Páginas

viernes, 15 de noviembre de 2013

ESTAMPAS INSÓLITAS Y CASI DESCONOCIDAS DE CUANDO CUBA ERA COLONIA ESPAÑOLA

Roberto Soto Santana

            Resultan notorios el éxito económico y la prominencia social alcanzados por el Exilio cubano a partir de su eclosión en 1959 en todas las tierras adonde sus millones de expatriados se han tenido que trasladar forzosamente, ante la instauración de una era de opresión que aún no cesa. Como ha escrito el Dr. José Ignacio Rasco (La Habana, 1925-Miami, 19 de octubre de 2013) en un análisis sobre la personalidad de Fidel Castro y la naturaleza del régimen implantado en Cuba bajo su égida, “aquello parecía una pesadilla. Deserciones, traiciones, falsas acusaciones, censuras, irrespeto a la persona, a las instituciones revolucionarias, periodísticas, económicas, religiosas y de todo tipo. Jóvenes y viejos, hombres y mujeres que mostraban su anticomunismo eran perseguidos, presos o fusilados; aquello no parecía real. Los hijos denunciaban a sus padres. Los casados a su pareja, los hermanos a sus hermanos. El paredón aumentaba. La cárcel y el exilio eran las únicas salidas para sobrevivir.” (1)
La única posición que puede adoptar un cubano digno, ante esta situación, es la que dejó trazada José Martí cuando dijo: ¿A qué iríamos a Cuba? ¿A oír chasquear el látigo en espaldas de hombre, en espaldas cubanas, y no volar, aunque no haya más armas que ramas de árboles, a clavar en un tronco la mano que nos castiga? Ver el consorcio repugnante de los hijos de los héroes, de los héroes mismos, empequeñecidos en la pereza?...¿Saludar, pedir, sonreír, como las mariposas negras y amarillas que nacen del estiércol de los caminos?..Ver a un pueblo entero, a nuestro pueblo entero, a nuestro pueblo, a quien el juicio llega hoy a donde llegó ayer el valor, deshonrarse en la cobardía o el disimulo? Puñal es poco para decir lo que eso nos duele. ¡Ir a tanta vergüenza! otros pueden: Nosotros no podemos!»
«Visitar la casa del opresor es sancionar la opresión. Cada muestra de familiaridad de los hijos de un pueblo oprimido con las personas o sociedades del gobierno opresor, confesas o disimuladas, es un argumento más para la opresión, que alega la alegría y amistad espontánea del pueblo sojuzgado, y es un argumento menos para los que alegan que el pueblo oprimido, vejado, envenenado quiere sacudir la opresión... Mientras un pueblo no tenga conquistados sus derechos, el hijo suyo que pisa en son de fiesta la casa de los que se los conculcan es enemigo de su pueblo». (2)
      A la conclusión de la Guerra de los Diez Años (1868-1878), muchos de los participantes en aquella fallida primera parte de la contienda por la Independencia de Cuba hubieron de tomar el camino de lo que entonces se llamaba la Emigración –entendida como la partida a establecerse en un país extranjero, con el objeto de no verse obligado a vivir en las condiciones oprobiosas de la dominación colonial y con miras al regreso futuro a una Patria libre-.
     La situación particular de la Cuba contemporánea no está caracterizada, como lo estuvo a lo largo del siglo XIX, por el enfrentamiento entre la Potencia colonial dominadora (española) y la población sometida autóctona (criolla). La colisión se produce actualmente, en el seno de la misma Nación cubana, entre la casta formada por la gerontocracia militar que tiene implantado el Pensamiento Único (3) y la combativa y moralmente fuerte aunque orgánicamente débil Oposición interna, secundada por el apoyo que le presta el Exilio –una verdadera Diáspora distribuida por todo el mundo si bien, al igual que le sucedió a la Emigración cubana del siglo XIX, radicada mayoritariamente en los EE.UU. de América-. (4)
      Después de toda una vida de carencias materiales y morales, acostumbrados a traspasar los límites de las normas legales y morales como único medio para “resolver” –cuya nueva acepción se ha acuñado en Cuba como sinónimo de “encontrar una solución a cualquier problema…por cualquier vía (a través de un amigo, una empresa, en la bolsa negra, en fin, por la vía que se encuentre a mano en el momento de la necesidad)” (5)-, hay que decir que el grueso de pueblo llano permanece en buen número “en la cerca” (o, como se dice en España, “mirando los toros desde la barrera”), profesa un notable indiferentismo cívico y muestra una gran renuencia a involucrarse en ningún movimiento organizado que se enfrente a la Tiranía; en definitiva, resignados a su suerte y con la circunstancia agravante añadida de que casi el 90 por ciento de la población tiene una edad que le impide haber conocido con uso de razón la sociedad anterior a la implantación en 1959 del Régimen actual (el 18 por ciento de la población tiene entre 0 y l4 años de edad, y un 70 por ciento adicional tiene entre 15 y 64 años de edad; mientras que la era de la transformación revolucionaria -sería más exacto decir de la destrucción revolucionaria- ha cumplido al día de hoy 54 años de recorrido). (6)
