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miércoles, 1 de octubre de 2014

ARMANDO DE ARMAS: PERMANENCIA DEL TIEMPO Y EVANESCENCIA DE LOS CABALLEROS.



                                                                                                   

Por J. A. Albertini.

El individualismo imbíbito en nuestra raza
hace a cada uno quijote de su propia aventura.

Jorge Mañach.
Del ensayo: La crisis de la alta cultura en Cuba.


Armando de Armas, escritor y periodista cubano, es autor de los libros de relatos Mala jugada y Carga de la caballería, así como de la novela La tabla y los ensayos Mitos del antiexilio y los Naipes en el espejo. También, a su quehacer creativo, se suman cuentos y cultas reseñas literarias e históricas que han visto la luz en medios de prensa de países hispanohablantes y de otras lenguas.

Y en esta oportunidad, Armando de Armas,  bajo el sello de la editorial Atmosfera Literaria, nos entrega una obra escrita en Cuba hace más de dos décadas pero de  publicación reciente: Caballeros en el tiempo, novela corta donde se aprisiona una intensidad de vida que desborda los límites de la existencia, dejando en el lector el regusto de lo que fue; el regusto de lo posible junto con la certeza que el tiempo, una y otra vez, vuelve con escenarios engañosos en los que se impone la imagen  del Primer Monicongo y la ineludible corte de monicacos que Jorge y Amadís, desde todos los periodos de la Isla, combaten, cada cual a su estilo, para obtener la libertad. Primero la personal y familiar; luego la de los demás sin llegar a la colectivización de la violada y usada palabra, con sabor a promesa meliflua de texto bíblico y figura de meretriz digna y jamona que, se dice, mora en el confín de las esperanzas.

Jorge a punto de desembarcar en la Isla Prodigiosa, intuye que sus hombres no confían en él y vuelven al intento de motín que se conserva en las brumas de una madrugada de octubre de 1492, en la que el almirante Cristóbal, desde el puente de la carabela La Santa María, cavila lo mismo que Jorge, pero no con la determinación del isleño que añora sus pisadas en tierra propia porque: un hombre en el exilio era un hombre en dos mitades, un estar sin el estar, un transcurrir sin transcurrir... 

Amadís, por su parte, proxeneta exitoso, ratón de bayú, en lapso único, enrevesado y retornante que gravita sobre la Isla; digno caballero jodedor de coyunturas, gracias a las enseñanzas sociales y humanas aprendidas durante su trayectoria chulesca y al disfrute espiritual y carnal que las pupilas le han proporcionado, horrorizado con la matanza que genera la Guerra Civil Española decide, como buen cubano, aportar su granito de arena para, empleando el goce siempre creativo, único e irrepetible de los orgasmos femeninos y las eyaculaciones masculinas, contribuir al fin de la contienda fratricida y así finiquitar, de una vez y por todas, con el rígido y falso sentimiento religioso de las ideologías que indefectiblemente desembocan en exilios forzosos, prisiones, torturas, paredones de fusilamientos y solitarios tiros de gracia.

Y Amadís se va a España, en la que un Jorge que viaja a lomo de épocas lo ayuda en el empeño pacificador y altruista de las vulvas húmedas y las vergas lácteas para, acto seguido, en un presente de caballeros siempre evanescentes que pactan una batalla, avanzar en medio del bramido de cañones de siglos en pos de la Isla. Ínsula que en el recorrido del cronógrafo, en algún intervalo, emergerá  ataviada de Palma Real que  imbuida del tributo de sus vástagos, orgullosa y serena terminará con la leyenda del Primer Monicongo. Todos los monicongos y sus monicacos.

Quien busque simple entretenimiento en la lectura de Caballeros en el tiempo no lo hallará. La novela es una narración de contenido intenso, uso magistral del tiempo, la historia y el idioma; elementos que Armando de Armas amalgama y cubre con  la patina de su ingenio creador. Además, considero que para comprender la intención plena del autor es recomendable leer la totalidad de su producción literaria y conocer sobre la azarosa existencia que el escritor experimentó en su Cuba nativa en la cual, desde muy joven, por cuestiones de libre albedrío sufrió marginación, hostigamiento y detenciones.

