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lunes, 15 de abril de 2019
La nao Nuestra Señora de Begoña, el buque que salvó a dos villas
Articulo tomada de: Todo a Babor
Al hablar de naves de guerra siempre se piensa en combates navales, abordajes y demás. Sin embargo, hoy veremos el curioso caso de una embarcación que impidió que fueran tomadas dos villas. Además, ¿casualidad?, en ambas ocasiones ante un tal Francis Drake, a quien en Inglaterra tienen por gran marino y soldado.
La nao Nuestra Señora de Begoña fue un excelente buque, resistente y de buena maniobra. Tenía sobre 31 metros de eslora y 10 de manga, estando armada con entre 24 y 18 cañones, según las circunstancias. Fue construida en Cantabria contra 1585 para la Carrera de Indias.
La Begoña en su servicio a la Corona
En 1587 fue embargada para la Jornada de Inglaterra del año siguiente, la conocida como Armada Invencible, poniéndose bajo las órdenes de Juan Gutiérrez de Garibay, gran marino cuyos principales logros aún estaban por llegar. Se la incluyó en la prestigiosa Escuadra de Castilla de Diego Flores de Valdés.
En aquella expedición Garibay ya demostró que valía para el puesto. La Begoña recogió a los supervivientes de la achicharradaSan Salvador, trató de apresar a Frobisher en el suceso de Portland Bill y se vio rodeada de enemigos en Gravelinas, teniendo que socorrerla Medina Sidonia.
Se vio obligada a recalar en Irlanda, donde perdió a unos 70 hombres enviados como exploradores y consiguió volver a Cangas del Morrazo, en la Ría de Vigo, con muy serias averías el 10 de octubre de 1588.
Garibay recibió órdenes de dirigirse con su nao al otro lado de la ría, a la villa de Baiona, una corta pero muy complicada travesía debido a los numerosos islotes, bajos y cabos; lo cual fue correctamente ejecutado pese a los daños de la embarcación.
El motivo de su traslado era que Baiona contaba con mejores medios para las reparaciones y, además, estaba fortificada, con sus murallas recién reparadas. Pese a todo, el previsor Garibay, ordenó fondear la Begoña de tal modo que su costado fuese una prolongación del baluarte y protegiese mejor la playa principal. También mandó desembarcar algunos cañones de la banda ahora cegada por el castillo para ponerlos en las murallas.
La contra armada y la nao Begoña
Al año siguiente, en 1589, Inglaterra pasó al ataque aprovechando la momentánea debilidad naval española, con una expedición liderada por Drake. Fue la conocida como Contra Armada, que acabó siendo un tremendo fracaso.
Pues bien, tras ser rechazados los ingleses en Coruña (donde destacó María Pita) y mientras iban a Lisboa pasaron frente a Baiona. Poco después, ya a finales de Junio, cuando saquearonVigo al volver de Lisboa, también se fijaron en Baiona. En ambas ocasiones trataron los ingleses de tomar la villa pero, viendo la férrea defensa y que aquello iba a ser un hueso duro de roer, no fueron más allá de la simple fase de planificación.
La primera vez, al ir de paso, intentaron un golpe de mano con una nave, pero se lo pensaron mejor. La segunda vez, la fácil toma de Vigo y las ganas por regresar ayudaron mucho a cancelar los planes de ataque, pese a que disponían de varios barcos y hombres. Las prevenciones de Garibay se habían mostrado muy acertadas.
La Begoña en el Caribe
La Begoña, ya con otro mando, siguió al servicio de la Coronadurante unos años, participando entre otros avatares en la famosa escuadra que capturó al Revenge en Azores en 1591, aunque sin prestar un destacado servicio. Sin embargo, acabó volviendo a la Carrera de Indias. Pese a que ya tenía algunos años en las cuadernas, se la nombró Capitana de la Flota de Tierra Firme de 1595, lo que da buena idea de las excepcionales cualidades de la nao.
Cuando la Begoña iniciaba el tornaviaje, con un cargamento valorado en 2 ó 3 millones de pesos, un temporal le destrozó el palo mayor y el timón, consiguiendo milagrosamente entrar en San Juan de Puerto Rico.
Se procedió a poner el valioso contenido de las bodegas en el castillo mientras se pensaba en qué hacer con la nao, pues su reparación sería complicada. Llegaron las noticias de la arribada a Inglaterra, donde los ingleses vieron una buena oportunidad de obtener un gran botín, ya que sabían que las defensas de San Juan no eran gran cosa. Se decidió armar una flotilla corsaria dirigida por Drake y Hawkins para asestar un duro y rentable golpe contra España.
Sin embargo, Felipe II tenía un magnífico sistema de espionaje y, anticipándose a los ingleses, consiguió enviar a Puerto Rico a cinco fragatas comandadas por Pedro Téllez de Guzman.
Los españoles lograron llegar antes y tuvieron algo de tiempo para preparar la defensa de San Juan. Una de las medidas fue la de hundir a la Begoña para que sus restos bloqueasen una entrada al puerto y obligar así al enemigo a entrar por donde estaban las defensas.
Llegados los ingleses y viendo el panorama, Drake (Hawkins ya había muerto) ordenó un gran ataque nocturno entre el 23 y el 24 de Noviembre de 1595 que, pese a que se logró incendiar a una fragata española, terminó siendo una catastrófica derrota inglesa. Nuevamente, y aunque a “título póstumo”, la Begoña había salvado una villa de la furia de Drake.
Y así terminó la historia de nuestra protagonista, o parte de ella, pues desde el Museo del Mar de Puerto Rico dicen que sus restos aún siguen allí, aunque sólo han sido estudiados someramente.
A modo de apunte final, indicar que a principios de Enero de 1596 zarpó desde España una escuadra de refuerzo hacia Puerto Rico, pues aún no se habían recibido noticias de la victoria. Iba al frente Bernardino de Avellaneda, siendo su segundo el mencionado Juan Gutiérrez de Garibay.
Tras un duro temporal, consiguieron llegar al Caribe y, viendo que estaba todo hecho, se comenzó a reparar las naves. Sin embargo, al poco se enteraron de que lo que quedaba de la agrupación inglesa estaba reparando en la Isla de Pinos (Cuba), por lo que se dirigieron allí a toda vela.
