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jueves, 15 de enero de 2015

Nube Roja


Escenas Norteamericanas – Volumen 12 de las Obras Completas de José Martí
Páginas 291 y 292 – Carta al Sr. Director de La Nación (fechada en Nueva York a 15 de agosto de 1889).

            Más poesía, tremenda e ingenua, hay en el discurso en que Nube Roja sacó el dolor de su alma de indio ante la concurrencia que había venido al pueblo de Chaldron, en sus ropas de fiesta y sus músicas de vencedor, a ver cómo danzan los últimos sioux, los que ya no tienen “ni lo que cubre una piel de venado”, para oir lo que dice el cielo el hombre de la medicina, el que enseña cómo se curan las heridas, y cómo se pone a los enemigos en paz: el hombre de la medicina, con su crestón de plumas tendido a los pies, oía encuclillado el discurso de Nube Roja, encuclillado, con la cabeza hundida en las rodillas: ¡dicen que les dejan la mitad de su tierra, de lo único que les queda ya de su tierra! ¡pero les quitarán esa mitad, como les han quitado esta otra! ¡Para qué quieren los catorce millones de pesos que les dan1 “La pluma del águila que vuela libre por el aire, dice Nube Roja, vale más que tus catorce millones de pesos!” “¡Si esto es convenio, corazones de lobo; si esto es convenio, corazones de zorra, ¿qué será asesinato? ¡A mí también se me ha metido la culebra en el corazón, porque no tengo valor para arrancármelo con las manos, y echártelo a los pies, para que se lo lleves al gran padre de Washington, a que reparta entre los blancos lo último que queda de nosotros!” Los militares lo oyen, con la mano al revólver: los mujeres y los músicos se han metido en los carros: los indios todos en cuclillas, con la cabeza baja, atienden al discurso de Nube Roja. Tiene alta la cabeza: las palabras le salen como apretadas, martirizadas, rotas de los labios: con la mano izquierda se arranca los flecos de la calzoneras de cuero: con la mano derecha hace gestos violentos, como de quien echa lejos de sí lo que le causa horror. “Me han mandado venir aquí para que vean los blancos cómo bailan los indios; esto está bien, está bien, porque los indios se ahora no saben más que bailar. ¡Ya los indios se han muerto!: estos indios de ahora son como la sombra de los árboles que de noche da miedo y hace reír de día: ¡estos indios se ahora son huesos de pájaros! Pero yo he querido venir, porque todavía creo lo que mi padre me dijo, que la sangre enojaba la tierra, y que los blancos y los indios son todos hermanos, como nacidos de una misma mujer. El gran padre de manda decir que le venda mis tierras porque si no se las vendo, va a ser como en el agua del estanque, que el pez grande se come al pez chico, y no vale que yo le ponga una cerca a mi tierra, porque los blancos saltarán por encima del cercado, y me quitarán la tierra. El gran padre me ha engañado como a un niño, me ha robado como a un niño: yo no quiero firmar más tratos, porque el gran padre manda luego sus soldados a quitarme lo que en trato dijo que era mío. Ya no nos queda ni corazón. Ya en el pueblo de los sioux no hay más que mujeres. Déjenme morir en paz, déjenme morir en mi tierra, como se muere en el aire el humo de los troncos quemados!” Y el hombre de la medicina levantó del suelo el crestón y hundió la cara en él.

            Nube Roja se cubrió el rostro con el brazo, y echó a andar, a un macizo de árboles. Los guerreros se quedaron en cuclillas, con el rifle a traviesa en la falda, y la rienda del pony de Unamuno. Pero todos han tenido que firmar, porque se lo han mandado a boca de fusil, y ya cercan los cuatro confines, esperando la voz de entrar, los colonos blancos que hace años vienen cerrando el cerco sobre la tierra sioux, como estrecha sus anillos la serpiente alrededor de la presa vencida. Once millones de ares de Montana y Wyoming les han hecho vender por catorce millones de pesos, a aquellos a quienes el general Crook, que los ve trabajar u morir, les decía “por su fe de hombre honrado”: “Sois iguales al blanco por la inteligencia y por el corazón: sois fuertes y juiciosos como el blanco, y no tenéis más culpa que la de defender vuestra tierra con los rifles, que nosotros mismos os hemos dado para que os extingáis en la guerra contra nuestro poder mayor: sois nuestros hermanos por la naturaleza; y nuestros superiores por vuestra bravura en la desdicha: ¿por qué os niegan un puesto de hermano en la nación los malos corazones?” Tú eres bueno, Crook; ¡pero tu pueblo roba y mata! Y todos los que habían venido al pow-pow apagaron en el suelo la pipa de la paz, en señal de desconfianza..

Cuba cuna de José Martí: El hombre amor.


Blanca M. Segarra, Editorial Voces de Hoy, Miami, 2010.p.31-33
(Extractado)

“La poetisa chilena Gabriela Mistral al leer los Versos Sencillos de José Martí dijo que eran los versos más hermosos que había leído en español. Martí era el Rey Midas de la literatura, todo lo que escribía, novelas, poemas, versos no los convertía en oro, los llenaba de riqueza literaria, otorgándoles la cualidad de inmortales. Tendríamos tantos ejemplos que señalar, ya que su obra fue gigantesca, pero basta con nombrar La Edad de Oro, libro hoy capaz de llenar de amor y ternura el corazón de cualquier niño, aun de los que tuvieran carencia afectiva. En sus páginas se encuentran bellos poemas, interesantes relatos, pero por sobre todas las cosas: mucha enseñanza con mucho más amor.

Estando Martí en la ciudad de Tampa en Estados Unidos, brindó por Cuba, y ya en su patrio suelo, quiso hacer honor a ese brindis luchando en la campiña. No le bastaba defenderla con la pluma, deseaba hacerlo totalmente como dijo en su verso más profético:

No me pongan en lo oscuro
A morir como un traidor:
¡Yo soy bueno, y como bueno
Moriré de cara al sol!

Subió montañas, anduvo por inhóspitos caminos con las ropas ya harapientas y los zapatos rotos, durmiendo en el suelo, y su felicidad era tanta a pesar de haber abandonado todo por su lucha, que no podía silenciarla y disfrutarla él solo. En carta privada a Carmen Miyares el 16 de mayo, antes de morir, compartió su dicha en estas líneas:

Es muy grande, Carmita, mi felicidad, sin ilusión alguna de mis sentidos, ni pensamiento excesivo de mi propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decir que llegué al fin, de mi plena naturaleza; y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriaga de dicha con dulce embriaguez. Solo la luz es comparable a mi felicidad.

En Dos Ríos, un 19 de mayo de 1895, se regó su patrio suelo con su sangre bravía y el cristal de su corazón se fragmentó en cascada de diamantes abonando la tierra.

Nunca estuve en Dos Ríos, me hubiera gustado rendirle homenaje, allí, donde creo la tierra debe tener una energía única como único era el corazón que desgarrado en diminutos pedazos la nutrió.

Se dice en metafísica que el Templo de la Llama o Rayo Violeta, que es el de la transmutación del karma, se encuentra situado sobre la isla de Cuba, Martí era tan puro que seguramente no reencarnó más, e imagino debe estar en ese templo contemplando su amada isla, esperando el momento de purificarla.

¡Cuba, cómo se necesita al Apóstol, al poeta, al hombre amor!

Bernal Díaz del Castillo: Su larga guerra después de la conquista


Jane Tanner

Al lado de Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo participó en exploraciones peligrosas y batallas sangrientas contra los Aztecas, que duraron a través de un período de cinco años. Después de la conquista, Díaz estaba en pugna contra la Corona de España y sus representantes a lo largo de un período que duró la mitad del siglo. En 1521, durante las celebraciones de la toma de Tenochtitlán, Díaz y los otros soldados españoles ya se habían transformado en héroes intrépidos y audaces pero desencantados y fatigados. A pesar del triunfo contra la gran civilización azteca, la mayoría de los conquistadores fueron derrotados. Se encontraron en estrecheces con deudas por las armas y otras cosas que necesitaban comprar y con los cirujanos que les ayudaban a curar las heridas. Díaz explica que Cortés compartió con él y los otros soldados muy poco del oro que ganaron (es decir, despojaron) del imperio azteca (Díaz, Historia, p. 312). Díaz, en su crónica bien conocida Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, que Miguel Ángel Asturias dijo “es la primera gran novela americana”, escribió no solo acerca de las aventuras de la conquista, sino también sobre los eventos que pasaron después. Y él concluyó: “todos fuimos muy engañados” (Díaz, Historia, p.315)

Su estado económico no mejoraba mucho tras las décadas cuando él se quedó en los nuevos territorios para colonizarlos y tratar de ganar riqueza. Según Díaz, él nunca recibió la remuneración prometida por la Corona por sus servicios de descubrir y ganar la Nueva España. Década tras década, Díaz y otros conquistadores suplicaron a las autoridades españolas mejores recompensas. Díaz perseveró a través de su vejez para conseguir beneficios y poder conservar intacto lo que obtuvo. Sus enemigos fueron múltiples. Cortés, la Corona española y su Real Consejo de Indias, los burócratas en las colonias; y el obispo Bartolomé de las Casas, que en la misma época defendía la causa de los indígenas.

