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lunes, 15 de enero de 2018

El trasero sobre la cabeza de la cultura occidental

Estatua ecuestre ignorada: “Los portadores de la antorcha” propone la renovación constante de los conceptos caducos y fuera de lugar


Foto de José Hugo Fernández
Foto de José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba. – En la foto aparece la más hermosa estatua ecuestre de La Habana, ubicada en un pequeño parque donde confluyen las calles Ayestarán y 20 de Mayo. Se llama “Los portadores de la antorcha”, y, por su simbolismo, se le ha otorgado una especial significación para la cultura occidental. En cambio, muy distinto es lo que simboliza esta imagen, que ha congelado casi por azar el momento en que la inocente y festinada ignorancia echan por tierra todo el simbolismo de la estatua.
El hombre moribundo intenta desde el suelo entregar la antorcha del conocimiento y de la herencia cultural a un joven jinete que llega refrenando su caballo para recogerla. Pero justo en el instante de la transferencia, aparece este niño y se sienta sobre la cabeza del hombre, rematando, sin darse cuenta, su agonizante alegoría, e impidiendo de paso que concluya el legado.
Me resultó curioso que tanto el niño de esta primera foto, como los de otras posteriores, e incluso un hombre que les acompañaba, permanecieran indiferentes mientras los retrataba en lo alto de la estatua. Es de sobra conocido que en La Habana nadie o casi nadie se deja retratar de buena gana en la calle. La gente se aterra o se ofende o se pone endiabladamente perspicaz tan pronto descubren que se les está enfocando con una cámara fotográfica. Sin embargo, ellos no le dieron la menor importancia. Quien no las teme no las debe, parecían decirme con la actitud, y así confirmaban su desinformación.
Como ya era de esperar, al preguntarles si conocían algo, cualquier detalle, lo más mínimo sobre la estatua, ninguno intentó siquiera abrir la boca. Negaron moviendo la cabeza. Creo que el mismo resultado habría obtenido si formulo la pregunta a todas las personas que pasaran por allí, incluidos los vecinos del barrio.
Lo paradójico es que además de ser la más hermosa estatua ecuestre de La Habana, “Los portadores de la antorcha” es también uno de sus monumentos estatuarios más citados y más fácilmente reconocibles a nivel internacional. La nuestra es una réplica en bronce del original labrado por la célebre escultora estadounidense Anna V. Hyatt Huntington, y que se encuentra en la Ciudad Universitaria de Madrid, desde 1955. También hay dos réplicas en los Estados Unidos: en la Universidad de Carolina del Sur y en el Discovery Museum de Bridgeport, Connecticut. Y otra réplica más en la Universidad de Valencia, España.
La habanera fue donada, en 1956, por el esposo de la escultora, el famoso hispanista Archer Hungtinton, fundador de la Hispanic Society of America. Por cierto, Anna Hyatt Hungtinton esculpió también la conocida estatua del Central Park de Nueva York donde es representado José Martí en el momento de su caída en Dos Ríos. Sobre ello pregunté igualmente a los que estaban sentados sobre el moribundo de Ayestarán y 20 de Mayo, pero volvieron a mover la cabeza.
Junto a su inocultable trascendencia simbólica como salvaguarda de nuestra cultura, y como garante del traspaso de su herencia a través de las generaciones, “Los portadores de la antorcha” enaltece los valores de la lealtad a las raíces, al tiempo que propone la renovación constante de los conceptos caducos y fuera de lugar. Tal vez eso explique por qué es tan ignorada entre nosotros.

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José Hugo Fernández
José Hugo Fernández
José Hugo Fernández es autor, entre otras obras, de las novelas El clan de los suicidas, Los crímenes de Aurika, Las mariposas no aletean los sábados y Parábola de Belén con los Pastores, así como de los libros de cuentos La isla de los mirlos negros y Yo que fui tranvía del deseo, y del libro de crónicas Siluetas contra el muro.

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