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martes, 1 de enero de 2019

CAMBIAR DE HORIZONTE

Foto tomada de: dzoom.org


Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)


Cuando el desamor se apropia con su negrura de muerte de nuestro corazón, solo vivimos por vivir. Pero, si antes que en él anide, marchamos al encuentro de otra vida radiante, fructuosa..., ¡qué distinto sería todo para esa persona que anhela renovar su tierra baldía! Sí, otra vida porque ya está hastiado de la que tiene ¡Cuántas veces he comentado que, cuando un hombre y una mujer no tienen nada que decirse, aparece en ellos la necesidad de buscar otro camino, otra persona para compartir con ella su vida! Ante una elección, ante un cambio de rumbo siempre hay un nacimiento y una muerte. Es inevitable. “Cambiar de horizonte, dice G.A. Bécquer, es provechoso a la salud y a la inteligencia”. Pero..., ¡cuántas y cuántas personas prefieren seguir como están! Se conforman con llevar esa vida mediocre, helada, sin ilusiones..., esa vida sin amor. Ni siquiera intentan romper esos muros que la falta de comunicación ha levantado en derredor de su mundo cada vez más deteriorado y sombrío, en donde reinan miedos y cobardía. Ellas son conscientes de que vivir con miedos no es vivir. 
Verdaderamente, lo más importante, lo más vital para la vida de dos seres humanos, que se aman, es sentir cómo vive el amor en ellos para que este inunde de realidades e ilusiones impactantes, de diálogos y ansias de vivir... cada instante de su andadura en común.
El camino del amor será largo o corto, según el tiempo que los amantes mantengan palpitando su donación mutua y sin condiciones. Sin embargo, el desamor es una vereda escarpada, solitaria, angosta y muy larga, a veces tan larga como la vida de quien lo padece.
El amor es creación de ilusiones, de sorpresas, de satisfacciones, de novedades, de luces, de primaveras... en continua renovación. Por ello, cuando nos encontramos con el amor, la razón no tiene nada que decir, porque, si alguna vez esta se expresara positiva o negativamente sobre el amor o lo manipulara, este se marcharía sin decir ni siquiera “adiós”. “Ama y haz lo que quieras, refiere San Agustín. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor”.
Habitualmente, el amor es un sentimiento, basado en la atracción y la admiración de un sujeto hacia otro, es decir, el amor nace cuando hay, entre dos personas, una relación pasional y sexual que produce, en ambas, felicidad y placer. Hay distintas vertientes del amor, además del ya expuesto, me refiero el amor hacia Dios, el platónico, el familiar, a la humanidad, a la naturaleza, a las artes, etc. Quien ama lo hace de forma constante y sin interrupciones, pero puede suceder que “el amor se destruya por los amantes y no quede de él ni las cenizas”.

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