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martes, 15 de septiembre de 2015
Zulueta y el tráfico de chinos:
en torno a una memoria suscrita por el Marqués de Álava en 1874
Urko APAOLAZA, Licenciado en Historia (Euskal Herriko Unibertsitatea/Universidad del País Vasco)
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Urko APAOLAZA, Licenciado en Historia (Euskal Herriko Unibertsitatea/Universidad del País Vasco)
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Zulueta fue la principal figura de la sacarocracia de Cuba, sobre todo desde la década de 1850 hasta su muerte en 1878. Anduvo tanteando entre la antagónica relación terrateniente/mercader, ya que por una parte era terrateniente (sus campos de caña de azúcar o ingenios alcanzaban las 8.272 hectáreas)1, pero, al mismo tiempo, estaba, junto con unos parientes que tenía en Londres, totalmente inmerso en el comercio de esclavos. Como consecuencia de una denuncia presentada por el cónsul británico, el Capitán General llegó a encarcelar a Zulueta durante un tiempo, bajo la acusación de traficar con negros. Zulueta tenía un despacho no sólo en Londres, sino también en Nueva Orleans, para así aprovechar los recursos de los sudistas. Además, tenía autorización para aprovisionar la isla guineana de Fernando Poo, que él aprovechaba para importar esclavos negros de la misma2.
Esklabu afrikarrak. |
En lo que a la política se refiere, Zulueta participó activamente en el Casino Español, defendiendo conservadoras e intransigentes ideas, y luchando con dureza contra los independentistas tras el alzamiento de Demajagua (anduvo organizando los tercios vascos o txapelgorris). Ostentó diversos cargos políticos, y, con motivo de su ferviente actividad contra los revolucionarios, la Corona Española lo nombró marqués de Álava y vizconde de Casa-Blanca3. Este personaje, que contrajo matrimonio en tres ocasiones, las dos últimas con sobrinas, es un claro exponente de la endogamia que se practicaba entre los sacarócratas cubanos4.
I. La "colonización" china, ¿sustituta de la mano de obra negra?
Pero, ¿cómo es posible que Zulueta fuera uno de los máximos impulsores de la "colonización" china, teniendo en cuenta la gran cantidad de esclavos negros que importó, así como su ferviente defensa de la esclavitud de los africanos? Para poder responder a esta pregunta, en primer lugar hay que explicar determinados aspectos del sistema económico de Cuba.
Azúcar. |
El único logro de los nuevos ingenios del siglo XIX fue el haber introducido varias modificaciones en la estructura, con el objeto de aumentar la producción, pero se siguió aplicando la misma técnica de los trapiches. Precisamente ésta fue la causa de la decadencia de la industria azucarera cubana5. La única alternativa se traducía en aumentar la producción, para lo cual se requería de mano de obra. Así, en medio siglo se transportaron a Cuba más de 350.000 esclavos. Pero la contradicción persistía, debido tanto a la escasa productividad, como al propio sistema esclavista (la esclavitud no era más que un sistema que permitía adquirir mano de obra barata al instante, pero la economía capitalista sostenía que no resultaba rentable6). A partir de 1820, cuando los barcos ingleses empezaron a perseguir los cliper negreros ilegales7, los traficantes de esclavos se vieron en un gran aprieto, sobre todo en las décadas de 1830 y 1840. Los sacarócratas emprendieron la búsqueda de nuevos mercados humanos, de “colonos” baratos, para colaborar en la "abolición gradual" de la esclavitud8. Es ahí donde se localiza el origen de la colonización asiática de América.
La gran masa de trabajadores "a sueldo" de Cuba estuvo formada por chinos. A partir de mediados del siglo XIX, miles de chinos culis fueron transportados desde puertos como Macao a Cuba. Los colonos chinos se encontraban en la misma situación que los esclavos: los contratos realizados a los asiáticos no eran nada fidedignos, y en buena parte se les aplicó la misma logística del sistema esclavista de los negros. Ante este panorama, muchos chinos terminaron por suicidarse. China cayó en la perdición por el opio introducido desde Cantón, y en 1842 los ingleses consiguieron, además de conquistar Hong-Kong, abrir varios puertos de China al mercado libre. La primera importación de chinos que se conoce en Cuba data de 1847, cuando el bergantín Oquendo, contratado por la compañía Zulueta y Cía., trasladó 206 chinos de Amoy a La Habana9. Otros seis fallecieron en el trayecto. Al cabo de unos pocos días, 365 chinos más llegaban a la capital de Cuba. Es entonces cuando vemos a Julián Zulueta Amondo negociar con sus familiares de Londres10. En el año 1852 se quiso importar un total de 3.000 chinos, entre cuyos compradores encontramos de nuevo a Julián Zulueta(150 chinos), en este caso junto con Miguel Aldámar (quien pretendió llevar a los vascos desde Bizkaia a Cuba, para que trabajaran como los esclavos africanos)11.
