Casablanca. En el tiempo que estuvo en este trabajo, vio como el pueblo de Regla y en el de Casablanca, se comerciaba en gran escala a base de contrabando. Desde ese momento las aventuras en el mar fueron su inspiración.
En el año de 1811 se compró un pequeño velero que consiguió en sociedad con otro catalán, para pagárselo con el producto del contrabando. Junto con un viejo piloto marino, que vivía en Regla y cuatro marinos más se hicieron a la mar. Sus lugares de negocios eran el Mercado de Veracruz, Campeche, Charleston, Santo Domingo y Jamaica. En estos años de duro bregar se hizo un gran práctico de las costas de Cuba y el Caribe. Durante estos años disfrazaba el contrabando con la pesca. Se decía que muchas veces compraba a pescadores de Bahía Honda y Mariel toda la pesca, para al llegar a La Habana, cargado, no se hacía sospechoso a las autoridades.
Pasaron los años y con el dinero ahorrado, vendió el velero que se encontraba en malas condiciones y abrió una fonda en el nuevo mercado, construido de madera en la Calzada de San Luis Gonzaga (Reina), en la esquina de Galiano, en el año de 1817. El nombre que le dio al negocio fue de El Vapor, con motivo de la llegada a La Habana en 1819 del vapor Neptuno, primero en su clase, que haría los viajes regulares entre la ciudad de La Habana y Matanzas. Pero los negocios no le iban bien, y a finales de 1820, éste comercio lo vendería, comenzando a trabajar en una compañía de ventas al por mayor, que se encontraba cerca de la calle de Neptuno y Galiano, en el área onde hoy se encuentra la iglesia de Monserrate, conocido también por el Callejón del Tercer Conde del Cañongo. Su esposa e hijos que no hacía mucho tiempo, habían venido de España, fallecieron de fiebre amarilla.
En el trabajo de Venta al por Mayor, no duraría mucho tiempo. Con el dinero ahorrado abrió una bodega en la calle de Consulado, la cuál al poco tiempo de abierta, fue destruida por un fuego, que destruyó varias casas (las malas lenguas y ustedes saben que hay muchas en todas partes a voz baja “LE DIO CANDELA PARA NO PAGAR LAS MERCANCIAS”. Después de estos contratiempos, volvería al mar, que había sido fuente de buenos ingresos para él. Se relacionaría con otros ciudadanos influyentes y conseguiría en el año de 1829 el nombramiento de subdelegado de la Marina de la Chorrera (Los amigos influyentes pero peores que el Marty)
Su trabajo era perseguir el contrabando en el litoral y lugares cercanos. Según se decía (malas lenguas), cundo alguien de antemano le abonaba una buena cantidad, el iba con su balandro a otro sitio. En esta época haría gran amistad con Joaquín Gómez, influyente comerciante, que se dedicaba ala trata de esclavos. (Yo no creo que fue al cielo, donde está mejor no saberlo). En el año de 1830 al mando de su balandro La Esperanza captura la goleta Rosario mandada por el capitán pirata Antonio Moriño, en el cayo Cruz del Padre, dándole muerte a Moriño conocido en el área del Caribe, por sus agresiones y salvajismos contra los barcos españoles. Debido a seta hazaña, recibe como premio el grado de Alférez de Fragata, concedida por el Rey.
Pero pasemos a una de las tantas historias que se contaban en la ciudad de La Habana sobre Marty.
Era una noche oscura y nublada en La Habana. Había pasado tres meses de la oferta que el nuevo gobernador Tacón había hecho, para la captura de los corsarios y contrabandistas. Dos centinelas se paseaban frente a la puerta principal del palacio del gobernador, que estaba en la Plaza de Armas. La banda militar había tocado como siempre esa noche en la Plaza, y se había retirado. El público después de oír la música se había ido para el café La Dominica, a comer duro frío, tomar café, y beber sus licores preferidos, para retirarse a sus casas, unos caminando y otros en sus quitrines.
