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martes, 15 de octubre de 2013

El 10 de octubre de 1868. Ingenio La Demajagua

“VIVA  CUBA  LIBRE”


 
René León

  El 10 de octubre de 1868 en el ingenio de La Demajagua, un grupo de cubanos (37 hombres) se lanzaron a la guerra al grito de “Viva Cuba Libre”; en aquel momento no fueron muchos pero dirigidos por Carlos Manuel de Céspedes, se olvidaron de los peligros que le esperaban. La independencia de Cuba había sido proclamada.

  Ramiro Guerra, en su libro sobre la Guerra de los Diez Años, dice: “De igualdad no hablaron nunca, o lo hicieron en forma extremadamente discreta, sin alcance político ni social. En el Manifiesto de La Demajagua constan, en marcado contraste, terminantes y repetidas declaraciones favorables a la igualdad”.

  La primer etapa de la guerra fue encabezada por los terratenientes cubanos que trataban de conservar los beneficios como hacendados, ganaderos y comerciantes, y disfrutar de un mercado libre de trabas en una Cuba libre. Pero sin olvidar al campesino y aboliendo la esclavitud,  incorporando en igualdad de condiciones a los negros libres o esclavos y al campesinado cubano.

  Emilio Roig de Leuchsenring, dice: “El carácter avanzado o conservador de las tendencias que existieron en el seno de la Revolución del 68, se manifiesta en las posturas ante los problemas fundamentales de la esclavitud, sistema de gobierno y problema de la tierra”.

  El error de los patriotas cubanos, cuando iniciaron la guerra el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua, fue en pensar que la adhesión a Estados Unidos significaría para la causa cubana que nos ofrecieran  una ayuda material y moral, con una declaración de beligerancia a favor de los revolucionarios cubanos que permitiera la adquisición de armas y otros pertrechos de guerra.  Todo fue desde un principio por parte de los norteamericanos un rejuego y traicionar nuestras esperanzas. Estados Unidos ofreció a España su apoyo para mantener su soberanía en Cuba y adoptó en todo momento una actitud de abierta hostilidad y oposición.

  En la Asamblea Constituyente de Guáimaro, dice Roig de Leuchesenring : “… se dio la primera batalla democrática en nuestra tierra. Allí se enfrentan el liberalismo y el conservadorismo, el militarismo y el civilismo. Y salieron triumfante los criterios implementos  democráticos y progresivos. Toda posible dictadura civil o militar, fue repudiada. Triunfó la absoluta igualdad, no reconociéndose forma alguna de esclavitud; se rompieron los fueros y privilegios personales o clasistas; se proclamaron, como principio básicos fundamentales de la nación cubana, la soberanía popular, las libertades de culto, imprenta, reunión pacífica, enseñanza y petición”.

  Si miramos hacia el ayer, veremos que los errores por las disensiones y rivalidades en los iniciadores de la Guerra del 68, sin la contemplación de ellos, podemos comprender los ejemplos de desinterés, valor y patriotismo de los hombres del 95 al 98, que quedaron logrados con el triunfo de un solo ideal, la libertad del pueblo cubano, más tarde traicionado con la Enmienda Platt.

  La Guerra de los Diez Años, fue en realidad la llama que mantuvo el pueblo cubano por su libertad. Costo cientos de vidas, nuestra economía quedó destruida por la falta de medios de nuestro pueblo. Pero al pasar los años la nueva generación del exilio y de los aguerridos combatientes  del 68 fueron guiados  por su gran dirigente, el Apóstol José Martí, que supo plasmar con sus escritos en toda la América nuestro afán de ser libres, “con todos y para el bien de todos”.

  Para terminar un acto más de odio de los Voluntarios españoles. El Casino Español de La Habana lanzó en 2 de marzo de 1870 un manifiesto que terminaba con estas palabras: “Los españoles que están en Cuba podrán ser vencidos; cedidos o vendidos, jamás: Cuba será española o la abandonaremos convertida en ceniza”.

De que los hay, los hay, los cobardes siempre se expresan así. Sólo hay que mirar como España comercia hoy con Cuba, sin importarle la sangre derramada del pueblo cubano.
 

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