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domingo, 1 de abril de 2018

Misuco y Nube

Foto tomada de:  http://www.vetstreet.com

                                                                                                                           por Zilia L. Laje
     Poco tiempo antes de casarme un primo y su esposa me regalaron un gatico negro con blanco, supuestamente hembra. Pronto nos dimos cuenta de que era macho. Lo nombramos "Misuco". Cuando me casé a principios de noviembre, en el apartamento amueblado al que nos mudamos en la Calle 10 no permitían animales. A mi mamá no le gustaban los animales, pero tuvimos que dejárselo.
     El apartamento de mi madre era en altos, en la calle Flagler. Ella cargaba a Misuco y lo bajaba al estacionamiento para que jugara. Cuando lo estimaba apropiado, volvía a cargarlo para subirlo a la casa. Un día cuando lo recogió, Misuco no estaba dispuesto todavía a dejar de jugar, se resistió y le arañó la cara. A los tres meses, como en enero, Misuco desapareció. Mi mamá aseguraba que se lo habían robado, pero yo pensé si se habría escapado.
     A fines de mayo, nos dispusimos a ir a New York para pasar dos semanas de vacaciones. Fuimos manejando un carro Dodge Dart alquilado, mi madre fue con nosotros de ida para quedarse en New York por cinco meses. Ella quería conservar su apartamento y yo tenía varias cosas en él. Llevábamos seis meses viviendo en el nuestro y teníamos un contrato de alquiler por un año, pero, como no podíamos pagar dos alquileres, renunciamos al depósito en el nuestro para mudarnos al de ella. Regresamos de New York a principios de junio manejando otro carro Studebaker Lark alquilado. Mi primo y su esposa nos regalaron otra gatica, chiquita, gris, hembra, la nombramos "Nube"; se metía dentro de un zapato de mi marido, dormía encima de un libro.
Foto tomada de: Animal Jam Clans
     Le pintamos todo el apartamento a mi madre, la sala de verde, la habitación de azul, el baño de amarillo, la cocina de beige.
     Una tarde como en agosto oímos a un gato maullando en la terraza, abrimos la puerta y nos encontramos un gato grande negro con blanco. No estábamos seguros si sería Misuco, crecido, pero lo acogimos. Se lo hablamos por teléfono a mi mamá, que nos dijo, "No vayan a dejar que se vaya". Misuco era muy fiero, venía a que lo acariciáramos, pero, cuando se cansaba de que lo peináramos, no se iba tranquilamente, sino antes tiraba una mordida y un arañazo. Se enroscaba encima de una silla de aluminio y la cola le colgaba entre las bandas plásticas y Nube debajo se ponía a jugarle con la cola. Sorprendentemente, él nunca la lastimó, se iba corriendo protestando enfurecido.
     En noviembre mi madre anunció que regresaba. Encontramos un apartamento de dos habitaciones sin amueblar en la Calle 4 y nos mudamos. Nos llevamos mi cama camera y la cómoda. Le dejamos mi bastidor, que tenía 6 hoyos en el marco de madera para tornillarle patas, y nos compramos otro colchón y bastidor. El apartamento tenía aire acondicionado en una habitación, que tenía una puerta independiente al pasillo de entrada. Llamamos por teléfono a mi mamá, que nos dijo, "No cuenten conmigo para que yo me mude con ustedes". Compramos dos mesas de noche y un gavetero en Helmly’s, un juego de sala "Modern Danish" color nogal y verde en Modernage y un juego de comedor de formica beige en Chrome & Wrought Iron. Aunque no se suponía que pintáramos el apartamento, le pintamos subrepticiamente la sala de verde, la primera habitación de azul, la segunda de aqua, la cocina beige, el baño rosado. Mi madre llegó por ómnibus de la Greyhound a mediados de noviembre.
     Mi mamá alquiló la habitación que había sido mía. A los ocho meses, en julio, salí en estado. Cuando mi marido salía para el trabajo, Nube se metía debajo de la colcha a mis pies. En marzo tuve un niño, una antigua compañera de trabajo nos prestó el moisés de su hija y lo colocamos en la habitación con nosotros. Compramos una cuna y un gavetero color abedul en Arnold’s y los colocamos en la segunda habitación. Cuando salíamos y dejábamos a Nube sola, al regresar nos la encontramos dentro del moisés. Temerosos de que fuera a meterse un día en el moisés estando el niño dentro, le pedimos a mi madre que se la llevara con ella. No la habíamos esterilizado. Al poco tiempo se le escapó y quedó preñada. Tuvo dos gaticos, que se prendían de debajo de dos butacas orejeras que tenía en la sala y se mecían; le destrozaron los asientos. El próximo mes de agosto, cuando mi mamá decidió volver a ir a New York por tres meses, llevó a Nube para el sótano de la Biblioteca Municipal de Miami en Biscayne Boulevard, donde alguna gente había dejado gatos, que se habían multiplicado, y la dejó allí.

     Pocos años después, viviendo en la Calle 5, nos regalaron otro gatico, chiquito, gris, supuestamente macho; lo nombramos "Comino". Al poco tiempo nos dimos cuenta de que era hembra y terminamos llamándole Comina. [Mi familia no sabía distinguir el sexo muy bien].

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