      La Cuba en Armas, presente en el Congreso de Jurisconsultos Americanos, de 1878. El 17 de octubre de 1876, el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú se dirigió a su colega en el Gobierno de Cuba en Armas, a fin de invitarle al Congreso sobre Derecho Internacional Privado –el primero de su clase que fue convocado en todo el mundo, al que fueron invitados todos los Estados del Continente americano, y al que finalmente asistieron los Plenipotenciarios de Argentina, Bolivia, Chile, Cuba, Ecuador y Perú-. Cuba estuvo representada por Francisco de Paula Bravo.
      En la sesión preparatoria, que tuvo lugar en Lima el 6 de diciembre de 1877, el delegado de la Argentina planteó que, como su gobierno no había reconocido la condición de beligerantes a los cubanos, el hecho de que admitiera la asistencia de la representación del Gobierno de Cuba en Armas no significaba que su país reconociese la existencia del Gobierno en la manigua, entonces presidido por Francisco Javier de Céspedes y del Castillo (7)
      El Ministro de Relaciones Exteriores del Perú y su delegado en la reunión hicieron constar que su país sí había reconocido la beligerancia y la independencia de Cuba, y los plenipotenciarios de Chile, Bolivia y Ecuador dijeron que, aunque sus gobiernos no habían reconocido la personería internacional de Cuba, aceptaban la plenipotencia del representante cubano.
     Mientras Francisco de Paula Bravo actuaba ante ese Congreso en representación del Gobierno de Cuba en Armas, la Cámara de Representantes surgida de la Constitución de Guáimaro se autodisolvía y la Paz o capitulación del Zanjón se firmaba el 10 de febrero de 1878, poniendo fin a la Guerra de los Diez Años.
      De hecho, las sesiones del Congreso comenzaron oficialmente el 17 de enero de 1878, dos días después que el Presidente Vicente García y el general español Martínez Campos habían mantenido una entrevista secreta en el Camagüey, para acordar la realización de una consulta entre las filas cubanas respecto a la posibilidad de aceptar una paz sin independencia. A Francisco de Paula Bravo se le continuó atribuyendo la condición de participante en el Congreso, y siguió actuando en tal calidad hasta la conclusión de éste, en marzo de 1880. Se redactaron un Tratado de armonización de las reglas de Derecho Internacional Privado y un Tratado de Extradición (que nunca entraron en vigor, porque solamente el Perú los ratificó). (8)
      El Servicio Exterior de la República en Armas, tras la Constitución de Jimaguayú. Aprobada el 16 de septiembre de 1895, el Artículo 1 de la nueva Constitución dispuso que “El Gobierno Supremo de la República residirá en un Consejo de Gobierno, compuesto de un Presidente, un Vicepresidente, y cuatro Secretarios de Estado, para el despacho de los asuntos de Guerra, de lo Interior, de Relaciones Exteriores y de Hacienda.”
      Como representantes diplomáticos en el Exterior, el Consejo de Gobierno nombró a Gonzalo de Quesada, como Encargado de Negocios en Washington; y, como Agentes Generales, a Ramón Emeterio Betances, en Francia; a José de Zayas, en la Gran Bretaña; a Manuel Portuondo Jústiz, en Chile; a José Payán, en el Perú; a Eugenio María de Hostos, en Bolivia; a Rafael María Merchán, en Colombia; a José Joaquín de Palma, en Guatemala; a José María Izaguirre, en Nicaragua y Honduras; a Arístides Agüero, en Brasil, Uruguay y Argentina; a Rafael García Cañizares, en Venezuela; a Nicolás Domínguez Cowan, en México; a Joaquín Alsina, en Costa Rica y El Salvador; a José Eleuterio Hatton, en Santo Domingo; y a Ulpiano Dellundé, en Haití. En calidad de Subagentes, fueron designados José Dolores Poyo, en Key West; Fernando Figueredo, en Tampa; y J.A. Huau, en Jacksonville.