Llegaron justo a tiempo, pues ya habían terminado los arreglos e iban a embarcar a la gente que estaba en tierra. Garibay fue autorizado a hacer de avanzadilla con los buques más veleros, a fin de estorbar el reembarque, mientras el grueso de la formación española seguía sus aguas más despacio.
Según los historiadores ingleses, aquello habría sido un suicidio, pues la superioridad artillera y la maniobrabilidad de sus barcos habrían aplastado a la pequeña formación de Garibay.
Pues bien, estos corsarios no debían de estar muy al tanto de esas técnicas, porque lo que hicieron fue la más escandalosa huída de la historia de Inglaterra. No sólo dejaron a sus compañeros en tierra, que serían hechos prisioneros, si no que incluso arrojaron los cañones al mar para ir más rápido.
Garibay apresó al barco más grande y a una pinaza, aunque perdió un bajel con ochenta hombres que explotó (no está claro si por el combate o si por accidente).
Bibliografía:
- Abilleira Crespo, Yago; La nao Nuestra Señora de Begoña, Drake y Garibay. Publicado en Revista de Historia Naval 139, 2017.
- Rodríguez González, Agustín Ramón; Mitos Desvelados: Drake y la Invencible. Editorial Sekotia, 2013
- VVAA: La Batalla del Mar Océano. Corpus Documental publicado por el Ministerio de Defensa.
Por Yago Abilleira Crespo
Yago Abilleira Crespo es colaborador de Todo a babor.Fallece la profesora e investigadora Ana Cairo en la Habana
- Detalles
- Escrito por Lizzett Talavera Calvo
La destacada profesora, ensayista e investigadora Ana Cairo Ballester, falleció el pasado miércoles 3 de abril a los 69 años de edad. Por su meritoria labor como intelectual fue merecedora de Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2015. Hasta su muerte se desempeñó como Profesora Titular de la Universidad de La Habana, miembro de la Academia de Historia y del Consejo Nacional de la UNEAC. Ana Cairo deja una extensa obra investigativa sobre la Historia de Cuba, en particular sobre el período de la República.
Descargar PDF: Ana Cairo y el patrimonio de la imaginación.
Sección «Entrecubanos» de la revista Opus Habana, Vol. XII, No. 2, mar./agos. 2009.
Conoce la leyenda de la maldición del Teatro Payret
El teatro Payret, en la esquina de Prado y San José, fue inaugurado el 21 de enero de 1877 por el catalán don Joaquín Payret, con el propósito de desplazar […]
- El teatro Payret, en la esquina de Prado y San José, fue inaugurado el 21 de enero de 1877 por el catalán don Joaquín Payret, con el propósito de desplazar al Tacón, el principal de La Habana y con 39 años de vida. En 1878 cambió el nombre por el del Teatro de la Paz, pero el original perduró por siempre.
En sus comienzos, el Payret llegó a alternar con teatros tan importantes como el Tacón, el Albisu o el Irijoa.
En agosto de 1882, El Payret sufrió un derrumbe después de unos fuertes aguaceros, en el que pereció el arquitecto Sagastizábal, quien había dirigido la construcción de la obra, la cual quedó en manos de la hacienda pública hasta que en 1890 fue sacado a subasta y se adjudicó a don Santiago Pubillones, famoso empresario de circos, y al siguiente año lo adquirió el médico montañés Anastasio Saaverior. Reedificado abrió sus puertas nuevamente, donde actuaron Anna Pavlova y Sara Bernhard entre otros destacados artistas y luego se dedicó solo a proyectar filmes españoles.
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Un dato curioso del Payret es el de la maldición de María del Pino, con quien al parecer don Joaquín había quedado muy mal en cuestiones de amor o de dinero. Durante la construcción del coliseo, María se le aparecía de vez en cuando por la calle San José y echaba maldiciones contra la instalación, mientras el propietario se escondía atemorizado.
El día de la inauguración, un escape de gas estuvo a punto de terminar con la fábrica, luego los vientos de dos ciclones casi lo derrumban, y para colmo, de acuerdo a la última voluntad de María del Pino, cuando murió, la carroza fúnebre con sus restos mortales permaneció cinco minutos parada frente al teatro.
Finalmente, el Payret fue rematado por falta de pago y don Joaquín murió en la pobreza en una casa de la salud. En septiembre de 1951, después de un total remozamiento, se abrió el Payret como cine, con una gran función en beneficio de la Liga contra el cáncer.
LA ALEGRÍA
¡La alegría de vivir! _148969 / ABC Color Foto tomada de: abc.com |
Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
Ciertamente, podemos considerar a la alegría como un
estado anímico que no solo lo experimenta la persona que tiene este sentimiento
positivo, sino que también se asienta en la esencia de los seres humanos que
viven, en el entorno, del individuo alegre.
La
ansiedad y la angustia y el estrés son estados anímicos contrarios a la
alegría, ya que nos hace ser más lábiles y vigorizan o acentúan los dolores.
Esto puede suceder en situaciones difíciles o imposibles de controlar, pero
todo depende de la voluntad más o menos frágil de la persona, que no puede
evitar que acontezcan ciertos hechos posibles de solucionar, en definitiva, el
ser humano debe estar siempre alegre, aunque se halle en situaciones embarazosas,
pues cualquier acaecimiento es posible de solventar por muy complicada que este
sea. No olvidemos nunca que la alegría no se espera, sino que, al ser un
compromiso con nosotros mismos, la llevamos dentro de nosotros. Tampoco debemos
olvidar que, si estamos alegres o tristes, ello repercute en las personas de
nuestro entorno, así como que la alegría nos hace más productivos, vivir una
vida con sentido, afianzar metas mucho más prometedoras. “Gran ciencia es ser
feliz, refiere Ramón Pérez de Ayala, y engendrar la alegría, porque sin ella,
toda existencia es baldía”.
Es
evidente que la alegría surge desde lo más profundo de nuestra esencia. Este
sentimiento nos colma de tranquilidad, bienestar y amor. “La juventud es el
paraíso de la vida, manifiesta Ippolito Nievo, la alegría es la juventud eterna
del espíritu”. Sí, porque la alegría es una emoción básica, primordial, que
posee una función adaptativa, al igual que otros sentimientos nobles.
