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martes, 15 de septiembre de 2015

Zulueta y el tráfico de chinos:

en torno a una memoria suscrita por el Marqués de Álava en 1874

Urko APAOLAZA, Licenciado en Historia (Euskal Herriko Unibertsitatea/Universidad del País Vasco)

Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA

Jatorrizko bertsioa euskaraz

Zulueta fue la principal figura de la sacarocracia de Cuba, sobre todo desde la década de 1850 hasta su muerte en 1878. Anduvo tanteando entre la antagónica relación terrateniente/mercader, ya que por una parte era terrateniente (sus campos de caña de azúcar o ingenios alcanzaban las 8.272 hectáreas)1, pero, al mismo tiempo, estaba, junto con unos parientes que tenía en Londres, totalmente inmerso en el comercio de esclavos. Como consecuencia de una denuncia presentada por el cónsul británico, el Capitán General llegó a encarcelar a Zulueta durante un tiempo, bajo la acusación de traficar con negros. Zulueta tenía un despacho no sólo en Londres, sino también en Nueva Orleans, para así aprovechar los recursos de los sudistas. Además, tenía autorización para aprovisionar la isla guineana de Fernando Poo, que él aprovechaba para importar esclavos negros de la misma2.
Argazkia
Esklabu afrikarrak.


En lo que a la política se refiere, Zulueta participó activamente en el Casino Español, defendiendo conservadoras e intransigentes ideas, y luchando con dureza contra los independentistas tras el alzamiento de Demajagua (anduvo organizando los tercios vascos o txapelgorris). Ostentó diversos cargos políticos, y, con motivo de su ferviente actividad contra los revolucionarios, la Corona Española lo nombró marqués de Álava y vizconde de Casa-Blanca3. Este personaje, que contrajo matrimonio en tres ocasiones, las dos últimas con sobrinas, es un claro exponente de la endogamia que se practicaba entre los sacarócratas cubanos4.

I. La "colonización" china, ¿sustituta de la mano de obra negra?

Pero, ¿cómo es posible que Zulueta fuera uno de los máximos impulsores de la "colonización" china, teniendo en cuenta la gran cantidad de esclavos negros que importó, así como su ferviente defensa de la esclavitud de los africanos? Para poder responder a esta pregunta, en primer lugar hay que explicar determinados aspectos del sistema económico de Cuba.
Azúcar
Azúcar.


El único logro de los nuevos ingenios del siglo XIX fue el haber introducido varias modificaciones en la estructura, con el objeto de aumentar la producción, pero se siguió aplicando la misma técnica de los trapiches. Precisamente ésta fue la causa de la decadencia de la industria azucarera cubana5. La única alternativa se traducía en aumentar la producción, para lo cual se requería de mano de obra. Así, en medio siglo se transportaron a Cuba más de 350.000 esclavos. Pero la contradicción persistía, debido tanto a la escasa productividad, como al propio sistema esclavista (la esclavitud no era más que un sistema que permitía adquirir mano de obra barata al instante, pero la economía capitalista sostenía que no resultaba rentable6). A partir de 1820, cuando los barcos ingleses empezaron a perseguir los cliper negreros ilegales7, los traficantes de esclavos se vieron en un gran aprieto, sobre todo en las décadas de 1830 y 1840. Los sacarócratas emprendieron la búsqueda de nuevos mercados humanos, de “colonos” baratos, para colaborar en la "abolición gradual" de la esclavitud8. Es ahí donde se localiza el origen de la colonización asiática de América.