La plaza estaba tranquila, algún que otro pájaro nocturno que revoloteaba, el maullido de un gato, el ladrido de un perro, el chirriar de cigarras y grillos. De la fuente de la plaza caí el agua, los centinelas caminaban lentamente, tratando de no hacer ruido y despertar la noche. Las estrellas aparecían más brillantes, y miraban a través de las rendijas de las nubes, que tropezaban entre ellas.
Pasada la media noche, una figura envuelta en una capa militar, observaba de detrás de la estatua de mármol de Fernando VII, la marcha de los centinelas. Había comprobado que llevaban el mismo ritmo al caminar, y cuando se encontraban de vuelvo, volvían sobre sus pasos, hasta el otro extremo dejando unos minutos sin vigilancia la entrada de la casa del gobernador. Después de vigilarlo, esperó el momento oportuno y sigilosamente se introdujo dentro del palacio. Lo centinelas no advirtieron la figura del hombre cuando entró. Oculto en el patio interior, esperó la ocasión para subir cautelosa mente las escaleras hacia las oficinas de Tacón. En el momento que ascendía un centinela la bajaba, pero el misterioso hombre asumiendo un aire de autoridad, saludó, recibiendo igual saludo del centinela quién siguió su camino, presentándole armas. El hombre se dirigió a las oficinas y rápidamente entró y cerró la puerta detrás de él. El gobernador leía en ese momento. Al ver el extraño, le dijo:
- ¿Quién diablo es usted, par entrar a mi habitación sin permiso?
El hombre serena mente se quitó la capa y la tiró sobre un sillón que había allí y procedió a limpiarse el sudor de la cara.
El gobernador lo miraba con enojo y sorpresa a la vez, fijando sus penetrantes ojos en el intruso, y al mismo tiempo cogiendo su sable, que se encontraba al lado de la mesa de estudio.
-Vengo a traerle una información muy importante para su gobierno, -le dijo
-Yo no le he dado audiencia ¿quién lo dejó entrar?
- Por razones de seguridad y que el gobernador sabrá seguidamente.
-Pero como pudo pasar los centinelas, sin que nadie lo parara.
-Excelencia, no se preocupe, yo le voy a explicar.
-Pero yo estoy seriamente preocupado.
-Excelencia, usted ha ofrecido públicamente una recompensa por cualquier información sobre los contrabandista, -le dijo el hombre.
-¡Anjá!, le dijo Tacón, que lo miraba con ojos que le centellaban de rabia. ¿Qué es lo que tiene que decirme sobre los contrabandistas? Habla, hable, inmediatamente.
-Excelencia, no importa mis actos anteriores, seré perdonado, de otra manera yo mismo me puedo condenar al darle a Ud. esta información.
Tacón volvió a mirarlo, y lo observó por unos minutos. Tendría coraje este desgraciado en meterse en su propia habitación.
-Muy bien, sí lo que me dices es verdad. La oferta es incondicional; respecto al perdón, no tiene nada que temer, es mi palabra de caballero.
-También ofrece una cantidad de dinero al informante por la denuncia del jefe de los contrabandistas, el capitán Marty.
-Sé, así es. Entonces hablé ya de una vez que se alarga el tiempo mucho de esta conversación.
-Excelencia, cuento con el perdón, y usted me da su palabra de honor, que me dejará libre, si le revelo todo lo que sé.
-Ya le dije que le doy mi palabra de honor.
-Excelencia. Yo soy el capitán Marty, y vengo a colaborar con su autoridad y entregarle a todos los que se dedican al contrabando en el área de Isla de Pinos y la costa sur.
El gobernador se le quedó mirando, mientras le daba la respuesta. Aquél hombre tenía coraje. El no pensó que fuera el mismo Marty, sino uno de sus lugartenientes. En ese momento miró hacia dos pistolas que estaban cera de una mesa. El capitán Marty al verlo, desenfundó dos pistolas que llevaba en la cintura, y las puso sobre la mesa, diciéndole al gobernador:
-Yo no pienso usarlas. Vengo, y pienso en mi futuro.
