Feliz Día de las Madres
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lunes, 15 de mayo de 2017
ANÉCDOTA DE LA VIDA DE JOSÉ MARTÍ.
Por: BERNARDO FIGUEREDO
Al presentar esta contribución al Congreso de Escritores Martianos, muchos de los cuales vinieron de lejanas tierras, honrándonos por ello doblemente por su compañía y colaboración, quiero advertir que sé bien que mi trabajo no es de los que fácilmente caben en el temario. Lo presento únicamente como una información, la de un testigo presencial que depone ante los que han de formar juicio.
Tuve la gloria de estar al lado de Martí con frecuencia, algunas veces en momentos únicos, como un viaje, reclusión de enfermo en forzado reposo, largas esperas en estaciones de ferrocarril, y otros por el estilo, que brindaban ocasión sin prisa, porque la prisa no abreviaría la espera, para conversar extensamente sin la presión de una acción impostergable.
COMO APRENDEN LOS PUEBLOS
Era muy temprano en la fresca mañana del día 21 de diciembre de 1893, cuando ya estaba yo sentado, como madrugador único, en la cubierta del vapor Olivette. Había calor en el camarote en el que quedó Martí durmiendo por haber estado leyendo hasta muy tarde la noche anterior. Mi tempranera soledad no duró mucho, pues poco después se me unió un señor de mediana edad, de agradable aspecto, que me saludó cortésmente, entablando conversación después de sentarse a mi lado: se presentó él mismo como M. J. Sánchez, de 9 Old Slip en Nueva York, que regresaba de hacer compras de tabaco en rama en La Habana. Hablábamos de cosas sin importancia, del calor del camarote, de los tumbos que daba el barco que no era muy marinero según su opinión, del gran ruido que hacía la máquina del vapor... En eso apareció Martí con un libro en la mano como era su hábito; al decirle yo que el señor Sánchez venía de La Habana indagó por la situación en Cuba. Mi nuevo amigo consideraba que en lo económico había cierta preocupación por los mayores impuestos aduanales en los Estados Unidos a la rama y al torcido; en lo político consideraba que no tenía mucha importancia, por sus limitados efectos, la propaganda que estaban haciendo algunos, entre ellos el periodista Juan Gualberto Gómez, inspirados en la actividad agitadora en el extranjero de Martí... Intervine rápidamente al darme cuenta que Sánchez no sabía quién era su interlocutor, diciéndole: "Señor Sánchez, este señor es José Martí."
Es fácil suponer la confusión del informante. No sabía cómo seguir después de lo dicho tan sinceramente. "Usted perdone, dijo, si le han molestado mis palabras, es mi opinión, mi punto de vista que puede ser erróneo." Entonces Martí, evidentemente con pena por la pena de Sánchez, lo alentó para que siguiera su relato, diciéndole: "No quiero que varíe su opinión por complacerme, eso sí me disgustaría; quiero - que sepa que considero que el hombre que defiende una causa y no oye más palabra que la que lo halaga está perdido y está perdida también su causa."
Efectivamente, siguieron hablando por mucho rato cordialmente, como buenos viejos amigos, como hermanos que exponen sin temor a ofenderse su sentir verdadero. Sánchez reconocía que había cierto malestar, no mucho, como lo hay en todas partes, aún en los mejores países; la inconformidad notada, sin embargo, no era bastante para alentar un movimiento armado; aceptó como posible la observación de Martí de que su opinión se basaba en que sus relaciones en Cuba eran con los magnates del tabaco, integristas y voluntarios y en la zona de Vuelta Abajo, donde un feudalismo secular ahogaba la aspiración de la libertad.
Sánchez consideraba a Martí equivocado por juzgar al pueblo de Cuba por los cubanos de la emigración. Esta era una selección, una muestra superior a la mercancía. Los cubanos en el extranjero , decía, eran ejemplares, le hacían honor a Cuba , tal vez porque hay más temor en violar una ley extranjera o porque fueran en realidad mejores, pero él tenía dudas muy grandes .de que los cubanos como pueblo pudieran regirse ellos mismos en su propia patria sin grandes contratiempos ... el pueblo no estaba preparado... La contestación de Martí fué digna de su genio: "Sí, tal vez haya tropiezos, pero ningún pueblo puede aprender a ser libre siendo esclavo."
Quedaron cordialmente amigos. Sánchez contribuyó a los fondos de la revolución en varias ocasiones, anónimamente, como era explicable, ya que tenía que venir con frecuencia a La Habana a negociar con los recalcitrantes de la Colonia . Creo que había nacido en Cuba.
La Casa de Beneficencia del obispo Claret en Puerto Príncipe. Un sueño irrealizado
por Carlos A. Peón-Casas
Sobre tal particular hay alusiones diversas. La más clara la da un librito ya inencontrable: Historia de los Hospitales y Asilos de Puerto Príncipe o Camagüey, que diera a luz un acucioso investigador del tema: René Ibañez Varona en 1954. El folleto de marras es parte de una publicación más extensa. Los Cuadernos de Historia Sanitaria, auspiciados en la época por el Ministerio de Salubridad y Asistencia Social de Cuba.
Allí, leemos cómo Claret, luego de su primera visita a la otrora ciudad principeña en 1851,y luego de haber comprobado el calamitoso estado de muchos niños desamparados, y abandonados a su suerte, decidía para paliar tal situación “en los primeros días del mes de enero de 1855, adquirir en compra un lote de terreno al final de la calle San Ramón”.
El hecho, fácilmente contrastable en su Autobiografía, se lee bajo el número 563:
Para los pobres compré una hacienda en la ciudad de Puerto Príncipe. Cuando salí de la Isla llevaba gastados de mis ahorros veinticinco mil duros. El presbítero don Paladio Curríus dirigía la obra la obra en la construcción de la casa(…) comía y dormía en la misma hacienda con los trabajadores, a fin de vigilarlos y dirigirlos.
El proyecto del buen arzobispo, era dotar a niños y niñas sin amparo, de un sitio donde “se les había de proveer de comida y vestido y se les había de enseñar la Religión, leer, escribir, etc., y después arte u oficio que quisiesen” . Los pupilos serían igualmente colaboradores en el sostenimiento de la obra con un muy pedagógico estilo:
una hora no más, cada día, los niños habían de trabajar en la hacienda; y todo lo demás que ganasen se había de guardar en la Caja de ahorros. Por manera que cuando saliesen de aquella casa habían de tener instrucción y además habían de haber aprendido algún arte u oficio, y se les había de entregar lo que ellos hubiesen ganado.
El proyecto, según lo concibiera Claret era ambicioso, oigamos en su voz su descripción:
La casa estaba distribuida en dos grandes secciones, una para los niños, y otra para las niñas; la iglesia en medio, y en las funciones religiosas el lugar de los niños era el centro de la iglesia, y el de las niñas las tribunas de la parte de su sección(…) La casa tenía dos pisos; en el primero estaban los talleres, y en el segundo los dormitorios, etc.
Las descripciones, hechas por el propio Claret, nos dan una idea de los alcances de tal sitio, no ya a los efectos de la acogida de aquellos niños y niñas, en precaria situación de abandono, sino igualmente de las crecidas pretensiones del obispo de prepararlos bien para la vida. Sigue la descripción del santo Claret:
Al frontis del establecimiento o casa, en la parte de los niños, había un gabinete de física y aparatos de agricultura, un laboratorio de química y una biblioteca. A la biblioteca tenía entrada todo elñ mundo, dos horas por la maána y dos horas por la tarde; la clase de agricultura, tres días a la semana, era para todos los que quisiesen asistir; lo demás era para los internos.
La descripción física del espacio, según podemos barruntar, correspondería en el actual plano de la ciudad de Camagüey, a toda la extensión de la conocida barriada de Beneficencia.
La antigua hacienda podría haber ocupado un área significativa partiendo desde el final de la ya citada calle San Ramón, y cubriendo todo el sector norte desde la actual línea ferrea, inexistente entonces, colindando con las inmediaciones de lo que fuera el antiguo callejón de Don Ignacio Sánchez, que salía desde un lateral de la casa de aquel vecino sita en las inmediaciones de la actual calle, y que lo comunicaba con unas tierras de su propiedad en dirección al camino de Pineda.
Claret decribe muy bien las extensiones de aquella propiedad, a la que tenía destinado un fin incluso más alto para su época: la creación de un original jardín botánico, así lo sigue apuntando en su ya citada obra autobiográfica:
Toda la extensión de la finca la había hecho amurallar y cercar, y después había dividido todo el terreno en diferentes cuadros, hacía plantar arboles de la isla y de fuera que allá se pudiesen aclimatar y utilizar como un jardín botánico, enumerando los árboles, y por números puestos en un libro en que se explicase la naturaleza de cada árbol, su procedencia, su utilidad, el modo de propagarse y mejorarse, etc., etc.