En 1540 y en 1550, muchos años después de la toma de Tenochtitlán, Díaz viajó a España para solicitar al Rey la remuneración prometida hacía tiempo y defender el sistema de encomiendas y el repartimiento perpetuo. Díaz les escribió a sus lectores que a pesar de todos sus esfuerzos, la Corona nunca “…hacía justicia ni se cumplieron sus reales mandatos” (Díaz, Conquista, p.126). Aunque él era un hombre religioso, sostuvo batallas feroces con Bartolomé de las Casas. Mientras que las Casas luchó para destruir el sistema de encomiendas, y él luchaba para mantenerlo como el único remedio justo para los conquistadores. La teoría común es que Díaz contó en su Historia verdadera con dos propósitos para corregir otras versiones de los eventos, como las cartas de Cortés al Rey, el libro de Francisco López de Gómara, y la Brevísima relación de la destrucción de las Indias de las Casas.

El bienestar económico de Díaz fue frágil desde el principio. Inmediatamente después de tomar la capital de los aztecas, a pesar de la riqueza que obtuvo, los conquistadores como Díaz se encontraron en estrecheces. Se queja de las deudas para la compra de sus armas y suministros e igualmente para la ayuda de los médicos que trataban a los heridos… “Había muchas deudas entre nosotros, que debíamos de ballestas a cincuenta y sesenta pesos, y de una escopeta ciento y de un caballo ochocientos y novecientos pesos, y otro de una espada cincuenta, y de esa manera eran de caras todas las cosas que habíamos comprado, pues un cirujano que curaba unas malas heridas, y se igualaba por la cura a excesivos precios” (Díaz, Historia p. 312) En aquel momento, Cortés iba a darles a los soldados no más de 80 pesos como sus partes de oro azteca. 
“Digamos cómo todos los capitanes y soldados estábamos algo pensativo después que vimos el poco oro y las partes tan pobres y malas,”, dice Díaz. Entre ellos “había muchas sospechas que lo tenía escondido todo Cortés”. El decía que “ningún soldado quiso tomar” el poco oro. (Díaz, Historia, p. 309-312)

En los primeros años después de la Conquista, Díaz recibió encomiendas en México, pero después de salir con Cortés hacia lo que es hoy Honduras y Guatemala, las vendió a otros colonos. En 1540 regresa a España para suplicar ayuda a la Corona, y recibió cédulas para encomiendas en Guatemala, y además el título de regidor de la villa de Guacacualco. No obstante, su pobreza continuaba, y perseveraba en las reclamaciones ante los representantes del Rey. Va a España en 1550 para asistir a la junta de Valladolid, donde se iba a discutir el fututo de las encomiendas en las colonias. Las Casas rechazó casi todo lo que Díaz presentó, “por intrínsecamente malos, tanto en lo material como en lo espiritual, todos los modos de Conquista y explotación puestos en práctica en el Nuevo Mundo desde los principios de la empresa.” (Saint-Lu, p.663) Díaz dice “…descubriendo estas tierras y hasta ganar esta Nueva España y gran ciudad de Méjico y otras muchas provincias á nuestra costa…” (Díaz, Conquista, p.191)

Sin embargo, en 1584, después de todas sus batallas y al borde de su muerte, Díaz todavía tenía deudas y no alcanzó riquezas. Nunca tuvo éxito en su conquista propia del Nuevo Mundo.

Notas:

Asturias, Miguel Angel, La novela hispanoamericana. Testimonio de una época, Conferencia Nobel Les Prix Nobel. Nobel Foundation, 1968.

Díaz, Bernal del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, París Clásicos Bouret, 1937.

Saint-Lu, Andre, “Bernal Díaz del Castillo y Bartolomé de las casas”, Conferencias: Alan M. Gordon y Evelyn Rugg, ed. Toronto: University of Toronto, 1980, p. 661-665





Recordando a José Martí: “El Americanismo de Martí”


En el Congreso de Escritores Martianos que se celebró en La Habana del 20 de febrero al 27 de febrero de 1953, en el Centenario del nacimiento de José Martí, la Comisión Organizadora de los Actos del Centenario y del Monumento de Martí, invitó a conocidos escritores del país y del extranjero. Uno de los trabajos presentados fue El Americanismo de Martí, del conocido escritor e historiador Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, siendo leído y comentado en una de las sesiones de la Comisión de Temas Políticos. A continuación, he tomado uno de sus puntos interesantes que aparece en el libro. 

“¿Qué medios utiliza Martí para llevar adelante sus propósitos y de sus ideales?

La pluma y la palabra, que han de servirle para la propaganda de sus ideas y la conquista de adeptos a la causa en que ha empeñado su vida. La pluma, que ha de ser arma esgrimida desde las páginas de los periódicos, revistas y folletos y desde las hojas de las innúmeras cartas que sin descanso escribió durante los años de apostolado revolucionario, no para ofender y destruir, sino para defender y fundar. Y la palabra –en el discurso, en la tertulia y en la conversación privadas-, la palabra, de que dijo: “ha caído en descrédito porque los débiles, los vanos y los ambiciosos han abusado de ella”, pero para aclarar en seguida: “todavía tiene oficio la palabra… si ha de impedir las tiranías civiles o militares… y los odios y pequeñeces de los políticos débiles e intrigantes”, dándonos lección anticipada, a los ciudadanos futuros de su república, según Salvador García Agüero, en su conferencia Martí, orador, ha sabido, glosando esos conceptos de Martí, aplicarlos a nuestros días, al decir que, efectivamente, todavía – hoy – tiene oficio la palabra, “si en vez de ponerla al servicio de una casta arrogante sobre un pueblo hambriento, se la emplea en el equilibro de la justicia”, y en la obra cordial de todos para el bienestar común, porque nada menos que ella –dijo Martí- y no señoríos pueriles y libertadores a lo inglés, es necesario para el triunfo en el conflicto posible, y para la paz después del triunfo, y aún para la vida sana de la patria”.

A la pluma y a la palabra sumó Martí otro medio indispensable para el éxito de su labor revolucionaria y para la fundación estable de la República: la organización.

Organizar la revolución, para que no fracase, preocupa en todo instante a Martí; y por no creerla suficientemente organizada se separa de toda tentativa revolucionaria a la que falte ese requisito indispensable, y a organizarla se dispone cuando ya ve madura la opinión pública patriótica de las emigraciones y de la Isla. Surge entonces, modelado por sus manos taumatúrgicas, el Partido Revolucionario Cubano, nueva lección que legará a sus compatriotas, para los días republicanos.

Porque Martí, al desatar la guerra contra España, no se propone únicamente esa finalidad independentista, sino que persigue, además, otros muchos más altos y trascendentales propósitos americanistas internacionalistas, su República ha de estar fundada sobre bases de firmeza y estabilidad singulares, y los ciudadanos de la misma han de poseer, lo mismo gobernantes que gobernados, virtudes excepcionales. 

Quiere, primero, que la República no sea colonia superviva; que el espíritu reaccionario, feudal, de la colonia no subsista, disimulado bajo una bandera sin sentido y una constitución sin realidad efectiva, en Cuba republicana. Y avisará que:

“el peligro de nuestra sociedad estaría en conceder demasiado al empedernido espíritu colonial, que quedará coceando en las raíces mismas de la República, como si el gobierno de la patria fuera propiedad natural de los que menos sacrifican por servirla y más cerca están de ofrecerla al extranjero, de comprometer con la entrega de Cuba a un interés hostil y desdeñoso, la independencia de las naciones americanas”.

Claramente rechazó que la República cubana pudiera ser la perpetuación “con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, del espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia”, sino que esperaba fuera la constitución de ‘un pueblo nuevo y de sincera democracia”.





