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domingo, 15 de marzo de 2015

ESTRADA PALMA, EL PATRICIO AIRADO (I)

Estrada Palma

       “Están aquéllos que limitan los 56 años de la vida republicana a la chambelona, el tiempo muerto, el plan de machete, Machado y  Batista. También los que idealizan un tiempo en que la comida valía centavos, todos vestían dril 100 y usaban zapatos de dos tonos y las victrolas tocaban boleros y guarachas en cada esquina. De ambas visiones hubo y mucho más. No todo fue tan malo ni tan bueno. Por el justo medio debió estar la República…”[i]
             La reivindicación de la figura de Tomás Estrada Palma, apenas a diez años de su fallecimiento, fue tempranamente recabada por el Capitán del Ejército Liberador y escritor Néstor Carbonell[ii] en su joyel de escorzos biográficos intitulado “Próceres”[iii], en el que dijo que “El basamento donde se levanta hasta ahora la  figura de Tomás Estrada Palma está formado de ternuras y de cóleras, de aplausos y de denuestos. La historia, mañana, pesando sus virtudes y sus errores, acaso logre colocarlo sobre justo pedestal.”
            Casi cien años después, es hora de dejar a don Tomás en su lugar en la Historia de Cuba  -si no metafóricamente en un pedestal, al menos en un dosel, pero no víctima en efigie del feroz ensañamiento iconoclasta que entrañó que unos bárbaros, por orden o como mínimo con la tolerancia del régimen castrista –como hicieron con el águila del monumento a las víctimas de la explosión del acorazado Maine, en el Malecón habanero- al inicio de la era comunista mutilasen  su estatua de cuerpo entero situada en la habanera Avenida de los Presidentes (en la intersección de la calle G con la calle Calzada, en el Vedado) –haciéndola desaparecer, salvo los dos zapatos en bronce, que siguen aferrados a su base- y arrancasen la dedicatoria de la tarja.  Don Tomás no fue ni un asesino ni un  malversador, ni  condonó torturas o cometió crímenes de lesa humanidad –como hoy los define el Derecho Penal Internacional-, que le hagan merecedor de ser relegado al olvido.
            No merece ser apartado del Panteón de hombres ilustres de la Patria quien se sumó al levantamiento de 1868, fue sucesivamente Secretario del General Donato Mármol, constituyente de Guáimaro, miembro de la Asamblea de Representantes, Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno, y Presidente de la República en Armas (desde el 29 de marzo de 1876) hasta que fue apresado en la manigua oriental (el 19 de octubre de 1877) y llevado a España, donde permaneció en prisión hasta pasado medio año de la firma de la Paz del Zanjón, cuando fue liberado –en cumplimiento del Artículo 2º de aquel Convenio, sobre “Olvido de lo pasado”, por el que se disponía “la libertad de los encausados o que se hallen cumpliendo condena dentro o fuera de la Isla”  por motivos políticos[iv]-.   No parece que deba ser infamado quien, en sucesivas cartas fechadas en Montecristi (República Dominicana), en una es saludado por José Martí como “Mi amigo muy querido”[v] y en la otra le es dicho por el Apóstol en la despedida “Acabo, no de amarlo. Gracias por su alma, tan alta, y para mí tan tierna. Quiera a su amigo, y al amigo de su casa”[vi].
            No merita ser tachado quien fue proclamado como sucesor  de Martí[vii], a la muerte en combate de éste, en el cargo cimero de Delegado del Partido Revolucionario Cubano, y poco después (el 18 de septiembre de 1895) fue designado por la Asamblea Constituyente de Jimaguayú como Agente Diplomático en el extranjero de la República en Armas[viii].
            Acabada la guerra e instalada la ocupación militar norteamericana con el General Leonard Wood a su frente, Estrada Palma regresó, en 1899, a su hogar y al Instituto bilingüe que había fundado en Central Valley (en el estado de Nueva York)[ix]. Sin que, por el momento, se involucrase en las contiendas políticas de la todavía non nata República soberana.
