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miércoles, 1 de julio de 2015

La larga Presidencia de Franklin D. Roosevelt y los Derechos Civiles de la población afroamericana de los EE.UU.


por Roberto Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba

En 1932, a los 50 años de edad, Franklin Delano Roosevelt ya era un político avezado, que había entrado en Política en 1910, cuando había sido elegido para ocupar un asiento en el Senado del estado de New York, había sido nombrado Sub-secretario (vice Ministro) de la Marina en 1920, y finalmente había desempeñado la gobernatura del estado de New York entre 1929 y 1932.
            A continuación, realizó la proeza nunca igualada de resultar vencedor en las cuatro contiendas presidenciales consecutivas de 1932, 1936, 1940 y 1944 –falleció en el cargo el 11 de abril de 1945, un mes antes de la rendición de la Alemania nazi y con cuatro meses de antelación a la capitulación del Japón-. Precisamente para evitar la perpetuación en el cargo de Presidente por la vía de las sucesivas reelecciones, el Congreso de los Estados Unidos aprobó en 1947 la 22ª Enmienda a la Constitución de los EE.UU., con arreglo a la cual “Ninguna persona será elegida al cargo de Presidente en más de dos ocasiones, y ninguna persona que ha ocupado el cargo de Presidente o ha actuado como Presidente durante más de dos años de un período al que alguna otra persona ha sido elegida Presidente será elegida el cargo de Presidente en más de una ocasión”.
   

         Durante los años de la Depresión iniciada en 1929, a los que solo puso fin la revitalización de la economía con motivo de la producción para fines militares robustecida exponencialmente poco antes del estallido de la II Guerra Mundial en 1939 –hecho que para los EE.UU. no tuvo virtualidad sino a partir del ataque a Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941-, la segregación racial (ejercida sobre todo sobre los afroamericanos) no desapareció ni en el Norte ni en el Sur del país.
            Pero las Agencias federales creadas para realizar obras públicas, poner viviendas dignas al alcance de los segmentos más pobres de la población, y llevar a cabo grandes proyectos de irrigación, electrificación, vías de comunicación por carretera, servicios de asistencia social y construcción de nuevas industrias causaron una gran migración interior desde el Sur comparativamente más abusador de los afroamericanos hacia el Norte donde la criminalidad racista estaba menos extendida o aceptada por la sociedad. Las necesidades de la  producción de guerra llegaron a proveer una economía de pleno empleo, en la cual los tradicionalmente peor retribuidos obreros agrícolas e industriales (y, entre éstos, los afroamericanos) llegaron a beneficiarse de mejores salarios y condiciones de trabajo.
            En el transcurso del verano de 1941, A. Philip Randolph (1889-1979), el más destacado líder sindicalista y político negro hasta la llegada de Martin Luther King, logró que las manifestaciones multitudinarias de la población negra que impulsó hicieran que el Presidente Roosevelt firmara la Orden Ejecutiva 8802 –que prohibió la discriminación racial en las industrias de Defensa durante la Segunda Guerra Mundial- y que posteriormente el Presidente Truman rubricara en 1948 la Orden Ejecutiva 9981 –por la que se erradicó la segregación en las Fuerzas Armadas-..
            La actuación del Presidente Roosevelt, no obstante su alcance limitado a las instancias del Gobierno federal (ya que las medidas no se extendían al sector privado de la economía ni a los gobiernos estatales y municipales) y la timidez en su aplicación, logró que a partir de 1936 las simpatías  los votantes negros se fueran desplazando del Partido Republicano –con el que llevaban identificados desde la Presidencia de Lincoln en 1861-1865- hacia el Partido Demócrata, en donde siguen concentradas al día de hoy.
            Al mismo tiempo, una Ley aprobada en 1933 reconoció el derecho de sindicalización y negociación colectiva a los trabajadores. Aunque invalidada por el Tribunal Supremo en 1935, el Congreso aprobó otra normativa laboral, la Ley Wagner, que estableció una Junta Nacional de Relaciones Laborales como agencia federal cuyo objetivo era respaldar la personalidad negociadora de los sindicatos.
            No obstante, no fue hasta que la II Guerra Mundial estuvo en curso que los grandes capitanes de industria, como el magnate automovilístico Henry Ford, aceptaran la sindicalización de sus trabajadores afroamericanos.

            Indiscutiblemente, la situación social, sindical y económica de la población afroamericana dio un salto de calidad durante la larga Presidencia de FDR, aunque en muchas regiones del país subsistieron las prácticas segregacionistas y hasta los linchamientos, golpizas y amenazas contra afroamericanos a manos de turbas criminales de racistas blancos, hasta bien entrada la Presidencia de Lyndon B. Johnson (1963-1969). 



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