viernes, 15 de noviembre de 2013
En Clave de... ¡Mujer! de Eliana Onetti
Escribir, para Eliana Onetti, es
un modo de servir; la sinceridad con que desahoga las emociones; la vida, la
realidad objetiva; se desprende de las cosas que la circundan, y crea versos de
suma belleza de una realidad ideal... Usando el idioma como instrumento humano.
Enrique Anderson Imbert, dice:
"La poesía es un modo de asomarse a las cosas, una perspectiva, es decir,
una forma interior del espíritu".
En su poema "Consejo"
ella dice:
"Abre, niña, tus
ventanas a la luz.
Haz que el so1
.penetre a raudales.
No veles con el tul
de los cendales
la fresca belleza de
tu juventud".
En " Amanecer" dice:
"La bruma, cual
cendal luminiscente,
envuelve en halo
plúmbeo la montaña.
El aire sonrosado y
transparente
bosteza con
tranquilas bocanadas
y flota en el espacio
1aquimera
como una garza
quieta,. como garza".
Ella deja perenne huella, como la
artista de la palabra, que remeda con facilidad el aliento poético, el ritmo y
la estructura del párrafo. Su concepto de la vida y muerte. El valor espiritual
y moral. Su predilección por la frase breve y sus recursos estilísticos que
hacen su pluma tomarse en cincel. Ternura y simpatía hacia el género humano.
En "Amor amor", ella nos
dice:
" Espina verde,
te llevo dentro.
Te siento siempre,
dardo certero.
Te pienso mucho,
martirio tenue.
Tibieza dulce,
te saboreo.
Margarita Sánchez comenta: “Hoy he
compartido esa íntima y variable soledad mientras late contenida en un libro de
poemas de pequeño formato y gran contenido titulado En Clave de…¡ Mujer!,
traducida a un lenguaje inteligible, claro y sencillo a la vez que culto y
profundo. La he sentido dignificada, desprovista de la lógica ñoñez y
elegantemente diseccionada...".
Su poesía es comunicable en
término de experiencia, lenguaje y emociones. Para hacer una poesía. es
necesario que se entienda; que la expresión en palabras sea eficaz. para añadir
distinción, claridad y armonía. Así. es su poesía con todos los ingredientes
necesarios que se necesitan para una poesía de calidad. ritmo y belleza.
En "Un Lugar Para Cada
Cosa". dice:
"Un lugar para
cada cosa:
para tu mirada,
un cielo de
esperanzas de mañana;
para tu ambición,
un mundo que se
yergue en lontananza;
para tu frente,
dos manos frescas
atemperando el. ardor de la jornada”.
En estos versos podemos ver su
expresión. donde ella añade claridad y armonía. Potencia en el lenguaje, y en
la descripciones. de la naturaleza, con el sentido exacto de la realidad. Hacer
poesía es la actitud de transmitir, la emoción, pasión. y el espíritu que se
siente.
La poesía de Eliana Onetti está
llena de ritmo, dinamismo, y logra con palabras la eficacia en su manera de
expresar sus emociones que ceden el paso a la imaginación como expresión
individual; y el. resultado no puede ser otro, que ser parte de la vida misma.
René León
Iglesias de La Habana antigua
23 de agosto de 2013
http://www.habanaradio.cu/articulos/iglesias-de-la-habana-antigua/
Tres fueron los poderes de donde partieron las iniciativas de las principales construcciones de la época colonial: el Gobierno, en la figura del Capitán General; la Iglesia, representada por los obispos y las órdenes monásticas; y el sector privado constituido por los grandes terratenientes, comerciantes e industriales. De estos, la iniciativa eclesiástica fue quien más se nutrió de los aportes de sus fieles, valiéndose de diezmos, capellanías, limosnas y legados. Con ello emprendió la construcción de sus templos y conventos. Según estudios del arquitecto Joaquín Weiss, en el siglo XVII, las iglesias eran en principio probablemente todas de una nave, que poco a poco a esta se le yuxtapusieron naves colaterales, apareciendo generalmente separadas de aquellas por arcos de medio punto sobre columnas rectangulares. Afirma Weiss que, en el exterior, estas iglesias primeras apenas tenían otra pretensión arquitectónica que no fuera el sencillo enmarcamiento de la portada y el piñón moldurado u ondulado en que podía traducirse al frente el tejado a dos aguas. Generalmente presentaban una sola torre cuadrada a un lado de la fachada. En su interior, esta iglesias presentaban muros muy limpios y vanos pequeños, donde el interés radicaba en el maderamen y los ornamentos litúrgicos como los altares, candelabros, misales, sagrarios, y todas las imágenes de madera tallada y policromada.
De los ejemplos del siglo XVII apenas subsisten algunos, entre los que se encuentran iglesias y conventos, pero en cuanto a las primeras, únicamente ha llegado hasta la actualidad la iglesia del Espíritu Santo, enclavada en el antiguo barrio habanero de Campeche, hoy llamado de Belén, en la calle Cuba entre Acosta y Jesús María.
Tuvo su origen en una ermita surgida debido a la devoción de mulatos y negros libres, que funcionaba como auxiliar de la Parroquial Mayor, por entonces situada en el lugar del Palacio de los Capitanes Generales, construido hacia 1791. De la ermita primitiva, fundada en 1638, quedan pocos elementos. La imagen actual de la iglesia corresponde en esencia a los inicios del siglo XVIII, cuando se llevaron a cabo los trabajos de remodelación: la torre fue edificada en 1707; la bóveda del presbiterio de crucería gótica hacia 1720, que recuerda a las iglesias mudéjares de la Baja Andalucía, y alrededor de 1760, se efectuaron reconstrucciones de los muros y el añadido de una nave lateral. Sin embargo, en su expresión general conserva muchos elementos del siglo XVII, como su gran sencillez, sus techos de armadura decorada, y la portada con su torre. En 1936, al hundirse una losa en la nave principal, apareció el Sepulcro del Obispo Jerónimo Valdés, y en 1961, se construyó uno nuevo en el sitio donde originalmente se inhumó el cadáver. Desde entonces, yace inmortalizado en piedra gracias al escultor Alfredo Lozano. Otro dato interesante y curioso fue el hallazgo en 1953 de las Criptas Funerarias en su interior, llamadas popularmente “Catacumbas”.
Por su parte, la arquitectura religiosa del siglo XVIII revela el influjo que llega a la Isla del barroco español, diferenciado por dos componentes locales: la naturaleza de la piedra caliza conchífera, dura y llena de oquedades, agregando a esto la insuficiencia de buenos escultores. Por ello algunos estudiosos –como el arquitecto antes mencionado- afirman que el barroco cubano se evidencia en un vigoroso juego de líneas, de planos y de masas, siendo esta su cualidad más estimable.
Las construcciones se caracterizan por el espesor y la solidez de los muros, por los techos de piedra que, en correspondencia a la pérdida de individualidad y ligereza, dan al edificio mayor monumentalidad y resistencia. Tomando en cuenta el lugar y el medio, estas construcciones constituyen un modelo verdadero de las técnicas constructivas empleadas y de la intrepidez de las mismas. Muy difícil resulta seleccionar una obra que represente un período en la arquitectura religiosa, y más, en un siglo tan prolífero como el XVIII. Pero de hacerlo, sin dudas la Catedral de La Habana es el más contundente.