Durante los años siguientes, Zulueta recibió una gran cantidad de esclavos coolieen sus ingenios: en el ingenio Álava tenía 660 esclavos negros y 110 “contratos” con los chinos; en el Vizcaya 318 africanos y 25 chinos; en el Habana 354 africanos y 43 chinos; y en el España 530 esclavos negros y 86 amarillos12; es decir, un total de 264 chinos a sus órdenes. Los chinos tenían fama de ser correctos y estrictos en el trabajo, pero también recibían algunas críticas, ya que muchos aseguraban que los nativos de Asia oriental no reunían las condiciones físicas y morales necesarias para poder trabajar en Cuba13, y que con frecuencia se sublevaban contra los capataces negros14. En una de sus cartas, Zulueta expresó abiertamente su visión sobre los chinos, y decía a propósito del suicidio que: “Durante los dos primeros años no muestran demasiada resignación por su suerte, ya que muchos de ellos tienden a suicidarse y se ahorcan, pensando que de tal modo regresan a su país, y con tal fin preparan el equipaje y la comida, como si fueran a emprender un largo viaje; pasados los dos primeros años, sin embargo, se muestran contentos con su destino y tratan de desempeñar su trabajo; en tales casos es muy raro que se suiciden o intenten escapar”15. Zulueta escribió también en torno al trabajo realizado por los chinos: “trabajan tan bien y tanto como los mejores esclavos negros” y, además, en opinión del alavés, los chinos eran incluso “más ágiles”. En sus escritos asegura asimismo que trabajaban junto con los esclavos negros, y que no recibían un trato preferente; sólo que obtenían más ropa y comida con su jornal16.
A partir de 1868, muchos chinos participaron directamente en la guerra por la independencia, motivo por el cual las autoridades peninsulares propusieron vetar la inmigración china. En 1874, el Gobierno pekinés envió varios inspectores a Cuba, con el fin de verificar las denuncias de malos tratos, y a continuación cerró sus puertos. Poco tiempo después, Portugal clausuró también la colonia de Macao para el comercio de colonos chinos. El problema diplomático se solucionaría mediante el convenio suscrito en 1877.
II. El Expediente general de la colonización asiática de Cuba y el informe suscrito por Zulueta en el año 187417
Los conflictos políticos y diplomáticos que surgieron en torno a los chinos influyeron, sin duda, en la guerra de los diez años de Cuba, como bien lo atestiguan las decenas de informes, cartas y documentos que se recogen en elExpediente general de la colonización asiática en Cuba. El documento que más nos interesa dentro de este amplio expediente, es la memoria suscrita por Julián Zulueta en 1874, en nombre de la Sociedad de Propietarios de Haciendas, a propósito de la colonización asiática. En esta memoria se explica la trayectoria de la colonización asiática en Cuba, desde la llegada de los primeros chinos en 1847 hasta 1874. Se mencionan, además, los problemas y dificultades que la colonización ocasionó desde el punto de vista de los propietarios de las haciendas, así como los beneficios aportados por el empleo de los chinos. Esta memoria permite conocer la postura de los propietarios de las haciendas con respecto a la colonización china, así como la perspectiva de la cual se desarrolló.
Al comienzo de la memoria, Zulueta destaca la extensión de la población china, e indica que es en ella donde se encuentran los trabajadores más “industriosos”. Por otro lado, aporta varios datos, como por ejemplo el número de colonos que salieron de Macao, Amoy, Cantón o Shaigón en un periodo de 20 años.
Zulueta asegura, asimismo, que la normativa de la década de 1850 no fue tan mala. Pide que la colonización no sea juzgada por casos excepcionales de abusos, aunque reconoce que los casos individuales fueron bastante frecuentes. Pero, en su opinión, la sociedad cubana recibía miles de “ignorantes” al año, y los ascendía a la “escala moral”. A continuación, enumera los aspectos positivos de la normativa en vigor, asegurando que todos los derechos de los colonos eran respetados y que los castigos corporales estaban vetados; además, según Zulueta, los colonos tenían derecho a regresar a su país, y los patrones estaban obligados a prestarles facilidades. Seguidamente cita un decreto de 1860, que prohibía a los colonos residir en Cuba sin tener un contrato.
Zulueta detecta varios problemas con respecto a la colonización asiática; por ejemplo, el hecho de que el Gobierno del Imperio Chino cerrara sus puertos a la contratación de colonos, dado que, en consecuencia, las contrataciones debían realizarse desde el puerto de Macao (hasta que Portugal decidió clausurar dicho puerto en 1874). Zulueta expresa en su memoria que los habitantes de Kuantoon (provincia a la que pertenecen Macao y Cantón) son conocidos por dedicarse al robo y tener como ocupación normal la “rabia”, y continúa diciendo que “el carácter, maldad y mala fe de estos colonos a la hora de firmar los contratos ha dejado amargos frutos en Cuba”. Pero no termina ahí la opinión que los colonos asiáticos le merecen: Zulueta considera que el carácter revolucionador de estos colonos provocó “tremendos dramas” en los barcos, en detrimento del prestigio de la colonización. Finalmente, expone su propio parecer: “teniendo conocimiento de la falta de mano de obra, si el Gobierno chino abriera los puertos del norte del imperio a la exportación de los trabajadores, tal como se acordó en 1864, desaparecerían dos graves problemas”.
En la memoria, Julián Zulueta hace también referencia a los malos tratos que recibían los chinos, aunque asegura que la tasa de fallecimiento de asiáticos en Cuba no es mucho mayor que la de otros extranjeros. Atribuye estas muertes a “circunstancias climatológicas”, así como al opio y a otros cuantos “vicios”. La memoria recoge, a continuación, varios datos estadísticos, y declara que son muchos los chinos que, una vez finalizado su contrato, regresan a su país natal. En cualquier caso, y según las estadísticas que se recogen en la memoria, en 1872 había en la isla menos de la mitad de los chinos importados en 25 años. Zulueta admite la abundancia de chinos prófugos, y que la tasa de detenidos por delitos es “mayor que la correspondiente a la raza blanca o a los africanos”. El esclavista de Anucita reconoce asimismo que se importaron pocas mujeres chinas (sólo 32 entre 58.000 personas), pese a que, en su opinión, tendrían “una gran demanda para las tareas domésticas”.
