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"¡Ay!"


Manuel Curros Enríquez 

(España, 1851-1908)

¿Cómo fue? Me encontraba yo fuera
y mi niño cayó muy enfermo.
Me llamó con un parte su madre
y vine corriendo.

¡Pobrecillo! Sintiendo mis pasos,
hacia mí revolvía sus ojos.
No me vio, y lloró. ¡Los tenía
ya ciegos del todo!

No me acuerdo del tiempo que estuve
en la cuna de dolor doblado,
sólo sé que me erguí con mi niño
sin vida, en los brazos.

Mariposa de alillas doradas
que a la cuna vacía has venido,
si por él me preguntas, ya sabes
qué fue de mi niño.

Sueños


Fray Gonzalo de Jesús, O.F.M. (†) Cuba

Entre el atrio de la iglesia
y el jardín donde tú vives,
hay una reja de hierro,
que separa ilusiones.

El atrio, arido y frío,
y tu jardín florecido:
en la iglesia está el santuario,
y en tu jardín mis delirios.

Por las tardes te retrato,
cuando vienes a rezar:
cada cuenta del rosario,
me hace siempre suspirar.

Y en las noches silenciosas
bañan con su luz de plata:
la agonía de no verte,
amor, que tranquilo pasas.

Fantasía


Miguel de Varona Navarro (†)Cuba

Me deslumbró tu imagen  cuando en la oculta senda
tu corona de estrellas derramó su fulgor,
tu traías el mensaje de un amor esperado,
pero ignoré el encanto de su dulce misión.

Visión de un cristal raro, espíritu celeste
conformado de sueños -¡oh, insólita ilusión!-
Me ofrendabas graciosa la misteriosa copa
que quizás contenía el elixir de amor.

Ya sé que es imposible que vuelvas al camino
donde sembré rosales con íntima pasión,
y hoy por ese camino transito indiferente
mientras tiembla en mis labios un canto de dolor.

Desilusión


Emilio J. León (†) Cuba

Como suave gorgoteo
gateaba su mirada
sobre los hondos surcos
de mi cara ya vieja
y con leve suspiro
de ilusión traicionada
apartó aquellos ojos
melancólicamente
de mi arrugado rostro
a la noche estrellada… 

Manuel Curros Enríquez,



 (1851-1908)


Poeta español en lengua gallega y castellana nacido en Celanova (Orense) el 15 de septiembre de 1851 en la casa número 14 de la calle San Roque y fallecido en La Habana (Cuba) el 7 de febrero de 1908. Su padre era escribano de profesión y se llamaba José María de Curros Vázquez, natural de Santiso-Melide y su madre Petra Enríquez, de Vilanova dos Infantes. Tras ayudar a su padre, siguió estudios de Derecho; más tarde, en 1885, marchó a Madrid, ciudad en la que trabajó como periodista para El Imparcial durante los años de 1870-1876. En 1877, se instaló en Orense y trabajó como funcionario de Hacienda; más tarde, tras sus problemas legales por Aires da miña terra, regresó a Madrid para trabajar en el periódico republicano El Porvenir. De ideología liberal, se consideró representante de su pueblo tanto en lo político como en lo literario; por ello, tuvo que emigrar a Londres tras la fallida revolución de septiembre. A su regreso, militó en el Partido Republicano Federal. Marchó a Cuba en 1898 y allí colaboró en elDiario de las familias y, más tarde, en el Diario de la Marina; antes, había fundado Tierra gallega; de vuelta a España por unos años, regresó definitivamente en 1904 a Cuba para morir en ella en 1908. Su cadáver, no obstante, fue repatriado.
En su primer libro contó una leyenda popular, A Virxe do Cristal, junto a O gaiteiro de Penalta(ambas premiadas en un certamen literario de Orense en 1877); además, incluyó otras joyas como Cantiga (1869). La obra apareció con el título de Aires da miña terra (1880) y llama la atención, entre otras cosas, por su espíritu militante y anticlerical (nada raro, por otra parte, en el momento en que lo compuso). El obispado de Orense consiguió secuestrar el libro y que su autor fuese condenado a dos años de cárcel, aunque al final fue liberado por la Audiencia de La Coruña. Suyo es también un largo poema, O divino sainete, 1888, en dieciocho cantos, donde describe el viaje que hizo a Roma junto a su amigo Francisco Añón con motivo del jubileo de León XIII; en realidad, es una parodia de la Divina Commedia de Dante y una sátira del clero y de la falsa religiosidad de algunos creyentes. De tema totalmente ficticio es la loa El padre Feijoo, 1879.
Rosalía de Castro lo consideró (y tras ella la crítica, en especial desde los años cuarenta para acá, con una admiración que crece con el tiempo) uno de los mejores poetas gallegos de su época. En castellano, publicó Cartas del norte o Paniagua y compañía, agencia de sangre, que se basa en la guerra carlista; también cabe destacar Hijos ilustres de Galicia. La mayor parte de su obra apareció ya póstuma: sus artículos periodísticos vieron la luz en 1911 bajo el título deArtículos escogidos; entre 1908 y 1913, se fueron dado a imprenta sus Obras Completas; por fin, en 1956, se publicó una antología titulada Obras escogidas.
Había una sociedad nombrada Curros Enríquez en la calle Santos Suárez #52 esqu.a Rabí en Santos Suárez, La Habana.

De la "Red de las biografías", de "Biografías y vidas" y de Galipedia, Wikipedia en gallego:

LA POESÍA DE LUIS ALBERTO AMBROGGIO (A MODO DE PRÓLOGO)

Gerardo Piña
Director de la Academia Norteamericana de la
Lengua Española

Dime ¿qué es el prólogo sino tú abriéndote
como página inicial para el lector ávido de
una trama sin límites que se multiplica?
Luis Alberto Ambroggio

