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martes, 15 de marzo de 2016

Los zancos en el día de reyes

Además del simbolismo que sugiere el estar a una mayor altura, al ser claramente visible, esa práctica debió funcionar como referencia inmediata para agrupar a los miembros de una misma «nación», o distinguirlas a unas de las otras.
Los zancos se emplean desde hace miles de años, pero difícilmente se pueda conocer con exactitud cuándo fueron introducidos en Cuba. Dado el protagonismo que adquirieron durante las fiestas del Día de Reyes, hay constancia de que ya eran utilizados a mediados del siglo XIX. Sin embargo, no hay por qué excluir la posibilidad de que se usaran con anterioridad a esas celebraciones afrocubanas, de las que no se conoce la fecha exacta de sus inicios, pero sería lógico suponer que comenzaran tras la fundación del primer cabildo de «nación», en 1598.
Según la investigadora Martha E. Esquenazi, «los cabildos eran asociaciones constituidas, en su mayoría, por negros horros o libres; por ley debían agrupar negros de una sola “nación” —o sea, de un mismo origen étnico—, pero generalmente estaban integrados por varias etnias y tomaban el nombre del grupo mayoritario. Dichas instituciones ejercían una función social de socorro y ayuda mutua. Además, en ellas se mantenían los cultos a sus deidades, aunque para ello debían preservar, como fechas festivas, las autorizadas por los gobernantes y la Iglesia».1
La costumbre de andar o bailar sobre zancos fue practicada por los integrantes de esos cabildos afrocubanos, aunque no debe descartarse la posibilidad de que algunos españoles radicados en Cuba también hicieran uso de ellos. Durante la baja Edad Media, los zancos eran un juego tradicional de gran aceptación en toda Europa, donde también estuvieron integrados a espectáculos y fiestas callejeras.
Sin embargo, no hemos encontrado referencia a los zancos en las festividades religiosas que se celebraban en las villas fundacionales de la Isla, aunque sí hay un dato curioso relacionado con la celebración del Corpus Christi en Barcelona: algunos documentos sugieren que los gigantes —esas enormes figuras de cartón y madera— estaban representados por un hombre subido a unos altísimos zancos, al menos en sus inicios.
Este grabado de Frédéric Mialhe (1853) es un referente para el rescate de la tradición del Día de Reyes en el Centro Histórico, en
cuyos diferentes entornos reaparecen los personajes de esa fiesta afrocubana. Abajo, sobre zancos, miembros del Grupo Gigantería.
En Cuba, el Corpus Christi organizó peregrinaciones desde 1520, a las que se sumaron los gigantes en el siglo XVII, que bien pudieron haber tenido características similares a los barceloneses.
De modo que la introducción de los zancos en nuestra Isla está asociada a los esclavos africanos. También gracias a ellos llegaron a destinos cercanos como Trinidad y Tobago, Haití, Jamaica o la antilla inglesa de Saint Kitts, donde «los negros, desde Nochebuena hasta Año Nuevo, bailan todos los días en la calle, ataviados con máscaras y trajes grotescos. Otros negros llevan cuernos, otros semejan indios, etc. Allí se ven hombres vestidos de mujer, y otros que andan en zancos».2
Los zancos alcanzaron esplendor el día Kimifé. Así llamaban los carabalís a las fiestas de Reyes: «Ese día vivían la ficción de una ansiada libertad, que les era escamoteada, en medio de un carnaval de indudable impronta orgiástica, que funcionaba como un mecanismo de desahogo y equilibrio social, y que, en sus tierras de origen, realizaban desde tiempos inmemorables».3
En aquellas jornadas, los cabildos invocaban la organización tribal de las naciones africanas; en procesión llevaban a sus reyes y dignatarios; repetían ritos que antaño habían practicado, y así se reencontraban con sus dioses, sus cantos, sus bailes, sus costumbres…
Una de estas tradiciones eran los zancos, que —al parecer— eran usados por los reyes de algunos cabildos. Más allá del simbolismo que sugiere el estar por encima de todos, según el rango o jerarquía superior, estos dignatarios adquirían algunas facilidades prácticas y se convertían en una referencia inmediata para agrupar a los miembros de una misma nación, o distinguirlas a unas de las otras, porque, al caminar sobre zancos y estar a mayor altura, eran claramente visibles y reconocibles, incluso desde lejos.
Sin llegar a especificar si, jerárquicamente, eran reyes o no, Fernando Ortiz se refiere a estos bailadores sobre zancos como diablitos; así nombró también a muchos de los atractivos personajes que reaparecían en aquellas fiestas. ¿Por qué les llamó así? Al parecer se hicieron analogías entre los abigarrados disfraces y el comportamiento de estas personas, con los diablitos que acompañaban las procesiones del Corpus Christi en Cuba, quienes iban abriéndose paso entre la multitud, haciendo sonar vejigas de vacas llenas de viento, con el propósito de espantar a la gente.
Dos ilustraciones de la época confirman la presencia de zanqueros en La Habana colonial. Una, muy conocida, fue realizada por el francés Frédéric Mialhe hacia 1853 y refleja un pasaje de aquel «carnaval de negros» en la Plaza de San Francisco de Asís, donde sobresale la figura de un enmascarado por encima de la multitud. Existe una versión en la que se distingue un listón de madera amarrado a su pierna, y una segunda, donde se insinúa que un hombre está cargando a otro sobre sus hombros.
Más claramente se observa al diablito sobre zancos en algunas litografías y pinturas del vasco Víctor Patricio de Landaluze. Alrededor de su prominente altura, la gente se dispone como puede, alegre y eufórica. Su apariencia no es precisamente la de un rey: su máscara puntiaguda y su vestuario sugieren que se trata de algún tipo de ireme o diablito ñáñigo, que representaba la aparición de un espíritu. Estos personajes eran interpretados usualmente por actores-oficiantes, quienes bailaban fuera de los templos, en las fiesta públicas, donde por puro divertimento simulaban el regreso de sus antepasados africanos.
El zanquero dibujado por Landaluze forma parte de una serie de estampas y pinturas que representa a varios de los fantásticos personajes que animaban las calles y plazas de la ciudad cada 6 de enero, durante la celebración del Día de Reyes.
No obstante, la cristiandad otorgaba un significado completamente diferente a esas celebraciones. Según el calendario litúrgico de los católicos, este día se conmemora el bautismo de Cristo en el río Jordán. Durante las fiestas de la Epifanía, «el ritual principal consistía en la consagración del agua en los templos, al sumergir la cruz en un recipiente que contenía este líquido. La festividad fue conocida popularmente como Día de Reyes, fecha en que los niños recibían sus regalos, supuestamente traídos por los Tres Reyes Magos».4 Como parte de las fiestas de Epifanía, el rey repartía dinero entre sus soldados y esclavos, lo que pudiera explica la razón por la cual los cabildos africanos iban hasta el Palacio del Capitán General para que el gobernador —en tanto representante del monarca— les diera un aguinaldo.
Era natural que los cabildos eligieran a sus reyes aquel día. Éstos se conocían también con el nombre de capataces o capitanes. Fernando Ortiz sugiere que dicha elección tiene un equivalente con la costumbre de los blancos, muy difundida en España y otros países de Europa, de elegir un Rey de Bobos en el día de Epifanía.
Los Congos, por ejemplo, elegían a sus reyes cada cuatro años, y no eran reelegibles. Se seleccionaban los candidatos en juntas, pero se escogían los reyes al azar. Éstos poseían un considerable poder en la vida legal de los cabildos, teniendo, entre otras cosas, que responder ante las autoridades españolas por las faltas de los suyos. Algunos se engalanaban durante la fiesta de Reyes a la usanza de los europeos, con grandes corbatas, camisas almidonadas, bandas sobre el pecho, sombreros de picos… Otros, en cambio, lucían sus atavíos ceremoniales y montaban sobre zancos.
Así los describe un visitante francés, Xavier Marmier: «De un extremo a otro de la ciudad, artesanos, obreros, criados, se reúnen en diferentes grupos, en torno a un negro que representa al jefe de sus tribus (…) Los jefes son espléndidos. Unos avanzan subidos en altos zancos, como los vascos, y cuando se fatigan de su aérea marcha, caen en brazos de sus seguidores, que los llevan cargados complacientemente, mientras que un tercero toma sus pesadas piernas de madera y las sostienen a sus espaldas, con tanto respeto como antaño las damas de honor portaban la larga cola de las grandes damas».5
Más adelante, Marmier se refiere a jefes cubiertos por un manto de fibras que imitaba la piel de un oso, mientras que otros llevaban en la cabeza un castillo de plumas o se cubrían con máscaras. «Bajo éstas, se escuchan gritos de lechuza, silbidos de víboras, ladridos de perro. Es la señal del baile. El jefe, montado en sus zancos, salta y cabriolea como un mono (…) Después, el séquito se pone en movimiento. Hombres y mujeres se sitúan unos delante de otros y bailan. No, bailar no es la palabra que puede dar idea de esta escena. Es un temblor de todos los miembros. Los cuerpos se agitan, se tuercen, se repliegan, se levantan, saltan como salamandras en el fuego».
