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martes, 15 de abril de 2014

Juana Borrero Pierra

Juana Borrero 


por Zilia L. Laje
     Juana Borrero Pierra nació en Santos Suárez, La Habana, el 18 de mayo de 1877, hija del literato y patriota Esteban Borrero Echevarría y de Consuelo Pierra, en el seno de una distinguida familia de poetas, científicos y escritores, y muy comprometidos con la causa de la libertad e independencia de Cuba.  Era prima de Gertrudis Gómez de Avellaneda, poeta cubana que logró fama en Hispanoamérica y España.
     Empezó a dibujar cuando tenía apenas cinco años.  A los siete años escribió su primer poema y comenzó a recibir clases de dibujo.  Escribía sonetos de técnica impecable.  Llegó a su madurez pictórica a los siete años.  La niñez, y toda su breve vida, transcurrió en un ambiente favorable a la literatura y al arte.  La familia vivía en su casona de Puentes Grandes, donde el padre organizaba frecuentes tertulias a las que concurrían famosos intelectuales de la época, y se convirtió en centro de conspiración contra la tiranía española.  Su obra y maestría en ambas artes despuntó cuando aún no alcanzaba los diez años de edad.  En 1887 se matriculó en la Academia de Dibujo y Pintura San Alejandro, situada entonces en Dragones 308, y dirigida por Miguel Melero, donde contó entre sus maestros al gran pintor cubano Armando G. Menocal.  Elaboraba dibujos impresionistas que admiraron a los profesores.  Leía con atención.  Para cuando cumplió los diez había aprendido inglés, francés e italiano.  Al año siguiente abandonó la Academia y comenzó a recibir clases de la profesora Dolores Desvernine.  La más atractiva de sus estampas de entonces es un clavel y una rosa, obra que tituló Romeo y Julieta.  Los temas principales de sus dibujos son campanas, cestos con flores y mariposas, arpas griegas emplumadas, rostros de Diana cazadora.  Los títulos de algunas de sus obras son GolosinaSacrificio al señorGabinete secreto (una niña contando dinero) y La pesca.  La gente humilde del pueblo, la naturaleza, las plantas marinas y los caracoles eran los temas centrales de sus dibujos y óleos, tan perfectamente trasladados al lienzo que los eminentes naturalistas cubanos Felipe Poey y Carlos de la Torre elogiaban con frecuencia la exactitud científica de sus creaciones.  En 1889 inició su amistad con el ya célebre pintor Armando G. Menocal.   

     La historia mundial registra muchos ejemplos de niños precoces, pero en Cuba a través de los tiempos han surgido pocos.
     En 1890 o 91 conoció a Julián del Casal, uno de los asistentes a las tertulias literarias y artísticas, que ostentaba el centro de la poesía modernista cubana en esos momentos, y mostró enseguida gran admiración por Juana porque su actitud ante la vida los acercaba.  Como dijera:  iluminada por su genio, se lanza a la conquista de todos los secretos del arte pictórico.  El famoso pintor Armando G. Menocal le dijo en una ocasión al padre, Esteban Borrero:  “No tengo nada que enseñarle” a su hija, quien contaba entonces 12 primaveras.  No había alcanzado aún la adolescencia, y ya era conocida por numerosos poemas y lo tormentoso y melancólico de sus sonetos de amor, compuestos con depurada técnica.
    En 1891 publicó en el semanario más importante de la ciudad La Habana Elegante su poema "Vespertino".  En Gil Blas, revista satírica habanera, César de Madrid, pseudónimo de Francisco de Paula Coronado, publicó una diatriba contra ese poema.  El incidente desató algunos desacuerdos del padre, pero, a partir de entonces, Juana continuó dando a conocer sus poemas en las mejores publicaciones habaneras.  En noviembre La Habana Literaria publicó "Crepuscular", acompañado de una nota apologética.
     En 1892 partió con el padre en el vapor norteamericano Niágara el 7 de julio hacia Nueva York, donde conoció a José Martí en una velada en Chickering House, y regresó a Cuba con el padre el 8 de septiembre en el vapor norteamericano Saratoga.
     Su amistad y pasión por Julián del Casal se hicieron mas intensas. En 1893, el Negociado de Ayuntamiento le confirió una beca para cursar estudios de pintura en Europa. Esteban Borrero pidió que su hija fuera enviada también a Estados Unidos, adonde iría también él, llamado por Martí, como parte de los preparativos de la guerra.  La petición de desplazar la beca fue denegada pero, de todos modos, embarcaron en el vapor Saratoga, el 25 de junio de 1893.  Terminó su relación amistosa con Julián del Casal.  Del Casal publicó en "La Habana Elegante" el poema "Virgen triste", dedicado a Juana.  Ese poema estimuló en los ambientes literarios la atención a la obra de Juana.  En Nueva York pintó, visitó la Exposición Internacional de Chicago.  Fue incluida en el tomo de Manuela Herrera de Herrera  de poetisas cubanas titulado Escritoras cubanas. Composiciones escogidas de las más notables autoras de la Isla de Cuba.  El 10 de septiembre regresó a casa, con su padre.  Julián del Casal murió el 21 octubre.

     En 1895, publicó Rimas, en la Biblioteca Gris y Azul, y poemas en "El Fígaro" y "La Habana Elegante".  Rimas fue su único libro de poemas, un delgado tomo de versos.  Con ese libro Juana Borrero se colocó entre los poetas modernistas más sobresalientes de Cuba.  Los hermanos matanceros Federico y Carlos Pío Uhrbach enviaron a Esteban Borrero el poemario Gemelas.  En 1896 conoció a Carlos Pío Uhrbach.  Esteban Borrero publicó el libro Grupo de familia. Poesías de los Borrero, donde reúne poemas de su padre, del hermano, las suyas y de Juana.  El libro recibió críticas elogiosas de Diego Vicente Tejera y de Enrique José Varona. 
     La admiración de los grandes valores de Juana que comenzó con Casal, se extendió luego a Rubén Darío, líder indiscutible del Modernismo y de José Martí, el principal iniciador de ese movimiento.  Martí llegó a organizar una velada literaria en el Chickering Hall de New York para homenajear a la poeta y artista del pincel.  Durante este período, Carlos Pío Uhrbach trabajaba en la redacción de "El Fígaro" y se inició el romance entre Juana y Carlos, y así una obra epistolar de gran importancia para la literatura y la historia del país.
     Entre sus dolores y pasiones, la patria tenía también lugar importante, pues el padre y ella misma estaban comprometidos con la insurrección independentista.  Por su quehacer libertario, la familia Borrero fue obligada a emigrar.  En enero de 1896, se despidió de Carlos y se fue con la familia a Cayo Hueso, Florida, donde se establecieron.  El amado de Juana, Carlos, se incorporó a los mambises que luchaban por la Independencia de Cuba.  Poemas de Juana continuaban apareciendo "El Fígaro" y ahora en la revista neoyorkina "Las tres Américas".  Dos meses después, el lunes 9 de marzo, murió Juana Borrero en Cayo Hueso, dos meses antes de cumplir los 19 años, se ha dicho que de pneumonía, de fiebre tífica y de tuberculosis.  Su genio se manifestó hasta en su intuición de su cercana muerte.  Pocos días antes de su fallecimiento visitó el cementerio donde iba a ser enterrada. 
     Casi sobrepasando los valores de sus versos, el ramillete de 231 cartas - publicadas en dos tomos - dirigidas al gran amor de su vida, Carlos Pío Uhrbach, son por su calidad verdaderos modelos de ese género y deben colocarse al lado de las mejores colecciones de la literatura universal.  Tanto en sus cartas como en su poesía, todo es auténtico, verdadero, cuando nos revela su intimidad, las reconditeces de su espíritu apasionado y vehemente y vemos cómo su alma se transparenta para darnos toda su plenitud.  El sentimiento es siempre puro, verdadero, sin  dobleces.  Las cartas, llenas de una vena poética inconfundible, constituyen la mejor fuente para un estudio psicológico y espiritual de Juana Borrero.  Esas hermosas misivas nos regalan un retrato fiel de las inquietudes que atenaceaban su alma de adolescente genial.
     Carlos Pío Uhrbach murió en los campos de batalla el 17 de diciembre de 1897, luego de haber visitado la tumba de su amada en Cayo Hueso.  Gran parte de su obra poética se perdió, pero perdura lo que se considera su testamento lírico, Carlos llevaba cocidos en su camisa de insurrecto, los preciosos versos de Juana, dictados en su lecho de muerte, bajo el título “Última rima", cuya primera estrofa dice:


"Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de pena y lágrimas,
con un beso de amor imposible,

sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias..."


Referencia:
  La Prosa Modernista
  Pedro Meluzá López, Somos Jóvenes
  Arte Poética
  City University of New York
  Wikipedia

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