Jorge Smith
José Abeal Otero, un gallego que llegó a Cuba como inmigrante en 1904, es el héroe de esta historia.
Instalado en la capital de la república, Abeal comenzó a trabajar como barman en un establecimiento de Galiano y Zanja, en el Chinatown de La Habana.
Para capear la mala situación económica del momento, Abeal marchó a New Orleans, Estados Unidos, donde a principios del siglo XX comenzaban a escucharse los primeros acordes del jazz de la mano de Jelly Roll Morton.
La fructuosa mezcla de africanos, latinos, franceses, españoles e ingleses daban origen a una especial gastronomía y los variados licores suscitaban una miscelánea de cocteles que influyeron en el humilde bartender.
Después de seis años en la ciudad de Tennesse Williams, Louis Armstrong y Blanche Dubois, «Pepe» Abeal pasó a Miami por otros seís años más antes de recalar una vez más en Cuba.
El inmigrante gallego había reunido un pequeño capital y junto al de otros amigos decidió crear su propio negocio, un bar en la esquina de las calles de Zulueta y Ánimas, en una zona de La Habana Vieja, casi frente a la antigua Plaza del Polvorín (actual palacio de Bellas Artes).
Al inmueble lo nombró Sloppy Joe, similar a un bar en Cayo Hueso, al cual Ernest Hemingway solía asistir muy a menudo a disfrutar de su profusa y excelente coctelería.
(a la estrema derecha sentado Hemingway y Noel Coward)
No tardó mucho para que el céntrico establecimiento habanero cobrara fama entre la farándula y comenzaran a visitarlo estrellas del cine norteamericano.
Dicen que Richard Dix, el parco actor de la oscareada cinta Cimarrón fue uno de los primeros en llegar y le siguieron Clark Gable (Lo que el viento se llevó), Spencer Tracy (El viejo y el mar), Don Ameche (Chicago), Alice Faye (Hello, Frisco, Hello), Tyrone Powers (Sangre y arena) y John Wayne (Río Bravo), entre otros muchos.
El Sloppy Joe’s tenía más de 20 mesas y una gigantesca barra elaborada con maderas preciosas, cuyo brillo resaltaba desde la calle, mientras que sus columnas y paredes estaban adornadas por cristales frente a los que se amontonaban en línea todas las bebidas del mundo.
La coctelería variada y espléndida complacía a todos los gustos desde los patrióticos Cubanito y Cuba Libre, hasta el Martini, el Gin Tonic, el Ruso negro o España en llamas.
Fabio Delgado, un barman cubano del Sloppy, creó la friolera de 33 cocteles, uno especialmente dedicado al astro Errol Flynn.
La fama del Sloppy nunca decayó y para constancia de su éxito conservaba en sus paredes una galería de fotografías con todas las celebridades que habían pasado por su barra.
Los platos fuertes de su oferta gastronómica eran la «Ropa Vieja» (guiso de carne de falda de res deshilachada con salsa de tomate, ajo, cebolla, ají y sal) y el fabuloso sandwich cubano.
Este último emparedado fue una invención cubano-española a partir del concepto estadounidense.
El Sloppy Joe’s desapareció en 1968, antes de lo cual incorporó a sus paredes fotografías de artistas cubanos de la época, entre ellos el creador del ritmo Mozambique, Pello El Afrokán.
Associated Press - ARCHIVO - En este 12 de mayo 1959, el novelista estadounidense Ernest Hemingway, a la izquierda, habla con los actores Alec Guinness, centro, y Noel Coward en el bar Sloppy Joe durante el rodaje de la versión cinematográfica de Sir Carol Reed de "Nuestro hombre en La Habana, "basado en best seller de Graham Greene, en La Habana, Cuba. (AP Photo, File)
(Nota: Fotos de archivos antiguos)