Resulta natural que estos reyes, equivalentes de lo que antes fueron los líderes espirituales de cada pueblo, tuvieran una apariencia majestuosa y pintoresca. Ellos representaban a grupos étnicos diferentes, los cuales se distinguían por sus atuendos: los Congos y Lucumíes, con grandes sombreros de plumas; los Arará, con sus collares de caracoles y colmillos de perro o caimán; los Mandingas, con anchos pantalones y chaquetas cortas… Sin embargo, al salir a la calle, los diversos componentes culturales y religiosos se simultaneaban, fusionando los ritos que eran practicados en cada nación: cantos y danzas, divertimentos profanos, máscaras, hechiceros, zancos…
Pudiera dudarse razonablemente sobre la veracidad de los puntos de vista de Marmier, en el sentido de que era un extranjero que estaba de paso por estas tierras. ¿Acaso creyó que eran reyes quienes no lo eran, por el solo hecho de sobresalir por encima de la multitud?
No obstante, quince años después, al describir esas mismas fiestas, el periodista español Aurelio Pérez Zamora afirma: «los reyes negros tienen por vestidura una piel de carnero con cola, el rostro lo llevan matizado con colores vivos que le dan un aspecto aterrador; algunos empuñan en sus manos un gran báculo; otros se levantan sobre zancos como gigantes».6
Reyes o no —aunque es muy probable que algunos de esos recién elegidos capataces los montaran ocasionalmente—, lo que sí parece ser cierto es que quienes andaban sobre zancos llegaron a tener determinada celebridad en aquellas fiestas callejeras.
Pero, si los reyes eran elegidos entre los ancianos integrantes de los cabildos, ¿hasta qué punto aquellos hombres —los cuales ya habían sobrepasado el esplendor de sus capacidades físicas— podían aprender una técnica tan difícil?
No es que la vejez impida dominar los zancos; mas, se requiere de resistencia y un mínimo de habilidades para atenuar los peligros lógicos que se derivan de caminar o bailar sobre dos estrechas vigas de madera. Además del desgaste físico, el grado de dificultad está asociado al modo de cómo vencer el desequilibrio.
Dicho así parece sencillo, pero, antes de aprender a mantenerse estable en las alturas, se corre el riesgo de caer estrepitosamente al suelo una y otra vez. ¡Imagínese el resentimiento de los huesos en cada una de estas caídas! Otro inconveniente era que se trataban de zancos bastante rústicos, los cuales ofrecían poca seguridad cuando se amarraban a las piernas descalzadas.
Por todo ello, parece improbable que aquellos venerables ancianos iniciaran este tipo de práctica en el otoño de sus vidas. A no ser, y ésta es otra posibilidad, que aprendieran a montar zancos en sus años mozos. ¿Dónde? En sus naciones de origen.
En Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, Fernando Ortiz explica que los zancos eran muy conocidos en Camerún y otros pueblos de la costa occidental de África, donde eran usados en iniciaciones, funerales y ritos de fertilidad. Así, durante siglos, las danzas sobre zancos han formado parte de diversos aspectos de la vida social en ese continente. Todavía en algunas pequeñas tribus de Nigeria se realizan complejos movimientos a más de diez pies de altura.
Las procesiones actuales del Día de Reyes integran diferentes manifestaciones culturales: desde comparsas hasta agrupaciones de teatro callejero. Ellas remedan las llamadas «cuadrillas» que integraban los diferentes cabildos en su paso por las principales plazas y espacios públicos de la ciudad, como puede verse en esta pintura de Víctor Patricio de Landaluze.
Generalmente estos bailes han sido entendidos como una mediación entre la vida y la muerte. También en las aldeas del pueblo Punu, dispersas entre el Congo y Gabón, se conoce de la existencia de bailarines altísimos que, en las ceremonias fúnebres de personas importantes, usan vistosas máscaras de madera y sobresalen por encima de las casas, representando así al «otro mundo».
Las máscaras constituyen otro elemento recurrente en las danzas rituales africanas, por la facilidad con la que trastocan la identidad de quienes las usan. Según Ramiro Guerra, «el baile sobre zancos es propio de las sociedades de máscaras ceremoniales, donde los acróbatas y los bufones de la misma son los encargados de efectuar estas danzas fuera del ritual mágico religioso. Se sientan en los techos de las casas con el propósito de hacer extrañas piruetas en un solo zanco, abriendo los brazos como alas, recorriendo las plazas en grandes zancadas para el disfrute de las comunidades de las aldeas».7 Al menos ésta es una costumbre de la etnia yoruba en la Costa de Marfil, y no sólo allí, sino que también se practica en Ghana, Malí, Angola, Tanzania, Sudán, Zimbawe…, entre otros países.
En Cuba, durante las fiestas del Día de Reyes, los zancos también fueron usados por cuadrillas de saltimbanquis y gimnastas. Al menos, en 1859, Ontiano Lorca habla de esas cuadrillas: pequeños grupos de personas que recorrían las calles de la ciudad, lideradas por diablitos, entretenidos en hacer «evoluciones, carreras, contorsiones, movimientos grotescos, suertes de zancos, bailar ruedas de gran diámetro y otras faenas por el estilo».8
El dato no deja de ser curioso, pues ubica a los zancos en un contexto completamente ajeno a los rituales sagrados y/o espirituales, en tanto son utilizados sólo por simple diversión. Es de suponer que esas cuadrillas deambulaban por La Habana luego del desfile de los cabildos por la Capitanía General, lo que reafirma que los zancos no estaban asociados únicamente a sus reyes.
Los diablitos sobre zancos formaron parte de una extensa y pintoresca galería de personajes fantásticos. También fueron muy populares: la culona, que vestía un ancho aro a la cintura con una saya de fibras vegetales; las mojigangas, verdaderos títeres callejeros y supuestos intermediarios del espíritu; los peludos y enanos, que se cubrían casi todo el cuerpo con un saco de harina; y también los Anaquillés,  ídolos o figuras que permanecían fijos en el extremo de una vara y que se articulaban por medio de hilos. Ya fuese en zancos o no, el comportamiento libre de esos diablitos por la ciudad tenía un basamento teatral que evidenciaba las habilidades para el juego y la danza. Lo confirman estos versos publicados en El Faro Industrial de La Habana:9
Pues hoy la gente africana
Corre por toda La Habana
Dando gritos de placer,
Y entona cantos salvajes,
Grita, ríe, hace visajes,
Sin cesar en su correr (…)
Se ve en los zancos elevado
El diablito engalanado
Cual un feo mascarón:
Para él la calle es poco,
Se agita, se vuelve loco
Bramando como un león.
En un ensayo sobre los orígenes del teatro en Cuba, Osvaldo Cano enfatiza que, si bien «el inicio de nuestro teatro se localiza en las procesiones del Corpus y las fiestas del Día de Reyes, también es cierto que esas manifestaciones iniciales corresponden a lo que solemos llamar Teatro Callejero. Ahí está su génesis».10 Se conoce que estas fiestas se celebraban por todo el país, y que la última se realizó en 1880, año en que fue decretada la abolición de la esclavitud.11
Los zancos hoy forman parte de la vida cultural del Centro Histórico de La Habana. Ello se debe al empeño de un grupo de artistas para revitalizar una antigua tradición, una pequeña parte de nuestro patrimonio no tangible, una costumbre que antaño se practicó en África y en la otrora villa de San Cristóbal de La Habana.
1MARTA E. Esquenazi: «Fiestas de antecedente africano», en Fiestas populares tradicionales cubanas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1998.
2Fernando Ortiz: La antigua fiesta afrocubana del Día de Reyes. Departamento de Asuntos Culturales, Ministerio de Relaciones Exteriores, 1960.
3Osvaldo Cano Castillo: «Teatro, calle y sociedad en Cuba colonial», en Una mirada callejera al teatro cubano. Ediciones Matanzas, 2005.
4Virtudes Feliu Herrera: Fiestas y Tradiciones cubanas. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003.
5Xavier Marmier: «Lettres sur l’ Amérique», en La Sociedad Secreta Abakuá narrada por sus adeptos. Ediciones C.R, Colección del Chicherekú, 1969.
6Aurelio Pérez Zamora: «El Día de Reyes en La Habana», en El Abolicionista español, 15 de enero de 1867.
7Ramiro Guerra: Teatralización del folklore y otros ensayos. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1989.
8Ontiano Lorca: «Los diablitos y el día infernal en La Habana», en Prensa de La Habana, 6 de enero de 1859.
9Vicente: El Faro Industrial de La Habana, 6 de enero de 1842, citado por Fernando Ortiz en «La antigua fiesta afrocubana del Día de Reyes», op. cit., p. 51.
10Osvaldo Cano Castillo: op. cit., p. 54.
11Fernando Ortiz: op. cit., p. 50-52.
Roberto Salas San Juan,
dirige el grupo de teatro callejero Gigantería.

