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viernes, 1 de febrero de 2019

CIUDAD TERMAL: UN PARAÍSO





Lola Benítez Molina
Málaga (España)

  Una de las ciudades más atractivas del norte de España es, sin duda, la quizá menos conocida de Galicia, Ourense. Esta bella tierra encierra muchos tesoros, donde ya las tribus nómadas se asentaron junto al río Miño, prueba de ello son los llamados “castros” prerromanos y las fuentes naturales de agua termal que fueron el origen de la ciudad. 
  Pasear por esta localidad milenaria, que constituye, además, uno de los más bellos parajes, en los que saborear detalladamente el arte románico, es alimento para el alma. En el centro encontramos las termas mencionadas, que son oasis de placer para el viajero incansable, ávido de belleza y serenidad. Tal vez para muchos sean aún desconocidas, pero su historia se remonta a más de mil años, teniendo su comienzo en los manantiales de “As Burgas”, y serían precisamente los primeros pobladores romanos los que iniciaron esta noble tradición en la provincia. Por su tremenda belleza y cautividad, a Ourense se la conoce como “Ciudad termal” o “Ciudad de As Burgas” y, en torno a ellas, se reunían sus habitantes no solo para disfrute de sus aguas, sino como remedio terapéutico o por motivos religiosos. En el año 2007 sería declarada como “Sitio de Interés Cultural”. 
  La existencia de esta belleza natural dio lugar a que se formulasen múltiples leyendas y mitos, pues el hombre, en su afán de interpretar a lo que por sí solo no le encuentra explicación, enunció una serie de postulados que intentaran aclarar cómo podía brotar agua caliente de la propia tierra. Y, como la imaginación no tiene límites, hablaban de la existencia de un volcán bajo la montaña de “Montealegre”. 
  Las termas de Outariz constituyen la zona termal más grande de la ciudad, con piscinas al aire libre y rodeadas de jardines. Alcanzan una temperatura de 60ºC, lo que dio lugar a esos mitos y leyendas. 
  Se trata de ciudades con magia en las que, a la vez que se disfruta, uno parece conectar con el pasado y evocar momentos vividos por nuestras generaciones pasadas. 
  Como diría el escritor estadounidense Francis Scott Fitzgerald: “Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado”. 
  Para Jaroslav Seifert, poeta checo y Premio Nobel de Literatura en 1984, “recordar es la única manera de detener el tiempo”. No podemos detenerlo, pero sí podemos gozar de paz y de armonía espirituales al visitar este paraíso terrenal.

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