Levantada en la calle Empedrado, hoy No. 158, en la Plaza de su mismo nombre, la Catedral de La Habana es el máximo exponente de lo que ha dado en llamarse “barroco cubano”, basado esencialmente en los rasgos de su fachada. En ella se revelan, elementos habituales del estilo como columnas adosadas, frontones, nichos, cuadrifolios y volutas, a los que se suman la sinuosa cornisa del medio, el remate superior quebrado, entre otros que la diferencian. Su fábrica comenzó en 1748 y se interrumpió en 1767 con la expulsión de los jesuitas de los dominios españoles de ultramar. Hacia 1775, Lorenzo Camacho labró la portada de la Capilla de Loreto. En 1777 fueron concluidas las obras y fue exaltada a Catedral en 1788. Condicionada por el dominante gusto neoclásico del Obispo Espada, definitivamente fueron sustituidos sus altares barrocos por otros neoclásicos en 1820. Los techos originales de madera se recubrieron de yeso imitando bóvedas nervadas y se terminaron en piedra durante las reformas dirigidas por Cristóbal Martínez Márquez en 1950. En la década de 1990 se realizaron en el templo nuevos trabajos de restauración, fue por entonces cuando se restituyó el Coro de los Canónigos en la nave central del templo, junto a su altar mayor. Se hicieron, además, trabajos de limpieza en sus fachadas y se rediseñó la iluminación interior y exterior del inmueble. La Catedral de La Habana ha devenido símbolo de nuestra arquitectura barroca y de la ciudad toda.
La arquitectura del siglo XIX –como apunta Joaquín Weiss- es la cortejada por gobernantes y propietarios para quienes comenzaba una nueva época, al tratar de satisfacer sus demandas. Por tanto, si no halla mayor elegancia, al menos un nuevo género de elegancia, en las formas más refinadas y académicas del neoclasicismo. En La Habana la arquitectura religiosa apenas produjo ejemplos que pudieran emular en prestancia arquitectónica con sus predecesores, en tanto en el interior se erigieron obras eclesiásticas interesantes, especialmente en los pueblos nuevos. No obstante, en La Habana se terminaron o reedificaron algunas obras como la iglesia de Nuestra Señora de la Merced.
Ubicada en la calle Cuba entre Merced y Leonor Pérez, este templo se levantó frente a una plazuela que permite apreciar su imponente fachada, la cual remeda elementos del barroco donde se destaca su puerta principal de arco abocinado y un nicho central. Consta de tres naves separadas por arcadas de medio punto, profusamente decoradas. Al final de las naves laterales hay dos capillas, una dedicada a la Virgen de Lourdes y la otra dedicada al Espíritu Santo, en ambas resalta sus valores artísticos. La Capilla de Lourdes, inaugurada en 1876, está decorada con pinturas murales de Chartrand y Melero, notables pintores cubanos del siglo XIX. Su convento anexo, accesible como el templo, llama la atención por la belleza de su patio claustral, entre arcadas altas de medio punto, esculturas, plantas ornamentales y robustos árboles. Su culto está entre los más populares de Cuba, desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Españoles del Siglo XVI proclamaron el “Dia de Gracias” en el año 1598
Juan
de Oñate fue el primer gobernador de Nuevo México y uno de los dos únicos hombres que encabezaron
Una
expedición al Valle Verde (Verde Valley). Oñate hizo el relato después de su
visita al tesoro de oro, plata y cobre que se podía encontrar
en
las Colinas Negras. Sin embargo, al igual que su predecesor, Antonio Espejo, no
dejó mapa alguno.
Veintitrés
años antes de que los peregrinos del “Mayflower” celebraran su “Thanksgiving”
en Massachussetts, ya los colonos españoles habían celebrado el primer “Día de
Gracias” en Texas. De acuerdo con el Dr. H. Timmons, de la Universidad de El
Paso, un grupo de 400 españoles procedente de Chihuahua, México se dirigía a
Santa Fe, Nuevo México, con caballos y ganado.
Cinco días
antes de alcanzar el Río Grande, se quedaron sin agua. Los caballos, el ganado y los expedicionarios
capitaneados por Juan de Oñate llegaron, al parecer, cansados como fantasmas y
con los ojos desorbitados por la sed.
Cuando por fin toparon con las aguas ansiadas, hombres, mujeres, niños y
animales se lanzaron al río para absorber el líquido más codiciado de todos.
Después de
10 días de recuperación general, según relata Gaspar Pérez de Villagra en su
diario, escrito 12 años después: “El día 30 de abril de 1598 y a corta
distancia de El Paso, nos reunimos todos los sobrevivientes alrededor de una
gran hoguera, donde se asaba pescado, carne y fruta, para rememorar lo sufrido
y para agradecer al Señor el feliz resultado de tanta agonía”.
Aquella
fecha debería marcar algo decisivo en el calendario americano. ¿Qué les parecería
a los españoles si el 30 de abril fuera proclamado como “El Día del Emigrante”?
Pintura de
Frederick Remington
La relación de
los fabulosos tesoros hallados en el Norte comenzó con el viaje de Francisco
Vázquez Coronado a través de Arizona y Nuevo México, en 1540, en busca de las
Siete Ciudades de Oro, que se decía incluían las poblaciones de Cibola y
Quivira. Era una leyenda que los españoles habían traído con ellos desde
España.
En Tiempo de la Colonia:
El Cobarde Fusilamiento de los Estudiantes de Medicina.
Hechos Desconocidos Ocurridos.
René León
El Ministro de Ultramar en Madrid, Moret Prendergast, era partidario de la terminación de la guerra en Cuba. Él abrigaba la idea de que podía terminar la guerra, negociando la pacificación con los jefes mambises. Se oponía a la guerra de exterminio que se llevaba en Cuba, por algunos oficiales del ejército español y Voluntarios. La situación en la Habana era tensa, pues los Voluntarios por cualquier motivo realizaban ataques contra los de origen cubano. En Manzanillo hubo un caso, en el cual un capitán de infantería en estado de embriaguez mandó a fusilar y machetear a doce personas, sin motivo alguno. Salvo por el motivo de ser cubanos.
Al surgir una polémica entre los periódicos cubanos de Key West y los de origen español de la Habana, ello trajo como consecuencia un reto a duelo entre don Gonzalo Castañón y el cubano Pío Rosado. Resultó muerto Castañón en un altercado callejero en Key West. Sus restos fueron trasladados a la Habana.
El 23 de noviembre de 1871, un grupo de estudiantes de la Escuela de Medicina del primer año asistía a las clases que se efectuaban en el anfiteatro anatómico, conocido como San Dionisio. Al ser suspendida las clases, salieron del edificio y, al ver el carro donde se transportaban los cadáveres, subieron, a él y dieron vueltas a la pequeña plaza que existía delante del Cementerio. Fue su ingenuidad, ya que nada grave habían hecho, lo que los condujo al paredón de fusilamiento con los otros compañeros.
