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miércoles, 1 de enero de 2014

El Fracaso de Fernandina


René  León

  “ ¿Cómo no llegar sin vacilaciones a la independencia? ¿Cómo no, si nosotros negamos en nuestro programa el derecho de conquista, y reconocemos en las gentes conquistadas el derecho de arrojar en todo tiempo de su territorio a los invasores, sin que baste a quitárselo la prescripción de los siglos?...¡Ah! se exclama, ¿esto os consiente el patriotismo? El patriotismo no consiste para nosotros en sostener la ruina de la nación, sino lo justo; no lo que trae consigo la ruina de la nación, sino lo que pueda salvar la nación de la ruina. ¡Cómo! ¿Estamos convencidos todos de que la guerra es interminable, y, de continuar, ha de exigirnos cada vez mayores sacrificios, y nos hemos de empeñar por un vano y loco orgullo en sostener el dominio de una isla que obtuvimos por el mal llamado derecho de conquista?” (Francisco Pi y Margall, 14 de julio, en el semanario El Nuevo Régimen, Madrid, 1897)
 
  José Martí, con sus hombres de confianza, Enrique Collazo y Mayía Rodríguez, habían preparado un admirable plan para desencadenar la guerra en Cuba, que fracasa por la traición o deslealtad, en el último momento de dar inicio a las expediciones, por el egoísmo del coronel de la Guerra de los Diez Años Fernando López de Queralta, al rechazar el plan de Martí de enviar los tres barcos con los expedicionarios como trabajadores agrícolas, y las armas como equipos de labranzas. Él había hablado con un capitán que lo haría todo de conformidad con lo acordado con él, cosa que hizo poner a las autoridades alerta. Martí, al saber lo hecho por Queralta, comprende que el plan de las expediciones había fracasado. Se había suscitado la desconfianza del armador, quien avisó a las autoridades en Washington, con el resultado de la incautación de los barcos con los equipos militares.
 Fecha:  12 de enero de 1895. Plan para el traslado a Cuba de armas y pertrechos militares en 
las embarcaciones Lagonda, Amadís y Baracoa.
    Lo que había planeado Martí era un alzamiento simultáneo con las tres expediciones que saldrían de Fernandina, cerca de Jacksonville, integradas por los barcos: “Lagonda”, “Amadis” y “Baracoa”, que habían sido alquilados al señor Borden, y que llevarían a los expedicionarios y pertrechos de guerra  con sus jefes, a Cuba.
  Horatio S. Rubens  y los sucesos del 10 de enero de 1895. Del libro Libertad –Cuba y su Apóstol (versión castellana de Adolfo G. Castellanos del libro Liberty –Story of Cuba de Horatio S. Rubens, publicado por La Rosa Blanca, La Habana, Cuba, 1956, pgs 39-42 .
…:Restaba sólo a Martí mantener a los conspiradores quietos hasta que pudiera actuar abiertamente. El plan exacto lo encerraba en su cerebro prodigioso. En prosecución del mismo, había contratado dos yates de vapor, el Amadis y el Lagonda, además del vapor Baracoa. Las armas y municiones, compradas en partidas distintas, fueron embarcadas a la consignación de N.B.Borden, Talleres y Almacenes de Madera, Fernandina, Florida. Las embarcaciones citadas irían allí a tomar su cargamento y luego procederían a recoger a los expedicionarios.
  “Aparentemente el Amadis cargaría en Fernandina cajas de herramientas para una mina magnesiana en Cuba, propiedad de D.E.Mantel (Martí). A bordo se hallaría Juan Manuel (Manuel Mantilla) y Miranda (Patricio Corona), que recogerían algunos amigos de Mantel en Costa Rica, y cierto número de obreros. Los amigos eran el General Antonio Maceo, su hermano José y el General Flor Crombet. Sus compañeros irían como obreros.
  “Se llevaba a bordo un bote de 30 pies, cuatro toneles vacíos, fuertes y grandes, y tablones pesados, que se utilizarían como balsas en caso de accidente. Había hachas para abrir las cajas al desembarcar.
  “El Lagonda, una vez cargado, iría a Cayo Hueso a recoger el contingente mayor, que incluía a los veteranos Generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff. Después de zarpar de Fernandina, el Baracoa recogería al General Máximo Gómez, en Santo Domingo, que era el General en Jefe del movimiento e iría acompañado de su personal, de Martí, del General José María Rodríguez y de Enrique Collazo, representante de los conspiradores en la Isla.
  “El Amadís fue el primero en llegar a Fernandina, y el Gobierno Federal lo apresó inmediatamente. La misma suerte corrieron las otras embarcaciones a su llegada. Se intentó echar al mar las armas, lo que habría sido fatal, porque después las recuperamos. Mantilla y Corona escaparon y fueron escondidos por Charles Hernández en Jacksonville.
  “Se avisó el desastre a Martí, que estaba alojado con nombre supuesto en el hotel Travelers de Jacksonville. Confrontado con este infortunado fracaso de su plan, telegrafió a Quesada, que estaba en New York, para que se tomara los fondos restantes. Puso en mis manos (H.Rubens) la protección de los patriotas que se hallan comprendidos en el proceso de Fernandina. El general Collazo describe la reunión en que él informó a Martí y a Rodríguez el suceso en cuestión. Dice en su escrito que Martí hablaba colérico y desalentado; caminaba de un extremo al otro del cuarto, exclamando: “¡La culpa no es mía!”. Los Generales le ratificaron su firme lealtad, tratando de calmarle; pero su ira y desesperación no cedían.
  El Plan de Fernandina fracasó y ensombreció por un momento las esperanzas de una pronta independencia de Cuba. Pero el espíritu fuerte de Martí y sus compañeros se mantuvieron firme, y nuevas esperanzas renacieron a aquellos hombres cuyo único ideal era ver a Cuba Libre.
  Los Clubes  de Cayo Hueso, de Tampa y de otras ciudades volvieron a reunir fondos para hacer renacer aquellos planes separatistas. Se preparó un nuevo plan. El ánimo y entusiasmo crecieron. Los tabaqueros contribuyeron con más denuedo; la clase humilde lo dio todo para ver libre a Cuba.
  Las autoridades españolas no podían creer lo que Martí había logrado. Muchos cubanos lo veían sólo como el orador, poeta y escritor, pero no como el hombre de acción que podía preparar el Plan de Fernandina.
  El ideal principal de Martí era el de que Cuba fuera libre e independiente de España, y decía: “El trabajo no está en sacar a España de Cuba; sino en sacárnosla de las costumbres. Esto hacen en España misma los españoles sanos y entendidos; y eso nos ayuda en Cuba a hacer esa especie amable de españoles; y fuera de Cuba los que acá vienen huyendo de España como pudiera el cubano mismo huir. Independencia es una cosa, y revolución otra.  La independencia en los Estados Unidos vino cuando Washington; y la revolución cuando Lincoln”.
  