  Presentar a Luis Alberto Ambroggio, argentino y desde hace cuatro décadas residente en los Estados Unidos, es obviamente innecesario, pues de todos es bien conocida su denodada y constante labor en defensa y difusión de la lengua española y las culturas hispánicas, a lo largo de muchos años, y a todo lo largo y ancho de la Unión Americana. Por otra parte, intentar, en los ceñidos límites de este prólogo, trazar la trayectoria poética de Luis Alberto Ambroggio, resultaría, qué duda cabe, una empresa rayana en lo quimérico. Además, me consta que los ensayos que con tanto acierto ha seleccionado Mayra Zeleny para este libro me eximen de más comentarios al respecto.
  Y no sólo eso, sino que como comprobará, el mismo Ambroggio ha agavillado en la segunda parte del volumen un buen número de sus mejores (¿preferidos?) poemas y tres ensayos sobre el misterio poético. A mi entender, un autor –pese a la opinión de algunos pontífices de la crítica literaria- es perfectamente capaz de aquilatarse su obra con objetividad; pues de no serlo, ¿cómo hubiera podido crearla? A los hijos se les quiere con locura, lo que no es óbice para que nos ceguemos ante sus defectos y, tratemos, con amor y firmeza, de corregirlos.
  La presentación, desenfadada y humorística, del poeta, a cargo de Enrique Gracia Trinidad, es ya una invitación a la lectura. Y es que en este libro, como en botica, hay de todos desde sesudos artículos de corte académico hasta ensayos sencillos, sin demasiadas pretensiones. Y tanto unos como otros, lúcidos, esclarecedores. Y así, Octavio R Costa, “El mundo poético de Luis Alberto Ambroggio” destaca el neorromanticismo de Poemas de Amor y Vida, Ana Recio Mir, al comentar Hombre del aire, encuentra el eje de este poemario, “existencial y metafísico”, en la influencia materna y en la lectura de Nietzche; mientras que en el mismo poemario, María del Águila Boge Pineda señala la simbiosis entre filosófico y poético; Juan Sebastián , ante Oda ensimismada no deja de percibir un radiante optimismo, que yo llamaría guilleano; Adriana Corda, basándose en las teorías de Norberto Bobbio, declara que en Poemas desterrados Ambroggio alza su voz poética como resistencia al Poder; Orlando Rossardi, al hablarnos de Los habitantes del poeta, se asoma al misterio de la Poesía (como gran poeta que es), adentrándose, al socaire de los versos ambroggianos, en los veneros mismos de la creación poética;; Moraima Semprúm de Donahue, al analizar los poemas de Por si amanece…Cantos de Guerra, señala los dos temas esenciales del poemario: “las distintas Divinidades concebidas como creadoras del universo y la humanidad, y las guerras que esta misma humanidad lleva a cabo en nombre de sus dioses y religiones”; Raúl Miranda Rico, en “De poemas desterrados al testigo se desnuda” recalca la raigambre humanista del poeta;; Adriana Corda, al rastrear “Los juegos discursivos en Laberinto de humo” nota (y creo que acertadamente) un mirífico diálogo entre lo filosófico, lo político y lo religioso, al servicio de la Naturaleza, comienzo y fin de todas las cosas; y Miguel Fajardo Korea descubre en la creación de Luis Alberto Ambroggio influencias varias, que van desde Borges a Juan Ramón Jiménez, de Huidobro a El Cantar de los Cantares.
  Toda escritura es siempre un diálogo con otras escrituras. Todo poema recoge los ecos de otros poemas, de otras voces. En la obra poética de Luis Alberto Ambroggio oímos a veces la voz doliente de César Vallejo, la voz sibilina de Jorge Luis Borges, la voz atormentada de Luis Cernuda, la voz amante de Pedro Salinas, la voz viril de José Hierro, la voz asordinada de Rilke, la voz ventrílocua de Fernando Pessoa. Pero estas voces, ora susurrantes, ora ensordecedoras, no opacan en ningún momento la voz de Luis Alberto Ambroggio. Y si no me creen, acérquense a la segunda parte de este libro, a esos poemas escogidos, léanlos en voz alta (como ha de leerse la poesía), y ya me dirán si exagero.

Nueva York, otoño de 2008

Artes en Cuba

Zilia Lajes 

Pintores




Armando García MenocalArmando G. Menocal y Menocal - Nació el 8 de julio de 1863 en La Habana. Pintor impresionista. Composiciones pictóricas: Generosidad castellana, retrato del Obispo de La Habana, Santander, Embarque de Colón por orden de Bobadilla, El derecho feudal, La Invasión, Coliseo, La toma de Guáimaro, La muerte de Maceo, Joven campensino, Guajirita, 1936; Paisaje, los siete paneles de las ciencias y las artes en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, director de la Escuela Nacional de Bellas Artes San Alejandro. Poeta, sonetos a Maceo y a Máximo Gómez. Murió en septiembre 28 de 1942.







Augusto G. Menocal y Córdoba - Nació el 13 de marzo de 1899 en La Habana. Retratista. Composiciones "Descubrimiento de Cuba por Colón", "No quiero ir al cielo", Río Sagua, en 1930. Retratos a plumilla de José Martí, Máximo Gómez Báez, Carlos Manuel de Céspedes, Pedro Figueredo, Salvador Cisneros Betancourt y Bartolomé Masó en 1957, José María Heredia, Cirilo Villaverde, Antonio Maceo, Miguel Teurbe Tolón, Tomás Estrada Palma, Ignacio Agramonte Loynaz, Donato Mármol Tamayo, Juan Clemente Zenea, Rafael María Mendive, Gonzalo de Quesada, José Joaquín Palma, Eduardo Machado Gómez y Juan Gualberto Gómez en 1958; su autorretrato. Murió en 1974.
Nota:  Claro que ambos García Menocal, pero Mario García y los otros nietos del General Presidente los llamaban "los Menocalitos".
 


 
Escultores






Zilia Sánchez Domínguez, escultora, pintora, nació el 12 de julio de 1928 en La Habana, perteneció al grupo "Los Once". Reside en San Juan, Puerto Rico.








Lilia Gilma Madera Valiente, escultora, nació en septiembre 18 de 1915 en la finca La Victoria, en Bermejales, San Cristóbal, Consolación del Sur, Pinar del Río, 8va hija de Severiano Madera García, asturiano y Eufemia Dolores de J. Valiente Sánchez, cubana. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes "San Alejandro" bajo la tutela de Juan José Sicre. Fue la autora del monumento "El pacto del silencio" en el Cacahual, en Punta Brava, Bauta, el busto de José Martí en el Pico Turquino, en Manzanillo, Oriente, relieves de Carlos J. Finlay, Miguel de Cervantes y William Shakespeare, y de la estatua del Cristo de La Habana, hecha en Italia de mármol de Carrara blanco, que mide 60 pies, más de 20 metros, de altura y pesa 320 toneladas - la escultura mayor realizada por una mujer, - y fue inaugurado en Casablanca, a la orilla este de la bahía, en diciembre 24 de 1958, bajo el gobierno de Fulgencio Batista. Interrumpió su labor en 1960 por glaucoma. Falleció en La Habana el 21 de febrero de 2000.