LA ENVIDIA CUBANA POR LOS CUBANOS


CARICATURADEFIDEL
 
Por Esteban Fernández

No, no vayan a creerse ustedes que los únicos envidiosos son algunos latinoamericanos por una generación triunfante de cubanos en el exilio -de los cuales les escribí hace unos días- porque hoy les voy a hablar de la envidia de los propios cubanos por aquel éxito de sus compatriotas en Cuba.
No, no fueron mexicanos, ni salvadoreños, ni guatemaltecos, los que al yo salir de Cuba atormentaron a mi madre diciéndoles: “¡Allá en Nueva York está tu hijo Estebita en el medio de una nevada teniendo que montarse de madrugada en el ‘subway’ e ir a sufrir en una fábrica de ventanas de aluminio sin ver la luz del sol!”. Fueron cubanos y encima de eso nacidos en el pueblo que tanto yo quiero y añoro.
Porque no fue la falta de prosperidad en nuestro país la que produjo el fidelismo ni el apoyo a Fidel Castro, sino todo lo contrario. Fueron los acomplejados ante la bonanza económica y el éxito de muchos cubanos el caldo de cultivo del castrismo.
¡Qué alejados estábamos nosotros de imaginar que hasta un niñito encaramado en una bicicleta nueva Niágara un 6 de Enero era promotor de celos callejeros! No sabíamos que el dueño de una empresa, el propietario de una finca, el bodeguero de la esquina y hasta el obrero triunfador y bien remunerado eran odiados en silencio. El hijo de un rico montado en un Chevrolet del 58 levantaba ronchas en la plebe.
Ni por las cabezas nos pasó que al poseer Cuba “una de las CLASES MEDIAS más grandes del mundo” eso fuera, al mismo tiempo, motivo de ORGULLO para unos y de ENFERMIZOS resquemores para otros. No, Fidel Castro no obtuvo el apoyo popular gracias a “sus promesas de mejorar económicamente al país que nos vio nacer”, fue TODO LO CONTRARIO, la sumisión vino de los que se alegraban del mal ajeno al ver destruir a todo el que gozaba de bienestar.
Cada zancada que daba Castro acabando con la prosperidad y la economía en Cuba era aplaudida por los envidiosos. La alegría de los resentidos se desbordaba ante el despojo masivo a quienes junto a sus triunfos personales habían llevado al país de la mano a la cima del éxito.
Y encima de eso al salir los cubanos del país, con tres mudas de ropa, sin un centavo, después de haber sido desposeídos de sus bienes los mal nacidos pregonaban su alegría en las calles, gozaban, se reían y daban alaridos de: “¡Que se vayan los esbirros a pasar frío, hambre y lavar platos en el Norte Revuelto y Brutal!” El tirano vociferaba: “¡No los queremos, no los necesitamos!” y la claque de H.P. coreaba “Paredón para la gusanera!”
Y cada día nos percatábamos de que  la ENVIDIA contra los que habían levantado una gran nación era verdaderamente un cáncer, un mal nacional  y descubrimos que el desdén por todo el que tenía simplemente unos ahorros en el banco estaba incrustado en las mentes de muchísimos compatriotas y a cada paso que dábamos teníamos que escuchar a los que nos señalaban con desprecio diciendo: “¡Mira, esos son los ricachones, los terratenientes, los latifundistas, los explotadores de los obreros cubanos!” aunque personalmente yo no era ninguna de esas cosas.
Los ENVIDIOSOS dentro de Cuba  convirtieron en un “delito” el haber triunfado y haber puesto a Cuba a la cabeza de la América Latina. LA MISERIA DE CUBA PRODUJO REGOCIJO ENTRE TODOS LOS ENVIDIOSOS DE LA PATRIA. Créanme que eso no fue lo que soñó Martí.
Porque vamos de una vez y por todas a decir la verdad: EL HECHO DE QUE CUBA EMPOBRECIDA Y DEPAUPERADA DEJARA DE SER LA REINA  produjo una satisfacción colectiva entre todos los envidiosos desde San Antonio hasta la Punta de Maisí donde se dieron gusto en las hijodeputadas.
Pero, poco a poco, al final de la jornada la verdad se abrió paso, los envidiosos han fracasado (se han cogido los traseros con la puerta) y aquello es la cloaca del mundo porque cuando todos los grandes cerebros de la nación tuvieron que salir del país se hizo notable que los envidiosos además de envidiosos eran unos alcornoques  y unos vagos consuetudinarios que convirtieron en un abrir y cerrar de ojos  lo que era un emporio de riquezas en una gigantesca pocilga.
Y  hoy en día esos envidiosos internos se están comiendo un cable, pidiendo limosnas a los que tanto se alegraron de que fueran barridos del mapa nacional.
Y muchos de esos detritus humanos  -sobre todo sus descendientes adoctrinados- hoy han brincado el charco y están del lado de acá rumiando sus resentimientos y han vuelto a envidiar el triunfo de  aquellos brillantes compatriotas que ayer ellos  les hicieron inventarios en sus casas, intervinieron sus negocios y les gritaron “¡Fuera los gusanos, los lumpen y los vende patria!”
Hoy los mayores envidiosos no son los miembros de otras nacionales quienes ahora se sienten más a gusto -e igualados- con esta nueva camada de “hombres nuevos”, SINO LA MAYORÍA DE LOS PROPIOS CUBANOS RECIÉN LLEGADOS que sin haber padecido su cuota de años trabajados en los Estados Unidos celan y quieren tener una casa al lado del montón de millonarios cubanos en el destierro para después regresar lo antes posible a revolcarse en el estercolero castrista. Hasta aquí mi escrito.
PERO ES JUSTO AÑADIR UNA POSTDATA:
Y es que para decir toda la verdad histórica y no se me quede nada en el tintero debo también aclarar que la envidia se hizo pública y notoria después del triunfo fidelista pero durante el proceso anti batistiano  muchos millonarios, ricos empresarios, hacendados y gente pudiente compraron muchos bonos del 26 de Julio – “sogas para sus pescuezos- y cooperaron muchísimo inicialmente a que se entronizara el castrismo en Cuba hasta que LOS ENVIDIOSOS TAMPOCO A ELLOS LOS PERDONARON y les fueron aplastando los callos sin misericordia.

El habanero Paseo del Prado

Excusas que ofrece un articulo de la revista BOHEMIA, de 18 de diciembre de 2013,respecto de la desaparicion de muchos arboles (laureles) del habanero Paseo del Prado, convertido en un desierto, sin la sombra que brindaban sus frondosas hojas

Por Vivian Bustamante Molina (nacionales@bohemia.co.cu

(18 de diciembre de 2013)Como para que continúe siendo motivo de inspiración de poetas y pintores, el capitalino Paseo del Prado recibe agradecido los trabajos de restauración que realizan brigadas de la  Oficina del Historiador de la Ciudad

Lo que nos parecían acciones separadas y lentas, hoy evidencian un proyecto meticuloso, con un alcance amplio: rehabilitación de redes eléctricas, de luminarias, de pisos y de otro elemento que mucho agradecemos, los laureles; en tanto algunos de estos árboles se secaron o no progresaron por el efecto del inexorable tiempo y los vientos del Norte que no tienen barrera en el Malecón.

Acercándonos al Cantor del Niágara

El último día de diciembre de 1803 nació en la oriental ciudad de Santiago de Cuba el bardo José María Heredia y Heredia, uno de los más destacados poetas del siglo XIX, por la copiosa obra y la calidad de sus composiciones.
Por: Matilde Salas Servando
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17 Oct 2014


(Publicado en 2007)

El último día de diciembre de 1803 nació en la oriental ciudad de Santiago de Cuba el bardo José María Heredia y Heredia, uno de los más destacados poetas del siglo XIX, por la copiosa obra y la calidad de sus composiciones.

Su formación estuvo marcada por la vida y costumbres adquiridas bajo diversos cielos, y la influencia que sobre él ejercieron sus padres, de origen dominicano. A los tres años vivió en la ciudad de Pensacola, en Estados Unidos, luego en La Habana y de ahí pasaron a República Dominicana. El padre fue nombrado oidor de la Audiencia de Caracas y a la edad de nueve años, José María pasó a residir en Venezuela.

Los diversos cambios no impidieron que estudiara con regularidad, pues su progenitor José Francisco Heredia, se encargó de su iniciación humanística, al punto que a los ocho años era capaz de traducir obras del poeta latino Horacio.

Su acercamiento y amor a la poesía se aprecia desde su adolescencia, pues ya en 1816 aparecieron sus primeros poemas manuscritos, cuando estudiaba Gramática Latina en la Universidad caraqueña.

Al regresar a La Habana siguió los pasos de su padre y comenzó a estudiar Leyes, pero simultáneamente actuó en representaciones en Matanzas de su obra “Eduardo IV” y también compuso la tragedia “Moctezuma” y el sainete titulado “El campesino espantado”.

De nuevo Heredia viajó y fue a México, donde reinició los estudios de Leyes, colaboró en publicaciones periódicas y reunió sus composiciones poéticas en dos cuadernos, hasta que al morir el padre, volvió a La Habana, se graduó de bachiller en Leyes y fundó la revista Biblioteca de damas, de corta aparición.

Durante su estancia en Cuba, lo denunciaron en Matanzas por conspirar contra España y ser miembro de los Caballeros Racionales, una rama de la Orden de los Soles y Rayos de Bolívar. El gobierno dictó una orden de prisión contra Heredia, quien embarcó clandestinamente hacia Boston y de ahí fue a varios sitios de Estados Unidos, entre ellos las cataratas del Niágara.

La llamada “Oda al Niágara” merece mención aparte, pues ante la grandiosidad de la naturaleza el poeta quedó gratamente sorprendido. En el libro de visitantes existente en el lugar escribió de un tirón esta obra, ejemplo de su calidad creadora.

De nuevo en México, Heredia ocupó diversos cargos gubernamentales de gran importancia y paralelamente se dedicó a la creación literaria, que dio a conocer en diversas publicaciones periódicas de la época.

Por esos días se desempeñó además como catedrático y conspirador, lo que acompañado de una sobrecarga de trabajo le llevó va a una actitud de gran desaliento, que aumentó con sus serios problemas de salud y la muerte de su hija Julia.