                  A la vista de las elecciones presidenciales convocadas para el 31 de diciembre de 1901[x], el Generalísimo Máximo Gómez –tras declinar enfáticamente su postulación, por entender que el Presidente de la República debería ser un cubano de nacimiento- se trasladó personalmente a Central Valley a fin de recabar la aceptación por parte de Estrada Palma de la candidatura al Poder Ejecutivo[xi].
                  A veces da la impresión de que algunos historiadores abordan el análisis de la actuación de las personalidades cubanas en esta crisis de alumbramiento de la República como si dichas figuras hubiesen tenido su comportamiento motivado única y exclusivamente por una de dos posturas : la pro y la anti injerencista, partiendo de  ese argumento petitio principii para hacer abstracción de las previas rivalidades personales y afinidades ideológicas, que frecuentemente constituían diferencias más amplias en su distanciamiento político que la aceptación o rechazo de la Enmienda Platt como apéndice a la Constitución de 1901.
                  En una carta a su amigo Teodoro Pérez Tamayo[xii], fechada en Matanzas el 10 de octubre de 1906, Estrada Palma afirmó lo siguiente: “Jamás he tenido empacho en afirmar, y no temo decirlo en voz alta, que es preferible cien veces para nuestra amada Cuba una dependencia política que nos asegure los dones fecundos de la libertad, antes que la República independiente y soberana, pero desacreditada y miserable por la acción funesta de periódicas guerras civiles”.  Con esta declaración, el patricio de Gibara y maestro de Central Valley dejaba clara su visión pesimista  del funcionamiento de las instituciones políticas republicanas, cuya mediatización veía inevitable sin la intervención arbitral de  una Potencia exterior.
                  En todo caso, en la Convención Constituyente se pusieron de manifiesto tres tendencias: la de los que “justificaron y aprobaron la Enmienda Platt como garantía de la independencia y soberanía nacional”[xiii], la de quienes consideraban “preferible la independencia con ciertas limitaciones a la continuación de la ocupación norteamericana”[xiv]; y  la de los que rechazaban de plano el apéndice constitucional impuesto[xv]. El 8 de mayo de 1901, en una primera votación sobre el texto, al que se adjuntó una declaración interpretativa, se depositaron 15 sufragios a favor y 14 en contra, mientras que dos convencionales no participaron en la votación[xvi]. El 12 de junio de 1901, en una segunda votación, excluida la coda interpretativa –que el Presidente William McKinley no aceptaba- , el texto del apéndice constitucional se aprobó por 16 votos a favor y 11 en contra[xvii].
                  Como han concluido los investigadores Dr. Sergio López Rivero y  Lic. Francisco Ibarra[xviii], “Las condiciones de ocupación militar en que se encontraba la Isla, obligaron a los ‘representantes del pueblo’ de Cuba a negociar sobre las relaciones entre el gobierno de Cuba y el gobierno de los Estados Unidos. En consecuencia, el criterio de actitud en el análisis debe cambiar: de plattistas y antiplattistas a transigentes e intransigentes”.
                  Así, al producirse la Segunda Intervención norteamericana, el 29 de septiembre de 1906, el Dr. Cosme de la Torriente renunció a su cargo de Ministro Plenipotenciario de Cuba en España, el que desempeñaba por nombramiento de Estrada Palma. Pero no por el hecho de la Intervención sino, como explicaba en su carta de renuncia, “por el espectáculo que los cubanos habían ofrecido ante el mundo…Para el Coronel del Ejército Libertador, la intervención estadounidense era el resultado de la bochornosa confrontación entre las facciones liberales y moderadas en las pugnas por alcanzar el poder político. En el mes de Diciembre de 1907 expresó: ‘…dada la actitud en que se colocaron unos cubanos contra otros en Agosto del año pasado, nada mejor pudo ocurrir que el regreso de los interventores’[xix]”. Cinco lustros  después[xx], el Coronel de la Torriente[xxi] reiteraba que “La Enmienda Platt se elaboró para mantener la independencia de Cuba…y por tener un tratado en que basarse para evitar toda injerencia de las grandes potencias mundiales en los problemas cubanos lo que constituiría un peligro para la soberanía de nuestra República”.
Desde un principio fue factor predominante en la liza política el enfrentamiento personal. Por ejemplo, el existente entre los caudillos independentistas Máximo Gómez y Bartolomé Masó, surgido no porque el primero aceptase y respaldase inicialmente la Intervención norteamericana[xxii] y el segundo la rechazase[xxiii], sino que venían de muy atrás. No habían comenzado a saltar chispas en las relaciones  entre ambos sólo durante el desempeño por Masó de la Presidencia del Consejo de Gobierno, del 10 de octubre de 1897 al 7 de noviembre de 1898[xxiv] y con motivo de la posterior adhesión de Masó a la destitución de Máximo Gómez (como Generalísimo del Ejército Libertador) por la Asamblea de Representantes del Cerro, el 12 de marzo de 1899[xxv]. Mucho antes, durante la Guerra –el 1 de diciembre de 1895-, y como consecuencia de acusaciones presentadas ante el Consejo de Gobierno por el General Antonio Maceo, Masó había sido relevado por Gómez del cargo de jefe del segundo Cuerpo del Ejército, con estas severas palabras puestas por escrito: “En virtud de no haber Ud. cumplimentado la orden que no se transmitiera de poner a disposición del mayor general Maceo, jefe nombrado del Cuerpo del Ejército invasor, toda las fuerzas del segundo Cuerpo del Ejército que Ud. mandaba, y habiéndose por esa causa sucedido demoras y trastornos, y lo que es más, crear desavenencias sensibles entre Ud. y el general en jefe del Ejército invasor, principalmente en los momentos en que todo debe ser puntualidad y concordia, para el mayor éxito de las operaciones”[xxvi]. Con la Constitución de 1901 y su Apéndice plattista en vigor, las elecciones de compromisarios para la elección del Presidente tuvieron lugar el 24 de febrero de 1902, a las que acudieron  Bartolomé Masó y Tomás Estrada Palma como únicos candidatos presidenciales, y resultó este último proclamado por el Congreso como ganador el 15 de mayo siguiente, con el respaldo –a través de los compromisarios obtenidos- del 47.32 por ciento del censo electoral de 335,699 votantes, de los cuales 214,116 ejercieron el derecho de sufragio[xxvii].
             La fecha del 20 de mayo, de instauración de la República, fue declarada de fiesta nacional, por Ley promulgada  por el propio Presidente Estrada Palma, el 18 de marzo de 1903.
          Hay que recordar lo que ha dejado subrayado el Prof. Herminio Portell Vilá[xxviii] respecto a que “El general Masó era conocido como hombre excelente y de altos ideales, pero sin tener una fuerte personalidad para resistir las influencias de sus amigos y partidarios, entre los cuales había muchos que figuraban entre los descontentos y los más radicales elementos de la época en la vida nacional cubana, gentes que en realidad empujaban a su candidato para que adoptase una actitud ultranacionalista…el general Masó se retiró de la contienda electoral…Estrada-Palma fue elegido por una mayoría muy superior a la que de otro modo habría tenido, pero no hay duda de que había tenido derecho a triunfar como el mejor entre los dos candidatos…Los “masoístas” denunciaron que había habido favoritismo y fraude, pero Estrada-Palma, que aspiró ‘in absentia’ y no vino a Cuba para pronunciar un solo discurso político, tenía un extraordinario prestigio y la  necesaria popularidad, además del respaldo del generalísimo Máximo Gómez y del apoyo que el gobierno interventor le había dado”.
          El programa electoral de Estrada Palma para el periodo 1902-1906 era muy sencillo, y quedó expuesto en una carta que le dirigió al General Juan Rius Rivera con fecha 7 de septiembre de 1901: el pago de los haberes prometidos a los Veteranos del Ejército Libertador, el mantenimiento de relaciones políticas y comerciales estables con los EE.UU. de América, y el empleo honrado y frugal de los fondos públicos necesarios para la reconstrucción del país, devastado por la guerra.
          Al término de su cuatrienio presidencial, Estrada Palma pudo mostrar en su haber el cumplimiento de estos propósitos[xxix]. Ha sido Emilio Martínez Paula el que ha aclarado[xxx] que, no siendo suficiente para los pagos a los Veteranos (ordenados por Ley de 27 de febrero de 1903) el préstamo exterior inicial de $35 millones, Estrada  Palma fue autorizado (por Ley de 29 de agosto de 1905) a colocar títulos de Deuda Interior por otros $11,174,100[xxxi] a los que sumar sobrantes de partidas del Presupuesto con el fin de completar un segundo montante de $35 millones para aplicar a este mismo destino.