El órgano de propaganda de los Voluntarios, “La Voz de Cuba”, aprovechó la ocasión para levantar calumnias e insultos contra ellos, acusándolos de la violación de la tumba de Castañón. Los Voluntarios no tenían el coraje de ir a pelear contra las fuerzas cubanas, pues eran unos cobardes y hombres sin dignidad que hicieron todo lo posible para que aquellos jóvenes fueran fusilados. El gobernador Político don Dionisio López Roberts, que era un hombre sin escrúpulos, que se prestó a todo el rejuego, pensó en sacar algún provecho de la situación, tal como pedir dinero a las familias como condición de poner a los estudiantes en libertad. Pero todo terminó en unos de los crímenes más grandes cometidos por el colonialismo español en Cuba.
En carta de Alexander Graham-Dunlop, Cónsul general de Inglaterra en Cuba, a Mr. G.Wylde Esq., en el Foreign Office, en Londres, con fecha de 30 de diciembre de 1871, le informaba aquél a éste:
Mi querido señor Wylde:
“El último gobernador político de aquí, (La Habana) don Dionisio López Roberts, ha sido destituido sumariamente y regresado a España con una gran fortuna, amasada a través de los medios más indignos y deshonestos de su mando en La Habana. No sólo ha hecho esto, sino que se consiguió el odio de toda persona de bien en este lugar, y la terrible convicción (si es que tenga algo parecido a la conciencia) de ser el instigador y principal partícipe del crimen de los ocho jóvenes estudiantes que fueron fusilados para apaciguar los salvajes apetitos de los Voluntarios el 27 último {sic.} y la prisión de los demás. Todo el mundo cree que él arrestó a los 42 adolescentes con la idea de exprimir a los padres y así aumentar la crecida suma de su botín”. (Tomado de “A cien años del 71. EL FUSILAMIENTO DE LOS ESTUDIANTES”, Luis Felipe Le Roy y Galvez, p.9)
El único en defender a los estudiantes fue el Catedrático Dr. Don Manuel Sánchez Bustamante. El otro que quedó en el corazón de los cubanos fue el capitán Federico Capdevila, que fue su abogado defensor. A la una de la tarde del 27 de noviembre de 1871, el capitán don José Gener abrió uno de los balcones del edificio del Gobierno Político en la Plaza de Armas, y en medio de un silencio repentino leyó la sentencia: “De conformidad con el precedente dictamen, apruebo la sentencia del Consejo de Guerra verbal pronunciado en este proceso, por la que se condena á: Alonso Álvarez de la Campa y Gamba, Ángel Laborde y Perera, José de Marcos y Medina, Carlo Augusto de la Torre y Madrigal, Eladio González y Toledo, Juan Pascual Rodríguez y Pérez, Anacleto Bermúdez y González de Piñera, Carlos Verdugo y Martínez, á la pena de ser pasados por las armas.” A las cinco de la tarde del lunes 27 de noviembre de 1871, en medio de una doble fila de soldados de línea, fueron conducidos al lugar de la ejecución: la explanada de La Punta, frente al costado norte de los paredones del edificio de la cárcel. Los fusilaron de dos en dos, de espaldas y de rodillas. Habían sólo pasado cinco minutos, en los cuales quedó consumado “el crimen no sólo de los Voluntarios, sino del Colonialismo en Cuba”.
Varios capitanes españoles protestaron por el fusilamiento de los estudiantes. Federico Capdevila, quien los defendió. Nicolás Estévanez, ante la noticia de la condena y fusilamiento, partió su sable en la Acera del Louvre, en el Paseo del Prado. El capitán Víctor Miravalles y Santa Olalla, por repudiar el crimen fue enviado de inmediato a España por el Gobernador de la Isla, por decir en el Consejo de Guerra que estaba de acuerdo con Federico Capdevila, y que no firmaría una condena injusta. Los Voluntarios trataron de apresarlo, pero aprovechó la confusión y abandonó el lugar, escapando de sus perseguidores. Al llegar al hotel donde se hospedaba, se vistió de paisano y fue a ver al general Romualdo Crespo, que decidió enviarlo para España.
Entre otras antecedentes podemos citar lo aparecido en el periódico La Quincena, donde se informaba que, a las once de la noche del 27 de noviembre, cuando apostados detrás de los fosos que se extienden frente a la plaza, unos negros dispararon sus revolvers (sic) contra los Voluntarios, hirieron a un alférez de artillería; pero, perseguidos en el acto, fueron muertos al intentar la fuga. Otro
testimonio lo fue el de Ramón López de Ayala, administrador de correos de La Habana y capitán de Voluntarios, quien mandó el pelotón de fusilamiento (murió loco en un hospital de Burdeos) en carta a su hermano, a la sazón Ministro de Ultramar, en la que le relataba que: “…unos negros dispararon sus armas de fuego contra un grupo de Voluntarios de artillería, a cuyo teniente mataron e hirieron a otro individuo. El resto de los que se sintieron atacados por los negros arremetieron inmediatamente contra ellos, y en aquel punto fueron despedazados los cinco que se creyeron autores de la agresión”.(Antonio Pirala: “Los sucesos de 1871”, vol.II, p.303-308, Madrid..) El celador del barrio de La Punta, en un informe rendido a sus superiores, dio cuenta de que “…son cinco los hombres de color muertos, recogidos en diferentes lugares de este barrio, los cuales heridos de armas de fuego y bayonetas.” Otro parte oficial del suceso decía “…en el tiroteo resultaron heridos de bala el teniente de artillería Antonio Pérez, natural de Navarra, cerrajero, de 37 años, que lo fue en una pierna y el Voluntario Ramón Santualla, gallego, de 22 años y empleado del tren de basura de La Habana, en un brazo y en una pierna.” (Augusto Warela: “Páginas olvidadas de nuestra historia: cinco héroes negros”, en Orientación Social, Santiago de Cuba, 1956). Le Roy aclara en su libro sobre la muerte de los cinco negros en La Habana: “Esta matanza de cinco negros ha sido objeto de mucha especulación, inventándose la versión novelesca de que ese día hubo un levantamiento de ñáñigos (Sociedad secreta, ilegal, formada casi exclusivamente por elementos de la raza negra) juramentados, según unos, o esclavos leales, según otros, que pretendían rescatar por la fuerza a los ocho estudiantes que iban a morir. La falsedad de esta especie se patentiza en el hecho de que no sólo no existe tradición seria alguna en ese sentido, sino, también, que el número de defunciones asentadas en los libros de entierros del cementerio de esta capital mantiene su nivel normal durante todos estos días’. (p.140)
Han pasado 142 años del fusilamiento de los Estudiantes de Medicina, y su recuerdo sigue vivo en el corazón de los Cubanos. Cada día nos vamos a encontrar con más información sobre lo pasado. Gracias a Fermín Valdés Domínguez, se pudo encontrar el lugar donde fueron enterrados los cuerpos de los estudiantes. Al pasar los años, Luis Felipe LeRoy y Gálvez, profesor de la Universidad de La Habana e investigador, pudo recoger más información sobre lo sucedido.
Los Estudiantes nunca serán olvidados.
Así es la vida.
¡OH FATALIDAD!
José Jacinto Milanes (†) (Cuba)
Porque me diste Señor
un alma triste y sensible
esclavo de un imposible
por los lazos del amor.
Mi tormento, mi dolor
no lo mueve a compasión,
sin su amor, sin su pasión
encuentro el mundo vacío.
Para olvidarla, Dios mío,
arráncame el corazón.