La gran masa de trabajadores "a sueldo" de Cuba estuvo formada por chinos. A partir de mediados del siglo XIX, miles de chinos culis fueron transportados desde puertos como Macao a Cuba. Los colonos chinos se encontraban en la misma situación que los esclavos: los contratos realizados a los asiáticos no eran nada fidedignos, y en buena parte se les aplicó la misma logística del sistema esclavista de los negros. Ante este panorama, muchos chinos terminaron por suicidarse. China cayó en la perdición por el opio introducido desde Cantón, y en 1842 los ingleses consiguieron, además de conquistar Hong-Kong, abrir varios puertos de China al mercado libre. La primera importación de chinos que se conoce en Cuba data de 1847, cuando el bergantín Oquendo, contratado por la compañía Zulueta y Cía., trasladó 206 chinos de Amoy a La Habana9. Otros seis fallecieron en el trayecto. Al cabo de unos pocos días, 365 chinos más llegaban a la capital de Cuba. Es entonces cuando vemos a Julián Zulueta Amondo negociar con sus familiares de Londres10. En el año 1852 se quiso importar un total de 3.000 chinos, entre cuyos compradores encontramos de nuevo a Julián Zulueta(150 chinos), en este caso junto con Miguel Aldámar (quien pretendió llevar a los vascos desde Bizkaia a Cuba, para que trabajaran como los esclavos africanos)11.


Durante los años siguientes, Zulueta recibió una gran cantidad de esclavos coolieen sus ingenios: en el ingenio Álava tenía 660 esclavos negros y 110 “contratos” con los chinos; en el Vizcaya 318 africanos y 25 chinos; en el Habana 354 africanos y 43 chinos; y en el España 530 esclavos negros y 86 amarillos12; es decir, un total de 264 chinos a sus órdenes. Los chinos tenían fama de ser correctos y estrictos en el trabajo, pero también recibían algunas críticas, ya que muchos aseguraban que los nativos de Asia oriental no reunían las condiciones físicas y morales necesarias para poder trabajar en Cuba13, y que con frecuencia se sublevaban contra los capataces negros14. En una de sus cartas, Zulueta expresó abiertamente su visión sobre los chinos, y decía a propósito del suicidio que: “Durante los dos primeros años no muestran demasiada resignación por su suerte, ya que muchos de ellos tienden a suicidarse y se ahorcan, pensando que de tal modo regresan a su país, y con tal fin preparan el equipaje y la comida, como si fueran a emprender un largo viaje; pasados los dos primeros años, sin embargo, se muestran contentos con su destino y tratan de desempeñar su trabajo; en tales casos es muy raro que se suiciden o intenten escapar”15. Zulueta escribió también en torno al trabajo realizado por los chinos: “trabajan tan bien y tanto como los mejores esclavos negros” y, además, en opinión del alavés, los chinos eran incluso “más ágiles”. En sus escritos asegura asimismo que trabajaban junto con los esclavos negros, y que no recibían un trato preferente; sólo que obtenían más ropa y comida con su jornal16.

A partir de 1868, muchos chinos participaron directamente en la guerra por la independencia, motivo por el cual las autoridades peninsulares propusieron vetar la inmigración china. En 1874, el Gobierno pekinés envió varios inspectores a Cuba, con el fin de verificar las denuncias de malos tratos, y a continuación cerró sus puertos. Poco tiempo después, Portugal clausuró también la colonia de Macao para el comercio de colonos chinos. El problema diplomático se solucionaría mediante el convenio suscrito en 1877.
II. El Expediente general de la colonización asiática de Cuba y el informe suscrito por Zulueta en el año 187417

Los conflictos políticos y diplomáticos que surgieron en torno a los chinos influyeron, sin duda, en la guerra de los diez años de Cuba, como bien lo atestiguan las decenas de informes, cartas y documentos que se recogen en elExpediente general de la colonización asiática en Cuba. El documento que más nos interesa dentro de este amplio expediente, es la memoria suscrita por Julián Zulueta en 1874, en nombre de la Sociedad de Propietarios de Haciendas, a propósito de la colonización asiática. En esta memoria se explica la trayectoria de la colonización asiática en Cuba, desde la llegada de los primeros chinos en 1847 hasta 1874. Se mencionan, además, los problemas y dificultades que la colonización ocasionó desde el punto de vista de los propietarios de las haciendas, así como los beneficios aportados por el empleo de los chinos. Esta memoria permite conocer la postura de los propietarios de las haciendas con respecto a la colonización china, así como la perspectiva de la cual se desarrolló.

Al comienzo de la memoria, Zulueta destaca la extensión de la población china, e indica que es en ella donde se encuentran los trabajadores más “industriosos”. Por otro lado, aporta varios datos, como por ejemplo el número de colonos que salieron de Macao, Amoy, Cantón o Shaigón en un periodo de 20 años.

