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miércoles, 15 de junio de 2016

El tenorio de correspondencia secreta

«Señora distinguida, con algún capital, viuda y cansada de su soledad, desea encontrar caballero serio y de regular posición, o perteneciente a la industria o comercio, para casarse con él. Contestar a X. X. Lista de Correos».

Gorón, el famoso jefe de policía de París, considera en sus Memorias, al hablarnos sobre la estafa por medio del matrimonio, la correspondencia secreta de los periódicos, como el procedimiento más usual que se emplea para cometer esta clase de delitos, ya directamente por la persona que pretende realizarlos, ya por mediación de las agencias matrimoniales, ya también por los mismos periódicos que insertan esos anuncios.
Es preciso dice, «haber estado durante algunos años encargado de seguir a los estafadores, para saber qué mágico influjo ejerce en los hombres y las mujeres la palabra matrimonio, y que sentimientos tan innobles despierta a veces en las almas. Es preciso reconocer además que en este género de estafa, como en casi todos, los estafados no suelen ser más dignos de consideración que los estafadores».
Uno de estos listos, o alguno de los ganchos de la Agencia, insertan en la sección de Correspondencia Secreta, un suelto redactado, más o menos en los siguientes términos:
«Señora distinguida, con algún capital, viuda y cansada de su soledad, desea encontrar caballero serio y de regular posición, o perteneciente a la industria o comercio, para casarse con él. Contestar a X. X. Lista de Correos».
«Caballero de cuarenta años fino y bien educado, jefe casa comercio, aburrido soltería, contraerá matrimonio con señorita o viuda sin hijos. No es exigente en dote, ni detalles de belleza, pues busca cariño y hogar. Dirigirse a Leante, Apartado 777».
Al reclamo de cualquiera de estos anuncios, acuden los incautos,.. sinvergüenzas, que sin reunir las condiciones exigidas, esperan ser ellos los que den el mico al anunciante. Comienza entonces una verdadera lucha entre compañeros de profesión, de la que resultará vencedor el más listo o el más afortunado. En otras ocasiones, hay infelices que caen en la red, atraídos por la bella perspectiva de un matrimonio de capital, y resultan miserablemente estafados.
Por último, existen periódicos —fuera de Cuba ¡por supuesto!— que tienen entregada su sección de correspondencia secreta a agentes, que explotan esa clase de anuncio como un negocio, publicando falsas solicitudes ya de matrimonios, ya de relaciones de cualquier otra clase, con el fin de que el publico acude al reclamo y se gaste el dinero insertando en la sección sus respuestas. El agente, como no le cuesta, hace que el aspirante sostenga larga correspondencia con la fingida dama o caballero. El importe de lo recaudado se distribuye, por partes iguales, entre la administración del periódico y el agente. ¡Y pensar que quienes realizan tales estafas, pretenden, cínicamente, seguir encauzando, come Cuarto Poder, la opinión pública, y erigirse en árbitros de la moral y honradez de los demás.
Hay, desde luego, muchas de estas correspondencias que son ciertas: novios y novias, que bien por oposición de las familias o por encontrarse distantes, no tienen otra manera de comunicarse. En nuestro archivo conservamos algunas muestras verdaderamente interesantes. Véanse estas tres: «Adolfo: Dígame si los paseos que da por frente a mi casa son por mí o por mi prima. María». «Reina: Hoy por la tarde pasaré por tu casa, procura estar en el portal, que si las circunstancias nos son favorables podemos hablar unos minutos.—Mongo». «Alicia. Vida mía, no he podido aun olvidar aquella noche. Quiero venir pasado mañana. Aleja guardiana. Automóvil esperar á sitio acostumbrado. Lleva pantalón rosa. Ricardo».
En otras correspondencias, se desenvuelven numerosas intrigas matrimoniales, que tiene por base el famoso triángulo, como puede verse por las siguientes fichas que poseemos: «Ernesto es demasiado pronto para ese paso. Deja siquiera que pase clásica luna. No seas impaciente. Todo se andará. — Consuelo». «Apenado fiebre, consecuencia agitación y emociones excesivas ayer. Espero ansioso domingo. Deseo prolongue ausencia individuo. Granizado».
Facilita, así mismo, la correspondencia secreta, el modo de verse, comunicarse o darse cita dos amantes. Véanse las muestras, bastante expresivas: «Tirso. Conforme De cuatro a seis.—Elena» —«Jainto. Aprovecha esta noche, porque mañana voy a confesarme. Nena». —«M. S. Sigo mal. Busca manera enviar recursos, pues Coronel no ha venido. Contesta vía Sultana». —«Laura. Sube a las cinco. Desde aquí te veo con los gemelos. Tu puedes hacer lo mismo; no tengas cuidado; cuando yo vea que otra persona los tome, me ocultaré tras el muro. Mario».
—«Nena: Recibí carta. Imposible. Piensa serenamente. Escríbeme hoy. Tengo carta, no puedo mandarla. Necesito verte solo una hora convencerte injusticia resolución. Contesta otra vía temprano. Ten mucho cuidado. Pensaba en tí solamente. Rubini».
—A veces, que la vida es así, esas correspondencias dejan adivinar pavorosos dramas, hondas tragedias, de dolor y pobreza. Zamacois, en una de sus últimos artículos comenta el siguiente suelto que apareció en un periódico español: «Joven huérfana, educación esmerada, sabiendo tocar el piano, desea protección caballero respetable. Lista correos» ¡Qué intensa novela, llena de dolorosas y tristes enseñanzas, se oculta en esas líneas! .Alguna de esas señoritas de «educación esmerada», inútiles para la vida, víctima de un sistema de enseñanza familiar, tan hipócrita como funesto, que de la noche a la mañana queda huérfana, en la miseria, sin saber valerse y busca en el protector desconocido, un alivio a su desgracia. Es el primer paso hacia un abismo que terminará probablemente en la sala de un hospital. ¡Y sus padres, descansarán «en el seno del Señor», satisfechos de haber dado a la hija amada, en el más aristocrático colegio de religiosas, una «esmerada educación».
El tenorio de correspondencia es el gracioso de esta comedia humana. Así como hay conquistadores que utilizan, para atraer a las mujeres, su caída de ojos, su automóvil, sus llamativos chalecos, sus saludos de largo metraje, el vistoso solitario o la cadena de dos ramales y hasta el lunar más o menos asturiano que adorna y embellece su rostro, el tenorio de correspondencia, se va de ésta para realizar estragos entre damas y damitas.
Los hay de dos tipos.
Uno, es el señor acomodado, casi siempre de aspecto respetable, que en el tranvía, en el paseo o en el teatro, al divisar alguna mujer que le agrada y quiere hacer víctima suya, se dirige hacia ella, y ceremoniosa y correctamente, le dice casi al oído.
—Perdone mi atrevimiento— pero hágame el favor de leer mañana la correspondencia secreta de tal Periódico. Allí podrá darse cuenta de la pasión que usted me inspira.
Al día siguiente, la dama con esa invencible curiosidad femenina, busca el periódico indicado, y encuentra efectivamente lo siguiente:
«Dama desconocida. Ayer la vi y quedé rendido de amor y admiración ante sus plantas. Mi corazón late ardorosa y precipitadamente, la amo! Soy hombre de posición acomodada, grandes relaciones, fino, cariñoso. Ofrezco hacerla la mas feliz de las mujeres. ¿Quiere usted que entablemos relaciones?»
Emilio Roig de Leuchsenring
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.

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