Juan Antonio López, "Tony", nació en La Habana en 1918, hijo y nieto de escultores. En 1939 ganó la medalla de plata del Círculo de Bellas Antes en La Habana. Tuvo su estudio en Galiano #103 entre Animas y Trocadero. Se fue de Cuba en 1958. Esculpió "Cabeza" (de su esposa). Tuvo exposiciones en el Museum of Modern Art en Washington, D.C. y en Rockefeller Center en la ciudad de New York. Vivía en Miami. Tenía su estudio en 192 N.W. 36th Street. Fue autor de la Antorcha de la Amistad en Bayfront Park en Biscayne Boulevard entre Calles 3 y 4, fue responsable por el busto de José Martí en New Orleans, Louisiana y el Monumento al Gobernador William Bodden en Grand Cayman, y contribuyó al Holocaust Monument en Dade Boulevard y Meridian Avenue en Miami Beach.

Breve introducción al folklore. Personajes del folklore cubano.


Por María Eugenia Caseiro

       Primera parte.    

        El volumen de expresiones que comprende las manifestaciones culturales y tradiciones de un pueblo, y cuyas vertientes abarcan todo el saber de ese pueblo, su arte popular y sus creencias, es denominado folklore. La fuerza de este vocablo es patente a pesar de que muchos no se ponen de acuerdo a la hora de otorgarle poder en toda su magnitud y alcance.

        El vocablo sale por primera vez a la luz en un artículo publicado bajo el seudónimo de Ambrose Merton en la revista londinense Athenaeum, el 22 de agosto de 1846, seudónimo que corresponde a William John Thoms, escritor inglés dedicado a estudios académicos etnográficos. La etimología del vocablo folklore ó folclore, proviene de la raíz folk (pueblo, gente), y lore, (ciencia, saber del pueblo).

        Además de la música, la danza, los elementos religiosos, y la historia oral (proverbios, chistes, creencias populares y muchos otros), forman parte del folklore, las tradiciones y las costumbres de los pueblos, en las que intervienen, además, personajes fabulosos. Al hablar de tradiciones, no podemos dejar de mencionar estos seres que dan color a las leyendas de las diferentes culturas, como también sucede en la cubana, en cuyas raíces iremos excavando en busca de personajes pintorescos característicos de su folklore.

        Luego del exterminio por parte de la colonización española, de la población indígena que habitaba en las diferentes regiones de Cuba, la necesidad de fuerza bruta para las labores agrícolas y otros trabajos pesados, dio origen y fomento a la trata de esclavos. Los negros procedentes de diversas tribus africanas, arribaron a Cuba arrancados de su hábitat, pero nunca de sus culturas, de tal manera que las fueron introduciendo en esa nueva población que partió, primeramente, de la unión entre los españoles y los negros africanos, y posteriormente se sumaron culturas como la francesa, la haitiana, la asiática y otras.

        La música y la danza comienzan también a sufrir las transformaciones de esa mezcla de etnias ligadas a sus elementos religiosos que encontramos cohabitando con expresiones profanas. Hoy día muchas de las danzas que tuvieron su origen en lo místico en las culturas africanas, se han incorporado al repertorio de los conjuntos de danza y artísticos, pasando muchos movimientos y pasos, a formar parte de las danzas populares de salón. También como consecuencia de las fusiones de culturas, los llamados personajes legendarios fueron trascendiendo barreras de lenguas y etnias al tiempo que se emplazaron en la cultura y tradición cubanas de manera que hoy día son parte integral de su folklore. Encabezando la lista encontramos uno de los más pintorescos: el diablito o Ireme. Sus danzas son, probablemente, las más características entre las danzas del folklore cubano.






El Ireme Abakuá ha pasado a ser un símbolo de cubanía por lo que se le puede ver en grabados de diferentes épocas, afiches, pinturas, y toda clase de exponentes de la industria artesanal cubana.













Es tradición y orgullo de los Abakuá, la fabricación de estos muñecos, de los que existen diferentes tipos. Los hombres Abakuá visten el traje de Ireme o diablito durante las ceremonias de esta sociedad secreta, fundada en 1836. 

        



  El diablito es espíritu reencarnado, personaje de la Sociedad Secreta Abakuá, donde es elemento indispensable en la dramaturgia del rito ceremonial de Ireme.  Sus orígenes se remontan al Calabar, una región de África en el sudeste de la actual República de Nigeria y parte del Camerún. Este grupo étnico formó en Cuba la Sociedad Abakuá, especie de hermandad secreta solamente de varones que se preocupaba por la emancipación de los esclavos. A pesar de que en África existen hermandades parecidas a ésta, la Abakuá es una sociedad solamente localizada en Cuba. Los colonizadores les llamaron ñáñigos, que quiere decir arrastrados. Los ñáñigos eran perseguidos y maltratados. Finalmente supieron imponerse y, primero cada Día de Reyes, luego, durante el carnaval, sacaban sus diablitos a la calle a bailar y festejar; por ello que el diablito danza en las diferentes festividades religiosas de la secta Abakuá y en las profanas, como los carnavales.

        El diablito, o los diablitos, representan a la naturaleza, se destacan por su expresión corporal que es muy rica y se aviva cuando hacen sonar el cinturón de campanitas llamado enkaniká, que forma parte de su atuendo. Examinan los pasos de los participantes y además intervienen haciendo las veces de protagonistas. Su danza ha influido notoriamente en la manera de bailar otros ritmos cubanos.

        El folklore cubano y todas sus manifestaciones, son fuente inagotable de color y belleza para todos aquellos que disfrutamos de las maravillas que hay en las raíces populares.