La memoria, por tanto, incluye también datos estadísticos negativos. Pero, ¿cuál era, en opinión de Zulueta, la causa de tales datos? Consideraba correcta la normativa con respecto a la colonización, que incluía principios para evitar “abusos” por parte de los patrones y la “mala fe” de los colonos, pero argumentaba que el “masonaje” eludía la normativa, y que “invitaba a los chinos a la holgazanería”. Afirmaba, además, que ese carácter perezoso y vengativo “no se presenta en las conciencias que se basan en las eternas verdades del cristianismo”.
Por todo ello, al final de la memoria realiza una propuesta: que los armadores lleven a los chinos a Cuba con toda libertad, y que, una vez suscrito el contrato en Cuba, el colono abonaría al armador los gastos del viaje con una parte de su jornal. El alavés consideraba imprescindible que China abriera los puertos de su Imperio para poder poner en marcha este sistema de contratación y emigración.
III. Conclusiones
Al intentar extraer una serie de conclusiones de lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que Zulueta trabajó afanosamente por llevar colonos chinos a Cuba, de los cuales se sirvió en sus ingenios. Julián Zulueta fue el pionero de la colonización asiática. Debido a su mentalidad capitalista y burguesa, su única meta consistía en adquirir mano de obra barata. No teniendo suficiente con los esclavos negros, comenzó a buscar colonos. No se sabe si Zulueta, alertado ante las contradicciones del sistema esclavista, quiso reemplazar los esclavos por los colonos, o simplemente buscaba mano de obra económica.
La finalidad de la memoria sobre la colonización asiática es muy clara: presionar al Gobierno español para que inste a China a abrir los puertos del norte del país y así, mediante un asequible sistema, poder importar más colonos. El Marqués de Álava responde, por otra parte, a las críticas dirigidas contra la colonización asiática. Con motivo de los abusos cometidos por no pocos patrones y mercaderes, la colonización asiática tenía mala reputación. Ante tal situación, Zulueta recurre a varios argumentos de gran peso en aquel tiempo. Por una parte, al racismo: tras examinar el carácter de los chinos de Kuantoong, Zulueta asegura que los problemas de la colonización asiática derivan del carácter de los chinos, que se ve afectado por el clima. Achacaba el problema a la personalidad de los chinos, y entendía que la solución pasaba por la apertura por parte de China de los puertos del norte, para así no tener que importar chinos “ladrones” y de “mala fe” del sur del país, y, de paso, poder ofrecer a la demanda de empleo de los cañaverales de Cuba un amplio mercado de mano de obra.
Tomada de: Euskonew & Media
1 ANAKABE, Karmelo: “Kubako Euskal Aztarnak”, Hermes, nº 4 (2002), pág. 66.
2 GARCÍA, Dolores: Fernando Poo: Una aventura colonial española en la África occidental (1778-1900), Universidad de Valencia, Valencia, 2004 (edición de red).
3 AGIRREAZKUENAGA, Joseba: “Los Vascos y la Insurrección de Cuba en 1868”, Historia Contemporánea, nº 2 (1998), pág. 151.
4 BAHAMONDE, Ángel y CAYUELA, José Gregorio: “La creación de nobleza en Cuba durante el siglo XIX”, Historia Social nº 10 (otoño de 1991), pág. 71.
5 MORENO FRAGINALS, Manuel: El Ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar, Crítica, Barcelona, 2001, pág. 67.
6 Ibidem (pp. 213-215)
7 Ibidem (pp. 228-232)
8 SCOTT, Rebecca: La emancipación de esclavos en Cuba. La transición al trabajo libre, 1860-1899, Fondo de Cultura Económica, México, 1989, pp. 96-97.
9 Otros estudios aseguran que fue la compañía del mercader alavés José Matía Calvo quien llevó 206 chinos a Cuba, a bordo del Oquendo, y no la compañía Zulueta & Cía. Así lo recogen Pérez de la Riva en su investigación Historia para las gentes sin historia o Tuñón de Lara en su obra Estudios sobre el siglo XIX. Véase, asimismo, IBARZABAL, Xabier: “La ruta Cádiz-Manila de José Matía Calvo. Prólogo de la crisis de 1898”, RSVAP, t. 54 (1998), pp. 88-89.
10 PASTRANA, Juan Jiménez: Los chinos en la historia de Cuba, Ediciones de Ciencias Políticas, La Habana, 1983, pág. 5 (edición electrónica).
11 Ibidem.
12 BAHAMONDE, Ángel y CAYUELA, José Gregorio: “Entre España y el mercado mundial. El clan de los Zulueta (1823-1885), Hacer las Américas. Las élites coloniales españolas en el siglo XIX, Alianza Editorial, Madrid, 1992, pp. 267-273.