EN UNA ROSA
Alexandra Witt (†) (Paraguay)
Gotas de agua transparente,
en una rosa,
te pareces a mi madre
sencilla y cristalina
reflejada en ella,
te veo madre, con tu hermosura
a través de los años,
en esta rosa
Amiga mía,
compañera de todos mis momentos
tus manos son el abrigo
cuando siento frío,
y tu sonrisa en todo momento,
llena mi mundo.
Y hoy madre, mirando esta rosa
fue difícil porque
las palabras son pocas…
porque eres todo para mí.
NOTA: Alexandra Witt murio en el momento del parto, dejando una niña sin madre.
Q.E.P.D
Canto a Puerto Rico
Miguel de Varona
Navarro (†) Cuba
Mi palabra se engarza
en un collar de estrellas
para llevar un canto
cubano a Borinquen,
isla maravillosa
llamada hoy Puerto Rico,
verdemar por asiento
y un azul por dosel.
Presencia milagrosa
del oriente antillano,
cual india primorosa
que se baña en el mar
emerges de las olas
de dos mares distintos
como insólita tierra
de origen tropical.
Yo canto a tu
paisaje, a tus lindas mujeres,
a tu historia de
patria, a tu eterno pensil,
y siento una entrañable
emoción cuando pienso
en los nombres
ilustres de Hostos y Martí.
Que una luz
promisoria, como fulgor de astros,
ilumine las sendas de
tu noble pasión
y ponga en cada alma
un alto pensamiento
para
una paz perenne y un sempiterno amor.LAS HOJAS SECAS
Gustavo Adolfo Becquer
El sol se había puesto: las nubes, que cruzaban hechas jirones sobre mi cabeza, iban a amontonarse unas sobre otras en el horizonte lejano. El viento frío de las tardes de otoño arremolinaba las hojas secas a mis pies.
Yo estaba sentado al borde de un camino, por donde siempre vuelven menos de los que van.
No sé en qué pensaba, si en efecto pensaba entonces en alguna cosa. Mi alma temblaba a punto de lanzarse al espacio, como el pájaro tiembla y agita ligeramente las alas antes de levantar el vuelo.
Hay momentos en que, merced a una serie de abstracciones, el espíritu se sustrae a cuanto le rodea, y replegándose en sí mismo analiza y comprende todos los misteriosos fenómenos de la vida interna del hombre.
Hay otros en que se desliga de la carne, pierde su personalidad y se confunde con los elementos de la Naturaleza, se relaciona con su modo de ser y traduce su incomprensible lenguaje.
Yo me hallaba en uno de estos últimos momentos, cuando solo y en medio de la escueta llanura oí hablar cerca de mí.
Eran dos hojas secas las que hablaban, y éste, poco más o menos, su extraño diálogo:
-¿De dónde vienes, hermana?
-Vengo de rodar con el torbellino, envuelta en la nube de polvo y de las hojas secas nuestras compañeras, a lo largo de la interminable llanura. ¿Y tú?
-Yo he seguido algún tiempo la corriente del río, hasta que el vendaval me arrancó de entre el légamo y los juncos de la orilla.
-¿Y adónde vas?
-No lo sé: ¿lo sabe acaso el viento que me empuja?
-¡Ay! ¿Quién diría que habíamos de acabar amarillas y secas arrastrándonos por la tierra, nosotras que vivimos vestidas de color y de luz meciéndonos en el aire?
-¿Te acuerdas de los hermosos días en que brotamos; de aquella apacible mañana en que, roto el hinchado botón que nos servía de cuna, nos desplegamos al templado beso del sol como un abanico de esmeraldas?
-¡Oh! ¡Qué dulce era sentirse balanceada por la brisa a aquella altura, bebiendo por todos los poros el aire y la luz!
-¡Oh! ¡Qué hermoso era ver correr el agua del río que lamía las retorcidas raíces del añoso tronco que nos sustentaba, aquel agua limpia y transparente que copiaba como un espejo el azul del cielo, de modo que creíamos vivir suspendidas entre dos abismos azules!
-¡Con qué placer nos asomábamos por cima de las verdes frondas para vernos retratadas en la temblorosa corriente!
-¡Cómo cantábamos juntas imitando el rumor de la brisa y siguiendo el ritmo de las ondas!
-Los insectos brillantes revoloteaban desplegando sus alas de gasa a nuestro alrededor.
-Y las mariposas blancas y las libélulas azules, que giran por el aire en extraños círculos, se paraban un momento en nuestros dentellados bordes a contarse los secretos de ese misterioso amor que dura un instante y les consume la vida.
-Cada cual de nosotras era una nota en el concierto de los bosques.
-Cada cual de nosotras era un tono en la armonía de su color.
-En las noches de luna, cuando su plateada luz resbalaba sobre la cima de los montes, ¿te acuerdas cómo charlábamos en voz baja entre las diáfanas sombras?
-Y referíamos con un blando susurro las historias de los silfos que se columpian en los hilos de oro que cuelgan las arañas entre los árboles.
-Hasta que suspendíamos nuestra monótona charla para oír embebecidas las quejas del ruiseñor, que había escogido nuestro tronco por escabel.
-Y eran tan tristes y tan suaves sus lamentos que, aunque llenas de gozo al oírle, nos amanecía llorando.
-¡Oh! ¡Qué dulces eran aquellas lágrimas que nos prestaba el rocío de la noche y que resplandecían con todos los colores del iris a la primera luz de la aurora!
-Después vino la alegre banda de jilgueros a llenar de vida y de ruidos el bosque con la alborozada y confusa algarabía de sus cantos.
-Y una enamorada pareja colgó junto a nosotras su redondo nido de aristas y de plumas.
-Nosotras servíamos de abrigo a los pequeñuelos contra las molestas gotas de la lluvia en las tempestades de verano.
-Nosotras les servíamos de dosel y los defendíamos de los importunos rayos del sol.
-Nuestra vida pasaba como un sueño de oro, del que no sospechábamos que se podría despertar.
-Una hermosa tarde en que todo parecía sonreír a nuestro alrededor, en que el sol poniente encendía el ocaso y arrebolaba las nubes, y de la tierra ligeramente húmeda se levantaban efluvios de vida y perfumes de flores, dos amantes se detuvieron a la orilla del agua y al pie del tronco que nos sostenía.
-¡Nunca se borrará ese recuerdo de mi memoria. Ella era joven, casi una niña, hermosa y pálida. Él le decía con ternura: -¿Por qué lloras? -Perdona este involuntario sentimiento de egoísmo -le respondió ella enjugándose una lágrima-; lloro por mí. Lloro la vida que me huye: cuando el cielo se corona de rayos de luz, y la tierra se viste de verdura y de flores, y el viento trae perfumes y cantos de pájaros y armonías distantes, y se ama y se siente una amada, ¡la vida es buena! -¿Y por qué no has de vivir? -insistió él estrechándole las manos conmovido. -Porque es imposible. Cuando caigan secas esas hojas que murmuran armoniosas sobre nuestras cabezas, yo moriré también, y el viento llevará algún día su polvo y el mío ¿quién sabe adónde?
Yo lo oí y tú lo oíste, y nos estremecimos y callamos. ¡Debíamos secarnos! ¡Debíamos morir y girar arrastradas por los remolinos del viento! Mudas y llenas de terror permanecíamos aún cuando llegó la noche. ¡Oh! ¡Qué noche tan horrible!