Tomado de El Americanismo de Martí, de Emilio Roig de Leuchsenring, Primera edición, La Habana, 1953, ( p. 12 y 13 ) 

Quinta Las Delicias I

 

De la emigración cubana en París la familia Abreu fue una de las más destacadas por su apoyo a la causa independentista de Cuba. Sus contribuciones patrióticas durante la guerra le permitieron ganarse la admiración y el respeto popular. Don Luís Estévez, esposo de la conocida benefactora santaclareña, Marta Abreu, ocupó una de las secretarías del gobierno de la intervención, y tanto ellos como parte de la rama familiar residieron fuera de Cuba. No obstante, en la Isla construyeron dos de las casas más importantes del período: la quinta Las Delicias y la casa de Prado número 48, hoy 120.


Desde el punto de vista técnico, ambas propusieron métodos novedosos al ser las dos viviendas que inauguraron en la ciudad la aplicación del hormigón armado bajo el sistema Ransome, muy desarrollado en aquel momento por los Estados Unidos. Por tanto, la experiencia más decisiva en cuanto al diseño de la vivienda de clase alta fue asumida por la familia Abreu, al decir del historiador Carlos Venegas en su artículo “La arquitectura de la intervención (1898-1902)”, en Espacios, silencios y los sentidos de la libertad. Cuba entre 1878 y 1912.


La quinta Las Delicias, ubicada en Santa Catalina y Palatino, fue adquirida por el fundador de la fortuna familiar, Don Pedro Abreu, cuando se estableció en La Habana, pero la misma fue devastada por un incendio en 1900. Su heredera e hija, Rosalía Abreu y Arencibia, después de la pérdida, se trasladó a Nueva York camino hacia París para buscar un proyecto moderno que le permitiera reconstruirla, sin embargo, no tuvo que llegar a la capital francesa para ello: en la norteamericana halló el diseño ideal, en manos del arquitecto Charles Brun, luego de haber consultado varias firmas neoyorquinas. La vivienda, terminada hacia 1902, adoptó el estilo de un castillo francés gótico tardío con interiores eclécticos.
Su proyecto inicial evocaba fielmente la arquitectura feudal francesa del territorio de Loira, con sus monumentales techos de fuertes pendientes. Estos fueron descartados de la versión final que, con su pretil almenado, hace mayor referencia a la arquitectura militar, de ahí que el edificio sea conocido como el “Castillo”.



El exterior se caracteriza por una movida volumetría, en tanto su interior es de un ambiente relativamente moderado donde se destacaban los murales realizados por el pintor cubano Armando Menocal, con escenas de la Guerra de Independencia. De igual modo, llaman la atención  la vidriera emplomada en el bay window del comedor, la decoración de algunos techos, el lenguaje neomorisco de uno de los salones y los espaciosos jardines con glorietas y una capilla neogótica. Así aparece descrita en La Habana, Guía de Arquitectura, de los arquitectos María E. Martín Zequeira y Eduardo L. Rodríguez.


Otro sobrenombre, aún más popular, de la quinta Las Delicias, es el de “finca de los monos”, aludiendo a la colección de estos animales que poseía Doña Rosalía Abreu. Se dice que los simios eran tratados como personas, y a partir de ahí muchas leyendas, misterios y hasta burlas se tejieron en torno a la benefactora y sus primates. Los escándalos llegaron al punto de acusarla de tener relaciones maritales con uno de sus gorilas predilecto, y hasta el Diario de la Marina se prestó para tales chistes de mal gusto e irrespeto.
Lo cierto es que estos animales, en un principio mascotas de Doña Rosalía, se convirtieron, durante treinta años, en objetos de estudios científicos. Tres generaciones de monos habitaron en la finca de Palatino, y fueron visitados en ese lapso por especialistas cubanos y extranjeros.

Personajes populares: Mariposa

 
Bajo distintos nombres se conocía a un tipo de personaje algo místico y sensual, religioso y fanático que, al mismo tiempo, daba la impresión de vivir en otro siglo. De Fray Gonzalo, Cucaracha o Canalejas nos habla este cronista.
«A pesar de su religiosidad y de su fanatismo, no ha podido aún este pobre místico sensual dominar la carne, que a menudo se le rebela, imperiosa y dominadora».

Este tipo, conocido también por los nombres de Fray Gonzalo,Cucaracha y Canalejas, es uno de los más populares que posee nuestra capital.
¿Es un loco? ¿Un sinvergüenza? 
Yo más bien me inclino a creer que es un enfermo. 
Místico y sensual al mismo tiempo, de vivir en otro siglo, tal vez hubiera terminado sus días, o en las soledades del desierto haciendo penitencia, o en las hogueras de la Santa Inquisición. 
Religioso, hasta el fanatismo, se pasa las mañanas en las iglesias. 
Entra, y a grandes pasos atraviesa, con la vista baja y las manos en el pecho, la nave principal para ir a arrodillarse a los pies del altar mayor. Besa el suelo muy devotamente, se persigna y se da varios y fuertes golpes de pecho, saca un voluminoso libro de misa o un rosario, y se entrega de lleno a la oración. 
A veces, vierte amargas lágrimas como de arrepentimiento y dolor de sus faltas; otras, transfigurado el rostro, nos parece preso de éxtasis sublime. Y mientras tanto sus dedos recorren, nerviosa e inconscientemente, las cuentas del rosario. 
Termina la misa en esa iglesia y marcha presuroso a asistir a otra. Y así pasa devotamente, de iglesia en iglesia, toda la mañana. 
Durante el resto del día, y cuando no hay otras fiestas religiosas —bautizos, novenas, visitas al Santísimo— que distraigan su atención, recorre incansable las calles, ya predicando el amor a Dios como única fuente de salvación ya censurando y anatematizando los vicios y pecados de la humanidad. 
En ocasiones, se detiene frente a los establecimientos de modas a la hora en que estos se encuentran llenos de encantadoras marchantas que acuden allí a comprar o para pasar el rato, y con voz cavernosa y profética les dice a las bellas hijas de Eva. 
—Mujeres: os ocupáis de adornar vuestros cuerpos, descuidando por completo vuestras almas. Día vendrá en que esos vestidos y esas joyas no os sirvan ya para cubrir vuestras carnes, hoy tentadoras y mañana pasto de los gusanos. ¡Arrepentíos de vuestras faltas; llorad vuestros pecados, que vuestro fin se acerca! 
A raíz de la persecución que, al decir de los católicos, emprendió Canalejas en España contra las comunidades religiosas, pasó nuestro biografiado una de las épocas más accidentadas de su vida. 
Los muchachos callejeros, para hacerle rabiar, le gritaban: 
«¡Huye, que te coge Canalejas!» 
Mariposa se volvía furioso contra ellos, y a grandes voces pedía para el entonces Presidente del Consejo de Ministros de España, todas las penas y atrocidades que para sus fieles servidores dicen que guarda Pedro Botero. 
La verdadera persecución fue para Mariposa —que desde entonces se llamó Canalejas—, pues las trompetillas y pedradas que le arrojaron los mataperros menudearon más que de costumbre. 
Cucaracha, además de la obsesión religiosa, padece otra no menos terrible: la de figurarse que a él lo tienen por loco. 
Y para destruir esto se pone a recitar cánticos devotos o a referir algún suceso importante acaecido recientemente, terminando siempre con estas palabras: 
—¿Ustedes creen que el que recuerda esos hechos es un loco? ¡Yo no estoy loco, yo no estoy loco! 
Más, a pesar de su religiosidad y de su fanatismo, no ha podido aún este pobre místico sensual dominar la carne, que a menudo se le rebela, imperiosa y dominadora. 
Yo le he visto, al cruzar por delante de una mujer hermosa, detenerse un momento a contemplarla, murmurando: 
—La belleza es un don divino, y como tal debemos adorarla. 
Pero en seguida, como si pasase por su mente una idea pecaminosa, fuera de sí, se ha llevado las manos al rostro y ha emprendido la carrera, exclamando a grandes voces: 
—¡Señor: ¡líbrame de un mal pensamiento y de una mala hora! ¡Señor, sálvame, que me pierdo! 
Lector, ¿no es cierto que este pobre hombre, como al principio te decía, más que un loco o un sinvergüenza parece un enfermo? 
Y ¿no es verdad que, si en lugar de vivir en este siglo, materialista y escéptico, hubiera nacido en aquellos tiempos sencillos y dichosos en los que la fe dominaba al mundo, hoy sería Fray Gonzalo adorado en los altares? 
Y su vida, llena de martirios infinitos y milagros edificantes, lejos de narrarla un mísero pecador como yo, la hubiera escrito, seguramente, un piadoso y docto padre de la Iglesia, muy versado en latines y en cosas del cielo.

SOBREVIVIENTES DEL "VALBANERA"

Tomado por: topadules.com
Escrito por Victor
Jueves, 06 de Agosto de 2009 20:13

"La Sagrada Familia de los veinte sobrevientes del vapor Valbanera".

