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lunes, 15 de agosto de 2016

LA ACERA DEL LOUVRE

En 1843 se inauguró en la céntrica esquina de San Rafael y Prado un café y sala de bailes cuyo propietario era Juan de Escauriza. Era de dos plantas y se consideraba el mejor de la ciudad; su nombre fue El Louvre. Durante el transcurso del siglo en este café y en el edificio contiguo de similar factura se estableció el Hotel Inglaterra, uno de los más frecuentados de La Habana. Hacia 1891, el hotel fue transformado y unificado, y se consideraba de primera clase. Como fue uno de los establecimientos más activos y concurridos del siglo pasado, cuenta con una notable trayectoria de hechos históricos. En 1879, en un banquete en los altos del Louvre José Martí pronunció un combativo discurso a favor de la independencia de Cuba, y en 1890, poco antes de ser reconstruido, se hospedó Antonio Maceo en él durante su estancia en La Habana.

Cuando La Habana estaba aún rodeada por la fuerte muralla  que la protegía contra piratas, corsarios e invasores, en la capital que surgía a extramuros se levantaba una edificación de dos pisos, era el año 1844, conocida como por café y salones de Escauriza, era el futuro de lo que es hoy, el hotel Inglaterra. 
Muy cerca de allí y alineado en la calle de San Rafael, se levantaba el esplendoroso teatro Tacón, hoy en remodelación, orgullo de La Habana, escenario de las mejores compañías artísticas del orbe y uno de los de mayor capacidad del mundo. 

Aquella esquina de Prado y San Rafael, se fue transformando con el tiempo, en un gran centro cultural de la capital, donde el amor a la vida y la aspiración de una libertad plena, se fueron convirtiendo en reflejo de la nacionalidad en desarrollo. 