-Por la primera vez faltó a su cita el enamorado ruiseñor que la encantaba con sus quejas.
-A poco volaron los pájaros, y con ellos sus pequeñuelos ya vestidos de plumas; y quedó el nido solo, columpiándose lentamente y triste como la cuna vacía de un niño muerto.
Y huyeron las mariposas blancas y las libélulas azules, dejando su lugar a los insectos oscuros que venían a roer nuestras fibras y a depositar en nuestro seno sus asquerosas larvas.
-¡Oh! ¡Y cómo nos estremecíamos encogidas al helado contacto de las escarchas de la noche!
-Perdimos el color y la frescura.
-Perdimos la suavidad y la forma, y lo que antes al tocarnos era como rumor de besos, como murmullo de palabras de enamorados, luego se convirtió en áspero ruido, seco, desagradable y triste.
-¡Y al fin volamos desprendidas!
-Hollada bajo el pie del indiferente pasajero, sin cesar arrastrada de un punto a otro entre el polvo y el fango, me he juzgado dichosa cuando podía reposar un instante en el profundo surco de un camino.
-Yo he dado vueltas sin cesar, arrastrada por la turbia corriente, y en mi larga peregrinación vi, solo, enlutado y sombrío, contemplando con una mirada distraída las aguas que pasaban y las hojas secas que marcaban su movimiento, a uno de los dos amantes cuyas palabras nos hicieron presentir la muerte.
-¡Ella también se desprendió de la vida y acaso dormirá en una fosa reciente, sobre la que yo me detuve un momento!
-¡Ay! Ella duerme y reposa al fin; pero nosotras, ¿cuándo acabaremos este largo viaje?...
-¡Nunca!... Ya el viento que nos dejó reposar un punto vuelve a soplar, y ya me siento estremecida para levantarme de la tierra y seguir con él. ¡Adiós, hermana!
-¡Adiós!...
Silbó el aire, que había permanecido un momento callado, y las hojas se levantaron en confuso remolino, perdiéndose a lo lejos entre las tinieblas de la noche.
Y yo pensé entonces algo que no puedo recordar, y que, aunque lo recordase, no encontraría palabras para decirlo.
Monumentos Chino en Cuba
Muy
interesante el mensaje recibido de Joaquin Sueiro, sobre los chinos cubanos.
Una precisión: el monumento al que se refiere nunca
ha estado en el barrio chino habanero, sino en la esquina de línea y l en el
vedado, en un pequeño parquecito en el que yo estuve varias veces en los años
setenta, adonde cruzaba (cuando estaba por los alrededores) con el solo objeto
de leer la inscripción o dedicatoria que tiene este monolito de granito
negro grabada en su base. Recuerdo que para leer la inscripción había que
apartar con la mano los matojos que la tapaban, debido a que ese parquecito,
como la mayoría de las construcciones públicas en la habana, estaba descuidado
y olvidado.
Ahora, si lees los comentarios a
las fotos adjuntas correspondientes a ese monolito (sacadas de una página web
de dentro de cuba) tal parece que el monumento ha sido una ocurrencia comunista
y que el actual gobierno es el que va a inaugurarlo. Una insinuación, por
supuesto, tan mentirosa como canallesca. Ese monumento lleva puesto en su sitio desde el 10 de octubre de 1931.
ACLARACION:
Justamente en la esquina de las arterias citadinas de Línea y L, uno de los
puntos más concurridos del Vedado, se dan los últimos retoques al monumento que
rendirá homenaje a los chinos que entregaron su vida por la independencia de
Cuba.
“No hubo un chino cubano desertor. No hubo un
chino cubano traidor” Así resumía en sus palabras, grabadas en el monumento, el
patriota Gonzalo de Quesada. Hoy se verán en correspondencia con el tributo que
nuestro pueblo les otorga en este humilde parquecito de nuestro vedado
habanero.
ESTAMPAS INSÓLITAS Y CASI DESCONOCIDAS DE CUANDO CUBA ERA COLONIA ESPAÑOLA
Resultan
notorios el éxito económico y la prominencia social alcanzados por el Exilio
cubano a partir de su eclosión en 1959 en todas las tierras adonde sus millones
de expatriados se han tenido que trasladar forzosamente, ante la
instauración de una era de opresión que aún no cesa. Como ha escrito el Dr.
José Ignacio Rasco (La Habana ,
1925-Miami, 19 de octubre de 2013) en un análisis sobre la personalidad de
Fidel Castro y la naturaleza del régimen implantado en Cuba bajo su égida,
“aquello parecía una pesadilla. Deserciones, traiciones, falsas acusaciones,
censuras, irrespeto a la persona, a las instituciones revolucionarias,
periodísticas, económicas, religiosas y de todo tipo. Jóvenes y viejos, hombres
y mujeres que mostraban su anticomunismo eran perseguidos, presos o fusilados;
aquello no parecía real. Los hijos denunciaban a sus padres. Los casados a su
pareja, los hermanos a sus hermanos. El paredón aumentaba. La cárcel y el
exilio eran las únicas salidas para sobrevivir.” (1)
La única posición que puede
adoptar un cubano digno, ante esta situación, es la que dejó trazada José Martí cuando dijo: ¿A qué iríamos a Cuba? ¿A oír chasquear el
látigo en espaldas de hombre, en espaldas cubanas, y no volar, aunque no haya
más armas que ramas de árboles, a clavar en un tronco la mano que nos castiga? Ver
el consorcio repugnante de los hijos de los héroes, de los héroes mismos,
empequeñecidos en la pereza?...¿Saludar, pedir, sonreír, como las mariposas
negras y amarillas que nacen del estiércol de los caminos?..Ver a un pueblo entero,
a nuestro pueblo entero, a nuestro pueblo, a quien el juicio llega hoy a donde
llegó ayer el valor, deshonrarse en la cobardía o el disimulo? Puñal es poco
para decir lo que eso nos duele. ¡Ir a tanta vergüenza! otros pueden: Nosotros
no podemos!»
«Visitar la casa del opresor es
sancionar la opresión. Cada muestra de familiaridad de los hijos de un pueblo
oprimido con las personas o sociedades del gobierno opresor, confesas o
disimuladas, es un argumento más para la opresión, que alega la alegría y amistad
espontánea del pueblo sojuzgado, y es un argumento menos para los que alegan
que el pueblo oprimido, vejado, envenenado quiere sacudir la opresión...
Mientras un pueblo no tenga conquistados sus derechos, el hijo suyo que pisa en
son de fiesta la casa de los que se los conculcan es enemigo de su pueblo». (2)
A la conclusión de la Guerra de los Diez Años
(1868-1878), muchos de los participantes en aquella fallida primera parte de la
contienda por la
Independencia de Cuba hubieron de tomar el camino de lo que
entonces se llamaba la
Emigración –entendida como la partida a establecerse en un
país extranjero, con el objeto de no verse obligado a vivir en las condiciones
oprobiosas de la dominación colonial y con miras al regreso futuro a una Patria
libre-.