Por
otra parte, la alegría nos proporciona el llamado “bienestar psicológico”. Este
sentimiento positivo no es obligado ni proyectado, sino que surge de forma
natural y no dominado. Él nos impulsa a compartir parte de lo que tenemos con
las demás personas que marchan, como nosotros, por los caminos de la vida. Además,
la alegría favorece la cohesión social, es decir, es un vínculo, entre los
seres humanos, que nos ayuda a procrear nuevas conexiones y, al mismo tiempo, a
fomentar la fusión comunitaria. “No hay alegría mejor, dice Henry F. Hoar, que
la que mejor alegría que se crea en nuestro espíritu y la difundimos entre los
demás”.
La Calle Obispo
La Calle Obispo se encuentra en La
Habana Vieja, o lo que fue la ciudad de intramuros en tiempos de la Muralla.
Esta es la calle al sur de la Plaza de Armas. Esta calle corre de este a oeste,
desde la calle Monserrate hasta la Avenida del Puerto. La Calle Obispo es
atravesada o hace intersección con, comenzando desde la Avenida del Puerto, las
calles Baratillo, Oficios, Mercaderes, San Ignacio, Cuba, Aguiar, Habana,
Compostela, Aguacate, Villegas y Bernaza. Paralela a la Calle Obispo, una
cuadra al norte, se encuentra la Calle O'Reilly.
De acuerdo a José M. de la Torre en su libro histórico de La Habana “Lo Que
Fuimos Y Lo Que Somos o La Habana Antigua y Moderna” publicado en 1857, obtiene
la Calle Obispo su nombre por:
“Del Obispo. -Porque el Obispo de la Diócesis, don Pedro Agustín Morel de Santa
Cruz, que vivía en la de los Oficios, nº 94, puerta contigua al colegio de las
niñas, en la época en que se impusieron los nombres a las calles, acostumbraba
frecuentarla en sus salidas: se llamó antes del Obispado. En la casa conocida
por las señoras Bustamante, esquina de la calle de los Oficios, donde está la
confitería, existe en el exterior de la pared que hace frente a la Plaza de
Armas, una lápida con la siguiente inscripción: Hic finem fecit tormrnto bellico
in opinate percusa Domina María Cepero: Anno 1667: N. R. A. M. siendo la
historia la siguiente: Era doña María de Cepero señora rica y principal (como
hija del Gobernador don Diego Rivera y Cepero) y hallándose en la Parroquial
mayor (que entonces estaba donde hoy el palacio de Gobierno), en una fiesta que
ella costeaba, una bala salida de uno de los arcabuces en la descarga que se
hizo, acertó a atravesarla, a la sazón que estaba arrodillada; por lo cual allí
mismo la hicieron su sepultura. Derribada en 1777 la indicada parroquial, fue
recogida dicha lápida y existiendo en poder de don Rafael Cepero (yerno de don
Luis Gato) por consejo de don José Cepero hubo de colocarse en el paraje donde
hoy está, haciendo creer a muchos que en él ocurrió el suceso. Hay otras
tradiciones erradas sobre la misma lápida: como que el hecho ocurrió de
resueltas de una bala de cañón que salió de un buque surto en el puerto, etc.,
etc. En la casa número 91 vivió el virtuoso y sabio filósofo habanero don Félix
Varela.”
Por esta fue la calle donde el conde de Albemarle salió de La Habana. Por favor
visite la Calle O'Reilly donde tenemos la cita de José M. de la Torre haciendo
referencia a tal hecho.
GUIJE.
Para los coleccionistas, ...Esta es
una de las fotos más antiguas tomada en la Habana Cuba, fue tomada por el
fotografo Norteamericano: George N. Barnard (1819-1902), la foto fue tomada en
1860.
Los Destellos de Mundos Imposibles en el Quijote
Odón Betanzos Palacios (†)
Director de la Academia Norteamericana Lengua Española
El aroma, desborde y luz del Quijote nos llega por todas partes y por donde quiera que se le mire. Incluso por los errores, equivocaciones o descuidos del autor que entran, así como parte de un estilo definido. Los personajes que crea, importantes, secundarios o accidentales, viven, se mueven, dicen y se hacen reales y concretos, de carne y hueso del espíritu. Don Quijote y Sancho nos son familiares, tan conocidos en sus acciones y reacciones que da la impresión de tenerlos al lado. Cervantes y Don Quijote van unidos en el libro y no será posible la separación puesto que Cervantes es el creador que Dios le sopló y le dio vida y aliento. Por la obra vive y trasciende su autor, ya que, aparte de criticar y satirizar y dejar hablar a un loco sublime, se nos presenta y confiesa en todas las direcciones. En el libro lo popular y tradicional se enlazan por boca de sus personajes, bocas que hablan y Cervantes en su amplitud que siente y dice. El realismo español vive y convive con las disparatadas acciones del caballero andante. Cervantes se vale de los personajes básicos de su libro para darnos sus propias opiniones y madurados razonamientos. En el Quijote se amplían las bases del realismo español que nos viene desde el Poema del Cid, El Arcipreste de Hita, La Celestina y El Lazarillo.
Dibujo tomada de: e-kuoreo.blogspot.com |
Sorprende en Cervantes por la diversidad, genialidad e mventos, todo un mundo de juegos, artificios y combinaciones en sorpresas. Incluso de lo dicho por otros, inventa y nos los da como nuevo, ennoblecido y agrandado. Las fingidas fuentes de hechos en los libros de caballería en el Quijote salen remozadas, como si su realidad acabara de nacer; los nombres de seres y geográficos en aquellos libros brotan en el Quijote con sonoridad y encantamiento los episodios, aunque sean imitados de hechos de otros caballeros andantes, dan la sensación de novedad y cercanía; con la ficción, la intención para amoldar, así, el pensamiento o crítica de Cervantes a la realidad circundante; la narración en olas grandes arrastran, chocan, se embravecen en furia o agilidad o se hacen de tranquilas rompeolas en la calma; el diálogo, intenso, lleno de latidos de almas decidoras. Ese diálogo se hace entrañable entre caballero y escudero y entre los seres que pueblan en el gran libro. Los mundos diferentes en Cervantes que se dan cita hacen de la diversidad la unidad en la totalidad: convive lo medieval con lo renacentista; lo pastoril y temas moriscos con la picaresca; el dinamismo con la lentitud lo ideal con lo real; la tristeza y desesperanza con el humor y la gracia.
