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domingo, 1 de octubre de 2017

El Día de la Hispanidad



Eliana Onetti (†)

El 12 de octubre de cada año se celebra el Día de la Hispanidad que conmemora con regocijo y respeto la hazaña de Cristóbal Colón y sus tres carabelas: el descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492.

En América, fue D. Hipólito Yrigoyen, presidente de Argentina desde 1916 a 1930 quien, el primer año de su mandato, y a pesar de la oposición de una mayoría que negaba la herencia colonial española, proclamó el 1 de octubre como fiesta nacional por primera vez, porque... «era aquella una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento». Desde entonces todos los países hispanoamericanos comenzaron a conmemorar la fecha como «Día de la Raza».

En España, fue la Casa de América de Barcelona la que inició su conmemoración en 1915, pero no fue sino hasta 1917 que se instauró como fiesta nacional. Curioso que América se anticipase a España en esta celebración.

Tenía razón el presidente Yrigoyen. La gesta de Colón inició un proceso de conquista y colonización que tuvo como consecuencia la aparición de países que tienen una comunidad de ideas, de cultura, y sobre todo, de idiosincrasia: la de la raza hispana.

Durante mucho tiempo ha habido quienes pretendieran restar importancia al hecho de la influencia española en América y quitar, por tanto, mérito a España aduciendo que Cristóbal Colón no era español, sino genovés. Yo digo que poco importa cuál fue el lugar de nacimiento de este marino soñador e intrépido. Lo que sí tiene importancia es que, a pesar de la situación de la España de ese momento, empeñada en la gesta de la unificación y la expulsión de los moros, fueron los Reyes Católicos los únicos que se avinieron a emprender la aventura. No hay que olvidar que Colón había peregrinado por Italia, Francia y Portugal ofreciendo a las Cortes de los antedichos países la hegemonía de las tierras que descubriese a cambio de patronazgo económico.

‘Tampoco tiene demasiada importancia que Fernando de Aragón, ya muerta Isabel de Castilla, se negase a pagar a Colón la recompensa acordada por su hazaña. ‘Todos conocemos la avaricia de Fernando y tampoco debemos olvidar el endeudamiento de las arcas reales, consecuencia de la Reconquista.

Lo realmente importante fue que la España descubridora, la España Imperial, a diferencia de Francia e Inglaterra imperiales, supo sembrar en sus colonias de América la semilla de la hispanidad; que los hombres y mujeres que allí füeron asentaron sus reales en la nueva tierra de manera tal que la hicieron suya y la amaron como suya enseñándole a esa nueva tierra religión, lengua, cultura y tradición; y que sus descendientes se sintieron criollos y no peninsulares de paso. Eso es lo verdaderamente importante.

En cualquier país hispanoamericano sus gentes tienen similares virtudes y parecidos defectos a los que perviven en el pueblo español, dando por sentado que hay ligeras diferencias determinadas por la. desigualdad climática, igual que un gallego y un castellano y un andaluz, aunque españoles, son diferentes porque el clima de sus regiones determinadas los remodela. Y tanto es así, que hay más puntos de comunidad y conocimiento entre un hispanoamericano y un español que entre dos hispanoamericanos de diferentes países.

Esa hispanidad es la herencia de España en América. Ésa es la hispanidad que pervive a pesar de las diferencias políticas y económicas que sentaron las bases de la independencia de las colonias. Y esas colonias, ya libres e independientes políticamente, siguieron siendo hispanas.

Esto no sucedió con las colonias inglesas y francesas, la India y Argelia, por ejemplo, que, liberadas del yugo colonial, siguieron siendo lo que eran antes de la conquista: hindúes y musulmanes eran y son. Y los siglos de vida colonial apenas si representaron un ligero barniz en sus culturas, barniz que perdió lustre en muy pocos años, perdurando sólo la lengua, como lengua extranjera, en los estratos políticos y administrativos; nunca en el pueblo llano.

Por eso, afirmamos y defendemos los hispanoamericanos esa herencia inmortal de España, y somos agradecidos.


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