Páginas

miércoles, 15 de junio de 2016

La Muerte y el Hijo del Rey



Julio A. León (†) y René León

Copyright ® 1975

  Para el poeta africano, para el griot africano y en general para el africano, la muerte, como fenómeno natural siempre tiene un fondo de castigo divino. No consideran la muerte como algo natural e irremisible, puesto que su mitología recoge la existencia de hombres con más de cien años; longevo. La misma mitología yoruba dice que el primer  rey de Oyó (ciudad yoruba) llamado Shango-Dei duró 350 años y que tuvo cerca de 190 hijos varones.
  La muerte es un ser que llega de improviso y viene reclamando la vida de alguien en la aldea. No escatima medios de transfiguración –según la mitología yoruba- puede presentarse bajo la forma de un ave, una bestia, o bajo una inocente figura de anciana. La muerte utiliza todo tipo de disfraces para poder llegar dentro del hogar de su víctima. Los yorubas son muy desconfiados de los recién llegados o de aves exóticas nunca vistas en su aldea.  Viven presionados bajo el constante temor de morir. Es así, que sus obras de teatro con máscaras de rostros horribles representando la muerte, son el temor suyo llevado al plano del arte plástico. El nombre yoruba para designar la Muerte es: Iku. A este personaje temido se le rinde un culto privado y un culto público. El propio temor les hace inventar danzas para congratular a la muerte, poesía alagando a la muerte, máscaras representando a la muerte que se ponen en las puertas de las casas de los yorubas. Dormir inclusive con el rostro pintado con tintes vegetales para despistar a la muerte, en caso que esta venga buscándolo a uno. Como tema cultural, literario y teatral, la temática de la muerte ocupa un lugar principal.

Sonido de Sonaja o Maruga.

Narrador.

  El hijo de un Rey de Oyó, había salido a
cazar y llevaba un arco y tres flechas.
Y en una calabaza seca y ahuecada, llevaba
miel, arrancada a un panal de abejas de oro.
Al llegar a la orilla del río, de su calabaza
sacó unas gotas de miel y al río
le dio a beber tal dulce licor y así cantó.

Voz Masculina.

(canto yoruba)

Baraí la guiro mío
Barai la guiro mío
Oddú ma má
Guiro nío
Barai la guiro nío.

El Río. (voz femenina)

Oh Hijo mío, me has dado de beber miel,
dulce como la misma que la abeja produce.
Oh hijo mío, te he de contar un secreto.
Cuando te encuentres con un negro muy grande en tu camino,
él cual tiene el rostro tatuado con cicatrices  a la tuyas.
¡no te detengas y sigue tu camino!
Oh hijo mío, no te detengas, porque no es
negro, sinó Ikú, es la Muerte.
Oh hijo mío, no es negro, sino la Muerte,
Es ikú, hijo mío.

Voz masculina
  (canto yoruba)

Ikú guoko melán
Ikú guoko melán
Ikú chiribí
Ikú guiko melán
Ikú baroni
Iku guoko melún

Narrador

  Y el hijo del Rey continuó su camino.
Al poco rato, en el recodo de un sendero,
se encontró con un reptil que tenía su
cuerpo herido y se hallaba tendido en la
orilla del río, tomando los rayos del sol
y así curar su herida.
El Hijo del Rey, sacó de la calabaza miel
y la untó sobre la herida del reptil.

El Reptil.
  (voz femenina)

Oh hijo mío, me has aliviado, con la dulce miel.
Oh hijo mío, cuando te encuentres con un
negro de profundas cicatrices y grande
como un árbol de ramas torcidas, no te detengas.
Oh hijo mío, no te detengas.
No es un negro, hijo mío, es Ikú, es la
Muerte.  

Voz Masculina
  (canto yoruba)

Odú Ma a má
Guiro nío
Barai la guiro nío
Oúnso Orúla
Lése umbo kichofo  Ouó
Oúnso Orúla
Lése umbo kichofo oúo

Narrador.

El hijo del Rey, continuó su camino.
Y en el recodo del río, en un lugar
muy oscuro, un negro grande se tropezó.
Iku
(voz masculina.) (en cólera.)

¡Quítate de mi camino!, que soy un Rey
vecino y muy poderoso, que viene a este
reino a buscar esclavos!
¡Quítate de mi camino!

Voz Masculina,

(canto yoruba)

Ikú guomelan Ikú
Ikú barani
Ikú guomelan Ikú
Ikú guomelan Ikú
Ikú baraní

El Hijo del Rey.

(voz masculina)

No ves que soy yo, el que ha tomado primero
esté sendero. Sólo tú debes quitarte de mi
camino.

Ikú

(voz masculina.) (en cólera)

Veo que eres porfiado y reclamas lo que es
mío.
Veremos quién gana en esta discusión.
Pero si eres tan valiente y tratas de hacerme
abandonar éste sendero, tienes que apostar
conmigo algo y si pierdo abandonaré
éste sendero.
Soy un Rey vecino muy poderoso, que ha nacido
Con la Noche, y tú sólo eres el Hijo de un
Rey desconocido.
Apóstemos pues…

Ikú.

(voz masculina.)

