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sábado, 1 de abril de 2017

Hablando del Té de las cinco



René León

La historia del té, es muy interesante y la importancia que tiene en la vida de Inglaterra. El té de las
cinco, es una costumbre que la han llevado los ingleses a todas partes del mundo donde ellos vivan.
  Fue cultivado el té únicamente en China hasta mediados del siglo XVIII, la planta cuyas hojas aromáticas han servido de consuelo a la humanidad. Llevada a la India, después a Ceylán, más tarde a otras partes del Imperio Británico. Se populariza el té en Inglaterra siendo monarca el rey Carlos II y su esposa Catalina de Braganza.
  Se alabaron sus propiedades maravillosas por miembros de la corte. El duque Arturo W. Wellington venció a Napoleón  en la batalla de Waterloo, en 1815, y antes de dar comienzo reunido con sus ayudantes les dijo “Caballeros, el té me despeja los ojos a tal punto que veo a Napoleón derrotado…” Famosa fue la apuesta entre dos capitanes de los clippers llenos de sacos de té, el “Ariel” y “Taeping”, de cuál sería el primero en llegar a Inglaterra en su viaje desde la India. En aquellos tiempos el té era un artículo de lujo y muchas veces los clippers o bergantines eran asaltados antes de llegar a su destino, para luego ser vendida su mercancía, como de contrabando.
  El té es una bebida inglesa, sus habitantes la beben una o más veces al día, se calcula que un setenta por ciento la consume. El mejor té que llega a Inglaterra viene procedente de Dorjeelinp en las vertientes del Himalaya, de cuerpo y exquisita fragancia; del Ceylán de delicado sabor; de China, de perfume de flores. Los catadores pueden diferenciar su calidad, sabor y procedencia. Las casas empaquetadoras inglesas tienen fama mundial. Por ejemplo, el té que prefiero es el ”Lipton, Yellow Label” empaquetado en Londres, procedente del Himalaya, su calidad es excelente.
  Los catadores eran hombres antes, hoy en día se encuentran muchas mujeres  cuya misión es la constante cata de numerosas tazas de té, cada una de las cuales va especialmente marcada con un número, y su procedencia. Se coloca en largas mesas un considerable número  de tazas y teteras. En las teteras se echan exactamente cuatro medidas y media de un octavo de onza de té en las tazas. Se llenan luego de agua hirviendo y se calcula por medio de un reloj de arena de tiempo que tiene marcado y se vierte el té en las tazas y las hojas que quedaron en la tetera se echan en las tapas de estas teteras. Los catadores toman una cucharadita de cada taza, y después de saborearla, la escupen en un recipiente. Al hacer la prueba y finalizar con todas, en alta voz dan su veredicto.
  En Inglaterra no hay una hora fija, la hora ritual es a las cinco de la tarde, pero es tomado lo mismo en las comidas, o cuando se reciben visitas en las casas. En Londres se conocía en 1957 un local llamado el “Café de Garroway” en que se servía el té, lo sabemos por haberlo  escrito en un diario el conocido Samuel Pepys, que hace mención del té que en 1660: “Me he hecho traer una taza de té (bebida china) y he probado esto por primera vez en mi vida”. Al principio el precio del té, era muy elevado, y sólo era consumida por la clase media o rica.
  Hoy en día se sirve con dulce, o galletas de mantequilla, algunos le añaden un poco de crema, y quizás azúcar, otros prefieren tomarlo sin mezcla. Antiguamente en algunas casas había sirvientes que sólo preparaban y servían teniendo especial cuidado con la vajilla y servilletas.
  Sobre el té se ha escrito mucho, y en especial han sido los escritores los que han llevado en sus cuentos o novelas, en el cine y en las obras de teatro. Por eso el Té de las cinco de la Tarde, es una costumbre en Inglaterra, esta aromática bebida constituye algo especial para el paladar, y pretexto para cultivar a las amistades. Recuerdo que cuando iba a visitar a mi gran amigo el Dr. Filiberto Henderson (†)  en Charlotte, North Caroline, lo primero que él me hacía era prepararme el té de las cinco. Si llegaba antes me hacía esperar, y daba comienzo la preparación de la famosa bebida. Luego de haberme tomado mí taza. Su esposa que era cubana, me empezaba a preparar el café cubano. Tenía que tomarlo para quedar bien con todo el mundo.

Así era la vida. Todos quedábamos felices.

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