Ciudad de Miami, 27 de febrero del 2007

Dos anécdotas sobre José Martí. En sus 160 años de su nacimiento



René  León

  Sobre la vida del Apóstol José Martí se ha escrito mucho, pero todavía falta muco más que ira apareciendo a través de los años. En su libro Enrique Loynaz del Castillo, Memorias de la Guerra, nos cuenta el autor dos pasaje o anécdotas de la vida de Martí: “Unidos ambos objetivos, encargóse Martí (sobre la muerte del abuelo de Loynaz del Castillo, Martín del Castillo y Agramante, prócer de la Independencia, que dio su fortuna a la Revolución, costeó los gastos de la expedición del “Galvanic”) de presentar a la emigración cubana el generoso testimonio de su palabra de oro a favor de mi devoción a la causa de Cuba, por la que iba a ofrecer la vida. Gonzalo de Quesada hizo el panegírico elocuente de mi ilustre abuelo. Sótero Figueroa, en cálidas palabras, promovió el acuerdo –inmediatamente realizado- de Martín del Castillo. Juan Coronel, orador suramericano, nos mostró el arrebato de su palabra el alma de América. Un obrero casi desconocido, Rafael Urgellés, hizo estremecer de entusiasmo a la concurrencia. Estaba yo obligado a decir, por lo menos, algunas palabras de agradecimiento; y éste fue el más grande aprieto  de mi vida. Horas antes me había visto Martí escribiendo en el hotel. Le dije que eran palabras que debía pronunciar por la noche…Él me tomó el papel de las manos y lo rompió. “Nunca hagas eso”, me dijo. “Siempre que tenga. Como esta noche, necesidad de hablar, hágalo sin preparación; piense unos momentos en lo que han dicho los otros,y en los argumentos que debe emplear, y dígalo de improviso. Porque si usted recita lo aprendido la emoción estará ausente, y será pálido y flojo cuanto diga.. O puede fallarle la memoria, y entonces está ausente o perdido. Lo siguiente y lo elocuente es la improvisación, caldeada con el énfasis de la verdad. Otra cosa será cuando se trate de conferencias las que deben ser leídas, si son preparadas de antemano. Todo lo que se improvise debe entregarse a la lectura, nunca a la recitación.”
  Anodado por el cariño con que eran esperadas mis palabras, subí a la tribuna de la Emigración, di como pude las gracias por tantas palabras amables que embellecían el exilio. Y –ya me lo anunció el Maestro- cualquier cosa que allí improvisara sería recibida con aplausos. El Club Martín del Castillo fue desde esa noche inscripto entre las unidades de la Revolución. Sus fundadores me honraron con la Presidencia”. Aguardábamos en el hotel “Martín”. Gonzalo de Quesada –que siempre nos acompañaba a comer-, Mayía, Collazo y yo, la llegada de Martí, bastante retardada.
  Creyendo que se quedaría a cenar en algún otro lugar, nos sentamos, después de larga espera, a la mesa. Estábamos contrariados con aquella ausencia, que nos privaba del deleite de su conversación, y de la selección de los manjares, que él, como nadie, sabía decidir. Porque en esto era también maravilloso. Conocía cada plato del menú francés y la historia y origen de cada uno. Una vez, ante uno de esos nombres raros, nos anticipó con exactitud la descripción del plato y su historia que se remontaba al sitio de Nantes y a la cocina de Luis XIV. Y era así en todas las artes, que no en vano le pagaba el “Sun” sus juicios sobre las últimas obras de arte, de pintura y escultura, en las que destacaba la maestría de los grandes críticos.
  Indecisos ante la multitud de desconocidos platos, nos encontrábamos cuando llegó Martí, todo cubierto de nieve, y como fatigado. Sacudio la nieve del abrigo, y al colgarlo en el perchero nos dejó oír sus habituales suspiros. Se dirigió a la lámpara y aumentó toda la iluminación del gas; porque, como Goethe, amaba la luz. Y al sentarse entre el general Rodríguez y Enrique Collazo volvió a suspirar…El general Rodríguez vió la oportunidad para obtener de Martí la definición de un suspiro. Para que me fijara me tocó la rodilla. Y dijo: “vea, Martí, no me gusta oirlo suspirar. El hombre que está al frente de un pueblo, debe ser de hierro. L dolor más grande que puede abrumar a un hombre lo he recibido sin una queja cuando me destrozaron la rodilla las balas españolas. ¡Ni me quejé, ni suspiré, ni nada! Hice frente al dolor. Lo que Cuba necesita de usted es una energía de hierro que no consienta ni debilitamientos, ni suspiros.”
  Inmediatamente respondió el Maestro: “Un suspiro no es una queja, ni es una debilidad. Ustedes saben de unos ríos subterráneos, de aguas salobres, que corren bajo los áridos llanos de Yucatán. A veces la tierra se abre y por entre la honda grieta se percibe el rumor…Y el río sigue, con sus aguas amargas, a perderse en el mar…Los llaman cenotes…Pues bien, cenotes; esos son mis suspiro.

Un Carpintero de Visita en La Habana, en 1848

Tomado de: La Habana Elegante

René  León

  Estando de visita en Charlotte, North Caroline, como siempre me fui en busca de algún libro de interés en las librerías de textos de uso, y les puedo decir que en las Carolinas se pueden encontrar muchas joyas de historia y literatura, y como es natural, en inglés. Pero lo que me interesaba era encontrar algo sobre Cuba. Y encontré uno de título Tour from Boston to Savannahthence to Havana in the Island of Cuba…to New Orleans, and Several Western Cities, muy interesante pero el precio era mucho para mí después de haber comprado otros libros. El dueño, muy buena persona, me dijo que lo llevara y lo leyera y si no me interesaba se lo devolviera al otro día. Cosa que así hice.  Era el Diario de un americano Daniel Nason, que había ido a Cuba para curarse de una enfermedad, su oficio era  carpintero, llegó y pasó un tiempo en La Habana y más tarde en Matanzas. Después de pasar seis semanas regresó a Estados Unidos. El diario de una persona común y corriente que había escrito y llevado a sus páginas lo que había visto en las ciudades de La Habana y Matanzas.
  Buscando en unas revistas viejas me encontré una revista “America” de la OEA, donde aparecía una crónica de Bill J. Karras, con el título traducido. Diario de un viaje de Boston a Savannah y de ahí a La Habana, en la isla de Cuba…de ahí a Nueva Orleans  y a varias ciudades del oeste. Karras, dice que el autor muy llanamente se caracteriza así mismo en el prólogo: “Aunque el lector hallará muchas oraciones desmañadas, trastocadas y patas arriba…creer que puede usar las herramientas de su oficio mucho mejor que lo que puede usar la pluma”. El autor carpintero de Cambridgeport , Massachusetts, había ido a Cuba a curarse de los pulmones llevando consigo su caja de herramientas y durante su estancia en la isla había hecho algunos trabajos ligeros.
  Tenemos historias de muchos viajeros que pasaron por Cuba, unos de vacaciones y otros que se fueron a establecer en la ciudad de La Habana, en la zona del Cerro, por los aires puros de aquella zona. Otros se fueron a Matanzas, siendo enviados por médicos americanos que decían que lo mejor para los pulmones era el clima de aquella zona.
  Karras, dice que al salir de La Habana, Daniel Nason le fue imposible seguir sus planes de regreso , la tisis le impelió regresar rumbo al sur, y al ir a Nueva Orleans, le facilito el ir al Estado de Ohio y ver sus familiares Sobre su opinión de Cuba, dice que: “Prefiero contemplar a Cuba que a Boston”. El sale de Boston el 27 de noviembre de 1847, llega a Savannah donde se queda un mes, y hace trabajos de carpintería para cubrir sus gastos. El 18 de enero de 1848 sale para Cuba. El 26 o 27 de enero avistan Matanzas, pero al barco le es imposible llegar y siguen para La Habana, sobre la ciudad diría que se encontraba encantado “de los colores caprichosos, blanco, azul, verde, rojo, etc…Ahí estaba la tierra más hermosa que he visto”. Le llaman la atención los ventanales de las casas, sus pisos. En Regla trabajó para un americano que tenía un negocio de carpintería. Comía donde podía, lo mismo su hospedaje. Le llamo la atención las vendedoras ambulantes negra y le hicieron recordar “como los vendedores de ostiones de Boston”. Karras, dice que cuando Nason no trabajaba se ponía a observar y tomar nota de lo que veía. Los carniceros llevaban carne al mercado en mulas. Los burros cargaban barrigas de agua –hasta cuatro de un viaje-, sacos de carbón y leche –mayormente de chiva- en cántaros de barro. Lo que no cargaban los animales, lo llevaban cargadores negros. Sobre la esclavitud, dice Karras, que a Nason le llamó la atención, en Savannah había “visitado un cementerio de negros, presenciado una subasta de esclavos…” Sin embargo, a diferencia de otros visitantes a Cuba, no establecía comparaciones entre las condiciones de los esclavos de los dos países. En Savannah, al ver niños, familias y esclavos solteros puestos a la venta en una plataforma, había comentado. “En mi opinión,  estos esclavos, al menos algunos de ellos, son mejores ejemplares de humanidad que los usurpadores que los compran con su intolerancia, su cara avinagrada y su conciencia tostada”.
  Después de seis semanas trabajando en la isla, decide regresar a Estados Unidos, había ganado $90.50 a dos dólares diarios, sus gastos habían sido de $71.70, y le quedaban $19.00. El domingo 30 de abril, a las seis de la mañana, Nason se embarcó para Nueva Orleans en el paquebote Orleans.