La grave enfermedad de su madre le hizo escribir una carta en abril de 1836 al Capitán General de la Isla de Cuba don Miguel Tacón, en la que se retractaba de sus ideales revolucionarios, pues sabía que sólo así recibiría el permiso para regresar del exilio. Concedida la autorización llegó a La Habana en noviembre de ese año, pero sus antiguos amigos desaprobaron su actitud y rehuyeron su compañía.

Dos meses más tarde, en enero de 1837, volvió a México, pero ya había perdidos influencia política en el lugar y de Ministro de la Audiencia pasó a ser un simple redactor del Diario del Gobierno. También realizó una amplia tarea como traductor de inglés, francés, italiano y latín para compensar sus grandes problemas económicos, hasta su muerte ocurrida en Ciudad México el 7 de mayo de 1839.

Medio siglo después, en Nueva York, José Martí, quien admiró con verdadera pasión a José María Heredia, pronunció un memorable discurso, considerado una de sus piezas oratorias más perfectas, en el que da a conocer su gran conocimiento y devoción por el poeta santiaguero
.

AMAR A LA VIDA

René León


        .....a Maribel

Amar a la vida
es descubrir las cosas bellas de ella;
encontrar el amor en el hálito
y la vida en cada cosa.

Amar la vida
es tener fe en la espera
y saber que en la soledad
tu me acompañas.

Que tu mano firme
aprisiona mi mano
y que no me encuentro sólo
y tu recuerdo me toma del brazo.

Juntos los dos caminamos
por el camino de la vida
y empiezo a aprender
que ya mi vida es corta.

Quiero caminar
para ver si llego a tu lado
soñándote bajo mis parpados
en mi caminar lento y cansino.

Imaginate que camino
despacio...muy despacio
y la luz del día se hace sombras,
para llegar a ti.

Con amor a una bella poetisa Maribel Sarate
Tampa, 11 de agosto de 2005

Vida y costumbres de los negros esclavos y horros en La Habana hasta 1565

Detalles


Basándose en documentos y textos de investigadores de la época, el cronista ofrece una panorámica de la llegada y permanencia de los negros esclavos y horros, así como de las leyes dictadas en relación a éstos.
Ya desde 1518 existían esclavos africanos en Cuba, según refiere Saco, introducidos por algunos vecinos de Santiago de Cuba que lograron licencias para importarlos, en esa fecha, o traídos con anterioridad. 

Aunque el mismo fray Bartolomé de las Casas se juzgó, en su Historia de las Indias, culpable de la introducción de esclavos africanos en el Nuevo Mundo, llegando a escribir: «Este aviso que se diese licencia para traer esclavos negros a estas tierras dio el primero el clérigo Casas, no advirtiendo la injusticia con que los portugueses los toman y hacen esclavos, el cual después cuando cayó en ello, no lo diera por todo el oro del mundo», ya José Antonio Saco en su Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo, con los documentos que tuvo a su alcance, exculpó a las Casas, demostrando que no fue éste, aunque él mismo así lo creyera, el introductor de esclavos negros en tierra de América. Y José María Chacón y Calvo, en suCedulario Cubano, ha probado documentalmente la existencia, ya en 1503, de negros esclavos en el Nuevo Mundo, ofreciendo copia fotográfica de la Real Cédula a Fr. Nicolás de Ovando, fechada en Zaragoza, el 29 de marzo de 1503, en la cual se dice: «12–en quanto a lo de los negros esclavos que dezis que no se embien alla porque los que alla auia se han huydo en esto nos mandaremos se faga como lo dezis». Agrega Chacón y Calvo que hay también constancia oficial de que ya en 1510 «se practicaba y se recomendaba de una manera clara y terminante, la sustitución de los indios por esclavos africanos, fundándose en la superioridad física de estos últimos». El documento en que se basa Chacón y Calvo para hacer esta afirmación es la Real Provisión a los Oficiales de Sevilla sobre el envío de esclavos negros a América, de fecha 22 de enero de 1510, citada por Saco en su referida obra, y que Chacón publica por vez primera y reproduce fotográficamente, también, en su Cedulario: «…y porque agora me an escrito nuestros oficiales que alla rresiden que en las dichas minas se han comenzado a fallar guena quantidad de oro gracias a nuestro Señor y que los dichos qincuenta esclavos son alla muy necesarios para ronper las peñas donde el dicho oro se alla porque los indios diz que son muy flacos e de poca fuerza por ende yo vos mando que luego pongays toda la diligencia en buscar los dichos qincuenta esclavos que sean los mayores y mas rrecios que podierdes aver y los enbieys a la dicha ysla Española…»
A esta flaqueza y poca fuerza de los indios, por una parte, y a la inseguridad que a los encomenderos ofrecía la concesión de encomiendas, por otra, así como a las campanas de Las Casas en favor de la libertad de los indios y a la rápida extinción de éstos por el trato cruel y abusivo y la ruda explotación de que fueron víctimas, se debió el incremento que bien pronto alcanzaron en el Nuevo Mundo la trata y la esclavitud negras, que ya existía esta última desde años atrás, en España. Y los colonizadores españoles tuvieron desde entonces otros pobres seres, no considerados como humanos, que trabajaron por ellos y para ellos. Pero, además de esta necesidad para e1 trabajo, favoreció también la importación de africanos, el constituir ese comercio de esclavos uno de los mas lucrativos negocios que en aquellos tiempos se realizaban en el Nuevo Mundo y una no despreciable fuente de ingresos para las Arcas Reales. 
Ya desde 1518 existían esclavos africanos en Cuba, según refiere Saco, introducidos por algunos vecinos de Santiago de Cuba que lograron licencias para importarlos, en esa fecha, o traídos con anterioridad. Y en 1518, también, al partir Cortés para la conquista de México, llevó algunos negros de esta isla. Fernando Ortiz en su obra Los negros esclavosrecoge estas noticias y otras más sobre los inicios de la introducción de esc1avos africanos en esta isla. Así, Labra refiere que en 1523 fueron traídos de Santo Domingo, 300 esclavos; en 1526 dos genoveses importaron de Cabo Verde, 145, con licencia únicamente para 80, «lo que originó escandalosa controversia entre los tratantes, el Ayuntamiento de Santiago y la iglesia, a cuyo asilo se ampararon los negros, y cuyo asilo fue violado»; en 1527 dio el rey la orden de llevar a Cuba 1.000 esclavos; en 1534, según carta de Gonzalo de Guzmán, gobernador de Santiago de Cuba, al emperador, ya existían en Cuba unos 1.000 negros. 
Pero, como dice Ortiz, «la esclavitud negra no fue en Cuba tan extensa en los primeros años de la conquista como en otros países americanos». La mayor parte de las licencias reales que se daban, lo eran para la introducción de esclavos domésticos, en pequeñas cantidades. Ortiz encuentra las causas de esta lentitud en la introducción de esclavos africanos en Cuba, a «la competencia de los intereses de la isla Española, la cual, aun siendo de menor extensión y de posición geográfica menos trascendente fue objeto de más cuidadosa colonización, sin duda por los mayores intereses allí creados a raíz del descubrimiento»; y además a que antes de sentirse en Cuba «la necesidad económica de las colonias agrarias, se pasó por una época de colonización minera a la cual sucumbieron preferentemente los indígenas».
Fue necesario que la industria azucarera arraigase en Cuba, y creciese el cultivo del café y el tabaco, para que la forzosa demanda de brazos diese incremento a la introducción de los esclavos africanos. 
Ahora veremos cómo se refleja el problema de la esclavitud a través de los acuerdos y disposiciones del Cabildo habanero de 1550 en adelante. Además, cuando el asalto de La Habana por Jacques de Sores, en 1555, negros y negras toman parte importante en la defensa de la población, ya peleando junto a Lobera en La Fuerza, ya acompañando al gobernador Pérez de Angulo en el desgraciado ataque nocturno que éste llevó a cabo contra Sores. 
No es posible precisar el número de esclavos existentes en La Habana durante la época de 1550 a 1565. Pero podemos ofrecer un cálculo aproximado, basándonos en las cifras que dan el Cabildo de la villa y el gobernador Mazariegos en lasRelaciones enviadas a la Corona en 1555, refiriéndole los detalles del asalto y toma de La Habana por el pirata francés Jacques de Sores. En efecto, en la Relación del Cabildo aparece que después de refugiarse Mazariegos en el pueblo indio de Guanabacoa, logró reunir desde el jueves 11 de julio al sábado 13, 220 negros, aunque el gobernador sólo dice que eran «más de cien», sin que se especifique ni en una ni en otra de dichas Relaciones si eran negros esclavos y horros, o solamente de los primeros. 
En cuanto a los negros horros, Irene A. Wright, basándose en documentos del Archivo de Indias, afirma que «eran ellos una proporción tan considerable de la población total de la villa, que la Corona fue advertida varias veces de que los cuarenta que en La Habana antes de 1568 habían comprado la libertad («con lo que habrán hurtado a sus amos») constituían una molestia («serán ocasión de muchos males e inconvenientes»), y que debían ser por consiguiente deportados a la Florida». Indica la referida historiadora que uno de los argumentos de mayor peso para que fueran trasladados era que las chozas que vivían, a causa de sus materiales se quemaban fácilmente». Numerosas son las disposiciones que encontramos en los Libros de Cabildos acerca de los negros esclavos. 
Con motivo de los muchos desordenes que se promovían entre los esclavos, se les prohibió beber vino y traer armas «ofensivas ni defensivas ni cochillos ni las tengan en sus buhios ni estancias sino fuere machetes que los tengan en sus buhios y estancias porque son necesarios para su labor», castigándoseles por la tenencia de armas con 200 azotes y 10 días de cárcel, y si con motivo de riñas entre sí «metieren mano a armas», además de las penas dichas «le sea enclavada la mano derecha»; y los taberneros o cualquier otra persona que vendiese o diese vino a algún negro, sufriría 20 días de prisión en el cepo de la cárcel pública; todo ello según consta del acto de 22 de agosto de 1550. 
Al fijar el Cabildo, en 27 de febrero de 1551, los precios de venta de diversos comestibles, se dispuso que la pena correspondiente a los negros infractores de esa disposición fuese «de 300 azotes atado a la picota e que se tome por perdido lo que así vendiere e se aplica para los pobres del hospital desta villa».
Con idéntica pena se castigó (junio 19) a los negros y negras «de los que andan a Jornal y se alquilan», que se dedicasen a vender cangrejos, naranjas, plátanos, jaguas, jobos, uvas y otras frutas, porque «sus amos son dañificados porque se hacen holgazanes», y, además, porque a causa de dedicarse a esas ventas, «no se hallan jornaleros para edificios que convienen en esta villa».
Era frecuente, según parece, el hurto por indios y negros «e aun españoles», de canoas y caballos de carga, con grave perjuicio de sus dueños, y para remediar este mal se acordó en cabildo de 29 de enero de 1552 castigar a los que cometiesen esos hurtos, si era español en multa de doce pesos de oro, y si esclavo o indio, además de quedar obligado a pagar el daño a su dueño se le condenaba, por la primera vez a 200 azotes, y por la segunda, «demas de los azotes les sea cortadas la oreja».
En 9 de enero de 1553 se acordó poner remedio a los escándalos o insultos que ocasionaban los negros al emborracharse en las casas de trato y de comer y beber vino que tenían algunas negras en la villa. También en 28 de enero de 1554 se prohibió a los negros o negras tener bohíos propios, obligándoseles a vivir en las casas de sus amos, pues en aquéllos se congregaban muchos negros juntos, y aun españoles, y se cometían diversos delitos, prohibiéndoles, además, la venta de mercadurías, a no ser por cuenta de sus amos, so pena de cien azotes. A los negros e indios que vendiesen a ojo, y no al precio señalado por el Cabildo, la carne de puerco que monteasen, serían castigados (julio 5, 1555) en 3 ducados, y si no tuviesen con qué pagar dicha pena «le den cincuenta azotes por las calles publicas desta villa con la carne en el pescuezo». En ocho de febrero de 1556 se les prohibió, tanto a los esclavos como a los horros, vender casabi, bajo pena de cien azotes, si fuese esclavo, y 10 pesos de oro, si libre, pues algunos hurtaban el casabi a sus amos para venderlo «diciendo que es suyo».
La prohibición, que ya hemos visto, de vender vino los negros y negras, fue ratificada en cabildos de 22 de agosto y 9 de octubre de 1565, pero haciéndose la excepción en favor de aquellas «negras libres que de antigua costumbre lo suelen vender», especificándose en el último de dichos cabildos que las negras horras que lícitamente pueden vender vino son Catalina Rodríguez, Juana García, Angelina Martín, y también «Diego negro», «los cuales son personas que continuamente han vendido vino e han tenido toda fieldad en ello».
La última de las prohibiciones que encontramos es la de 10 de diciembre de 1565, de carácter general para todos los habitantes de la villa y referente a abrir caminos o veredas que saliesen a la playa y mar y a la Chorrera, pues solo se permitía el transito por la propia playa, todo ello como medida de defensa contra las invasiones piráticas. La pena a que se castigaba a los negros infractores de esta disposición, fuesen esclavos, libres o mulatos, era la de ser desjarretado de un pie. 
En el cabildo de 31 de octubre de 1550 encontramos muy interesantes datos sobre el precio a que se vendían los esclavos negros en aquella época, pues al tratarse de la necesidad de éstos para las obras en proyecto de la iglesia de la villa, se acordó la compra de ocho negros, calculándose que bastaría para esa adquisición con los «casi setecientos pesos» que tenía la Iglesia, de mandas hechas por los alcaldes, regidores y vecinos vemos frecuentes concesiones de estas mercedes a través de las Actas Capitulares de este período. También podían los negros horros poseer esclavos, pues en un repartimiento hecho en 8 de marzo de 1553 para obras de defensa aparece que «Inés la horra» ofreció «un negro con su herramienta».
La protesta de los vecinos de la villa contra los negros horros que en ella vivían, según ya anticipamos, se refleja en las Actas Capitulares. En cabildo de 23 de abril de 1557, el procurador Ambrosio Hernández pidió se echasen las negras horras de la villa «porque son perjudiciales a la república», acordándose abrir información sobre el particular. No vuelve a hablarse del asunto hasta el cabildo de 26 de noviembre de 1565, en que se da cuenta de un pleito promovido por el procurador Alonso de Rojas contra las negras y negros horros, y el cual parece fue fallado en contra del mismo y se encontraba en apelación ante Su Majestad en la Real Audiencia de Santo Domingo, acordando el Cabildo, presidido por el gobernador García Osorio, dar poder al licenciado Alonso Esteves, fiscal por Su Majestad en aquella Audiencia, y a Alonso de Torre, vecino de Santo Domingo, para que pidiesen y demandasen «que la dicha sentencia sea revocada y que las dichas negras e negros horros sean castigados hechados e desterrados desta villa e Ysla».