El 2 de Agosto de 2009 el periódico La Voz de Almería publicó un artículo sobre la historia del naufragio del Valbanera en el año 1919. En aquella época de emigración a otros continentes, 20 vecinos de Padules perdieron su pasaje en este barco, hecho que les provocó salvar sus vidas. Los vecinos en agradecimiento decidieron comprar una imagen y desde entonces la rotan por sus casas.


El Valbanera era un trasatlántico español que cruzaba regularmente el océano cargado de mercancias y emigrantes. Con casi 132 metros de eslora, había sido construido en Glasgow en 1906 y podía alcanzar una velocidad de crucero de 12 nudos.

Cuando zarpó de Santa Cruz de La Palma para su último cruce del Atlántico, tras pasar por Málaga y Cádiz, llevaba 1.230 personas a bordo, entre pasajeros y pasaje- Tras hacer escala en Puerto Rico, llegó a Santiago de Cuba, donde desembarcaron 742 personas. Aún muchos consideran un misterio todo lo relacionado con el naufragio de este barco. Zarpó hacia La Habana el día 5 de septiembre, y el 9, los vigías de este puerto distinguieron las señales de Morse del buque, que anunció que intentaría caper el temporal de alta mar. No se supo más de él hasta que fué encontrado por un guarda-costas norteamericano el 19 d ese mes. No había ni rastro de los pasajeros.

"Causa horror y causa espanto, viento que el Valbanera no llega ni por encanto", decía la canción que Emilia Romero conserva en algún lugar.

Tomado de La Habana Elegante

 Una introducción

     En Cuba no hay una obra, una vida, un pensamiento que hayan sido más obsesivamente archivados y memorializados que los de José Martí. Pecamos incluso de redundancia. La construcción incesante del archivo martiano ha sido en sí misma un memorial, un agregar mármol al mármol, un énfasis que, por lo mismo, puede llegar a ser – y lo es para muchos cubanos – tan abrumador como francamente insoportable.
    La presente sección tiene como propósito principal construir un archivo martiano alternativo. Decimos principal porque no renunciamos a la función típica de “rescatar” textos sobre Martí de difícil acceso, y olvidados a veces. Por eso nos interesa reproducir, por ejemplo, materiales del célebre Archivo José Martí que estuvo a cargo de Félix Lizaso. No ocultamos que incluso el título de la sección lo inspiró el que acabamos de mencionar. Pero se trata también de incorporar textos más recientes, escritos desde una perspectiva crítica, desacralizadora, sin descartar incluso lo irreverente. En este sentido reproduciremos textos tanto desde la perspectiva académica, como desde lo literario. 
Aquí hallarán cabida también lo anecdótico, el chisme, y hasta el comentario malintencionado. También pueden aparecer notas, textos de importancia “lateral.” Lo único que todos ellos tendrán en común es su referencia a Martí. 
     Quisiéramos, por otra parte, que los interesados en comentar textos de Martí desde la ya mencionada perspectiva crítica y desacralizadora, nos enviaran sus propuestas. Extendemos esta invitación a escritores, investigadores literarios e historiadores interesados en Martí. El presentador tendrá absoluta libertad para presentar el texto desde la óptica que mejor estime pertinente, y dicha Introducción no podrá exceder las cinco páginas escritas a un solo espacio. Nosotros haremos llegar a los autores los textos a presentar, ya sea en formato word o en pdf. Quien se interese en comentar un texto martiano específico, puede hacerlo y nosotros, como es natural, no tendremos que proveer el texto a glosar. Si, por el contrario, existiera interés en glosar alguno de los materiales delArchivo José Martí, de Lizaso, nosotros – insistimos – podemos facilitar aquello que se nos pida, o en su defecto proponerlo. Ahora bien, sabemos que hay otros materiales en revistas y libros que podrían recuperarse parcial o totalmente, y recabamos la ayuda de quienes puedan cooperar llamando nuestra atención sobre algún artículo que consideren importante recuperar, o, si lo tienen en su poder, poniéndolo a nuestra disposición. 
    El Archivo José Martí constituirá – como ahora La lengua suelta, y el Archivo de la Revolución Cubana – una especie de suplemento de La Habana Elegante, y en cuanto tal su actualización no estará necesariamente sujeta a la de la revista.
El proyecto descrito es sólo el comienzo de uno que, avizoramos, será aún más ambicioso e inclusivo. Hemos pensado que en el futuro podríamos incluir dos galerías: una con fotos de o relacionadas con la vida de Martí (por ejemplo, de los lugares relacionados con su vida y que aún se conserven), y otra con obras de artistas plásticos (pintores, escultures, dibujantes, caricaturistas, etc) que constituyan ellas mismas reescrituras o reelecturas de José Martí. A esto se añadiría una sección de información bibliográfica, y otra con ensayos y artículos que – con el propósito expreso de que sean incluidos en nuestroArchivo José Martí, los autores de los mismos quieran ofrecernos o nos permitan publicar.

Agradeceremos, finalmente, que nuestros lectores, amigos y colegas nos hagan llegar sus sugerencias y comentarios sobre el Archivo José Martí, los cuales agradeceremos.

DICIEMBRE 7 DECLARADO DUELO NACIONAL DE CUBA

Recuperando el cuerpo de Antonio Maceo
Emilio Martínez Paula
(1ra parte de 3)