Pero lo más interesante es descubrir, a renglón seguido, que el santo y previsor pastor, por entonces residente en Santiago de Cuba, no perdía la oportunidad de acercarse a su obra puertoprincipeña, cuando hubiera lugar, e incluso colaborar con sus propias manos en su engrandecimiento:
Al efecto, yo, por mis propias manos, había plantado más de cuatrocientos naranjos y crecían admirablemente. También habían de haber en la misma finca una parte para los animales de la Isla y fuera de ella cuyas razas se podían utilizar y mejorar.
La historia de aquel sitio se trunca de manera inexplicable. Claret no lo aclara, Ibañez, el autor ya citado, barrunta que el motivo fuera la falta de fondos económicos, sumada a una velada crítica de los vecinos de la barriada, que denominasen a las habitaciones que allí se construían como “calabozos de los curas”, dadas sus exiguas dimensiones, un hecho que disgustó grandemente al arzobispo. No empero, sigue acotando Ibañez, ante la falta de emolumentos, Claret, no cejó y pidió ayuda económica, incluso a través de una Pastoral.
Ante la realidad ya inevitable de la paralización de las obras, aclara Ibañez:
El Ayuntamiento Capitular se dirige al Excmo. e Ilsmo Señor Don Antonio Claret y Clará, en un extenso escrito documental, en el cual se le sugería que le hiciese la cesión gratuita de la obra abandonada, para continuarla con recursos propios, pero la cláusula expresa que sería modificado sustancialmente el proyecto anterior de la Casa de Beneficencia. El Ilsmo Señor Arzobispo no accedió a lo solicitado.
El tan anhelado sueño de Claret de dotar a Puerto Príncipe con una Quinta de la Beneficencia, para el beneficio de los más desvalidos de la otrora ciudad, se desvanecía, de un plumazo.
Lo que quedó del empeño, fue ciertamente el espacio ya desbrozado, y algunas pequeñas edificaciones de las que se proyectaron inicialmente. Junto a los naranjos sembrados por el propio arzobispo, sobrevivieron algunas plantas de café, limones, plátanos y cocos. Para los primeros años del pasado siglo veinte, se parcelaba la zona, y se conformaba el actual reparto que lleva el nombre de Beneficencia, en clara alusión al fallido proyecto del buen arzobispo, al que siempre se recordara por su prodigalidad con los menesterosos, y quien no dudaba ofrecer a los pobres todo el sobrante de sus propias rentas arzobispales, que los que saben pasaban entonces de 20.000 pesos fuertes, una verdadera fortuna.
LA DAMA DE HONOR Y OTROS CUENTOS DE LEONORA ACUÑA
LEONORA ACUÑA DE MARMOLEJO |
Lola
Benítez Molina
Málaga
(España)
Desde la primera
vez que leí los poemas y cuentos de Leonora Acuña de Marmolejo quedé fascinada
por su versatilidad tanto en prosa como en verso. Y, así, se puede comprobar en
el conjunto de narraciones que compone “La dama de honor y otros cuentos” o las
creaciones líricas de sus libros “Baraja de poemas” y “Del crepúsculo a la
alborada”.
Leonora Acuña de Marmolejo maneja el
lenguaje como si de una bella sinfonía se tratase, con una musicalidad
intrínseca, que solo está al alcance de unos pocos escogidos. Leerla a ella es
sumergirse en la grandeza del Universo, es respirar la savia de un nuevo
amanecer que no conoce de maldades ni inquinas. En esta bella recopilación
podemos constatar la grandeza de su espíritu, su marcada sensibilidad y
conocimiento del hombre y su sentir, así como su exquisito don para el manejo
sutil de la palabra escrita, que transporta a lo más sublime que el arte puede
alcanzar.“De todas las músicas que conducen al cielo, refiere Henry Ward Beecher, la de un corazón enamorado es la que
llega más rápido”, y, ciertamente, el corazón de Acuña de Marmolejo rebosa amor
por la vida, por sus semejantes, por la literatura…
Es de justicia hacer mención a sus
excelsas y estudiadas descripciones físicas: “sus ojazos de color topacio,
rasgados de mirada profunda y melancólica que lo miraban acariciantes”.
Sus cuentos nos hacen reflexionar. Son
fiel reflejo de la vida misma y, a la vez, nos enseñan cómo el destino juega a
su antojo con la vida de los seres humanos. Un destino unas veces hermoso,
otras, cruel, y otras…, inesperado. Así, dirá en “Sendero forzado”: ”mas… el
destino que no perdona, le tenía una sorpresa reservada”.
El amor se hace siempre presente,
pero también el desamor y hasta dónde se puede llegar cuando éste se arraiga en
nosotros, como en “La noticia funesta”.
En
“El Reencuentro” nos habla del sentimiento de culpa, de la angustia, de la
esperanza. En “Amor inolvidable” nos deleita con un hermoso amor
inquebrantable, y nos hace ver que “el verdadero amor sobrepasa los años y los
escollos”. Nos narra, como pocos saben hacerlo, situaciones de la vida
cotidiana que nadie está exento de padecerlas. Nos ofrece una visión hermosa de
las costumbres de los pueblos de su adorada Colombia, pero, también, de los
prejuicios como en “El prematuro” o en “El amargo silencio”. En “La hora
menguada” dedica un bello poema ante la inevitable pérdida: “Cerrando los ojos,
la honda nostalgia / cruzando los mares me lleva hasta él: / él está muriendo
de pesar sin mí, / y en su tarde triste él me ve llorar”. Este hondo
sentimiento trae a mi memoria las célebres palabras de Víctor Hugo: “Los que
padecéis porque amáis: amad más todavía; morir de amor es vivir”.
Leonora Acuña de Marmolejo conjuga
perfectamente la riqueza de su espíritu con la facultad de discurrir su
entendimiento, combinación esta que sólo los grandes escritores, entre los que
la incluyo, son capaces de conseguir y, posteriormente, expresar con un
exquisito y exuberante lenguaje.
Por todo ello, recomiendo la lectura
de de “La dama de honor y otros cuentos” como un auténtico disfrute. No es un
libro como tantos y tantos hay hoy día en el mercado, pues el contenido de esta
obra penetra hasta los hondones más íntimos de nuestro ser y, desde sus simas
profundas, nos llega la propia voz de su autora para darle sentido a la vida de
cualquier ser humano y, al mismo tiempo, nos deleita, nos alecciona, nos
enriquece.
Pájaro nacional oficial de Cuba
Tributo a todos aquellos depredadores de las aves de nuestro país
POR LAS PRADERAS CUBANAS DEL AYER
EL SINSONTE CUBANO
El sinsonte es el pájaro nacional oficial de Cuba. Su nombre taino se quedó en Cuba y también se deriva de la voz azteca Cenzontle, que significa pájaro de «quinientas voces»; su nombre del latín (Mimus orpheus, de la familia de los Túrdidos).- Es un pájaro muy estimado por su canto, que imita los de las otras aves e instrumentos de música. Es de color ceniciento-pardo por encima, alas paradas con las primeras primarias marcadas de blanco, partes inferiores blancas, con un vivo ceniciento en el pecho. Prefiere las sabanas y terrenos desmontados, construye un curioso nido con partes finas de los vegetales y es inexplicable cómo siendo feroz para defender su nido lo colca en cualquier parte visible y aún a la mano del hombre. Se alimenta de insectos y sus larvas y de frutos pequeños. Este es el verdadero Sinsonte Nacional Cubano.
El sinsonte cubano es imitador de muchas lenguas.
Tiene la cualidad excepcional de poder imitar a la perfección el canto de más de 30 pájaros en rápida sucesión, incluso los grandes cantores, así como el sonido de instrumentos musicales y otros sonidos tales como bisagras rechinantes, perros ladrando, grillos chirreando, un chiflido de piropo, el rechinar de una rueda, un hachazo en madera y el fotutazo de un claxon. Se le ha aclamado como el Rey del Canto.
Este tipo de Sinsonte se encuentra en Centro América y en especial en México desde el estado de Baja California hasta Tamaulipas y hasta la otra vertiente del sur hasta Oaxaca y Veracruz.
Su cuerpo es elegante, el plumaje es como lo hemos descrito, ceniciento pardo liso en las partes superiores, blanquecino en las inferiores con un ceniciento vivo en el pecho, la cola bastante larga y delgada es negra azabache con bordes blancos, destaca dos barras blancas en cada ala, las distintivas marcas blancas debajo de las alas grises prominentemente visibles en vuelo, y el pico largo. A menudo mece la cola de un lado al otro y despliega las alas rápidamente, luciendo las plumas blancas. Mide unas diez pulgadas.
