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lunes, 15 de mayo de 2017

POESÍA AFROCUBANA: TESORO INÉDITO

Ñañigo luciendo vistoso atavío. 

Julio A. León (†) y René León

El primer embarque de esclavos africanos llegó al Nuevo Mundo a través de la península Ibérica. A este primer contingente siguieron muchos otros alcanzando así 185.000 el número de esclavos traídos a la isla de Cuba. Esta cifra es la que oficialmente aparece en los registros coloniales de la época, la cual brinda poca confianza, ya que existió un tráfico de contrabando de negros esclavos, con vista a burlar el pago de impuestos aduanales, por lo que se estima que el número de esclavos introducidos en territorio cubano se elevó a 245.000 aproximadamente.  
  Cargado de cadenas, cegado por el sol tropical después de haber vivido varios meses encerrado en pestilentes bodegas, el hombre africano desembarcó en nuestras playas trayendo consigo su dolor de esclavo, y también su cultura, su pasado militar, sus leyendas, sus mitos y su arte.
Su cultura se mantuvo segura, encerrada dentro del hermetismo de su tradición oral y  la observancia, en  secreto, de sus ritos y de sus costumbres. Por mucho tiempo su cultura se hacía patente -con permiso de sus amos- los días festivos. En tales fechas como la celebración del Día de Reyes, los propietarios de esclavos permitían que los mismos bailasen en la plaza central de cada pueblo para regoci­jo y deleite de la élite colonialista. Por entonces, sus manifestaciones culturales en público se ciñeron a dichos bailes de Epifanía; todo lo demás fue prohibido. A pesar de eso, en el fondo de sus barraco­nes mal ventilados, su verdadera cultura es la que encierra el alma de cada pueblo - hervía en silencio y se fermentaba lentamente aguardando el día de poder manifestarse a sus anchas. Ese momento se hizo propicio cuando en el siglo XVIII se fundaron, con permiso de las autoridades coloniales, los primeros cabildos afrocubanos. Estos cabildos eran el centro de reunión de cada grupo. Los yorubas debido a sus creencias y su lengua se agruparon en los suyos dirigidos por sus sacerdotes tribales o babalochas y por sus iyalochas o sacerdotisas. Los bantús o negros congos-procedentes de la región del río Congo- también fundaron sus cabildos, agrupándose según su lengua materna y sus ritos religiosos. Los abakuá o ñáñigos, aunque se organizaron mucho más tarde, casi a mediados del siglo XIX, cobraron fuerza política, social y económica en los barrios que rodeaban los muelles de los puertos de La Habana y Matanzas. Ejercieron asimismo, una influencia tremenda en la creación de la jerga afrocubana por su participación activa en la vida económica de las grandes ciudades con  puerto  de  mar.

  Aunque en la isla existían también otras tribus africanas, los tres grupos antes mencionados fueron los que lograron establecer los cabildos de influencia más duradera.
  Los propietarios de esclavos tenían un sistema laboral selectivo. Los  amos agrupaban a sus esclavos de acuerdo con la región de donde provenían, supliendo a cada dotación de esclavo o contingente con un mayoral que hablase su propia lengua africana, con vista  a que comprendiesen las órdenes que se les dieran. De esa forma la vida del  esclavo estuvo organizada bajo el sistema de explotación conocido por "sistema de plantación".
A pesar de lo duro que fue el proceso esclavista en la isla de Cuba, el negro disfrutó de ciertos beneficios que desconocían otros negros en otros países de América. Gracias a una forma menos severa, aunque nunca benévola, en el trato a los infelices esclavos, el sistema de explotación no extinguió sus tradiciones culturales. Poco a poco, encerrado en las paredes de madera de palma de sus cabildos, fue floreciendo su micromundo cultural, social y político. Se logró salvar su glorioso pasado, sus épicas; su tradición oral se rejuveneció con nuevos cantos y reverdeció su compleja y riquísi­ma gama de manifestaciones culturales.