Zulueta asegura, asimismo, que la normativa de la década de 1850 no fue tan mala. Pide que la colonización no sea juzgada por casos excepcionales de abusos, aunque reconoce que los casos individuales fueron bastante frecuentes. Pero, en su opinión, la sociedad cubana recibía miles de “ignorantes” al año, y los ascendía a la “escala moral”. A continuación, enumera los aspectos positivos de la normativa en vigor, asegurando que todos los derechos de los colonos eran respetados y que los castigos corporales estaban vetados; además, según Zulueta, los colonos tenían derecho a regresar a su país, y los patrones estaban obligados a prestarles facilidades. Seguidamente cita un decreto de 1860, que prohibía a los colonos residir en Cuba sin tener un contrato.

Zulueta detecta varios problemas con respecto a la colonización asiática; por ejemplo, el hecho de que el Gobierno del Imperio Chino cerrara sus puertos a la contratación de colonos, dado que, en consecuencia, las contrataciones debían realizarse desde el puerto de Macao (hasta que Portugal decidió clausurar dicho puerto en 1874). Zulueta expresa en su memoria que los habitantes de Kuantoon (provincia a la que pertenecen Macao y Cantón) son conocidos por dedicarse al robo y tener como ocupación normal la “rabia”, y continúa diciendo que “el carácter, maldad y mala fe de estos colonos a la hora de firmar los contratos ha dejado amargos frutos en Cuba”. Pero no termina ahí la opinión que los colonos asiáticos le merecen: Zulueta considera que el carácter revolucionador de estos colonos provocó “tremendos dramas” en los barcos, en detrimento del prestigio de la colonización. Finalmente, expone su propio parecer: “teniendo conocimiento de la falta de mano de obra, si el Gobierno chino abriera los puertos del norte del imperio a la exportación de los trabajadores, tal como se acordó en 1864, desaparecerían dos graves problemas”.

En la memoria, Julián Zulueta hace también referencia a los malos tratos que recibían los chinos, aunque asegura que la tasa de fallecimiento de asiáticos en Cuba no es mucho mayor que la de otros extranjeros. Atribuye estas muertes a “circunstancias climatológicas”, así como al opio y a otros cuantos “vicios”. La memoria recoge, a continuación, varios datos estadísticos, y declara que son muchos los chinos que, una vez finalizado su contrato, regresan a su país natal. En cualquier caso, y según las estadísticas que se recogen en la memoria, en 1872 había en la isla menos de la mitad de los chinos importados en 25 años. Zulueta admite la abundancia de chinos prófugos, y que la tasa de detenidos por delitos es “mayor que la correspondiente a la raza blanca o a los africanos”. El esclavista de Anucita reconoce asimismo que se importaron pocas mujeres chinas (sólo 32 entre 58.000 personas), pese a que, en su opinión, tendrían “una gran demanda para las tareas domésticas”.


La memoria, por tanto, incluye también datos estadísticos negativos. Pero, ¿cuál era, en opinión de Zulueta, la causa de tales datos? Consideraba correcta la normativa con respecto a la colonización, que incluía principios para evitar “abusos” por parte de los patrones y la “mala fe” de los colonos, pero argumentaba que el “masonaje” eludía la normativa, y que “invitaba a los chinos a la holgazanería”. Afirmaba, además, que ese carácter perezoso y vengativo “no se presenta en las conciencias que se basan en las eternas verdades del cristianismo”.

Por todo ello, al final de la memoria realiza una propuesta: que los armadores lleven a los chinos a Cuba con toda libertad, y que, una vez suscrito el contrato en Cuba, el colono abonaría al armador los gastos del viaje con una parte de su jornal. El alavés consideraba imprescindible que China abriera los puertos de su Imperio para poder poner en marcha este sistema de contratación y emigración.