Maceo había terminado de llevar la guerra independentista desde oriente hasta occidente, pero una vez en Pinar el Río comprende que salir por tierra es poco menos que imposible, ya que la frontera entre Mariel y Majana está esta defendida por más de diez mil soldados enemigos. Maceo tiene menos de cuatro mil hombres con los que acaba de atravesar la provincia de La Habana. Maceo decide salir por mar. Lo acompañan el general José Miró, catalán, jefe de su Estado Mayor, el Brigadier Pedro Díaz, el coronel Alberto Nodarse, el coronel estadounidense Charles Gordon, los tenientes coroneles Manuel Piedra y Alfredo Jústiz, los capitanes Nicolás Sauvanell y Ramón Peñalver y Ramón Ahumada, los tenientes Francisco Gómez Toro, el hijo del generalísimo máximo Gómez y José Urbina, el médico Máximo Zertucha y varios asistentes.
  La embarcación que los ha de trasportar es pequeña. Maceo habla con Carlos Soto, el patrón del bote, y los dos tripulantes, Gerardo Llaneras y Eduardo Concepción.
  La lluvia los acompaña con fuertes ráfagas. La noche es oscura. Son las once. Los remos mueven la embarcación, de apenas cuatro metros de eslora, aunque a veces no los usan: reman con las jícaras que utilizan para sacar agua del bote, para evitar ser descubiertos cruceros españoles atracados en el puerto. En cuatro viajes, en unas cuatro horas, logran trasladar a Maceo y su Estado Mayor. La trocha ha sido burlada. Caminando llegan a La Merced, a las ruinas de una fábrica de azúcar, un Ingenio o Central Azucarero, donde deciden hacer noche mientras deciden mientras esperan que los jefes habaneros les consigan caballos. No pueden seguir a pie. Maceo menos, pues la pierna herida le duele al caminar. El titán está con fiebre y dolor de cabeza. Al filo de la media noche llegan el coronel Sartorio y el comandante Baldomero Acosta con algunos caballos, pero no son suficientes. Baldomero Acosta se ofrece a buscar un caballo para cada cual.
  El 6 de Diciembre amanece gris y tristón, nublado y frío. (Aquí vale la pena, o tal vez no, recordar un pasaje que cuenta Octavio R. Costa en su biografía Antonio Maceo EL HËROE: Amanece: El cielo está gris. El sol oculto. El tiempo borrascoso. El ambiente frío. El héroe llama a Miró. Confidencialmente le relata el sueño que ha tenido. Se le han aparecido los manes de sus deudos muertos. En la visión oye voces que le dicen que basta de luchas y de glorias. Se siente apesadumbrado. Está lleno de supersticiones y temores. Miró escucha con la mente atravesada de negros presagios) Resulta difícil creer en un Maceo lleno de temores y menos de supersticiones, ni aunque Miró lo diga ni Costa lo crea.
  Maceo no recupera sus bríos, y está molesto por no tener caballos suficientes. Poco después del medio día deciden reanudar la marcha rumbo al Central Garro. Al fin aparece Baldomero Acosta con los caballos. Maceo quiere que se dé a conocer que ha pasado la trocha. Piensa atacar a Marianao, que está muy cerca de la ciudad de La Habana y forma parte de la zona metropolitana. Sigue rumbo hacia el ingenio Baracoa acompañado apenas de sesenta y dos hombres. Tratan de hacer contacto con la tropa de Sánchez Figuera que está entre Hoyo Colorado y Punta Brava. El lunes 7 de Diciembre, al amanecer, todo el improvisado campamento en pie y en marcha. Llegan a San Pedro, donde son recibidos con extraordinario entusiasmo por Sánchez Figueras y sus patriotas.
  Maceo hace saber que piensa atacar a Marianao esa misma noche. Para el que conozca esa zona, la provincia de La Habana, podrá aquilatar la hazaña que es tratar de llevar a cabo esa empresa. 
  A eso de la una de la tarde el Lugarteniente y Miró almuerzan. Cambian impresiones. A Maceo le preocupa la presencia de Panchito Gómez Toro y piensa mandárselo cuanto antes a su padre, el generalísimo Máximo Gómez, no vaya a ser que le ocurra algún percance.
  Maceo no se siente bien. Descansa en su hamaca. Mal que bien almorzaron y toman café. Miró lee algunas páginas de sus Crónicas de la Guerra.
  Sería aproximadamente las dos de la tarde cuando, inesperadamente suenan numerosos disparos en una de las avanzadas del campamento. Maceo, que tiene desensillado su caballo, se ve precisado a ponerle la montura. Monta arenga a las fuerzas: ¡Vamos a la carga que les voy a enseñar a dar machete!
  Todos los patriotas se disponen a ocupar su lugar de combate Se disputan el primer puesto y el de más peligro.
  El encontronazo es brutal. La caballería española no esperaba una respuesta tan vigorosa y se dispersa bajo el filo del machete.
  Maceo contempla satisfecho que todos pelean bien y da contramarcha con el Estado Mayor , varios números y oficiales, hacia el flanco izquierdo y se encuentra con las fuerzas del teniente coronel Isidro Acea, que viene por el camino real de San Pedro atraído por el intenso tiroteo
  Maceo ordena abrir dos portillos en la cerca de piedras y pasa el camino junto con Estado Mayor, entre lo que iba el general Miró, el médico Máximo Zertucha, el teniente coronel Jústiz, el comandante Ahumada, el coronel Gordon, estadounidense, el coronel Alberto Nodarse, el general Pedro Díaz, el comandante Manuel Piedra. No estaban en ese momento ni el capitán Nicolás Sauvanell ni el teniente Ramón Peñalver, también del Estado Mayor, porque se han adelantado y pelean con la vanguardia.
  El General le ordena al coronel Nodarse: “¡Cargue al enemigo por el flanco izquierdo!”, mientras él, con un puñado de hombres, ataca la retaguardia. Poco después regresa por el portillo por donde Nodarse, con algunos patriotas, intercambia balazos con los atacantes, cuando Miró grita: “¡Nodarse, venga a ver esta desgracia!”
  Retrocede Nodarse y se encuentra con Maceo en el suelo, bañado en sangre. “¡Mire qué cuadro!, dice el doctor Zertucha. “¡Ay, Nodarse, se acabó la guerra!”. “Vea este cuadro, muerto”.
  Nodarse le pide a Miró que trate de recoger al General, mientras continúa con su gente disparando contra el enemigo, que está, rodilla en tierra, detrás de una cerca, haciendo fuego graneado.
  “¡Nodarse!, grita Miró, venga usted que si usted no viene no se puede sacar al General!”.
  Zertucha le pide el caballo a Nodarse para ir a buscar medicinas, mientras éste, con un puñado de hombres, trata de contener al enemigo. Miró, por encargo de Nodarse, sale en busca de más fuerzas que los auxilien.
  Nodarse se acerca a Mace. Éste abre los ojos y mueve las manos como tratando de decir algo. Acude en esos momentos un combatiente: Coronel, échemelo encima que yo me lo llevo….
  Intentan poner al General sobre el caballo, ayudado por varios compañeros, de los pocos que quedan en el peligroso lugar. Los fogonazos de los mauser atruenan el espacio. Las balas silban al rasgar el aire. Los fusileros enemigos descargan su furia sobre el lugar, intrigados en saber por qué tan pocos se sostienen ahí, en medio de tanto peligro.
  Al fin, entre cuatro o cinco, logran subir al General, que pesa más de doscientas libras, pero al ponerlo sobre la montura una bala lo atraviesa por debajo de la tetilla izquierda y lo priva de la vida. Uno de los hombres que tratan de llevarse a Maceo cae herido, y deja caer el cuerpo del General. El grupo se retira. En esos momentos aparece el comandante Juan Manuel Sánchez: “Traigo un buen caballo y me lo puedo llevar”, dice. Vuelven a montar al Titán entre los cinco o seis que allí quedaban, pero la fusilería no descansa y otra lluvia de balas cae sobre el lugar y hieren de gravedad al comandante Sánchez y también a su caballo. Su escolta se lo lleva para salvarle la vida.
  Nodarse se queda solo. Inesperadamente, se presenta el teniente Francisco Gómez Toro hijo del Generalísimo, desarmado y herido.

Desastre de Annual

Tomado de Wikipedia
Desastre de Annual


Cadáveres españoles en Monte Arruit. La foto fue tomada meses después del desastre, tras volver a recuperar las posiciones el ejército español.

Fecha
Lugar
Coordenadas
Resultado
Victoria decisiva rifeña.
Consecuencias
·        Son destruidas las posiciones españolas recién ocupadas.
·        Melilla queda sitiada.
·        Grave crisis política en España.
Cambios territoriales
Los rifeños se hacen con el control de la mayor parte delProtectorado.
Beligerantes
Comandantes
Fuerzas en combate
Comandancia de Melilla
• 18.011 hombres (13.358 españoles y 4.653 indígenas, repartidos en numerosas posiciones; aprox. 5.000 en Annual)
• 24 piezas de artillería
Cabilas rifeñas
~18.000 hombres
Bajas
• Estimadas entre 7.875 y 10.265 muertos o desaparecidos
• 1100 prisioneros
Desconocidas

