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sábado, 15 de abril de 2017

Hatuey: El primer mambí ©



Dr. Rowland J. Bosch (†)



Si Caonabo ha sido llamado el primer libertador de América, quien luchó por los suyos y por sus libertades en La Española (Haití y República Dominicana), bien puede ser el indio Hatuey considerado el primer mambí, y a la india cacique Anacaona, la primera libertadora. Gracias al fraile domínico Bartolomé de Las Casas y a las escasas menciones que otros historiadores de la época, hacen de los primeros conquistadores que envió la Madre Patria a la América indígena, es que podemos reconstruir algunos detalles de la vida del héroe indígena.

Bartolomé de Las Casas bien llamado "El Defensor de los Indios" que con toda su energía y capacidad trató de detener la aniquilación de la raza autóctona y escribió su Historia de Las Indias y otros tratados en los que narra las atrocidades cometidas por los peninsulares. Sus detractores han criticadó lo expuesto por el domínico y concluyen que éste exageró sus relatos y multiplicó las cifras para lograr un mejor trato para sus protegidos pero ninguna prueba mejor de la veracidad de su exposición que la desaparición racial de los indios antillanos (Taínos, Ciboneyes, Caribes y otros subgrupos como los Lucayos). Sin embargo en la América continental el indio subsistió y las razas se mezclaron, de ahí tenemos, ladinos, zambos, mestizos, y otras mezclas raciales con el europeo y el africano.

Desde luego, hubo muchos actos de crueldad desde los tiempos del mismo Cristóbal Colón y de su hijo Diego, Nicólas de Ovando; Diego Velásquez, Hemán Cortés; Pizarro en el Perú, Valdivia en Chile y el mismo Narváez con su matanza de indios en Caonao en Cuba; lo. que le hicieron a Tupac Amaru y a Caupolicán. En Norteamérica recordamos la matanza de "Wounded Knee", aún lamentada por los indios Lakota.

Veamos el caso de Hatuey. Mientras las carabelas del descubrimiento surcaban las aguas que la ansiedad y el temor hacían infinitas en busca de las fabulosas Indias de Occidente, los pobladores del continente, trabajaban, jugaban y danzaban, practicaban los ritos a sus dioses, dueños de sus tierras, de su albedrío, de sus mujeres y de sus vidas, sin sospechar que hacia ellos venían en bajeles otros hombres, y otros dioses, otras fuerzas para poner fin al dominio y señorió de las tierras de los indios, a sus costumbres y creencias, a sus bienes materiales, y a su paz espiritual, sin otra alternativa que morir o ser esclavos. Ignoraban que había en otros mundos seres privilegiados y de ambiciones sin límites que planeaban descubrir nuevas tierras de las "especies" en la ruta más corta hacia las indias Occidentales. Hombres de otra raza, de otra religión y de otro idioma les impondrían sus costumbres, sus tradiciones y su credo. Los esclavizarían después de haberlos despojado de las tierras que a ellos sólo pertenecían porque en ella nacieron y en ellas vivían libremente sin más ley que la de su raza. De los estudios arqueológicos modernos en las Antillas, se desprende que tres olas migratorias las invadieron sucesivamente. Estas fueron por su orden cronológico: los Ciboneyes, la Taína y la Caribe.

Entre estas tierras, en su punto central, las dos islas mayores, Haití o Quisqueya y Cuba, van a ser los escenarios bellísimos donde se iniciarán las epopeyas de la lucha , sacrificio, muerte y exterminio de la raza india, con un desenlace al través de los siglos, de reconquista y libertad.

