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miércoles, 15 de noviembre de 2017

El Dolor de España.

Por Eduardo Lolo

Octubre 27, 2017.
alolo9919@gmail.com

Queridos familiares y amigos:
Me imagino estén al tanto de la difícil situación que vive el pueblo español en estos momentos con la declaración unilateral de independencia de Cataluña por parte de un supuesto parlamento -y digo supuesto porque solamente un grupo de parlamentarios podían parlar. Llevamos varios días en Madrid, asombrados por los balcones engalanados con la bandera española, como cuando la coronación del actual rey de la cual fuimos testigos. Entonces era fiesta; ahora, incertidumbre. La forma en que se ha venido desarrollando desde un principio el secesionismo en Cataluña apunta, indiscutiblemente, hacia el totalitarismo: coartar la libertad de expresión de parlamentarios y ciudadanos que piensan distinto, la tergiversación de la realidad en la prensa cómplice o controlada, el adoctrinamiento, el asedio y hasta la discriminación de los niños en las escuelas, etc. etc. En fin, algo muy diferente de movimientos semejantes en Escocia y el Canadá, donde siempre se respetaron las reglas de convivencia de la democracia. Espero que los catalanes finalmente escuchen y no les pase como a los venezolanos, que creían que los cubanos estábamos exagerando.

El totalitarismo es uno solo, con disfraces ideológicos varios, tanto de izquierda como de derecha, unidas o semejantes en sus extremos: nacionalismo, anti-imperialismo, fundamentalismo religioso, populismo, liberalismo, proteccionismo, etc., etc. La democracia se torna demagogia; la tolerancia, intransigencia; la cordialidad, insolencia; la veracidad en medias verdades (que implica que sean, al menos, medias mentiras). El mundo se vuelve al revés, pero una forzada mirada inversa por medio del engaño en un principio y luego del terror crea el espejismo de que está al derecho. El nuevo Mesías es infalible, omnipotente y omnipresente: el Führer, el Gran Timonel, Il Duce, El Comandante en Jefe, etc., etc. En Hispanoamérica hemos tenido una buena colección de ellos: los hay con la etiqueta de izquierda (Hugo Chávez), de derecha (Anastasio Somoza) o de los que viajan de una a otra (Fidel Castro), pues en definitiva para el totalitarismo la ideología no es más que un vestuario, a seleccionar pragmáticamente de acuerdo con las circunstancias.

Lo peor de todo es que el totalitarismo se basa en la esperanza frustrada de las masas y la falsa imagen de pertenencia a un clan que creen superior: “nosotros” (los buenos) versus “los demás” (los malos). Toda idea diferente (ni siquiera tiene que ser contraria) se convierte en anatema a silenciar, hasta con la muerte de quien la esgrima, convertido en “el enemigo” a eliminar, aunque hasta ayer haya sido un afable familiar, un buen amigo de toda la vida o un solidario compañero de trabajo de muchos años. Todos los “convertidos” quieren ser el David que derrota a Goliat, para al final ser devorados por un imprevisto Goliat disfrazado de ilusión tangible. Se trata de una vieja historia en forma de Hidra, o de una Hidra en forma de historia, pues el orden de los horrores no afecta el espanto.

Ojalá que, como la vez anterior, la mitad de España no muera de la otra mitad.

Dr. Eduardo Lolo, Presidente
Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, Corp.




Tomado de la Agencia EFE

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