La batalla de Annual (episodio conocido en la historiografía española comoDesastre de Annual) fue una grave derrota militar española ante los rifeñoscomandados por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual, el 22 de julio de 1921, que supuso una redefinición de la política colonial de España en laGuerra del Rif.
La crisis política que provocó esta derrota fue una de las más importantes de las muchas que socavaron los cimientos de la monarquía liberal de Alfonso XIII. Así, los problemas generados por Annual fueron causa directa del golpe de Estado y ladictadura de Miguel Primo de Rivera.
Antecedentes[editar]
El 12 de febrero de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre tomó posesión del cargo de Comandante General de Melilla. Con la idea de llegar hasta la bahía de Alhucemas, centro de operaciones de la tribus rifeñas más belicosas, en enero de1921 empezó el avance para acabar con la escasa resistencia existente. La empresa era arriesgada, ya que los soldados españoles, en su mayoría procedentes de reclutas forzosas, estaban muy poco entrenados, mal pagados y alimentados, pésimamente armados (con fusiles y artillería pesados y anticuados) y peor calzados (abarcas y alpargatas), se desmoralizaban enseguida y tenían verdadero pavor a los rifeños. Había asimismo serios problemas de corrupcióntanto a nivel de intendencia y oficialidad como entre la tropa, que vendía sus propios fusiles y municiones a los rifeños.1
Sin embargo, entre mayo de 1920 y junio de 1921 Silvestre protagonizó un espectacular progreso, rápido e incruento: avanzó 130 kilómetros sobre el Rif en un total de 24 operaciones, estableciendo 46 nuevas posiciones sin apenas sufrir bajas;2 ocupó Tafersit, adelantó el frente hasta el río Amekrán y obtuvo la sumisión de las cábilas de Beni UlixekBeni Said y Temsaman, llegando a acuerdos con sus cabecillas, ofreciéndoles dinero a cambio de su amistad. Todos en España creían que por fin se alcanzaría la bahía de Alhucemas y finalizaría la sangría de Marruecos.
Pero tal ilusión pronto se derrumbó de manera cruenta. Silvestre había cometido el error de no desarmar a las tribus rifeñas cuya lealtad había comprado, y precisamente por esto extendió mucho más de lo prudente sus líneas de abastecimiento. Las fuerzas de la comandancia de Melilla se distribuyeron entre nada menos que 144 puestos y pequeños fuertes o blocaos, a lo largo de 130 kilómetros de zona ocupada, con una parte de ellos dedicados, además, a tareas puramente burocráticas. Los blocaos se situaban siempre aprovechando los lugares altos, pero a pesar de que desde estas posiciones se podían dominar amplias zonas, normalmente no había agua, lo que obligaba a ir a por ella con reatas de mulas periódicamente, a veces a diario (conocidas entre los soldados como "aguadas"). La distancia entre estos emplazamientos era variable, de 20 a 40 kilómetros, según el terreno, y con fuerzas tan repartidas no era posible hacer frente de manera eficiente a un ataque del enemigo. Las condiciones de los soldados, ya de por sí malas, eran pésimas en los blocaos. Los suministros escaseaban, durante el día hacía mucho calor y por la noche mucho frío. Las ratas y los piojos eran habituales en fortificaciones y campamentos.
Así las cosas, en mayo de 1921, el grueso del ejército español estaba en el campamento base instalado en la localidad deAnnual. Desde allí Silvestre esperaba realizar el avance final sobre Alhucemas. Entre Melilla y este campamento había tres plazas fuertes separadas unos 31 km entre sí, y en torno a él un anillo formado por otros pequeños fortines, cada uno con una guarnición que variaba entre 100 y 200 soldados. En la costa se habían ocupado las dos posiciones de Sidi Dris, cercana a la desembocadura del río Amekrán, y Afrau, algo más a retaguardia.
Hasta este punto apenas se había disparado un solo tiro, aunque se guardaban las distancias con las tribus hostiles, y en las pequeñas escaramuzas que se producían apenas sí hubo algunas bajas.
El preludio[editar]
La ocupación de Abarrán[editar]
Artículo principal: Combate de Abarrán
A finales de mayo, una delegación de la cabila de los Tensamán convenció a Silvestre para que cruzara el río Amerkan y estableciera una posición en el monte Abarrán, en contra de las órdenes de su jefe, el Alto Comisario de España en Marruecos, general Berenguer.
Mapa con los combates entre españoles y tropas rifeñas en Marruecos que dieron como resultado el Desastre de Annual
Un contingente de 1.500 hombres, al mando del comandante Villar, llegó a la posición la mañana del 1 de junio de 1921, estableciendo una base fortificada. Al mando de la posición quedó el capitán Juan Salafranca Barrio, cuyas fuerzas consistían en la harkaamiga de Tensamán, unos 200 policías indígenas y 50 soldados españoles, y Villar se volvió a Annual. Cuando los rifeños comenzaron el ataque a las 18:00, la harka de Tensamán se les unió, así como muchos de los policías rifeños. Los españoles sufrieron 141 bajas,3 incluyendo a todos los oficiales, a excepción del teniente de artillería Diego Flomesta Moya, al que los rifeños dejaron vivo para que arreglase los cañones y les enseñase a usarlos, negándose a ello, lo mismo que a ser curado de sus heridas, y a comer, por lo que murió de hambre en cautividad el 30 de junio.4
Defensa de Sidi Dris[editar]
Decidido por el éxito, Abd el-Krim dirigió entonces sus tropas contra la posición costera Sidi Dris, a la que llegó la madrugada del día siguiente, 2 de junio. Sidi Dris fue asaltada durante 24 horas, siendo rechazados por la defensa realizada por el comandante Julio Benítez Benítez, que tuvo 10 heridos (él mismo incluido), por 100 rifeños muertos.5
Abd el-Krim gana adeptos[editar]
A pesar del fracaso de Sidi Dris, la toma de Abarrán demostró a los rifeños la vulnerabilidad de los españoles. Abd el-Krim no dudó en exhibir los cañones y el material tomados, convenciendo a los rifeños que unidos podrían derrotar a Silvestre y obtener un gran botín, de modo que en pocos días los efectivos de su harka pasaron de 3.000 a 11.000 hombres.
Silvestre, creyendo que se trataban de acciones aisladas, no adoptó ninguna medida especial. Ocupó en respuesta Igueribenel 7 de junio de 1921, manteniendo de ese modo una posición adelantada entre Izumma y Yebbel Uddia, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado sur. Después marchó a Melilla, para entrevistarse con su superior, el Alto Comisario Berenguer, y solicitarle refuerzos, municiones, víveres para la población y dinero para comprar a los rifeños antes de iniciar la ofensiva final.
El desastre[editar]
La caída de Igueriben[editar]
El 17 de julio Abd el-Krim, antiguo funcionario de la Administración española en la Oficina de Asuntos Indígenas en Melilla, al mando de la cabila de los Beniurriagel (Ait Waryagar), y con el apoyo de las tribus cabileñas presuntamente aliadas de España, lanzó un ataque sobre todas las líneas españolas.
Igueriben, guarnecida por 350 hombres bajo el mando del comandante Benítez, el defensor de Sidi Dris, no tardó en quedar sitiada. El 17 de julio Abd el-Krim inició el asalto, y la posición cayó el 22 de julio. Durante cinco días, y a pesar del esfuerzo heroico de tres columnas de refuerzo,6 los españoles habían sido incapaces de auxiliar la posición de Igueriben, fracaso que hizo cundir la desmoralización entre las tropas de Annual.
La caída de Annual[editar]
Tras estos sucesos se concentró alrededor del campamento gran cantidad de fuerzas rifeñas, mientras que la moral del ejército español caía por los suelos. Al comenzar el asedio de Igueriben había unos 3.100 hombres presentes en Annual. Al cabo de dos días se incorporaron 1.000 más, y dos días después llegaron otros 900 de refuerzo. Así pues, el 22 de julioAnnual acogía a unos 5.000 hombres (3.000 españoles y 2.000 indígenas), con una fuerza de combate de 3 batallones y 18 compañías de infantería, 3 escuadrones de caballería y 5 baterías de artillería. Sobre ellos iban a lanzarse unos 18.000 rifeños7 bajo el mando de Abd el-Krim, armados con fusiles8 y espingardas.
El empresario Horacio Echevarrieta y el líder rifeño Abd el-Krim, durante la reunión que mantuvieron ambos en 1923.
Primeras informaciones delDesastre de Annual:

Entró el general (Silvestre) en Igueriben, y los rebeldes (que indudablemente vieron entrar el grupo y supusieron que se trataba de Silvestre) se lanzaron con premeditada táctica y con imponderable furia, logrando cercar. El general decidió la retirada, y con las fuerzas se retiró a Annual; pero bien pronto vio que el retroceso había sido inútil y que se imponía una retirada más completa de la primera línea.
Entonces lanzó mensajes radiofónicos a Tetuán y a Ceuta, que algún barco recogió y reexpidió a Madrid, declarando que se hallaba en situación desesperada y anunciando que, bajo su responsabilidad, ordenaba la evacuación de todas las posiciones avanzadas con la consigna de que las fuerzas se reunieran en el campamento de Dar-Drius. Se emprendió, pues, el repliegue general y, en su primera parte fue ordenado y, relativamente, con poco fuego; pero el enemigo, advertido del movimiento, se lanzó impetuosamente sobre algunas compañías peninsulares y sobre los grupos de Regulares. ¿Aguantaron todos estos con la debida cohesión? ¿Hubo vacilaciones o, lo que es peor, defecciones? Esto se aclarará en las informaciones. (...)
Terminaba el repliegue y el general Silvestre seguía en la posición Annual, cercada por los Beni Urriaguel. En persona fue ordenando el desfile de las últimas secciones. Parece que se le hicieron algunas indicaciones; pero se resistió a dejar aquel sitio.
El campamento de Annual disponía de víveres para cuatro días y municiones para un día de combate, pero carecía de reservas de agua. El general Silvestre, consciente de la imposibilidad de defender la posición, acordó con sus oficiales la evacuación del campamento. Sin embargo, a las 3:45 del día 22 llegó un mensaje de radio del Alto Comisario Berenguer, prometiendo la llegada de refuerzos desde Tetuán. Una hora más tarde el general Silvestre comunicó de nuevo a Berenguer y al Ministro de la Guerra, Luis Marichalar y Monreal, su desesperada situación y su decisión de tomar urgentes determinaciones.
Al rayar el alba tuvo lugar una segunda reunión de oficiales, en la que Silvestre dudó entre la evacuación inmediata y la espera de la llegada de refuerzos. Las dudas se despejaron cuando se tuvieron noticias del avance de tres columnas rifeñas de unos 2.000 hombres cada una. Ante esta información, el general ordenó evacuar, anunciando su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y Dar-Drius, posición esta última, que reunía las características para albergar gran cantidad de tropa y con el abastecimiento de agua muy fácil.
La retirada comenzó a las 11:00 horas: había dos convoyes, uno para retirar los mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el armamento pesado. Pero para entonces las alturas del norte, que dominaban los caminos de huida ya habían sido tomadas por los rifeños. La gran mayoría de los policías indígenas que las defendían se pasaron al enemigo, matando a sus oficiales españoles.9 De modo que cuando las tropas españolas abandonaron el campamento, comenzaron a recibir disparos. En ese momento comenzó el caos: los dos convoyes de evacuación se mezclaron sin ningún tipo de orden de hombres, mulos y material. En medio de la confusión, los oficiales perdieron el control de la situación. Sin nadie que cubriera su retirada, los hombres trataron de ponerse a cubierto de las balas corriendo hacia delante. Los carros, el material y los heridos comenzaron a ser abandonados; muchos oficiales escaparon ajenos a su deber, y la retirada ordenada no tardó en convertirse en una desbandada general bajo el fuego de los rifeños.
Oficiales liberados tras las gestiones de Echevarrieta: De i. a d. Col. Araujo,General NavarroTCol. Manuel López Gómez, TCol. Eduardo Pérez Ortiz yCte. de Cab. José Gómez Zaragoza.
Algunos oficiales y unidades mantuvieron la calma y lograron ponerse a salvo con un número de bajas relativamente pequeño; pero, en su inmensa mayoría, los soldados salieron a la carrera y en completo desorden. El desastre pudo haber sido mayor si los Regulares al mando del comandante Llamas no hubiesen resistido en las alturas del sur. Ello dio tiempo a los huidos para pasar por el angosto paso de Izumar, evitando así una muerte segura a manos de los rifeños. Los Regulares se replegaron por escalones, retrocediendo monte a través en paralelo a la carretera, sin mezclarse con la riada de soldados en fuga. Silvestre, que aún estaba en el campamento cuando comenzó el desastre, murió en circunstancias no esclarecidas, y sus restos nunca fueron encontrados. Mientras una versión dice que, al ver el desastre, fue a su tienda de campaña y se voló la cabeza, otra versión dice que fue abatido a tiros por los rifeños junto con el coronel Manella y varios oficiales que trataban de defenderse. Una última versión cuenta que sus impropias últimas palabras, dirigidas a sus hombres en estampida, fueron: ¡Huid, huid, que viene el coco...!10
En las cuatro horas aproximadas que duró el desastre murieron un total aproximado de 2.500 españoles, a los que hay que sumar los ocupantes, 1.500 en total, de las posiciones de Talilit, Dar Buymeyan, Intermedias B y C, Izumar, Yebel Uddia, Mehayast, Axdir Asus, Tuguntz, Yemaa de Nador, Halaun y Morabo de Sidi Mohamed, todos muertos. Quedaron 492 prisioneros españoles de los que sobrevivieron 326. Algunos de ellos fueron liberados al comienzo de la misión de rescate llevada a cabo, entre otros, por los miembros de la Delegación de Asuntos Indígenas Gustavo de Sostoa y Luis de la Corte Lujan; los demás cautivos fueron liberados finalmente el 27 de enero de 1923, tras las negociaciones llevadas a cabo conAbd el-Krim por parte de Horacio Echevarrieta, a cambio de 80.000 duros de plata.
El asedio de Monte Arruit[editar]
Carga del río Igan, por Augusto Ferrer-Dalmau.
Las pocas fuerzas que pudieron salir vivas, bajo el mando del general Navarro, segundo jefe de la Comandancia de Melilla, retrocedieron hasta Dar Drius, posición bien fortificada y con agua disponible. Sin voluntad de resistencia, creyendo que todo estaba perdido, se replegaron hacia Barbel y Tistuin. En la marcha, al llegar al río Igan, se produjo una nueva huida de oficiales, seguida de la estampida de sus tropas. En medio de aquella desbandada, el Regimiento de "Cazadores de Alcántara", 14 de Caballería, mandado por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, hermano del futuro dictador, trató de proteger la retirada enfrentándose a las oleadas de indígenas primero con sus ametralladoras y después con sucesivas cargas de caballería. Su sacrificio fue enorme, pues de los 691 jinetes que lo componían, 471 murieron, lo que supuso un 80 por ciento de bajas. Pero gracias a su acción muchos soldados que huían tuvieron tiempo de ponerse a salvo.10 11 El teniente coronel Primo de Rivera recibió a título individual la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración militar española, y en 2012 el Consejo de Ministros concedió la Laureada Colectiva al Regimiento,12 siendo entregada por Juan Carlos I de España el 1 de octubre de 2012.13
Finalmente, tras seis días de agotadora marcha, alcanzaron el campamento de Monte Arruit, una posición más difícil de defender pero más fácil de socorrer que Dar-Drius. Aquí, los 3.017 hombres de Navarro intentarían recomponerse, pero pronto Monte Arruit fue también cercado, y cortados sus suministros. El 2 de agosto cayó Nador, siendo su guarnición la única que, tras rendirse, fue respetada por los rifeños. Con la caída de esta plaza quedó sentenciado el destino tanto de Monte Arruit como de Zeluán, asediada desde el 24 de julio. Ésta se rindió el 3 de agosto, siendo los supervivientes asesinados, y los oficiales, el capitán Carrasco y el teniente Fernández, quemados vivos.14
Navarro desistió de intentar una huida desesperada hacia Melilla, negándose a abandonar a sus heridos. Al agotamiento físico había que sumar la desmoralización de la tropa, en algunos momentos al borde de la insurrección, y la carencia de agua (sólo tenían los bloques de hielo que dos aviones dejaban caer sobre la posición). El 31 de julio una granada destrozó el brazo de Primo de Rivera, que fue operado sin anestesia, y murió el 5 de agosto por causa de la gangrena. Vistas las condiciones, el general Berenguer, Alto Comisario de España en el protectorado, autorizó la rendición formal el 9 de agosto, a pesar de que ese día llegó de la Península un refuerzo de 25.000 soldados. Se pactó con los rifeños la entrega de las armas a cambio de respetar la vida de los soldados. Una vez aceptadas las condiciones por los hombres de Abd el-Krim, los españoles salieron de la posición y amontonaron sus armas. Los heridos y enfermos comenzaron a alinearse en la puerta del fuerte, preparándose para la evacuación. Pero cuando se dio la orden de partir, los rifeños atacaron a los indefensos españoles, degollando a casi todos. Sobrevivieron 60 hombres de los 3.000 que se refugiaron allí, y salvó la vida el general Navarro de casualidad. Los cadáveres fueron recogidos y enterrados en los cementerios de Monte Arruit, Zeluán y Melilla por los Hermanos de La Salle, quienes, además, instalaron en su colegio (situado en el Cerro de Santiago) un hospital que permitió a Cruz Roja curar y atender a los soldados heridos.15
Resultados[editar]
Cadáveres encontrados en Annual
