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jueves, 1 de noviembre de 2018

LA CULTURA DEL DIÁLOGO


Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)


La falta de comunicación es una enfermedad pandémica, difícil de tratar, que afecta a un sinnúmero de países en especial a los más desarrollados. El hombre está continuamente desprestigiando la cultura del diálogo con su voluntario alejamiento de sus coetáneos. Cada día hablamos menos. Cada día nos encerramos más y más dentro de un caparazón creado por nosotros mismos. Una cubierta que nos aísla de los demás caminantes, del entorno nuestro, del mundo cercano y lejano, al fin y al cabo, en donde vivimos. “La práctica del diálogo, refiere Víctor M. Fernández, es un hermoso ejercicio de amor y de apertura. Si nos atrevemos a dialogar, aunque a veces nos cueste, terminaremos contagiando a otros con este estilo de convivencia y ayudaremos a crear una sociedad mejor”.

Nuestras ideas y pensamientos, nuestros sentimientos y deseos... nacen en el nido de nuestro yo y en él mueren porque los forjamos sin piernas y sin alas y, sobre todo, sin ese afán de apertura y entrega para beneficio nuestro y de la comunidad (familia, vecindad, localidad, etc.), en donde nos hallamos inmersos.

Hacemos de nuestra vida una isla en medio de un vasto océano. Nuestra palabra, la que sirve, está siempre en su madriguera. Nuestra voz, lentamente, se oxida, se bloquea por esa carencia de comunicación.

Unido íntimamente a lo expresado, cultivamos otra negatividad para el hombre: el no saber o no querer escuchar. En definitiva, no nos conocemos ni conocemos a aquellos que nos rodean porque nos falta de raíz la conversación que profundiza, la interlocución que nos da vida de pulpa sustanciosa.

Los seres humanos sobrevivimos sobre un mundo donde el materialismo, como producto de la globalización deshumanizada, reina por doquier, convirtiéndolo en un tempestuoso mar de hombres que van perdiendo paulatinamente el arte de hablar y, por lo tanto, también el de escuchar. Ante la decadencia de estas dos facultades humanas tan necesarias como respirar y alimentarse, van creciendo vertiginosamente en la psique del ser humano las malas hierbas de la incomprensión y de la irrespetuosidad, de la insolidaridad y de la indiferencia... ¿Encontrará el hombre el valor, el coraje, la entereza que le falta para erradicar el mal de la incomunicación? 

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