Está bien. Yo mantengo mi oferta. Mientras el capitán Marty, mantenga su palabra y ayuda. Aunque la ley ordene su castigo. Pero si es leal conmigo y me ayuda en el mejor mantenimiento de mi gobierno, sus faltas pasadas, serán perdonadas.
Tacón hizo sonar la campanilla, llamando al oficial de guardia. Cuando este llegó, le señaló a Marty, diciéndole que lo llevar al curto de guardia. Al mismo tiempo ordenaba que los centinelas de guardia, los mandara a prender, y recibieran un castigo de dos meses. Mandó después una nota al jefe de la escuadra que estaba en la bahía, que preparara una fragata, para el siguiente día.
Temprano en la mañana, una de las fragatas que estaba en el puerto se hizo a la mar, llevando de piloto al capitán Marty. El viaje duraría duro alrededor de un mes, durante el cual se destruyeron pequeños campamentos de contrabandistas, y se recuperaron dos balandras y mercancías, para ser llevadas a La Habana. La operación fue un gran éxito, si se podía ver. Muchos opinaron que Marty había avisado con tiempo a sus compañeros de fechorías para que se retiraran a tiempo.
Al regreso de Marty, el gobernador Tacón deseaba verlo de inmediato en el palacio de gobierno.
-Tú has cumplido tu parte del acuerdo, al llevar mis hombres donde se hallaban los campamentos. Estoy preparando tus papeles de perdón y la recompensa.
-Excelencia, le doy mi palabra de respetar todo lo prometido. Pero no estoy interesado en el dinero. Bien se que el tesoro es muy pobre. Quédese con el dinero. Lo único que quiero es que me dé el derecho de pesca en la costa, y el permiso para construir una pescadería, pagando yo todos los gastos, y que me é una extensión de veinticinco años, para administrar la empresa de pesca, y cuando ese tiempo transcurra, que l propiedad pase al gobierno.
Tacón miro a Marty. Lo observó y pensó que aquel hombre tenía agallas.
-Bueno, ven mañana y te daré la respuesta.
Al siguiente día, se presentó Marty en el palacio del gobernador. Tacón lo recibió en su despacho, ordenó a su ayudante que saliera. Descorchó una botella de brandy.
-Tienes el permiso. Puedes empezar cuando quieras.
Al cabo del tiempo los contrabandistas amigos de Marty, al terminar la pescadería de El Boquete, que sería como se iba a llamar, empezarían a trabajar con él, pues todos tenían sus barcos de pesca y al mismo tiempo llevaban su contrabando al puerto. En los altos de este edificio vivía Marty, vigilando su negocio y sus amigos. La pescadería tenía ciento cincuenta pies de largo, con una casa de mármol de una punta a otra; el techo estaba sostenido por una serie de arcos apoyados en pilares. Estaba abierta, por un lado hacia la calle, y por el oro, hacia la bahía. Era bien ventilada. Se consideraba por los extranjeros que la visitaban, como el mejor establecimiento de su clase jamás visto en ningún país.
Como esta historia, se contaban otras en la ciudad. Marty era el hombre que todo lo lograba. Si un barco era asaltado en las costas, si un gran contrabando sabía que había llegado a puerto, todos en la ciudad decían que era Marty y sus hombres.
Teatro Tacón
En 1840 los valores de Marty se cotizaban altos. Amigo del gobernador de turno, y de otros influyentes hombres de negocio en la ciudad. Solicita por conducto del Capitán General, como empresario de los teatros de la ciudad, que se le otorgue permiso para mejorar los edificios donde se encuentran, esperó obtener del Ayuntamiento la autorización, Marty se compromete con el gobernador Tacón, en construir un teatro que fuer digno de la ciudad, pagado con gran parte de su dinero, y el trabajo de los presidiarios alojados en la cárcel de la ciudad. Llevaría por nombre Teatro Tacón.