La población taína de Haití o Quisqueya aunque algunos historiadores aseveran que también las denominan "Babeque"; laboraba en plena tranquilidad, sin más ambición que la de alcanzar el diario sustento en la caza o en la pesca, más en la pesca que en la caza, más en el mar que en la tierra que también cultivaban. En canoas construídas por ellos, navegaban desafiando las olas, por mares encrespados y borrascosos en sus embarcaciones de débil apariencia, capaces de hacer grandes travesías guiados por el sol durante el día y en la noche por la luna y las estrellas. A estos astros les atribuían poderes infinitos. El temor a la influencia de estos astros componía gran parte de su religión, adorándolos como si fueran dioses supremos, y a los que estimaban los creadores de la humanidad.
Solamente usaban para su defensa el arco y la flecha y la macana para defenderse de los caribes o en pequeñas luchas entre ellos. Estos caribes peleaban pero abandonaban enseguida el lugar de la lucha, llevándose el botín de regreso a sus islas de las Antillas Menores, que consistía en mujeres y en vituallas.
Los taínos rara vez utilizaban sus armas entre ellos pues eran gente de paz, y las luchas intestinas eran decididas por el cacique que comandaba la tribu. Además de Quisqueya, los tainos habitaban Cuba, Borinquen, y Jamaica que fueron  las  primeras tierras que pisaron los españoles en su ínicio descubridor. Ellas serán el escenario donde primero sucumba la libertad por los conquistadores y  en  ellas culminaron también las epopeyas libertarias de la reconquista. Según algunos historiadores en Las Bahamas ya existían caribes que desde ellas hacían incursiones a las Antillas Mayores, o sea que habían ido circuncidando en forma envolvente el Archipiélago. Sin embargo Colón al arribar a Guanahani lo que encontró eran indios pacíficos.
Aunque Las Casas nos habla que los taínos apenas hacía 50 años que habían llegado a Cuba y se habían sólo establecido en la región oriental, el Dr. Pedro García Valdés, miembro de la Academia de la Historia de Cuba en su bien documentado trabajo de ingreso a la Academia nos habla de "La civilización taína en Pinar del Río", y nos dice: "Si la región oriental de la Isla (Cuba) ha sido reconocida por todos los historiadores como el asiento de los taínos en Cuba, juzguemos que si allí donde han proclamado todos que en verdad estaba habitada aquella región por la familia taína, en donde mayor número de hachas se ha encontrado, hay que convenir en buena lógica que en la región de Guaniguanico, con los mismos descubrimientos arqueológicos, no vivieron los indios mas atrasados sino que también  vivían  en ella los taínos".
En realidad los ciboneyes estaban supeditados a los taínos, siendo de inferior cultura. Ciboney o  tzibonei, nos dice el Dr. Carlos Raggi en su revista Círculo de 1971 y que "según Las Casas era el nombre que se daban a si mismo".
El Valle Lares de Guahaba, en Haití (según Las Casas) estaba cerrado por dos ríos o arroyos que los indios llamaban "Hami" y Capita". Sus habitantes vivían plácidamente y se dedicaban principalmente  a la pesca. Guahaba en la punta occidental mas cercana al oriente de Cuba. Esta región de Guahaba (según Las Casas) estaba en aquella época al mando de Behechio, el cacique de Jaragua. Los cacicazgos mayores que eran cinco, a saber Anguayagua o Jaragua (con Behechio) Maguá por Guarionex, Marien por Guancangari; La Maguana por Canoabo e  Iguayagua  por  Cayocos.  Había  entre  ellos  los  subcacicazgos o Nitianos  supeditados  en  cierta forma a uno de los mayores en los que  sobresalían  los de Bonao, Guaros, Guatiguana,  Guamá, Giarocuya, Hatuey,  Maironi,  Manicatex,  Mayobanex,  Tubilario  y Tocubanana.
En una isla frente a la costa haitiana llamada Guahaba (hoy Gonabe) se encontraba la tierra regida por el indio Hatuey, dependiente del de Behechio; indio valiente y de una inteligencia superior al de la mayoría de su gente y que por su bravura resistió a los españoles.
Hatuey despuntó siempre por su carácter  indomable y honesto. Sus súbditos lo adoraban y lo obedecían sin dilación. La hermana de Behechio, Anacaona, conoció las cualidades de Hatuey y lo designó cacique de su región. Desde su cacicazgo adoptó una actitud de recelo y de alerta ante la llegada de los conquistadores y creyó que procedían de alguna de las regiones que ellos conocían, Cuba, Borinquen, Jamaica o Yucatán, a donde se habían aventurado algunos a esas tierras en sus canoas. Pronto Hatuey pudo observar cómo aquellos seres de tez pálida reclutaban indios para extraer el oro y el despotismo de su trato.