Bibliografía:
(1)  Capítulo XIV del libro 40 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN - El legado de Castro. Editor: Efrén Córdoba, publicado en 1999 por EDICIONES UNIVERSAL (Miami).      
(2)  Discurso en Conmemoración del 10 de Octubre de 1868, en Masonic Temple, New York, el 10 de octubre de 1888, en José Martí. Obras Completas, Tomo 4, pp. 215-226, Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
(3)  Con el significado que le impartió Arthur Schopenhauer en Die Welt als Wille und Vorstellung (“El mundo como voluntad y representación”, Akal Ediciones), cuando escribió que «Un sistema de pensamientos debe tener siempre una trabazón arquitectónica, de suerte que una parte soporte a la otra, más no a la inversa; el fundamento soporta al resto sin ser soportado por él, y la cima es soportada sin que ella soporte ya nada más. En cambio, un pensamiento único, por amplio que sea, debe conservar la más perfecta unidad. Incluso si uno se ve obligado a dividir este pensamiento en partes, se ha de tener buen cuidado en que cada una de esas partes contenga al todo al igual que el todo la contiene a ella, que ninguna parte sea la primera ni ninguna la última, que, para cada una, el todo sea completamente distinto, pero que la más pequeña de ellas no pueda ser plenamente comprendida sin que previamente lo sea el todo».
El Pensamiento Único es el que han impuesto y procuran imponer todos los sistemas totalitarios que en el mundo han sido, implantando por la coerción y la fuerza bruta su visión alucinante, distorsionada y enfermiza de la realidad (en los siglos XX y XXI, han sido sus dedicados epígonos los regímenes nazifascistas, los comunistas, y los militaristas de ambos signos extremos del arco ideológico). 
      (4) Véanse en http://www.martinoticias.com/content/cuba-guillermo-farinas-exilio-oposicion-/26557.html las declaraciones hechas el 19 de agosto de 2013 por el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia 2010, Guillermo Fariñas, en la Casa Bacardí de la Universidad de Miami, en el transcurso de su conferencia Exilio y Oposición en Cuba. Fariñas señaló que uno de los principales papeles del exilio debe ser el de “convertirse en caja de resonancia” para los opositores en Cuba, ya que "Cuando a nosotros nos maltratan, golpean y detienen en Cuba ustedes ayudan siempre que divulguen lo que ocurre, nos apoyen y denuncien el abuso y el atropello".
      (5) Véase “Algunas características del Español en Cuba – Antes y después de 1959” – Dra. Nilda Blanco, Universidad de La Habana/Universidad de Waikato (Hamilton, Nueva Zelanda), en http://redgeomatica.rediris.es/elenza/magazine/pdf/nilda.pdf.
      (6) Ni existen bibliotecas, hemerotecas, filmotecas o videotecas adonde el público pueda acceder a ninguna información sobre cómo era la vida cotidiana anterior de 1959, por lo que la práctica totalidad de los jóvenes de hoy cree que la llamada Plaza de la Revolución –un complejo de edificios construidos sobre 72 mil metros cuadrados de terrenos, donde radican Ministerios y otros organismos públicos- fue edificada por el actual Régimen –que tomó el Poder en 1959-, cuando en realidad las obras se concluyeron durante el último gobierno del general Batista (1952-1958).
      (7) En verdad, el general Vicente García González había sido nombrado para sustituir a Céspedes y del Castillo con fecha 4 de diciembre de 1877, pero el León de Santa Rita no tuvo conocimiento del nombramiento hasta el 15 de enero de 1878, según relata en su Diario.
      (8) Véase “Historia del derecho civil peruano: siglos XIX y XX”, de Carlos Augusto Ramos Núñez, pág. 117, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario