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domingo, 1 de junio de 2014

La verdadera historia de La Engañadora

Por: Lino Betancourt Molina
show_image (1)Si a un habanero cualquiera se le pregunta cuál es la esquina más famosa de la capital cubana, seguramente que responderá sin vacilar: “¡la de Prado y Neptuno!” Vamos a ver por qué.
Allá por el año 1948… existía en el segundo piso del edificio de esa céntrica esquina, en los altos del restaurant, una sala de baile donde un avispado emprendedor de fiestas llamado Vicente Amores organizaba los fines de semana —desde las nueve de la noche a las tres de la mañana, y los domingo de dos de la tarde a ocho de la noche—, una fiesta bailable amenizada por alguna orquesta de moda.
A la sala de baile de Prado y Neptuno iban muchos jóvenes, sobre todo estudiantes; y no es cierto que la mayoría de los concurrentes eran personas maleantes. Tampoco allí imperaba la discriminación racial. Todos tenían derecho a entrar a los bailes siempre y cuando los hombres pagaran un peso por la entrada y las mujeres treinta centavos. En ese año la orquesta contratada era la América, que dirigía Ninón Mondéjar, mientras que el director musical eraEnrique Jorrín. En esa etapa Jorrín dio a conocer en esa sala de baile una pieza musical que fue inscrita en el género mambo-rumba y que tituló La Engañadora.
El mismo Enrique Jorrín hubo de declarar más de una vez que ese título se lo inspiró una jovencita que entró a la sala muy desarreglada y se dirigió rápidamente al baño,  pero cuando salió lucía de lo más compuesta, bien peinada, maquillada y elegantemente vestida con un traje de hilo puro. Los músicos, que se percataron del cambio tan rápido, comentaron que esa muchacha engañaba, y uno de ellos exclamó: “¡Es una engañadora!”
La primera pieza tipo cha cha chá la tituló su autor, Enrique Jorrín, La Engañadora, y comienza diciendo:
A Prado y Neptuno iba una chiquita
De manera tal que al hacerse famoso el cha cha chá con esa obra, también adquirió celebridad esa esquina habanera, considerada con justicia como la “esquina del cha cha chá”.
Junto con La Engañadora también resultaron piezas de mucho éxito las tituladas El túnelNada para tiMe muero y Cógele bien el compás.
El cha cha chá triunfó esplendorosamente entre los años 1953 a 1954 y dio al traste con todos los demás géneros bailables. Las orquestas tipo charangas inmediatamente comenzaron a montar en sus repertorios el nuevo ritmo, mientras que en la televisión, en la radio y los cabarets triunfaba este recién instaurado género musical.
Jorrín siempre dijo que el éxito del cha cha chá se debe, principalmente, a que fue el público bailador quien intervino en su fama, y porque las letras son muy sencillas y fáciles de aprender.
El nombre de cha cha chá surge por el sonido que hacen los bailadores al arrastrar los pies en el piso siguiendo el compás de la música; por lo que, tal como dice Jorrín, el nombre se lo proporcionó el mismo público bailador.
Con Enrique Jorrín sucedió algo parecido a lo acontecido con el mambo, que otros músicos se disputaron su paternidad, lo que ocasionó que tuviera que abandonar la orquesta donde dio a conocer este tipo de ritmo.
El 8 de mayo de 1954, impulsado por las discrepancias que existían en el seno donde él había dado a conocer el cha cha chá, Jorrín constituyó su propia orquesta.
El primer baile lo ofreció en los Jardines de San Francisco de Paula y, desde luego, las obras interpretadas casi todas eran cha cha chá. Luego vinieron otros contratos para clubes y sociedades importantes de La Habana.
Jorrín le contó a una periodista que una vez visitó La Habana el Príncipe de Gales y fue invitado a una fiesta ofrecida en su honor en la mansión de la Condesa de Revilla de Camargo —sede hoy del Museo de Artes Decorativas—, donde participó la orquesta de Enrique Jorrín, que estuvo amenizando con sus cha cha chá todo el baile y hasta el propio príncipe lo bailó.
enrique_jorrinEnrique Jorrin nació el 25 de diciembre de 1926 en el pueblo de Candelaria, Pinar del Río. Pertenecía a una familia de músicos, tres varones y tres hembras. Miguelito, el mayor, fue violinista de la orquesta de los Hermanos Contreras. El padre de ellos tocaba clarinete en las orquestas del pueblo, pero como la música no daba para vivir era sastre, pero fue él quien le dio clases a Enrique de solfeo y enseguida empezó a componer.
En el año 1930 la familia se trasladó para La Habana y residían en una casa de la calle Fernandina, entre las arterias Omoa y Príncipe. Enrique estudió hasta el sexto grado en una escuela primaria y posteriormente en la Academia Farías lo prepararon para ingresar en el Instituto de Segunda Enseñanza. Mientras estudiaba, trabajaba con la orquesta de los Hermanos Peñalver; pero se inició formalmente como violinista en el año 1944 y al año siguiente ya era director de una orquesta llamada Selecciones del 45; en ese mismo año ingresó como anexo en la orquesta de Antonio Arcaño. En 1946 comenzó a dirigir la Orquesta América, donde permaneció hasta 1954, y en esa etapa fue que tuvo su auge el ritmo creado por él llamado cha cha chá.
Enrique Jorrin nació el 25 de diciembre de 1926 en el pueblo de Candelaria, Pinar del Río. Pertenecía a una familia de músicos, tres varones y tres hembras. Miguelito, el mayor, fue violinista de la orquesta de los Hermanos Contreras. El padre de ellos tocaba clarinete en las orquestas del pueblo, pero como la música no daba para vivir era sastre, pero fue él quien le dio clases a Enrique de solfeo y enseguida empezó a componer.
En México la orquesta de Enrique Jorrín dio a conocer el cha cha chá y luego otras orquestas triunfaron con ese mismo ritmo.
En 1958 Jorrín regresó de México, y a partir de 1960 alternaba los bailes con el cargo de primer violín en la orquesta del ICRT. Posteriormente, en 1978, volvió a México y allí se encontró con la sorpresa de que al cabo de 25 años se volvió a grabar un disco con los mismos títulos de aquella época. En esa ciudad recibió varios homenajes, la Compañía Musar le entregó el Disco de Oro por las ventas del año 1980 y se escogió el cha cha chá para un programa de ritmos populares por la televisión, con el título Tropidanza.
El 12 de diciembre de 1987 desapareció físicamente el creador del cha cha chá, dejando para la eternidad un ritmo que aún perdura como una legítima herencia musical del folclor cubano.
FUENTE CONSULTADA:
Hernández, Erena. La música en persona. Editorial Letras Cubanas, 1986
Los dejo con una versión de este tema de la Orquesta América
Tomado de La Santa Mambisa

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