Nicólas de Ovando quien entonces gobernaba  la  isla, al iniciarse la rebelión  india  en Guahaba  envió  a dos capitanes a combatir la insurrección, a Diego Velásquez  para  Hanyguajaba  y a Rodrigo  Mexía de Trillo   hacia Guahaba. Diego Velásquez, . pronto logró vencer y dominar a los indios en la región encomendada, su cacique ahorcado y los indígenas sometidos. Hatuey al conocer lo ocurrido se preparó para la resistencia, ya que Mexía venía con el objeto de reclutar  a  los  indios  para  los  trabajos  de  las minas.  Hatuey  se le enfrentó  al capitán y éste ante la superioridad numérica abrumadora optó por retirarse. 
Los    españoles    volvieron    más    tarde    mejor preparados y Hatuey y sus súbditos fueron vencidos. Ante aquel triunfo Rodrigo de Mexía de Trillo fue premiado nombrándolo Ovando su Teniente y gobernador de Guahaba quien fundó  dos  villas Puerto  Real y Lares  de Guahaba.
Hatuey derrotado pero libre reunió a los sobrevivientes y se refugió en los montes. Su estadía en Haití era ya imposible y pensó en ir a Cuba con la gente que le quedaba, para advertir a  los indígenas cubanos del peligro que les acechaba. El viaje por mar no era imposible ya que su gente sabía navegar en sus canoas. Reunió a sus subalternos y les explicó su plan y ir a la isla grande a donde los conquistadores no habían aún llegado. Desembarcaron en Maisí, comarca de los indios de Cuba, en la costa norte y en su extremo oriental, colindante con la provincia de Bayquitirí. Trabajo le costó al héroe convencer a los taínos orientales de la crueldades  de  los  españoles.  Al  fin  el rey  de los baracuteyos y algunos de sus subastemos, prometieron su alianza ante las convincentes palabras de Hatuey.
Hatuey  se alzó y dijo "El  Turey  (el cielo) sea  con nosotros''. Mientras, Anacaona,  reúna  de  los Haitices había sido prisionera y ejecutada. A orillas del río Toa, Hatuey fundó el poblado de Guahaba,  en recuerdo de su isla. Hacia allí acudieron muchos taínos orientales a escuchar los relatos de Hatuey sobre la crueldad de los españoles  y  les  informó que ellos creían en un solo Dios:  "el  oro" extraído de los ríos. "Esas piedrecitas son el símbolo de nuestra tragedia" y con su gente fue al río y vertió  en sus aguas  el  oro  fatídico  que  enloquecía  a los españoles".
Entretanto Diego Colón, a su vez gobernador de La Española, pensó en conquistar Cuba hombre ambicioso creyó que en Cuba se saciaría de oro, siendo mayor que Haití, pero temiendo que el rey Don Fernando le tildara de nepotista al nombrar a su hermano, cambio de parecer, comisionando al capitán Don Diego Velásquez para conquistar y colonizar Cuba. Velasquez con cuatro berbergantines y al rededor de trescientos hombres, incluyendo indios de Haití entrenados y afectos a los españoles partió hacia Cuba. 