Las Canales de Padules, un paraje natural

del interior de la provincia de Almería.

Este espacio del interior de la provincia de Almería empezara a despertar interés más allá de su entorno, en un extremo de la

Alpujarra.

Que el nombre de Padules signifique pequeñas lagunas ya da una idea de lo que uno se va a encontrar en este recorrido en el que habrá que embarcarse para llegar a la bonita garganta que surge en la roca formada por la erosión del río Andarax. El camino requiere descalzarse, meterse en el agua con calzado adecuado y andar río arriba por este abrupto relieve donde se han creado unas perfectas pozas naturales para pasar un día en pleno contacto con la naturaleza.

Bibal-las-canales
Nada más cruzar el pueblo, aparecen los carteles informativos de las Canales y Los Canjorros. Desde aquí el camino desciende hacia el río y remontándolo se llega a este mágico lugar donde el Andarax pasa entre dos paredes verticales de roca, formando un remanso de agua fría y cristalina donde en verano es tradición ir a bañarse.
Bibal-las-canales

Partagás, Real Fábrica de Tabacos (II)

Por:

Etiqueta de A. de Villar y Villar,1880. Colección de A. Saarony 01
Etiqueta de A. de Villar y Villar,1880. Colección de A. Saarony

La casa No. 174 debió haber sido construida en la primera mitad del siglo XIX, pues en 1850 ya consta en el Registro de la Propiedad que pertenecía a José Manuel Larrañaga quien la vendió en ese mismo año a Manuel Abreu Montes de Oca. Era entonces de mampostería y tejas, y vuelve a ser vendida en 1856 a Eduarda Abreu y en 1858 a Luis de la Fuente. Este señor, en 1872 y por 18 000 pesos oro español, la vendió a Alejandro Villar y Villar quien instaló en el inmueble su fábrica de tabacos A. de Villar y Villar, por lo que fue el primer establecimiento de envergadura dedicado a este tipo de producción en el número 174, antes 162, de la calle Industria.
Alejandro de Villar y Villar había fundado su fábrica en 1840, en la calle Ánimas No. 102, la cual trasladó a este inmueble entre 1872 y 1873. Producía las marcas A. de Villar y Villar, Pock Club, Viriato y Jorge Juan. Cuando la compró el trust norteamericano Havana Comercial Co., la producción se trasladó a Estados Unidos.


Ramon Cifuentes. Litografia 02
Ramon Cifuentes. Litografia

En 1878, al fallecimiento de Alejandro Villar y Villar heredaron la propiedad sus hijas, quedando al final como dueña absoluta María del Villar y Barquimero quien empeñó en reiteradas ocasiones la casa en pago a deudas contraídas y, por los asientos en el Registro de la Propiedad, no fueron pocas las hipotecas en los primeros años del siglo XX, de lo que se infiere que el negocio del tabaco no fructificó como en tiempos de su padre. Dado el uso que Villar le había dado al inmueble, fue fácil arrendarlo a compañías dedicadas al ramo. Así, en 1902, aparece ocupando el edificio la fábrica de tabacos del trust Habana Comercial Co. y en 1904 la sociedad Cifuentes, Fernández y Cía., dedicada al mismo giro.
En 1906, Cifuentes, Fernández y Cía. compró finalmente el inmueble en 68 000 pesos oro español. Hasta esa fecha se describía como una casa de planta baja, con entresuelos, piso principal y habitaciones en la azotea; de mampostería, cantería y azotea. Presumiblemente, fue esta la imagen que adquirió en la segunda mitad del siglo XIX, junto a las adaptaciones que debió realizarle Alejandro Villar para su fábrica de tabacos. Pero es la sociedad de Cifuentes, Fernández y Cía. quien realiza la mayor ampliación del edificio. En 1907 solicitó licencia a la Alcaldía Municipal para realizar obras en el inmueble: construir un segundo piso donde se hallaban las habitaciones de la azotea, o sea, un tercer nivel, y reforzar las columnas y apoyos en el principal o primer piso y planta baja. Los materiales utilizados serían ladrillo, cantería y columnas de hierro para el interior y cantería para la fachada. Las obras correrían a cargo del arquitecto Alberto de Castro. En marzo de 1908 se concede el Habitable, siendo entonces inscrito el edificio con la siguiente descripción: “Casa construida de planta baja, principal, primer piso y segundo piso y toda ella de mampostería, cantería y azotea”.


