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lunes, 25 de diciembre de 2017

Noche Buena Campesina

Repetimos este trabajo por petición.  


René  León

  En estos días de fiestas navideñas, mi recuerdo ha volado al ayer lejano, de dicha y felicidad. Y por un momento esa alegría perdida ya, ha vuelto a renacer.
  Se oye el rumor sonoro de las palmas batidas por el viento, el agitar de sus pencas en las mañanas. El canto del gallo, que anuncia el nuevo día,  se va repitiendo de finca en finca. A    esta hora de la mañana, todo es sonoridad en la campiña cubana.  La claridad suave, verde, azul de la luz del día se va vislumbrando, allá a lo lejos, a la vez que se va oyendo el zumbido de los pájaros al iniciar su vuelo temprano en la mañana. Nuestro corazón se oprime.
  Las horas del día dan comienzo. Por la guardarraya de palmas cabalga un campesino. Las golondrinas cruzan raudas sobre el cielo azul. En estas primeras horas del día, todos los detalles, y elementos de belleza se unen: luz, color, aire, los ruido de los animales, y todo adquiere vida, que se funde en el ambiente campesino. Es la hora viva, de los albores matutinos.
  El río cercano baja mansamente; su agua clara va llevando hojas sueltas que navegan por su cauce buscando un destino lejano. El día va avanzando. La naturaleza es otra, distinta a la del resto del día. Los árboles en estas primeras horas, tienen sus tonalidades diferentes que no se ven después. A lo lejos, en el horizonte va descubriendo su belleza tropical.
  En los bohíos cercanos se ve cierto movimiento no usual. En los rostros de las familias campesinas, se ve el regocijo de ese día. Se siente el olor del guayabo que se utiliza de carbón para asar el clásico lechón. En un caldero se cocina el fríjol negro, en otro la yuca y así, entre cantos, tragos de ron y café, se prepara la comida de Nochebuena.

  Una joven de cabellos negros como el azabache, fina, de ojos azules como el cielo matinal, soñadores, pensativos. Observa todo esto en espera del ansiado pretendiente que pronto va a llegar. Sonrisas ingenuas, miradas penetrantes.
  Nos llegan las notas de un tiple por el camino de la guardarraya y las voces de unos trovadores:
Hoy es Nochebuena
y vengo  traerte mi canción,
mujer que llevo en el corazón,
de día y noche

  y así el tiple y las guitarras  dan rienda suelta a la inspiración del poeta-cantor, y el viento riega su melodía por la campiña cubana.
  Por los caminos carreteros o guardarrayas cercanas van llegando los campesinos de los alrededores, vestidos con sus mejores galas. Los perros ladran a tanto alboroto, es la alegría del guajiro cubano, sencilla, natural, feliz.
  La llama donde se cocina el lechón surge briosa, y sus chipas de color oro, rojas, y el olor del guayabo recién quemado, va invadiendo todo el espacio.


  Los poetas cantores van cantando, cantando sus sones, y las parejas bailan:
Hoy es Nochebuena
todo es música y alegría,
y vamos a echar un pie
con Josefa y María.

  Sonrisas, caras de alegría. Es la Nochebuena. De lo lejos nos llega el sonido de la campana de una iglesia vetusta, anunciando que muy pronto va a nacer el Niño Jesús, y todos miran al cielo y se persignan. Es un pueblo que cree y venera año tras año al recién nacido.
  La brisa nos llega, y nos acaricia el rostro. Se escucha el punteo de las guitarras, el ras-ras-ras del guayo, el tac-tac-tac de la clave, el chaqui-chaqui-chaqui de la maraca.. La marimba empieza a sonar, a dar nueva vibración a la música. Y las familias bailan, rién, son felices. La música se va esparciendo por la campiña.
  La noche nos llega, y se oye el sonoro movimiento de los palmares, y las ramas de los algarrobos, jagüey y árboles frutales. El ladrido de un perro se siente en la noche y otro lejano le responde; parece un eco interminable.
  El cielo se ilumina. La llanura luce más inmensa, silenciosa, sólo se siente el sonido de la música y el canto de los trovadores. Y las estrellas fulguran.
  Debajo de una palma, un joven le dice a la amada, palabras simples, palabras que salen de su corazón. Ella inmóvil, con sus ojos bajos, y su cara encendida de vivos colores, lo mira a él, bajo el cielo azul.
  Las estrellas fulguran en la noche; las nubes se mueven en el inmenso cielo, silenciosas, majestuosas. Y pienso nuevamente en ese pasado feliz de una Cuba que llevo en mi corazón.
  Y lo trovadores siguen con su cantar:
Don Pepe se ha vuelto rico
con la güira cimarrona,
ae…ae…ae la Chambelona
ae…ae…ae la Chambelona

  La luna silenciosa ilumina los bohíos. El aullido de un perro. Una lechuza emite su canto. Las campanas lejanas lanzan su tan-tan-tan sonoro, ruidoso. En este momento en el cielo una estrella de gran belleza cruza el inmenso espacio, con rumbo a Belén.
  En canto de los poetas-trovadores se siente con más brillo. Las parejas danzan. Rostros felices, ojos brillosos, olor a lechón asado, frijoles negros, yuca con mojo, café y ron, todo es alegría en el batey.
  Para finalizar mi recuerdo a Cuba, una décima a la bandera cubana del poeta matancero Agustín Acosta:
Gallarda, hermosa, triunfal,
tras de múltiples afrentas,
de la patria representas
el romántico ideal…
Cuando agitas tu cendal
-sueño eterno de Martí-
tal emoción siento en mí
 que indago al celeste velo
si en ti se prolonga el cielo
o el cielo surge de ti…!

Así era NUESTRA CUBA


FELIZ NAVIDAD A TODOS.

(Videos & Fotos) Panel del PEN CLUB Cuba:





Panel del PEN CLUB
Cuba: En defensa de una literatura ultrajada
09 de Diciembre de 2017
West Dade Regional Library
9445 Coral Way, Miami, FL 33165

VIDEOS

Recordando a la escritora cubana Eliana Onetti




Por: Roberto Soto Santana

Autora de poesía, ensayo y narrativa, y tal vez la escritora cimera del Exilio cubano en España, Eliana Onetti Ocampos, falleció tras una brevísima estancia hospitalaria cerca de su residencia en la ciudad de Los Alcázares, provincia de Murcia (España), en la Nochebuena de 2008, celebrándose sus exequias, con el oficio de un responso, en la tarde del día de Navidad.