La situación particular de la Cuba contemporánea no está
caracterizada, como lo estuvo a lo largo del siglo XIX, por el enfrentamiento
entre la Potencia
colonial dominadora (española) y la población sometida autóctona (criolla). La
colisión se produce actualmente, en el seno de la misma Nación cubana, entre la
casta formada por la gerontocracia militar que tiene implantado el Pensamiento
Único (3) y la combativa y moralmente fuerte aunque orgánicamente débil
Oposición interna, secundada por el apoyo que le presta el Exilio –una
verdadera Diáspora distribuida por todo el mundo si bien, al igual que le
sucedió a la Emigración
cubana del siglo XIX, radicada mayoritariamente en los EE.UU. de América-. (4)
Después de toda una vida de carencias
materiales y morales, acostumbrados a traspasar los límites de las normas
legales y morales como único medio para “resolver” –cuya nueva acepción se ha
acuñado en Cuba como sinónimo de “encontrar una solución a cualquier problema…por
cualquier vía (a través de un amigo, una empresa, en la bolsa negra, en fin,
por la vía que se encuentre a mano en el momento de la necesidad)” (5)-, hay que decir que el grueso de pueblo llano permanece en buen número “en la cerca” (o, como se dice en España, “mirando los toros desde la
barrera”), profesa un notable indiferentismo cívico y muestra una gran
renuencia a involucrarse en ningún movimiento organizado que se enfrente a la Tiranía ; en definitiva,
resignados a su suerte y con la circunstancia agravante añadida de que casi el
90 por ciento de la población tiene una edad que le impide haber conocido con
uso de razón la sociedad anterior a la implantación en 1959 del Régimen actual
(el 18 por ciento de la población tiene entre 0 y l4 años de edad, y un 70 por
ciento adicional tiene entre 15 y 64 años de edad; mientras que la era de la
transformación revolucionaria -sería más exacto decir de la destrucción
revolucionaria- ha cumplido al día de hoy 54 años de recorrido). (6)
En la sesión preparatoria, que tuvo lugar
en Lima el 6 de diciembre de 1877, el delegado de la Argentina planteó que,
como su gobierno no había reconocido la condición de beligerantes a los
cubanos, el hecho de que admitiera la asistencia de la representación del
Gobierno de Cuba en Armas no significaba que su país reconociese la existencia
del Gobierno en la manigua, entonces presidido por Francisco Javier de Céspedes
y del Castillo (7)
El Ministro de Relaciones Exteriores del
Perú y su delegado en la reunión hicieron constar que su país sí había
reconocido la beligerancia y la independencia de Cuba, y los plenipotenciarios
de Chile, Bolivia y Ecuador dijeron que, aunque sus gobiernos no habían
reconocido la personería internacional de Cuba, aceptaban la plenipotencia del
representante cubano.
Mientras Francisco de Paula Bravo actuaba
ante ese Congreso en representación del Gobierno de Cuba en Armas, la Cámara de Representantes
surgida de la
Constitución de Guáimaro se autodisolvía y la Paz o capitulación del Zanjón
se firmaba el 10 de febrero de 1878, poniendo fin a la Guerra de los Diez Años.
De hecho, las sesiones del Congreso
comenzaron oficialmente el 17 de enero de 1878, dos días después que el
Presidente Vicente García y el general español Martínez Campos habían mantenido
una entrevista secreta en el Camagüey, para acordar la realización de una
consulta entre las filas cubanas respecto a la posibilidad de aceptar una paz
sin independencia. A Francisco de Paula Bravo se le continuó atribuyendo la
condición de participante en el Congreso, y siguió actuando en tal calidad
hasta la conclusión de éste, en marzo de 1880. Se redactaron un Tratado de
armonización de las reglas de Derecho Internacional Privado y un Tratado de Extradición
(que nunca entraron en vigor, porque solamente el Perú los ratificó). (8)
El
Servicio Exterior de la
República en Armas, tras la Constitución de
Jimaguayú. Aprobada el 16 de septiembre de 1895, el Artículo 1 de la nueva
Constitución dispuso que “El
Gobierno Supremo de la
República residirá en un Consejo de Gobierno, compuesto de un
Presidente, un Vicepresidente, y cuatro Secretarios de Estado, para el despacho
de los asuntos de Guerra, de lo Interior, de Relaciones Exteriores y de
Hacienda.”
Como representantes diplomáticos en el
Exterior, el Consejo de Gobierno nombró a Gonzalo de Quesada, como Encargado de
Negocios en Washington; y, como Agentes Generales, a Ramón Emeterio Betances,
en Francia; a José de Zayas, en la Gran
Bretaña ; a Manuel Portuondo Jústiz, en Chile; a José Payán,
en el Perú; a Eugenio María de Hostos, en Bolivia; a Rafael María Merchán, en
Colombia; a José Joaquín de Palma, en Guatemala; a José María Izaguirre, en
Nicaragua y Honduras; a Arístides Agüero, en Brasil, Uruguay y Argentina; a
Rafael García Cañizares, en Venezuela; a Nicolás Domínguez Cowan, en México; a
Joaquín Alsina, en Costa Rica y El Salvador; a José Eleuterio Hatton, en Santo
Domingo; y a Ulpiano Dellundé, en Haití. En calidad de Subagentes, fueron designados
José Dolores Poyo, en Key West; Fernando Figueredo, en Tampa; y J.A. Huau, en
Jacksonville.
Bibliografía:
(1)
Capítulo XIV del libro 40 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN - El legado
de Castro. Editor: Efrén Córdoba, publicado en 1999 por EDICIONES UNIVERSAL
(Miami).
(2)
Discurso en Conmemoración del 10
de Octubre de 1868, en Masonic Temple, New York, el 10 de octubre de 1888, en
José Martí. Obras Completas, Tomo 4, pp.
215-226, Edit. Ciencias Sociales, La
Habana , 1975.
(3)
Con el significado que le impartió
Arthur Schopenhauer en Die Welt als Wille und Vorstellung (“El mundo
como voluntad y representación”, Akal Ediciones), cuando escribió que «Un sistema de pensamientos debe tener siempre
una trabazón arquitectónica, de suerte que una parte soporte a la otra, más no
a la inversa; el fundamento soporta al resto sin ser soportado por él, y la
cima es soportada sin que ella soporte ya nada más. En cambio, un pensamiento
único, por amplio que sea, debe conservar la más perfecta unidad. Incluso si
uno se ve obligado a dividir este pensamiento en partes, se ha de tener buen
cuidado en que cada una de esas partes contenga al todo al igual que el todo la
contiene a ella, que ninguna parte sea la primera ni ninguna la última, que,
para cada una, el todo sea completamente distinto, pero que la más pequeña de
ellas no pueda ser plenamente comprendida sin que previamente lo sea el todo».
El
Pensamiento Único es el que han impuesto y procuran imponer todos los sistemas
totalitarios que en el mundo han sido, implantando por la coerción y la fuerza
bruta su visión alucinante, distorsionada y enfermiza de la realidad (en los
siglos XX y XXI, han sido sus dedicados epígonos los regímenes nazifascistas,
los comunistas, y los militaristas de ambos signos extremos del arco
ideológico).
(4) Véanse en http://www.martinoticias.com/content/cuba-guillermo-farinas-exilio-oposicion-/26557.html
las declaraciones hechas el 19 de agosto de 2013 por el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia 2010, Guillermo Fariñas,
en la Casa Bacardí de la
Universidad de Miami, en el transcurso de su conferencia Exilio y Oposición en Cuba.
