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viernes, 1 de mayo de 2015

Impressions and experiences of the West Indies and North America in 1849 (p.112)

Foto tomado de: Wikipedia
By: Robert Baird

1850
Eran las diez y cuarto aproximadamente cuando echamos anclas ante la ciudad (La Habana), en compañía de otros tres vapores americanos que habían llegado.
Debo mencionar, de paso, la magnitud de los vapores americanos. Ningún país en el mundo dispone de barcos de este tamaño; Inglaterra tampoco. Cerca del nuestro está anclado un buque de guerra español, con 96 cañones; ¡resulta tan chiquito, comparándolo con los vapores americanos “Georgia” y “Ohio”! El desplazamiento de estos barcos es de tres mil toneladas, desarrollan dos mil caballos, y, por término medio, avanzan ocho mil brazas a marcha ordinaria, mientras sus ruedas dan 567 revoluciones.
La Habana, centro de los plantadores ricos cubanos y del gobierno, es un lugar de reposo muy interesante, y, seguramente, el más agradable en toda la América, a lo que también contribuye su verano perpetúo. Este encanto puede ser uno de los móviles de las visitas masivas de turistas extranjeros. Hay aquí una ópera  ilustre, el Teatro Tacón, en donde actúa una compañía insigne. Los cantantes italianos y de otras nacionalidades, que acabaron sus carreras en los teatros famosos de Europa, vienen aquí, y aunque sus voces se hayan desgastado demasiado, podemos ver y escuchar espectáculos deliciosos en su interpretación. Me sorprendió, por lo tanto. Que entre los nombres de los artistas figuraban  los de Salvi, Badiali y Morini.
Por fin, debo decirles también algo sobre el tabaco; de lo contrario, mi descripción sería parecida al dicho: “anda por Roma y no va a ver al Papa”.

La fabricación de puros de La Habana tiene fama mundial, y es una de las ramas industriales de las que provienen las enormes riquezas. El motivo de este hecho es que el tabaco cubano es el más apropiado para el puro, por su fragancia exquisita, pero no lo es para fumarlo con pipa, por ser demasiado fuerte. En mi país, he oído muchas veces decir que, al que haya visto su proceso de fabricación, éste le daría asco; mujeres negras repugnantes tuercen el tabaco sobre sus muslos ulcerosos. Pero, yo he visto ente trabajo en muchas fábricas, y de creer que los que sostienen la mencionada falsa afirmación, nunca estuvieron en La Habana, ya que en las fábricas de tabaco los trabajadores son hombres y no mujeres, y tuercen el tabaco no sobre sus muslos, sino que tienen para eso mesas especiales, llamadas vapores.(444)

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