Marti se confió en que si España había tenido problemas en mandar en el conflicto de Melilla a 25.000 hombres, le sería más difícil mandar soldados a Cuba. La guarnición  en Cuba antes de 1895 era de 14.000 hombres, y los voluntarios, que sólo operaban en las grandes ciudades. Pero al empezar la guerra en Cuba, España llegó a enviar 235.000 soldados. Como dice el escritor Luis Navarro García, en su ensayo La incógnita de Martí : El 24 de febrero de 1895 se abrió la caja de Pandora y los cuatro jinetes del Apocalipsis galoparon sobre Cuba y sobre España: la guerra, y con ella el hambre, la peste y la muerte”.
  Martí envía a Cuba, antes del fracasó de la expedición, a Gerardo Castellanos Leonard,  para coordinar los planes y llevar el mensaje del Partido Revolucionario Cubano, con sus ideas y principios, en función de lo aprobado el 5 de enero de 1892 en Cayo Hueso por los representantes de todos los emigrados y sus bases. Queda proclamada el 10 de abril la constitución definitiva del Partido, con la aprobación de sus Bases: entre sus acuerdos, “que el Delegado fuera elegido anualmente e informara de su trabajo al Cuerpo de Consejo”.
  El mismo Martí, en un artículo publicado en “Patria” en abril de 1893, decía: “El Delegado es un emigrado como los demás, que hace lo que se le ha mandado a hacer…aquí el hombre no tiene nada que hacer. Hoy es uno y mañana será otro”.
  Martí viaja a Santo Domingo para hablar con Máximo Gómez, le comunica el acuerdo adoptado por el Consejo del Partido, designándolo general en Jefe, y como sus lugartenientes generales del Ejército Libertador, Antonio Maceo y Calixto García.
  Martí era consciente de que los emigrados cubanos no estaban contaminados por las ideas del régimen colonial, que ellos eran de sentimiento patriótico, y anhelaban que Cuba fuera Libre. El patriotismo fue creciendo en los Clubes de Nueva York, “La Sociedad Literaria” y el Club “Los Independientes”. El discurso de Martí del 10 de octubre,  que el periódico “El Porvenir”  publicó y envió a los Clubes de la Florida, causó un efecto tremendo en la comunidad. Es invitado por Néstor Leonelo Carbonell, presidente del Club “Ignacio Agramante” para hablar en Tampa, el 25 de noviembre. A su llegada, visitó las fábricas de tabaco, donde los obreros pararon su labor para aplaudir a su dirigente. Ese mismo día es invitado a hablar en el “Liceo Cubano”. El local se encontraba lleno; las puertas hubo que dejarlas abierta de par en par. Da comienzo  a su discurso: “Para Cuba que sufre, la primera palabra…yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre…” Allí anuncia que ha llegado la hora final para el colonialismo en Cuba, y dice:…hemos de llevar la guerra inminente al triunfo ¡Ahora, a formar filas!
  Según Enrique Collazo, para los españoles Martí era un farsante o un loco, y Gómez un viejo ambicioso ya inutilizado por la edad. Como dice Collazo, “Si el proyecto se hubiera realizado la Revolución hubiera sido un huracán”.

  La revolución nunca se detuvo. Había llegado la hora de dar el grito de “VIVA CUBA LIBRE”, el 24 de febrero de 1895


Maceo, Martí, Gómez y Crombet en la organización y financiamiento de la expedición de Costa Rica (1893-1895) *
Maceo, Martí y Gómez en Santo Domingo

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