Al Sinsonte le gusta el matorral. Las arboledas y vive en zonas boscosas y frecuenta las proximidades de las viviendas de las zonas rurales. Le gusta dormir en los jardines. En frente de mi casa tengo a dos sinsontes que duermen en un árbol tóxico de unas flores preciosas y se esconden muy bien. Yo los cuido mucho a ese par de amigos junto a mis hijos, Daniel Efraín y Daniela Abigail.
El nido del Sinsonte no es como el de las tórtolas. El nido es bien construido, abultado, una taza holgadamente tejida de ramitas, tallos, hierbas, hojas, raíces, cordel y palitos, unos ocho pies del suelo, en los matorrales, sobre las plantas trepadoras y en los árboles. Construyen los nidos en la primavera, empezando por lo regular en abril, en todos días. Los huevos, alrededor de cuatro, son azulados moteados de rojo oscuro. Muda en el otoño.
El Sinsonte es romántico. Le gusta dar serenatas. Desde una percha celebérrima, trinando un potpurrí de copiosas notas melodiosas, de la mañana a la noche; pero más vigorosamente en la primavera que acaba de comenzar, y a menudo durante toda una noche de verano iluminada por la luna. Es de naturaleza astuto, inteligente y manso; pero tiene un lado temperamental al estilo Nelson Ned, un carácter a veces agresivo. Es a la vez tanto gentilmente musical como osadamente temerario. Es ferozmente territorial, parecido aquella Virgen de Capacho del Cotuy antiguo en Dominicana o de la Caridad del Cobre del Oriente cubano del ayer. Defiende denodadamente su territorio y sus pichones de la invasión de los demás pájaros, aun los más grandes y fuertes que él. Ataca con regularidad a los cuervos, cuyayas, gavilanes y culebras, y hasta desafía a gatos y perros durante la época de cría. Es fiero para defender su nido (MAYITO (Agelaius humeralis, familia Ictéridos). --Pájaro pequeño, de plumaje negro; cobijas pequeñas del ala del color bermejo anaranjado, a manera de charretera, casi invisible si está cerrada el ala. Exclusivamente cubana, anidando de abril a mayo.) [Así como el Mayito defiende a su Pueblo Nuevo natal], y sin embargo lo coloca en cualquier lugar visible.
El Sinsonte extiende sus alas hasta 15 pulgadas. En la temporada de cría se alza hacia arriba en el aire como un rehilete, dejándose caer, volviendo a lanzarse hacia arriba en una cascada incansable de alegres notas musicales.
Algunos espantan a todas las otras aves de los semilleros e invaden los nidos de otros pájaros.
El Sinsonte se alimenta de insectos, frutas, semillas y materia vegetal. Se le puede atraer con ofertas diarias de pasas.
EL SINSONTE PRIETO
Hay otros sinsontes de la misma familia. El Sinsonte Prieto (Mimus Gundlachi, familia Túrdidos).- Pájaro mayor que el Sinsonte común, de color más obscuro, sin el color blanco en los timoneles. Vive en los cayos de las costas de la provincia de Camagüey donde nació mi abuela, próxima a las Lucayas, de donde probablemente es originario. Este no es el ave oficial de Cuba.
SINSONTILLO
El Sinsontillo (Polioptila Lembeye, familia Sílvidos).- Pájaro muy pequeño de la región oriental que vive en las sabanas y arboles espinosos de la costa. Tiene cola muy larga, que levanta hasta tocar el lomo; en su cola se parece al Sinsonte, cuya circunstancia, el canto agradable y prolongado del macho, y frecuentar los mismo lugares que aquel, le han dado el nombre vulgar. En Honor a Juan Lembeye logró establecer el descubriendo de muchas aves de la especie silvestre y de vida libre en Cuba. Fue aficionado a la Historia Natural, oriundo de Galicia que publicó en 1850 Aves de Cuba, «más agradables que útiles» según opinión de los científicos.
RUISEÑOR
RUISEÑOR (Myiadestes elisabeth, familia Musicápidos).- Pájaro de canto melodioso, que vive en las regiones de Oriente y Occidente, de cola algo ahorquillada, es de color ceniciento olivado por encima; algo ferruginoso alrededor de los ojos y en el lomo; una estría negruzca a manera de bigote nace en la base del pico, pecho blanco con tintes grises. El Ruiseñor dominicano no es el descrito en este lugar. El "Ruiseñor" dominicano, así llamado por Cristóbal Colón, porque su canto le recordó al de Europa, y así lo llaman en las demás Antillas (Nightingale, en Jamaica; Rossignol en Haití), con la excepción de Cuba, donde sobrevivió la voz taína Sinsonte, que significa pájaro de quinientas voces, pues los indios sabían que imita el canto de otras aves.
PREGUNTA PARA TI, ESTIMADO LECTOR
¿Acaso conoces a ciencia cierta cuál es el ave oficial de tu país? ¿Conoces el de tu provincia?
Daniel Efraín RaimundoMiércoles, 20 de marzo de 2013
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NO el tocororo, eso es cosa nueva, comunista.
Las Lomas Habaneras
Loma de Principe |
Publicado: 2012.11.08 - 23:43:37 / web@renciclopedia.icrt.cu / Juan Blas Rodríguez
Aunque los cubanos de la región oriental, santiagueros, holguineros bayameses, etc. se enorgullecen de tener en su geografía gran cantidad de lomas, las más hermosas y famosas del país, los capitalinos también tenemos lo nuestro, aunque más discretos en cantidad, tamaños y fama, pero eso sí, todas las tenemos en la misma capital. Y con la sencillez acostumbrada les digo que nuestras lomas no son muchas, ni tan grandes, ni tan hermosas, pero son nuestras lomas. Lean, lean.
-La loma del Mazo. Se encuentra en la Víbora, y jugo un papel importante durante la toma de La Habana por los ingleses.
-La loma de Luz, de Joaquín o de Chaple. Se encuentra en el barrio de Jesús del Monte. Sus dos primeros nombres se deben a Joaquín de la Luz y el último a Don Eduardo Chaple, que fue su urbanizador.
-La loma de Soto, de Manuel González y de Atarés. Por su altura y ubicación, en ella se construyó el histórico Casillo de Atarés.
-Loma de Ánimas, antiguamente llamada El Cristo de Ánimas, al pie de la Calzada de la Infanta. En ese lugar se construyó el antiguo leprosorio de San Lázaro.
-Loma de los Reguladores, de los Jesuitas y de Monserrate. En ella se construyó la ermita de la virgen de Monserrate, el pueblo la llamó la ermita de los Catalanes. En este lugar se encuentra hoy la Plaza de la Revolución. Creo que no se requieren más datos sobre su ubicación.
-Loma de Pedroso o Arostegui. En ese lugar se encuentra la Universidad de La Habana. Tradicionalmente también se le ha nombrado la Colina Universitaria. Jamás soñó una loma ser un centro de tan alta cultura, y alto espíritu combativo, siendo tan pequeña su elevación geográfica.
-La loma del castillo del Príncipe. Fortaleza colonial. Fue prisión de presos comunes y revolucionarios durante la dictadura de Fulgencio Batista. Es la más alta colina de la capital, llamada así en honor del príncipe Carlos, hijo del rey Carlos III, ilustre monarca español.
-La loma del Paredón: Se le puede encontrar en la Ave. de 10 de octubre y Mangos, a cuatro pasos de la famosa esquina de Toyo.
-La amorosa loma del Ángel, se llamó también, Cayaguanayo, loma del Cayo o Peña Pobre, donde por las tardes se paseaba una linda mulata llamada Cecilia Valdés, según Cirilo Villaverde, aunque el pescador Manuel García Juantorena, me asegura que ha visto esa mulata muchas veces, pero que utiliza otros nombres, y se disfraza con un jeans tan apretado que hasta el ombligo se le ve.
-La loma del Burro. Se encuentra en los límites entre Lawton y Luyanó, a dos pasos del castillo de Atarés. Este burro, que asegura el señor Juan Ignacio que cuando él era niño le daba hierva de comer, se une en popularidad con el burro Perico, de Santa Clara, el de Bainoa, que todos los inviernos pasa tremendos fríos, el burro cervecero de Mayabe, en Holguín, y la histórica Expedición de los Burros, que llegó cargada de armas para los mambises, y un arrea de mulos para llevar la pesada carga hasta el campamento de los mambises, los que se alegraron mucho, no solo por las armas recibidas, sino por los mulos cuya carne sirvió para mitigar el hambre de las fuerzas insurrectas. Mulos de doble propósito, le llamaríamos hoy.