Fiel hasta el final a su devoción por las Letras, y a pesar de su delicado estado de salud desde comienzos del citado año, dedicó muchísimas horas a llevar a feliz término -bajo su personal supervisión del diseño editorial, la corrección de estilo y la maquetación- la Antología que tenía entre manos para su aparición bajo el sello de la Editorial Calíope, "Pluma en Ristre", que vio la luz pública en los primeros días de 2009.

Cubana hasta los tuétanos, nació en 1944 en La Habana Vieja y allí creció, precisamente dentro del kilómetro cuadrado fundacional de la capital en la época colonial, donde se mantuvo residiendo y escribiendo sus versos y relatos más vibrantes hasta su salida de Cuba hacia España (tras muchos años de esfuerzos para conseguirlo) en septiembre de 1979. En Cuba tuvo una destacada trayectoria académica, que comprendió desde la enseñanza de idiomas a diplomáticos extranjeros, y el desempeño del cargo de Traductora e Intérprete de la Embajada de la República Árabe de Egipto en La Habana entre 1969 y 1975, hasta la tenencia de distintas cátedras de Literatura Española, ganadas siempre por Concurso-Oposición (la primera, precozmente, a los 16 años de edad) en Institutos de Enseñanza Preuniversitaria de La Habana.

Durante sus treinta años de exilio en España publicó varios libros propios de poesía y relatos (entre ellos, “En clave de Mujer”, “Surco y Hontanar”, “Nekione, flor de dolor”, “Al arrimo de mi otero”), insertó colaboraciones en prosa y verso en libros, periódicos y revistas, dirigió durante un largo periodo de años y escribió extensamente en La Gaceta de Arroyomolinos (la publicación cultural oficial del municipio madrileño de ese nombre), y plasmó numerosas aportaciones en un sinnúmero de publicaciones literarias en español no sólo de España sino del Norte, Centro y Sur del continente americano, así como de la Isla del Encanto -la entrañable Borinquen-.

En 1996 fundó en Madrid, en un acto público en La Casa de América, la Asociación Literaria Calíope (de la que fue ininterrumpidamente su Presidenta hasta su deceso), como instrumento para dar a conocer la obra de escritores en lengua española con un elevado nivel de calidad pero que hasta entonces no habían encontrado una voz editorial que les abriese al mundo del libro. Sus poemas, y sus ensayos de interpretación de la realidad sociológica y de las ideas de grandes pensadores, también aparecieron en periódicos y revistas de distintos países con mayorías o minorías hispanohablantes (por ejemplo, en La Información de Houston, Texas; en el semanario "20 de Mayo" de Los Angeles, California; y en Qué Pasa Bulletin, también en Los Angeles, California). También intervino con obra propia en varias Antologías poéticas y en la Antología de ensayos históricos "Las minorías determinantes", todas con el sello Editorial de Calíope. En abril de 2007 le fue conferida la Orden José María Heredia por el Instituto Nacional de Periodismo Latinoamericano.

Su obra literaria personal tiene un sello inconfundible de originalidad, y su vocabulario revela una cultura y un dominio del idioma fuera de lo común. Gran maestra de la expresión de los sentimientos íntimos ante las decisivas encrucijadas de la vida, la belleza de sus imágenes, metáforas y alegorías se sustenta en su acertado manejo de los tropos.

Tuvo una faceta poco conocida pero muy exitosa como asesora de empresas en España, organizadora de sus flujos de trabajo, y Secretaria Ejecutiva de Dirección.

Creó, actualizó constantemente y nutrió a lo largo de varios años, en el sitio Web www.asociacioncaliope.org, los espacios de Internet del Centro Cubano de España, de la Fundación José Martí y de la propia Asociación Literaria Calíope, cuyos contenidos coordinó y en gran parte construyó de su propia cosecha.

Su pluma sirvió bien a la Literatura y a su Patria desde su adolescencia, cuando su estro poético comenzó tempranamente a dar frutos, conservando una sublime polifacética inspiración creadora a lo largo de su vida.

Humildad y Cariño Humano




Este barbero afeita y pela a los pobres. Solo cobra un abrazo.

MIGUEL DE CERVANTES Y GRANADA


Miquel CervantesFoto 
Foto tomada de: oanagnostis
tomada de: Britannica






Tomada de: Wikipedia

Por:  Carlos Benítez Villodres
         Málaga (España)

La primera parte de la inmortal novela Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616, aunque fue enterrado el 23 de abril, y se conoce esa fecha como la de su muerte), fue impresa en Madrid en casa de Juan de la Cuesta, publicándose en dicha ciudad el 15 de enero de 1605. Esta primera parte, que consta de 52 capítulos, apareció con el título El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Sin embargo, la segunda parte, que consta de 74 capítulos, se publicó en 1615 con el título El ingenioso cavallero don Quijote de la Mancha.

Con el paso del tiempo, la importancia de esta novela, entre otros aspectos, radica en que fue la primera obra europea que desmitificó la tradición caballeresca y comedida de siglos anteriores. Cervantes logra esto al darle a su novela un tratamiento burlesco, ya que, con anterioridad, esta temática se basaba en un modelo o canon con unas reglas literarias sólidas, adherido a la figura de héroes fantásticos, que poco o nada tenían que ver con el mundo real. Obviamente, esta desmitificación la lleva a cabo Cervantes a través de sus personajes, ya que éstos son seres humanos reales con sus defectos, pasiones y vicisitudes, lo cual es imposible de asignar a cualquier personaje caballeresco. Por consiguiente, se puede afirmar que Don Quijote de la Mancha representa la primera obra literaria que abre camino a la novela moderna. Además, está considerada como la primera novela o composición literaria armónica, es decir, su autor ofrece al lector múltiples representaciones de la realidad, por lo que esta obra siempre ejerció y ejerce, a partir del siglo XVII, un influjo esencial y decisivo en la evolución progresiva de toda la narrativa ulterior preferentemente la occidental. 