Nace en Cervantes, lo que quiere decir en el Quijote, necesidad de dar alas a la imaginación y poder, de esa forma, volar y salir del enredado mundo donde le ha tocado vivir. Así la variedad de formas de encantamiento en el libro, el sin número de situaciones, la diversidad de inventos, las voces de la sabiduría popular en el habla la libertad, las ambiciones, las esperanzas. La Cueva de Montesinos y sus personajes encantados sirven como galería de imaginación y de la belleza plástica; Merlín y sus inventos, inventos que se desdoblan reinventados por Cervantes; la quijotización de Sancho donde se mezcla el ingenio natural con la viveza aldeana: Acaban de salir de Toboso y el escudero mozo juega con saber quién es Aldonza Lorenzo, dama Dulcinea, confesión del caballero. No quiere decir que no estuvo en el Toboso para darle la carta escrita en el libro de asentar que se le olvidó llevar, donde se hallaba, también , la cédula pollinesca y, ante la vista de las tres aldeanas, una de ellas hecha Dulcinea por Sancho le dirá a Don Quijote a la vista de ellas: "Viva Roque que es la señora nuestra ama más ligera que un acotán, y que puede enseñar a subir a la jineta al más diestro cordobés o mejicano".
La esencia del habla de las Españas dicha en refranes tiene una fuente grande y honda en el caballero y en el escudero. En el escudero, algunas veces, a lo que salga y encadenados; las cartas, esos modelos de intensidad y sorpresas Y como abrazadas; la singularidad en o casi imposible al criticar libros, acciones, vidas, ideas y observaciones hechas de su misma y anterior escritura. Modelo de lo casi imposible al hacer la crítica - Sansón Carrasco (entiéndase Cervantes) de la Primera parte del libro al inicio de la Segunda; el humor , la gracia natural que mueve a la risa o a la compasión por los personajes; la exposición, velada o abierta de nuestra nación como Imperio, escondida en mentira la verdad de nuestro de clive con todo el aparato de grandeza para escamotear la realidad; el sentido de la libertad, tan en su sangre el de la justicia, para señalar su deseo de armonizar, la división de clases, imposibles entonces de salvarla y ganarla. El sueño, la idealización de la felicidad y el descanso para hacer de ese descanso la creación más fuerte y rotunda. El Caballero del Verde Gabán, Don Diego de Miranda, le servirá de modelo para entender y desear la paz, el desahogo
económico y tranquilidad que nunca tuvo así como el don como título que su talento y obra merecían y que nunca se le hubiera ocurrido ponérselo.
Pienso y digo que todo lo que sobre Cervantes y el Quijote observo está, genialmente hecho esencia en las catorce palabras del recordado Maestro, Dámaso Alonso, "que el Quijote es en realidad el gran y último poema de ambición universal". Con el Quijote y su Cervantes estamos y estarán en deuda todos los que de una forma y otra escribimos y escribirán. El mundo sólo tiene una dimensión de ejemplo mayor: el que se pueda dar con obra concluida en términos y modos imposibles: el Quijote es uno de esos ejemplos.
Los entierros
- Detalles
- Tomdado de: OpusHabana
- Escrito por Emilio Roig de Leuchsenring Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.
Una interesante visión sobre un cotidiano hecho, que afecta a todos en varios instantes de la vida, nos la ofrece el cronista, para quien además los «entierros, como las bodas, son actos sociales de gran espectáculo y teatralidad, en que el lujo, la vanidad y la tontería humanos, juegan papel principalísimo».
La teatralidad de los funerales entre nosotros se revela en las papeletas que se insertan en los periódicos; las carrozas cubiertas de dorados, arabescos, molduras, cruces, ángeles y otros adornos ridículos...
Según la categoría del muerto y las relaciones de amistad que con él o su familia nos unan, se dividen los entierros en varias clases.
1º–Entierro Social u oficial, de figurao. Es el de una persona de alta significación social o relieve político, literario, etc.
Estos entierros se ven extraordinariamente concurridos, no ya por las vastas relaciones del difunto y su familia y las simpatías de que uno y otra gocen, sino principalmente porque es de buen tono y gran utilidad asistir a esos sepelios, aunque no conozca al difunto ni a su familia, pues adquiere uno fama de persona de distinción y bien relacionada y se codea con lo mejorcito de la ciudad. A estos entierros se va como se podría ir a la ópera, porque va la gente y es cosa chic. Los concurrentes, de todo se preocupan, menos del pobre muerto. Hablan de negocios, de política, cuentan chismes sociales, ríen y pasan el rato, saludan a amigos y conocidos, se hacen ver de aquellos que comercial, política o socialmente consideren superiores, para demostrarles que ellos también se rozan con gente de alto copete y tienen amistades en la buena sociedad. Es muy corriente que despedacen al muerto, empezando por aquello de:
–¡El pobre! Creo que no inventó la pólvora... – terminando:
–í, esa es la verdad: era un imbécil y un sinvergüenza.
2º–Entierro de compromiso.
Es al que no queda más remedio que asistir: el familiar de algún amigo, un jefe político o administrativo. A lo mejor, no conocemos al muerto, ni sabíamos que existiera. Nuestra situación en la casa y en el cementerio suele ser bastante comprometida, si se trata del pariente de un amigo, pues tenemos que ponerle cara compungida e interrogarle sobre las particularidades de la muerte de su familiar, comentando sus noticias con frases dolientes entrecortadas:
–¡Ah! ¡Oh! ¡El pobre! o ¡la pobre! ¡Qué horror! ¡Qué pena!
Como mejor se sale en estos entierros es, buscando entre la concurrencia o llevándolo de antemano preparado, un amigo con quien conversar y pasar el rato.
3º–Entierro de oportunidad y utilidad.
