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sábado, 15 de marzo de 2014

ETERNAMENTE VIVO




 Autor: Herminia D. Ibaceta

    Soneto  I

Canta el angel,... allá en el palmar,
entreteje su armiño la luna,
y una humilde y romántica cuna
de la Patria se erige en altar.

Un sol niño se va a galopar
los ribazos de un campo aceituna;
entonando su ritmo una a una,
se columpian las ondas del mar.

!Despertad!, ideales durmientes,
cual despiertan las mansas corrientes
de su sueño abismal y longevo,

 !Despertad!, ancestrales montañas,
que de Cuba las verdes entrañas
han parido hombre auténtico y nuevo.

               SONETO II


Su existencia quemó como el cirio
para darnos entera la luz.
Como Cristo, cargando la cruz,
caminó por la senda al martirio.

Cara al sol y al azul de su cielo,
coronada de albores la faz;
en el pecho una rosa de paz
empapando de púrpura el suelo.

No acalló sus palabras la muerte;
como dardos, el ámbito inerte
taladraron marcando la hora.

Los machetes las sombras tajaron
y una fúlgida estrella levaron
en el asta inmortal de la aurora.

           
         SONETO  III
Si supieras que triste y a solas
me debato entre el mar y la niebla;
de fantasmas mi tierra se puebla,
de fantasmas y sueños las olas.

Las campanas que agita el quebranto
van tañendo su verbo encendido,
y yo sigo, clavada al olvido,
no les basta el recuerdo de un canto.

Te esperamos, Apóstol, regresa.
hacen falta tu espíritu y brazo
conciliando la voz dividida.

Haz que tornen palabra en promesa
y anudados al mismo regazo,
entonemos un himno a la vida.

de la Patria se erige en altar.

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