Loma de Angel |
RECUERDOS DEL AYER: TRINIDAD / CASILDA, DE RENÉ LEÓN
Lola Benítez Molina
Málaga (España)
La lectura del nuevo libro del profesor, historiador
y poeta D. René León, ampliamente reconocido por su trayectoria, es de vital
importancia por varios motivos: está escrito en primera persona por su autor,
por tanto, nos ofrece una visión fidedigna de la historia de Cuba, pero,
además, se adentra en las costumbres, así como en las leyendas que contribuyen
a crear la idiosincrasia de todo un país. Y, si, además, a eso añadimos la
belleza literaria, la descripción de los parajes sin igual, que conforman el
paisaje de la incomparable isla de Cuba, podemos decir que estamos ante una de
las mejores obras escritas en la actualidad.
Por tanto,
costumbres, leyendas e historia se entremezclan y son expresadas de manera
fehaciente por D. René, una de las personas más inteligentes que he conocido,
que sabe contrastar como nadie los hechos acaecidos. Pero, además, es de las
personas que para mí son héroes, héroes a los que las vicisitudes de la vida
engrandecen.
La habilidad
de un buen escritor es embelesar al lector y que éste solo desee avanzar en la
creación literaria que tiene entre sus manos, pues bien, D. René consigue que
nos adentremos en el pueblo de Casilda, que parezca que nos encontramos en su
puerto, en sus calles. Es un bello viaje que nos transporta al pueblo donde el
escritor pasó su niñez y juventud felizmente. D. René nos relata la gran fiesta
en honor a su patrona “Santa Elena”, en la que los bailes, con música típica de
La Habana no podían faltar, como broche de oro, para terminar de festejar el
gran día. Asimismo, nos da a conocer la gastronomía típica de la zona; nos
conecta con sus gentes; nos hace disfrutar de su unión, de su solidaridad. ¡Qué
mayor virtud que ser “amable, bondadoso y caritativo”, palabras que dedica a la
comadrona! Como ejemplo a seguir, no podía faltar Isidro Pujol “el Boticario”,
persona esta de unas cualidades humanas sumamente positivas.
También es de
obligada mención el capítulo que dedica a “Las Serenatas”, una hermosa
tradición, en la que nos ofrece con gran sensibilidad una estampa muy tierna de
cómo era la inocencia y la ilusión en las edades tempranas de aquellos tiempos.
Y así, nos dirá: “He vuelto a pensar en mi Cuba, la de ayer…”, para concluir
diciendo: “Siempre nos vendrá a nuestro espíritu el recuerdo de aquellos años
pintorescos y felices, y de ese pasado dichoso sólo nos queda su recuerdo, que
a través del tiempo se va haciendo imperecedero”.
Cada capítulo
encierra una visión muy hermosa y humana de su Cuba natal, así como el paso del
tiempo de forma inexorable, una constante en muchos escritores. “Nacemos para
vivir, refiere Facundo Cabral, por eso el capital más importante que tenemos es
el tiempo. Es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no
gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene límites
y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos”. Cómo, pues, volver
atrás, como si nada hubiese cambiado. Es evidente que al dejarlo plasmado en el
papel es una forma de detener el tiempo desde la serena quietud de la persona.
El viento no podrá arrastrar las palabras, que quedarán eternas en el papel,
como deberían quedar muchos momentos vividos de felicidad. D. René ansía volver
a sus amadas Trinidad y Casilda, que en sus sueños permanecen perennes, sin
perder un ápice de su belleza.
De Casilda
manifiesta el autor de esta obra, tras salir victoriosa ante los fuertes
embates del destino y tras la sacudida de un huracán: “Quizás el futuro le
devuelva su alegría, su sincera hospitalidad y la libertad”. De Trinidad, a su
vez, escribe: “Sé que el tiempo se ha detenido en sus rincones más pintorescos,
porque ella vive el presente, sin olvidar el pasado cargado de misterio. Trinidad,
se puede decir, es leyenda y tradición. Cuando la visitaba sentía dentro de mí
una felicidad interna que me invadía”.
D. René León
escribe con soltura y maestría entremezclando historia y literatura, como
Washington Irving, considerado uno de los escritores más importante de todos
los tiempos, y del que nuestro insigne narrador realizó un exhaustivo estudio
de su vida y obra. Ciertamente, estamos ante una historia rebosante de interés,
de fascinación, de frescura, escrita con un estilo de un purismo total,
delicado y exultante, con una luminosidad pletórica de energía y entusiasta. En
definitiva, D. René cumple a la perfección su labor de escritor, pues tiene
siempre presente que “la misión del novelista, manifiesta Schopenhauer, no es
relatar grandes acontecimientos, sino hacer interesantes los pequeños”. Un
trabajo arduo y silencioso es el del buen escritor con el que plasma en el
papel todo lo que el ser humano piensa y siente, pero no es consciente de ello.
Con esta obra, D. René nos
sumerge en sus ideas y pensamientos, y con un novísimo vocabulario de sangre
ardiente y generosa, de pulpas apetitosas por emotivas y entusiastas... y con
bríos de huracán, es decir, de forjar una narración con la energía vivaz, el
refinamiento y la grandeza de sus más puros sentimientos, amalgamados con un
léxico poseedor de una vitalidad inusual y flamante y vehemente..., que mana
continuamente del manantial de su ser de escritor.
Así se expresa D. René león con
sus pulsos poblados de cantos, que incitan a esta tierra embrujada y hechicera,
amada con transparencia de corazón en flor, a seguir buscando esa luz que todo
lo sostiene y lo vitaliza, y con un empuje de sentimientos propios, capaces de
abrir senderos hasta en las sierras más abruptas, en los corazones rocosos y
amurallados y en los mundos completamente desmantelados, vacíos.
La savia literaria de “Recuerdos
del ayer; Trinidad / Casilda” ensambla, intencionadamente, al autor con el
lector, y viceversa, lo cual contribuye a incrementar la luminosidad y la
sustancia vital de la comunicación mental entre ambos. Conexión íntima que
favorece la catarsis, sin tiempo ni espacio, que los fusiona psíquicamente al
compartir uno y otro la esencia de la obra desde sus raíces más profundas. Por
todo ello, puedo decir que D. René es consciente de ese antiquísimo proverbio
latino que nos dice que “la palabra hablada perece; la palabra escrita perdura
(Vos audita perit; litera scripta manet)”.
LA SOLEDAD DEL CUERDO…La primera incursión en el género novelístico de la escritora malagueña Lola Benítez Molina
por
René León (Editor)
Recibimos, y hemos leído con
fruición, la creación seminal en materia de prosa novelística de la ya
acreditada autora de narrativa breve, la española y andaluza Lola Benítez –de
quien por cierto se puede decir que de casta le viene al galgo, ya que es rama
nueva de familia entregada al cultivo de la Literatura-.
Esta nueva obra suya, cuya trama se desarrolla ora en Nueva York, ora en
Granada, constituye botón de muestra del género cuyos temas se urden y
desenvuelven al calor de una realidad cotidiana que se muestra como en el
espejo del un relato lineal en tiempo actual, desprovisto del subjetivismo que
caracterizó a la incipiente novela romántica de mediados del siglo XIX –tal
como la perfilaron, por ejemplo, Jorge Isaacs y José Mármol- sino, al
contrario, impregnado de planteamientos realistas sobre las actitudes,
pensamientos y diálogos de sus protagonistas.
El vocabulario puesto en boca de los personajes principales es el coloquial
–aunque horro de modismos y chabanerías-, y las situaciones en las que se les
encuadra, son verosímiles, con cuyos elementos se plantean los conflictos de
personalidad y sociales entre ellos, en tiempo coetáneo y en unos marcos
sociales conocidos para los lectores, de manera que éstos pueden identificarse
con las inquietudes, los afanes e incluso las carencias sentimentales padecidas
por los partícipes en la trama.
Precisamente los hilos conductores de esta ficción novelada (que no es de
las de “amor” al uso, sino que escarban y penetran en los motivos del espíritu
humano, revelando de sus momentos tanto los melifluos como los de ofuscamiento)
ya aparecen, en la hoja inmediatamente posterior a la dedicatoria autoral,
encerrados en los tres retruécanos que sirven de antepuerta al Capítulo I: la
experiencia vital como medio directo e insustituible de apresar el conocimiento
real; la naturaleza de la felicidad, y la devastación que causa la soledad en la
psique humana.
