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domingo, 1 de enero de 2017

A MODO DE PLÁTICA POSTRERA



            Abrí los ojos temprano con la añoranza en los párpados. No salté de la cama con presteza; más bien me deslicé con tiento al suelo en un precavido despertar, desperezando el sueño.
            Por la ventana se veía un sol anémico que pugnaba por atravesar con rayos casi blanquecinos la neblinosa humedad del día recién nacido. Y ese cuasi llanto matutino me incitó, con sus múltiples velos opalinos tras los que se adivinaba la triste soledad de este otoño especial que, por haber venido acompañado de aguas y nieves, ya se creía invierno de verdad, a enfrentar, "Pluma en ristre", algunas verdades y ciertas ilusiones.
             Y gustárame o no, el primer, por peligroso, adversario fue el terror porque siempre, ante una tragedia cuya dimensión no puede medirse -a pesar de las cifras- en números; sino en dolores, nos sorprende -¡ya que desdichadamente vivimos un siglo XXI de cambios brutales en el equilibrio de fuerzas que ordena este mundo nuestro, el que hemos fabricado a lo largo de veinte siglos de luces y sombras! Y miedo, por supuesto, pero reprimido, embridado, bien utilizado para que, en vez de hacernos cobardes ante la tragedia, nos permita, como siempre, crecernos ante la adversidad.
            Terror es un método expeditivo de ¿justicia? que busca -y consigue, por supuesto- crear la angustia generalizada en la sociedad toda o en una parte de ella. Terror es agresión siempre injustificada porque es daño incondicional, imprevisto e inhumano; inmoral e innecesario.
            Terror es también la más flagrante manifestación de impotencia en el agresor, que no puede por medios razonadores hacer valer sus ideas y recurre a la violencia indiscriminada, dando así rienda suelta a su enconada ofuscación.
            Y ante esta demoníaca actitud de algunos fanáticos que siempre ha habido, que siempre habrá, ¿qué hacer? Jesucristo nos dijo que pusiésemos la otra mejilla cuando nuestro prójimo nos abofeteara, pero no somos Jesús y este terror va más allá. El "ojo por ojo; diente por diente" implicaría nuestra propia deshumanización; la nivelación descalificadora de los agredidos rebajándose a la depravación de los agresores. Y no vale tampoco la resistencia pasiva ante la violencia desatada.
            Hay que combatir el fanatismo de manera global, desde todos los ángulos. Con la firmeza por parte de las fuerzas de seguridad en TODOS los Estados; con la educación de TODAS las mentes, porque es en la ignorancia donde encuentra óptimo caldo de cultivo; con la erradicación de las grandes y aterradoras miserias materiales, porque el hombre hambriento que no halla modo de supervivencia es siempre violento...
            Los grandes males de la sociedad han nacido siempre de la miseria y de la ignorancia. Abandonemos la falacia del "pan y circo". Hay que crear igualdad de oportunidades; incentivos de progreso y superación; seguridad en la justicia social; reafirmación en los principios éticos del bien y fe en un futuro mejor.
            Y como siempre que un año termina -como 2008 está a punto de terminar,- y otro comienza, 2009 en este caso, nos asalta una furia iconoclasta de resumir lo pasado y aventurar el porvenir. La realidad es que esto nos ocurre porque nuestro subconsciente sabe que es imposible adueñarnos del tiempo, embridarlo como a corcel salvaje que se captura y se somete a nuestra humana voluntad. La única realidad es la certeza de "ser un año más viejos; de tener un año menos por vivir".
            Lo cierto es que el hombre ha querido siempre asir los inasibles hilos del tiempo, inventando paciente y concienzudamente métodos para medirlo como si ello fuese mágico filtro que nos permitiese retenerlo. ¡Ilusión!
            Porque el tiempo no se va. Bien lo dijo Azorín. El tiempo es como las nubes, siempre distintas y siempre iguales; siempre huyendo y siempre presentes. Así es el tiempo.
            No es éste un intento de caer en la eterna tontería de resumir lo acaecido en 2008, que para eso están los almanaques mundiales y las enciclopedias; o de intentar explicar las causas de los sucesos que todos conocemos bien por haberlos vivido, que es trabajo de los analistas políticos y de los historiadores; o de pretender conocer las consecuencias de los hechos del año que ya pasó y su repercusión en los venideros, porque no somos ni expertos economistas ni zahoríes con poderes sobrenaturales.
            Tan siquiera soñar en hacer algo parecido sería "vanidad de vanidades". Mísero barro como somos, imperfectos y torpes como el que más, todavía no somos tontos.
            Tampoco pretendemos hacer en vuestra compañía acto de contrición por los errores y "pecados" que hayamos todos cometido en 2008, porque lo importante no es entonar un "mea culpa" hipócrita y sensiblero; lo importante es que hayamos sacado fruto de experiencia de nuestros errores para no volver a cometerlos. No es ni siquiera un intento de hacer promesas de buena intención para el año venidero, porque "de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno" y a los hombres se nos conoce por nuestros hechos y por los resultados de nuestros hechos. La buena intención no basta.
            Queremos reflexionar en voz alta porque "sólo la verdad nos pondrá la toga viril" y es de la reflexión que surge la verdad en todo su esplendor. Queremos recordarnos y recordaros que de cada hombre y mujer del mundo en que vivimos depende la solución de los problemas de la sociedad y del mundo. Que si empezamos en casa a actuar como hombres y mujeres honrados y sinceros; a respetarnos y a respetar a nuestros semejantes; a desterrar de nuestros corazones los cánceres del odio, la envidia, la indiferencia, la ociosidad y el miedo, entonces tendremos paz. Y la paz es progreso, bienestar y felicidad.
            2009 debe ser un reto: el reto de lograr la paz que proporciona a cada hombre y mujer de la Tierra el estar a bien con su conciencia y satisfecho de sus hechos.
            Y, por si alguna vez nos olvidamos, quede explícitamente manifestado nuestro más sincero y fraternal cariño y nuestros votos por un ¡Feliz Año Nuevo para todos!


Eliana Onetti (†)


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