13 PASTRANA, Ibidem. (pág. 16).
14 CHOU, Diego L.: “Los Chinos en Hispanoamérica”, Cuaderno de Ciencias Sociales nº 124 (2002) Costa Rica, pp. 48-49.
15 Biblioteca Nacional (Madrid), Manuscritos de América, nº 13.855 in AGIRREAZKUENAGA, Ibidem (pág. 146).
16 BN, Manuscritos de América, nº 13.854, pág. 44 (1872).
17 Archivo Histórico Nacional (Madrid), Ultramar/87. 6 esp./20 bloque.
ESQUINAS DE LA HABANA
por Eduardo Robreño
LA ESQUINA DE LAS TRANSFERENCIAS
(Galiano y Trocadero)
Hay que ser habanero de la época de la pulpa de tamarindo y las carretas de mango con el voceador de la mercancía a su lado, para identificar esta esquina como la de “las transferencias”. Durante los primeros treinta años de este siglo así se la conocía, por ser sitio específico donde el viajero urbano, papelito en mano, esperaba pacientemente hacer el cambio de tranvía. Por el lugar cruzaban las principales rutas y algunas, como la de Luyanó–Malecón, inexplicablemente lo hacía por las mismas paralelas en el viaje de ida y en el de vuelta, dando lugar a confusiones entre los pasajeros.
Allí funcionó el café–restaurante denominado Las Transferencias, que más tarde cambió su nombre por El Día, al instalarse aledaño al lugar, por la calle Galiano, el periódico de ese nombre, órgano oficial del Partido Conservador.
Diagonalmente estaba y está un antiguo edificio de alto puntal, que semeja a esas personas de talle elevado. En sus bajos existía una típica barbería de barrio, a donde acudimos llevados de la mano de un familiar para que nos hicieran los primeros arreglos del cabello. Desde la clásica “malanguita” hasta el de “la raya al lado”. Jamás hemos usado “mota” ni “acatone”.
La esquina tuvo en esa época trajín intenso, no solo por los sitios aquí descritos, sino por otros cercanos a ella, como el periódico El País, que ocupó el lugar abandonado por El Día. La aparición de este diario revolucionó el periodismo de entonces, gracias al dinamismo que supo imprimirle su director, Rafael Conte, un de los más brillantes periodistas de todos los tiempos.
Otro motivo que hacía de aquel rincón habanero punto de reunión de hombres de la letra de molde, era la proximidad de la revista Bohemia.
En la vidriera del Bar Carmelo compraron sus primeros tabacos dos jóvenes entusiastas que con su sección “En Cuba”, impactaron el periodismo de entonces: Carlos Lechuga y Enrique de la Osa.
Cuando el Juzgado Correccional de la Tercera pasó a ocupar el local que dejara El País, el personaje más popular de esa esquina lo fue el doctor Leopoldo Sánchez, paternal juez de su dependencia judicial. Leopoldito, como cariñosamente se le conocía, a más de honesto y humano, tenía un mundo de experiencia en todas esas cuestiones de que conoce la justicia correccional y con sus fallos, siempre juntos y sus recomendaciones en plena “corte”, podría hacerse un tratado de Filosofía Moral.
Por la década del veinte, en que no había TV y las emisoras radiales no transmitían los juegos de pelota, el público fanático se arremolinaba en la esquina para conocer las incidencias de los desafíos, que desde el balcón de El País, les anunciaba con voz gangosa y peor prosodia un morenito refistolero al que le decían Herrerita.
Muchas cosas podrían decirse de este sitio que contaba también en sus alrededores con la tienda de ropa La Sultana y la juguetería Confetti, de Massanguer.
Esta esquina de las transferencias que aquí describo ha sufrido un cambio radical hasta en el tráfico de los vehículos. Galiano es calle de una sola dirección y Trocadero es ahora vía de subida… donde su vida puede peligrar por los ómnibus que desembocan por ella a una velocidad fantástica. Sus edificios también han sido renovados y de ellos solo queda el gigante de talle largo que recientemente ha sido renovado.
El Día, los juzgados, el Bar Carmelo, El País, todo los que por allí había, ha recibido ya su “Transferencia”. Solo queda como estampa vigente un tamalero que desde mis años mozos he visto por esa esquina sobre las siete de la noche, quien adentrándose en el barrio de Colón (que allí comienza) pregonaba su mercancía, que en la actualidad, al igual que las calles que recorre, ha dejado de ser “picante”.
Tomado de Cualquier tiempo pasado fue... Editorial Letras Cubanas, 1978.
LOS CAÑONES DE LA PUNTA
Jorge Mañach
¿Y esos pobres cañones, esos tristes cañones veteranos, valetudinarios,
inservibles ya, que apuntan hacia el blanco blanquísimo del
pasado como si
quisieran dispararle su innoble contenido de residuos plebeyos?
Regocijo de turistas, su descomunalidad resulta irrisoria en estos tiempos de
síntesis y de perfección, cuando el más grande estrago se encierra en armas
mínimas. Estos cañones son del tiempo del romanticismo y de la
retórica. España todavía pensaba en filibusteros y en el Cid cuando los forjó,
con sus grandes balas redondísimas, que ya no sirven más que para formar
montoncitos piramidales y flanquear decorativamente los senderos. ¡Pobres
cañones! Los soldados pasan ahora cabe ellos y les dan una palmadita
protectora. Como son aparatosos y mansos, igual que bueyes de vieja castra, se
dejan gravemente montar por los pilluelos de esta dehesa urbana, que es la
Punta; éstos les ciñen la dureza roñosa de sus ijares con las piernas y los
talones renegridos, y los pobres cañones, sonriendo buenamente por sus bocas
desdentadas, toman un aire condescendiente de humillado poderío, de domesticada
importancia.
¡Y qué ingratos son todos con vosotros! -continuó Luján ensimismado ya en su
lirismo-. No respetan vuestra gloriosa decrepitud: os rellenan de inmundicia
las gargantas redondas, que parecen bostezar inacabablemente la melancolía de
una inútil supervivencia, y se reclinan sin miedo contra vosotros, y os
escudriñan la anatomía, y hacen a vuestra sombra otras cosas vergonzantes que
no digo... ¡Infelices, obligados a servir de alcahuetes con toda vuestra
solemne prosapia!
Y como yo, divertido, me riera, Luján me interrogó sonriente también y poseído
de especulación:
-¿Crees tú que se harán cargo ellos de su mero papel decorativo, o pensarán,
con esa chochez flamboyante de los viejos, que, si llegase algún zafarrancho
bélico, podrían todavía cumplir como antaño en defensa de la villa? ¿Qué
pensarán de ellos las jóvenes y coquetas ametralladoras del Morro, allá
enfrente?
-Les tomarán el pelo, como
ciertas jóvenes a ciertos viejos verdes- aventuré yo.
-¡Verdes!... Sin embargo, cada día los hallo más rojos, como de vergüenza... ¿Quién sabe lo que pasa
por sus entrañas de hierro que el vulgo prostituye? Me dan lástima, hijo,
créemelo. Aquí no hacen nada: por ellos toma nuestra plácida ciudad un aspecto
tonto de batería. Por lo menos, debieran ponerle una verjilla en torno a cada
uno de estos veteranos de la época grandilocuente...
Pero después de caminar unos pasos en silencio, Luján rectificó:
-No; sin verja están mejor. Eso les haría parecer aún más infelices, que nada
agrava tanto lo ridículo como
hacerlo venerando...
Y se sonrió satisfecho de haber llegado a una sentencia firme sobre tan
importante asunto.
Tomado de Estampas de San Cristóbal ,
Ediciones Ateneo, 2000
Unseen Cuba: First aerial photographs reveal island's spectacular beauty
·
By David Sim
May 18, 2015 13:43 BST
·
Here's Cuba as you've never seen it before. Lithuanian aerial photographer and publisher Marius Jovaiša is the first artist to receive government permission to fly over the country and photograph it from above.
Towering mogotes, cone-shaped limestone mountains covered in vegetation, are the signature geological feature in Valle de Viñales.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
"Nobody had been able to take aerial pictures of the country because of the secretive political regime and technical difficulties," he told IBTimes UK. "I thought it would be awesome to try to become the first man on the planet who could convince the Cuban government to give permission for such an endeavour."
"That was the beginning of a long story," he continued. "I spent two years in the paperwork and bureaucracy stage. There were so many crazy requirements, unpleasant surprises, changes of circumstances, rules etc that I could write a separate book about it. I guess the Cuban military live by the rules written in the 1960s. Even though now you can go to Google Earth and see every square metre of Cuba, the military still tightly controls the airspace and its secrets."
The 30-mile El Pedraplén causeway cuts through Buena Vista Bay, linking mainland Cuba to the Cayería del Norte cays in Villa Clara Province.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Jovaiša says on most aerial photography projects he would simply rent a helicopter, but the rental service in Havana had only a huge Russian-made MI-8 helicopter that wasn't viable. He bought a custom-built ultralight trike and had it shipped over from Australia.
He says the Unseen Cuba project took five years and a million dollars to come to fruition. But the results are spectacular. Turquoise seas, white sands, ancient villages, dramatic mountains and cities frozen in time.
In this gallery, we publish a selection of his beautiful photographs. See the Unseen Cuba website to learn more about the project and buy a copy of the book, featuring 400 aerial photos of the Caribbean island. There is also an app for Android and Apple phones and tablets, with additional interactive content.
Western Cuba
The majestic Havana, the shores of Varadero, the beauty of Ciénaga de Zapata, the timeless landscapes of Viñales ... the western third of the island of Cuba, comprised of the provinces of Pinar del Río, Artemisa, Havana, Mayabeque, Matanzas and Isla de la Juventud, is as diverse as it is enchanting.
The majestic Havana, the shores of Varadero, the beauty of Ciénaga de Zapata, the timeless landscapes of Viñales ... the western third of the island of Cuba, comprised of the provinces of Pinar del Río, Artemisa, Havana, Mayabeque, Matanzas and Isla de la Juventud, is as diverse as it is enchanting.
Havana – or San Cristóbal de La Habana – is a grand metropolis of 2.2 million inhabitants and the beating heart of Cuba. Flanked by El Morro Castle and
the historic city centre of Old Havana, a narrow channel gives way to Havana Harbour, the island's main port.
the historic city centre of Old Havana, a narrow channel gives way to Havana Harbour, the island's main port.
Morro Castle (foreground) and Fortaleza de San Carlos de la Cabaña dominate the promontory that overlooks downtown Havana.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Castillo del Príncipe, built in 1779 on Loma de Aróstegui, was one of the many military fortifications the Spaniards erected to protect Havana from enemy attacks.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Completed in 1929 and the seat of the Cuban government until 1959, El Capitolio was Havana's tallest building until the 1950s.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
In its 80 years of existence, Hotel Nacional de Cuba has hosted scores of illustrious guests ranging from Winston Churchill to Frank Sinatra.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Located in the Vedado neighbourhood of Havana, Cementerio de Cristóbal Colón is considered one of the greatest cemeteries in Latin America.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Located at the mouth of Almendares River, Torreón de la Chorrera was built in 1646 and today houses a restaurant.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Affectionately known as the Athens of Cuba, the provincial capital city of Matanzas is the birthplace of popular Cuban rhythms such as danzón and rumba.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
The laid-back, rural nature of Valle de Viñales as well as its lush, dramatic geography has turned this slice of Pinar del Río into a major tourist destination.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
The striking beauty of Valle de Viñales prompted Unesco to designate the area a World Heritage Site in 1999.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Central Cuba
Tourism is a key industry in the heart of the island, fuelled by the presence of two archipelagos of cays lined with white-sand beaches and bathed by turquoise waters, as well as charming colonial towns steeped in history like Trinidad and Remedios.
