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domingo, 1 de junio de 2014

José Mojica. Una Gloria de México

Fray José Francisco De Guadalupe Mojica 
 (San Gabriel (Jalisco), 1896- Lima 1974)

Rowland J. Bosch

México ha sido cuna de grandes cantantes, tenores y barítonos nacidos en el país azteca que han recorrido el mundo del arte dando a conocer sus cualidades. Podríamos citar entre otros tenores a manera de ejemplo, sin limitar a los nombrados a José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado, Juan Arvizu, Nícolas Urcelay, Jenaro Salinas, Nestor Mesta y Pedro Vargas y entre los barítonos a Hugo Avendaño y Jorge Negrete, Entre los operísticos a Ramón Vargas que al presente canta en la opera Metropolitana de Nueva York y el tenor Francisco de Araiza, que se ha dedicado a la Opera Wagneriana y muchos más que haría interminable la lista y hay otros que no vienen a mi mente, pero los citados al principio componen una época que va desde la segunda década del siglo XX hasta bien entrado los años cincuenta.

Nació José Mojica en San Gabriel en el estado mexicano de Jalisco al oeste del país azteca cerca de su capital Guadalajara el 14 de septiembre de 1896 (en otros trabajos históricos aparece 1895) lo que no es de extrañar dadas las dificultades de inscripción natal en la época. Criado por su progenitora, su padre resultó un alcohólico consuetudinario. Siendo niño ingresó en el Colegio Saint Marie y luego en la Escuela Elemental # 3 y después en el Colegio de San Ildefonso. Se dispone a estudiar agricultura pero ve frustrados sus anhelos al estallar la Revolución Mexicana con el derrocamiento de Porfirio Díaz. Ante esta situación volvió sus ojos hacia el Conservatorio Nacional de Música que dirigía el famoso profesor de canto José Pierson, considerado el mejor profesor de canto del país en aquel entonces.

Allí confraternizó con varios de sus compañeros que después serían famosos y aprendió música. Debutó en el Teatro Ideal. Su primera actuación operística es en el “Barbero de Sevilla” de Rossini. En esta obra el primer acto es el más musical y se da a conocer cantando las arias “Se il mio nome” y “Eco ridente in celo”. Era el 5 de octubre de 1916 (apenas con veinte años de edad) Lo repitió después en el Teatro Abreu (ya desaparecido).

Mojica emigra a los Estados Unidos buscando como todo emigrante un mejor “modus vivendi” y llega a Nueva York donde comienza como lavador de platos. Por esa época el más famoso tenor de todos los tiempos Enrico Caruso lo conoce y le consigue un contrato en la ópera de Chicago. Allí simpatiza con la gran cantante escocesa Mary Garden y al ser nombrada ésta directora de la compañía, se le ofrece actual de primer tenor en varias óperas como “Fausto” de Goumod y Werther. Allí cantó junto a las grandes divas Lily Pons y Amelita Galli-Curcí.

Ya de ahí y habiendo adquirido justa fama encamina sus pasos a Hollywood para actuar en películas (ya recientemente sonoras) lo que lo ayuda a darse a conocer en toda la América Latina. Debuta con la cinta “Un beso loco’ (“One Mad Kiss”) junto a Antonio Moreno. Se mantiene en la meca del cine hasta 1938, aunque incursiona en recitales gloriosos por todo el continente. Es entonces cuando retorna a México definitivamente, con la fama a la altura de Nelson Eddy (el barítono americano). Ya en México filma “El Capitán Aventurero”; y dos años más tarde muere su madre (en 1940) pasión y amor de su vida. Esto lo lleva a una gran depresión mental. Después de este acontecimiento filma una sola película en la que canta “Solamente una vez” de Agustín Lara. La película es rodada en Argentina con el título de “Melodías de América”.

Poco después se deshace de todos sus bienes materiales, donándolos a los pobres en México y a instituciones de caridad e ingresa al seminario Franciscano del Cuzco en el Perú con el nombre de Fray José de Guadalupe Mojica, después es transferido al monasterio de San Antonio de la Recoleta y en 1947 es ordenado sacerdote. En 1950 escribe su libro confesión “Yo pecador”. Para reunir dinero con que aliviar a los pobres de su ministerio, emprende una misión artística por varios países e interpreta canciones en su mayoría religiosas. En La Habana, Cuba actúa en el Teatro “Blanquita” en 1950 y se presenta en la incipiente televisión del país.

Pasados los años, un mal cardíaco lo aqueja y recibe los cuidados de una anciana sordomuda. Muere en la más absoluta pobreza en el Perú en 1974.

La voz de Mojica de tenor lírico (más bien de tenorino de opereta) era una voz muy voluminosa y de gran alcance, aunque Mojica carecía de coloratura, a diferencia de sus dos buenos compatriotas y cantantes Juan Arvizu y Alfonso Ortiz Tirado, pero su voz era bella y emocionaba al público

En 1931 en el apogeo de su carrera artística viajó a La Habana en una de sus muchas actuaciones y cantó en el Teatro Nacional. El famoso compositor cubano Ernesto Lecuona le preparó un fastuoso homenaje y Mojica en reciprocidad le estreno su “María la O” de la zarzuela del mismo nombre, pieza musical escrita para voz de soprano; Lecuona hizo la transportación y libreto para que el cantante debutara con ella.

Hay una anécdota sobre su debut en La Habana. A la mitad del programa comenzó a sentirse en el teatro un olor nauseabundo que hizo que numeroso público abandonase momentáneamente la sala. Eran “bombitas de peste” confeccionadas con bisulfuro de carbono. Mojica se retiró del escenario pero 15 minutos después, disipado el mal olor Mojica reapareció en escena y continuó cantando como si nada hubiera sucedido. Entre las múltiples canciones que grabó recordamos “Gratia plena”; “Granada”, “Corazón Mejicano” y el aria “Salut’Dmeure” de la ópera Fausto. 

Las cintas cinematográficas en Hollywood: “One mad kiss (1930), “Cuando el amor ríe (1931), “Hay que casar al príncipe (1931), “Mi último amor” (1931), “El caballero de la noche” (1932), “El precio de un beso” (1933), “El rey de los gitanos” (1933), “La cruz y la espada” (1934), “El capitán de cosacos” (1934) y “La frontera del amor” (1934). En México: “El capitán aventurero” (1938), “La canción del milagro” (1940), “El pórtico de la gloria” (1953) como fraile, “Yo pecador” (1959), “Seguiré tus pasos” (1966). En Argentina: “Melodías de América” (1941).

En 1926 conoce en N. York a María Grever con la que entablo amistad y le estreno “Júrame”. A pesar de los años transcurridos esas grabaciones han permanecido disponibles para el público de su época y de las posteriores porque su voz única y de indiscutible calidad continuará escuchándose como un ejemplo de los grandes cantantes, que nos ha regalado el país mexicano.

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