EL MADRID DE HOY: LA "CALLE DE CARRETAS"
En septiembre de 1993 fui de vacaciones a Madrid, España, la ciudad Monumental, como la llaman. Mujeres de gran belleza caminan por sus calles. Ciudad que crece cada vez más En aquel año la poblaban unos cinco millones de habitantes, hoy en día serán mucho más. Autos por doquier que se hacía imposible manejar. Calles estrecha. La ciudad crecía en aquel entonces, hoy seguro que ha crecido mucho más. Cuando la visite el costo de la vida aumentaba, tengo entendido que hoy en día ha aumentado mucho más. Los impuestos suben, pero el pueblo sigue para adelante. Falta de previsión del gobierno socialista.
Aquellos que la visitamos, tratamos de encontrar lo mejor de ella. Los alrededores de la ciudad están llenos de lugares de gran belleza. Los hoteles los precios andan por las nubes. Pero no importa, es el turista quien paga. Los restaurantes ofrecen comidas suculentas, pero al momento de la verdad. Muy pocos ofrecen una buena calidad. En aquel viaje mío del año 93. Fui al restaurante llamado “La Grillare” ojala que siga abierto. La comida fue excelente. Su cocinero recuerdo su nombre Ángel Gutiérrez, había participado en varias competencias internacionales. Por donde andará hoy en día. Seguro retirado recordando sus buenos tiempos.
Pero hoy voy hablar de la "Calle de Carretas" , Su historia. El Madrid de esta historia, era una ciudad no muy grande donde en ese momento habia pocas calles de importancia. El rey, una vez habia celebrado un consejo de cortes. Puerta de la Vega, Calle Malpica, Cuesta Ramón! Calle Segovia, Baja, San Miguel, eran sus principales vias de comunicación. Calles donde habia algunos negocios, iglesias y posadas.
Al morir Fernando el Católico, en enero de 1516 surge el problema de la sucesión al trono de uno de los candidatos. Juana como heredera universal al trono, era imposible, por su incapacidad, por estar loca. Le sucede Carlos 1ro en 1517, soberano de España. Al pasar el tiempo surgen las protestas del pueblo contra los impuestos del nuevo rey. En febrero de 1520 se agudizan las protestas, y un grupo de frailes franciscanos y regidores de Salamanca, redactan un texto de rechazo a los nuevos impuestos. Ese movimiento toma el nombre de "Comunidades", pero fue más conocido como de "Comuneros". Los grupos que se levantan contra el rey estaban en Segovia y Toledo.
En Madrid se vivia en constante inquietud. Los "Comuneros" cada dia se declaraban contra el rey. Los revolucionarios enviaban mensajes a la ciudad, y esperaban que Madrid diera el grito de "Viva Padilla", que era el dirigente de ellos. El alcalde de la ciudad, don Francisco de Vargas, contaba con pocas tropas y se va a Alcalá de Henares en busca de refuerzos, momento que aprovechan los revolucionarios para dar el grito de libertad. Hubo tiros, trancazos, pescozones y su alboroto, como es natural. Los leales se refugiaron en el convento de Santo Domingo, con sus familias. La residencia del Alcalde, estaba bajo el mando de la esposa de Vargas. Se defendieron valientemente.
Los "Comuneros" al saber que el Alcaide regresaba, se prepararon para la defensa. Cogieron cuantas carretas había en la ciudad , y había bastantes. Desde la hacienda de Ramírez, hasta el Humilladero de San Andrés , y todas las calles de los alrededores. Al llegar Vargas les intimidó a rendirse. Cosa que no aceptaron. Las fuerzas de Vargas los rodearon. Al ver que iban a ser cercados se dirigieron al hospital de los tísicos, llamado de "San Ricardo", y a todos los enfermos los montaron en 1as carretas, y se parapetaron con ellos del ataque que se esperaba. El Alcalde decide no atacar, y les permite salir de la ciudad. Luego se reunieron con los "Comuneros" de Segovia.
Vino la calma. De los enfermos les diré. Vargas los dejó donde estaban. En las carretas, los tisicos se fueron muriendo poco a poco, de susto o de enfermedad. Muy pocos hicieron el cuento.
Estas fueron las primeras barricadas que se conocen en Madrid. Al pasar el tiempo se levantaron casas. Don Alonso Maldonado de Torres, le regaló terrenos al convento de Santa Bárbara. Se estableció la imprenta nacional. El nombre de la calle nunca cambió, y sigue siendo hasta hoy en recuerdo de aquella acción "Calle de Carretas".
INTRODUCCIÓN DEL LIBRO “SINFONÍA A DANA”, DE CARLOS BENÍTEZ VILLODRES
Al igual que otras culturas europeas de la edad de hierro, los primeros celtas mantuvieron una mitología politeísta y una estructura religiosa. Cada país veneraba especialmente a sus divinidades regionales, a las que vinculaban, sobre todo, con aguas, montañas, animales…
Los celtas hablaban una lengua indoeuropea que los relacionaba con la prehistoria griega, romana e hindú. Pero, no han llegado textos en esta lengua antigua, salvo unas breves inscripciones pertenecientes al período romano y algunas referencias a nombres celtas en autores clásicos. Cuando se escribieron los mitos celtas, en la Baja Edad Media, las lenguas variaban, según el país del autor. Los mitos irlandeses eran recogidos en irlandés antiguo, pero los escritores irlandeses no entendían la variante galesa de la lengua celta.
En el siglo IV a.C. ya representaban una civilización importante, con una cultura y organización social fuertemente desarrolladas para su época.
En el año 390 a.C. conquistaron Roma y llegaron a asentarse en el norte de Italia, creando la llamada Galia Cisalpina.
Durante el apogeo de esta civilización (alrededor del año 100 a.C.), los celtas dominaban un amplio territorio que se extendía por casi toda Europa occidental. Posteriormente, con la expansión del Imperio Romano, sus “tribus bárbaras” experimentaron un proceso de asimilación cultural que los llevó a adoptar las costumbres y la lengua de sus conquistadores.
La palabra “celtas” aparece por primera vez en la “Periégesis” del geógrafo e historiador griego Hekataios de Miletos, contemporáneo de las guerras Médicas, y el primero que en sus “Historias o Genealogías” trata de separar lo real, lo histórico, de la poesía y de los mitos. Los romanos, por su parte, abrazaron con el nombre de “Galli” (galos) a todos los pueblos de raza céltica que habitaban no solamente la Italia del norte y la Alemania del sur, sino los países entre el Rin y los Alpes, los Pirineos y el Océano.
Julio César empieza su “Guerra de las Galias” de ese modo: “Toda la Galia está dividida en tres partes, de las cuales una pertenece a los belgas, otra a los aquitanos y la tercera a los que en su lengua son llamados “celtas” o en la nuestra, galos. Y todos se diferencian entre sí en la lengua, en las instituciones y en las leyes”.
Entre la gente céltica en contacto cercano con Roma, tales como los galos y los celtíberos, su mitología no sobrevivió al imperio romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo y la pérdida de sus idiomas célticos, aunque irónicamente fue a través de fuentes romanas y cristianas contemporáneas, gracias a las cuales conocemos detalles sobre sus creencias. En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus identidades políticas o lingüísticas (tales como las tribus de Galos y Britonica de las islas británicas) transmitió por lo menos vestigios remanentes de las mitologías de la edad de hierro, las cuales fueron registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
Desde tiempos inmemorables el pueblo celta se expandió por gran parte de Europa, dejándonos un legado de tradiciones, luchas, espíritu guerrero y emprendedor..., ligados casi siempre a conceptos naturales y a hermosas fábulas mitológicas. Desde la remota Irlanda llegaron a poblar la península Ibérica, pasando por países como Francia, Bélgica y hasta Grecia. Es por ello que creo que su cultura y creencias no deben ser pasadas por alto a la hora de mirar nuestra ascendencia y aprender un poco de nuestro pasado europeo.
Dana fue la primera diosa celta, tal y como leeremos más adelante, y el contenido de “Sinfonía a Dana” es un canto a la mujer y a la vida y al amor. Un triunvirato que conlleva, desde el principio de los tiempos, las esencias del destino de cualquier “guerrero de la luz” (Paulo Coelho), con sus victorias y fracasos, con sus bonanzas y tempestades, con sus alegrías y tristezas… Dana es la diosa que todo hombre ansía amar y, a la vez, ser amado por ella. Dana es manantial inagotable de vida y de amor entusiastas, sorprendentes, flamantes…, en definitiva, diariamente cultivados e irrepetibles, leales y en continuo proceso de crecimiento.
Toda mujer es una diosa, quien diga lo contrario peca de ingenuo, de ignorante; toda mujer está dotada para crear maravillas, para obrar milagros, para inducir al amor, para implantar la paz, para velar por las libertades, para levantar a los caídos, para proteger a los indefensos, para alentar a los abandonados…
Toda mujer es un ser superior reencarnada en la Naturaleza, un ser puro y mágico que debería preservar sus necesidades y anhelos.