Tourism is a key industry in the heart of the island, fuelled by the presence of two archipelagos of cays lined with white-sand beaches and bathed by turquoise waters, as well as charming colonial towns steeped in history like Trinidad and Remedios.
Settled by the foothills of Sierra Escambray, the colonial city of Trinidad has been a Unesco World Heritage Site since 1988.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Picturesque Valle de los Ingenios was one of Cuba's most prominent centres of sugar production during the 18th and 19th centuries. The area was declared a Unesco World Heritage Site in 1988.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
The charming colonial town of Remedios, in the province of Villa Clara, was founded in the 16th century. The town is famous for its Parrandas de Remedios, an annual Christmas celebration featuring floats, fireworks and dance competitions.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
The sun sets on the portion of scenic El Pedraplén causeway that leads to the resort area of Cayo Las Brujas.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Playa Ensenachos is the largest beach on Cayo Ensenachos, the smallest of the three main cays on Cayerías del Norte.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Playa Perla Blanca in Cayo Santa María boasts powdery white sands and rocky coves.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Like brushstrokes on a sandy canvas, clusters of mangroves and thin streams of water add a splash of colour to the coastline of northern .(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
White-sand beaches and azure waters beckon at Jardines del Rey, but their most treasured attractions may be what lies beneath the surface: teeming coral reefs that lure snorkellers and divers from around the world.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Eastern Cuba
Columbus first set eyes on these shores when he discovered Cuba and called it "the most beautiful land human eyes had ever seen". From the pristine white (and black) sand beaches in Holguín Province to the highest mountain in Cuba, this is a land of dramatic geographic contrasts. Small wonder, then, that it's home to four national parks, two Unesco biosphere reserves and two Unesco Natural World Heritage Sites.
Columbus first set eyes on these shores when he discovered Cuba and called it "the most beautiful land human eyes had ever seen". From the pristine white (and black) sand beaches in Holguín Province to the highest mountain in Cuba, this is a land of dramatic geographic contrasts. Small wonder, then, that it's home to four national parks, two Unesco biosphere reserves and two Unesco Natural World Heritage Sites.
It's also the cradle of revolution and strife. Fidel Castro launched his revolution in the eastern capital of Santiago de Cuba.
On the western edge of Santiago de Cuba Province, Pico Turquino rises higher than any other mountain in Cuba, reaching almost 6,500ft above the Caribbean Sea. Part of the Sierra Maestra Mountain Range and the main attraction of Parque Nacional Turquino, this is a haven for hikers and mountain climbers. Pico Turquino and the Sierra Maestra mountains have played an important role in the nation's history. It was here that Fidel Castro's army camped and launched its forays against Batista's troops. At the summit of Pico Turquino, a bust of José Martí pays homage to the hero of the second War of Independence.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
The rich earth and rolling fields of Granma Province have been given over to agriculture, with coffee serving as its principal export. These peaceful, pastoral landscapes belie the region's connection to the revolutionary history of the country.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Río Cauto is the longest river in Cuba, and its mouth opens into this stunning network of lagoons in the Gulf of Guacanayabo.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
The misty mountains of the Sierra Cristal range are home to verdant pine forests, nickel mines and more than 100 species of endemic flora.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
El Yunque (which means "The Anvil" in the native Taíno tongue) gets its name from its signature flat peak. The distinctive plateau provides a dramatic backdrop to the city of Baracoa in Guantánamo Province. It's a popular trekking destination, thanks in part to the incredible panoramic views it offers from its summit.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Founded in 1511 by Diego Velázquez de Cuéllar, Baracoa is Cuba's oldest city and one of its more unique settlements. Cut off from the rest of the island for centuries, Baracoa has developed a singular culture, identity and cuisine. The ancient and tranquil city straddles the Bay of Baracoa, with the colonial city center to the east and the airport to the west.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
Of course, it wouldn't be a Cuban city without a baseball field. Located in the south of the city, Baracoa's Estadio Manuel Fuentes Borges has the distinct advantage of being located right on the beach. There may not be any spectators at today's game, but one of these children just might be the next superstar ballplayer to come from Cuba.(Unseen Cuba / Marius Jovaisa)
PERDIÉNDONOS LA FIESTA
Cataluña nunca fue esa provincia encerrada en sí misma que los nacionalistas quieren construir. Si algo ha admirado de ella el mundo hispano es su espíritu cosmopolita y su apertura. Ahora, su gran esfuerzo es borrar al otro
SANTIAGO RONCAGLIOLO 24 JUL 2015 - 19:50 CEST
RAQUEL MARIN
SANTIAGO RONCAGLIOLO 24 JUL 2015 - 19:50 CEST
RAQUEL MARIN
Hace un par de meses, me desplacé de Barcelona a Madrid para la presentación del poeta peruano Carlos Germán Belli. Lo hice por admiración pero también por solidaridad, porque pensé que un poeta extranjero y difícil no iba a ser precisamente un éxito de público. Cada asistente era importante. Por suerte, me equivoqué.