III. Conclusiones

Al intentar extraer una serie de conclusiones de lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que Zulueta trabajó afanosamente por llevar colonos chinos a Cuba, de los cuales se sirvió en sus ingenios. Julián Zulueta fue el pionero de la colonización asiática. Debido a su mentalidad capitalista y burguesa, su única meta consistía en adquirir mano de obra barata. No teniendo suficiente con los esclavos negros, comenzó a buscar colonos. No se sabe si Zulueta, alertado ante las contradicciones del sistema esclavista, quiso reemplazar los esclavos por los colonos, o simplemente buscaba mano de obra económica.

La finalidad de la memoria sobre la colonización asiática es muy clara: presionar al Gobierno español para que inste a China a abrir los puertos del norte del país y así, mediante un asequible sistema, poder importar más colonos. El Marqués de Álava responde, por otra parte, a las críticas dirigidas contra la colonización asiática. Con motivo de los abusos cometidos por no pocos patrones y mercaderes, la colonización asiática tenía mala reputación. Ante tal situación, Zulueta recurre a varios argumentos de gran peso en aquel tiempo. Por una parte, al racismo: tras examinar el carácter de los chinos de Kuantoong, Zulueta asegura que los problemas de la colonización asiática derivan del carácter de los chinos, que se ve afectado por el clima. Achacaba el problema a la personalidad de los chinos, y entendía que la solución pasaba por la apertura por parte de China de los puertos del norte, para así no tener que importar chinos “ladrones” y de “mala fe” del sur del país, y, de paso, poder ofrecer a la demanda de empleo de los cañaverales de Cuba un amplio mercado de mano de obra.

Tomada de: Euskonew & Media
ANAKABE, Karmelo: “Kubako Euskal Aztarnak”, Hermes, nº 4 (2002), pág. 66.
GARCÍA, Dolores: Fernando Poo: Una aventura colonial española en la África occidental (1778-1900), Universidad de Valencia, Valencia, 2004 (edición de red).
AGIRREAZKUENAGA, Joseba: “Los Vascos y la Insurrección de Cuba en 1868”, Historia Contemporánea, nº 2 (1998), pág. 151.
BAHAMONDE, Ángel y CAYUELA, José Gregorio: “La creación de nobleza en Cuba durante el siglo XIX”, Historia Social nº 10 (otoño de 1991), pág. 71.
MORENO FRAGINALS, Manuel: El Ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar, Crítica, Barcelona, 2001, pág. 67.
Ibidem (pp. 213-215)
Ibidem (pp. 228-232)
SCOTT, Rebecca: La emancipación de esclavos en Cuba. La transición al trabajo libre, 1860-1899, Fondo de Cultura Económica, México, 1989, pp. 96-97.
Otros estudios aseguran que fue la compañía del mercader alavés José Matía Calvo quien llevó 206 chinos a Cuba, a bordo del Oquendo, y no la compañía Zulueta & Cía. Así lo recogen Pérez de la Riva en su investigación Historia para las gentes sin historia o Tuñón de Lara en su obra Estudios sobre el siglo XIX. Véase, asimismo, IBARZABAL, Xabier: “La ruta Cádiz-Manila de José Matía Calvo. Prólogo de la crisis de 1898”, RSVAP, t. 54 (1998), pp. 88-89.
10 PASTRANA, Juan Jiménez: Los chinos en la historia de Cuba, Ediciones de Ciencias Políticas, La Habana, 1983, pág. 5 (edición electrónica).
11 Ibidem.
12 BAHAMONDE, Ángel y CAYUELA, José Gregorio: “Entre España y el mercado mundial. El clan de los Zulueta (1823-1885), Hacer las Américas. Las élites coloniales españolas en el siglo XIX, Alianza Editorial, Madrid, 1992, pp. 267-273.
13 PASTRANA, Ibidem. (pág. 16).
14 CHOU, Diego L.: “Los Chinos en Hispanoamérica”, Cuaderno de Ciencias Sociales nº 124 (2002) Costa Rica, pp. 48-49.
15 Biblioteca Nacional (Madrid), Manuscritos de América, nº 13.855 in AGIRREAZKUENAGA, Ibidem (pág. 146).
16 BN, Manuscritos de América, nº 13.854, pág. 44 (1872).
17 Archivo Histórico Nacional (Madrid), Ultramar/87. 6 esp./20 bloque.

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