Pronto corrió la noticia de la victoria rifeña, y tanto las cabilas como parte de las fuerzas marroquíes al servicio de España se sumaron a la guerra santa proclamada por Abd el-Krim.16 Ninguna ayuda llegó desde Melilla, situada a unos 40 km, y así las pocas unidades que aún conservaban la disciplina se vieron obligadas a retirarse bajo el constante acoso enemigo hasta Melilla. Se produjo así una espantosa retirada en la que los rifeños asesinaron y torturaron a los heridos, enfermos y a la población civil dejada atrás.[cita requerida] Las guarniciones de las posiciones murieron tras duros combates. Lograron escapar vivos los defensores de Afrau, rescatados por la Armada y el destacamento de Metalsa, que logró llegar a las posiciones francesas de Hassi Ouzenga tras perder dos terceras partes de sus efectivos. En Dar Quebdana, el comandante pactó la rendición, pero en cuanto ésta tuvo lugar él y sus hombres fueron descuartizados.
Tan terrible derrota se saldó, según el expediente Picasso, con 13.363 muertos (10.973 españoles y 2.390 indígenas), por sólo 1.000 rifeños. No obstante, las cifras seguramente fueron inferiores, ya que los registros eran a menudo hinchados para cobrar más soldadas y recibir más suministros. El comandante Caballero Poveda17 calculó el total de bajas españolas en 7.875 hombres. Indalecio Prieto calculó en 8.668 los españoles muertos o desaparecidos en octubre de 1921. Por último, Juan Tomás Palma Romero18 estimó en 8.180 los muertos o desaparecidos. En todo caso, había tantos cadáveres que se decía que, del segundo día en adelante los buitres sólo comían de comandante para arriba. A las pérdidas humanas se añadieron las de material militar (20.000 fusiles, 400 ametralladoras, 129 cañones, aparte de municiones y pertrechos) y la destrucción de las infraestructuras (líneas férreas y telegráficas, hospitales, escuelas, cultivos, etc.) construidas con el dinero y el esfuerzo español a lo largo de 12 años.
Epílogo: El Expediente Picasso[editar]
Artículo principal: Expediente Picasso
El desastre de Annual provocó una terrible crisis política. El gobierno de Allendesalazar se vio obligado a dimitir, y en agosto de 1921, el rey Alfonso XIII encarga a Antonio Maura formar un gobierno de concentración nacional del que formaron parte todos los grupos políticos. Este gobierno estuvo dividido entre quienes deseaban una intervención más decidida en Marruecos y los partidarios del abandono. Llegó a decir Indalecio Prieto en las Cortes:
Estamos en el periodo más agudo de la decadencia española. La campaña de África es el fracaso total, absoluto, sin atenuantes, del ejército español.
El ministro de la Guerra ordenó al general Juan Picasso elaborar un informe conocido como Expediente Picasso, en el que, a pesar de diversas acciones obstructivas, se señalaban múltiples errores militares, calificando de negligente la actuación de los generales Berenguer (Alto Comisario) y Navarro (2º Jefe de la Comandancia General de Melilla) y de temeraria la del general Silvestre.
Quedaban desestimados los testimonios infundados de que el Rey había animado, con el telegrama: "Olé los hombres", la penetración irresponsable de Silvestre hasta puntos alejados de Melilla sin contar con una defensa adecuada en la retaguardia.
Pero la crisis política continuaba. El gobierno de Maura cayó en marzo de 1922 y tras él los gobiernos de Sánchez Guerra y García Prieto. Antes de que el informe Picasso se debatiera en el Pleno de las Cortes, el general Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923, decidido a poner fin a la deriva política.
Con respecto al Rif, Abd el-Krim extendió su dominio por todo el protectorado español, creando la República del Rif, que llegó en 1924 a la cumbre de su poder. Sin embargo, su éxito y sus ataques al Marruecos francés determinaron el giro de la política de Primo de Rivera, hasta entonces pasiva y de contención, frente al problema del Rif. España se entendió con Francia para hacer frente común a los rifeños y pasó a la ofensiva. Con el éxito rotundo del Desembarco de Alhucemas, en 1925, Primo de Rivera obtuvo una posición fuerte que le permitió pacificar la zona en menos de un año y restituir la autoridad española en el Protectorado.
El desastre de Annual en la literatura[editar]
Las primeras obras significativas sobre el desastre de Annual fueron publicadas al año escaso de la derrota. Las más destacadas fueron Las responsabilidades del desastre, Ecce Homo, Prueba documental y apuntes inéditos sobre las causas del derrumbamiento y consecuencias de él, de Víctor Ruiz Albéniz, y Del desastre al fracaso. Un mando funesto, deFrancisco Hernández Mir, ambas publicadas en Madrid en 1922. Cabe destacar así mismo la obra del teniente coronelEduardo Pérez Ortiz 18 Meses de Cautiverio. De Annual a Monte-Arruit. Crónica de un testigo en la que describe su experiencia durante el Desastre y el posterior cautiverio.
La dictadura de Primo de Rivera relegó los sucesos de Annual a un segundo plano. Aun así, la obra de Carlos Hernández de Herrera y Tomás García Figueras Acción de España en Marruecos (2 vols., Madrid, 1929-1930) explicaba el desastre de Annual con una solidez documental y una minuciosidad extraordinarias. Aún hoy día es considerado uno de los mejores y más detallados trabajos acerca de la acción española en el Protectorado marroquí.
El Desastre de Annual fue un tema de importancia para la narrativa. En 1928 se publicó la obra de José Díaz Fernández El blocao, y poco antes de la caída de Alfonso XIII vio la luz la célebre novela Imán, de Ramón J. Sender (Madrid, 1930), quizá el relato más estremecedor y terrible de la tragedia del ejército español. En 1939 se publicó, en inglés, la famosa trilogía autobiográfica de Arturo BareaLa forja de un rebelde, en cuyo segundo tomo se recogen las experiencias del autor, sargento de Ingenieros, durante su servicio militar en África entre 1920 y 1924.
Durante la dictadura franquista, las referencias históricas a la batalla fueron escasas y, en último término, justificadoras. Así ocurría en los casos de la obra del duque de Maura y Melchor Fernández AlmagroPor qué cayó Alfonso XIII. Evolución y disolución de los partidos históricos durante su reinado (Madrid, 1948), y la extraordinaria recopilación documental de Manuel Galbán Jiménez sobre las causas del desastre de Annual: España en África. La pacificación de Marruecos (Madrid, 1965). Las escasas obras que hicieron frente a la interpretación oficial del régimen procedieron del exilio republicanoEspaña y Marruecos, de Indalecio Prieto (Toulouse, 1956), La España de mi vida. Autobiografía, de Ángel Ossorio y Gallardo, (Buenos Aires, 1941), y La pequeña historia, de Alejandro Lerroux (Buenos Aires, 1945), también Ricardo Fernández de la Reguera ySusana March le dedicaron un volumen en sus episodios Nacionales contemporáneos llamado El Desastre de Annual.
Referencias[editar]
1.     Volver arriba Arturo Barea, en La ruta (segundo libro de la trilogía La forja de un rebelde), refiere en varios lugares episodios de corrupción entre jefes, oficiales y suboficiales españoles.
2.     Volver arriba Un total de 10 muertos y 60 heridos
3.     Volver arriba 25 muertos o desaparecidos (6 oficiales, 18 soldados españoles y 1 soldado indígena) 59 heridos (24 soldados españoles y 35 soldados indígenas) y 76 desertores o desaparecidos indígenas.
4.     Volver arriba Por todo ello se le concedió a título póstumo la Laureadapor Real Orden de 23 de junio de 1923.
5.     Volver arriba SHM. Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III. Madrid, 1981. Pp. 409-410
6.     Volver arriba sufrieron 31 muertos y 129 heridos,
7.     Volver arriba Caballero Poveda, Fernando. La Campaña del 21 en cifras reales (I) y (II), en: revista "Ejército", Nº 522 y 523. Madrid, 1984.
8.     Volver arriba Unos 8.000, de los que 3.450 serían Mauser.
9.     Volver arriba Ibidem.
10. ↑ Saltar a:a b Losada p.417
13. Volver arriba «El Rey otorga la máxima condecoración a los héroes olvidados de Annual» (en español)Libertad Digital (1 de octubre de 2012). Consultado el 1 de octubre de 2012.
14. Volver arriba Expediente Picasso, p. 271 y ss.
16. Volver arriba Con el alzamiento contra España de las cabilas de Beni Uleixec, Gueznaia, Beni Said y M'talza, casi todo el territorio oriental del Protectorado quedó en manos rifeñas.
17. Volver arriba La Campaña del 21 en cifras reales (I) y (II). Revista"Ejército". Nº 522 y 523. Madrid, 1984.
18. Volver arriba Annual 1921. 80 años del Desastre. Almena, Madrid, 2001. Pp. 169-171.
Bibliografía[editar]
Fuentes primarias
·        Pérez Ortiz, Eduardo (2010). 18 Meses de cautiverio. De Annual a Monte-Arruit. Crónica de un testigo. Colección Leer y Viajar Clásico. Editorial Interfolio. ISBN 978-84-936950-9-5.
Fuentes secundarias
·        La Porte Fernández-Alfaro, Pablo (2003). El desastre de Annual y la crisis de la Restauración en España (1921-1923). Alcalá de Henares, UCM. Disponible online en: [5] (22'28 Mb), [6] (13'53 Mb) y [7] (22'72 Mb).
Novelas
·        Barea, Arturo (2012 (4ª ed.)). La forja de un rebelde. Barcelona: Debolsillo. ISBN 978-84-9793-948-5.
·        Sender, Ramón J. (1930). Imán. Editorial Destino. ISBN 84-233-3344-2.
·        Silva, Lorenzo (2001). Del Rif a Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos.
Otros
·        Carrasco García, Antonio (1999). Annual 1921 Las imágenes del desastre. Madrid: Almena Ediciones. ISBN 84-96170-20-9.
·        Francisco, Luis Miguel (2005). Annual 1921, crónica de un desastre.
·        Leguineche Bollar, Manuel (1996). Annual 1921: el desastre de España en el Rif. Madrid: Ed. Alfaguara. ISBN 84-204-8235-8.
·        Losada, Juan C. (2006). Batallas Decisivas de la Historia de España. Punto de Lectura. ISBN 84-663-6845-0.
·        Palma Moreno, Juan T. (2001). Annual 1921 : 80 años del desastre. Madrid: Almena Ediciones. ISBN 84-930713-9-0.