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martes, 1 de noviembre de 2016

LA EXPEDICION DE LOS TRECE A CUBA EN 1825

Por: Roberto Soto Santana 

           A comienzos del segundo semestre de 1824…el embajador español en Estados Unidos, Hilario de Rivas, vaticinaba con toda seguridad el triunfo de un plan conjunto de los gobiernos de México y Colombia “si continuan aumentando como hasta ahora su marina, logran nuevos empréstitos, se mancomunan cordialmente y la España no encuentra medios de reponerse pronto del estado exanime en que la vemos”, lo que efectivamente ocurría. Para Rivas, tras el desembarco, los expedicionarios armarían a los esclavos, “para poner en combustión toda la Isla”, idea en la que insistió siempre y con toda lógica, que era la misma de nuestros revolucionarios emigrados liderados por José Aniceto Iznaga. Un mes después, el 19 de mayo, añade enfáticamente: “En mi ulto. pliego le dije á V. qe. los Mexicanos y Colombianos estaban de acuerdo para hacer una expedicion contra esa Isla. Estos parecen qe. han convenido en poner el material, y aquellos el dinero principalmte”
            Todo indicaba entonces…que la posibilidad más objetiva para liberar las islas españolas del Caribe por parte de México y de Colombia, era la de estrechar aún más la unidad de sus esfuerzos y en particular de sus flotas y tropas con tal objetivo.
          El Capitán General de la Isla, Francisco Dionisio Vives, convocó el 11 de enero de 1826 al Intendente de Hacienda, Claudio Martínez de Pinillos, y al Comandante General de Marina, Ángel Laborde. El proyecto era el tema de los supuestos preparativos de las fuerzas armadas colombianas para atacar a Cuba y las medidas que debía tomar el gobierno de La Habana. Para contrarrestar esas amenazas acordaron movilizar la escuadra española del Apostadero de La Habana para que, bajo las órdenes de Laborde, realizara una demostración en el Caribe, amagando un ataque sobre Colombia. También por proposición de Pinillos acordaron enviar un agente de toda confianza para hacer un análisis de las condiciones sociales de Colombia y del armamento y hombres con que efectivamente contaba el ejército de Bolívar.
          Además, en el plano interno, decidieron aumentar el nivel de vigilancia para evitar cualquier tipo de brote que atentara contra el dominio colonial español.
En esos días llegaron a Cuba, comisionados por el gobierno colombiano, los cubanos Francisco Agüero y Velázquez (Frasquito) y Manuel Leocadio Sánchez y Pérez, con la misión de inspeccionar la Isla, misión que fracasó por haber sido apresados y condenados a la horca en la plaza Mayor de Puerto Príncipe, el 16 de marzo de 1826, acusados de ser emisarios de Colombia. Sánchez escribía en su diario: “La expedición se acerca, yo (…) solo he venido a notificárselo, traten ustedes de organizar su familia y sus intereses”.
          Días después llegó a Cuba la llamada “Expedición de los Trece”, organizada por los coroneles colombianos Juan José de Salas y Juan Betancourt, también comisionados por el gobierno de Colombia para inspeccionar las costas sureñas, como trabajo previo a un primer desembarco armado, o para aportar armas y materiales de guerra a los independentistas cubanos. Los expedicionarios llevaban armas y proclamas impresas para distribuir en la población. Al llegar al embarcadero La Casimba, se enteraron por los vecinos de lo ocurrido a Agüero y Sánchez. El ambiente de incertidumbre en que se encontraba la población no brindaba condiciones para permanecer allí.
          Entonces decidieron dirigirse a Trinidad, donde existía mayor efervescencia independentista. Eran los días de Semana Santa, la población se reunía para celebrar los oficios religiosos y diariamente aparecían pasquines, cartas y avisos en las paredes que instaban a la independencia. El 29 de marzo de 1826 apareció uno que decía: “Viva la independencia, viva Colombia, muera este gobierno”.
          Estas manifestaciones políticas de protesta alertaban a las autoridades coloniales. Según la narración del prestigioso historiador Vidal y Morales, “el gobierno español tenía noticias desde mediados del mes de Marzo de ese año de 1826, de la llegada de José Agustín Arango, abogado, y de su hermano Antonio, bachiller en Medicina, procedentes de Colombia. Los Arango estaban el 12 de Febrero en una finca de Don Ignacio de la Pera, situada en los montes de Trinidad, de donde salieron para una hacienda de Doña Isabel de Armenteros, hacia el Sur, en un corsario insurgente que debía llegar al embarcadero de Santa Cruz, lo que no lograron por haber enviado allí el gobierno un destacamento de treinta hombres. Tuvieron noticias de ello, pero supieron que el Alcalde Carnesoltas había aprehendido en la madrugada del 20 á Agüero y a Sánchez y trataron de salir inmediatamente de la jurisdicción, temerosos de correr la misma suerte que á ellos cupo. En su huída estuvieron en una hacienda de Don José Pablo de Zayas y siguieron de largo para Trinidad…Con motivo de estos acontecimientos, inició la Comisión Militar Permanente la correspondiente de causa…y previo el dictamen del auditor Don José Ildefonso Suárez, que ya empezaba a darse a conocer como enemigo de sus compatriotas, se condenó a la pena ordinaria de horca á Don Alonso y á Don Juan Betancourt, á Dolphy, Silva y Zambrano, dejando abierto el proceso contra José A. Arango, Heras y Ortega, sobreseyéndose respecto á José Antonio Iznaga por haber fallecido en Jamaica en 12 de Enero de 1827.”
            Tal fue la nefasta conclusión de esta intentona en la comarca trinitaria por parte de un puñado de hijos del país que quiso poner fin al dominio colonial sobre las tierras cubanas, en una lucha que perseveró hasta el mismo finiquito del siglo XIX.

Bibliografía:
-Archivo Nacional de Cuba. Asuntos políticos. Legajo 27.
-José Luciano Franco. Documentos Para la Historia de Venezuela existentes en el. Archivo Nacional de Cuba. La Habana. 1960.
-Vidal Morales y Morales: Iniciadores y primeros mártires de la revolución cubana, Avisador Comercial, La Habana, 1901.
LOS PLANES COLOMBO-MEXICANOS DE EXPEDICIÓN CONJUNTA PARA LA LIBERACIÓN DE CUBA (1820-1827). Hernán Venegas Delgado, en Vol. 36, No.1 (January - June 2008), 3-23 Caribbean Studies, reproducido en http://www.redalyc.org/pdf/392/39214802001.pdf


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