               
© Roberto Soto



[i] Luis Cino, “La Republica, justo al medio”, La Habana, 24 de mayo de 2009/Cubanet (en www.cubamatinal.es).
[ii] Quien, en su calidad de Presidente del club patriótico Ignacio Agramonte de Tampa, invitó a Martí a participar en una fiesta cuya recaudación iba a ir en beneficio de dicho club, prevista para fines de noviembre de 1891. El 26 y el 27 de ese mes, en el Liceo Cubano de Tampa, Martí pronunció en esa su primera visita a la conocida como “Cigar City” -por su barriada de torcedores de tabaco cubanos emigrados asentados en Ybor City- sus emotivos discursos conocidos con los nombres de “Con todos y para el bien de todos” y “Los Pinos Nuevos.”
[iii] Imprenta Siglo XX, La Habana, 1919.
[iv] “Documentos para la Historia de Cuba”, por Hortensia Pichardo. Tomo I, págs. 403-404. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.
[v] En la misiva del 16 de marzo de 1895, en Obras Completas, Tomo 4, pág. 86. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.
[vi] En la esquela del 1 de abril de 1895, en Obras Completas, op.cit., Tomo 4 , págs. 117-118.
[vii] El 18 de julio de 1895, en el Hardman Hall  de Nueva York (Vid. “Estrada Palma y Honduras”, por la Dra. Margarita García-Estévez, publicado en LA VOZ de Elizabeth, N.J. el 17 de julio de 2008).
[viii] Sarabia, Nydia. "Noticias confidenciales sobre Cuba. 1870-1895." Editora Política. La Habana, 1985.
[ix] Dra. Margarita García-Estévez, op. cit.
[x] Bajo el imperio de una Ley electoral –promulgada en desarrollo de la Constitución aprobada el 21de febrero de 1901- que restringía el derecho de sufragio a los varones mayores de 21 años de edad que supieran leer y escribir, o poseyeran bienes por valor superior a 250 pesos, o hubieran ingresado en las filas del Ejército Libertador antes de julio de 1898.
[xi] José Duarte Oropesa, Historiología Cubana, Tomo II, p.107. Ediciones Universal, Miami, 1974.
[xii] Vid. Orlando Freire Santana, en un artículo de 18 de enero de 2011 para Cubanet, publicado en http://balancecubano.blogspot.com . Cf. Pedro Pablo Arencibia Cardoso, “Sobre la Constitución de 1901, Revista Vitral, Nº44, julio-agosto 2001 en http://vitral.org
[xiii]La actitud de los constituyentes Diego Tamayo, Eliseo Giberga y Pedro González Llorente. Cf. “La Aplicación de la Enmienda Platt en 1906 y su Impacto en el Pensamiento Político Cubano”, por la Dra. Miriam Fernández  Sosa y la Lic. Concepción Planos (de la Universidad de La Habana), en http://rodin.uca.es .
[xiv] Manuel Sanguily, José N. Ferrer, José Miguel Gómez, Emilio Núñez y Domingo Méndez Capote.
    Cf  Dra. Miriam Fernández Sosa, op.cit., pág. 150.
[xv] La posición de Salvador Cisneros Betancourt y Juan Gualberto Gómez
[xvi] A FAVOR: Leopoldo Berriel, Pedro Betancourt, José Miguel Gómez, Pedro González Llorente, Domingo Méndez Capote, Martín Morúa Delgado, José de Jesús Monteagudo, Emilio Núñez, Gonzalo de Quesada, Joaquín Quílez, Alejandro Rodríguez, Manuel Sanguily, Eliseo Giberga, Diego Tamayo, Enrique Villuendas. EN CONTRA: Alfredo Zayas, Rafael Manduley, José Fernández de Castro, José N. Ferrer, Miguel Gener, Luis Fortún, José Lacret Morlot, José B. Alemán, Manuel R. Silva, Eudaldo Tamayo, Rafael Portuondo Tamayo, José L. Robau, Juan Gualberto Gómez y Salvador Cisneros Betancourt. NO PARTICIPARON: Antonio Bravo Correoso y Juan Rius Rivera. Cf. Carlos Márquez Sterling, “A la  ingerencia extraña, la virtud doméstica”, pág. 74. Ediciones Universal, Miami, 1986.
