Mucho se ha escrito sobre leyendas y mitos desde la antigüedad hasta nuestros días. Algunos autores tienden a unificar o confundir el mito y la leyenda, y a convertirlos en un único fenómeno literario.
María del Carmen Víctori Ramos | La Habana
Como aquella zona es de vegas de tabaco, la siembra se hace en invierno, que es época de seca. (Pero), a veces se perdía la cosecha y no era bueno. En aquel tiempo se tenía la fe que pidiéndole a San Isidro Labrador, el santo haría llover. Allá se compraban muchas velas y se salía de rogativa al santo.
Una vez en que salieron en una rogativa y no llovió, un isleño que se le chivó la cosecha, cogió la imagen del santo, que era de madera, y la rajó para leña.
Al otro día por la tarde, se formó una tempestad, y cayeron unos granizos del tamaño de huevos de gallina, y la gente decía que era un castigo de Dios. Recuerdo unas décimas que fueron muy populares por esto que te cuento. Decían así, más o menos:
En fin, para terminar,
recibiendo este consejo,
sea joven o viejo
debe, un camino tomar
para poder alcanzar
de Dios el perdón sagrado,
no cometiendo pecado
al cumplir nuestro deber,
que nada hacernos con ver
a San Isidro quemado.
Aunque el mayor peso conceptual en el estudio de los relatos orales se refiere a los cuentos, mucho se ha escrito sobre leyendas y mitos desde la antigüedad hasta nuestros días.
Algunos autores tienden a unificar o confundir el mito y la leyenda, y a convertirlos en un único fenómeno literario. Otros se atienen a las funciones específicas de los relatos, y la confusión resulta entonces mayor, pues, sin una definición de los términos y su espacio conceptual, tratan de subdividirlos por temas; por ejemplo llaman mitos, a los relatos sobre sucesos patrios; leyendas, a las historias y acciones de dioses en sus actos de fundación cosmogónica.
Hay un tercer grupo de autores que, en aras de la claridad analítica y expositiva, establecen una separación preliminar entre mito y leyenda y, posteriormente, se limitan a esta determinación en el proceso del estudio de los casos concretos. Este último enfoque nos resulta el más aceptable en concordancia con el material que obtuvimos en la indagación que realizamos, y de ahí que sea el que adoptemos.
Siguiendo ese principio, consideramos como mitos a los relatos que recogen y transmiten la esencia del pensamiento primitivo y acientífico sobre el origen y desarrollo de la tierra y de la vida, con narraciones sobre los orígenes del mundo, de las familias iniciales -divinas o divinizadas- y de las fuerzas de la naturaleza o del destino. Los mitos resultan el tránsito y punto de unión entre la literatura y la religión; de manera que así se denominan todos los relatos con explicaciones cosmogónicas y religiosas, que incluyan los orígenes y las acciones de santos o deidades; así como las hazañas, relaciones, genealogías y andanzas de todo tipo de dichas divinidades por el mundo de los hombres.
Por su parte, las leyendas recogen y registran fabulaciones o simples historias sobre algún suceso o hecho, o sobre alguna que, por motivos históricos o sociales, se encontrara en una posición, actividad o una situación susceptible por su condición de trascender en el recuerdo de una colectividad.
Ramón Rodríguez: el güije dandy - Ramón Rodríguez: el güije de los negritos
Contrariamente al mito, la leyenda se construye y nutre de acontecimientos que presumen de tener un basamento objetivo, pues estos parten de hechos presuntamente ocurridos; y ese acontecer es creído tanto por los oyentes como por los narradores y, hasta en algunos casos, expresan recordarlo por inusual o trascendente para la vida del lugar o del grupo. Como todo relato, está sujeto a reelaboraciones con la adición de elementos que transitan entre la simple exageración y la inclusión de procesos y soluciones sobrenaturales o fabulosas.
La diferencia más explícita entre leyenda y mito está dada por la posib1e historicidad del motivo, aunque después ambos géneros se recubran con nuevos elementos esotéricos o fantasiosos, donde el mito adopta una extraña y falsa apariencia historicista, y la leyenda se exprese por medio de extraños y asombrosos aconteceres en los que el destino y las fuerzas sobrenaturales intervienen de forma sostenida y segura.
El protagonista en los mitos analizados para este estudio, siempre es un dios, o un santo, o una fuerza natural divinizada, o un semidiós; en tanto que en las leyendas los protagonistas son seres capaces de actuar desacostumbradamente, y de manera excepcional ofrecer y recibir encomiendas o conocimientos especiales, y hasta ser susceptibles a transformaciones espectaculares.
Algunos objetos y plantas pueden también considerarse depositarios de condiciones o poderes que propician la conformación de leyendas, junto a acontecimientos o hechos bien determinados en el acontecer histórico-social de una localidad o grupo de individuos, mediante la recreación de singularidades o el oscurecimiento de simples ilusiones o malas interpretaciones.
Para su exposición ante un auditorio, las leyendas necesitan de un ambiente propicio, pues corrientemente se ofrecen como verdades, aunque casi siempre, al exponer el tema, se deje margen a la duda. En cuanto al radio de acción de los mitos, es mucho más restringido, y la preparación del medio y del momento en que se relatarán requieren y precisan de una verdadera especialización, ya que ellos son aceptados como ciertos, y como guardianes de los misterios de las cosas más trascendentes de los hombres y su destino.
No se puede perder de vista que entre los cubanos los mitos responden a las explicaciones de fundación de un conjunto de religiones de corte popular tradicional, las cuales los ofrecen como fundamentos de sus cuerpos de creencias culturales sobre los orígenes de la vida, de las relaciones de las fuerzas naturales con el hombre y del poder del destino.