Fariñas señaló que uno de los principales papeles del exilio debe ser el de
“convertirse en caja de resonancia” para los opositores en Cuba, ya que
"Cuando a nosotros nos maltratan, golpean y detienen en Cuba ustedes
ayudan siempre que divulguen lo que ocurre, nos apoyen y denuncien el abuso y
el atropello".
(5) Véase “Algunas características del
Español en Cuba – Antes y después de 1959” – Dra. Nilda Blanco, Universidad de La Habana /Universidad de
Waikato (Hamilton, Nueva Zelanda), en http://redgeomatica.rediris.es/elenza/magazine/pdf/nilda.pdf.
(6) Ni existen
bibliotecas, hemerotecas, filmotecas o videotecas adonde el público pueda
acceder a ninguna información sobre cómo era la vida cotidiana anterior de
1959, por lo que la práctica totalidad de los jóvenes de hoy cree que la
llamada Plaza de la
Revolución –un complejo de edificios construidos sobre 72 mil
metros cuadrados de terrenos, donde radican Ministerios y otros organismos
públicos- fue edificada por el actual Régimen –que tomó el Poder en 1959-,
cuando en realidad las obras se concluyeron durante el último gobierno del
general Batista (1952-1958).
(7) En verdad, el general Vicente García
González había sido nombrado para sustituir a Céspedes y del Castillo con fecha
4 de diciembre de 1877, pero el León de Santa Rita no tuvo conocimiento del
nombramiento hasta el 15 de enero de 1878, según relata en su Diario.
(8) Véase “Historia del derecho civil
peruano: siglos XIX y XX”, de Carlos Augusto Ramos Núñez, pág. 117, Fondo Editorial
de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, 2005.
"LOS VIAJES A CUBA".
Nos trajo aquí la guerra y aquí nos mantiene el aborrecimiento a la tiranía, tan arraigado en nosotros, tan esencial a nuestra naturaleza, que no podríamos arrancárnoslo sino con la carne viva!
¿A que hemos de ir allá cuando no es posible vivir con decoro ni parece aun llegada la hora de volver a morir?... ¿A que iríamos a Cuba? A oír chasquear el látigo en espaldas de hombre,en espaldas cubanas, y no volar aunque no haya mas armas que ramas de árboles, a clavar en un tronco para ejemplo, la mano que nos castiga?
¿Ver el consorcio repugnante de los hijos de los héroes, de los mismos, empequeñecidos en la impureza, y los vicios importados que ostentan, ante los que debieran vivir de espaldas a ellos, su prosperidad inmunda?
¿Saludar, pedir, sonreír, dar nuestra mano, ver a la caterva que florece sobre nuestra angustia, como las mariposas negras y amarillas que nacen del estiércol de los caminos?¿Ver un burócrata insolente que pasea su lujo, su carruaje, su dama, ante el pensador augusto que va a pie a su lado, sin tener de seguro donde buscar en su propia tierra el pan para su casa?
¿Ver en el bochorno a los ilustres en el desamparo a los honrados en complicidades vergonzosas al talento en compañía impura, a las mujeres sin los frutos de su suelo, al campesino, que tiene que ceder al soldado que mañana lo ha de perseguir, hasta el cultivo de sus propias cañas?
¿Ver a un pueblo entero, a nuestro pueblo en quien el juicio llega hoy a donde llego ayer el valor, deshonrarse con la cobardía o el disimulo? Puñal es poco para decir lo que eso duele. Ir, a tanta vergüenza! Otros pueden:
¡¡NOSOTROS NO PODEMOS!!
José Marti
10 de Octubre de 1887
Final del tranvía en La Habana
Grandes momentos del fotorreportaje cubano
El motorista José García, con su mostacho, su gorra y su uniforme gris
de saco y corbata. Llevaba 42 años conduciendo tranvías en |
Los tranvías de La Habana se despidieron silenciosamente del
escenario habanero a las
12:08 de la madrugada del martes 29 de abril de 1952
en el paradero del Príncipe, situado en la avenida de Carlos III, frente a la
Quinta de los Molinos. No hubo
ceremonias, simplemente un viaje corriente marcó el final.
Cuarenta y seis
minutos antes el expedidor del paradero, Guillermo Ferreiro, ordenó la salida
del tranvía número 388 de la línea
Príncipe - Avenida del Puerto (P-2) que cubría el turno de la madrugada.
Era el predestinado que haría la última ronda de los tranvías de La Habana.
El motorista, Julio Amoedo estaba listo en la plataforma de
mando y tocó la campanilla anunciando la partida. Tan pronto subieron los tres
pasajeros que aguardaban en el apeadero, liberó la retranca del freno y giró la
manija eléctrica del acelerador que inició la marcha de vehículo.A las
11:22 de la noche del 28 de abril, el
tranvía salió del Paradero y fue rodando
por los raíles de Carlos III continuando por los de Reina, Monte y Egido. Pasó
frente a la Terminal de Trenes y se adentró por los muelles hasta llegar a la Avenida
del Puerto. Después regresó por el mismo camino.
El conductor, apodado “Serrucho”, fue cobrando a los
viajeros los cinco centavos que costaba el pasaje. A las doce de la noche, al iniciarse el nuevo día,
pasó por la esquina de Reina y Gervasio.
Desde las ventanillas
del tranvía andante se apreciaba que la
ciudad estaba triste, recogida y las sirenas de los patrulleros se escuchaban
sin cesar. Los vehículos apenas circulaban y los contados caminantes andaban
con paso rápido, tristes y aterrados. Hacía cincuenta días que el General
Fulgencio Batista había dado un golpe cuartelero cercenando las libertades
nacionales. El pueblo estaba indignado. Aumentaba la represión policíaca,
mientras que los estudiantes y trabajadores hacían sentir cada día más sus
protestas.
Vista general del Paradero del Príncipe el día 29 de abril
de 1952 (Foto: Arístides Reyes)
Por esa razón no se veían las
habituales familias que volvían en el tranvía al terminar las funciones del
teatro o el cine, ni los enamorados que daban un paseo nocturno. Solo lo
abordaron unos pocos obreros y gastronómicos que regresaban a su hogar después
de terminar su turno de trabajo.
Cuando faltaban escasos minutos para llegar al Paradero,
“Serrucho” llenó
los modelos de liquidación. Había recaudado 0.75 centavos,
lo que evidenció que sólo quince viajeros participaron en la marcha final.
Aunque era de
madrugada, se habían reunido muchos tranviarios en el viejo paradero para ver
al último tranvía. Con los rostros deprimidos y preocupados no cesaban de ir de
un lado para el otro, conversaban, preguntaban. Ya sabían que una parte de
ellos, los más jóvenes, después de pasar los cursos de chóferes manejarían los
nuevos ómnibus que circularían por las
calles en lugar de los carros eléctricos. Pero otros, por su edad o sus
limitantes, debían buscar otras alternativas. Como estaba previsto el tranvía
llegó puntualmente a las 12:06, y se detuvo en el medio del patio, entre los 42
carros que formaban el parque los cuales, inmóviles y en silencio, parecían rendir una guardia de honor al último de los
caídos.