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Imagen de la fábrica en 1917

En febrero de 1916 la sociedad Cifuentes, Fernández y Compañía se disolvió, adjudicándose los bienes entre los distintos socios, y correspondiéndole a Ramón Cifuentes Llano y Francisco Pego y Pita, entre otros bienes, la casa Industria No. 174. Días después, estos señores constituyeron una nueva sociedad mercantil de carácter colectivo: Cifuentes, Pego y Compañía, a la que aportaron la finca de este número.
Aunque la compañía poseía varios talleres en diferentes locales, este fue siempre el edificio principal para la producción y comercialización de tabacos y cigarros. En 1917 poseía ocho máquinas de hacer cigarrillos pegados y engomados, otra de cigarrillos corrientes, dos para colocarlos en los paquetes y una para emboquillarlos con corcho, y otras que preparaban los paquetes para prensar la picadura, todas de último modelo.


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Galera de Partagás,1917

En la década de 1930 estaban instaladas en la planta baja de este inmueble las oficinas de la compañía Partagás, y los tres pisos altos estaban dedicados a depósito de materiales y envases, además de la elaboración del tabaco.
En 1941, ya fallecidos Francisco Pego Pita y Ramón Cifuentes Llano, los herederos del primero se separaron de la sociedad, que entonces cambió su denominación por Cifuentes y Compañía, y quedó solamente constituida por los herederos de Ramón Cifuentes Llano.
Un informe del archivo de Amillaramiento de 1947 expone la distribución y uso de sus cuatro niveles: la planta baja estaba constituida por una gran nave, dispuesta por paredes transversales de cantería que formaban un zaguán, un salón de exhibición y las oficinas; al fondo se hallaban el almacén de tabaco y la nevera de refrigeración para la conservación del mismo. La primera planta estaba destinada a fileteo y departamento de depósito para embarque, con una imprenta para las anillas de tabaco y matadura de sellos, accionada por un motor eléctrico de 1 ½ H.P.; también el departamento de tripa y un refrigerador. La tercera planta estaba destinada a tabaquería y mesas de escogedores, con un salón para la venta de refrescos y fiambre para los trabajadores. En la cuarta planta se hallaba la galera y tabaquería con cabida para 400 obreros, con sus respectivos bancos de trabajo.


Departamento de anillas y celofanes, década de 1940 05
Departamento de anillas y celofanes, década de 1940


La fábrica contaba además con una clínica que prestaba un servicio completo a sus empleados, recomendando el tratamiento adecuado y facilitando los medicamentos necesarios. Periódicamente se realizaba una eficiente labor profiláctica reconociendo a todo el personal para prevenir o curar males incipientes. Todos estos servicios eran completamente gratis.

La inmigración canaria a Cuba (Tercera Parte)



Los Conjuros:
Los conjuros fueron muy utilizados por los isleños y sus descendientes para alejar o impedir riesgos o daños, exorcizar o pedir con insistencia que no sucediera algo no deseado. Son imprecaciones que acompañan a ciertas acciones para intervenir en los procesos de los fenómenos naturales. Se encontraron simples frases y también rimados.
• San Alejo, aléjalo. (Esto se decía cuando venía una tormenta o se ponía una nube muy negra indicando la lluvia.)
• Por las patas del gato, si te “aciscas” te mato.
• Se ponía a las primerizas de “nalgas” para las nubes y se hacían cruces de ceniza. (Para evitar la lluvia).

(1)
Para que no muerda un animal fiero:
Detente animal feroz,
hinca tu rodilla en pie
mira que Cristo nació
antes que naciera usted.
(2)
Para que una joven no se quedara soltera:
OH, San Antonio bendito
oye mi canción sincera
ampárala del Demonio
y no la dejes soltera.
(3)
Para espantar brujas:
Monte Mayor
conquista mi casa
y todo el alrededor
de mala bruja hechicera
y del hombre malhechor
mala bruja hosca, tosca
Dios nos libre de vosotras
Dios nos dé tal compañía
en el portal de Belén
todos digamos amén
el hombre se ajuma con incienso
y el niño con la ruda
anda, vete mala bruja
Padre, Hijo y Espíritu Santo
Amén.
Las paremias y las creencias tradicionales sufren mezclas y transformaciones y se hace muy difícil determinar si son o no canarios, pues solamente se tiene la constancia de que son referidos por descendientes de nativos que lo escucharon por boca de sus antepasados.
Ejemplo lo tenemos en el conjuro para espantar brujas que es propio de los nativos de canarias, el resto no se puede determinar su procedencia por haber llegado a la actualidad a través de la oralidad.
Rezos: Decir oraciones a los santos verbalmente con un fin determinado, principalmente para solucionar problemas de salud o a los problemas que el ser humano se enfrenta en la vida cotidiana. Ejemplo de ello es la oración a Santa Cruz de Tenerife.
Ensalmos: Era el modo supersticioso de curar enfermedades con palabras mágicas, solamente conocidas por los practicantes y medicinas tradicionales como las yerbas y otras sustancias conocidas con prontitud y modo desconocido.
Para cortar la seca:
1-Si eres culebra hembra, te corto rabo y cabeza.
2-Si eres culebra macho, te corto cabeza y rabo.
“Se dice tres veces con el pie colocado encima de ceniza caliente). Se ponía el pie enfermo encima de la ceniza y comenzaba a cortarse la erisipela con un cuchillo que se pasaba alrededor del mismo, se comienza por la derecha con la número 1, se llega hasta donde se comenzó y se retrocede, se levanta el pie, se hace la cruz y se dice la oración número 2. Se levanta el pie y se coloca en cruz sobre la huella del otro, se repite la operación tres veces. Se coge un poquito de ceniza con los dedos y se pone en el lugar de la seca en forma de cruz, la ceniza debe estar caliente. Si la seca es en el pie derecho se hace en el contrario y viceversa”.
Irma Hernández Reyes, nieta de canario.

Arte culinario:
Las comidas y bebidas típicas de Gibara tienen vínculo estrecho con la inmigración, fundamentalmente española y en ellas incidieron también los canarios. Fueron magníficos cultivadores de la tierra de la que extraían todas las viandas, verduras y hortalizas que consumían, patios, huertos y pequeñas estancias las dedicaban al cultivo y crianza de animales domésticos, parte indispensable también en su alimentación, de la comida isleña se conoce:
Papa fundida: Se hervía la papa en rodajas poniéndola luego a secar, se freían en manteca o aceite bien caliente.
Garbanzos: Conocido y muy apreciado por los isleños en todas sus variantes: Potajes, sopas, cocidos.
Las habichuelas: Muy utilizadas por la cocina canaria en potajes, se les adicionaban viandas, especias, tocino y carnes saladas o fritas.
Morcillas de cerdo: se les agregaba gofio, queso rayado y especias, se colgaban y se ahumaban. A la papa hervida se le adicionaba queso y aceite. Se comía mucha fruta, del melón de agua se aprovechaba fundamentalmente el corazón, también preparaba mucha ensalada de bacalao con aceitunas, que se comía con viandas (ñames, malangas y plátanos).
Arroz isleño: Se cocinaba carne de cerdo, vaca u ovejo, cortada en pedazos pequeños, se freía plátano maduro en rueditas y luego se realizaba un revoltijo de huevos, la cantidad a gusto, mi abuela echaba de 8 a 10 huevos. Se hacía una buena salsa y se ligaban la carne, el plátano frito y el revoltijo de huevo. Aparte se hacía el arroz blanco, al estar tibio este último se ligaba muy bien a todo lo anterior
Mojo: Se hacía una mezcla con Pimentón, vinagre, aceite, especias como el ajo (este último bien macerado) con el objetivo de acompañar las comidas como el arroz con frijoles, la yuca y otras viandas.
Chorizo isleño: El gordo de cerdo y la carne se molían bien y se le agregaba pimentón y especias como el ajo, luego se introducía en las tripas del cerdo las que primeramente eran lavadas muy bien. Se ponían encima de una estufa para que se curaran. Podían comerse hasta crudas.

Permanencia de las tradiciones en las nuevas generaciones:
La inmigración canaria hacia tierras gibareñas, ocurrida en el siglo XIX y principios del XX fue la más cuantiosa, a pesar de no ser la más significativa en los aspectos económico y social, si fue determinante su participación en cuanto a lo cultural se refiere. El trabajo de la tierra y la crianza de animales para la alimentación de la familia ha quedado por siempre como muestra en un poblado donde el elemento económico fundamental de subsistencia lo constituye hoy la agricultura. En la comida del gibareño actual es frecuente encontrar el ajiaco y potaje como plato principal en el almuerzo, acompañado de abundante vianda y huevos.
La Literatura de trasmisión oral en el poblado proveniente de los canarios es la más abundante que se pueda haber recogido en el Atlas de la cultura gibareña, las narraciones como los cuentos jocosos y de brujas, los agorismos prevalecen hoy como símbolo de una cultura que se fusiona para conformar nuestra propia identidad. El gibareño es alegre, dicharachero, ocurrente como los canarios que vinieron a estas tierras, mantiene los refranes aprendidos, la tradición de silbar así como las supersticiones que nos legaron.
Los canarios utilizaron la medicina verde como forma de curación de enfermedades benignas y sin grandes complicaciones como lo eran el dolor de cabeza, los parásitos, los granos de la piel entre otras, quizás unas por desconocimiento y otras por la carencia de recursos en etapas económicamente difíciles, las generaciones actuales de gibareños por tradición ancestral la utilizan para estas y otras enfermedades.