Al acto, celebrado en la Casa de América, asistieron cerca de 150 personas. Sobre Belli flota el rumor del premio Cervantes, de modo que había representantes de las instituciones culturales como la Real Academia o el propio Instituto Cervantes. Pero también asistieron otros escritores peruanos y latinoamericanos, que encontraron un punto de encuentro. Y público en general con interés por el Perú o la poesía. Mario Vargas Llosa recitó un texto de Belli. José Manuel Caballero Bonald trazó un mapa de las relaciones entre su poesía y la del homenajeado. Apenas lo conocía personalmente, pero se sentía unido a él por una lengua y una tradición literaria común.
Para mí, fue emocionante. Y a la vez, triste. Porque comprendí que, en Cataluña, una fiesta así sería imposible.
Sí. Este año se organizó en Barcelona un bello homenaje a Gabriel García Márquez. Pero cualquier escritor que no tenga un Nobel, esté muerto, y sobre todo, haya residido en Cataluña, tiene pocas posibilidades. La lengua española no recibe apoyo del Estado, y el mundo cultural tiene la cabeza en su propia historia. Hay una Casa de América catalana que hace lo que puede, pero sus recursos son mínimos. Es muy gráfico que esta Casa ni siquiera tenga un local individual: está en un entresuelo. Y durante años, ni siquiera pudo tener un cartel visible desde la calle (tampoco es muy visible el que tienen ahora, la verdad).
Pero en el acto del poeta Belli descubrí algo mucho más alarmante: los latinoamericanos de mi medio —escritores, editores, periodistas— están abandonando Barcelona. He pasado tiempo creyendo que se marchaban de España por la crisis. Pero ahí me encontré con que muchos de ellos se han trasladado a la capital. En cambio, ya ninguno hace la ruta contraria, la que yo mismo hice, la que antes era normal.
Ante los que se consideran más europeos que otros europeos ¿Qué podemos esperar los americanos?
Ninguno de estos amigos y conocidos se ha marchado por ser anticatalán o antinacionalista. Ninguno diría que la política ha tenido algo que ver con su decisión, Simplemente, han encontrado trabajo allá. Pero precisamente eso es la consecuencia de lo que está pasando en la política catalana: hoy, si escribes en español, tu vida está en otra parte.
Cuando comento estas cosas en Cataluña, los más nacionalistas me responden que eso ocurre porque Madrid es la capital: hay más dinero, más movimiento, más todo. Pero ese argumento ignora su propia historia. Para los escritores en lengua española, Barcelona siempre fue mucho más importante que cualquier capital. Como recuerda Xavi Ayén en su monumental Aquellos años del boom, el gran momento de la literatura latinoamericana se forjó en Cataluña. Lejos de Franco y cerca de Francia, esta ciudad se convirtió en la puerta del español hacia Europa. Y cuando yo llegué aquí hace diez años, aún lo era. Los intelectuales que hoy abandonan Barcelona prueban precisamente que antes estaban aquí. Madrid nunca había podido llevárselos. Hoy Barcelona se los regala, renunciando con convicción a su propio lugar de privilegio.
El crítico y editor Andreu Jaume advirtió en estas mismas páginas el 19 de junio que la capitalidad editorial de Barcelona “peligra ahora por una desidia política que ya está empezando a propiciar una diáspora cultural”. Yo añadiría a la desidia, ceguera. Porque esta ruptura responde al conflicto de algunos políticos catalanes con España, pero el español no es la lengua de España: es la lengua de quinientos millones de personas y la segunda más hablada en el mundo. La española ni siquiera es la mayor comunidad de hablantes de ella, tampoco la más importante. Si los hispanos de Estados Unidos fuesen un país, formarían parte del G20. En este gigantesco universo, lleno de energía creativa, Barcelona siempre fue la Nueva York. Hoy está empeñada en convertirse en la Letonia.
Me temo que no se trata de un error, o de un daño colateral, sino de un acto voluntario y deliberado. Como todo nacionalismo, el catalán se basa en el convencimiento de su propia superioridad respecto de quienes lo rodean. El nacionalista catalán cree que los suyos son más eficientes, modernos y cultos que un andaluz o un gallego, y resume todas esas cualidades en el concepto “más europeo”. En general, muchos europeos están convencidos de ser mejores que los demás y ya no reparan en el tufillo xenófobo de considerar su origen como una cualidad. A eso me he acostumbrado. Pero ante gente que se considera más europea que otros europeos ¿Qué podemos esperar los americanos? Todo lo que un nacionalista catalán desprecia de España es lo que nosotros representamos.
Ahora bien, independientemente de cuestiones de sensibilidad: ¿De verdad es viable desdeñar a toda esta gente? ¿A todos esos países? El español es la segunda lengua de Estados Unidos. Es una puerta a Japón y China a través del relaciones entre los países del Pacífico. El impacto cultural de este fenómeno no se limita a los libros, sino a todos los ámbitos de la comunicación. Un país hispano, México, alberga la segunda feria editorial más grande del mundo en Guadalajara. El español es la segunda lengua en Twitter. La ficción latinoamericana se emite en pantallas de televisión de Croacia, Rusia o Australia ¿Es posible menospreciar a todo el planeta?
Madrid nunca había podido llevarse a esos intelectuales. Hoy Barcelona se los regala
La respuesta es no. Lo que sí es posible es que quedarse solo. En la medida en que Cataluña defiende su identidad como diferente de la de todos los demás, pierde referentes para hacerse oír en el mundo. Hay una fiesta allá afuera. Y los que vivimos aquí nos la estamos perdiendo.
Cataluña nunca fue esa provincia encerrada en sí misma que los nacionalistas quieren construir. Si algo ha admirado de ella el mundo hispano es su espíritu cosmopolita y su apertura. Durante décadas, su bilingüismo perfecto ha sido la señal de una sociedad culta, orgullosa de sí misma y dialogante a la vez. La protección del catalán en la educación fue un ejemplo para las lenguas autóctonas americanas, antes de convertirse en todo lo contrario: un esfuerzo por borrar al otro.