Sin embargo, a pesar de múltiples inconvenientes y llegar a sentir, en tierra propia, el zarpazo discriminatorio de la ideología espuria, Armando de Armas comenzó a hilvanar historias desde el latido de su independencia; independencia individual, acosada y a veces lacerada, pero no obstante propia y genuina que lo convierte en una especie de quijote que, armado de pluma y papel, arremete contra molinos de aspas utópicas por medio, casi siempre, del terco Amadís, personaje que en los relatos que integran el volumen de Mala jugada y la novela La Tabla aparece una y otra vez, como una suerte de  Amadís de Gaula tropical, admirador de los barcos camaroneros y la siempre luna del malecón cienfueguero, a cuya luz cabalgó a mujeres como Oriana y la Pía, invariablemente ataviado con su armadura de ensueños refulgentes.


 El mismo Amadís tomador de ron que no eludía una pelea pero evitaba caminar descalzo por aquello de que los parásitos entran por la planta del pie y que ahora en Caballeros en el tiempo recordando a los guayabitos franceses que intentaron secuestrar la soberanía de San Isidro se une a Jorge en la intemporalidad de la literatura que se hace leyenda para con determinación de dados, que muestran las caras en el tapete verde, discurrir con aires de Tenochtitlán: Vivir en el ademán del Gran Cortés en la quema de las naves... subsistir en el ahora, en un eterno despedirse de las gentes y las cosas, no echar ancla en puerto alguno, posponiéndolo todo para el después libertario...     

1 comentario:

  1. Armando Armas dixit...(y lo dice con razón y bien)
    La obra narrativa de Armando de Armas ha cruzado el Atlántico con el respaldo de la Fundación Hispano Cubana, con sede en Madrid, que ha patrocinado la presentación -el 29 de noviembre de 2013- de su obra CABALLEROS EN EL TIEMPO, y la publicación -en 2008- de su novela LA TABLA.
    Por otro lado, en su otra vertiente como comentarista de plantilla de MARTI NOTICIAS, en una crónica periodística publicada bajo su firma durante el pasado verano -el 20 de julio-, Armando de Armas dijo que "De hecho se ha especulado, y esperado con expectación, entre ciertos sectores de las élites europeas y estadounidenses, y aún dentro de cierto exilio cubano, que Cuba adopté el modelo chino como vía de arribo a la jauja de la democracia...Pero unos y otros parecen olvidar que ambos países están regidos por sus respectivos partidos comunistas y la ideología que los manda, de modo que para ambos regímenes las reformas capitalistas, con mayor o menor éxito, se llevan a cabo no para arribar a la democracia sino para apuntalar el socialismo real en un mundo que se les hizo demasiado complicado al desparecer el antiguo Bloque del Este".
    En su epítome crítico de esta novela corta, José Antonio Albertini -creador destacado, por derecho propio, dentro del género narrativo- reseña el desarrollo del iter episódico encuadrado en un marco estilístico surrealista, cuyo plantel de personajes encarna -de forma simbólica- el choque entre las violencias opuestas desatadas aunque morigeradas por la criolla lujuria. Subyace el repudio visceral hacia el prístino impulso en pos de la aniquilación física del contrario, y el arribo a una tierra mítica -que nada tiene que ver con el parque de atracciones que funciona en la ribera mediterránea de las tierras alicantinas- en la que acabará el dominio del Dictador -en el que se personifica al caudillo latinoamericano, emblematizado bajo el rótulo de Primer Monicongo, y de sus esbirros, aludidos con el lema de Monicacos- y "la Isla...emergerá ataviada de Palma Real" [evidente alusión perifrástica a Cuba] .
    A la férula dictatorial cuya perspectiva de periclitación se predica cabe desearle Requiem æternam dona eis (Dále, Señor, descanso eterno), y que deje al mundo descansar en paz, y reponerse, de sus barbaridades.

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