Velásquez  atravesó la corta distancia que cubre  el Paso de los Vientos y salió de Salvatierra de la Sabana, en el occidente de La Española, y después de   una   navegación    apacible   avistó   las  costas   orientales de Cuba y atracó sus bergantines en la bahía Las Palmas, próxima a la punta de Maisí.
Velazquez no temía a los indios ya que había luchado contra ellos y conocía su inferioridad en la lucha, ya que estos sólo contaban con arcos y  flechas de corto alcance, macanas y piedras que apenas hacían daño a los conquistadores que tenían arcabuces, corazas de acero, caballos y perros de presa (muy temibles para los taínos). Pero era un hombre muy previsor, conocía lo bien recibido que había sido Colón en su segundo viaje al topar las costas cubanas, pero desconocía que Hatuey había preparado a su gente y a los orientales para la lucha. 
Al ser advertido Hatuey de la llegada  de  los blancos, reunió a sus súbditos y los alistó para el ataque. Conociendo la superioridad combativa  de los conquistadores, decidió no atacar de frente sino que organizó una especie de guerra de guerrillas. Los  indios  temerosos   obedecían   a  Hatuey,  pero después de lanzar  sus flechas y piedras salían huyendo y se ocultaban en la espesura. Hatuey para emplean su campo de acción, envió mensajeros a distintos lugares para advertir a los de su raza de la presencia de los blancos y contar con su ayuda.  Entre la gente de Velasquez se entraban los capitanes Morales y Cortés, éste último cuyo destino fue más tarde el de conquistador de México. Morales, por  orden  de Velásquez,  fue  el primero en  internarse en  la  espesura con  un grupo  de soldados, siendo sorprendido por los indios que lo atacaron con sus flechas, hiriendo a varios españoles levemente. Únicas bajas de la tropa de conquistadores.
Los   indios   huyeron   y   la   superioridad   de  los españoles logró infringir numerosas bajas los taínos entre muertos y heridos . Inútil sacrificio, lucharon con coraje por defender su territorio y su libertad. Hatuey días después reunió otra vez a su gente para un segundo ataque. No tuvo Hatuey la ayuda esperada de los otros indios de Cuba. Los mensajes enviados a otras regiones no tuvieron contestación . No creyeron en el llamado del haitiano. Los indios cubanos no conocían el arte de pelear. No comprendían el por qué se les iba a hacer daño.
Después de Hatuey otros caciques imitaron a éste y pelearon con los blancos, entre ellos Guamá, Cabuax, Habaguanex. La esposa de Guamá, Casiguya y otros de los que la historia apenas, hace mención. Guamá, el más nombrado despues de Hatuey fue el terror de los campos orientales, nunca contó con más de 50 hombres. Guama lucho varios años contra los españoles. Su campo de acción era la región de Baracoa, donde era muy difícil alcanzarlo  en su  guarida  por  lo  agreste  de la
naturaleza .
En 1524 había dado muerte a varios españoles Y en los años siguientes mataron a otros más y a  algunos esclavos e "indios de paz". Llegó a tal extremo el poder de los alzados hasta el extremo de que incendiaron a Baracoa y Puerto Príncipe.
Al fin en 1532, Vasco Porcallo y su asistente Manuel de Rojas lograron dar muerte a  Guamá. Dice Ramiro Guerra en su Manual de Historia de Cuba que "Los hombres con que contaba Hatuey no obstante la actividad que parece haber desplegado, no eran, quizás, dada la división en cacicazgos independientes, mucho más numerosos en las proximidades de Baracoa que los acaudillados por Velazquez (p.23)." Los tainos cubanos carecían de espíritu militar y de recursos para los combates, como gente no habituada a la guerra. Contra la espada y la lanza del español, y la pica; en los combates cuerpo a cuerpo el indio sólo disponía de un chuzo de madera y un tipo de flecha formada por una varilla de madera con la punta  aguzada  y tostada al fuego" Además los caballos a los que los indios temían y los perros furiosos adiestrados para olfatear al indio estos apenas podían esconderse.
Así poco a poco en un espacio de dos o tres meses, la rebeldía india se fue debilitando, los perros encontraban los escondites en  los  escarpados montes donde se escondían y al final tras ser delatado, Hatuey fue apresado y conducido ante Velásquez. Y este para dar un ejemplo se aprestó a hacerlo morir y lo condenó a la hoguera, lo que el valiente cacique lo afrentó con impavidez . Cuenta Bartolomé de Las Casas quien era fraile domínico que un franciscano llamado Juan de Tesín (Las Casas dio a conocer el suceso, pero él no estuvo presente ya que él no llegó a Cuba hasta el segundo viaje). Dice Las Casas que el sacerdote franciscano viendo ya a Hatuey atado al poste del suplicio y preparada la hoguera para su ejecución, se acercó al indio y le propuso (seguramente con la ayuda de un intérprete de los que ya había procedentes de La Española, pues hacia casi veinte años del descubrimiento) que se hiciera cristiano antes de morir ya que de esa foria iría al cielo. Hatuey preguntó si los españoles iban al cielo. Tesin le contestó que los buenos sí iban al cielo. Hatuey sin pensarlo mucho le contestó que prefería ir al infierno para no encontrarce con los españoles. Y Hatuey fue quemado vivo en aras de la libertad de los suyos.
Detenida la rebelión acaudillada por Hatuey, Velásquez dirigió sus esfuerzos a someter todo el territorio que forma la provincia oriental. Hubo muchos atropellos por parte de los españoles, como el que nos relata Las Casas en Camagüey en el lugar conocido por Caonao donde según el domimco murieron dos mil indios (cifra que nos parece muy exagerada) y aparentemente por culpa de Narváez.
Se supone que la mayor concentración de indios se hallaba en Oriente el resto de la isla fue fácilmente conquistada por  Velásquez . Así pues gracias a Las Casas, el héroe Hatuey pasó a la historia como el primer rebelde en la lucha libertaría cubana, llamémosle el primer mambí, y a Guarina, su supuesta esposa, la primera mambisa.
Según Femando Ortiz, una de las glorias de Cuba en el campo de la literatura y de la historia de Cuba, el vocablo mambí, aplicado a los insurrectos cubanos, es de origen africano (bantú). Los  españoles la usaron primero en  Santo  domingo contra los dominicanos que no se sometieron a España cuando la ocupación española durante el gobierno de Santana. Mambí quería decir insurrecto. Los militares que emigraron a Cuba le aplicaron el nombre  a los insurrectos  cubanos.  Por  eso Hatuey bien se merece ser proclamado el primer mambí cubano.