La paradoja es desoladora: basados en un elevado concepto de su propio cosmopolitismo, los nacionalistas están construyendo una sociedad más provinciana. Por enormes que sean sus banderas en plazas y estadios. Por fuerte que griten en catalán e inglés. Por muchas embajadas que quieran abrir. Su único proyecto cultural es precipitar a Cataluña orgullosamente hacia la irrelevancia.
Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) es escritor.
The True Story of Chocolate (La verdadera historia del Chocolate)
Mujer Azteca preparando chocolate y lo pasa de una vasija a otra. Foto tamada de Wikipedia |
Por Sophie
D. Coe and Michael D. Coe. Thames and Hudson.
Comentario por Jack Robertiello.
(Tomado de Américas, Abril 1997,
Extractado)
Para tener una primera impresión de Moctezuma en la
mesa, siempre debemos recurrir a Bernal Dí del Castillo: “Periódicamente se le
presentaba en copas de oro un licor preparado con cacao, según dicen de
naturaleza afrodisíaca…Observé varios cántaros más de cincuenta, llenos de
humeante chocolate…”.
¡Cincuenta
cántaros! Sin duda también cincuenta variedades, con chiles o canela, vainilla y
maíz molido, quizás con uno o dos insectos pulverizados, o cualquier cosa que
se le ocurriera al emperador.
Semejante
atención a los detalles y tal variedad para preparar bebidas a base de
chocolate podrán parecer desusadas a una cultura dominada por el café –y las
bebidas a base de cola- como la nuestra, pero pocos productos alimenticios han
gozado de un atractivo tan universal como los derivados sólidos, líquidos y en
polvo del fruto del árbol del cacao.
Los
amantes del chocolate tienen sus propios clubes, revistas y libros de cocina.
Aunque lo consideramos principalmente un dulce, a lo largo del tiempo el
chocolate y el cacao se han utilizado para curar fiebres, dolores de pecho y de
estómago, tos, mala digestión y espasmos. En sus múltiples formas, el chocolate
ha merecido desde hace mucho tiempo tener su biógrafo, y ahora lo tiene.
La
antropóloga e historiadora Sophie D. Coe, que en 1994 escribió una notable historia
de la cocina indígena, America’s First
Cuisines, falleció antes de terminar esta obra sobre la “oscura,
agradablemente amarga y químicamente compleja sustancia que conocemos como
chocolate”. Pero con la contribución de su marido Michael Coe, antropólogo de
la Universidad de Yale, que en 1989 recibió el premio “Tatiana Proskouriakoff”
otorgado por la Universidad de Harvard en reconocimiento de sus investigaciones
mesoamericanas, el libro de Sophie D. Coe se ha convertido en un hito con el
que habrán de compararse otros libros sobre el chocolate, con frecuencia plenos
de mito y conceptos erróneos.
Poco
después de la caída de los aztecas, a los nativos de la región central de
México se les pagaban 100 granos diarios por su trabajo, en épocas en que el buen
pavo costaba 100 gramos regulares o 120 granos pequeños. Mientras los
españoles, obteniéndose todavía de utilizar el valor del cacao como alimento,
adoptaron el hábito de los indígenas de emplearlo como moneda, los aztecas, en
su intento por sobrevivir la invasión europea, aprovecharon la altivez española
recurriendo a una cierta falsificación
de los granos del cacao.
El libro,
con excelentes ilustraciones, constituye un placentero viaje a lo largo de la
historia del chocolate, y es precisamente lo que necesitan los amantes del
chocolate, los aficionados a la cocina, los historiadores culinarios e incluso
los que sienten curiosidad antropológica.
Tomado de: Pensamiento
Publicación Literaria e Histórica, Vol. 3 Número 1, Marzo, Mayo 1997.
Sobre el Café y el Chocolate
René León
En el vol.
1, Núm. 3 de Sept-Nov.1995, de Pensamiento,
sale publicado con el título de “Su
Majestad el Café” un artículo mío sobre el uso que se hacía en América del
chocolate, y como al pasar los siglos, -tres- fue destronado en Cuba, por el
café. Después de leer el interesante comentario de Jack Robertiello, confirma
muchas de las informaciones dadas por mí. Otro de los historiadores de aquella
época que se refiere al uso del chocolate, es Fray Bartolomé de las Casas.
En Cuba se
inicia la siembra del cacao en la parte oriental de la isla, y al pasar los
años, es la zona central y en especial Remedios, es donde se centraliza su
cultivo, esto es a mediados del siglo XVII. Cuba empieza a importar cacao de
México y Venezuela, para su consumo. Según el historiador cubano ya fallecido
Levi Marrero, el dice: “Los españoles modificaron la producción del chocolate, eliminando las fuertes
especies que adicionaban al cacao los indígenas y reteniendo las especies más
suaves, como la vainilla, además de añadirle azúcar y canela”.
El
chocolate no tenía contrario en la mesa de las familias cubanas. Temprano en la
mañana, en la tarde o en la noche, se servía en la vasija de moda de aquellos
años, “la jícara” en la mayoría de las casas. Pero poco a poco otra bebida no
alcohólica iba invadiendo sus predios. Muy despacio iba ocupando la mesa y el
paladar de las familias, y al pasar los años sería “SU MAJESTAD EL CAFÉ”
(Extratado)