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jueves, 1 de junio de 2017

LA EFÍMERA JUVENTUD


Lola Benítez Molina
Málaga (España)

 Aquellos que la tienen no saben que poseen el más bello de los tesoros y, como no son conscientes de ello, no la disfrutan. Cabalgan con ímpetu, con fuerza, pero no saben disfrutar de las cosas sencillas, de un nuevo amanecer, del resurgir de la primavera cada día, del goce de vivir, simplemente, porque se está vivo, del rocío, de la aurora, de una sonrisa o de una caricia bien dada.
Ese tesoro lleva escondido sentimientos encontrados,  lucha de titanes, la furia de la osada rebeldía, el despertar de la inocencia, sentimientos nobles, quiero creer que también. Tienen el futuro en sus manos, todo el camino por delante, el vuelo rasante, pero, además, mucho tormento, lucha de clases, rebelión cuerpo a cuerpo, goce y disfrute unidos.
¡Cuántas cosas tienen y no lo saben!
El gran poeta, escritor, editor y diplomático estadounidense, del movimiento romántico, James Rusell Lowell, diría: “Si la juventud es un defecto, es un defecto del que nos curamos demasiado pronto”.
Con el paso del tiempo, se quiere atrapar el instante, disfrutar de cada momento, la sabiduría es un don, se vuela con otra ilusión, se sueña lo inalcanzable, la lucha se hace pausada, la nobleza se engrandece, pero la esencia permanece. Los sentimientos son los mismos del ayer, pero con una callada quietud, los ojos todo lo ven, aunque la vista se halle cansada. Hay que aferrarse al presente y disfrutar de lo bello que nos traiga la vida, que no es poco.
A los que aún tienen el tesoro, que un día le robarán, pero que aún no son conscientes de ello, les digo que den cabida, en sus corazones, a todos los sentimientos nobles y que acojan a los que lo perdieron porque de ellos aprenderán el amor por lo insignificante y serán el vivo reflejo.
“La juventud es el momento de estudiar la sabiduría, la vejez, el de practicarla”, palabras de Rousseau.
Hoy es uno de esos días que necesito embriagarme de la luz del sol, empaparme de naturaleza y volar a “donde el corazón me lleve”, bello título de la novela de Susanna Tamaro. Quizá, así me reencuentre con esa efímera juventud.

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