    Bill J. Karras, es un especialista en relaciones literarias entre Hispanoamérica y los Estados Unidos. Entre los artículos de Karras se puede mencionar uno sobre la presencia de “José Martí en la Conferencia Pan Americana de 1889-1891” celebrada en Washington, siendo la participación de Martí muy elogiada en la Conferencia por todos los participantes.

La Estación Central de La Habana II


6 de diciembre de 2013

Aunque El Fígaro no recoge este detalle, se sabe que el día de la inauguración ondearon tres banderas: bien arriba las de Estados Unidos e Inglaterra, y unos diez metros más abajo la cubana.

Un año más tarde, en 1913, el libro Impresiones de la República de Cuba en el siglo XX. Historia, gente, comercio, industria y riqueza, retomaba la Estación Central de los ferrocarriles como un tema de novedad y relevancia dentro de las construcciones de la Isla: “El edificio encara la calle de Egido, frente a una plaza pavimentada de piedra, de 100 por 200 pies, y cerrada por una verja de hierro y cemento, adornada con lámparas eléctricas. El edificio está construido contra incendios y consta de cuatro pisos rematados por dos torreones, que se elevan a 125 pies sobre el nivel de la calle; es de acero y hormigón armado adornado con terracota y azulejos.

En la planta baja de cada torreón aparecen las armas de Cuba y la Habana. El estilo es del Renacimiento español, que armoniza admirablemente con los alrededores de la Estación. El tejado está cubierto de tejas rojas españolas y en medio de la fachada central aparece un gran reloj que se ilumina por las noches. El piso bajo contiene el salón de pasajeros que está decorado con columnas de mármol y dotado de restaurant, salas de espera para ambos sexos y taquillas. Los tres pisos altos están dedicados a oficinas. Dos ascensores y escaleras dan acceso a estas dependencias. En la entrada principal hay oficinas de correos y telégrafos. A la espalda del edificio hay otro salón de espera. La plataforma consta de cuatro sotechados dobles para trenes de pasajeros; los andenes de carga están al este de la estación y ocupan un nivel unos 20 pies más bajo que el del andén de pasajeros. Los trenes de pasaje entran a la estación por un viaducto, que abarca más de un kilómetro desde el final del Arsenal hasta el Puente de Agua Dulce. Los patios de carga que están funcionando desde julio de 1912 ocupan unos 140 000 metros cuadrados y contienen dos grandes almacenes de construcción de acero. La empresa usa fuerza motriz de vapor y eléctrica.” La Estación Central estaba al servicio de los Ferrocarriles Unidos y sus compañías asociadas, y del Ferrocarril de Cuba para sus trenes directos de La Habana y Santiago y viceversa.

Ambas publicaciones destacan el acceso a la estación por el viaducto Los Elevados, una estructura de acero que constituye uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura en hierro conservado en La Habana. El conjunto fue proyectado y construido por la citada empresa The Snare Triest Co. Constructing Engineers Havana City y Hay Foundry and Iron Works, mide 900 m de largo, posee 46 pórticos o arcos transversales con columnas cuyas alturas van de 3,2 a 7,3 m. Sus admiradores más devotos lo llaman “la Torre Eiffel acostada”.
La construcción de la Estación Central elevó la jerarquía del sur de la zona céntrica de la ciudad desde el punto de vista arquitectónico y urbano, preeminencia que hasta el momento había gozado el Paseo del Prado. Se convirtió en el más relevante de los sitios de acceso a la capital, al concentrar dicha estación todos los ramales que transportaban pasajeros del resto del país. Bajo su influencia surgieron varios establecimientos, como el hotel Paris en la esquina de las calles Zulueta y Misión, famoso por sus comodidades, servicio y buena comida.


La Estación Central está considerada el mejor pórtico de entrada a la capital. Estilísticamente, se afilia al eclecticismo, el primer gran estilo oficial de la República, que se caracteriza por la combinación o mezcla de elementos de diferentes estilos y épocas de la historia del arte y la arquitectura.  En este caso, se combinan motivos del Renacimiento español e italiano, y elementos del Plateresco, este último, evidente en el uso de las conchas que adornan las torres, cuya disposición a tresbolillo, siguiendo la tradición mudéjar de decoración en rombo, recuerda la Casa de las Conchas, palacio gótico con elementos renacentistas y platerescos, representativo de la nobleza cortesana del siglo XVI en Salamanca, España.
La construcción de la Estación Central es un fenómeno representativo de la penetración de capitales estadounidenses en la economía cubana, iniciada la traslación inversionista hacia los servicios. Los intereses norteamericanos entran a jugar un papel importante durante este período en las industrias ferroviaria, marítima, portuaria y turística, motivo por el cual el edificio está diseñado por un arquitecto de ese país, al igual que los edificios de la Aduana (1914) y el Hotel Nacional (1930). Por tanto, su  arquitectura corresponde al inicio de la penetración de las corporaciones extranjeras en el panorama nacional, filtrados los componentes arquitectónicos a través de la interpretación estadounidense en el diseño de las infraestructuras de todo tipo.
Asimismo, la Estación Central de Ferrocarriles, al igual que el edificio de la Aduana, al decir del arquitecto Eduardo L. Rodríguez, representan la intención temprana de cubrir las fachadas con motivos hispanizantes y ofrecer “una inicial reflexión sobre la cultura del país a los viajeros que llegaban a la ciudad”.



