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domingo, 1 de octubre de 2017

Comentario sobre el Ensayo “Justificar lo Injustificable: General Valeriano Weyler.” Del historiador René León


por Dra. Herminia de Ibaceta.

  Desde que el amigo René León, puso en mis manos su reciente ensayo sobre el General español Valeriano Weyler, sabía que iba al encuentro de una historia contada a cabalidad. Un estudio científico, que como todos los que llevan su firma, está precedido por una exhaustiva investigación, ofreciendo siempre al lector la verdad histórica y el juicio sincero. No es León de los que callan ante la ignominia. Seriedad y valentía caracterizan su trabajo.
  Todos sabemos que el gobierno de Weyler fue para la isla de Cuba uno de los más tiránicos y feroces impuestos por España. Reconcentrando en las poblaciones a los infelices pobladores de las zonas rurales, se pensaba contener el avance  del ejército libertador y dar fin a la contienda bélica, con la consiguiente derrota de los cubanos. Weyler no pudo lograr su propósito de dar fin a la guerra, pero su inmisericorde campaña, plagada de abusos, violaciones de mujeres, hambre y crímenes en general, produjeron innumerables bajas y sufrimientos al pobre pueblo cubano.
  Con lujo de detalles, cuenta el historiador los pormenores de la horrenda odisea vivida por el pueblo de Cuba bajo el látigo de Valeriano Weyler. Valientemente, narra los hechos acaecidos, señala culpables, y emite opiniones acerca de aquellos que, a través de los años, han callado o distorsionado la verdad histórica.
  Entre ellos menciona el ensayo de Fernando Barroso titulado “El General Valeriano Weyler, y su mando en Cuba”, que aparece en el libro “1898 entre El Desencanto y La Esperanza” publicado por la ALDEU. Según León, Barroso, consideraba que Weyler: “Sólo cumplía un deber militar, y comparaba a Weyler con el Duque de Alba en Flandes. (1). En opinión de Barroso, Weyler no fue un mal hombre, sólo que como jefe de operaciones militares en Cuba y gobernador, tuvo que cumplir órdenes para terminar la guerra” (1). León aclara que Barroso no hizo alusión a los crímenes cometidos por Weyler, que su ensayo resultó en un trabajo colmado de inexactitudes, en el que asegura “Barroso olvidó justificar lo injustificable” (2).
  Con suma tristeza León menciona en su ensayo a personas, que al principio de la República aún elogiaban al “carnicero Weyler”. Entre ellos Tiburcio P. Castañeda, cubano de origen, quien en su libro “La Explosión  del Maine y la guerra de los Estados Unidos con España”, justifica las matanzas cometidas por Weyler. También al americano Walter Millis quien en “Our Martial Spirit” considera a los cubanos responsables de la reconcentración en Cuba. (8).
  Escritor e historiador que conoce su trabajo, León, ofrece en su ensayo un adecuado balance entre las opiniones, que a través del tiempo histórico, se han producido en defensa o en contra de Weyler y la Reconcentración. Entre estos últimos menciona a: Emilio Roig de Leuchsenrig quien en su obra “La Guerra Libertadora Cubana de los Treinta Años” denuncia, con absoluta valentía, los crímenes cometidos, señalando nombre, apellidos y lugares; a Raymundo Cabrera y su revista “Cuba y América”, que en uno de sus editoriales expone: “Entre los grandes crímenes que el gobierno español perpetúa en Cuba faz a faz con el siglo XIX, ninguno más horrible que el de la concentración ordenada por Weyler, que ha enviado a su colonia.” (14). Como si estas opiniones no fueran suficientes, León, aporta el testimonio del propio José Maceo Verdecia, tomadas de su libro “Bayamo”, en el que se acusa a Weyler, así como al propio general Valmaceda. León, menciona, además, los periódicos españoles: El Heraldo de Madrid,, El Día, El Ejército y
Otros, que valientemente denunciaron y combatieron la reconcentración. El ensayo termina con una serie interesante de datos sobre la muerte del general Antonio Maceo y de su fiel ayudante Panchito Gómez Toro.

  El estudio realizado por el historiador León sobre el general Valeriano Weyler y su fatal participación en la reconcentración de los campesinos cubanos, durante nuestra Guerra de Independencia constituye, por su ajuste a las investigaciones previamente realizadas, su claridad de exposición y su lealtad al hecho histórico, un trabajo digno de leerse. Segura estoy de que los que lo lean jamás justificarán, como dice el autor, lo injustificable.

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