Te crees con poder suficiente, y piensas
echarme de éste lugar. ¿No es así?
Pero veamos, así que llevas arco y flecha1
O vas a la guerra o sales a cazar.
¿Dime tu valiente guerrero, puedes acaso
con tus flechas detener el curso del viento?
Yo apuesto a que no. Y si pierdo te doy
mil esclavos cargados de sal. Pero si gano,
reclamo tu vida.

El Reptil.

(voz femenina.)

Oh hijo mío, no discutas, que no es un negro,
Que es IKú, que es la muerte.

Rl Hijo del Rey

Envía pues tus esclavos cargados de sal, al
Reino de mi Padre, que el viento y su fuerza
con una sola flecha yo detendré.

Narradora.

Y dio esto, sacó la más corta de sus flechas
Y en su punta afilada, le untó miel,
la montó en el arco y disparó su flecha al viento.

Voz Masculina

  (canto yoruba)

Osá loró Osá
 Omí Osá loró
Omí Osá
Osá loró Osá loró
Omí Osá
Jekuá loró Osá loró
Jekí Jekí Jekí
Omí Osá

Narradora

Y el viento detuvo su loca carrera y se
puso  a beber de la miel que llevaba en
su punta y la flecha lanzada por el Hijo
del Rey. Y el viento así le habló:-

Sonido de Sonaja o Maruga.

El Viento

(voz masculina.)

Oh hijo mío, soy Osá tu dios, el que refresca
tu frente, el que mece tus plantas.
Soy Osá, el viento.
No discutas con ese negro, Oh hijo mío…
Ese negro es Ikú, es la Muerte.

Narradora.

Y el Hijo del Rey, ganó su primera apuesta
contra la muerte.

Ikú.

(vos masculina.)

No me convence aún tu poder. Repito mi reto.
Si detienes el curso del ciclo lunar y con
tu habilidad o poder, haces que la Luna deje
de salir por espacio de un tiempo, te daré
mucho marfil y plumas de bello color,
arrancadas a aves exóticas que viven en mi reino.
Pero si pierdes, reclamaré tu vida, que para
mi es más valiosa que todos mis tesoros.
Tú dirás, pues…

El Río.

  (voz femenina.)

Oh hijo mío, no detengas tu andar y sigue
raudo tu camino.
Ese negro es Ikú, es la Muerte, y tu alma
quiere arrebatar


El Hijo del Rey.

Acepto de nuevo tu reto. La Luna detendré en
su carrera por el espacio y haré que se oculte.

Narradora.

Tomó el Hijo del Rey las dos últimas flechas
 y a una le untó miel y a la otra le untó hiel.

Voz Masculina.

 (canto yoruba.)

Oshúwaro oshúwaro
Cunsó
Oshúwaro Oshúwaro
Cunsó
Oshúwaro Oshúwaro
Cunsó
Oshúwaro Oshúwaro
Cunsó.

Narradora.

Preparó su poderoso arco el Hijo del Rey
y aprovechando que el viento se había detenido
sobre la superficie del río, a éste le pidió
que en sus manos de polen llevase las dos flechas
hasta los labios de la Luna.
Partió veloz el Viento con sus flechas en la mano.

Sonido de Cencerro Percutiendo.

Narradora.

La luna probó la flecha que untada
estaba con hiel. Su rostro se contrajo en amargura,
y ésa noche y muchas noches su arrugado
rostro no se dejó ver.

Voz Masculina.

  (canto yoruba.)

etá epó po mí
etá epó mí

Eyeee

etá epó mí
etá epó mí
Eyeee

Narradora.

Durante muchas noches llovió intensamente.
Los ojos de la Luna vertían lágrimas de
amargura que hincharon el vientre de los
ríos y las lagunas. Y mientras esto sucedía
su rostro no se dejaba ver en el cielo.

Voz Masculina.

  (canto yoruba.)

etá epó po mí
etá epó mí

Eyeee
etá epó po mí
etá epó po mí

Eyeee

Narradora.

Durante muchas noches llovió intensamente.
los ojos de la Luna vertían lágrimas de
amargura que hincharon el vientre de los
ríos y las lagunas. Y mientras esto sucedía
su rostro no se dejaba ver en el cielo.

Sonido de Cencerro Percutiendo.

  (voz masculina.)

Ollouró olló
Ollouró olló
Omí ollouró
Omí ollouró
Ollouró olló
Ollouró olló

Narradora.

La luna probó la segunda flecha que untada
estaba de miel. Y su rostro se alegró
y dejó de llover sobre la tierra.

Voz Masculina.

(canto yoruba.)
Achemenillé
Achemenillé
Oúnsó Orúla
Lese Umbo
Quichofo
Oúnso só
Orúla
Lése Umbo
Quichofó Ouó

Narradora.

Por mucho tiempo dejó la Luna de asomar
su rostro en el cielo…
Y el Hijo del Rey había vencido a la Muerte.

Narrador.

Y viendo Ikú, que es la Muerte, que no
podía vencer al Hijo del Rey, entregó lo
prometido en marfil y preciosas plumas al
vencedor y dándole la espalda, voló Ikú
hacia sus reino de oscuridad y silencio,
al lugar dónde nunca sale ni el Sol ni la Luna.

Voz Masculina

  (canto yoruba.)

Odú mamá guiro nío
Baraí la guiro nío








No hay comentarios:

Publicar un comentario