© Rowland J. Bosch

BIBLIOGRAFIA

1.- Frank Moya Pons, Historia del Caribe. Ediciones Ferilibro, Santo Domingo, R.D. 2008
2.- Ramiro Guerra, Manual de Historia de Cuba, Habana, Cultural, S.A. 1938
3.- Luis  Brito,  Señores  del  Caribe. Editorial  de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 2006
4.- Ernesto E. Tabío, Arqueología, agricultura aborigen antillana. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1989:
5- Julio César González Saucerio, La Evangelista. Editorial El Abra, Isla de Pinos, 2002
6.-  Carlos  Raggi,   Círculo  de  Cultura,  Vol.  Ill  1971, Revista de Cultura # 2
7.-  Gustavo    Gutierrez,   Dios   o   el   Oro   en   las  Indias. Ediciones  Sígueme,  Salamanca, 1990
8.- César Rodríguez Exposito. Hatuey,  el  primer libertador de Cuba. Editorial Cubanacan, Apartado '97, la Habana, 1944
9.- Rafael Azcarate Rosell, Historia de los Indios de Cuba, Seoane Fernández  y Cía, La Habana,  1937
10.- Pedro García Valdés,  La  civilización  taína  en  Pinar  del Río. Academia de la Historia de Cuba, Imprenta el Siglo XX, 1930
11.- René  León,  "La  luz  de  Yara",  Revista Pensamiento,
vol.  6 # 2, (p.9), Charlotte, N.C., 2000
12.- De Las Casas, Fray Bartolomé, Obras escogidas ,  cartas y memoriales. Historia de las Indias, Biblioteca de autores españoles, Madrid, 1958
Publicaciones del Autor:

Albores (1950) poemas, Nuevos Albores (1996) poemas, Nuevos Albores II (1997) poemas, Destellos y Elucubraciones (1998) ensayos, crónicas, Arpegios y Armonía (2000) y (2009) ensayos, Flores de Otoño (2002) poemas, Crónicas Martianas (2002) artículos, Veleidades Musicales (2004) cantantes, Hurgando el Pasado (2007) crónicas.

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