Toda mujer debería sentirse como una diosa y sacar de su interior ese don, que todas poseen, además de descubrir sus virtudes y sentirse, públicamente, pletórica de vida.
¿Acaso no busca el bebé la abundancia de los pechos de su madre para amamantarse? ¿No son las madres las mujeres más dulces y sabias y amadas? ¿No busca el hombre la necesidad de tener una mujer a su lado? Todas las mujeres tienen algo de Dana en su interior.
En la mitología celta, Dana o Danu (entre los celtas irlandeses y de la isla de Man), Donu (entre los celtas escoceses), Dôn (entre los celtas galeses y britanos) y Anu o Ana (entre los celtas de la Bretaña Armoricana), son los nombres de la madre de Dagda (el Buen Dios), por lo que por nacimiento pertenecía a los dioses de la vida, la luz y el día.
Dana es, sin lugar a dudas, la divinidad más antigua que se menciona entre los celtas, y de esta diosa se derivan todos los otros dioses de la mitología celta insular, es decir, Los Tuatha Dé Danann. La diosa Dana o Anu, era la Gran Diosa Madre, era la floreciente fertilidad, la Madre de todos los dioses; era la protectora del ganado, de la salud, de la prosperidad… Era una diosa lunar, y los ríos y pozos y mares estaban bajo su protección. A ella se apelaba para que concediera abundancia, sabiduría y comodidad. Pero Dana no es sólo madre de los Tuatha Dé Danaan, sino su nodriza universal y su fuente de poder. En todas las culturas precélticas, el papel de las diosas-madre fue básico.
Si bien sabemos que, cuando los hijos de Dana llegaron a Irlanda, la Madre no fue con ellos, aunque todos sus hijos, son considerados como extensiones de “La Primigenia”. Aunque ciertamente la Diosa Madre aparece con diversos nombres y diferentes formas, como ya manifesté, el concepto de “La Primigenia” -bien arraigado en la filosofía druídica- se refiere a esta diosa como Una Única Deidad, con sus múltiples facetas, que son extensiones de ella. Sin embargo, cada dios/diosa posee, no obstante, sus peculiaridades y cualidades propias e individualizadas. Podríamos incluso atrevernos a definir este concepto como un politeísmo monoteísta o un monoteísmo polifacético o quizá un politeísmo en las formas y un monoteísmo en la esencia.
Nuestra deidad primigenia, llamada también Anu o Ana, cuyo nombre significa la Diosa Madre o la Reina Madre. No siendo ningún nombre propio, pues lo Absoluto es incognoscible y es innombrable. También algún autor cita que su nombre significaría “Agua del cielo”, quizás, por ello, se cree que el gran río Danubio tomaría su nombre de dicho significado, ya que, en el nacimiento de este río, es donde se supone que empezó la gran expansión céltica. Existen otros ríos donde también se puede encontrar ciertas equivalencias del nombre.
Como diosa benéfica, es mencionada en el “Glosario de Cormac”, al semejarla a Buann-Ann o buena Madre. Como diosa menos benéfica compone la Trinidad del Destino, junto a Macha y Badb, conocidas como una tríada, en el mismo sentido o aspecto de “La Morrigan”.
La mujer ocupa un lugar de gran importancia en el mundo celta, basta el hecho de que dioses y héroes reciben, en muchas ocasiones, el nombre materno. Los Tuatha recibieron a la diosa Madre Dana, como herencia de otras culturas más antiguas, extendiéndose luego por todo el mundo celta. Se dice que fueron dioses venidos del cielo y, según la leyenda, antes de ser reducidos a seres invisibles, los Danaan fueron los amos visibles de Irlanda. Las sagas irlandesas refieren que los Tuatha Dé Danaan, provenían de Avalón, en donde habían adquirido sabiduría y poder espiritual. Se dice que llegaron por mar, un 1° de Mayo, envueltos en una nube mágica que los hacía invisibles, invadiendo Irlanda y sometiendo a los Fomoros, a quienes se presenta en algunos textos como una oscura raza de gigantes (Fomor significa “gente de debajo del mar”). Los Tuatha Dé Dannan trajeron de Avalón objetos sagrados, a los que estaba asociado su poder, los cuales son: La Espada de la Luz, La Piedra del Destino, Gae Bolga y El Caldero de la Abundancia. Estos objetos permitieron la victoria sobre los Fomoros. Las mujeres encantadas de Avalón poseen el secreto de la eterna juventud y el héroe que llega a la isla obtiene “la corona real de la juventud perenne”.
Tras la muerte de los últimos Fomoros, los Tuatha Dé Danaan regresaron a la Tierra de Avalón, volviéndose invisibles a los mortales.
En el condado de Kerry, (Irlanda), dos montañas o cimas gemelas, son identificadas como “Los Pezones de Anu”, (Da Chich Danann), pues tienen formas redondas y asemejan pechos femeninos. Para sorpresa de algunos, siguen siendo venerados actualmente.
Ella es la Madre Universal y Madre de todos los dioses. Diosa también asimilada a la Luna y gobernadora de las mareas. Mecenas de los vates y augures. Los druidas en general solicitaban su permiso para encomendar las almas de los recién fallecidos, a través de las puertas de los “sidhs”, para que alcanzaran la nueva vida en el Otro Mundo.
Asimismo, se la consideraba diosa de la literatura y también recibía el nombre de Brigit, compañera del Bile irlandés, dios que parece corresponderse con el Dis Pater latino, del cual dicen algunas leyendas, surgieron los primeros hombres. Dios este del que creían descender los galos. Sus seguidores eran conocidos como Tuatha Dé Dannan, tal y como ya expresé.
En Gales, a Dana se la conoció con el nombre de Dôn, Madre también primigenia de dioses tan conocidos como Amaethon, Gwyddyon, Gofannon, Math, LLud y de la diosa Arianhrod.
Algunos investigadores asocian a esta primigenia deidad, con una diosa arcaica pre-indoeuropea, asimilada por la cultura celta en sus invasiones, incursiones y asentamientos. Otros analistas la asocian a diosas con parecidos apelativos, tales como la Anna Purna de la India o incluso, como el investigador Robert Graves cita, con una diosa pelasga llamada Ana, hermana de Belo y que los romanos llamaron Anna Perenna y los sumerios Anna-Nin. Otros autores como Ross Nichols, incluso también Robert Graves, la relacionan inexorablemente con la Dánae griega y con las primeras invasiones indoeuropeas a Grecia.
También todo apunta a que durante la cristianización de los celtas los cristianos la convirtieron en Santa Brígida. Pero, observando los cristianizadores un culto exacerbado por parte de la gente hacia la Madre de Todos, diosa de la fertilidad y Madre-Tierra, se optó por no combatirlo más y asimilarlo en la nueva forma de Santa Ana, la Madre de María, que se convirtió desde entonces en un personaje protector, pero de notable raigambre céltica. Culto, por otra parte, que se asentó en la Iglesia Católica durante la Edad Media, e incluso hasta el siglo XVII, ya que el clero cristiano no tuvo más opción que asimilarlo plenamente.
De esta manera observamos, en diferentes puntos de la geografía que fue celta, muchos topónimos, que llevan y llevaron el nombre de Santa Ana, en una simple traslación de un antiguo culto de una Diosa Madre celta, a otra Madre más mortal; Madre de la Madre del Dios cristiano.
Es, en algo parecido, a lo que sucedió también, con la veneración de los celtas galos, después de romanizados, hacia la diosa latina Diana, en la cual aquéllos vieron a su primigenia Dana, o como decían los galorromanos: Diva Ana o Divuana.
A continuación, transcribo el mensaje de la diosa Dana a todas las mujeres del mundo: “Tu sabiduría se extiende hasta los confines de épocas antiguas. Has traído este conocimiento hasta tu encarnación actual, mostrando el camino a otros para que se beneficien de tus experiencias. No demores la expresión de esta sabiduría. Te asistiré en plataformas para manifestar tus enseñanzas espirituales, sea mediante el ejemplo, la escritura o el discurso. Todas las formas de enseñanzas son igualmente valiosas, sin importar a cuántas vidas alcances”.
