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domingo, 15 de octubre de 2017

El Origen del Duelo

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René León

Según Luís Jiménez de Asúa, los primeros duelistas fueron Caín y Abel, y es basado en la Biblia. Cuando Caín le dice a Abel: "Salgamos fuera, y cuando estaban en el campo, Caín se arrojó sobre su hermano Abel y le mató". Cuando estudiamos la historia de la antigüedad nos encontramos a través de ella innumerables casos. Otro muy conocido lo fue el de David y Goliat, donde el valiente joven con su honda tumba al gigante Goliat, y en el suelo, con la espada de su enemigo le cortó la cabeza.
  Las justas y torneos en tiempos de los grandes reinos, se puede afirmar que fueron los antecedentes del duelo. Los caballeros cabalgando en sus corceles, cubiertos con armaduras y armados de su lanza, se lanzaban contra  el contrario. Pero lo contrario de lo  que  muchos  piensan,  aquellas  armas  eran  inofensivas. Eran bastones largos, sin punta que pudieran hacer daño. Eran combates para demostrar la capacidad de  los caballeros.  La mayor  época  de  torneos,  fue allá por los siglos  XII  y XIII.  En aquellos  tiempos  imperaba el espíritu  caballeresco. Al pasar los siglos, los duelos en muchos países se prohibieron por orden  de los reyes.
  En el Parlamento de París, por ordenanza de Moulins, se calificó a el duelo como crimen de lesa majestad. En 1602 se castigaba a los duelistas y padrinos con la pena de muerte . A principios del siglo XVII, Richelieu, dictó un edicto el 24 de marzo de 1626, prohibiendo y castigando a los participantes. Pero los únicos que se efectuaban y la mayoría de las veces no eran sancionados, fueron los duelos por el honor de una dama.
  Cuentan los historiadores franceses, que en 1643 se celebró un duelo en la plaza real de París, entre uno de los descendientes de los Guisa y  un descendiente de Coligny, por los lindos ojos de la señora de Longueville. Un duelista muy conocido por nosotros por las películas donde apareció,  fue Cirano de Bergerac, nunca él provocaba a sus contrarios, sólo se batía cuando era ofendido. La nariz la tenía muy grande y desfigurada por las heridas y golpes que había recibido .
 A través de la historia ha habido duelos por asuntos políticos, personales, y honor. Las mujeres también se han batido en muchos de ellos. Los poetas tomaron como base estos duelos, y le dedicaron lo mejor de su prosa. Uno de ellos, Mur Oti, escribe en "El Duelo", muy conocido por muchos, donde su  prosa da realce al poema, y nos describe a los dos hombres que se baten por el amor de una mujer. Al final, dice: "Y la sangre cegó mis pupilas y el machete en la mano temblóme  con  rabia,  y lo  hundí en su pecho  con odio  y con furia, y
rasgué su carne buscándole el alma... Porque en el alma se llevaba mi hembra y yo no quería que se la llevará".
  Los años han pasado y los duelos ya no se ven, pero es mejor así, porque si por casualidad alguien lo provoca, debe averiguar primero si el seguro de hospitalización cubre los gastos, porque si no cubre, no va  a  morir  de  las heridas, pero sí del corazón cuando le den la cuenta del médico. Ahora es mejor que mire en Facebook,  y encuentre información  del contrario,  o el consejo que
le doy, se va de la ciudad.  Y no  le  haga  caso  a lo  que digan de Ud.  !Hasta otro día!

1 comentario:

  1. Rene:
    Saludos:
    Tu magnifico articulo El Origen del Duelo, me trajo a mente el "duelo" que figuró en la muerte de los 8 inocentes estudiantes en la Habana el 27 de noviembre de 1871.

    Monumento de los Estudiantes de Medicina en La Habana
    MONUMENTO A LOS FUSILADOS OCHO ESTUDIANTES DE MEDICINA

    El 25 de junio de 2013 publicó desde España Eduardo Pardo Cernadas, (amaltea1234@hotmail.com), en La Pluma del Tocororo (https://almejeiras.wordpress.com/2013/06/25/1871-fusilaron-a-8-estudiantes/) lo siguiente:

    (El español Gonzalo Castañón Escarano, de 35 años de edad, coronel de los Voluntarios de La Habana y director del periódico quincenal La Voz de Cuba, se sintió ofendido al leer un editorial patriótico de José María Reyes, director del periódico independentista El Republicano en Cayo Hueso, Florida. Castañón respondió públicamente retando a duelo a Reyes el 21 de enero de 1870.
    Ocho días después, Castañón llegó en vapor a Cayo Hueso, acompañado de su médico Esteban Pinilla y dos segundos, Felipe Alonso y Eugenio Arias, y se alojaron en el hotel Russell House en la calle Duval.
    El coronel, quien había denunciado a los patriotas cubanos como “bandidos” y “prostitutas,” se enfrentó a Reyes, le mostró un ejemplar de El Republicano, y le preguntó si era el autor del editorial. Cuando el exiliado respondió positivamente, Castañón lo insultó, le restregó el periódico en la cara, y le dió una bofetada. Reyes, aturdido, corrió a la calle gritando, “Cubanos. ¡Cuba ha sido ofendida!” La policía detuvo a Castañón y lo llevaron a comisaría, donde le señalaron fecha de juicio para el 1 de mayo. El español pronto fue liberado bajo una fianza de 200$ en oro. El incidente fue reportado en la primera plana del New York Times.
    En la tarde del día 29 de enero, el vendedor de pan Mateo Orozco envió dos segundos con un ultimatum a Castañón: que en su periódico se retractara de sus ofensas contra las patrióticas mujeres cubanas o que lo retaba a un duelo a muerte. Castañón esquivó la confrontación durante dos días mientras esperaba el vapor de regreso a Cuba. Orozco y sus segundos, los hermanos Francisco y José Botella, fueron entonces a buscar a los españoles al Russell House al mediodía. Se intercambiaron palabras ofensivas en la entrada del hotel, lo cual provocó un tiroteo de armas cortas.
    Castañón disparó su revólver cinco veces y Felipe Alonso tres, ambos sin atinar. Los cubanos dispararon doce balas, dos de las cuales hirieron mortalmente a Castañón en el cuello y en la ingle. Orozco se retiró al grito de “¡Viva Cuba Libre! ¡Cubanas, estais vengadas!” El inconsciente coronel fue llevado a su habitación, donde falleció a los quince minutos. Entonces se descubrió que Castañón protegía su torso con una cota de malla. El revólver de Castañón fue ocupado por las autoridades como evidencia).

    Un abrazo.
    Joaquin

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