Cuando se publicaron las dos partes de Don Quijote, Cervantes ya estaba casado con Catalina de Salazar y de Palacios. La boda se celebró el 15 de diciembre de 1584 en la localidad de Esquivias (Toledo), un pueblo de la comarca de La Sagra y rico en viñedos y olivares. Unión esta que fracasaría por los continuos viajes de Miguel, así como por el hastío del escritor respecto a su vida conyugal, aunque la pareja mantuvo la unión sacramental hasta el fallecimiento de Cervantes. Anteriormente a su matrimonio, Miguel tuvo por amante a Ana Franca de Rojas (Ana de Villafranca), de la familia judía de Fernando de Rojas, y esposa del tabernero Alonso Rodríguez. Con Ana tuvo Cervantes su única hija: Isabel de Saavedra, nacida un par de meses antes de su casamiento con Catalina. Tras el nacimiento de Isabel, Cervantes se desentiende de la madre y de la recién nacida, reconociendo a la niña cuando ya tenía 14 años y reclamándola a través de su hermana Magdalena. Así, pues, Cervantes puso a su hija a su servicio y le dio su segundo apellido, Saavedra, lo que Isabel nunca le perdonó a su padre. Ello explica el tenso vínculo, que siempre lo hubo, entre padre e hija. Quizá Cervantes actuó así por temor a que su esposa Catalina se enterase de la existencia de esa hija. En cuanto a otro supuesto hijo de Cervantes, de existencia muy incierta, habría nacido en Nápoles en 1575 y muy poco se sabe de él, salvo que se llamaba Promontorio y se menciona en el capítulo VIII de su Viaje del Parnaso junto con su madre, a la que Cervantes llamaba Silena. De este niño por datos sueltos de diferentes documentos parece ser que alcanzó la edad adulta y fue hombre de armas.

En los primeros días de junio de 1587, a los dos años y medio de casado, Cervantes deja Esquivias y Madrid y se marcha a Sevilla al conseguir un empleo de comisario real de abastos, bajo las órdenes del comisario general Antonio de Guevara. Este comisariado consistió en suministrar trigo y aceite y recaudar impuestos para los preparativos de la expedición naval contra Inglaterra, decretada por Felipe II. 

Recién llegado a Andalucía, estuvo por primera vez en Écija el 20 de septiembre de 1587 con la intención de requisar todo el cereal disponible, pero el trigo ya se encontraba en los graneros del deán del cabildo de la catedral de Sevilla. Cuando procedió a requisar el cereal el clero hispalense lo excomulgó por vez primera. En 1588 volvió a Écija para requisar aceite, consiguiendo sólo la mitad de este alimento, lo cual le ocasionó la segunda excomunión. Ese mismo año apodera a Fernando de Silva Ayala y Monroy, VI conde de Cifuentes, quien solicita en su representación la absolución de dichas excomuniones, lo cual consigue. Otras localidades andaluzas visitadas por Cervantes, en calidad de comisario real de abastos, fueron Marchena, Carmona, Castro del Río, Teba, etc. En 1594, tras la desaparición de dicho sistema de requisas, Cervantes dejó este cargo público, aunque continuó en tierras andaluzas hasta 1597.

Durante los años que Miguel estuvo en Sevilla, vivió fascinado por esta ciudad, lo cual le permitió acumular un rico bagaje de experiencias, base de sus obras de ambiente sevillano, como la comedia El rufián dichoso o, entre las Novelas ejemplares, El celoso extremeño, Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros.

Concluida su etapa como comisario, Cervantes es requerido para recaudar, en distintos municipios de Andalucía (Guadix, Baza, Motril, Vélez Málaga, Ronda, etc.), dos millones y medio de maravedíes que debían estas localidades a las arcas reales. Tras múltiples peripecias, Cervantes depositó lo recaudado en la banca del comerciante Simón Freire, de Sevilla, la cual quebró y Miguel no pudo entregar los maravedíes recaudados en la Tesorería del reino. Este desaguisado llevó al escritor manchego, en septiembre de 1597, a la Prisión Real por orden de la Audiencia de Sevilla, obteniendo, a finales de ese mismo año, la libertad bajo fianza. Con la salida de la cárcel acabaron los servicios de Miguel a la Hacienda de Felipe II, aunque, según algunos estudiosos de Miguel de Cervantes, éste no abandonó Andalucía hasta el verano de 1600, dos años después de la muerte del Rey Prudente (13 de septiembre) en San Lorenzo de El Escorial. Tras el fallecimiento del monarca, se erigió en Sevilla un monumento dedicado al rey fallecido. 

Durante las últimas correrías por determinadas poblaciones del último reino de Granada, Cervantes visitó Granada capital y, posiblemente también, la ciudad de Málaga. Pero fue Granada la urbe que más lo cautivó, que más lo impactó, dejando posteriormente esa atracción en al capítulo LXXII de la Segunda parte de El ingenioso cavallero don Quijote de la Mancha. Dicho capítulo lo tituló su autor De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea. En este capítulo Cervantes escribió que hallándose en la posada de su aldea, es decir, En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, (Esquivias), no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo…, tras su tercera y última visita a Barcelona y con el deseo de retirarse un año del oficio de caballero andante después de la derrota sufrida ante el Caballero de la Blanca Luna, se toparon con Álvaro Tarfe y con varios de sus criados en la puerta del mesón cercano a la aldea de don Quijote. Éste al verlo le dice a Sancho que cree haber reconocido a dicho señor, pues afirma que es el mismo que aparece en la Segunda parte de su historia, es decir, en el Quijote apócrifo de Avellaneda. Tras estas palabras, Sancho le responde que después, cuando se apee del caballo, se lo preguntarán, pero el caballero recién llegado le cuestiona a don Quijote: “¿Adónde bueno camina vuestra merced, señor gentilhombre?”. Y don Quijote respondió: “A una aldea que está aquí cerca, de donde soy natural. Y vuestra merced ¿dónde camina?”. Y el caballero le contestó: “Yo, señor, voy a Granada, que es mi patria”. “¡Y buena patria!”, replicó don Quijote. Seguidamente, éste le pregunta a dicho caballero si él es “…aquel don Álvaro Tarfe que anda impreso en la segunda parte de la Historia de don Quijote, recién impresa y dada a la luz del mundo por un autor moderno”, y el señor respondió: “El mismo soy…, y el tal don Quijote, sujeto principal de tal historia, fue grandísimo amigo mío, y yo fui el que le sacó de su tierra o, al menos, le moví a que viniese a unas justas que se hacían en Zaragoza, adonde yo iba…”.

Ciertamente, don Quijote conocía Granada desde hacía tiempo. Y el recuerdo de la Ciudad de la Alhambra quedó, como una gratísima impronta, en su memoria. 