Bibliografía consultada:
- Druidas de Peter Berresford Ellis
- La Diosa Blanca: Robert Graves
- Mitología Universal, tomo II: Juan B. Bergua
- El Libro de las Invasiones: Anónimo
- La verdad sobre los druidas: Gälic Druham
- Los celtas: Roberto Rosaspini Reynolds
- Los celtas Mitos y leyendas: Charles Squire
- El libro de los druidas: Ross Nichols
- Las cartas del oráculo de las Diosas
Carlos Benítez Villodres |
Carlos Benítez Villodres nace en Málaga, ciudad en donde reside habitualmente. Durante muchos años compaginó la docencia con la labor de escritor, poeta y periodista. En la actualidad sólo se dedica a la literatura y al periodismo. Actualmente pertenece al Consejo de Redacción del Periódico “Granada Costa”, siendo articulista, crítico literario del mismo; a la Sociedad Brasileña de Poetas Aldravianistas, Mariana, Minas Gerais (Brasil); al Club Universal de Poetas y Escritores, Bogotá (Colombia), como Asesor Cultural en España; a la Cátedra Libre de Cultura Andaluza de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), como corresponsal de prensa en Málaga; al Equipo de redacción de la Revista de Poesía “Arboleda”, de Palma de Mallorca; a REMES (Red Mundial de Escritores en Español), como Responsable Local para Andalucía… También es miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (AEAE); de C.E.D.R.O.; de la Asociación Colegial de Escritores (ACE); de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios (AACL); de la Asociación Humanismo Solidario; del Grupo de Málaga; de la Asociación Iberoamericana de Amigos de la Décima “Espinel-Cucalambé” -Las Tunas- (Cuba); de la Casa de la Décima “Celestino García”, de -Pinar del Río- (Cuba); de “Poetas del Mundo”, cuya sede principal se encuentra en Santiago (Chile); etc. Asimismo, es cofundador, junto a Alfredo Arrebola, Andrés Cansino y Daniel Mora, de la Revista “Folclore y Flamenco”. Poemas, artículos, columnas de su autoría… fueron y son publicados en antologías, revistas, periódicos, etc., tanto de España como de otros países del orbe. Le fue concedido, entre otros, el Primer Premio del IV Concurso Internacional de Poesía sobre la Paz “Ramón Lull” (Raimundo Lulio) 2005, de Palma de Mallorca; el Premio a la Cultura 2006 (Granada Club Selección-Granada Costa), de Granada. Fue Finalista del Premio Andalucía de la Crítica 2008 y 2009 con los libros LOS PUENTES DEBILITADOS y SINFONÍA A DANA, respectivamente. Primer Premio del I Certamen Internacional de Poesía “Granada Costa” 2010, de Granada, con el libro SINFONÍA A DANA. De su extensa obra literaria, publicó los libros Canto a Granada, Entre sonrisas, Réquiem por un hombre bueno, Cada ola tiene un nombre, incluidos siete poemas gallegos, en edición bilingüe, Sustancia de vida, De la misma luz, Confesiones al alba. Vol. 1, A galope, El jardín habitado, Desnudo, 18 sonetos a poetas granadinos, Amantes, Canto a Granada, 2,ª edición, Siempre en vuelo, Los puentes debilitados, Sinfonía a Dana, Cantigas de caminante, Guirnaldas de esencias, Por los derroteros de la luz, Vivir con esperanza, etc. Asimismo publicó poemas de su autoría en varios pliegos, plaquettes, cuadernos, etc.
POESÍA AFROCUBANA: TESORO INÉDITO
Ñañigo luciendo vistoso atavío. |
Julio A. León (†) y René León
El primer embarque de esclavos africanos llegó al Nuevo Mundo a través de la península Ibérica. A este primer contingente siguieron muchos otros alcanzando así 185.000 el número de esclavos traídos a la isla de Cuba. Esta cifra es la que oficialmente aparece en los registros coloniales de la época, la cual brinda poca confianza, ya que existió un tráfico de contrabando de negros esclavos, con vista a burlar el pago de impuestos aduanales, por lo que se estima que el número de esclavos introducidos en territorio cubano se elevó a 245.000 aproximadamente.
Cargado de cadenas, cegado por el sol tropical después de haber vivido varios meses encerrado en pestilentes bodegas, el hombre africano desembarcó en nuestras playas trayendo consigo su dolor de esclavo, y también su cultura, su pasado militar, sus leyendas, sus mitos y su arte.
Su cultura se mantuvo segura, encerrada dentro del hermetismo de su tradición oral y la observancia, en secreto, de sus ritos y de sus costumbres. Por mucho tiempo su cultura se hacía patente -con permiso de sus amos- los días festivos. En tales fechas como la celebración del Día de Reyes, los propietarios de esclavos permitían que los mismos bailasen en la plaza central de cada pueblo para regocijo y deleite de la élite colonialista. Por entonces, sus manifestaciones culturales en público se ciñeron a dichos bailes de Epifanía; todo lo demás fue prohibido. A pesar de eso, en el fondo de sus barracones mal ventilados, su verdadera cultura es la que encierra el alma de cada pueblo - hervía en silencio y se fermentaba lentamente aguardando el día de poder manifestarse a sus anchas. Ese momento se hizo propicio cuando en el siglo XVIII se fundaron, con permiso de las autoridades coloniales, los primeros cabildos afrocubanos. Estos cabildos eran el centro de reunión de cada grupo. Los yorubas debido a sus creencias y su lengua se agruparon en los suyos dirigidos por sus sacerdotes tribales o babalochas y por sus iyalochas o sacerdotisas. Los bantús o negros congos-procedentes de la región del río Congo- también fundaron sus cabildos, agrupándose según su lengua materna y sus ritos religiosos. Los abakuá o ñáñigos, aunque se organizaron mucho más tarde, casi a mediados del siglo XIX, cobraron fuerza política, social y económica en los barrios que rodeaban los muelles de los puertos de La Habana y Matanzas. Ejercieron asimismo, una influencia tremenda en la creación de la jerga afrocubana por su participación activa en la vida económica de las grandes ciudades con puerto de mar.
Aunque en la isla existían también otras tribus africanas, los tres grupos antes mencionados fueron los que lograron establecer los cabildos de influencia más duradera.
Los propietarios de esclavos tenían un sistema laboral selectivo. Los amos agrupaban a sus esclavos de acuerdo con la región de donde provenían, supliendo a cada dotación de esclavo o contingente con un mayoral que hablase su propia lengua africana, con vista a que comprendiesen las órdenes que se les dieran. De esa forma la vida del esclavo estuvo organizada bajo el sistema de explotación conocido por "sistema de plantación".
A pesar de lo duro que fue el proceso esclavista en la isla de Cuba, el negro disfrutó de ciertos beneficios que desconocían otros negros en otros países de América. Gracias a una forma menos severa, aunque nunca benévola, en el trato a los infelices esclavos, el sistema de explotación no extinguió sus tradiciones culturales. Poco a poco, encerrado en las paredes de madera de palma de sus cabildos, fue floreciendo su micromundo cultural, social y político. Se logró salvar su glorioso pasado, sus épicas; su tradición oral se rejuveneció con nuevos cantos y reverdeció su compleja y riquísima gama de manifestaciones culturales.
El cabildo fue en sí el custodio de los valores tradicionales de la raza africana. Debido a la gran variedad, así como a las características distintivas de las lenguas africanas, los cabildos mantuvieron la pu reza de la tradición oral de cada tribu en particular. Es por ello que el estudioso que pretendiera hacer un enfoque de tipo general basándose en la cultura africana, chocaría con la gran barrera lingüística y el punto de vista sectario que defiende una "mentalidad tribal". Cada tribu guardó para sí sus costumbres, su cultura y su arte, no queriéndolas compartir, ni aun en el cautiverio, con sus herma nos de desgracia . Los cabildos se separaron pues como pequeñas u nidades tribales, y según la vieja tradición, sus miembros continuaron practicando los ritos y celebrando las festividades que por siglos habían sido observados por sus antepasados.
Bajo severas circunstancias ambientales, sociales, políticas y eonómicas, el cabildo surge como una tabla de salvación a la que se aferran los miembros de cada tribu para salvar lo que consideraban una parte muy importante de su propio ser: su cultura como parte de su identificación como grupo o como individuos. Este fenómeno de índole cultural, no es el único en la historia del hombre, ya que por espacio de siglos otras minorías avasalladas han sabido rescatar del olvido su pasado cultural que les ayudó a soportar el cautiverio o la explotación.
Este artículo es un estudio de la crónica oral conservada en los reductos-ya casi en estado de desaparición- de los que fueron los grandes cabildos afrocubanos. En esa crónica oral se halla el legado cultural que el hombre africano, ya sea yoruba, bantú o ñáñigo, ha dejado a la posteridad como huella de su paso por la sociedad cubana.
La poesía recopilada entre los descendientes de los africanos en Cuba es algo más que poesía en sí; es crónica oral, es relato, es fragmento de una etapa vivida y que se encuentra cristalizada dentro del marco del tiem po y del espacio. Poesía, no al estilo occidental con métrica, con modulaciones, tiempo, o estilo personal, si no poesía al estilo africano. Poesía que refleja el alma de un pueblo sojuzgado; poesía popularizada dentro de los miembros del cabildo, pero no popular para los neófitos o los extraños al sistema de vida socio-religioso del cabildo, pero poesía al fin y al cabo. Los temas universales de la poesía africana son los mismos de la poesía de otras civilizaciones, porque el hombre africano ha sentido el dolor, el amor, el odio, la soledad, el desconsuelo, la nostalgia y el luto del ser amado que ha muerto.