Consideraciones finales
• En las fuentes escritas revisadas se pudieron constatar 937 canarios, siendo la cifra más considerable de inmigrantes españoles asentados en el territorio gibareño.
• La inmigración canaria en Gibara ocurre fundamentalmente en el siglo XIX con 801 inmigrantes recogidos. Se tuvo en cuenta los períodos: 1820- 1860 una cifra de 211 y de 1861 - 1899 un total de 590 inmigrantes.
• Las dos guerras sucedidas en Cuba en el siglo XIX no interrumpen el proceso migratorio canario en Gibara, es esta etapa la de mayor afluencia de isleños.
• Los canarios en Gibara desempeñaron diversas funciones laborales, destacándose en primer orden el trabajo agrícola con 154 campesinos. Una limitante que se tuvo fue no conocer la profesión de 678 canarios.
• La cultura popular canaria estuvo presente en el territorio a través de diversas manifestaciones como Música, Pintura, Artesanía y la Literatura de trasmisión oral, entre otras.
• Los canarios legaron esta cultura a sus descendientes a través de la forma oral, siendo los mismos seguidores y trasmisores de ellas.
• El aporte de los inmigrantes canarios en cuanto a hábitos alimentarios y al trabajo de la tierra ha sido significativo y ha repercutido en la población actual del municipio.


Bibliografía
1. Abreu Cardet, José Miguel. “Gibara. Las muchas visiones sobre un puerto”
2. Bello, Alberto Alfonso – Pérez Díaz, Juan. “Cuba en España”, Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1990.
3. Carballo de la Rosa, Antonio. “Trotando por el mundo”. Holguín, Oriente. 1956.
4. _______________________. “Canto a Gibara”. Libro # 8 (1985)
5. García Medina, Ramiro Manuel. Cuba: Sueño Canario. Historia de una emigración. Investigación histórica. Editorial Acana. Camagüey. 2002.
6. Guanche Pérez, Jesús. “España en la sabia de Cuba”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1999.
7. Hernández Medina, María – Doimeadiós Cuenca, Enrique. Investigación bibliográfica sobre la Guerra de los 10 años. Gibara, 1990 (inédito).
8. Leyva Aguilera, Herminio C. “Gibara y su jurisdicción”. Gibara. 1894.
9. Medina Caballero, Nora “La Música en Gibara. 1817 – 1990”. Gibara, 1997 (inédito).
10. Monje Muley, Servando (obra póstuma de) 1921-1952. “Españoles en Cuba. 1953”
11. Ortiz, Fernando “Entre Cubanos”. Editorial Ciencias Sociales. Habana, 1987.
12. Pérez Rodríguez, Carmen Luisa “Literatura de trasmisión Oral en Gibara”. Gibara, 1987.
8. Verdecia, Robustiano “Tradiciones gibareñas”. Gibara, 1953.
9. Región e Identidad. Vega Suñol José. Ediciones Holguín.
10. Debates americanos. N o 12. La Habana. Enero- Diciembre 2002. Revista semestral de Estudios Históricos y socioculturales. La república de Cuba : Proyectos y realidades.
16. Colectivo de autores. “Problemas 4”. Selección de Enriqueta Ubieta Gómez. Editorial Academia. La Habana 1994.
17 .Boletín informativo # 2. Jibá “Apuntes para una Historia de Gibara” Museo de Ambiente Cubano. Gibara, 1982.

Fuentes Orales:
1. Bauzá Rodríguez, Nelsa de las Nieves (73 años).Gibara. Hija de canaria.
2. Brito González, Juana. (63 años). Gibara. Hija de canario.
3. Brito y Malledo, María Dolores. Santa Cruz de Tenerife. (Residente en canaria)
4. Caballero, Juan, (fallecido), (Atlas de la Cultura).
5. Catalá Maldonado, Luis. Calle D. Mármol Gibara. (conocedor de la obra de León Hernández, pintor canario)
6. Carballo Vives, Silvia (70 años), La Habana. Hija de canario.
7. Carballo Vives, Jorge (64 años). Gibara. Hijo de canario.
8. Carballo de la Rosa, Antonio. Canario.(Atlas de la Cultura Popular Tradicional)
9. Castellanos Rodríguez, Nilda del Pilar. Edad 78 años. Gibara. Hija de canaria.
10. Cuesta Mora, Lourdes de los Ángeles (80 años). E.E.U.U. Nieta de canarios.
11. Cruz Rodríguez, Gilberto. (62 años). Velasco. Nieto de canario.
12. Doimeadiós Cuenca, Enrique. (54 años). Iberia. Historiador de Gibara.
13. Ferreiro Torres, Cristobalina. (62 años). Gibara, Hija de canario
14. García Proenza, María Josefa. ( 88 años). El Caliche. Nieta de canarios.
15. Galindo Ramírez, Juan Hilario. (76 años). Holguín. Hijo de canarios.
16. García Proenza, Javier. (78 años). El Caliche. Nieto de canarios.
17. Gómez Garrido, Carlos 41 años, Gibara. Nieto de canario.
18. Hernández Reyes, Irma. (60 años). Gibara. Nieta de canario.
19. Lemus Nicolau, Carmen. (59 años) .Gibara. Nieta de canario.
20. Lemus Nicolau, Antonio (64 años). Gibara. Nieto de canario.
21. Machín Roche, Alina. (77 años). La Sirena. Floro Pérez.
22. Mayo León, Carmen. ( 72 años) Gibara. Nieta de canaria.
23. Martínez Alemán, Carmen. (74 años). Gibara. Nieta de canario.
24. Mendoza Méndez, Manuel. (38 años). La Habana. Nieto de Canarios.
25. Morales Rodríguez, Arminda. (72 años). Gibara. Nieta de canaria.
26. Sánchez González, Ana (63 años). Gibara
27. Pérez García, George (90 años). El Caliche. Gibara
28. Pérez García, Servando (83 años). Nieto de canario
29. Roldán Hernández Isabel. 47 años. Calle Independencia. Gibara. Nieta de Canario.

Citas
1. Monge Muley. Servando. “Españoles en Cuba. P-63.
2. Monge Muley. Servando. “Españoles en Cuba. P-63.
3. Monge Muley. Servando. “Españoles en Cuba. P-63.
4. Protocolo Notarial Nº 7. Año 1860. P-14.
5. Protocolo Notarial Nº 7. Año 1860 P- 22
6. Protocolo Notarial Nº 7. Año 1860 P- 23
7. Revista Signos. Artículo Refranes y proverbios. P- 12

lunes, 14 de marzo de 2016

Bienvenidos a Pensamiento



Hablemos del Amor en el Día de los Enamorados

Escribo Versos

Alexandra Witt (†)

Escribo versos que brotan del alma.
Escribo versos que son simples,
sencillos como la vida,
sencillos como mis pensamientos.

El contenido de mis poemas
es para aquel que tiene el corazón sencillo,
para aquel que de ilusiones vive,
para aquel que sueña, como yo, en un mundo
sin guerras, en un mundo de paz.

Escribo versos, versos que tratan de expresar
la alegría del joven ante la vida,
de apagar el dolor que siente el alma
ante la pérdida del ser amado.

En pocas palabras, escribo versos para ti,
para que al leerlos,
para que al escucharlos, puedas, por un instante,
viajar conmigo a un mundo de ilusiones,
para que por un instante,
puedas perderte en un mundo de ensueños.


Pasión

Diana Aradas Blanco

Si el terco sol vence a la nube, fuerza
y ansias de salir y brillar tan pleno,
sea el sol quien así mi piel encienda.

Si la flor que del asfalto asoma, indefensa,
vía hallará en que causar su empeño,
sea la flor quien así mi piel florezca.

Si el mar su ola, en batalla a rocas golpea
y sale a la victoria afirmando en su deseo,
sea el mar quien así en mi piel se encrespa.

Cuerpos: si el silencio débil del pecho llena
de sol, de flor, de mar, el mudo eco,
gritad que mi nube o piedra o cemento os crean.


Perfume

Luz Salazar de Echeverri (†)

Tu delicado perfume me despierta,
recorre uno a uno mis sentidos;
ese aroma de flores que esparce en la estancia
la llena de colores y fragancia.
Muy cerca de mi oído
con tus dulces palabras,
haces vibrar mi cuerpo
y conmoverse mi alma.
Tu perfume me encanta,
me sublima, me turba
y con tus tiernas manos,
lo has dejado en mi casa.
Tu aroma poco a poco
ha llegado a mi cuerpo
y nueva vida ha dado
a mi ser, a mi alma
Gracias por tu perfume,
que me ha hecho renacer
y vivir nuevamente
un bello amanecer.


Allí Donde La Flor

Hilda Norma Vale

Allí donde la flor cedió su altura
al obstinado cardo y al olvido,
no quiero renegar de lo vivido
ni lo quiero evocar con amargura.

Si aprobé del amor la asignatura
y disfruté el idilio compartido,
fue porque no pensé en haber medido
del cariño del otro, la estatura.

Así viví y así forme mi entorno,
haciendo de la senda una planicie.
Mucho brindé y es poco lo que pido.

Ya no espero ni premio ni retorno.
Para qué exigir tanta superficie,
si todo cabe en un pequeño nido.