[xvii] Beatriz Bernal Gómez, en “Estudio Histórico-Jurídico de la Constitución de 1901 (que se puede consultar en www.bibliojuridica.org) menciona que la votación fue de 16 votos a favor y 11 en contra, sin ofrecer más detalles, los que sí aportan el Dr. Sergio López Rivero y el Lic. Francisco Ibarra, “En torno a 1898. Una exploración en el curso de la aprobación de la Enmienda Platt en la Convención Constituyente cubana durante el año 1901http://www.raco.cat
     Según esta última fuente, que a su vez cita a República de Cuba. Senado, Memoria 1902-1904, Imprenta y papelería de Rambla, Bouza y Compañía, La Habana, 1918,  votaron A FAVOR: L. Berriel, P. Betancourt, J.M. Gómez, P.G. Llorente, D.M.Capote, M. Morúa,  J. Monteagudo, E. Núñez, G. Quesada, J.M. Quílez, A. Rodríguez, M. Sanguily, E. Giberga, D. Tamayo, E. Villuendas y J.N. Ferrer; votaron EN CONTRA: A. Zayas, R.  Manduley, J.F. de Castro, L. Fortún, J. Lacret, J.B. Alemán, M.R. Silva, E. Tamayo, R.M. Portuondo, J.G. Gómez  y  S. Cisneros; NO PARTICIPARON: M. Gener y J.L. Robau. [Sin embargo, en esta relación nominativa faltan los nombres de los convencionales J.M. Correoso y J.  Rius Rivera, quienes tampoco estuvieron presentes en la votación]
[xviii] Dr. Sergio López Rivero y Lic. Francisco Ibarra, Ibid.
[xix] Cf. Dra. Miriam Fernández Sosa, op.cit, p.160.
[xx] La Enmienda Platt y el Tratado Permanente, Imprenta Rambla y Bouza, La Habana, 1930, p.39.
[xxi] Fundador del Partido Conservador, Secretario de Estado (1913), Senador (1917) y Presidente de  la Comisión de Relaciones Exteriores, Fundador de Unión Nacionalista, uno de los actores principales en la Mediación de los EE.UU. en 1933, Secretario de Estado de nuevo (1934), Presidente de la Asociación de Veteranos de la Independencia, Académico de Número de la Academia Cubana de la Historia (1944), Doctor Honoris Causa por la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público de la Universidad de La Habana (1951), Gran Cruz de la Orden Lanuza, Medalla de Servicios Distinguidos del Ejército de Cuba, Medalla de Honor de la Liga Interamericana Bolivariana, Presidente de la Sociedad de Amigos de la República (fundada en 1948 por el Dr. Jorge Mañach) desde 1952 hasta su fallecimiento en 1956.
[xxii] Como consta en el último párrafo de una carta al todavía Gobernador español de Cuba, Capitán General Ramón Blanco (de fecha incierta, 20 de marzo de 1898 o principios de mayo de ese año): "Así son para mí las naciones, y hasta el presente, sólo he tenido motivos de admiración hacia los Estados Unidos. He escrito al Presidente Mc Kinley y al general Miles, dándoles gracias por la intervención americana en Cuba. No veo el peligro de nuestro exterminio por los Estados Unidos, a que usted se refiere en su carta. Si así fuese, la historia los juzgará."
    Aunque, como una muestra del peso de la experiencia sobre las opiniones  personales, el Generalísimo Máximo Gómez, en carta del 2 de abril de 1899 a su esposa Bernarda Toro, tras ser destituido por la Asamblea de Representantes del Cerro del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador, comentó lo siguiente: “Los que esperan, están desesperados. Como yo no espero nada, estoy muy tranquilo con mi inesperada situación, descargado de toda responsabilidad y gozando del cariño de este pueblo que ahora más que nunca, me lo ha demostrado, comprometiendo, por modo tan elevado y sentido, mi gratitud eterna...La actitud del Gobierno Americano con el heroico Pueblo Cubano, en estos momentos históricos, no revela a mi juicio más que un gran negocio... Nada más racional y justo, que el dueño de una casa, sea el mismo que la va a vivir con su familia, el que la amueble y adorne a su satisfacción y gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino. La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día mas aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía”.