José M. Andueza, nos da un descripción sobre el Teatro Tacón , y dice: “Entrase al teatro por tres puertas de reja que conducen á un patio espacioso, á cuyos lados hay dos cafés, uno para el despacho de helados y otro para el de los vinos: al extremo de los corredores laterales de este patio y paralelas á las anteriores, se hallan otras tres puertas, por las cuales se penetra al interior del teatro. Todo es lujoso en éste: los palcos presentan una perspectiva elegante, y permiten, por hallarse abiertos, que las hermosas en ellos sentadas hagan alarde de sus ricos trajes y adornos, desde el peinado hasta el breve zapato de raso”. El Teatro Tacón era un espléndido teatro de ópera. Se le comparaba a la Scala, y la Opera Francesa de París. Tenía tres filas de palcos protegidos por balaustres. Al fondo de ellos estaban protegidos por persianas, para que entrara el aire y la luz. Las bellas habaneras asistían a él, adornadas con vestidos de colores, donde el más preferido era el azul y blanco. Adornadas sus cabezas con una flor o una peineta de “Carey”. Otras llevaban en us cabellos, una cinta de seda del mismo color que la seda de sus zapatos. Lo extranjeros que lo visitaban se quedaban asombrados de ver aquellas lindas habaneras, de pies pequeños, ojos negro como el azabache, o azul como el cielo tropical. Con sus largos cabellos negros que adornaban en forma de trenza, o suelto que le llegaba hasta la cintura.
El teatro se encontraba frente a la alameda de Isabel II (que Central). Capacidad para cuatro mil personas. El costo se dice fue de doscientos mil pesos fuertes. Su inauguración lo fur el 28 de febrero de 1838, con un baile de máscaras. Varias semanas después se representó el prime drama intitulado “Don Juan de Austria”. Todos los años se celebraban cuatro bailes de máscaras, que llevaban el nombre de Piñata, La Vieja, La Sardina y Figurín.
Marty tenía dos barcos careneros en Casablanca, con los que avituallaba los barcos negreros que iban a África. Otro de los grandes negocios en el gobierno de Tacón, fue la venta de negros emancipados en alta mar, por negreros. Eran vendidos por Marty, entre 6 y 10 onzas de oro. Que eran repartidas entre Tacón y algunos hombres de su confianza. También participaba en negocios con otro conocido comerciante español, más sinvergüenza que el. De este hombre ya hablaremos uno de estos días que me sienta bien. Julián Zulueta, que era el responsable de la entrada en Cuba de los “culies chinos” que los traían como obreros contratados, esclavos negros. Zulueta fue el que introdujo los primeros chinos en Cuba. Entró en contacto con altos funcionarios de la disnatía de Fukién, y prometió pagar un buen precio por cada chino que le vendiera bajo contrato. El primer bergantín que llegaría a La Habana, trayendo un cargamento de chinos, sería el El Oquendo. También trajo indios yucatecos, pero a la intervención del Presidente Benito Juárez, se terminó ese tráfico de humanos. El colmo de los colmo es que una de las calles de La Habana, desde tiempo de la colonia lleva su nombre. Vino la revolución sabiendo lo malo y violador de derechos humanos de este hombre, no cambio su nombre
En sus andanzas por el golfo de México, introdujo en Cuba como si fueran obreros contratados, indios yucatecos, que eran comprados a razón de 25 pesos en efectivo, comprometiéndose a mantenerlos y dejarlos en libertad al cabo de cierto tiempo. Todos estos tipos de negocios los mantuvo é con los gobernadores que se prestaban a sus especulaciones.
Su suerte cambiaría en el año de 1866. Un bergantín fletado por Marty, con quinientos esclavos llegaría a Pinar del Río. Dicha expedición fue denunciada y el 4 de marzo, el gobernador Dulce, ordenó su apresamiento. El vapor de guerra Neptuno al mando del capitán don Pedro Díaz de Herrera, capturó en los uveros de la Caleta del Piojo y la Punta del Holandés, 280 esclavos negros que habían sido desembarcados de un bergantín cerca de la costa. Al regresar a La Habana, el La Matilde, era su patrón Vicente Benet y entre sus pasajeros se encontraba don José Ricardo O’Farrill y Folch, y 100 negros con sus papeles, que procedían del bergantín destruido. El gobernador Dulce, ordenaría una investigación y formación de causa contra los responsables, entre ellos Marty.
