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martes, 1 de noviembre de 2016

La Batalla de Bloody Marsh: Una victoria de la Florida española durante la guerra de la oreja de Jenkins

 SALVADOR LARRÚA-GUEDES

Última parte

6. PIRATAS Y CORSARIOS CUBANOS DURANTE LA CONTIENDA

Por cinco años consecutivos los mares situados al norte de Cuba y el litoral atlántico de América del Norte fueron testigo de la actividad de los corsarios cubanos que causaron grandes daños a los suministros que recibían de la metrópolis británica Georgia y las demás posesiones inglesas, y amenazando en numerosas oportunidades con cortar definitivamente los abastecimientos e interrumpir el comercio. Uno de los corsarios más diligentes fue Pedro de Garaicoechea, natural de Bilbao, quien al mando de un paquebote casi siempre y en ocasiones al frente de una pequeña flota, logró capturar durante la guerra con Inglaterra cuatro paquebotes, once balandras, seis fragatas, cuatro bergantines y una goleta, para un total de 26 embarcaciones, 600 esclavos negros y más de 100 ingleses prisioneros. Los documentos de la época hablan de las capturas reconocidas realizadas por Pedro de Garaicoechea: “Una fragata cargada de azúcar, ron, algodón y pimienta de Tabasco. “Un paquebot con carga de azúcar, aguardiente, ron y otros efectos. “Una fragata cargada de tablazón de pino y algún ladrillo. “Un pingue con brea y alquitrán en barriles. “Un paquebot con aguardiente, ron y azúcar. “Un bergantín cargado de armas y víveres. “Un quinto de fragata con carga de azúcar y gengibre. “Una balandra con carga de azúcar y sal que naufragó. “Una balandra cargada con vinos de Madera, de cuyo paraje había salido. “Un bergantín y una balandra mercantes con treinta mil pesos en moneda y tres mil quinientos en mercancías. “Dos botes con veinte y un ingleses. “Cuatro cañones, siete pedreros, tres anclas, cables, jarcias, velas y arboladuras, escopetas, pistolas, sables y rezagos. “Un bergantín y una gragara ingleses. La carga del primero se componía de duchas, tejamani, carne salada y otras cosas de poco valor. “Una fragata y dos paquebotes ingleses con porción de negros, marfil y otras mercaderías. Acompañaba entonces a Pedro de Garaicoechea Juan José Mugaguren, con su goleta armada en guerra. “Un bergantín inglés y un pingue holandés, el primero cargado de palo de campeche. “Cinco balandras inglesas y otros efectos tomados a los holandeses, por valor de unos 400,000 pesos fuertes. “Una balandra inglesa llamada La Raquel, que produjo a favor de la Real Hacienda 3,283,830 reales...16 Sin contar las capturas realizadas por Pedro de Garaicoechea, otros corsarios cubanos de origen vasco como Mendieta, Diego de Avendaño, José Iturriaga, José Domingo de Cortázar, Ignacio Olavarría y Martín de Arostegui y Larrea, capturaron 17 embarcaciones mercantes inglesas tomando sus cargamentos, municiones de boca y de guerra y abundantes prisioneros17. Las crónicas británicas dan fe de los grandes daños inferidos por los corsarios cubanos en aquella época, ya que las pérdidas que ocasionaron frenaron considerablemente los planes ingleses, haciéndolos fracasar muchas veces. Los historiadores de Gran Bretaña manifiestan que ...en 1743 los corsarios cubanos hicieron 262 presas inglesas, mientras que 146 fueron las conseguidas por ellos, y al final de 1745 dan un total de 769 durante toda la guerra. Pezuela refiere que sólo los corsarios cubanos consiguieron en 1742 presas por valor de dos millones de pesos18 Durante algunos años