Es al que asistimos, no por el muerto ni su familia, que ni los conocemos ni nos importan, sino porque a ese entierro tenemos la creencia que asistirá determinada persona con la que nos interesa encontrarnos, pero como si fuera al descuido y de casualidad, para tratar con ella sobre un asunto, recordarle una deuda o insistirle sobre una recomendación.
Son estos los entierros a los que se asiste con más gusto, porque puede uno llevarse el chasco de que no vaya la persona que necesitábamos ver, y entonces nos resulta el entierro la gran lata.
Esta asistencia a los entierros por utilidad, hay muchas personas que practican. Ponderándole una vez a cierto amigo lo incómodo y cargante que era el asistir a los entierros, me contestó:
– lo crea usted. Yo asisto a casi todos, y me va muy bien. Por lo pronto, cumple uno con la familia del muerto, y es esta una de las atenciones que más agradecen y que hasta produce el beneficio de que lo defiendan si se habla mal de nosotros: «No lo creo. Él parece muy buena persona. ¡Tan bien como se portó cuando la muerte de papaíto! asistió al entierro y todo...» Además, en los entierros se encuentra uno siempre varias personas con las que le interesa a uno hablar y que sin embargo no amerita o conviene a la índole del asunto, el visitarlas en su casa u oficina o pedirles una entrevista. Bien en la casa del muerto o en el cementerio, se acerca uno a aquella con disimulo, y entre comentarios vanales, sobre el muerto, el calor o la política, se le trata del asunto que interesa. O si la materia es larga, se invita a ese individuo a que vaya con nosotros en el automóvil hasta el cementerio, y si es necesario, lo acompañamos después a su casa. Como usted ve –ó mi amigo– los entierros, lejos de ser actos latosos, son entretenidos, necesarios y útiles. Siga usted mi consejo y no falte a ninguno.
En esta lista de entierros, no incluímos el del familiar o el amigo verdaderamente queridos, porque a éste asistimos espontánea, sincera y efusivamente, encontrando para nuestro dolor, un consuelo en acompañar hasta su última morada los mortales despojos de aquél para el que tuvimos en vida nuestro aprecio, nuestra devoción y nuestro cariño. Es el entierro sincero, y no entra en nuestra crítica. En entierros de esta clase, nos estorban, molestan y hasta exasperan los que asisten por oportunidad o utilidad, por compromiso o por figurao.
Los entierros, como las bodas, son actos sociales de gran espectáculo y teatralidad, en que el lujo, la vanidad y la tontería humanos, juegan papel principalísimo:
¡A cuántos hijos; padres y parientes cercados del muerto hemos visto están atentos, casi exclusivamente, al número de coches que iban en el entierro, y lo bien que quedó éste! Les importaba más el acto social del entierro que la muerte de su pariente.La teatralidad de los funerales entre nosotros se revela en las papeletas que se insertan en los periódicos; las carrozas cubiertas de dorados, arabescos, molduras, cruces, ángeles y otros adornos ridículos; las varias parejas de caballos que tiran del carro fúnebre, enjaezados con mantos negros o blancos y con grandes plumeros en la cabeza; en los zacatecas, hasta ahora vestidos con indumentaria de zarzuela u opereta; en las coronas y flores, que a veces son conducidas en varios carros ad hoc; en el acompañamiento de automóviles; en la indumentaria, de etiqueta, que generalmente se exige; en los gori gori que se cantan en el cementerio, ya en la capilla pequeña, a la izquierda de la puerta de entrada, ya en la gran capilla central, con procesión de cruz alzada, hisopos y otras baratijas mortero-funerales-monaguillescas; y, por último, en los discursos que en ocasiones se pronuncian para despedir el duelo, o en el inevitable apretón de manos al terminar el acto.
De muchos de estos puntos trataremos en el próximo artículo.
1º–Entierro Social u oficial, de figurao. Es el de una persona de alta significación social o relieve político, literario, etc.
Estos entierros se ven extraordinariamente concurridos, no ya por las vastas relaciones del difunto y su familia y las simpatías de que uno y otra gocen, sino principalmente porque es de buen tono y gran utilidad asistir a esos sepelios, aunque no conozca al difunto ni a su familia, pues adquiere uno fama de persona de distinción y bien relacionada y se codea con lo mejorcito de la ciudad. A estos entierros se va como se podría ir a la ópera, porque va la gente y es cosa chic. Los concurrentes, de todo se preocupan, menos del pobre muerto. Hablan de negocios, de política, cuentan chismes sociales, ríen y pasan el rato, saludan a amigos y conocidos, se hacen ver de aquellos que comercial, política o socialmente consideren superiores, para demostrarles que ellos también se rozan con gente de alto copete y tienen amistades en la buena sociedad. Es muy corriente que despedacen al muerto, empezando por aquello de:
–¡El pobre! Creo que no inventó la pólvora... – terminando:
–í, esa es la verdad: era un imbécil y un sinvergüenza.
2º–Entierro de compromiso.
Es al que no queda más remedio que asistir: el familiar de algún amigo, un jefe político o administrativo. A lo mejor, no conocemos al muerto, ni sabíamos que existiera. Nuestra situación en la casa y en el cementerio suele ser bastante comprometida, si se trata del pariente de un amigo, pues tenemos que ponerle cara compungida e interrogarle sobre las particularidades de la muerte de su familiar, comentando sus noticias con frases dolientes entrecortadas:
–¡Ah! ¡Oh! ¡El pobre! o ¡la pobre! ¡Qué horror! ¡Qué pena!
Como mejor se sale en estos entierros es, buscando entre la concurrencia o llevándolo de antemano preparado, un amigo con quien conversar y pasar el rato.
3º–Entierro de oportunidad y utilidad.
Es al que asistimos, no por el muerto ni su familia, que ni los conocemos ni nos importan, sino porque a ese entierro tenemos la creencia que asistirá determinada persona con la que nos interesa encontrarnos, pero como si fuera al descuido y de casualidad, para tratar con ella sobre un asunto, recordarle una deuda o insistirle sobre una recomendación.
Son estos los entierros a los que se asiste con más gusto, porque puede uno llevarse el chasco de que no vaya la persona que necesitábamos ver, y entonces nos resulta el entierro la gran lata.