La mayor recurrencia de leyendas se encuentra en las relacionadas con las apariciones sobrenaturales, seguidas de las que tratan sobre sucesos de ámbito histórico y, por último, las relativas a elementos sagrados.
Las narraciones sobre diversos tipos de apariciones se escuchan en todo el territorio cubano. Luces, animales u hombres sin cabezas o que crecen -en parte o en su totalidad-, duendes, brujas, sirenas, hombres transformados en animales, entidades duales como güijes o jigües, madres de agua, chicherecús, ciguapas... También, almas en pena que ofrecen tesoros o protagonizan sucesos prodigiosos como son los ruidos de diversa índole, por lo común, voces que claman, o arrastres de cadenas unidos o no al embrujamiento de viviendas. En algunos casos, pueden vislumbrarse hasta barcos fantasmas en las noches brumosas costeras.
Ramón Rodríguez: la reina de los güijes
Las leyendas que refieren sucesos históricos se ciñen a cuatro temas fundamentales: nombres de lugares, personajes singulares, origen de las razas y acciones varias. Por último, un pequeño conjunto de temas exponen apreciaciones sobre árboles, animales, figuras y piedras que revisten un carácter sagrado.
Las variaciones en la relación entre los sucesos expresados por las leyendas en el territorio nacional permitieron la determinación de cinco áreas, gracias al interés por temas en los que predominan unos u otros grupos de sucesos.
En el caso de las leyendas existen dos grandes grupos de receptores. Entre adultos se trasmiten los tres tipos generales de leyendas; mientras los niños reciben sobre todo las del tercer tipo (sucesos históricos), y un buen número de las del primero (apariciones sobrenaturales), pero no todos los temas. En este caso se les refieren las de ciertos personajes, como: los güijes, brujas y duendes, entre otros sujetos de parecido corte.
En cuanto a los mitos, ellos poseen una especificidad tanto en el tipo de presencia como en el carácter de su transmisión. La frecuencia mayor de mitos se presenta en el recuento de las vicisitudes de los dioses, que llegan a ser profusas en algunas regiones, aunque casi inexistentes en otras. En pequeña escala y sólo en unas pocas localidades del país se refieren mitos cosmogónicos.
Algo más difícil que en las leyendas, resulta describir los temas de los mitos, pues los que exponen vicisitudes de los dioses -sobre todo en el caso de las deidades de la Santería- son incuestionablemente mayoritarios. Después, las deidades del Palo Monte o las de cultos minoritarios -como el Arará o el Gangá- tienen una notable difusión. Las andanzas de las divinidades de antecedente haitiano que conforman el Vodú practicado en algunas zonas del país se exponen en menor medida. En las ciudades portuarias de La Habana, Matanzas y Cárdenas se relatan los mitos fundadores de las Sociedades Abakuá.
Una difusión más generalizada, pero menos intensa la ofrecen los mitos que se componen de elementos del Catolicismo popular en un entrecruzamiento con las religiones populares de antecedente africano occidental subsahariano ya mencionadas, y que se circunscriben a tres temas: los ligados a la semana santa cristiana, los sincréticos y los que exponen la vida de los santos católicos.
Las narraciones cosmogónicas recogen temas que corresponden a los complejos religiosos de la Santería, el Palo Monte y los Abakuá.
Las narraciones de carácter mítico concuerdan con las concepciones específicas de cada una de las religiones populares existentes en el país. El mayor o menor impacto de estos relatos en la sociedad cubana y la conciencia de pertenencia en cada región, permitió su catalogación en seis complejos mítico-religiosos:
.Mitos relacionados con el Cristianismo.
.Mitos relacionados con la Santería.
.Mitos relacionados con el Palo Monte.
.Mitos relacionados con las Sociedades Abakuá.
.Mitos relacionados con los ritos Arará y Gangá.
.Mitos relacionados con los rituales Vodú.
La valoración del grado de presencia del entramado mítico y de la complejidad estructural temática en las relaciones de predominio establecidas entre unas y otras creencias religiosas a lo largo del territorio nacional, determinó la existencia de tres amplias regiones.
Los mitos se circunscriben, en gran medida, a los grupos de conocedores del medio en que se desenvuelven las religiones populares de antecedente africano, y su difusión se enmarca por lo conocido en dichos límites.
Si nos atenemos a los antecedentes etnoculturales de la muestra colectada en la narrativa oral cubana, el componente hispánico resulta dominante, pues la mayoría de los relatos tienen su equivalente en la literatura peninsular, proceso que ocurre con muchos cuentos y leyendas, que abarcan una amplia variedad de temas con clara ascendencia europea, con versiones cercanas a las hispánicas, además de un número considerable de naciones, que son el resultado de una simbiosis entre elementos europeos y africanos.
Eso no niega la existencia de un conjunto significativo -aunque limitado en comparación con el hispánico-, circunscrito en su casi totalidad a leyendas con personajes de no claros antecedentes etno-culturales y a sucesos locales cubanos, así como a cuentos donde los protagonistas son animales, y en los cuales la estructura y las soluciones temáticas muestran una correspondencia con cuentos comunes del África occidental subsahariana.
En cuanto a los mitos, ellos presentan una situación diferente, pues sus ternas en lo fundamental son de antecedente africano y responden a explicaciones de la existencia del hombre y de la naturaleza desde el punto de vista de los procesos de las culturas del occidente africano subsahariano, en relación transcultural múltiple y con elementos del componente hispánico de la cultura cubana.
Tomado del libro Cuba: Expresión literaria oral y actualidad