Este diálogo entre don Quijote y Álvaro Tarfe me anima a decir que quien verdaderamente me conoce, desde hace más o menos tiempo, sabe que mi vida entera amamanta y acrecienta cada día el profundo e inmenso amor que siento por Granada, soberana de la felicidad, de claridades únicas y apasionadas, desde que la besé por vez primera, cuando la vida de un número significativo de personas es toda deseo y el deseo todo vida. Es esa etapa en nuestro continuo caminar, en la cual aún llevamos el alma virgen, el corazón rebosante de amor, anhelos y esperanza, y la mente se halla, con más o menos tesón, con más o menos interés, en la fase primera de la escalada hacia las cimas de las siempre abruptas sierras del conocimiento. Por cierto, nunca jamás coronadas por el ser humano, porque nadie ha logrado alcanzar en vida la sabiduría absoluta.

Concluyo ya incrustando en el corazón de la humanidad estas palabras, flores de la Vega granadina y de Sierra Nevada: “El cuadro más maravilloso por Dios creado es Un atardecer en Granada” Un atardecer que hoy y siempre nos va a proporcionar la dicha más grandiosa para los que amamos a Granada: “Contemplar la Alhambra mientras se viste de luna”. Tengamos, pues, siempre presente aquellas palabras de Álvaro Tarfe y don Quijote: “Yo, señor, voy a Granada, que es mi patria”. “¡Y buena patria!”, replicó Don Quijote.


Todo lo que no sabías sobre la calle Neptuno (curiosidades, negocios y mucho +)



Todos los historiadores coinciden en que la calle Neptuno recibió ese nombre porque en ella se encontraba la antigua fuente de Neptuno
Todos los historiadores coinciden en que la calle Neptuno recibió ese nombre porque en ella se encontraba la antigua fuente de Neptuno, de ahí que también haya sido conocida en tiempos pasados como la calle de la Pila. Esta fuente que hoy se encuentra situada en la Avenida del Puerto se encontraba antes ubicada en la intersección de la actual calle Neptuno con el Paseo del Prado o Paseo de Martí, que antes se llamó Alameda de Isabel II en honor a esa reina de España.
Plantea Pezuela en su obra Diccionario Geográfico, Estadístico, Hispánico de la Isla de Cuba publicado en 1863 que la calle de Neptuno era:
“(…) casi completamente rectilínea con más de 30 varas de ancho. Abre por el este en la del Prado, y estrechándose en varios espacios, termina por el oeste en la calzada de Belascoaín, entre la cual y la calle del Prado recorre 13 manzanas de elegantes casas por la derecha y otras tantas por la izquierda, en la paralela de la plaza de toros y la calzada de la Beneficencia. Es una de las pocas calles de población en donde aparecen vestíbulos acolumnados, anchos patios y algunos jardines.”
Calle comercial
Como puede suponer el lector, con el paso de los años la calle Neptuno cambió mucho. Las exigencias de la modernidad hicieron desaparecer los jardines y la que, en un principio fue una calle de población (donde la mayoría de sus construcciones se destinaban a viviendas) con el decursar del tiempo acabó convirtiéndose en una pujante vía comercial.
Los comercios florecían en Neptuno y Amistad
Los comercios florecían en Neptuno y Amistad
El crecimiento de la ciudad hacia el oeste hizo también que se extendiera en su recorrido, y si antes sólo llegaba hasta la calzada de Belascoaín, hoy se extiende a lo largo de 26 manzanas desde su nacimiento en la calle Monserrate (en la antigua zona de las murallas) hasta la calle Masón, en las inmediaciones de la Universidad de La Habana.
Durante la República la calle fue popularmente conocida por algunos como la Vía Blanca de La Habana por la luz que proyectaban las marquesinas de sus comercios, y, oficialmente, denominada por acuerdo del Ayuntamiento capitalino como Juan Clemente Zenea, mas ninguna de estas dos denominaciones alcanzó popularidad entre la gente.
Negocios más recordados
Aunque diversos negocios comenzaron a ocupar sus bajos desde el siglo XIX la calle alcanzó su verdadera fama de calle comercial en la centuria pasada. Entre los establecimientos más importantes que se domiciliaron en la calle Neptuno vale la pena recordar a:
Roberts & Company: Ocupaba el gran edificio de Neptuno 167 y fue el mayor negocio importador de cigarrillos norteamericanos que existió en Cuba durante la República.
La Casa del Perro: Se dedicaba a la venta de canes de pedigrí que importaba desde Estados Unidos y Europa. Con el paso de los años se diversificó a la venta de todo tipo de accesorios para mascotas.
American Photo Studios: Una de las casas más populares entre las que se dedicaban al giro de la fotografía. Llegó a poseer un archivo con más de 20 000 negativos fotográficos de gran valor histórico. Muchos de ellos databan de la época colonial e incluían vistas de los primitivos ingenios, costumbres y personajes típicos.

Mueblería La Moda: Desde 1907 se instaló en la calle Galiano y abrió una sucursal en Neptuno. Se dedicaba a la venta de muebles exclusivos, lámparas y objetos de decoración. Sus grandes almacenes se encontraban en Concordia y Salud.
Dulcería Neptuno: La dulcería más grande de la calle, situada en el número 510. Se especializaba en pastelería fina francesa, aunque también elaboraba dulces típicos cubanos.
La Casa Cofiño: Un bazar de ropa hecha y uno de los establecimientos más antiguos de la calle Neptuno. Se fundó en la década de 1880; desde este año y hasta 1929 giró bajo el nombre comercial de El Parlamento. En su local se reunían los elementos del barrio para discutir de política, aprovechando las libertades concedidas por España tras la paz del Zanjón.
El Palacio de Cristal: Uno de los comercios más elegantes de la calle. Situado en la esquina de Neptuno y Campanario, se dedicaba a la venta de ferretería y cristalería. Se fundó por Genaro Pedroarias en 1926, quien lo trasladara desde su antigua ubicación en Teniente Rey y Cuba.
El Siglo XX: Famoso café situado en el estratégico cruce con la calle Belascoaín. Nació con el siglo XX de la mano de Navarro y Compañía.
La Filosofía: Una de las tiendas más antiguas y famosas de la calle que aún se mantiene prestando servicios. Se fundó el 8 de mayo de 1870 y desde el principio se dedicó a la venta de ropa y sedería. En la República inauguró un nuevo gran edificio que es el que ha llegado hasta nosotros.
La tienda por departamentos La Filosofía, una de las más distinguidas de la calle
La tienda por departamentos La Filosofía, una de las más distinguidas de la calle
La Zarzuela: Establecimiento fundado en abril de 1897 en Neptuno 461. Se dedicaba a la venta de tejidos.
La Casa Pérez: Entre el año de su establecimiento 1906 y el año 1908 se llamó Los Tres Hermanos. Era una camisería de lujo. Cada cierto tiempo y como curiosidad las vidrieras de este comercio evocaban la evolución que a lo largo de los años había sufrido el arte del vestir entre los habaneros.
Hotel Plaza: Situado en Neptuno y Zulueta. El edificio, propiedad de los Marqueses de Pinar del Río, sirvió primero como sede del Diario de la Marina, antes de comenzar a funcionar como hotel en 1912, función que todavía mantiene. En las primeras décadas del siglo XX fue el preferido de los norteamericanos que visitaban Cuba. En él el célebre barman español Maragato hizo famoso el Daiquirí.
El magnífico hotel Plaza en la esquina de Neptuno y Zulueta
El magnífico hotel Plaza en la esquina de Neptuno y Zulueta
Casa Carrasco: Una de las casas comerciales más importantes de Cuba entre las que se dedicaban a la importación, producción y venta de accesorios de ortopedia.