se mantuvo una extraña paz en la Florida y el Mar de las Antillas, asegurada por la amenazadora presencia de corsarios y piratas que frenaban y dificultaban la realización de cualquier operación de gran envergadura19, pero sólo se trataba de un paréntesis cargado de presagios que desembocaron en la gran contienda que tuvo como momento principal el ataque y toma de La Habana por las fuerzas británicas en 1762. Para dar una idea de la gran actividad de los bandidos del mar antillanos en el siglo XVIII, el corsario cubano Bartolomé Valadón, tomó fuerza en la Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud), y en 1743 a bordo del San Juan de Dios, capturó dos goletas y dos balandras inglesas y un botín de 30.000 pesos. En la primera mitad de este siglo el corso cubano y español fue constante. Entre 1739 y 1742 capturaron 447 embarcaciones, por un valor de nada más y nada menos que de 31 millones de libras. Sólo de 1742 a 1745 se concedieron más de 50 patentes de corso en Cuba. En estos años sobresalen los nombres de Diego de Avendaño, corsario de Remedios que con sólo 10 hombres llegó varias veces al litoral de Jamaica, regresando de aquella isla con jugoso botín. También oriundo de Remedios, descolló José Vivilani. Entrado el siglo, en noviembre 1742, Antonio Chaulier capturó un bergantín y una balandra ingleses y se quedó con más de 70.000 pesos en oro y plata, además de ropas, cueros y negros esclavos. También se hicieron sentir por aquellos años José Domingo Cortázar, José Cordero, Francisco Lorenzo, Antonio López — quien en el San Ignacio, se apoderó, en el año 1743, de tres bergantines y una balandra — y Vicente López, que en tres años capturó una goleta, tres balandros, un bergantín y una fragata. Matriculado en Trinidad desde 1750, el habanero Pedro José Armenteros y Poveda, que había sido capitán de milicias, tomó bajo su mando el bergantín Diligente y desarrolló su actividad corsaria en las costas de Carolina, causando gran estrago a los ingleses por aquella zona. De Trinidad era Luis Francisco Silveiro, que navegó en corso de 1742 al 1745 con sus balandras Inocente y San Juan Nepomuceno, y le quitó a los ingleses cinco balandras, dos fragatas y un bergantín. También trinitario, el capitán de la balandra San Nicolás, Diego de Morales, se hizo de un bergantín y una goleta. Otro que se hizo famoso por aquellos días fue el capitán español Mendieta, quien en 1718 capturó tres balandras británicas y en una sola de aquellas aventuras llegó a hacer más de 200 prisioneros y a reunir un botín superior a los 100.000 pesos. En las costas norteñas descollaron, además, corsarios como Ignacio Olavarría, Domingo Coimbra, Andrés González, Juan Bustillos, Juan Ramón Gutiérrez y Miguel de Manzona, que en años anteriores a la toma de La Habana por los ingleses llegaron hasta las costas de lo que sería mas tarde los Estados Unidos. Hay noticias de corsarios cubanos en las alturas de Nueva York y Rhode Island, en 1740 y 1741. Vicente López, que era corsario santiaguero, llegó hasta las costas norteamericanas en 1747 y allí se apoderó de un barco negrero con 285 esclavos. Una carta de Benjamin Franklin, fechada en 1748 se refiere a la presencia de dos barcos corsarios cubanos a la altura del cabo Hatteras. Aún después de 1762, año de la toma de La Habana por los británicos, y durante otro siglo más, los corsarios cubanos permanecerían activos en el Caribe, pero esta vez ligados a la trata negrera, que ya había sido declarada ilegal por acuerdos internacionales.