  El cabildo fue en sí el custodio de los valores tradicionales de la raza africana. Debido a la gran variedad, así como a las características distintivas de las lenguas africanas, los cabildos mantuvieron la pu reza de la tradición oral de cada tribu en particular. Es por ello que el estudioso que pretendiera hacer un enfoque de tipo general basándose en la cultura africana, chocaría con la gran barrera lingüística y el punto de vista sectario que defiende una "mentalidad tribal".  Cada  tribu guardó para sí sus costumbres, su cultura y su arte,  no queriéndolas com­partir, ni aun en el cautiverio, con sus herma nos de desgracia . Los cabildos se separaron pues como pequeñas u nidades tribales, y según la vieja tradición, sus miembros  continuaron  practicando los ritos y celebrando las festividades que por siglos habían sido observados por sus antepasados.
  Bajo severas circunstancias ambientales, sociales, políticas y eonómicas, el cabildo surge como una tabla de salvación a la que se aferran los miembros de cada tribu para salvar lo que consideraban una parte muy importante de su propio ser: su cultura como parte de su identificación como grupo o como individuos. Este fenómeno de índole cultural, no es el único en la historia del hombre, ya que por espacio de siglos otras minorías avasalladas han sabido rescatar del olvido su pasado cultural que les ayudó a soportar el cautiverio o la explotación.
  Este artículo es un estudio de la crónica oral conservada en los reductos-ya casi en estado de desaparición- de los que fueron los grandes cabildos afrocubanos. En esa crónica oral se halla el legado cultural que el hombre africano, ya sea yoruba, bantú o ñáñigo, ha dejado a la posteridad como huella de su paso por la sociedad cubana.
  La poesía recopilada entre los descendientes de los africanos en Cuba es algo más que poesía en sí; es crónica oral, es relato, es fragmento de una etapa vivida y que se encuentra cristalizada dentro del marco del tiem po y del espacio. Poesía, no al estilo occidental con métrica, con modulaciones, tiempo, o estilo personal, si no poesía al estilo africano. Poesía que refleja el alma de un pueblo sojuzgado; poesía popularizada dentro de los miem­bros del cabildo, pero no popular para los neófitos o los extraños al sistema de vida socio-religioso del cabildo, pero poesía al fin y al cabo. Los temas universales de la poesía africana son los mismos de la poesía de otras civilizaciones, porque el hombre africano ha sentido el dolor, el amor, el odio, la soledad, el desconsuelo, la nostalgia y el luto del ser amado que ha muerto.
  Estas experiencias son el espíritu de sus cantos de cabildo, descubrirlo lleva tiempo, paciencia y conocimiento de los fundamentos de las lenguas africanas vigentes en Cuba.
  Comencemos con la poesía canta­da que se relaciona con los cabildos de origen bantú o cabildos congos, nombre por el que fueron conocidos por mucho tiempo. El siguiente poema relata la iniciación de un neófito según el rito del mayombe:

con música del tambor Yuca 
dentro del monte profano 
fuimos a celebrar
el nacimiento
de un nuevo hermano 
Zala malecó 1
Malecó Zalá

aguardiente con pólvora bebimos 
carne  de  carnero comimos
jutía ahumada comimos 
miel de abeja bebimos
Zala  malecó
Malecó Zalá

era un día grande para Zambia 2 
era un día grande para el Baroko3 
nos  había  nacido
en Mayombe
un nuevo hermano 
Zala Malecó
Malecó Zalá
negro como el toro 
como el toro negro 
negro como el luto 
como el  luto negro
Zala malecó Malecó Zalá

1. El  saludo dado al que se inicia en el  rito del mayombe. Aunque tal vez sea de origen bantú, dicha expresión fue tam­bién usada por otros grupos existentes en la isla. 2. El nombre que los africanos de origen bantú dan al Supremo Creador. 3. La casa templo.

  En los cabildos  yorubas  hay  mucha tradición oral conservada con la misma frescura que se puede hallar en el Brasil o en la misma África. En los mismos hemos encontrado no sólo poemas cantados sino también proverbios moralizantes que sirven de estribillo a ciertos cantos de cabildo. Igualmente hemos  podido  recopilar varias leyendas moralizantes conocidas por appatakis en donde aparecen personajes de animales revestidos de condiciones morales que imitan al hombre. El siguiente poema, cuyo tema es la muerte, ha sido seleccionado por presentar varios aspectos de la temática y lenguas existentes  en  Cuba.

bayene bayene
 tonú  4 
soy lkú 5
soy la muerte
soy tierra de cementerio
soy viento negro de cuaresma 
soy Osá-birinigua 6

bayene bayene 
tonú
soy lkú
soy eterna
soy invencible 
soy principio 
soy final
bayene bayene 
tonú
soy lkú

4.  Un vocablo yoruba con el que se invoca y se saluda a los difuntos de la tribu.  5.  Un personaje o deidad de la mitología yoruba, al que miles de adeptos en Cuba y el  Brasil rinden culto.  6. El huracán, visto como una fuerza de la naturaleza .