DEL HOSPITAL REINA MERCEDES A COPPELIA.

14 Viernes Sep 2012


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Pasando por un Proyecto de Hotel, Centro Turístico y Cabaret “Nocturnal”..

La heladería Coppelia cumplió, el pasado 4 de junio, 46 años de construida. Lo curioso es que este establecimiento monumental, enclavado en lo que sigue siendo el corazón de La Habana moderna, no se inauguró nunca de manera oficial. Un día abrió sus áreas al público y la gente entró para saborear los 26 sabores de helados que ofertaba entonces y que, con el tiempo, llegaron a ser 54. Fue en esa época el centro de encuentro y reunión por excelencia, y en buena medida lo sigue siendo.

Los jóvenes de entonces, antes de ir a cualquier lugar, iban primero a Coppelia, o terminaban la noche en sus predios. A la oferta de los helados se unía la de sueros y batidos, y los precios eran escandalosamente bajos, más si se comparan con la calidad del producto, sencillamente insuperable. Un helado Coppelia era un helado Coppelia, y punto.

En esa manzana comprendida entre las calles 23 y 21, L y K, donde se construyó la heladería, estuvo el hospital “Reina Mercedes”. Se llamó así por la esposa del rey Alfonso XII, de España, bisabuelo del actual rey Juan Carlos. Mercedes murió poco después de su matrimonio, y el hospital pasó a ser entonces “Nuestra Señora de las Mercedes”, pero los habaneros terminaron llamándolo “Mercedes” a secas. Así somos. Funcionó hasta 1954.

Sus terrenos, que en 1886 costaron 7 000 pesos, se vendieron entonces en casi 300 000. Una compañía constructora se empeñó en edificar allí un hotel de 500 habitaciones. El triunfo de la Revolución tronchó el proyecto, y en el espacio del demolido hospital Mercedes se construyó un centro turístico con lagos y montañas artificiales, escenario flotante, bar, cafetería y restaurante para 500 comensales. Por razones que desconozco, ese centro turístico no progresó y dio paso a un cabaret que llevó el nombre de Nocturnal. Esta fue la época de las tertulias del Café El Gato Tuerto, el programa Nocturno y el ya citado cabaret Nocturnal (frente al cine Radiocentro hoy cine-teatro Yara), donde se reprodujo la Sierra Maestra. En este cabaret actuaba, ya convertido en hombre espectáculo, Bobby Carcassés con la Banda Gigante de Obdulio Morales.

Llegó así el año de 1966. Se dice que de un congreso celebrado en el hotel Habana Libre surgió la iniciativa de convertir la zona recreativa en cuestión en un espacio más silencioso y familiar. Y fue así que alguien precisó la idea de la heladería. El proyecto fue llevado a cabo por el arquitecto Mario Girona.

Y la “Catedral” del helado sigue allí…

Ensayo no publicado de Vallejo contra Gabriel García Márquez

10 May 2013 - 5:41 AM
Nelson Fredy Padilla / editor dominical de El Espectador

En el libro ‘Peroratas’ (Alfaguara) del escritor Fernando Vallejo, se incluyó un escrito sobre Gabriel García Márquez, no publicado por ‘El Malpensante’.


El siguiente es el mensaje que envió a este diario Andrés Hoyos, director de la revista ‘El Malpensante’: 
“En el ‘Alto Turmequé’ del domingo hay una imprecisión que quisiera señalar. Dicen allí que El Malpensante rechazó un ensayo que Fernando Vallejo nos propuso en 1998 por ser un ataque contra García Márquez y Cien años de soledad, lo cual es sólo parcialmente cierto. De hecho, publicamos por esos días otro ensayo de Vallejo llamado ‘Cursillo de orientación ideológica para García Márquez’, donde Fernando arremete contra el comportamiento político de su famosísimo compatriota sin la menor contemplación (ver: http://bit.ly/10bJ9XH). El que no publicamos pretendía demoler Cien años de soledad diciendo que es una novela escrita en tercera persona y otras cosas que ustedes citan en la nota. Yo era el director en esa época y recuerdo que mi respuesta a Vallejo fue: ‘uno no ataca a un elefante con un cortauñas’. Dicho esto, me parece estupendo que Alfaguara haya publicado el ensayo de marras para que sean los propios lectores quienes decidan si el elefante muere o no”.

El siguiente es el texto completo del ensayo “Un siglo de soledad”, rescatado por Alfaguara para el libro ‘Peroratas’, ya en librerías, y cuya publicación exclusiva en El Espectador fue autorizada desde México por el escritor Fernando Vallejo con este mensaje: “¡Cómo voy a atacar yo a un elefante! Ni con un cortauñas ni con nada. Yo no soy como el Borbón bribón que tienen los españoles, que hace poco mató a uno de esos hermosos animales con un rifle y salió como un héroe en primera plana en El País de España. Yo amo a los animales. En prueba los cien mil dólares del premio Rómulo Gallegos, que los di para los perros abandonados de Venezuela; y los ciento cincuenta mil del premio de la FIL, que los di para los de México. Muchos años después del incidente de El Malpensante, recuerdo la remota mañana en que el coronel Andrés Hoyos me rechazó el artículo sobre nuestro genio máximo escrito para nuestra revista máxima. Bogotá era entonces una aldea de cien mil habitantes que vivían de huevos prehistóricos”. 

UN SIGLO DE SOLEDAD

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».