Sin embargo aquella noticia no llamó la atención de los
diarios. No había periodistas ni fotógrafos que estuvieran allí noticiando.
Solo un estudiante de periodismo, Samuel Urra, uno de los quince pasajeros de
aquel histórico viaje, estaba tomando datos para un reportaje que debía
presentar en su examen final.
Pero al clarear el día llegó el fotógrafo de Alerta,
Arístides Reyes, y retrató varias escenas del paradero y la tripulación del
último de los tranvías. Urra se le acercó y le pidió una o dos fotos para
ilustrar su tesis y el reportero grafico solidariamente le prometió entregarle
las copias tan pronto las revelara. Urra se quedó un rato más, sentado en una
café cercano para revisar de nuevo sus notas. No quería que se le olvidara
nada. Los profesores eran muy exigentes y los puntos había que ganarlos a
sangre y fuego. De las seis preguntas clásicas del periodismo: qué, quién,
cuándo, dónde, cómo y por qué , tenía que profundizar en la ultima.
El motorista Julio Amoedo y el conductor apodado “Serrucho”,
posan dentro del ultimo tranvía, el No. 366 de la línea Príncipe - San Juan de Dios, mientras que el expedidor
Guillermo Ferreiro esta situado en el patio. La foto fue tomada por la mañana
del dia 29 de abril por Arístides Reyes.
Así que sacó de sus bolsillos unas cuartillas que había
garabateado con apuntes en la Biblioteca Nacional, situada entonces en el
Castillo de la Fuerza, y empezó a redactar lo siguiente:
A finales del siglo
XIX, la empresa canadiense Havana Electric Railway se hizo cargo de los
tranvías de La Habana y durante la ocupación militar norteamericana, el 3 de
septiembre de 1901, inauguró las líneas de los tranvías eléctricos sustituyendo
paulatinamente a los de tracción animal que funcionaban desde 1858 y a los de
vapor introducidos un año después.
Las voraces empresas
yanquis en su empeño por dominar la economía de la naciente República
solicitaron la ayuda del cónsul yanqui en La Habana, Frank Steinhart, con el
fin de lograr la concesión de los servicios tranviarios. En 1907, el Cónsul
reunió entre los empresarios yanquis el capital suficiente para adquirir la
mayoría de la acciones y controlar a la compañía canadiense. Así se traspasaron
los tranvías a una nueva empresa que se denominó Havana Electric Railway, Light
and Power Company la cual monopolizó no
solo el transporte tranviario sino también todos los servicios de electricidad
y gas de la capital y sus barrios aledaños.
Durante los primeros
años los tranvías desarrollaron un papel importante en el transporte eléctrico
capitalino. Aumentaron sus líneas, se importaron nuevos coches y contribuyeron
al desarrollo y expansión de la ciudad al unir el centro de la Habana con los
barrios de Jesús del Monte, Luyanó, Cerro, Vedado y los nuevos repartos que se
extendían desde el río Almendares hasta
la Playa de Marianao, que se unían a través de una telaraña vial de 142
kilómetros.
Dos tranvías durante un recorrido por las calles de Marianao
(Foto: Miguel Buendía)
Sin embargo, a la empresa de los
tranvías le asechaban graves peligros. Después de la primera guerra mundial la
poderosa compañía norteamericana Electric Bond & Share decidió ampliar sus
negocios y obtener el control del servicio eléctrico cubano. En 1923, adquirió
las instalaciones de Santiago de Cuba y
poco a poco las del resto de las provincias, con excepción de Pinar del Río. En
1927, una de sus filiales, la American & Foreign Power Company del estado
de la
Florida, y de acuerdo con las leyes norteamericanas, creó
una subsidiaria en Cuba que denominó Compañía Cubana de Electricidad.
En confabulación con
Steinhart, que ahora apoyaba los intereses de la Electric Bond & Share,
el dictador Gerardo Machado derogó las concesiones que
tenía la Havana Electric Railway, Light and Power Company y las traspasó a la
nueva empresa. La Havana Electric quedó solamente con sus tranvías y el
calvario de tener que pagar desde ese momento toda la electricidad que
consumieran.
Por si fuera poco, la
Havana Electric veía con preocupación el avance incontenible de la industria
automotriz y la petrolera que propiciaban y apadrinaban el desarrollo de los
ómnibus, los cuales podían recorrer cualquier punto de la capital sin necesidad
de carriles ni tendidos eléctricos.
El presidente de la
Havana Electric, Frank Steinhart Jr. (hijo del eterno monje gris de los
negocios tranviarios en Cuba), a todas luces comprendió y previó el futuro
trágico de los tranvías. Consciente de ello aseguró sus inversiones y las de
sus socios más allegados. No introdujo mejoras, ni modernizó el parque y dejó
que la empresa acumulara una deuda millonaria que afectó a los accionistas,
casi todos cubanos y españoles.
Mientras los tranvías
agonizaban, el servicio de ómnibus de motor de gasolina se ampliaba impulsado
principalmente por las trasnacionales General Motors y la ESSO, las cuales
insertaban anuncios y auspiciaban reportajes que halagaban las ventajas de los
ómnibus y sugerían que los tranvías eran unos trastos arcaicos, insostenibles y
anacrónicos que obstaculizaban el desarrollo moderno de la ciudad.
Se había creado el ambiente ideal para que el presidente de
la República, Carlos Prio, firmara la sentencia de muerte de los tranvías. El 3
de junio de 1950 concedió la explotación del transporte urbano a la empresa de
los “Autobuses Modernos S. A.” A partir
de entonces fueron desapareciendo. Su destino fue diverso. Unos pocos fueron a
engrosar los tranvías de Matanzas. Un diario publicó a uno de ellos transformado
en un aula para niños de primaria. Dos
fueron a parar a Varadero convertidos en comercios de venta de refrescos y
tentempiés. Otros se vendieron en
noventa pesos y los más fueron canibalizados.
Durante los arreglos y la pavimentación de la Avenida 31 en
Marianao quedaron atrapados estos despojos, todo un símbolo del final de los
tranvías. (Foto: Ministerio de Obras Públicas)
Urra compró los
diarios de La Habana y le extrañó no ver nada publicado sobre los tranvías con
la excepción de la foto de Arístides y algunas notas discretas y escondidas en
las páginas interiores. Se quedó con la preocupación y durante unos días se
dedicó a redactar la tesis en la máquina
de escribir, a su modo, a su estilo. Presentó un trabajo impecable junto con
las fotos de Arístides y obtuvo las mejores notas, junto con una felicitación
especial del tribunal de examen por su actualidad, interés social y búsqueda
histórica. El estudiante estaba
contentísimo pero no pudo detener una duda que se hacía todos esos días. Y se la trasladó a los
profesores ¿Por qué esa noticia no se destacó en los diarios? Uno de los
profesores le respondió: Un periódico, bajo su responsabilidad, puede publicar
cualquier noticia, crítica, atacar al gobierno y por qué no, hasta chantajear,
pero nunca cometería el error de provocar a quienes lo mantienen: los
anunciantes, las grandes empresas y trasnacionales porque sería un suicidio y
cuando hay pugnas entre ellos sólo se filtra lo que al más poderoso le
convenga. Por eso, hace dos años, al obtener la victoria los ómnibus, el
tranvía dejo de ser noticia.
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