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miércoles, 15 de agosto de 2018

EL UMBRAL DE LO DESCONOCIDO

Fuente AFP


Lola Benítez Molina 
Málaga (España) 


Se nos ha ido Philip Roth (1933-2018) novelista, ensayista, cuentista, poeta, uno de los grandes narradores americanos que nos dejó el siglo XX. 

Philip Roth, como tantos otros, no se ha ido, solo ha traspasado el umbral de lo desconocido para los mortales, que continuamos nuestro caminar. He de reconocer su brillantez cuando leí “El animal moribundo”. Percibí que es uno de esos libros que dejan huella. Ya de por sí, el título me llamó poderosamente la atención y, por supuesto, entre otras, esta frase: “La única obsesión que todo el mundo desea: amor” o, esta otra “La belleza está en los ojos de quien la mira”. En dicha novela, el autor retrata la relación sentimental entre un importante profesor y periodista ya octogenario con una de sus alumnas, una joven cubana casi cincuenta años más joven que él. Aborda el tema de la senectud, pero con las ilusiones y la pasión que le transmiten la juventud de su discípula, lo que le hace replantearse el significado de su vida. Como dice una persona muy querida, que tiene un gran corazón y a la que admiro profundamente, “uno tiene la edad de su pareja” y “pobre diablo aquel que amanece sin una ilusión”. 

Roth es un escritor comprometido en profundizar y analizar el comportamiento humano, la identidad cultural y étnica, influenciado quizá por su ascendencia judía. 

“La mancha humana” dentro de la Trilogía “Pastoral Americana” y “Me casé con un comunista” es otro título impactante, novela que le otorgó gran reconocimiento por reflejar magistralmente la realidad de la sociedad norteamericana, cuyo protagonista, un decano universitario, es acusado de racismo. 

Con gran cantidad de obras de reconocido prestigio, en las que razón y sentimientos forman un tándem o controversia difícil de coordinar, a Philip Roth se le concedió un número considerable de premios, entre otros, el Premio Pulitzer por “Pastoral Americana” y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2012. 

Como colofón, me quedo con la exquisita frase de Mario Vargas Llosa: “Cuando la realidad se vuelve irresistible, la ficción es un refugio. Refugio de tristes, nostálgicos y soñadores”. 

Lo intranscendente se vuelve trascendental.

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