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domingo, 15 de julio de 2018

Recordando a Rosendo Rosell


June 25, 1918 - October 24, 2010



René León

  Buscando en mi biblioteca encontré un libro que me trajo grandes recuerdos del ayer Vida y Milagro de la Farándula en Cuba. En él, Rosendo nos lleva nuevamente a ver los mejores artistas cubanos y extranjeros que actuaban en nuestra Cuba Libre. En el Club Tropicana, Montmatre, San Souci, a presenciar los famosos shows de Rodney. Ver bailar a las famosas Mulatas de Fuego, la pareja de bailarines de Rolando y Gloria. Ver bailar con su maestría, y elegancia a Elena del Cueto. Rosendo nos lleva en este maravilloso libro a ver los programas de televisión, como jueves de Partagás, Cabaret Regalías, la famosa Escuela de Televisión, el programa del querido José Antonio Alonso. Él nos recuerda los programas de la RHC-Cadena Azul, Los Tres Villalobos que cruzaron la frontera nacional y llegaron a nuestra América Hispana. Quien no se recuerda de Tamakún, y del bandido de los pobre Manuel García. La batalla del survey entre las emisoras de CMQ y la del guajiro Trinidad. Eso y mucho más he leído y me llevo a mi Cuba la del Ayer que no volveré jamás. Rosell era un hombre que amaba la tradición, amigo y buen compañero. Siempre acordándose de aquellos que han sido olvidados. De otros que se fueron de este Mundo de la Farándula.
   Dentro del libro encontré un comentario del Dr. Octavio R. Costa sobre Rosell, y dice: “Sólo un hombre cabalmente serio, con la seriedad que le otorga la caballerosidad y con la caballerosidad que le da su seriedad, puede ser tomado en cuenta y lograr los éxitos que ha conquistado a lo largo de medio siglo”.
  Recuerdo que mis padres nos llevaban a mi hermano Julio (†)  y a mí, a ver las temporadas del teatro Martí, con Garrido y Piñero. Al leer estas estampas de Rosell, me pareció volver a estar allí presente, mirando a aquellos reyes de la risa.
  Al leer este libro, recuerdos y más recuerdos de mi querida Habana, vienen a mi mente. El Malecón Habanero con sus casas de balcones altos, donde las jóvenes lindas se sentaban a contemplar la caída de la tarde. Muchos romance pase en él. En sus portales jugaban los niños. Enfrente a las casas, el Malecón, y su acera donde los muchachos corrían con sus patines o en bicicleta, salpicados por el agua del mar. Vendedores ambulantes de tamales y maní ofrecían su mercancía. Al caer la tarde, las parejas de novios iban a decirse cuanto se querían.
  Él nos lleva en este libro por esa Habana, alegre, bulliciosa, con su farola del Morro y el cañonazo de las nueve. Con su cielo azul, despejado, lleno de estrellas que alumbran la noche. Las goletas entrando en la bahía, hacia el litoral de Regla.
  Cuando uno está ausente por tantos años de la patria, estas imágenes resaltan más y queremos visualizar nuestra Habana querida, con sus costumbres. El pregón de los vendedores callejeros. Aquellos tocadiscos que en las esquinas donde estaban casi todos los bares y bodegas, salía la música de las canciones del Beny, Lasarrie, Celia Cruz, La Sonora Matancera, Olga Guillot, y otros más.
  Los trovadores en el Prado, o en los Cuatro Caminos, en la Playa, improvisaban canciones. El olor a pan recién salido de los hornos. El café recién colado. El vendedor de billetes. El vendedor de periódico. El vendedor de frutas. Esa era nuestra Cuba del ayer. Que Rosendo nos detalla en este maravilloso libro.
  La Habana ciudad radiante, acogedora, llave del golfo. Ciudad del recuerdo. Gracias a Rosell, la tengo en mis manos “a cuantos habrá hecho felices Rosendo con la magia de su verbo” nos dice Octavio Acosta. Y a cuantos nos hará recordar más a nuestra querida Cuba, con este libro. Al igual que con su anterior libro Pequeña Biografía de un gran Pueblo (Placetas). Nos llevó de la mano por su querido Placetas, aquí nos ha pasado lo mismo.

¿Por eso nos acordamos de…Rosendo Rosell?


Lejos y Cerca

N.York, 7-20-1946.

Este opaco no es mi sol,
ni tampoco éste es mi cielo,
ni candente es este suelo
como mi ardiente crisol.

Por muy alto que yo suba
y abarque más la grandeza
recordaré con tristeza
que falta el cielo de Cuba.

Y cuando admiro el crecer
de una flor en el paisaje
no disfrute el homenaje
del sol que me vio nacer…





¡MULATA..!

¡Mulata! ¡Que linda eres! 
¡Qué garbo tienes, Mulata! 
Con tu elegancia mestiza
y aristocracia en el ritmo, 
eres una pluma parda 
que se desliza en la tarde. 
Cuando cruzas por la acera 
y te la coges pa tí, 
cómo te envidian las otras, mulatas. 
Riente tu boca plena, 
que ya sabe de mis besos, 
se asemeja a una bandera 
de sangre, carne y marfil. 
Tu cara es todo un poema. 
Dos sonetos son tus ojos, 
tu boca es un madrigal 
y tu pelo un verso negro. 
¡Mulata que linda eres! 
¡Que garbo tienes, mulata!

Rosendo Rosell

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