Esta asistencia a los entierros por utilidad, hay muchas personas que practican. Ponderándole una vez a cierto amigo lo incómodo y cargante que era el asistir a los entierros, me contestó:
– lo crea usted. Yo asisto a casi todos, y me va muy bien. Por lo pronto, cumple uno con la familia del muerto, y es esta una de las atenciones que más agradecen y que hasta produce el beneficio de que lo defiendan si se habla mal de nosotros: «No lo creo. Él parece muy buena persona. ¡Tan bien como se portó cuando la muerte de papaíto! asistió al entierro y todo...» Además, en los entierros se encuentra uno siempre varias personas con las que le interesa a uno hablar y que sin embargo no amerita o conviene a la índole del asunto, el visitarlas en su casa u oficina o pedirles una entrevista. Bien en la casa del muerto o en el cementerio, se acerca uno a aquella con disimulo, y entre comentarios vanales, sobre el muerto, el calor o la política, se le trata del asunto que interesa. O si la materia es larga, se invita a ese individuo a que vaya con nosotros en el automóvil hasta el cementerio, y si es necesario, lo acompañamos después a su casa. Como usted ve –ó mi amigo– los entierros, lejos de ser actos latosos, son entretenidos, necesarios y útiles. Siga usted mi consejo y no falte a ninguno.
En esta lista de entierros, no incluímos el del familiar o el amigo verdaderamente queridos, porque a éste asistimos espontánea, sincera y efusivamente, encontrando para nuestro dolor, un consuelo en acompañar hasta su última morada los mortales despojos de aquél para el que tuvimos en vida nuestro aprecio, nuestra devoción y nuestro cariño. Es el entierro sincero, y no entra en nuestra crítica. En entierros de esta clase, nos estorban, molestan y hasta exasperan los que asisten por oportunidad o utilidad, por compromiso o por figurao.
Los entierros, como las bodas, son actos sociales de gran espectáculo y teatralidad, en que el lujo, la vanidad y la tontería humanos, juegan papel principalísimo:
¡A cuántos hijos; padres y parientes cercados del muerto hemos visto están atentos, casi exclusivamente, al número de coches que iban en el entierro, y lo bien que quedó éste! Les importaba más el acto social del entierro que la muerte de su pariente.La teatralidad de los funerales entre nosotros se revela en las papeletas que se insertan en los periódicos; las carrozas cubiertas de dorados, arabescos, molduras, cruces, ángeles y otros adornos ridículos; las varias parejas de caballos que tiran del carro fúnebre, enjaezados con mantos negros o blancos y con grandes plumeros en la cabeza; en los zacatecas, hasta ahora vestidos con indumentaria de zarzuela u opereta; en las coronas y flores, que a veces son conducidas en varios carros ad hoc; en el acompañamiento de automóviles; en la indumentaria, de etiqueta, que generalmente se exige; en los gori gori que se cantan en el cementerio, ya en la capilla pequeña, a la izquierda de la puerta de entrada, ya en la gran capilla central, con procesión de cruz alzada, hisopos y otras baratijas mortero-funerales-monaguillescas; y, por último, en los discursos que en ocasiones se pronuncian para despedir el duelo, o en el inevitable apretón de manos al terminar el acto.
De muchos de estos puntos trataremos en el próximo artículo.
Una Mañana de Verano en Progreso
Foto tomada de: best-wallpaper.net
Padre Silverio Rueda Sepúlveda
Comenzaba el tibio sol de verano a salpicar de dorado toda la comarca, en aquella mañana resplandeciente de luz , en la región de Progreso. Por el carretero que va a Santa Elena los carros pasaban presurosos con el afán de llegar pronto.a la playa. Todo era paz y tranquilidad que sólo se oía de cuando en cuando, el trinar de una golondrina que hacía su nido en los aleros de la casa.
Sentado en el balcón de mi aposento donde me encontraba en la población de Progreso, podía divisar a lo lejos las colinas que se extendían por el norte hasta Chongón y por oriente hacia el Morro, dejando regados a su paso un conjunto de ceibas y acacias.
Aquella mañana todo era infinitamente profundo, como el mismo cielo, de un color azul muy intenso. Estas eran las consecuencias del verano, días enteros cargados de sol, con un viento fresco que de vez en cuando suavizaba el ambiente y traía hasta mi balcón los olores del campo. Las aves comenzaban a revolotear por los tejados de las casas, hasta llenarlas de sus trinos, formando un conjunto armonioso y danzarín. Los pocos árboles que se veían desde mi ventana, servían de acomodo a las aves que anidaban en sus ramas. Todo el conjunto formaba armónicamente una agradable vista, donde se podía posar los ojos y descansar tranquilamente.
Las casas vetustas de Progreso con sus techumbres de tejas de barro, armonizaban perfectamente con la aridez del paisaje y los polvorientos caminos que iban a los recientos.
En aquella mañana tranquila de verano, cada sonido tenía un eco profundo que se quedaba prendido a las paredes de las casas. Era propicia la ocasión para darle rienda suelta a la imaginación y dejar que allí el espíritu errabundo descanse sobre la quietud del paisaje.
Qué bueno resultaba estar allí, percibiendo y palpando la tranquilidad de este pueblo de la Península, en los días de verano de la costa después del calor y el ruido sofocante de la ciudad de Guayaquil.
Decir la Primavera
Eliana Onetti
Decir la Primavera es decir eclosión de capullo y de hoja tierna y la inesperada riqueza de color y de fragancia y de movimiento con que cada año nos regala la Madre Naturaleza, recordándonos la vida, re novada y agradecida, en la ternura del nido y del cubil y de la madriguera...Es henchir los sentidos y el espíritu de gracia y es inundar el corazón de armonía; es recuperar esperanza y es respirar alegría.Decir la primavera es, en fin, abrazar la luz y amar la vida y confiar en el presente y perder el temor de la sombra y del vacío.
La ilusión es verde en clara relación directa con el esplendor de la primavera. Decimos de un joven que está en la primavera de su vida. Son los colores más hermosos y alegres los que definimos como primaverales. Y es la primavera del espíritu esa época dorada y gloriosa en que ansiamos y logramos identificarnos con el sentimiento de felicidad.