La fachada por la calle Egido destaca por las piezas de terracota color amarillo claro que la recubren y el friso amarillo y azul que la rodea a modo de cadeneta, un elemento decorativo importante dentro del conjunto. La entrada principal está enmarcada entre dos torres y al centro, a modo de frontón, un reloj aparece como remate de la misma.
Otro elemento que contribuye a lograr un efecto esteticista en el alzado es la presencia de estas torres que interceptan el volumen del edificio. A manera de miradores, de 37 m de altura, fueron dispuestas para promover urbanísticamente la obra, además de que confieren un delicado término a la imagen maciza del edificio. En ambas aparecen los escudos de Cuba y de La Habana. Su disposición recuerda la tipología de una importante estación europea del siglo XIX, la Thüringer Bahnhof, en Leipzig. En sentido general, la Estación Central habanera siguió la tradicional tipología de edificios de pasajeros que enfrentan, por su lado mayor, la culminación de las vías.
En su interior la decoración es sobria, centrada especialmente en los zócalos de mármol. El salón principal de espera, iluminado por lucernarios, posee un puntal que ocupa toda la altura del edificio.
En la década de 1940, durante la intervención del Estado como socio en el manejo de lo ferrocarriles, la Estación Central fue objeto de algunas obras que mejoraron su aspecto y eficiencia. Se cambió el alumbrado eléctrico por el fluorescente, se colocó una marquesina, se construyó un muelle para el servicio del Expreso, se creó un local para Servicio Médico y otro para la Oficina de Información al Público.
A comienzos de la década de 1960, luego de la nacionalización de los ferrocarriles cubanos y la creación de la Empresa Consolidada de Ferrocarriles Nacionales, el edificio de la Estación Central fue sometido a un proceso general de reparación, que se centró, principalmente, en la reconstrucción de accesos y parqueos.
La última intervención  fue en el año 1987, las obras corrieron a cargo de Marta Adán. Una rehabilitación integral de la Estación Central de La Habana y su entrono pondría en valor esta instalación declarada Monumento Nacional el 14 de diciembre de 1983. El centenario edificio forma parte de la lista de los edificios con Grado de Protección I, dada su integridad, sus altos valores culturales y su aceptable estado de conservación.

José Martí Año Nuevo Escenas de Estados Unidos


Foto de Biography.com
Esta escena fue redactada por José Martí el 7 de enero de 1882 en Nueva York y enviada a “La Opinión Nacional” donde se publicó el 20 de enero de 1882.



El año nuevo ha nacido coronado de nieve, ha sacudido su manto real, y ha llenado la tierra de copos blanquísimos. ¡Ay, dicen que la nieve es necesaria en estas tierras invernosas, para amparar del frío las semillas y las raíces de las plantas; mas el ánima azorada suele verla con aquel espanto con que ve la gacela al cazador, y como ella de él, huye el alma de la nieve al bosque: al bosque de sí misma! A bien que harto lloró Boabdil, y no sienta bien el llanto en rostro de hombres. Es día de ir y venir el día primero de año; día de jubileo, en que no se cambien deudas, sino las de cortesía; día de anhelo y estreno en las damas, y de peregrinación en los galantes caballeros. Vacíanse de carruajes los vastos establos; calles de Semana Santa en pueblo católico semejan las calles: parece todo el mundo montado a caballo; hay frente a cada puerta un coche; el galán que entra tropieza con el galán que sale; adivinase el plácido rostro de los hombres que vienen de ver damas. No hay cosa que disponga el ánimo, y que remoce y regocije, como hablar con mujer. ¡Así deben volar los céfiros felices, cargados del perfume de las flores!

No es aquí uso, como en Francia, acompañar de presentes los saludos, que esto se hace en las alegres Christmas; ni es día, como en España, de regalar a carteros y porteras; sino que, -al modo de los viejos holandeses que alzaron en torno a esta bahía, siguiendo la caprichosa senda marcada por el ganado vagabundo, las primeras casas, -es costumbre que cada caballero visite en este día a las damas que conoce, las que se juntan luego al día siguiente, y comparan con ojos brillantes de ansia y celos, como Tenorio y Mejía sus conquistas, el número de galanes que les desearon año bueno. Y así como en los solemnes banquetes de la antigua Filadelfia, celebrados al calor de los amables leños, y a la luz de macilentas bujías, era pecado grave que el señor de la casa no bebiese separadamente, cual lo ordenaba la cultura puritana, a la salud de cada uno de sus huéspedes, -así se mira en estos tiempos como culpable negligencia, y ofensivo desdén, que deje un caballero de llamar a la puerta hospitalaria de las damas que aguardan ansiosas a cada visitante, cual justador de la palma apetecida, o cual romano centurión la corona de laurel.

Con gozo igual, reciben las damas las visitas y las hacen los caballeros. Ya en los días anteriores publican los periódicos respuestas a las preguntas curiosísimas que jóvenes inexpertos, o visitadores embarazados, les dirigen. Cuál quiere saber si ha de llevar guantes a la visita de año nuevo, y si sentará bien la casaca en visita de día, a lo que le corresponden que lleve guantes y no lleve casaca; y cuál pregunta qué brazo ha de dar a la dama que le toque en suerte acompañar a la mesa y si ha de doblar o no la servilleta después de haber festineado, a lo que le dice el diario que dé a la dama el brazo izquierdo, para que pueda prepararle con el derecho el asiento que a su derecha ha de ocupar, y le aconseja que no doble la servilleta, sino que la deje caer con descuido elegante al lado del plato del festín. Pide una dama a un diario idea de un vestido propio para recibir a sus amigos el día de año nuevo, y otra ruega a otro diario que le indique si le estará mejor llevar joyas en su tocado, o poner una humilde margarita de plata en el cabello, a lo que opina el diarista con buen juicio, que le estará mejor la margarita humilde.

