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lunes, 15 de abril de 2019

Decir la Primavera




Eliana Onetti

  Decir la Primavera es decir eclosión de capullo y de hoja tierna y la inesperada riqueza de color y de fragancia y de movimiento con que cada año nos regala la Madre Naturaleza, recordándonos la vida, re­ novada y agradecida, en la ternura del nido y del cubil y de la madriguera...Es henchir los sentidos y el espíritu de gracia y es inundar el corazón de armonía; es recuperar esperanza y es respirar alegría.Decir la primavera es, en fin, abrazar la luz y amar la vida y confiar en el presente y perder el temor de la sombra y del vacío.
  La ilusión es verde en clara relación directa con el esplendor de la primavera. Decimos de un joven que está en la primavera de su vida. Son los colores más hermosos y alegres los que definimos como primaverales. Y es la primavera del espíritu esa época dorada y gloriosa en que ansiamos y logramos identificarnos con el sentimiento de felicidad.
  Pero nos olvidamos de proyectar el sentido de la primavera a todos y cada uno de los días de nuestra vida, y a todas y cada una de las acciones que conforman nuestra existencia social. Si acometemos cada jornada con  ilusión y espontaneidad, desterrando de nuestro espiritu la pesadumbre, el temor, la ansiedad, la frustración, y el malestar, pero también la ambición , el egoísmo, la abulia, la avaricia y el ren­cor. Si pensarnos y actuamos en verde, con valerosa y enérgica dosis de ilusión, apresamos la magia de la primavera por siempre, para siempre, en el corazón.
Y entonces, impregnada nuestra fibra sensible de esplendor, seríamos capaces de desterrar del mundo y de la sociedad las lacras que los deterioran. Porque construir una vida mejor es tarea de todos. Con todos por el bien de todos solamente podremos los
hombres resolver con bien los graves problemas sociales -éticos, morales y materiales- que nos aquejan.
Decir la primavera es abandonar actitudes negativas , de crítica destructiva e insana y sustituirlas por un ánimo de cooperación fraternal y positivo.Es defender con ideas las conquistas sociales y es construir con ideas el basamento indispensable de comprensión y benevolencia mutuos que hará posible en un futuro - no sé yo si demasiado lejano- que la humanidad logre hacer realidad el sueño de siglos: libertad, igualdad y fraternidad para todos.
  Porque los logros o malogros de una sociedad no son solamente resultado de los aciertos o yerros de su gobierno. Son resultado de los aciertos o yerros de cada uno de sus componentes: los ciudadanos. Democracia significa gobierno del pueblo. Y el pueblo gobierna cuando, con su voto acertado, escoge para gobernarlo al equipo adecuado . Pero un pueblo sólo es capaz de gobernar, y gobernar bien, cuando tiene claras y definidas las ideas y los conceptos, de manera que ni las empatías personales ni los discursos demagógicos puedan desviar su atención del bien general y común.
  Una vez viajó un sabio occidental a China con el áni­ mo de comprender mejor una de las civilizaciones más antiguas del mundo contemporáneo. Se dedicó, pues, a viajar por el país acompañado de un guía. Una mañana, al pasar por un campo roturado, vio dos campesinos que discutían acaloradamente con tanta virulencia que temió pudieran terminar por irse a las manos. El guía, sin embargo, lo tranquilizó diciendo: "No tema, no se pelearán. El primero que recurra a la violencia estaría reconociendo que no tiene la razón". Probemos a decir la primavera, pues, con las armas de la razón; no de la violencia, para construir, entre todos, un futuro mejor.

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