Pero nos olvidamos de proyectar el sentido de la primavera a todos y cada uno de los días de nuestra vida, y a todas y cada una de las acciones que conforman nuestra existencia social. Si acometemos cada jornada con ilusión y espontaneidad, desterrando de nuestro espiritu la pesadumbre, el temor, la ansiedad, la frustración, y el malestar, pero también la ambición , el egoísmo, la abulia, la avaricia y el rencor. Si pensarnos y actuamos en verde, con valerosa y enérgica dosis de ilusión, apresamos la magia de la primavera por siempre, para siempre, en el corazón.
Y entonces, impregnada nuestra fibra sensible de esplendor, seríamos capaces de desterrar del mundo y de la sociedad las lacras que los deterioran. Porque construir una vida mejor es tarea de todos. Con todos por el bien de todos solamente podremos los
hombres resolver con bien los graves problemas sociales -éticos, morales y materiales- que nos aquejan.
Decir la primavera es abandonar actitudes negativas , de crítica destructiva e insana y sustituirlas por un ánimo de cooperación fraternal y positivo.Es defender con ideas las conquistas sociales y es construir con ideas el basamento indispensable de comprensión y benevolencia mutuos que hará posible en un futuro - no sé yo si demasiado lejano- que la humanidad logre hacer realidad el sueño de siglos: libertad, igualdad y fraternidad para todos.
Porque los logros o malogros de una sociedad no son solamente resultado de los aciertos o yerros de su gobierno. Son resultado de los aciertos o yerros de cada uno de sus componentes: los ciudadanos. Democracia significa gobierno del pueblo. Y el pueblo gobierna cuando, con su voto acertado, escoge para gobernarlo al equipo adecuado . Pero un pueblo sólo es capaz de gobernar, y gobernar bien, cuando tiene claras y definidas las ideas y los conceptos, de manera que ni las empatías personales ni los discursos demagógicos puedan desviar su atención del bien general y común.
Una vez viajó un sabio occidental a China con el áni mo de comprender mejor una de las civilizaciones más antiguas del mundo contemporáneo. Se dedicó, pues, a viajar por el país acompañado de un guía. Una mañana, al pasar por un campo roturado, vio dos campesinos que discutían acaloradamente con tanta virulencia que temió pudieran terminar por irse a las manos. El guía, sin embargo, lo tranquilizó diciendo: "No tema, no se pelearán. El primero que recurra a la violencia estaría reconociendo que no tiene la razón". Probemos a decir la primavera, pues, con las armas de la razón; no de la violencia, para construir, entre todos, un futuro mejor.
"El Cosaute"
Marco Antonio Landa (†)
Jorge Manrique, el poeta que ostenta hoy el preciado galardón de ser considerado uno de los poetas más representativos de la poesía española, nació en 1440 y murió en 1479. Fue antes que nada guerrero, en aquel siglo XV tempestuoso y agitado, escenario de los cruentos conflictos sustentados entre los señores feudales de la España medieval en sus permanentes esfuerzos de dominación y enfrentamiento a la autoridad real. Luchas en la que apenas as el pueblo intervenía aún cuando nunca dejó de sufrir las consecuencias más dolorosas de las sangrientas batallas.
El autor de las famosas "Coplas a la muerte de su padres" hijo de don Rodrigo Manrique, Señor de Paredes y de doña Mencía de Figueroa. Don Rodrigo vió transcurrir toda su vida, en unión de sus hijos, en una lucha infatigable contra otros señores feudales, que con sus mismas ambiciones luchaban entre sí, para conquistar posesiones y honores con que adornar su vida y dar "patrimorio a su linaje." Don Rodrigo invirtió en esas luchas todos sus vienes, en ellas agotó su fortuna y hasta la muerte se esforzó para lograr el honor y el poder que conferían el ser Gran Maestre de la Orden de Santiago, la orden de caballería más poderosa e influyente de su época. Se enfrentó al vacilante rey de Castilla Enrique IV y al final tomó partido junto a Isabel, media hermana de aquel, en la lucha entre ella frente a las pretensiones al trono de la hija Enrique y Juana de Portugal, más conocida por "La Beltraneja", por creérsela hija de la reina con el valido del Rey Beltrán de la Cueva. A esta etapa de conflictos por la corona de Castilla dedicó Orestes Ferrara uno de los estudios más penetrantes escritos sobre el tema: "Un pleito sucesorio". Isabel era hija del segundo matrimonio de Juan II de Castilla, el que le había concedido tantas prerrogativas a su favorito Alvaro de Luna, lo cual no fue óbice para que al final el rey ordenara su decapitación.
Sabido es que la facción de Isabel triunfó y ella llegó a ser Isabel de Castilla, Isabel la Grande, que con su esposo Fernando de Aragón completaron la reconquista de España en manos de los moros. Con la conquista de Granada terminó en España la Edad Media, a las puertas del Renacimiento. Isabel y Fernando fueron los artífices de la unidad de España y por su parte, hasta donde fue posible, se esforzaron por eliminar la corrupción de sus predecesores. Rodrigo Manrique murió en 1476. A su muerte su hijo Jorge, poeta cortesano de relativos méritos, se enfrascó en la tarea de narrar la vida y encomiar las virtudes de su padre, el Gran Maestre de Santiago, en las famosas Coplas de todos conocidas.