[xxiii] Bartolomé MasóDiscurso leído por el Académico de Número Dr. Emeterio S. Santovenia y Echaide en la sesión solemne celebrada el 22 de diciembre de 1930 para conmemorar el primer centenario del nacimiento de aquél, pág..15. La Habana, Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1930.En carta dirigida al General José Lacret Morlot, Masó opinó de la manera siguiente sobre los medios empleados por el gobierno norteamericano: “Ese derecho es el de la fuerza, del que ha nacido la ley Platt, esa decantada ley que tan horrorosa decepción nos ha hecho sufrir, haciéndonos aceptar, entre otros, el juicio del pofesor italiano Camazza Amari, que ‘condena la intervención como resultado de la tendencia que tienen siempre los fuertes de dominar a los débiles e imponerles su ley y atacar y destruir a su vez al autonomía de loa estados’
[xxiv] Ibid.,Pág. 12.
[xxv] Emeterio S. Santovenia, en “Un Día Como Hoy”.Editorial Trópico, 1946, págs. 153-154.
[xxvi]Una revisión histórica del 24 de febrero de 1895: ante el primer centenario de la guerra de Cuba”, Guillermo Calleja Leal, Vocal electivo de la Comisión española de Historia Militar, Doctor en Geografía e Historia. Conferencia pronunciada el 15 de febrero de 1994 en el paraninfo del Centro Superior de Estudios de la Defensa, en el marco de las Primeras Jornadas de Historia Militar. Boletín de Información nº235, mayo-junio de 1994, del Ministerio español de Defensa.
    Hay que decir que, al día siguiente de su destitución, aceptó  la vicepresidencia del Consejo de Gobierno, y que, más adelante, una comisión designada por el Consejo de Gobierno, e integrada por el Secretario de Interior Santiago García Cañizares y el subsecretario de la Guerra, General Mario García Menocal, absolvió al Mayor General Bartolomé Masó de todas las imputaciones por las que había sido destituido.
[xxvii] Ministerio de Relaciones Exteriores – Cuba, en http://embacuba.minrex.cu (Sri Lanka).
[xxviii] “Nueva Historia de la República de Cuba”, pág. 62. La Moderna Poesía,Inc. Miami, 1986.
[xxix] Ibid., pág. 87. El empréstito concertado con Speyer and Co. por 35 millones de dólares y destinado al pago de los haberes de los Veteranos se hizo recibiendo el 91.5 por ciento de dicha cantidad, aunque por supuesto el interés pactado del 5 por ciento anual se pagaría sobre el nominal de la deuda (por lo que sólo se recibieron 31,675,000 dólares).
[xxx]Momentos Estelares en la Historia de Cuba”, pág. 290. Ediciones Universal, Miami, 2007.
[xxxi] Cfr. “Piedras y Leyes”, Fulgencio Batista Zaldívar, pág. 187. Madrid, 1963.  

1 comentario:

  1. Don Tomás de Estrada Palma fue ademas de un GRAN CUBANO el más adelantado, sabía que Cuba sin experiencia ninguna de autogobierno sería muy fragil, ya para entonces La Unión venía demosttrando su capacidad de gobierno incluso frente a Europa que aún hoy es incapaz de integrarse, los 50 estados de La Unión en cambio, funcionan como engranajes acoplados.
    Si entonces se hubiese escuchado la voz sabia del Generalisimo Estrada Palma, Dubai fuera apenas un reflejo del esplendor de Cuba y no la desesperante isla miserable en que la han convertido, porque Cuba es un paraíso natural y si algún puñetero cubano me demuestra lo contrario, yo me meto a comunista!
    El Generalisimo Don Tomás de Estrada Palma fue a no dudarlo un Gran cubano, si no el mejor.

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