COMENTARIOS FINALES SOBRE LA GUERRA DE LA OREJA DE JENKINS

Como resultado final de esta contienda España fortaleció el control de su Imperio en América y quedó afirmado el dominio español sobre los mares durante 70 años más aproximadamente (hasta la batalla de Trafalgar) y con él la prolongación de la rivalidad marítima entre españoles, franceses y británicos hasta comienzos del siglo XIX. Para el Reino Unido, las consecuencias a medio plazo fueron mucho más graves. Gracias a esta victoria sobre los ingleses, España pudo mantener unos territorios y una red de instalaciones militares en el Caribe y el Golfo de México que serían magistralmente utilizados por el teniente coronel Bernardo de Gálvez para jugar un papel determinante en la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica durante la llamada Guerra de Independencia Estadounidense, desde el año 1776. Con la colaboración de las tropas cubanas y la ayuda inestimable de la red de espías españoles y cubanos en Norteamérica, Gálvez logró objetivos principales que facilitaron la victoria de Washington: sus tropas cerraron el delta del Mississippi, protegiendo de esta forma la retaguardia del Ejército Continental de Washington, tomaron los fuertes y posiciones inglesas en la costa de Estados Unidos que mira al golfo, conquistaron la plaza de Pensacola, encerraron al ejército británico en la ratonera de Yorktown impidiendo que le llegaran suministros o ayuda por el sur y el oeste, y conquistaron las Bahamas para destruir las bases de las escuadras inglesas en el Caribe. Al mismo tiempo se proporcionaban suministros bélicos a las tropas de Washington a través de la Luisiana española y la escuadra norteamericana era reparada, abastecida y artillada en el Real Astillero de La Habana, donde las damas nobles, los vecinos principales y la población en general lograron reunir un millón doscientos mil libras tornesas para que George Washington pudiera pagar los sueldos atrasados de sus hombres y pudiera emprender, con la ayuda de las tropas francesas, la histórica ofensiva que culminó con la victoria de Yorktown y facilitó la independencia de los Estados Unidos. Regresando a la “Guerra de la oreja de Jenkins”, dicha contienda se fundiría más tarde en la Guerra de Sucesión Austríaca, por lo que Gran Bretaña y España no firmaron la paz hasta el Tratado de Aquisgrán, en 1748. Una curiosa consecuencia de esta campaña, fue la que se derivó del oficial inglés, Lawrence Washington, quien había participado en el sitio. Dio a su hacienda en Virginia (hoy Estados Unidos), el nombre de Mount Vernon, en honor a su almirante. Esa hacienda quedó posteriormente en manos del medio-hermano del oficial Lawrence, George Washington, líder revolucionario norteamericano y primer Presidente de los Estados Unidos de América. Mount Vernon es hoy una venerada reliquia. Mapa inglés del siglo XVIII, muestra el escenario de la guerra de la oreja de Jenkins.  Archivo General de Indias (AGI). Documentos remitidos al Consejo. Informe del gobernador Montiano a S. M. Indiferente General, 915, L. 6. Archivo Nacional de Cuba (ANC). Gobierno Superior Civil, Florida. Joseph Quintana al gobernador Cagigal, 12.I.1741. Arrozarena Uribe, C. El roble y la ceiba: historia de los vascos en Cuba. Ed. Txalaparta, Tafalla, País Vasco, 2003 : 81 Fernández Duro, C. Armada Española. Madrid: Museo Naval, tomo VI (1973): 282. Guerra y Sánchez, R. Manual de Historia de Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1968. Henderson, A. L. Spanish Pathways in Florida 1492-1922. (Ed.) A. L. Henderson and G.R. Mormino, Pineapple Press, Florida, 1991 : 197. Pezuela y Lobo, J.de la. Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba. Tomo III. Madrid: Imprenta del establecimiento de Mellado, (1863): 26. Richmond, H. W. The Navy in the war of 1739-1748. Cambridge, tomo I (1920): 5-8. Ullivarri, S. Piratas y corsarios en Cuba. Málaga (España): Editorial Renacimiento, 2006. Varios Autores. América en el siglo XVIII. Los primeros borbones. Madrid: Ediciones Rialp S.A., 2010,T. XI-1. NOTAS 1 Guerra y Sánchez, R. Manual de Historia de Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, (1968): 250-251. 2 Ibídem, 225. 3 Richmond, H. W. The Navy in the war of 1739-1748. Cambridge, tomo I (1920): 5-8. 4 Henderson, A. L. Spanish Pathways in Florida 1492-1922. (Ed.) A. L. Henderson and G.R. Mormino, Pineapple Press, Florida, 1991: 197 5 “El día de la vela”, en el argot utilizado, era el día en que una embarcación rápida, casi siempre una goleta, viajaba a La Habana para llevar y traer noticias al Capitán General de Cuba. 6 Hargrett Rare Books and Manuscript Library, The University of Georgia. Collection Keith Read, box: 19, folder: 11, document 01 Spanish: Official Letters from Don Manuel de Montiano, Governor of East Florida, to Don Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, Captain-General of the Island of Cuba, September 30th 1737 to January 2nd 1741. Translated from a copy of the Original Archives of the City of St. Augustine, 1846, pp. (24) 23. 7 Ibídem (5), 164. 8 Pezuela y Lobo, J.de la. Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba. Tomo III. Madrid: Imprenta del establecimiento de Mellado, (1863): 26. 9 Los ingleses no se atrevieron a atacar La Habana, aunque el 4 de julio el Almirante Vernon se presentó ante la ciudad con una escuadra formada por 57 buques de guerra que estuvo recorriendo la costa norte de Cuba por dos meses en actitud amenazadora (Pezuela, o.c., 26) 10 Archivo Nacional de Cuba (ANC). Gobierno Superior Civil, Florida. Joseph Quintana al gobernador Cagigal, 12.I.1741 11 Fernández Duro, C. Armada Española. Madrid: Museo Naval, tomo VI (1973): 282. 12 Ibídem. 13 Highlanders: soldados escoceses naturales de las llamadas Highlands (tierras altas, montañas) en Escocia. 14 Archivo General de Indias (AGI). Documentos remitidos al Consejo. Informe del gobernador Montiano a S. M. Indiferente General, 915, L. 6 15 Ibídem 16 Arrozarena Uribe, Cecilia. El roble y la ceiba: historia de los vascos en Cuba. Ed. Txalaparta, Tafalla, País Vasco, 2003 : 81 17 Ibídem, 81 – 83. 18 Varios Autores. América en el siglo XVIII. Los primeros borbones. Madrid: Ediciones Rialp S.A., 2010, T. XI-1. 19 En: Ullivarri, S. Piratas y corsarios en Cuba. Málaga (España): Editorial Renacimiento, 2006.

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