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viernes, 15 de enero de 2016

! Cómo pasa el tiempo!



Trinidad

René  León

  Cómo pasa el tiempo!¿me pregunto?. Hoy he vuelto a recordar la bella ciudad de Trinidad, en la costa Sur de Cuba; llena de tradiciones. Sus calles empedradas, sus viejas plazas. El tiempo va transcurriendo; los días se convierten en años, y quisiera volver a ella, aunque sea por un momento.
  Nos vamos poniendo viejos y los recuerdos nos llegan con más fuerzas. Me pongo a pensar en lo indefinido, después de un momento de meditación. La vida va pasando lenta, las horas, los minutos, que el viento se lleva. Las nubes corren rápidas sobre el fondo del azul del cielo.
  La ciudad tiene en sí un encanto inexplicable, quizás misterioso. Sus viejos caserones construidos en el siglo XVII; conocidos por “palacios”, que todavía se mantienen enhiestos, quejumbrosos por el pasar de los años.
  Sus ventanas enrejadas en hierro o en maderas trabajadas en cedro o caoba, que el transcurso del tiempo va deteriorando. Donde antaño las señoritas se sentaban a soñar con el galán de sus sueños. Las serenatas nocturnas. La luna alumbrando con sus matices de bellos colores. Las calles de piedras de río, que soportaban el cruce de los carruajes de las familias adineradas. Todavía hoy se sienten por sus calles las pisadas de los caballos, y el chasquido del látigo de los caleseros negros, dicen los vecinos.
  Pienso en la vieja plaza  frente a la iglesia de la Santísima Trinidad; quisiera volver a estar sólo un momento, en silencio, sentado en uno de sus bancos y gozar de la paz; hoy, todo es silencio. Y mi mente se traslada a aquellas noches de cielo azul plateado. Su temperatura templada; la brisa que llega de las montañas cercanas, con el olor de las flores silvestres. Las jóvenes caminando cogidas de la mano de tarde por el parque, conversando y luciendo sus mejores galas. Ojos negros brillosos, azules, verdes claros, que inspiran el amor. Y los jóvenes las ven pasar y sus miradas van dirigidas a la bella de su preferencia. Tiempo de inocencia y pureza, que se va con el tiempo. Hoy, la plaza, muestra sus calles desiertas, silenciosas, y las paredes de los edificios se encuentran en mal estado. 
  De cuando en cuando se detiene el tiempo en la centenaria ciudad; su cielo azul unas veces, otras verdes, gris. Las nubes se mueven y caminan lentas en el inmenso espacio. En la remota lejanía, las montañas, con su color verde, nos parece que las vamos a tocar con la mano. El aire transparente, sutil, acaricia la piel. La luz de la luna baña la ciudad; todo es misterioso. Las campanas de la iglesia rompen el silencio de la noche. A lo lejos se oye el lamento de un perro, en la lejanía. El tiempo, el eterno tiempo pasa y nos deja el recuerdo de años ya idos.
  Los días, meses, años, van pasando lentamente, y mi recuerdo va a la vieja ciudad donde Colón mandó a celebrar la primera misa en Cuba, y de allí salieron los intrépidos soldados de Cortés a la conquista de México. Y mi pensamiento corre ligero con el recuerdo de aquellas casas, plazas, como una hoja seca que va rodando por el suelo, llevada y traída por un vendaval.
¡Cómo pasa el tiempo!
  El tiempo transcurre plácidamente y quisiera por un momento encontrar en mi vida actual una plaza llena de silencio, paz y sosiego, como la de aquella vetusta ciudad




1 comentario:

  1. Escribe precioso el senor Leon. Da gusto leerlo, por eso soy lectora de Pensamiento, las personas que ponen escritos en Pensamiento, son todos muy bueno.

    Graciela Reach

    Miami, Fl.



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