Estas experiencias son el espíritu de sus cantos de cabildo, descubrirlo lleva tiempo, paciencia y conocimiento de los fundamentos de las lenguas africanas vigentes en Cuba.
Comencemos con la poesía cantada que se relaciona con los cabildos de origen bantú o cabildos congos, nombre por el que fueron conocidos por mucho tiempo. El siguiente poema relata la iniciación de un neófito según el rito del mayombe:
con música del tambor Yuca
dentro del monte profano
fuimos a celebrar
el nacimiento
de un nuevo hermano
Zala malecó 1
Malecó Zalá
aguardiente con pólvora bebimos
carne de carnero comimos
jutía ahumada comimos
miel de abeja bebimos
Zala malecó
Malecó Zalá
era un día grande para Zambia 2
era un día grande para el Baroko3
nos había nacido
en Mayombe
un nuevo hermano
Zala Malecó
Malecó Zalá
negro como el toro
como el toro negro
negro como el luto
como el luto negro
Zala malecó Malecó Zalá
1. El saludo dado al que se inicia en el rito del mayombe. Aunque tal vez sea de origen bantú, dicha expresión fue también usada por otros grupos existentes en la isla. 2. El nombre que los africanos de origen bantú dan al Supremo Creador. 3. La casa templo.
En los cabildos yorubas hay mucha tradición oral conservada con la misma frescura que se puede hallar en el Brasil o en la misma África. En los mismos hemos encontrado no sólo poemas cantados sino también proverbios moralizantes que sirven de estribillo a ciertos cantos de cabildo. Igualmente hemos podido recopilar varias leyendas moralizantes conocidas por appatakis en donde aparecen personajes de animales revestidos de condiciones morales que imitan al hombre. El siguiente poema, cuyo tema es la muerte, ha sido seleccionado por presentar varios aspectos de la temática y lenguas existentes en Cuba.
bayene bayene
tonú 4
soy lkú 5
soy la muerte
soy tierra de cementerio
soy viento negro de cuaresma
soy Osá-birinigua 6
bayene bayene
tonú
soy lkú
soy eterna
soy invencible
soy principio
soy final
bayene bayene
tonú
soy lkú
4. Un vocablo yoruba con el que se invoca y se saluda a los difuntos de la tribu. 5. Un personaje o deidad de la mitología yoruba, al que miles de adeptos en Cuba y el Brasil rinden culto. 6. El huracán, visto como una fuerza de la naturaleza .
Los cabildos de abakuá o de ñáñigos poseen una gran riqueza folklórica y su contribución a la formación de la jerga afrocubana es notable. Su presencia en la época de carnavales habaneros era indispensable, por ser ellos los que dieron origen a las comparsas o grupos de baile folklórico que desfilaban adornados de mil colores por el Paseo del Malecón y del Prado en las noches de carnaval. Se organizaron mucho más tarde que los otros grupos por ser uno de los últimos en llegar en condición de esclavos a la isla. Fueron cazados en África por otras tribus rivales a la orilla del río Cross y en las islas del Calabar.
Consigo trajeron su sociedad secreta masculina al Nuevo Mundo. Su gobierno político y militar estaba formado por tres figuras conocidas por los nombres de lyamba, Mokongo y Nasacó que representaban el poder legal, militar y religioso. Estos personajes tenían a su vez otros funcionarios a sus órdenes. Su familiaridad con las labores de carga y descarga les abrió las puertas de los trabajos de los puertos cubanos, principalmente del puerto de La Habana y el de Matanzas. Se organizaron en cabildos o potencias; el primero se fundó en 1836 bajo la denominación de Efik Buton, pero se inscribió en el registro colonial de sociedades con el nombre de "Sociedad de Socorro y Auxilio de Pardos y Negros".
Además de su tradición oral, sus mitos y leyendas los abakuá tenían también una misteriosa simbología conocida por Anaforuama. Los Anaforuamas han sido estudiados ampliamente por la investigadora cubana Lydia Cabrera-residente en la Florida- y los instrumentos musicales de sus grupos fueron muy bien descriptos por el étnologo y musicólogo Fernando Ortiz. Alejo Carpentier, entre otros literatos cubanos, ha presentado parte de los ritos de los abakuá o ñáñigos en poemas suyos y en su novela Ecué Yamba-0. Su comporta miento social ha sido motivo de estudio por criminólogos tales como Israel Castellanos y por otros profesores de la Universidad de La Habana. Varios poetas cuba nos han desarrollado el paso de las comparsas de ñáñigos en días de carnaval comparándolas con una serpiente de gran colorido. Músicos negros han popularizado sus ritmos, inclusive- los hicieron populares en los Estados Unidos al rededor de 1940 cuando el compositor Chanó Pozo, miembro de dichos cabildos, viajó a Nueva York e hizo una gira musical exitosa por el país. Por lo tanto, su vigencia dentro de nuestra cultura afrocubana es un hecho cierto e innegable. Muchos de sus miembros eran vendedores ambulantes y sus pregones, o reclamo comercial, llenaban de melodía , música y dicharachos populares nuestras calles habaneras. Mantenían un "culto al machismo", casi u na obsesión de tipo patriarcal, en donde la función del hombre en la sociedad era la de ser magüe y monina -hombre y amigo según su lengua. No permitían que la mujer tomase parte de sus ritos, inclusive en sus mitos y leyendas hay, un fondo antifeminista. En ellos a veces se considera a la mujer piedra de la discordia y más menudo mero instrumento de recreo y placer. Ese punto de vista "machista" los hacía parecer y ser pretensiosos, orgullosos, temerarios y desafiantes.
Sus cantos, poesías y leyendas centra el mundo al rededor del papel del hombre y su importancia en el gobierno del mismo.
No identifica al hombre con Abasí, su dios, sino que a cada ente, al divino y al humano, le asigna su verdadera función . Para el abakuá o ñáñigo el hombre tiene un papel que cumplir en la tierra, y éste es bailar, beber ron y ser un don Juan empedernido. Esta actitud social y esa mentalidad personal provocaba mil reyertas sangrientas, ya que querían imponerse por su valentía, arrojo y temeridad. Sus cantos son poemas que glorifican y exaltan la condición de hombre y de ñáñigo. Al analizar su poesía hallamos numerosos vocablos y expresiones de la jerga afrocubana que se usan aún hoy tanto en Cuba como en Miami. Tomemos el siguiente poema como ejemplo:
Nagüele que soy kiñongo
ñáñigo, amigo y hombre ná má
soy ekobio del barrio de Jesús María
donde toman agua de coco con ron
Ñáñigo, amigo y hombre ná má
Nagüele que soy kiñongo
soy del baroko de Efik Buton
el primero que tocó el bembé
en la gran abanakué
Nagüele que soy kiñongo
ñáñigo, amigo y hombre ná má
soy el que lleva
en la procesión
el tambor senseribó
el que se viste de Ireme
los día de iniciación
Ñáñigo, amigo y hombre ná má
nagüele que soy kiñongo
soy ekobio
soy un monina de verdá
por mi vena no corre sangre
sino kurda de la buena
cuando me la aboko
a una jeba
no hay discusión
me la llevo en la golilla
Nagüele que soy kiñongo
ñáñigo, amigo y hombre ná má
soy el cheverón del barrio
con mil jebas a retortero
soy un ekiko bien plantao
no hay jeba que se me resista
ni monina que se me enfrente
lo mismo
me gustan las narras
las mulatas
las negras
y las jabás
Nagüele que soy kiñongo
abakuá
amigo
monina
hombre ná má
Por lo anterior nos damos cuenta de la gran diferencia temática que existió dentro de los cabildos afrocubanos. Pero aparte de la temática es posible observar y analizar el aspecto humano, dramático algunas veces y popular otras, al igual que el punto de vista esotérico que contienen algunas de las poesías presentadas. La cosmogonía africana es rica en personajes y va riada en su enfoque religioso. Toda esta obra ha permanecido inédita por mucho tiempo y solamente llegó a la superficie la parte folklórica que fue reinterpretada magistralmente por poetas y escritores cubanos, del calibre de Alejo Carpentier, Emilio Ballagas, Ramón Guirao, Marcelino Arozarena, Nicolás Guillén y otros, que dentro del movimiento negrista dieron nacimiento, tanto en Cuba como en otros países hermanos,
a un estilo o moda literario.