Los cabildos de abakuá o de ñáñigos poseen una gran riqueza folklórica y su contribución a la formación de la jerga afrocubana es notable.   Su presencia en la época de carnavales habaneros era indispensable, por ser ellos los que dieron origen a las comparsas o grupos de baile folklórico que desfilaban adornados de mil colores por el Paseo del Malecón y del Prado en las noches de carnaval.  Se organizaron mucho más tarde que los otros grupos por ser uno de los últimos en llegar en condición de esclavos a la isla. Fueron cazados en África por otras tribus rivales a la orilla del río Cross y en las islas del Calabar.
  Consigo trajeron su sociedad secreta masculina al Nuevo Mundo. Su gobierno político y militar estaba formado por  tres figuras conocidas por los nombres de lyamba, Mokongo y Nasacó que representaban el poder legal, militar y religio­so. Estos personajes tenían a su vez otros funcionarios a sus órdenes. Su familiaridad con las labores de carga y descarga les abrió las puertas de los trabajos de los puertos cubanos, principalmente del puerto de La Habana y el de Matanzas. Se organizaron en cabildos  o  potencias; el primero se fundó en 1836 bajo la denomi­nación de Efik Buton, pero se inscribió en el registro colonial de sociedades con el nombre de "Sociedad de Socorro y Auxilio de Pardos y Negros".
Además de su tradición oral, sus mitos y leyendas los abakuá tenían también una misteriosa simbología conocida por Anaforuama. Los Anaforuamas han sido estudiados ampliamente por la investigadora cubana Lydia Cabrera-residente en la Florida- y los instrumentos musicales de sus grupos fueron muy bien descriptos por el étnologo y musicólogo Fernando Ortiz. Alejo Carpentier,   entre otros literatos cubanos, ha presentado parte de los ritos de los abakuá o ñáñigos en poemas suyos y en su novela Ecué­ Yamba-0. Su comporta miento social ha sido motivo de estudio por criminólogos tales como Israel Castellanos y por otros profesores de la Universidad de La Habana. Varios poetas cuba nos han desarrollado el paso de las comparsas de ñáñigos en días de carnaval comparándolas con una  serpiente de gran colorido. Músicos negros han  popularizado sus ritmos, inclusive- los hicieron populares en los Estados Unidos al rededor de 1940 cuando el compositor Chanó Pozo, miembro de dichos cabildos, viajó a Nueva York e hizo una gira musical exitosa por el país. Por lo tanto, su vigencia dentro de nuestra cultura afrocubana es un hecho cierto e innegable. Muchos de sus miembros eran vendedores ambulantes y sus pregones, o reclamo comercial, llenaban de melodía , música y dicharachos populares nuestras calles habaneras. Mantenían un "culto al machismo", casi u na  obsesión  de  tipo  patriarcal, en donde la función del hombre en la sociedad era la de ser magüe y monina -hombre y amigo­ según su lengua.  No  permitían que la mujer tomase parte de sus ritos, inclusive en sus mitos y leyendas hay, un fondo antifeminista. En ellos a veces se conside­ra a la mujer  piedra de la discordia y más menudo mero instrumento de recreo y placer. Ese punto de vista "machista" los hacía parecer y ser pretensiosos, orgullosos, temerarios  y  desafiantes.
  Sus cantos, poesías y  leyendas centra el mundo al rededor del papel del hombre y su  importancia  en el gobierno del mismo. 
No identifica al  hombre con Abasí, su dios, sino que a cada ente, al divino y al humano, le asigna su verdadera función . Para el  abakuá o ñáñigo el  hombre tiene un papel que cumplir en la tierra, y  éste es bailar,  beber ron y ser  un don Juan empedernido. Esta actitud social y esa mentalidad personal provocaba mil reyertas sangrientas, ya que querían imponerse por su valentía, arrojo y  temeridad. Sus cantos son poemas que glorifican y exaltan la condición de hombre y de ñáñigo. Al analizar su poesía  hallamos numerosos vocablos y expresiones de la jerga afrocubana que se usan aún hoy tanto en Cuba como en Miami. Tomemos el siguiente poema como ejemplo:

Nagüele que soy kiñongo 
ñáñigo, amigo y hombre ná má

soy ekobio del barrio de Jesús María
donde toman agua de coco con ron
Ñáñigo, amigo y hombre  ná má
Nagüele  que soy kiñongo

soy  del  baroko de Efik Buton 
el primero que tocó el bembé
en la gran abanakué

Nagüele que soy kiñongo 
ñáñigo, amigo y hombre  ná má
soy el que lleva 
en la procesión  
el tambor senseribó
el que se viste de Ireme 
los día de iniciación

Ñáñigo, amigo y hombre  ná má
nagüele que soy kiñongo
soy ekobio
soy un monina de verdá
por mi vena no corre sangre 
sino kurda de la buena

cuando me la aboko
a una jeba
no hay discusión
me la llevo en la golilla

Nagüele que soy kiñongo 
ñáñigo, amigo y hombre  ná má
soy el cheverón del barrio 
con mil jebas a retortero

soy un ekiko bien plantao
no hay jeba que se me resista 
ni monina que se me enfrente 
lo  mismo
me gustan las narras
las mulatas 
las negras 
y las jabás

Nagüele que soy kiñongo
abakuá 
amigo 
monina
hombre ná má

Por lo anterior nos damos cuenta de la gran diferencia temática que existió dentro de los cabildos afrocubanos. Pero aparte de la temática es posible observar y analizar el aspecto humano, dramático algunas veces y popular otras, al igual que el punto de vista esotérico que contienen algunas de las poesías presentadas. La cosmogonía africana es rica en personajes y va riada en su enfoque religioso. Toda esta obra ha permanecido inédita por mucho tiempo y solamente llegó a la superficie la parte folklórica que fue reinterpretada magistralmente por poetas y escritores cubanos, del calibre de Alejo Carpentier,  Emilio Ballagas, Ramón Guirao, Marcelino  Arozarena,  Nicolás Guillén y otros, que dentro del movimiento negrista dieron nacimiento, tanto en Cuba como en otros países hermanos,
a un estilo o moda literario.

1 comentario:

  1. Fantastico este estudio por los hermanos Leon a los que conoci en Charlotte, NC. Al pasar los anos JUlio murio de cancer. Rene se mudo para Miami,creo. Esta publicacion es maravillosa.

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