En uso del derecho a malpensar que me confiere esta revista, voy a hacerte unas preguntas, Gabito, muchos años después, sobre tu libro genial que así empieza. ¿Muchos años después de qué, Gabito? ¿De la creación del mundo? Si es así, yo diría que tendrías que haberlo dicho, o algún malpensado podrá decir que se te quedó tu frase en veremos, como una telaraña colgada del aire. Pero si no es después de la creación del mundo sino «después de aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo», entonces algo ahí sobra. O te sobra, Gabito, el «remota» pues ya está en «muchos años después», o te sobra el «muchos años después» pues ya está en el «remota».

Pero no te preocupés por la sintaxis, Gabito, que con las computadoras y el Internet ¿hoy a quién le importa? Al que te venga a criticar con el cuento de la sintaxis, decile que ésas son ganas de malpensar, de joder, y mandalo al carajo, que vos estás por encima de eso. Soltales un «carajo» de esos sonoros, tuyos, como los de tu coronel Buendía.

Y en efecto, la originalidad de tu frase inicial, así a algún corto de oído le suene sintácticamente coja, es soberbia, y no está en la sintaxis sino en la escena luminosa que describes. Un viejo que lleva a un niño a conocer el hielo, ¿no es una originalidad genial? ¿Cómo se te ocurrió, Gabito? ¿Cómo se dio el milagro? ¿De veras fue como lo has contado en repetidas ocasiones a la prensa, una tarde calurosa en que ibas camino de Acapulco con Mercedes? ¿En qué ibas pensando camino de Acapulco con Mercedes esa tarde calurosa? Aunque yo soy un pobre autor de primera persona que a las doce del día no recuerdo qué desayuné, y no un narrador omnisciente como vos que todo lo sabés, oís y ves, y que leés los pensamientos y nos podés contar lo que recordó el coronel Buendía muchos años después, apuesto a que sé en qué ibas pensando esa tarde calurosa camino de Acapulco con Mercedes. Ibas pensando en Rubén Darío, en su autobiografía, en la que el poeta nicaragüense, muerto en 1916, cuenta que su tío abuelo político, el coronel Félix Ramírez, esposo de su tía abuela doña Bernarda Sarmiento, lo lleva a conocer el hielo: «Por él aprendí pocos años más tarde a andar a caballo, conocí el hielo, los cuentos pintados para niños, las manzanas de California y el champaña de Francia». ¡Te plagió, Gabito, te plagió ese cabrón nicaragüense! ¡Y con semejante frase tan fea! Y no sólo te robó el hielo y el grado de coronel, sino hasta la expresión genial tuya de «muchos años después», pues el «pocos años más tarde» de ese sinvergüenza ¿no viene a ser lo mismo, aunque al revés? Y después dicen que los colombianos somos ladrones. ¡Ladrones los nicaragüenses! Cuando te acusen de plagio me llamás a mí, Gabito, yo te defiendo. A cambio vos me vas a enseñar a ser autor omnisciente y a leer los pensamientos. Como ves, ya empecé a aprender, vos me diste el ejemplo, ya sé en qué ibas pensando camino de Acapulco con Mercedes esa tarde calurosa en que se te ocurrió lo del hielo: en ese nicaragüense ladrón. Pero explicame ahora la segunda frase de tu libro genial: «Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos». ¿Huevos prehistóricos? ¡Prehistóricos serán los tuyos, güevón! No hay huevos «prehistóricos». Los huevos son del Triásico y del Jurásico, o sea de hace doscientos millones de años, cuando los pusieron los dinosaurios, y nada tienen que ver con la prehistoria, que es de hace diez mil o veinte mil. Los bisontes de las cuevas de Altamira y de Lascaux sí son prehistóricos. Sólo que los bisontes no ponen huevos. ¿O en el realismo mágico sí? En esto de los huevos prehistóricos sí metiste las patas, Gabito. ¡Por no consultarme a mí! ¿Qué te costaba, si yo también vivo en México, llamarme por teléfono desde Acapulco? Yo tengo en México dos o tres libros de paleontología con unos huevos de dinosaurio fosilizados, magníficos, muy útiles para tu creación del mundo y de tu Macondo.

Pero aclarame aunque sea otra frase, la tercera, Gabito: «El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo». Si vos estás escribiendo en español –una de las contadas «lenguas de civilización» de que habla Toynbee, y que ha producido la máxima obra literaria, el Quijote, después de la cual sigue la tuya, si no es que es al revés–, ¿no se te hace que se te fue un poquito la mano con eso de que muchas cosas carecían de nombre y que para mencionarlas había que señalarlas con el dedo? ¿No hay ahí una inadecuación entre la lengua tuya, la del narrador (así sean tan genialmente pobres su léxico y su sintaxis), y el mundo que describes? Para mí que te hubiera quedado mejor tu libro en protobantú o en una lengua de la Amazonia. Pero claro, en protobantú nadie se llama Aureliano Buendía con nombre y apellido, ni mucho menos tiene grado de coronel. Gabito: ¿No se te hace raro que en Macondo muchas cosas no tengan nombre pero las personas sí? Y para colmo con grado militar. En un mundo tan primitivo, Gabito, tan recién bañado por el primer aguacero cual es el caso de Macondo, ¿de dónde salió la jerarquía militar? Pues donde hay un coronel hay generales y mayores y cabos. Pero esto no es un reproche, Gabito, yo a vos te tengo buena voluntad. Nada más te lo recuerdo por si algún cabrón malpensado algún día te lo saca a relucir, estés preparado y sepás qué responder. Respondele: «Animal, ¿no ves que estamos ante el realismo mágico? Por eso es mágico. Si las cosas tienen explicación, ¿dónde está la magia? ¿Qué chiste hay pues?».

De todas formas, Gabito, si cuando escribías tu creación del Universo me hubieras consultado sobre este asunto de los nombres de los personajes, yo te habría aconsejado que para evitar malpensamientos de cabrones los señalaras con el dedo. Además eso de llamar a los personajes cada vez que se mencionan con nombre y apellido en realidad no es manía tuya, es de Rulfo y de Mejía Vallejo: Pedro Páramo, Pedro Canales, Anacleto Morones, Fulgor Sedano, Susana San Juan... Vos que sos tan imaginativo y genial ¡qué vas a copiar a ese par de güevones!

