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jueves, 15 de noviembre de 2018

La lectura


Foto tomada de: Correo del Maestro
por Zilia L. Laje

A mí de niña no me gustaba leer. No soy de las personas que cuentan, "Yo me enfrascaba en un libro, me olvidaba del mundo y me lo leía en un día". En cambio me gustaba dibujar, a lápiz y después a pluma y tinta. A los nueve años envié mi primera contribución a "El País Gráfico", el suplemento dominical del periódico "El País" y estuve colaborando como hasta los 14 años. Tenía colecciones de libros de cuentos y no me leía casi ninguno. No, cuando yo no encontraba ninguna otra cosa que hacer, cogía "El País Gráfico" y le contaba las columnas a los cuentos o artículos para leer el más corto. En la escuela en 8vo grado tuve que leer "Naufragio", "Cecilia Valdés" y "Don Quijote". Mi mamá me suscribió a las "Novelitas Suaritos", unas novelizaciones de las películas que transmitían por Radio Cadena Suaritos y de unas 24 que debo haber recibido en 2 años, leí sólo dos, "La diosa arrodillada" por María Félix y "La condesa descalza" por Ava Gardner.

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A los 15 años en New York empecé a trabajar de dependienta en un "ten-cents" en la avenida Lexington los sábados mientras asistía a la escuela y tenía que viajar en subterráneo por la línea A de la 7ma Avenida del IRT, 45 minutos, mirándoles las caras a los pasajeros sentados frente a mí; recuerdo a una mujer hindú en sari con una marca roja en la frente y un arete en una aleta de la nariz. Casi todos ellos iban leyendo. Yo empecé a leer libritos de muñequitos, "Archie", después otros de romance con ilustraciones de muchachas con lágrimas en los ojos, la revista "Laugh" de chistes. En el salón de descanso de las dependientas las otras muchachas dejaban revistas, "True Story", "True Romance", "True Confessions", que yo empecé a leer. Un día al mostrador de efectos de escritorio en que yo atendía fue un cliente cubano a comprar algo que me preguntó por qué yo no leía revistas apropiadas a muchachas jóvenes como "Redbook". Seguí su consejo y empecé a leer "Redbook" y "McCall’s", y "Woman’s Day", que vendían en el "ten-cents". Al año siguiente empecé a trabajar de secretaria bilingüe en una agencia de artistas en la 5ta Avenida y un compañero de trabajo, agente de reparto, me recomendó que leyera "The Diary of Anne Frank". Ese fue mi primer libro en inglés, después leí "The World in the Evening" de Christopher Isherwood. Desde entonces me volví adicta a la lectura. Donde quiera estaba leyendo, almorzando, comiendo en los restaurantes, los camareros protestaban de que yo no me daba cuenta cuando me traían la comida a la mesa. Hace muchos años un conocido me dijo que élhabía leído "Don Quijote" y la Biblia, pero yo "no estaba dada a comprenderlo". Me hice socia del Doubleday Book Club y de la Literary Guild. Pero me acostumbré a leer en inglés, porque era lo que tenía más a mano, me rodeaba, "The Picture of Dorian Gray", "Moulin Rouge", "1984", "Dr. Zhivago", "Tom Sawyer", "A Tree Grows in Brooklyn", "Wuthering Heights", "On the Beach", "To Kill a Mocking Bird", "Robinson Crusoe", "Heaven Has No Favorites", "The Light in the Piazza", "Up the Down Staircase", "The Rabbi", "The Cardinal", Françoise Sagan, Grace Metalious, Rona Jaffe, Erich von Däniken, Donald E. Keyhoe, Agatha Christie, John Steinbeck, Charles Dickens, Somerset Maughan, Nathaniel Hawthrone, Walt Whitman, A.E. Housman.

Cuando nació mi hijo le enseñé el alfabeto a los 2 años y 1/2 y a leer a los 3, antes de que entrara en kindergarten. Ahora venera los libros.

Leí "Arco de Triunfo" de Erich Maria Remarque en español, "El Idiota" de Fyodor Dostoevski, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, "Inspector Maigret" y todo lo que escribió Georges Simenon. Recientemente empecé a asistir a unas conferencias de narrativa en la rama más cercana de la biblioteca pública y en mi madurez estoy leyendo a autores hispanoamericanos, Quiroga, Arlt, Asturias, Onetti, que debí haber leído en mi juventud. Nunca es tarde.


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