Entran en estos días previos, en las casas pobres, que alardean de adineradas, paquetes vergonzantes, que son de copas, o de los modestos manjares que aderezan para obsequiar a los que, con el alba del año, hayan de favorecerlas; y los hombres de color y las elegantes suizas que aquí hacen los oficios de la casa en las suntuosas viviendas de los acaudalados, repasan y aprontan para la fiesta, los ricos vasos de plata, y las artísticas bandejas en que han de servirse a los atentos huéspedes, los aromosos vinos que guardaban las bodegas de los dueños. Y ponen en lugar fresco los vinos rojos, porque así son mejores, y quitan de él los vinos graves, porque estos han de servirse un tanto calientes. Si tropiezan con Chateau Iquem del 70, lo dejan a un lado porque es de días comunes, y buscan el del 69, que es vino de fiesta. Ha de ser de Duff y Gordon el buen Jerez, o de Domecq, porque en el Jerez se paga la bondad y la fama. El de Málaga ha de ser del que usan los sacerdotes españoles para sus misas, porque si catador neoyorkino sabe que no es el Málaga sacramental, no bebe Málaga. El Madera es vino muy gustado en esta tierra. Cuenta la leyenda que John Hancock, que era antes de la guerra de Wáshington, un gran mercader de la próspera Boston, acostumbraba en los días de gran festejo, llenar la fuente pública de vino de Madera, del que bebía libremente el pueblo agradecido: mas no ha de ser este vinillo isleño más viejo que el de la cosecha de 1813 ni más joven que el del 46. Y ron, si se ha de servir, ha de ser de la Antigua, y de 21 años.

Porque de los fundadores de Nueva York viene a sus actuales habitantes el hábito cortés y pintoresco de revolotear de casa en casa, que parecen ramilletes de flores, como mariposas mensajeras de buenos deseos el día de año nuevo; pero no han heredado los neoyorkinos la sencillez de los fundadores. Juntábanse antes, en estos días, los contertulios y relacionados, que se abstenían de bebidas en la presencia de las damas, y no cataban a sus solas más que vinillo de maíz, cebada y trigo, que hacían muy bien los cosecheros del viejo Kentucky y la histórica Marilandia; pedíase gravemente a la severa matrona que rodeada de sus ruborosas hijas recibía la visita, su venia para acudir el año próximo a desearle un feliz año. Y en la familia se hablaba de los elegantes bailes de Filadelfia, que ponía entonces la moda; de los magistrados y pastores de Boston, que era ya entonces centro de cultura; y de los regocijos del otoño, en que era uso que los vecinos se reuniesen en el cortijo del vecino, y se ayudasen por turno a deshojar la cosecha de maíz, lo que era ocasión de risa y gozo, porque el que hallaba una mazorca picada tenía el derecho de golpear el rostro de los varones de la junta, y el que hallaba una mazorca roja, el de besar en la mejilla a cada una de las niñas solteras que hubiese en el cortijo: y si era la niña la que hallaba la mazorca ¡qué susto! ¡qué deseos! ¡qué suplicar con los ojos el de los galanes! Porque la niña besaba entonces al que le pareciera, en la comunidad, más digno de un beso.

Hoy se hacen las visitas a manera de ráfaga brillante. Detiénese en la puerta el carruaje bullicioso: salta de el en traje de día el visitador: tropieza en el umbral con el artesano corpulento o el empleado agradecido que vinieron a dar fe de su cariño al dueño de la casa: y entra a la sala deslumbrante, en donde ricas damas responden con volubilidad e ingenio al saludo de usanza. Y allá, en el fondo, resplandece la mesa de Año Nuevo, que es mesa que cuesta a veces a sus dueños, dos millares de pesos. Viste el visitador como de viaje; pero las damas se han acicalado grandemente. Van como sobrevestidas estas damas, y no se nota en ellas aquella artística analogía entre la esbeltez que da al cuerpo un espíritu elegante, y las ropas que ciñen el cuerpo, sino una como superabundancia corporal, que da a las damas aires de esposas de mercader, que pasean a los ojos de los compradores las maravillas de los almacenes de su esposo. Era de verse más la seda del alma que la del tarje: y aquí es esta tanta, que no se ve aquélla. Unas llevan sobre traje de seda carmesí, flores de plata: otra ostenta delantal riquísimo, que venden los parisienses a ciento setenta y cinco pesos vara, y está todo bordado a la mano, al modo japonés, de raras aves y grandes rosas sobre fondo crema; y otra lleva bordado en el delantal un gran relámpago de oro, en forma de rama seca, cuyas escasas hojas están hechas de rubíes, cuentas, ámbar y zafiros. No usan ya por bien del arte y de los ojos, aquellos altísimos tocados con que se robaban las damas de los Knickerbockers, -que viene a ser aquí como noble de abolengo, descendiente de fundadores y fue realmente el nombre de éstos, -aquella ingenua e infantil belleza de las cabezas femeniles, que ahora se adornan con sus propias galas, y una que otra florecilla púdica: mas reviven las neoyorkinas los viejos brocados, y opulentas flores de relieve ornamentan de nuevo los vestidos, en los que se tiene a gala imitar los colores de la madera húmeda del bosque, y los oscuros matices del bronce y oro.

Tal suma de gastos, que con trajes semejantes y la lujosa mesa, vienen a ser de verdadera monta, van siendo causa de que muchas familias que gozan fama de acaudaladas, y que no quieren perderla, tomen pretexto de la muerte de algún pariente lejano, o la de su deseo, para colgar a su puerta una elegante cesta, atada con una cinta negra, en la que dejan los visitantes sus tarjetas; o cuelguen simplemente la cestilla, adornada de cintas azules, o saquen al umbral un jarrón rico, puestos allí también a recibir tarjetas, en tanto que comentan en lo interior de la casa lo enojoso de obedecer a costumbres que se van haciendo ya vulgares, o disfrutan de este día de fiesta en el abrigado hogar de alguna aldea vecina. Qué rodar de carruajes! No cesa en todo el día! Qué recibir visitantes! Sorprenden en esta faena a las damas las campanas de la media noche. Qué entristecerse el de las niñas casaderas, si no vienen a verlas caballeros numerosos! ¡Qué regocijo el de la casa de los pobres, cuando la campanilla desusada anuncia un visitante! Así es en Nueva York el año nuevo. Y en Brooklyn, dos mil personas, en interminable procesión, saludaron a un anciano de faz roja y blanca y larga cabellera, al orador Beecher. Y en Wáshington, no recibió a más gentes el Presidente en la Casa del Estado, que el orador recibió en la suya en Brooklyn. Y en su celda, rebosante de júbilo, y de insana soberbia, de pie, como un monarca, junto a la ruin mesilla de los presos, respondía Guiteau con sonrisas afables y frases graciosas, a trescientas personas que fueron a desearle venturoso año nuevo. O curiosidad, o monstruosidad! Esas visitas no son obra de piedad, sino sanción de un crimen. Y no eran los visitantes personas conspicuas, mas no eran tampoco personas vulgares. Parecía la celda un trono sombrío. Las madres enviaban a sus hijos a que diesen la mano al asesino. Las señoras cambiaban con el apretones de manos. Más de una hubo que le llevó flores. A trescientas subieron también las felicitaciones de año nuevo que recibió por el correo, con hermosas tarjetas alegóricas, y motes bíblicos. De todas partes de la nación le llegaban cartas de saludo y demandas de su autógrafo; en el tribunal ya le ponen en el cepo, como para atajar las censuras que la excesiva libertad del proceso provoca en la prensa extranjera, y él vocea, se desmanda e injuria, como cuando se sentaba entre su hermana y su abogado. Pero en su celda, ved que le llevan flores, cuando ya se han secado las que descansan en la tumba de aquel varón magnánimo que arrebató a la vida! Debe ser ley en los tribunales el ahorro de la vida humana. Debe ser culto en las familias el horror al crimen.