Ahora bien, si no querés señalar a tus personajes con el dedo, pues mencionalos siempre con nombre y dos apellidos para que te distingás de ellos. Por ejemplo: Mauricio Babilonia Asiria, Pietro Crespi Rossini, Pilar Ternera Mesa. Con este cambio tu comienzo te quedaría así: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía Iguarán habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». Mejora mucho en originalidad. Incluso el «Iguarán» lo podés cambiar por «Iguana»: el coronel Aureliano Buendía Iguana. Suena más paleontológico, más a huevo prehistórico.

Llegados a este punto, Gabito, te quiero preguntar una última cosa, pero si no me la querés contestar no me la contestés: ¿De veras plagiaste a Balzac? ¿O eran elucubraciones sin fundamento de ese guatemalteco envidioso de Miguel Ángel Asturias? ¿Te acordás con la que salió ese güevón? Que dizque vos sacaste a tu coronel Aureliano Buendía del Baltazar Claës de La búsqueda del absoluto de Balzac, quien arruina a su mujer tratando de fabricar oro pero en vez de oro sólo fabrica un diamante. ¡Cómo lo ibas a plagiar si tu coronel Aureliano Buendía no fabrica diamantes sino pescaditos de oro! El tono, claro, de las dos novelas, la tuya y la suya, se parece mucho. Ustedes dos escriben como comadres chismosas, en prosa cocinera. Pero eso está bien para el tema de ambos. Además, ¿quién te puede probar Gabito que le robaste a Balzac el tono? Robarle un autor a otro el tono es como robarle un hombre a otro el alma. Y si a ésas vamos, también a vos te lo robó Salvador Allende. Ah no, fue su sobrina, ¿cómo es que se llama?

En fin, Gabito, para terminar porque ando corrigiendo unas pruebas y muy apurado, una última inquietud, ahora sobre el título de tu libro genial. ¿Por qué le pusiste «Cien años de soledad» en vez de «Un siglo de ausencia» como el bolero? Yo hubiera preferido «un siglo» ya que estás hablando en números redondos y que tuviste el acierto de que no fueran ciento uno o noventa y nueve, lo cual es otra genialidad. ¿Cómo se te ocurrió? Claro que «años» me suena mal. «Año» me suena a «caño», «coño». Yo sería incapaz de poner la palabra «año» en el título de un libro mío. La eñe es fea letra, hay que desterrarla del idioma. En cuanto a la soledad, mejor cambiásela por «ausencia», pues en español «Soledad» también es nombre propio, y así algún malpensado puede pensar que tus «Cien años de Soledad» son los cien años que doña Soledad lleva sola: doña Soledad Acosta viuda de Samper, doña Sola, doña Solita, ¡ay!

Gabito: No te preocupés que vos estás por encima de toda crítica y honradez. Vos que todo lo sabés y lo ves y lo olés no sos cualquier hijo de vecino: sos un narrador omnisciente como el Todopoderoso, un verraco. Y tan original que cuanto hagás con materiales ajenos te resulta propio. Vos sos como Martinete, un locutor de radio manguiancho de mi niñez, que con ladrillos robados a la Curia se construyó en Medellín un edificio de quince pisos propio. E hizo bien. Las cosas no son del dueño sino del que las necesita. Además vos también estás por encima del concepto de propiedad. Por eso te encanta Cuba y no lo ocultás. El realismo mágico es mágico. ¡Qué mágica fórmula!

La Palabra: El Español

grafico tomado de: El Mundo

Por René León 
  De las ciencias inventadas por el ser humano, es la palabra la principal de ellas. Sin ese don  del habla, nos podíamos considerar al nivel de la fauna que nos rodea, que ignoramos su manera de comunicarse. Según los investigadores son los primeros homínidos (relativo a un suborden de los mamíferos primates actuales) del Paleolítico. El hombre de las cavernas que no caminaba erecto, ni sabía construir una choza donde vivir, viviendo en cuevas; no tenía armas para defenderse de los animales feroces. Pero pudo resistir los rigores de los glaciares por más de 600 mil años. Pero poco a poco empezó a construir armas para defenderse y objetos , y con la introducción del fuego, producido por el roce de dos piedras, marca un paso de avance en sus vidas. Ellos dejaron en las cavernas cerca de Niza (Costa Azul francesa) huellas de aquel tiempo.
  Se ignoran los pioneros del primer lenguaje humano, pero según los historiadores estiman que fue en la ya desaparecida Atlántida o Lenuria, que yacen en el fondo de los océanos, donde ya se utilizaba el lenguaje humano. Si antes del Neolítico existió un idioma, se ignora. En las cuevas de Altamira (Santander) quedan huellas del “homo sapiens” promotor de la cultura occidental. Los sumerios de Mesopotamia y los cretenses que se adelantaron  mucho antes que los egipcios. Durante el llamado Matriarcado 8,000 años atrás, surge el primer imperio universal por los etíopes. Ahora es a los sumerios de Irak, 4500 a.C. que se les atribuye la primera escritura.
  Son los egipcios los que nos legaron el libro en sus muertos encontrados junto a las tumbas de las momias faraónicas.
  Desde que el humano empieza hacer uso del lenguaje, el mundo va cambiando. Dice Tomás Carlyle: “…con una ley primaria de la humana naturaleza, existente aún en todas partes, y se reduce a que lo que un hombre siente dentro de sí mismo de un modo intenso no sosiega hasta que lo arroja fuera de sí por medio de la palabra, representándolo en forma visible y natural, como si le concediese vida y realidad histórica”.
  Al referirse al Español, Emilio Relaño, dice: “ Esos millones y millones de hombres que, tan lejos de las fronteras de nuestra patria, expresan en castellano sus sentimientos, cantan sus alegrías y lloran sus desgracias en el idioma de España. No son, no pueden ser, enteramente extraños a nosotros. No importa que legalmente sea un colombiano o un paraguayo tan extranjero como un sueco o un turco. Hay algo que está por encima de todas las divisiones políticas hechas por los hombres, y ese algo es la comunidad de ideas que lleva consigo la comunidad de lengua”. Ese gran escritor que era Horacio Quiroga, decía: “ Igual que las selvas mudan sus hojas con el fluir de los años fugaces, y van cayendo las más viejas, del mismo modo perecen las palabras más antiguas, y las que acaban de nacer florecen juveniles y lozanas. Estamos sujetos a la muerte, nosotros y lo nuestro”.
  Martín Alonso, dice sobre nuestra lengua:” El Lenguaje no es ciencia exacta ni patrimonio de nadie en particular. Surgió de todos y para todos. Por eso yo lo califico de inseguro, variable, inconveniente, inexacto y engendrador de gresca. Mi lenguaje es mío. Su lenguaje es suyo”.
  Tenemos que defender nuestra idioma, que es bello, sonoro y musical. Muchas de las grandes obras de la literatura estan escrita en español. Entre ellas honra de nuestra lengua Don Quijote de la Mancha de Cervantes. D. del Olmo, dice sobre el Don Quijote; “La curva de la gloria cervantina, hemos dicho ya, sigue su curso ascendente. Creemos que es ahora cuando se le comprende mejor que nunca, en toda su pureza emotiva y literaria. Pero no por eso deja de ser una obra maestra del idioma español”.
  Pronto se va celebrar otro año más del Descubrimiento de América, qué mejor manera de honrarlo que defender nuestra lengua española contra otras  innovaciones que quieren imponernos.