VOLVERAS

        ……….A los cubanos que visitan
nuestra Patria

Emilio J. León (†)

Volverás
Como vuelven las olas
al seno de la mar…

Volverás
a la tierra soñada
con el temor alegre
que te impulsa a viajar…

Observarás las cosas
con pupilas lejanas
y te dirán entonces
que ya nada es igual…

Tu corazón herido
por el cruel desengaño
te gritará que partas
sin mirar hacia atrás;
pero fundida tu alma
al pasado ya muerto
te implorará que vuelvas
como vuelven las olas
al seno de la mar…
como vuelven las olas
al seno de la mar…

TOCAR TU VOZ

René  León

…a Magdalena

Fue mi primera novia, y la que siempre he llevado en mi corazón.
 Viejo estoy pero su recuerdo es perenne en mí. Ella 15 años y yo de 16 años, cuando ella salía del colegio de monjas, la tía nos dejaba hablar, y cogidos de la mano demoramos
siempre la llegada a su casa. Su padre decía que ella era muy joven. Pero nuestro amor crecía día a día. Por mi cabeza joven cruzaban muchas ideas, de cómo estar juntos. Pero el Destino nos hace jugadas muy malas.
Una tarde entró en su casa después que salió del colegio, nos dijimos adiós. Su tía siempre después que ella se bañaba le preparaba una leche malteada. Magdalena tenía la costumbre de sentarse en el balcón de la casa a coger fresco. La tía la llamó varias veces, y al no responder la fue a ver. Se había quedado muerta, parecía que estaba durmiendo. Sus ojos azules como nuestro mar, los tenía abierto, y en su pecho tenía una foto que nos tiraron en el Malecón de La Habana.
Me volví loco, no sabía qué hacer, deseaba morir, mi hermana y mi madre, me decían que lo tomara con calma. Que calma puede uno tener a los 16 años.
En mis años de prisión en Cuba, en aquella isla del Infierno de Dante, su recuerdo  estaba presente, día a día. Oía su voz melodiosa. Veía sus grandes ojos azules. Su sonrisa sutil, me quedaba dormido en mi celda con el recuerdo de ella.
Y yo viejo y sólo ahora, con el  recuerdos de aquellos momentos feliz,  los que me trajeron
felicidad. Los otros los he olvidado. Pero nunca me olvidaré de ella. Y para más desgracia muchos años después, Alexandra, llena de vida, muere. Para las dos mí
pensamiento. Pero mi amor a Magdalena, la flor más bella de mi jardín florido.

Feliz Día de los Enamorados.

Creo que puedo tocar tu voz
 y escucho, el ritmo de las cosas
bajo el embrujo de la luna
donde todo es paisaje y amor

Sentir tu voz dentro de mí
silenciosa, sutil,
sin saber cómo pudo llegar
cual sueño que nunca termina.

Tu voz me toca
y yo la toco a ella;
de labios que parecen
sólo hechos para besar.

Tu voz susurrando
a mi oído con pasión
promesas de amor eterno
que vibran en ti.

Mi voz, toca la tuya
y llegó a ti, febril,
donde los sueños no pueden llegar,
porqué sin ti no hay vida.



…y pienso, pienso por un instante
en aquellos tiempos lejanos.

Ven Cuando Me Quieras

Rafael R. Vidal (†)

Ven en la mañana
cuando la campana
en la torre ufana
repica liviana.

Ven al mediodía,
cuando el sol envía
 en la lejanía
de  luz una orgía.

Ven, ven en la tarde
cuando Venus arde
en sereno alarde
y huye el sol cobarde.

O ven en la noche,
en el negro coche
cuando en cada broche
de aroma hay derroche.

O ven tras mi muerte,
¡he de conocerte!
Mi espíritu, fuerte,
se alzará por verte.

Ven por el camino
o por las praderas
con tu andar divino,
¡ven cuando me quieras!

La Alegría Eras Tú

Leonora Acuña de Marmolejo

Era una alegría estremecida.
Era una alegría llena de lágrimas
que alcanzaba la cima en las estrellas
fucilando  en la grima de mi ser.

Era una alegría de floridez
donde ingrávidas alas jugueteaban,
temiendo que el asalto de la lluvia
proscribiera su danza delirante.

Era una alegría estival
amustiada en el gélido temor
de no alcanzar allende el firmamento
la estrella que en los sueños se vislumbra.

Era una alegría de errátil senda
cual barco sin timón, sin capitán,
con la faz risueña en febril corazón.
Esa extraña alegría, ¡eras tú!

Inspiración

Maribel Sarate

Para René, “Ángel Poeta”

R esplandece el lucero en tu mirada
E l mar bravió con tu sombra se cobija
N ació la inspiración de tu alma halada
E manando de tu voz palabra fina.

L lenas el mundo entero con tu aura
E res el creador de la poesía
O sado Ángel Poeta que enamoras
N infas y diosas de un mundo de fantasía.

Sólo  un  Minuto

René  León (Cuba)

  En mi caminar diario, sin rumbo fijo, a veces me encuentro con personas que me llaman la atención; en especial mujeres que se distinguen de las otras; por su caminar, su manera de vestir, o quizás por unos ojos atrayentes.
  En ese caminar, donde las horas pasan lentas; los momentos de silencio son tremendos; parecen eternos. Amo sobre todas las cosas el vagar sin finalidad y sin rumbo. Me he encontrado una mujer que me ha hechizado por un momento. No he hablado con ella; sólo un pequeño saludo. Su rostro de belleza tenue. Ojos negros y relampagueantes, tez morena; señorío en el gesto y en los ademanes; por otra parte, el hecho de caminar sola. Figura esbelta; su cuerpo erguido; ya los años van pasando por ella; su pelo castaño pinta canas, que le dan más personalidad. Este tipo de mujer, es como la brisa de la tarde, que pasa rápida, y nos deja su perfume peculiar; y su recuerdo en nuestro espíritu.
  Y todo esto en un minuto, que es nada en el tiempo. Nos parece que la conocemos desde hace años. La examinamos; no es una de esas mujeres que cualquier hombre se vuelve loco; es quizás su mirada, su manera de vestir, su boca sensual; sin darnos cuenta vamos descubriendo en ella cosas que en otras no vemos. El tiempo va discurriendo suavemente; sin notarse, como el agua de un manso río, que parece que no se mueve y no cesa de correr. Unas palomas cruzan sobre nosotros en el azul del cielo, con sus aleteos.
  Todo en un minuto. Vemos que tiene algo que no acertamos a explicar. Quizás sería la pequeña sonrisa y el mirar de sus bellos ojos, que me brindó por un momento. Se ha ido caminando, y me parece como si se llevara algo muy mío; me ha dejado un vacío enorme en todo mi ser. Una mujer desconocida que se ha aparecido por un minuto en mi vida; esta mujer única, que me ha dado un momento de alegría e ilusión. En mi vida triste. Los dos frente a frente, mirándonos sin decir nada, por sólo un minuto. Siento una angustia grande cuando evoco ese momento único, que ya no volverá.
  Y de pronto, en un momento, nos damos cuenta de lo corto del tiempo; y sigo caminando en el ambiente de la calle, de las personas que van y vienen. El tiempo nos trae la visión de nuestra vida y de las ilusiones perdidas.

Amor en Primavera

Rowland J. Bosch (Cuba)

Amar sin  ser  amado inspira hastío.
Ha muerto ya la pesadumbre loca,
alguna vez al manantial le toca
recuperar el agua de otro río.

La niebla se disipa en el estío
al  ver la luz que su final provoca.
Tu amor como un rosal florido evoca
la primavera cuando pasa el frío.

Dulce y sutil se abre a tu presencia
con un  destello suave de inocencia,
la corola rosada de una flor.

La nitidez del alma representa
y el  cristal de tus ojos transparenta
la imagen verdadera del amor.

Versos

Blanca M. Segarra (Cuba)

Fue un esfuerzo aplastante
recordar que te olvidé
cuando el alma se me fue
por los labios al nombrarte.

Caminando en el olvido
tropecé con tu recuerdo
y me senté a releerlo
en el borde del camino.

Divagaba en el desgano
y me atropelló la prisa
de recordar a tu mano
dibujando mi sonrisa.

Puedo lograr que me olvides…
pero goza mi ego en que me añores
y por más que me ruegas y me pides
No te perdono, no, aunque me implores.

Amor Amor

Eliana Onetti (†) (Cuba)

Espina verde,
llevo dentro.
Te  siento siempre,
dardo certero.

Te pienso mucho,
martirio tenue..
Tibieza dulce,
te saboreo.

Y aunque me dueles,
tormento cierto,
quiero tenerte,
gentil infierno.

Herida leve,
vienes conmigo.
a todas partes
como cilicio.

Me martirizas,
Amor eterno,
con un  martirio
¡que sabe a cielo!


Amor en Lejanía

Antonio A. Acosta (Cuba)

En cadencia de horizontes quiero orquestar mi pasión,
y así hallar consolación en los valles y los montes.
Un escuadrón de sinsontes saludará el nuevo día,
y allá por l serranía bajará un canto del cielo,
diciendo: “quiere a tu suelo mucho más en lejanía”.

Porque tu cuna está allí, tu savia y tu procedencia,
donde libaste la esencia de la escuela de Martí.
Y ungido en el frenesí que produce mi regreso,
elevo a mi Cuba un rezo en espiga de oraciones,
y en salmo de bendiciones llegue el chasquido de un beso.