La tumultuosa historia de ese siglo XV, con los conflictos feudales y la corrupción de las cortes, así como un estudio exhaustivo del contenido y estilo de las coplas manriqueñas está contenida en el libro Personalidad y Destino de Jorge Manrique , del escritor español Antonio Serrano de Raro, (BRH, Editorial Gredos, Madrid, España,1966). Pero lo que despertó particularmente mi atención de entre todo el material del libro fue lo referente al "COSAUTE". Y como quiero compartir ese interés con mis lectores, me tomo la libertad de recoger literalmente los párrafos dedicados a él por la importancia que tiene, a mi juicio, para valoración particular del folklore cubano:
"Música y poesía. Música, danza y trova contituían la atmósfera de los estados cortesanos. El COSAUTE era una de las más conocidas formas en que las tres artes colaboraban y nos da un cabo perdido para devanar la madeja en que se enredaban. Era una composición musical cantada , que aceptaba sucesivas letras diferentes. ESTAS LETRAS PODIAN IMPROVISARSE, lo que aumentaba el ambiente de la reunión. Se podía danzar a los acordes de esta música. He asistido en la Alpujarra cercana al mar a una sesión de los llamados "Trovadores de Guarea" que parece un vivo traslado al marco rústico de los palaciegos festejos medievales , Iniciada al anochecer, la fiesta puede prolongarse hasta el día siguiente. Con muy rudimentarios instrumentos de cuerda que repiten la misma melodía se organiza un baile y un recital de canciones. Es un baile de parejas sueltas con pocos pasos y figuras. Sobre la música de la danza se suceden las canciones, habitualmente como una CONTROVERSIA ENTRE CANTORES que se van eliminando hasta quedar dos o pocos más que se INTER PELAN Y REPLICAN EN UN PUGILATO POETICO. Se contempla la unión de estas tres actividades, música , danza y poesía, naciendo de la entraña misma de la naturaleza hum ana. Y se advierte como en un medio inculto y al margen del tiempo la misma situación origina similares efectos a los que encontramos en los cancioneros medievales. El verso está marcado por el ritmo musical. SE USA EL PIE FORZADO, la reiteración de conceptos y espresiones QUE UNOS CANTANTES TOMAN DE OTROS PARA INSERTARLOS EN SUCESIVAS
COPLAS. Lo raro es la originalidad. Predomina el tópico. SE VALORA EL INGENIO, el acabado de las estrofas." Insensiblemente, nos lleva la imaginación a nuestros campos de Cuba donde los improvisadores de puntos guajiros parecen reflejar en su inspiración el espíritu de los primitivos bardos y trovadores medievales que se ejercitaban en el COSAUTE.
Interesante ¿verdad? Pero también interesante comprobar que esa palabra "COSAUTE" no aparece en la 21a. Edición (1992) del Diccionario de la R.A.L.Española.
Benjamín de las Flores
Foto tomada de: Cuba useo |
Josefina Ortega
Al amanecer del 2 de abril de 1893 un hombre era conducido por personeros de las autoridades coloniales españolas en Cuba al paradero donde atracaban los vapores de la empresa Nueva Luz, en la bahía de La Habana.
El detenido iba a ser embarcado hacia la entonces Isla de Pinos, al sur de Cuba, para cumplir domicilio forzoso en condena de deportación. A pocos metros del muelle mostró, de repente síntomas de falta de aíre y falta de orientación, que in crescendo, desembocó en una crisis cardíaca. Hoy los galenos dirían accidente vascular encefálico. En la época los médicos consignaron una apoplejía cerebral, ocurrida a las seis de la mañana.
Aunque la relación de datos sobre el cadáver consignaba: sujeto habanero, pardo (mulato), varón, sol tero y de unos 45 años de edad, en realidad tenía cumplidos 53 y se llamó hasta ese momento Jacinto Valdés, uno de los actores principales de la obra "Perro Huevero", que veinticuatro años antes desencadenarían los tristemente célebres sucesos del "Teatro Villanueva".
Para los lectores no avisados vale dar unas líneas aclaratorias: corría el año 1869 en Cuba. En la noche del viernes 22 de enero, en el "Teatro Villanueva" se presentaba la obra "Perro Huevero" (...aunque le quemen el hocico) una obra sin mucha altura dramatúrgica, pero con encendidas loas a la belleza de la geografia fisica y humana de la siempre fiel Isla de Cuba.
En consecuencia, en momentos de la escena IX en que uno de los actores declamaba "no tiene vergüenza ni buena ni mala, el que no diga conmigo ¡Viva la tierra que produce la caña! fue entonces el acabóse. Numerosos gritos a favor de la independencia y el tremolar de cintas blancas y azules -símbolos de naciente cubanidad- dieron rienda suelta al patriotismo en ciernes. Sobre el público se abalanzó un batallón del Cuerpo de Voluntarios concentrado fuera del teatro, que al parecer había sido movilizado para reprimir cualquier intento de júbilo. Resultado: una masacre que duró cuatro días y que del Villanueva, pasó al café El Louvre y luego al Palacio del patricio cubano Aldama. El saldo de los sucesos fue de 14 muertos, 16 heridos y 45 detenidos.
Pero el hecho no fue algo fortuito: tres meses antes, había estallado la primera guerra de independencia, así que los ánimos políticos estaban candentes. La noche antes a los "sucesos de Villanueva" el actor Jacinto Valdés había dado vivas a Carlos Manuel de Céspedes.
¿Quién era Jacinto Valdés ? Según ,los historiadores había sido un tabaquero sufridor de la mala vida de pobrezas y opresiones sociales, que cambiando de aires se integró a los Caricatos -grupo de cómicos bufos- y convertido en "guarachero", ganó fama y dinero. Comenzó a usar el alias de Benjamín de las Flores y llegó no solo a actuar y cantar, sino que además compuso obras de teatros a la usanza de entonces, aunque sin verdadero talento. Según un expediente judicial -de la colonia claro el vivio amancebado con Juana Relly, meretriz cartomántica, y había tenido varios encuentros nada edificantes con la justicia.
Después de la masacre del teatro habanero salió al exilio, a México primero y a Nueva York después, lugares donde sufrió penalidades junto a su mujer e hijas. De regreso a Cuba en 1877, olvidado por teatristas y público, nunca más volvió a subir a escena. Según se dice, se aficionó a la bebida y a una conducta marginal, que lo llevó a un intento de suicidio.Se le llegó incluso a vincular al famoso bandolero Manuel García, una especie de Robín Hood criollo.
Olvidando sus días de popularísimo guarachero en la escena bufa cubana, al morir de apoplejía, según contaba Eduardo Robreño, la publicación "La caricatura" mostraba un grabado de su cadáver sobre el mármol del necrocomio con un pie que decía "retrato del popular Benjamín de las Flores, borracho consuetudinario..."
Polémico, sin cultura, tachado de irresponsable por unos y valiente por otros, Jacinto Valdés fue uno de los "teatristas" que contribuyó a fomentar la escena cubana desde una perspectiva nacional.