Las autoridades españolas prohiben los bailes en dichos salones, para  proteger en su exclusividad a los que tenían lugar en el teatro Tacón, (el gobernador del mismo nombre era socio de Pancho Marty, el negro dueño del recinto del teatro), aquella situación molestó mucho a la aparente y bullanguera juventud criolla de aquella época, que se divertía en el Escauriza, la respuesta fue dirigida por los chicos que lanzaron ponches de leche a los españoles uniformados, hubo sangre y deportaciones, fue ademas este suceso, la primera señal de un nuevo período, en la vida de la juventud habanera de aquellos tiempos. El singular suceso fue bautizado como la Batalla de la leche .....después la Acera del Louvre. 
El café cambió de nombre al comprarlo en 1863, don Joaquin Payret quien lo reconoció como ¨Le Louvre¨, que daría lugar a la llamada Acera del Louvre, cuya extensión llegaba a la calle San Miguel, pronto toda la calle comenzaba a llenarse de sentido histórico. 
En 1866 se protagonizo en dicha acera, otro encuentro entre  españoles y criollos, cuando unos comerciantes peninsulares, ofendieron la memoria del reconocido científico cubano Ramón de Zambrana, al devolver sus papeletas, para una función de beneficio que se desarrollaría en el teatro Tacón, en favor de su viuda. 
Terminada la guerra de los 10 años y en medio de una etapa aparentemente pacifica, y a la que José Marti nombró el  Reposo turbulento, volvieron los muchachos a la acera ya veteranos y con  graduación militar, precisamente en el café, Marti contribuyo a la  ebullición de la lucha con un discurso, en homenaje al periodista Adolfo Marquez Sterling, que resultó al mismo tiempo, un alegato incisivo contra el autonomismo. 
Un lugar que es por excelencia muestra de la importancia de  dicha acera lo es el hotel Inglaterra, construido con mosaicos refulgentes adornado en oro, que fueron fabricados en Sevilla y adornado con rejas repujadas, que aun hoy pueden disfrutarse como muestra de un conjunto armonioso. En el mismo se hospedó por varios meses, el  general Antonio Maceo, esta ocasión fue aprovechada, para hacer que en ese tiempo, la acera fuera lugar de un movimiento y bullicio nunca antes visto. 
En la ya famosa Acera del Louvre, un militar español, después de los sucesos del tristemente celebre fusilamiento de los estudiantes de medicina, el 27 de noviembre de 1871, acusados injustamente de profanar una tumba en el cementerio Cristóbal Colón, rompió su espada en señal de protesta por dicho acontecimiento, demostrando lo que  sentían los ciudadanos españoles dignos, que vivían en la isla en aquel entonces, alegando; que por encima de la patria España, estaba la unidad y la justicia. Con el paso del tiempo Nicolás Estevaez, que así se llamaba el mismo, se destaca en España como escritor y político republicano. 
En el 1927, el historiador de la ciudad Emilio Roig de Leuchsenrring, develó una tarja en su honor, muy cerca de otra, que había sido colocada en recordación a los 40 jóvenes, que habían caído en las  guerras de independencia y que eran asiduos a ese lugar, ambas, se encuentran en dos columnas frente del hotel Inglaterra y a la vista de todos los paseantes de dicha acera.
Un paseo por la Acera del Louvre
 Este lugar abarca la cuadra del paseo del Prado, delimitada por las calles San Rafael y San Miguel, comprendía en sus inicios el café El Louvre, la edificación continua que se unificaría para convertirse en hotel, la barbería, el café y los salones de baile Cosmopolitana, una confitureria y bomboneria, un estanquillo de periódicos y revistas, tanto nacionales como extranjeras, terminando hacia San Rafael y San  Miguel, el famoso hotel Telefrago actualmente en remodelación, en cuyos bajos se hallaba el no menos celebre café, “Los Helados de París”. 
Otro dato muy importante, seria, recordar el escudo del marquesado de Perinat, que se halla en el 4to piso del hotel Inglaterra, entregado a la esposa de un depositario de rentas reales, el señor don Guillermo Perinat y Ochoa, esta criolla nace en las villas, en un lugar conocido por el nombre de Cienfuegos y recibió dicho marquesado de  Perinat, de manos de la reina de España María Cristina de Habsburgo y Lorena, por todos los servicios de caracter benéficos y por los méritos que había alcanzado su esposo. 
Existe también en esa acera pero en el lobby del Inglaterra, una bailarina que fue hecha por el mismo Perinat, el cual era un aficionado a la escultura y que tomara como modelo a la española Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, con la cual dicho caballero mantenía una amistad profunda y sincera. 
La fama de dicha escultura ha sido siempre famosa en La Habana, como si la misma danzara por siempre en dicha acera. Existen escudos representando la unificación de España, ocurrida mediante el matrimonio de Isabel la católica, del reino de Castilla y Fernando del reino de Aragón. 
Por la famosa y conocida acera del Louvre han transitado personas ilustres y reconocidas a nivel mundial, músicos, actores, líderes religiosos o políticos. 
1887- Sara Bernhart y Mazzantini 
1879- José Martí 
1890- Antonio Maceo, general de nuestras luchas independentistas 
1890- Julián del Casal 
1910- Manuel Márquez Sterling 
1910- Rubén Darío 
1920- Raúl Capablanca 
1920- Ramón Fonts 
1920-Enrico Caruso 
1922- Gabriela Mistral 
1931- José Mojica 
Todas estas personas y muchas otras personalidades, constituyeron parte de lo mas selecto del arte mundial, que nos deleitaron desde el celebre teatro Tacón y el teatro Payret, ambos, enclavados en el museo del prado habanero, el primero sólo separado por la calle  San Rafael y el segundo a menos de 100 metros en diagonal del hotel Inglaterra. Caminaron muchas veces por la acera del Louvre y admirados también, contemplaron el estilo arquitectónico que allí se impone, siguiendo las corrientes neoclásicas, pero también encontramos techos de mosaico de una belleza voluptuosa, unido a cierto eclectisismo de los interiores. 
A modo de conclusión podemos decir; que cada país tiene sus lugares pintorescos e históricos, la Acera del Louvre fue por siempre un lugar donde concurrían corresponsales, diplomáticos y hasta espías, pero pocos han sido tan populares como el Louvre y el hotel Inglaterra, monumento nacional en la actualidad, ambos son  parte  del casco histórico de la ciudad de La Habana y quizás pudieran ser con el tiempo, patrimonio  de la humanidad, pues conservan a pesar de los años transcurridos desde su creación, los deseos de libertad y la historia mas bella de este pueblo y en especial; de la ciudad de La Habana, antes, villa de San Cristóbal. 



En la acera contigua a la manzana del teatro Tacón, hoy Garcia Lorca, poco después de ser construido el famoso Coliseo, se fueron construyendo vistosas edificaciones dedicadas a servicios públicos como café, restaurantes y hoteles. Esta acera desprovista de portales se convirtió en uno de los círculos mas céntricos y concurridos de La Habana. Fue el lugar preferido de la juventud para sus reuniones y también un foco de conspiración y de manifestación en contra del régimen colonial español. 
El nombre de la Acera del Louvre, se debe al café homonimo establecido en los bajos del Hotel Inglaterra muy célebre por sus helados. La céntrica acera fue el escenario de la agitada vida social habanera por más de medio siglo. Era el verdadero corazón de la ciudad. Allí se produjeron hechos de verdadera trascendencia política e histórica, como la protesta pública contra el fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina en 1871, realizada por el militar español Nicolás Estevánez. En estos momentos sigue allí la Acera del Louvre, si bien el hotel que se construyó ya no recibe la visita de los jóvenes cubanos sino de los turistas que pagan con dólares, pero de todas maneras hay un grupo que ameniza las tardes y los cubanos pueden mirar  desde afuera el desarrollo de la actividad. En esta acera hay decorados de Amelia Pelaez y otros artistas cubanos de la plástica.

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