    ¡VIVA NUESTRO IDIOMA ESPAÑOL!

CENTRAL HERSHEY – SANTA CRUZ DEL NORTE

28 Jueves Feb 2013

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Milton Hershey… un hombre con suerte…
(Publicado por D. Jácome)

Muy cerca de Santa Cruz del Norte, que es un municipio ubicado en la costa norte de la isla, se encuentra un lugar que lo compenetra a la naturaleza y los bellos paisajes. Nos referimos a los “Jardines de Hershey”, con exuberante vegetación y la posibilidad de darse un chapuzón en las cristalinas aguas del río que recorre toda la instalación. Lo cierto es que parece que el tiempo se ha detenido en este lugar, cuyas casas de piedra o madera con techos de zinc y ordenadas junto a calles perfectamente delineadas, recuerdan un poblado rural norteamericano del siglo pasado. ¿Por qué?
La historia cuenta que sus inicios giran alrededor de 1916. Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, el azúcar de remolacha europea que Milton S. Hershey utilizaba en su fábrica de chocolate empezó a escasear, así que el magnate viajó a Cuba y empezó a adquirir plantaciones de caña y a construir refinerías para garantizar el abastecimiento de su fábrica en Pennsylvania. Hershey, dueño de “Hershey Corporation”, la industria del chocolate más famosa del planeta, se enamoró a primera vista de Cuba, de su clima, y de lo que él llegó a llamar “la eterna primavera tropical”.
Después de probar la calidad del azúcar cubano, el empresario Hershey optó por ocuparse directamente de su producción e incluso de su transportación hasta el puerto. Es por ello que allí mandó construir las fábricas y demás establecimientos , que tuvo mayor auge con la llegada del tren eléctrico, que pronto tuvo su línea para mover los materiales de lo que se llamaría como el “Central Hershey”, equidistante de La Habana y Matanzas.
Los primeros trenes eran a vapor, pero en 1919 “Hershey Ferrocarril Cubano” comenzó a pedir equipos eléctricos a “JG Brill” y “General Electric”. El servicio de pasajeros eléctrico entre Matanzas y “Central Hershey” comenzó en enero de 1922 y se extendió a Casablanca, al otro lado de la bahía de La Habana, en el mes de octubre de ese mismo año. En 1924 tenía una flota de 17 coches eléctricos de pasajeros y 7 locomotoras eléctricas. Además de los pantógrafos de los vehículos troles realizado con el fin de cruzar las líneas de tranvía en Matanzas y Regla.
Con el paso de los años nació la comunidad, diseñada al estilo y gusto de su fundador instalándose el ingenio, las plantaciones cañeras y el ferrocarril. Hershey construyó una pequeña comunidad para que sus trabajadores no tuviesen que viajar desde tan lejos y estaba basada en el modelo de comunidad que también había creado para sus trabajadores en Pennsylvania, USA.
Las casas de este pequeño pueblo eran bastante cómodas y tenían un estilo americano muy pronunciado, ya que a pesar del clima tropical contaban hasta con chimenea. Además de las viviendas, Hershey, que quería empleados saludables, mandó a construir un centro médico totalmente equipado y una farmacia bien abastecida, una escuela pública gratuita para los hijos de sus trabajadores, un club social deportivo con varias instalaciones, entre las que se incluían un campo de béisbol y ¡uno de golf!.
Quería empleados saludables, por eso también estableció una pequeña clínica, además de una céntrica farmacia bien abastecida, igualmente el supermercado y la carnicería estaban dotados de grandes frigoríficos y las paredes con azulejos relucientes. La comunidad contaba con su propia planta de energía, alcantarillado y agua potable. Incluso los más pequeños tenían su pequeño “parque de diversiones”, que era un parque infantil con toboganes y columpios.
El gobierno cubano de ese entonces condecoró y premió muchas veces a este empresario norteamericano, que de hecho cuenta con la presea más alta que Cuba concede: la “Gran Cruz a la Orden Nacional”.
A fines de la Segunda Guerra Mundial, la compañía ya tenía suficientes plantaciones en Estados Unidos y llegó a la conclusión de que ya no necesitaba del azúcar cubana. Todas sus fábricas y propiedades, incluido el ferrocarril, fueron vendidas a la “Cuban-Atlantic Sugar Company.”
En 1958, la “Hershey Chocolate Corp.” vendió este Central al industrial cubano Julio Lobo Olavarría (1889-1983) principal propietario de centrales azucareras, dueño de 16 centrales y el mayor productor de azúcar de Cuba, con una producción de 3 941 814 sacos de 325 libras.
Del municipio de Santa Cruz del Norte quedan muchos temas por publicar. Allí se encuentra actualmente la fábrica del “Ron Habana Club”, donde antes se fabricaba entre otros, el “Ron Sta Cruz”(1928), pues el “Habana Club” se producía en Cárdenas, provincia de Matanzas. También este Municipio, que hasta 2010 pertenecía a La Habana, es uno de los que conforman la nueva Provincia de Mayabeque… Es decir que el Habana Club ya se ha fabricado en tres provincias diferentes ¿Faltará alguna otra?
Como nota curiosa, en 1912 Milton Hershey y su esposa se salvaron de viajar -y quizás morir- en el “Titanic”, a causa de una repentina enfermedad de última hora de la Sra. Hershey, lo que los obligó a cancelar los pasajes que debían llevarlos desde Inglaterra a Nueva York. En el “Museo Hershey” en Harrisburg (PA) se conserva el cheque con el que se pagó los pasajes a la “White Star Line”, compañía naviera dueña del “Titanic”.
Un hombre de suerte…