Celebración de Yolanda del Castillo

“Se trata de celebrar la vida de una persona que como cubana nos honra”, dijo María Acosta, presidenta de NACAE, al comenzar la Celebración de la vida de Yolanda del Castillo Cobelo, un acto de recordación en la Casa Bacardí del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos (ICCAS).
“Nos trajo siempre tanto cariño, tanta alegría, Yolanda del Castillo Cobelo”, expresó Acosta. “También pensamos en ti, Armando [Cobelo, su viudo], también tú te lo mereces, como detrás de cada hombre hay una mujer, detrás de cada mujer hay un hombre bueno y bello como tú. Te lo dedicamos a ti, porque te queremos mucho”.
El reverendo Martín Añorga hizo la invocación dando las gracias por el talento de Yolanda puesto al servicio de Dios, y dando las gracias también por su personalidad, su dignidad como mujer y por el bien que hizo y sigue haciendo desde la eternidad. Porque ella se fue, pero sus canciones siguen, y su presencia amorosa está en el recuerdo de todos sus amigos y conocidos.
Las instituciones que se reunieron para presentar el simposio fueron la Asociación Nacional de Educadores Cubano-Americanos (NACAE), Grandes Leyendas Musicales Cubanas (de ICCAS), Editorial Cubana Luis J. Botifoll, Fundación Padre Félix Varela y Herencia Cultural Cubana. Participaron José Ruiz Elcoro, Eloy Cepero, Tania Martí, Luis Serrano e Iraida Yocham Añorga.
OBRA MUSICAL
José Ruiz Elcoro, musicólogo cubano, que colabora con la Fundación Musicalia de Puerto Rico y es pianista del Miami City Ballet, habló sobre los logros y trayectoria de Yolanda en el campo de la música, con una conferencia titulada Aproximación al legado musical de Yolanda del Castillo. Nos informó que la compositora nacida en 1933, en Santiago de Cuba, tiene entre sus antepasados apellidos connotados en el desarrollo de la conciencia cubana, con el de Figueredo y también el de Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo. Su producción abarca más de 100 obras, entre canciones y sones, aparte de sus jingles comerciales, que fueron más de 20 y entre ellos el del Café Bustelo.
Ella hizo los textos musicales y literarios de sus canciones en su gran mayoría, excepto aquellos en los que usó textos de figuras consagradas como José Martí y Rubén Darío, anotó Elcoro. En 1967, arribó con 33 años de edad a este país, pero siempre se mantuvo informada de la música de Cuba, su isla, a la que jamás pudo volver. “Ella está considerada como parte del movimiento del ‘filin’, pero se distinguió por un amplio diapasón creador que trascendió la órbita filinera”, subrayó Elcoro.
Se dedicó a componer también boleros al estilo de la canción tradicional antigua, o de la trova cubana. Dentro de esa línea, compuso habaneras, al estilo de los antiguos. La influencia de la nueva canción iberoamericana y la nueva trova cubana, de la cual era admiradora y conocedora, se ven también en su obra. No tenía prejuicios políticos, el arte era lo que importaba. También hizo la canción romántica internacional como las que canta Raphael. Practicó la música religiosa, dentro del culto católico, y el himno mariano. Desde el punto de vista de sus letras, hay un refinamiento literario, un buen gusto, afirmó Elcoro.
Prima la canción amatoria, dijo Elcoro, con recursos apropiados. Están los temas de la patria, la nostalgia, el reencuentro, la evocación de la Cuba del ayer. Pero también hay que tomar en cuenta la muy importante labor promocional que realizó, con eventos artísticos, teóricos y académicos. Y reseñó la cantidad de trofeos que
recibió.
A continuación se mostró el programa en que el historiador musical Eloy Cepero entrevistó a Yolanda del Castillo.
INTERPRETACIONES
La interpretación de sus canciones fue también una parte importantísima del programa. La destacada soprano Tania Martí la recordó con anécdotas sobre su encuentro con ella y, sobre todo, por su participación como intérprete en el último concierto que hizo Del Castillo en el Teatro Roca del Colegio Belén. En este acto Martí interpretó dos canciones de Yolanda: Dilo con un bolero y Gracias Miami.
Luego el renombrado tenor Luis Serrano interpretó el danzón A Failde, pero antes contó cómo él pudo grabarlo tocando el contrabajo e interpretando la canción, porque a última hora le habían fallado a Yolanda cantante y contrabajista, que en aquel caso era Cachao. También contó anécdotas sobre la interpretación de la habanera El jazmín y María.
Finalmente, Iraida Yocham Añorga, que ejerce un destacado ministerio musical, contó anécdotas sobre su amiga Yolanda, e interpretó Confórmate María de la Caridad. “Para mí fue mi alondra, esa jocosidad de Yolanda, que le ponía apodos a todos, a su esposo le decía el mandril, a Luis le decía el modesto”, dijo Añorga. “Tenía un corazón tan maravilloso, tan noble, que en cada canción puso sus sentimientos, y en las canciones religiosas no dejaba a ningún santo fuera de su repertorio, el Angel Gabriel, San Juan Bosco, etc. Cada año yo hacía un evento por esta época y ella quería seguir componiendo canciones hasta el último momento. Yo le decía que guardara su salud, pero ella tenía esa inspiración de compositora y quería seguir participando hasta el final”. • 

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