Los años pesaban ya sobre Marty. Había sido un hombre de vid agitada. De una aventura a otra. El hombre que llegó sin nada a La Habana, poseía una fortuna. Fallece en 28 de mayo de 1866, su cadáver fue enterado el 29 de mayo, según aparece en los Archivos de la Catedral de La Habana, en el libro de Entierros de Españoles, foja 80 no. 338.
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Nota: Tuvo 13 hijos. Dos legítimos con Doña Domingo Fontanills con quien se casó en 1810 en Santa Maria del Pino en Barcelona. Con ella tuvo dos hijos; uno murió a los cinco meses, el otro a los ocho meses de nacidos. Con Doña Francisca Oruña: dos varones, Francisco y Juan Valdés Oruña, bautizados en la Real Casa Cuna; con una señora no nombrada por "delicada privacidad" tuvo cinco hijos: Domingo, Serafina, Francisco, Francisca, Prudencia, y Paula Valdés; y con Doña Gertrudis Gutiérrez(mi antepasada): Francisco, Francisca, y Rosa Ramona Valdés Gutiérrez, vda de Barredo( ésta murió en Veracruz, Méx, en 1914 a los 89 años según su certificado de muerte en México). En Google Images hay dos retratos de este señor. Todo esto lo menciona en su Testamento. También que sus padres eran Francisco Martí y su madre Ana María Torrens, y que era su hijo legítimo. Además aparentemente no puede decidir si sus apellidos son Marty o Marti; Torrens o Torrents; ya que usa ambos. En la partida de matrimonio con Dominga, su mamá es Mariana, no Ana María, como dice en su Testamento. Pancho se casó el 9 noviembre 1810. Padres de Dominga:Juan Fontanills y Teresa Salvado. Todos los hijos ilegítimos fueron bautizados en la Real Casa Cuna con el apellido Valdés, aunque "han solido usar Marty", según escribió en su Testamento. Compartió todos sus bienes entre todos sus hijos, más Doñas Oruña y Gutiérrez, y su sobrina Doña Carmen Marty. Los Oruña recibieron la mayor parte de la herencia. Doñas Prudencia y Paula murieron varios años antes de él haber escrito su Testamento en 1866. Francisco Valdés, su hermano, no se mencionó como haber recibido algo, así que supongo que quizás ya había muerto. Pancho fue muy específico sobre lo que cada cual recibiría, incluso palcos en el Teatro Tacón.
Es todo.
Aurora A Mata
He aquí el panteón en la sección catalana en el Cementerio Colón. El hijo del Pirata mudó los huesos de su padre del Cementerio Espada(Campo Santo) aquí. Una de sus nietas, hija de Francisco Valdés-Marty y Gutiérrez está enterrada aquí al lado de su esposo. Obtuve estas fotos gracias a mi genealoga profesional Mayra F Sánchez. Además del Pirata, supongo que Francisco Valdés-Marty Gutiérrez está enterrado ahí también, pero por ahora, no tengo prueba de ello. Por casualidad, le mandé el Testamento del Pirata? También tengo copia del mismo.
He aquí el árbol genealógico del Excelentísimo Sr. Don Francisco Marty y Torrens, al cual yo le he dado el apodo de El Pirata por obvias razones, aunque debiera también llamarle Traficante de Esclavos, pues hizo ambos aparentemente. Este árbol proviene del Sr. Ernesto Bustillo, con varios datos que yo le he dado. También tengo fotos de la tumba que se encuentra en el Cementerio Colón de La Habana, comprado por su hijo, Don Francisco Valdés-Marty y Gutiérrez, el hermano de mi tatara-tatara abuela, Francisca Valdés-Marty y Gutiérrez.